Tace
— ¿Y ésta tarada a dónde sea fue?
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No tardo en pisar lo que antes era mi antiguo hogar, donde estar nuevamente aquí me provoca escalofríos, llanto y desesperación absoluta, porque todo está casi intacto, el polvo puede percibirse en los muebles oscuros, así como la tierra en las ventanas y piso, el olor es extraño... Como a cartón mojado.
— Que buenos recuerdos me trae ésta casa — Dice mi padre echándose en el sillón como una persona sin modales —. Ven, Hideki.
— Aquí te puedo escuchar perfectamente — Mis pies no quieren responder, y además mi instinto de supervivencia me hace quedarme casi a dos pasos de la puerta.
— No has cambiado, ¿Te tenemos que educar otra vez?
— Mira hermana, no estamos contentos con lo que hiciste y si tu miedo es que te golpeemos, pues... No te quedará de otra que aguantarlo — Se recarga en la pared mirando al techo y sonriendo —. Queremos hacer bien las cosas contigo, pero tú lo haces difícil.
— No estoy haciendo nada...
— Mira, hija — Mi padre no tarda en colocarse a lado de mi hermano—. El trato es fácil, trabajas, nos atiendes como reyes y te dejamos en paz, ah, y te damos un techo donde dormir.
— No lo hagas más complicado, hermanita. Es buen trato.
— Así que tengo que estar manteniéndolos, excelente — Suspiro pesadamente —. ¿Y ya?
— Mantendrás la casa limpia, harás de comer, cumplirás nuestros antojos y demás. No te hagas tonta hija, si estás con esos delincuentes es obvio que ganas bien.
— No soy millonaria, de una vez les advierto.
— Pues hazte, o tendremos problemas entre los tres, hermanita.
— ¿Ya me puedo ir a dormir?
— No — Dijeron al mismo tiempo, ya sabía lo que se venía —. No me toquen la cara, no quiero dar explicaciones mañana.
Pero obviamente hicieron caso omiso a mis palabras.
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Hoy me dieron el día libre y no tengo que ir a cuidar a Bethany, en cambio voy rumbo al departamento de Taiju, donde seguramente tendré que dar explicaciones del por qué no quiero quitarme los lentes oscuros. Para mi suerte, me encuentro a Koko en la entrada, quien lee unos papeles y solo mueve la cabeza negativamente, se ve fastidiado.
— Hasta que apareces, cucaracha, ¿A dónde fuiste?
— Hubo cambio de planes — No ha despegado la mirada de aquellos papeles.
— Mira, si no quieres contarme está bien — Ahora sí me observa detenidamente y frunce el ceño —. ¿Qué te pasó?
— Larga historia, ¿En dónde está el idiota de tu jefe?
— Adentro — Intento abrir la puerta pero este coloca su mano sobre la mía indicándome que aún no abra —. Sólo te advierto que Greila está adentro con su hermano, están cerrando un negocio.
— Me quedo aquí contigo, entonces.
— No, tú si tienes que entrar para ver los contratos y todo eso que haces.
— Excelente.
— Inupi está adentro, creo que eso puede darte seguridad y confianza.
— Buen punto.
No puedo negar que estoy nerviosa pero trato de minimizarlo cuando entro y los observo, quienes detienen su plática para mirar a la estúpida que está cerrando la puerta y que casualmente tiene lentes oscuros dentