Verum

Capítulo largo: Contiene +18

Siento que la sangre me abandona por completo al analizar la situación que estoy presenciando, la cual dos seres se pavonean sin vergüenza alguna al seguir mirando el sinfín de cosas que hay en la casa. Mi rostro se enrojece de nuevo y azoto la puerta con fuerza dando a entender mi claro enojo.

— ¡¿Po qué tenían que ser tan imbéciles?! — Le quito de las manos un reloj a mi hermano y este se levanta para encararme —. ¡Son unos idiotas!

Mi voz tiembla pero es debido a todo el coraje y la frustración que siento en estos momentos. El corazón se ha acelerado monstruosamente y solo soy capaz de visualizar a estos dos casi muertos.

— ¿Por qué escondiste el dinero? — Miro en derredor. Ya no le presto atención a la pregunta de mi padre.

— Hideki, mi papá te está hablando — Cubro mi rostro claramente frustrada, y suspiro.

— ¿Cuánto se gastaron? — Cuestiono nerviosa.

— Un millón de yenes.

— El otro millón me lo dieron a mí — Una voz bastante conocida me habla desde atrás. No soy capaz de moverme ni un milímetro.

— Te queda medio millón, no es para tanto hermanita.

— ¿Y tú qué haces aquí, hijo de puta? — Me giro para ver a Daemon muy feliz recargado en el marco de la puerta. Siento de todo en estos momentos y quiero golpearlo hasta que se muera.

— Vine a cobrar mi deuda, ya sabes, tu papá y hermano juraron pagarle a uno de mis amigos pues fue él quien los sacó de la maldita cárcel y quise yo a cobrarles debidamente.

— Déjenos solos — Miro fijamente a mi hermano y a papá quienes solo se burlan y me dejan sola con este patético hombre.

— ¿Qué?, ¿Qué vas hacer al respecto? — Camino hacia él hasta que estamos cara a cara.

— Juro que voy a matarte, hijo de perra — Lo tomo del cuello de la camisa con fuerza —. La que se estará riendo en un futuro seré yo.

— Si es que Taiju te deja viva, ¿Qué mierda le vas a decir?, de ratera no te bajará.

— Eso a ti ya no te importa.

— Has que cambien de opinión, extiende nuestro contrato a un año y te salvo de todo esto — Me toma de los hombros y camina hacia enfrente, llevándome a la puerta haciendo que mi espalda de con ella —. Vamos Hideki, hazlo y te ayudaré.

— No — Le suelto una patada en los testículos y remato con un puñetazo.

No puedo evitar la semejante oportunidad de verlo tirado y comienzo a patearle la cara hasta el cansancio, empiezo a ver como la sangre sale de su nariz hasta que este me toma del pie para desestabilizarme, pero corro con la suerte de retroceder.

— De mentirosa no te van a bajar, perra.

— Vete de mi casa, infeliz — Abro la puerta para que este pase de largo con una sonrisa en sus labios que me hace quererlo matar lentamente.

Este sale y mi furia se manifiesta en un gran portazo que doy, la casa está en silencio, el único ruido que escucho es el de mi corazón al golpetear con mi pecho, está martillando furioso. Coloco mi mano en el centro y trato de respirar hondo y profundo, estoy metida en un problema demasiado grande del cual no tengo idea de cómo salir.

¿De dónde voy a sacar tanto maldito dinero?, escucho el carraspeo de mi hermano quien no está más que cruzado de brazos y me mira fijamente.

— No quiero escucharte, en silencio estás mejor.

— Hermana — Este se engancha de mi brazo —. Te ayudaré a conseguir el dinero que hace falta.

— No es necesario, suéltame — Mis pies avanzan un poco, pero mi hermano pasa su brazo por mi cuello.

— Hermana por favor, esto ya no me está gustando.

— ¿Y?, es lo menos que te mereces por...— Mis palabras quedan el aire —. Déjame ir.

— Te lo prometo, veré que hago — Frunzo mi ceño y me encuentro con sus ojos que no me dejan ver más allá, siempre ha sido difícil leer a mi hermano.

— Hasta mañana.

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Tengo a tres hombres hablando de números, dinero y demás cosas que no quisiera escuchar. Estamos en una zona despejada llena de árboles, cuyas hojas hacen ruido por el viento refrescante que se nos regala. Koko ahora toma la palabra con demasiada sutileza, para que sus oyentes dimensionen de lo que hablan en este momento. Mi vista se posa en el césped, me siento mal, me duele la cabeza, tengo náuseas y no puedo pensar con claridad.

— Eso es todo, entonces — Mi vista panorámica me permite ver como estrechan su mano —. Nos vemos luego.

— Hasta luego, señorita Hideki.

— Oh, un gusto — Le estrecho la mano al más alto que me recuerda a un poco a mi ex compañero de universidad —. Nos vemos.

— ¿Qué tienes?, estás muy distraída.

— Me siento mal — Ambos nos dirigimos con Taiju, quien nos espera en su departamento —. Ayer comí algo en la madrugada y me hizo daño.

— Que mal mientes — Nos adentramos en los tumultos de gente para poder pasar del otro lado —. Taiju no tarda en preguntarte.

— No estoy mintiendo, tonto... — Un suspiro pesado es capaz de delatarme y este solo me mira fugazmente —. ¿Qué más tenemos que hacer el día de hoy?

— Cerrar cuentas, contar dinero, etc.

El alma se me va a los pies cuando dice lo último, no estoy segura de cuando me pedirán el dinero, supongo que a finales de mes. Pasamos al otro lado de la calle, Koko viene contándome algo que ni siquiera alcanzo a escuchar, mi mente no me permite hacerlo.

— ¿No estarás embarazada? — Esa simple pregunta me hizo olvidarme de mi gran problema, Koko se estaba burlando fuertemente —. Hideki, hasta palideciste espantoso.

— ¿Y quién no? — Le suelto un golpe cariñoso —. Eres un tonto, mi ansiedad me provoca náuseas.

— Si claro, unas náuseas que van a dar pataditas en unos meses.

— Ni loca.

Esta vez Hajime se quedó en silencio, hacía lo posible para que yo hablase pero eran intentos nulos, sinceramente yo también me cansaría al no tener una réplica de su parte. Los hombros me pesaban como el demonio, quería dormir o desaparecer, me gustaría más la segunda opción, pero desafortunadamente tengo tanta suerte que siempre termino siendo salvada.

— Tenemos visitas, recuerda.

— Lo siento, no recordaba.

Y ahí estaban, conversando animadamente los hermanos del demonio con Taiju, quien me mira con fijeza al entrar a su hogar, misma acción que imitan Greila y su hermano. Simplemente saludo con la mano y voy directamente a la cocina a buscar agua y una pastilla, estoy segurísima de que había.

— Me voy a quedar aquí hasta que se vaya, ¿Te mandaron a buscarme? — Inui permanece mirándome —. ¿Cuánto llevan aquí?

— Ya se fueron, pero Taiju está molesto — La sangre se me heló por completo —. Tienen ideas diferentes y es difícil llegar a un acuerdo sin Koko presente.

— Entiendo... — A lo lejos escucho los pasos de este, sé que viene para acá —. Me duele la espalda horrible.

— Los dejo solos — Asiento ante sus palabras y Taiju se encamina hacia donde estoy.

— ¿Trabajando duro o durando en el trabajo? — Me dice que soy una tonta y no puedo evitar abrazarlo con fuerza.

Puedo sentir la dureza de su cuerpo y el como sus manos se posan en mis caderas para atraerme a él con fuerza, este coloca su barbilla en mi coronilla mientras respira delicadamente. Automáticamente escucho su corazón latir, me es sumamente agradable.

— ¿Qué tienes?, te noto decaída.

— Sólo estoy cansada, no pude dormir.

— Vamos a dormir — Aquello me provoca una ligera carcajada.

— Taiju, tú y yo en una cama no funciona, terminamos haciendo de todo menos durmiendo.

— Esta vez dormiremos, y no es pregunta, es una orden — Con un rápido movimiento quedo en sus brazos, me carga como si de una princesa se tratase.

En realidad, no podía disfrutar del momento como quisiera, ya que sabía que posiblemente el cambiaría su actitud conmigo dentro de unos días, y eso si me lastimaba, no evité encariñarme con él a pesar de todo lo que ha pasado, es una persona que ha sido un reto para mí, porque su carácter es fuerte, así como su manera de actuar.

Me deja sobre el grande colchón, sintiendo un frescor debido a la colcha fría que se arruga conforme a mis movimientos. Taiju cierra las persianas para quedar totalmente a oscuras, aún entra poca luz, la adecuada para observar nuestros movimientos.

— ¿Qué tanto te dijo ese idiota? — Me aventuro a preguntar, entre más rápido mejor, así no tendré que estar mintiendo.

— Quiere que las cosas se hagan a su manera y el único mandón soy yo — La cama se hunde ante su peso —. Pero quedamos en buenos términos.

— Menos mal — Cierro los ojos tratando de respirar profundamente, Taiju queda a mi lado y no duda en arrastrarme a él, abrazándome.

— Estás muy tensa, ¿Qué pasa? — Posiciona dos dedos en mis hombros y presiona un poco causándome dolor —. Hideki tienes piedras.

— Es el estrés — No evito pasar mi mano por su estómago, me gusta sentirlo —. Te agradecería si me hicieras un masaje.

— ¿Con final feliz? — Encajo mis uñas sobre su carne —. No hagas eso que no tengo autocontrol sobre ti.

— ¿Eso es un sí? — Escondo mi cara en su cuello para dejar un beso —. ¿Por favor?

— No.

— Que pésimo servicio — Taiju se burla lo suficientemente fuerte para después alejarme de él.

— Boca abajo, dama.

— Gracias, caballero.

Esta vez visto una blusa fresca de tirantes, unos jeans un poco ajustados pero demasiado frescos. Siento como Taiju se levanta de la cama para dejarme un momento a solas, el cual aprovecho para colocarme en medio de la amplia cama. Estiro mis brazos sintiendo más frescura y entierro mi cara en las suaves almohadas que tiene, he pensado en robárselas porque son demasiado cómodas.

— No tengo aceites, iré por aceite vegetal.

— No seas idiota — Me burlo de él —. Ni que fueras a cocinarme.

— Suena bien — De nuevo siento como la cama se hunde por él —. Ya sabes como funciona esto, quítate blusa.

— Sólo súbela, que flojera tener que levantarme.

— Que floja, eres — Este toma mi blusa de la parte superior con fuerza —. Tengo una solución.

— Ni se te ocurra — Este rompe mi vestimenta antes de protestar —. Hijo de puta, me vas a comprar otra.

— Las que quieras — Se burla junto a mi oído, provocándome escalofríos —. Bueno empezaré con mi labor.

— Ya te estabas tardando — Me doy el lujo de relajarme, hasta que siento una gota demasiado fría en mi espalda baja —. ¡TAIJU!

— Perdón, perdón — Ni siquiera puede hablar de la risa que lo invade, pega su frente a mi espalda y sigue riéndose, es la segunda vez que lo escucho reírse de esa forma.

— Tonto — Me rio con él —. Tu risa me da risa.

— Y tú me das ternura — Deja un cálido beso en mi hombro —. Además, eres muy bonita.

— Y tú eres muy guapo, maldito.

— ¿Por qué el insulto? — Siento sus dedos en mis hombros, se ha colocado crema corporal —. ¿Me insultas porque soy hermoso?

— Que humilde — Lanzo un gemido de dolor al sentir aquel masaje justamente donde estoy más tensa —. Maldita sea.

— El estrés — Este sigue con su tarea —. Voy a desabrocharte el sostén.

— Adelante — Aquel tacto me libera de mi prenda, dejándome libre.

— ¿No te duele usar esta cosa?

— A veces es incómodo, y cuando lo quitas estás en la gloria, como ahorita — Ahora masajea aquella parte con suavidad, se esmera en lo que hace.

Es glorioso sentirlo, está demasiado concentrado haciendo su trabajo, el cual está de maravilla, traza un camino a mi espalda baja para realizar círculos. Automáticamente suspiro al sentirlo. La crema hidratante huele a almendras, la habitación se ha inundado de aquel olor dulzón.

Cierro los ojos por el tipo de relajamiento que estoy viviendo y me permito disfrutar. Taiju se detiene justamente al inicio de mi trasero, escucho como suspira y vuelve a mi espalda.

Sus labios sobre ella me toman desprevenida, tanto que abro mis ojos y quiero voltear pero no puedo debido a su peso. Este comienza por mis vértebras lumbares, dando pequeños acercamientos con sus labios. Siento su respiración caliente sobre mi piel y el corazón me da vueltos ante semejante acción.

Aquellos húmedos labios ya han llegado a mis vértebras torácicas.

— Taiju...

— No puedo evitarlo, ya te dije — Susurra gravemente —. Te ves deliciosa estando de espaldas.

— Denle un premio por el mejor piropo — Llega por fin a mis cervicales y busca mi cuello para besarlo, morderlo y pasar la lengua por el mismo.

— Quédate así, quieta — Sus palabras cambian de tono, mismo que me hacen sentir cosquillas en mi vientre. Así que no evito echar un suspiro largo y profundo.

Sigue deleitándose con mi espalda, pero sus agarres ya se han tornado más bruscos, dejándome en claro que esta vez no tiene ni la mínima intención de ser suave conmigo. Inmediatamente sus manos grandes acarician mi trasero, apretujando como si su vida dependiese de eso, así que segundos después me suelta una fuerte nalgada.

— Andamos bruscos, eh.

— Tú lo provocas — Yo no me quedaría con los brazos cruzados, así que me elevo, colocando mis rodillas en la cama para poder desabotonarme los jeans, mismos que no tardan en ser despojados.

También juego a mi ritmo, aprovecho para levantar más el culo y rozar la entrepierna de Taiju, quien suspira y toma mis caderas con fuerza. Ambos caemos en la lujuria inmediatamente, así que me giro, quedando hincada enfrente de él y no dudo en lanzarme a sus labios entreabiertos.

Este me toma por la espalda al momento de besarme, aquel sabor de su saliva siempre me ha encantado, su lengua se movía casi experta causándome gemidos y suspiros. Nuestras narices se rozan, debido a los bruscos movimientos en buscar de comernos la boca para siempre.

Hundo mis dedos en su cabello sedoso, el cual deja salir el aroma de jazmín que usa. Es tremendamente delicioso tenerlo así, sentirlo, escucharlo y besarlo. Solamente unos besos de este hombre me dejan chorreando.

Taiju

Dejo que Hideki se coloque encima de mí, aquel sostén ha quedado a volandas y decido quitárselo para deleitarme con aquellos pechos suyos, cuyos pezones ya están como piedras. La chica se inclina para dejar besos en mi cuello, siempre siguiendo la forma de mi tatuaje. Muerde mi lóbulo y lo chupa, dejándome escuchar su respiración entrecortada que no hace más que hincharme más la polla.

Llega a mis clavículas, a este paso solamente me falta quitarme los pantalones y eso es lo que hago. Ella baja su vista a mi entrepierna y de manera descarada pasa la lengua por sus labios, saboreando mentalmente.

La cara de Hideki suele cambiar cuando está así, sus mejillas se encienden, pero su mirada se torna tan seria que irradia lujuria por donde sea, aquellos ojos le suelen brillar cada que hace o dice algo.

Sin pensarlo dos veces, la tomo del cabello al observar que se está pasando de burlona, me molesta que piense que ella tenga el control, algo que no es cierto. Sus pupilas se dilatan al ejercer mi acción y ella sonríe.

— ¿Por qué no usas ese lenguaje que tanto me encanta? — Cuestiona.

Sencillamente le gusta que la insulte, pero es momento de degradarla. Así que no digo absolutamente nada y la acerco a mis labios.

— A mi no me vas a decir que hacer, perra — Suspira de puro gusto y veo como aprieta las piernas —. Me repugna ver cómo estás de ansiosa.

— ¿Quién te preguntó? — Ella me contesta de manera burlona, así que le suelto una buena bofetada.

Una idea me atraviesa la mente para castigarla, me he percatado que es demasiado sensible de los pezones, solamente aguantando un poco de dolor. Le digo que me disculpe un momento y voy directamente a la cocina en busca de palillos chinos y algunas ligas.

— Tómense el día libre — Aquellos dos están a mis espaldas.

— Gracias, Dios, no queríamos escuchar.

Koko idiota.

— Nos vemos — Concluyo para irme a la habitación.

Al entrar observo a Hideki quien pasa sus dedos por su cuerpo, precisamente por su zona íntima. Ella abre las piernas y se toma todo el tiempo de tocarse, cierro la puerta detrás de mí y abre sus ojos para observarme, realmente estaba disfrutando.

Sentí mi sangre arder cuando nuestros ojos se conectaron, había sido casi perfecto aquel momento.

— Así que quieres exhibirte — Digo acercándome a ella —. ¿Hideki?

— Me gustaría que me vieses masturbándome para ti — Dijo sin pena alguna, Hideki perdía toda vergüenza cuando se encontraba así de caliente.

— No te pregunté eso — Descaradamente juega con su clítoris, era delicioso verla de esa forma.

No evité pasar mi grande mano por mi pene, el cual necesitaba demasiada atención. Sonrío para después sentarme cerca de ella.

— Ven aquí — Le doy un manotazo a la mano que le regala placer y la arrastro del cabello hacia mí —. Te podrás tocar siempre y cuando uses esto y me hagas caso.

Hideki mira los palillos chinos con curiosidad, y le pido que se siente. Tomo los palillos juntándolos en paralelo, coloco las gomas elásticas en los extremos, para después separarlos con un dedo mío y acercarlos al pezón de Hideki, colocándolo entre ambos palillos. Es así como su  pezón queda aprisionado por aquellos artilugios de madera. Repito la acción con su otro pecho y mi obra de arte queda lista.

— ¿Sabías que si me desobedeces puedo retorcer los palillos? — Su rostro me la pone aun más dura, porque sonríe —. Ahora ven conmigo.

Me subo a la cama, quedando en medio, abro las piernas y le digo a Hideki que se ahueque en ellas, de tal manera que su espalda queda en mi pecho. Hago a un lado su cabello y dejo chupetones sin descaro al alguno.

— Abre las malditas piernas — Susurro —. Muy bien, ahora tócate, pero sigue mis instrucciones, mete los dedos a tu boca y recorre tus dedos desde tu cuello, pasas por tus pechos y baja hasta el vientre.

Mi pelirroja no hizo más que acatar mis instrucciones, pasaba sus finos dedos por las zonas mencionadas, haciendo que su pecho se inflase de pura excitación, tenerla así me encantaba, quería que me comiera la polla, quería sentir sus labios por la punta y empujar mis caderas mientras le digo que es una puta arrastrada.

— Con tu mano izquierda abres esos lindos labios tuyos y con la otra masajearás tu clítoris en círculos — Me tomo la libertad de acariciar sus muslos internos y dejar pequeños pellizcos.

Sentir su piel contra la mía me hace sentir demasiado agradable, experimentando una conexión extraña con ella. Hideki hace lo que le pido y es ahí donde sus suaves gemidos empiezan a ser audibles, se está dando placer a costa de mis órdenes.

Hideki

Las cosquillas de mi vientre se han hecho más perceptibles, tengo a Taiju detrás de mí susurrándome ordenes, las cuales acato con intensidad. Estoy chorreando debido a todo lo que hace conmigo.

— Detente — Deja que mi orgasmo se vaya —. Mete dos dedos dentro de coño.

Paso los mencionados desde mi clítoris hasta mi entrada, empapándolos de mi lubricante. Es así donde poco a poco los meto, sintiendo el calor que emana mi interior, palpando las texturas diferentes de mi coño.

— Sácalos y mételos — Las manos de Taiju hicieron que separara más piernas. Mis dedos comenzaron a entrar y salir, brindándome placer conforme a cada embestida.

Aquel sonido de chapoteo era música para mis oídos, quería correrme en estos momentos, siento que en cualquier momento llegaré a mi clímax.

— Detente — Suspiro fuertemente —. ¿Qué tan zorra tienes que ser para seguir mis órdenes?

— Taiju... — Su mano atrapó mi cuello sutilmente haciéndome suspirar otra vez.

— Vamos, putita, mastúrbate — Abre más mis piernas y busco placer a mis posibilidades.

La molestia de los palillos chinos desapareció completamente cuando mis dedos fueron directamente a mi clítoris, brindándome una sensación demasiado placentera,

— Vamos, zorrita más rápido. Imagina que yo estoy entre tus piernas metiéndome mi gran verga, cogiéndote duro — Mi palma friccionaba precisamente mi clítoris al momento de meter y sacar —. Mete otro.

Detuve mis movimientos para procesar la información, estaba segura de que dolería. Pero como pude fui metiendo otro dedo, teniendo tres dentro de mí. Taiju lanza un insulto al aire y me ordena hacerlo rápido.

Este siempre mantiene mis piernas abiertas, además es mucho el placer que estoy sintiendo y por inercia quiero cerrarlas, pero Taiju no me deja.

— Córrete, quiero escucharte — Sus manos se aferran en mis muslos internos y yo alcanzo el clímax, emitiendo gemidos diciendo su nombre, levantando mis caderas ante mi liberación tan brutal —. Buena chica.

El cansancio me azota, pero sé perfectamente que esto no ha terminado, ya que la erección de aquel hombre ya esta libre. Taiju me quita aquellos palillos y masajea mis pezones, devolviéndoles la libertad que antes no tenían.

Me giro, de tal forma que quedo boca abajo, directamente en la entrepierna del hombre. Este me acaricia y paso mis dedos por su resplandeciente falo, sintiendo la textura delicada de su miembro, llegando a la punta húmeda, con mi pulgar lo circulo para después posar mis labios sobre él, no sin antes dejar caer saliva sobre aquel falo que me vuelve loca.

Me apoyo de sus piernas para sentir mis labios rodeándole la punta del pene, donde aquella pequeña humedad se hace presente, indicándome que está más que caliente. Inmediatamente bajo hasta donde mi garganta me permite, haciendo una excelente presión con mis labios, sintiendo todo de él dentro de mi boca. Degusto como puedo, dándole placer, ya que alzo mi mirada y veo aquellos ojos inyectados en placer puro, masajeo sus testículos y observo como tensa la mandíbula.

Aquello provoca una embestida profunda que me hace lagrimear los malditos ojos, este se divierte y limpia las pequeñas lágrimas que me ha arrebatado sin mucho esfuerzo. De un momento a otro saca su miembro y unas cachetadas bien recibidas aterrizan en mis mejillas, ya deseaba, anhelaba que me clavara su pene.

— ¿Qué quieres? — Enarca una ceja y poco a poco me hace hincarme —. ¿Qué pasa, perrita?, dime lo que quieres.

— Fóllame — Ruego.

— ¿Quieres que te haga mía? — De manera amenazante comenzó a dirigirse a mí, yo por inercia quede boca arriba, con las piernas abiertas para tenerlo encima —. ¿Quieres que te haga mi putita?

Un sí muy agudo sale de mi garganta, me encanta ver como toma su miembro para dirigirlo a mi entrada, donde juega con ella, mojándose de mis fluidos. Este desliza su punta y de golpe me penetra, mis uñas se clavan en su espalda.

Me encanta esta posición, pues su espalda es otra de mis cosas favoritas en este mundo. Mis piernas rodean su cintura, mientras que el choque de nuestras pieles aparece lo más rápido posible. Mis gemidos salen incontrolablemente de mi boca por el placer que siento.

— En cuatro, zorrita — Coloco mi pecho en la cama y levanto mi culo. Separa mis nalgas y de nuevo me penetra.

Estiro mi brazo para estrujar las sábanas y perderme en mi placer. De un momento a otro, Taiju se acerca a mi oído, es glorioso escuchar su respiración entrecortada.

— Hideki, ¿Alguna vez me mentirías? — Toma en puño mi cabello y me levanta.

— N- no — Digo con dificultad al sentir sus dedos sobre mi clítoris.

— ¿Lo juras? — Asiento de inmediato.

Con toda la fiereza del mundo me suelta una nalgada, esta resquema tan jodido pero no me da tiempo de pensar. Me deja nuevamente contra el colchón, sintiendo sus embestidas más rudas y profundas, mismas que provocan ciertos calambres en mi vientre. No me ha dejado de tomar del cabello, y ejerce más fuerza.

— Taiju... — Solamente sale esa palabra de mi boca cuando llego a mi clímax por segunda vez.

— Joder, como aprietas, maldita.

Me recupero de mi orgasmo cuando este sale de mi para correrse en mi espalda. La calentura no me ha dejado pensar y tendré que consumir otra maldita pastilla. Taiju me toma y me lleva al centro de la cama para abrazarme, aún mi pecho sube y baja irregularmente.

— Taiju...

— Te quiero, Hideki — Frunzo el ceño.

— Yo también... Pero, ¿Por qué me preguntaste eso?

— No me hagas caso, olvídalo.

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— Hideki, necesitamos el dinero el viernes, no se te olvide traerlo — Koko me saca de mis pensamientos, está al otro lado del teléfono.

— Sí, claro.

— Mujer, si que andas en las nubes, empiezo a sospechar que Taiju te quema mas neuronas cada que te folla.

— Ninininini, idiota, nos vemos mañana.

— ¿Te quedas a dormir hoy? — Taiju atraviesa la cocina con un vaso de agua.

— No creo que sea buena idea, quiero dormir.

— Buen punto, te regresas con cuidado, ¿Quieres que te acompañe? — Niego con calma —. Avísame cuando hayas llegado.

¿Qué mentira le eché a este idiota?, ¿Le dije que estaba saliendo con alguien?

Bueno, mientras menos pregunte mejor. Me retiro a mi casa, donde no hay nadie y me extraño ante eso, subo a mi habitación y mi hermano brinca de mi cama para abrazarme.

— No me toques, ¿Qué te pasa?

— Solo falta conseguir una pequeña cantidad y listo, tienes tu dinero completo.

— Deja de mentir.

— Es en serio, Hideki — Este toma una bolsa que está debajo de mi cama y deja caer el dinero —. Aquí está.

— Maldición, ¿En dónde lo conseguiste?

— Revendí las cosas que compré ayer — Mi actitud siempre ha sido distante con él en todo momento —. Hideki, es lo mínimo que puedo hacer por ti.

— Cada cosa que haces tiene un precio, ¿Qué es lo que quieres? — Se acerca a mí hasta estar frente a frente —. Habla, no tengo tiempo.

— Vámonos de aquí, papá se está metiendo en negocios turbios y yo ya no quiero formar parte de esto.

— No te creo absolutamente nada — Escupo con odio.

— ¡Es en serio!, tenemos que detenerlo.

— ¿Y cómo?

— Matándolo — Casi me infarto al escucharlo —. Hideki es en serio, hay algo que no conoces.

— ¿Y qué es?

— Trata de blancas.

— No te creo, es demasiado peligroso — Este toma mis manos y las coloca a modo de súplica.

— Ven conmigo si no me crees.

— ¿Cuándo?, según tú.

— Hoy, el está con sus disque socios, debemos ir con sumo cuidado.

— ¿Por qué me dices todo esto?

— Porque fui encarcelado injustamente, no conoces las cosas como fueron y sé que no vas a creerme, pero debemos hablar.

Todos los recuerdos me golpean dejándome exhausta — Habla, antes de que me arrepienta.

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Listo el cap de hoyyyy, gracias por leer bestias, lxs amo.

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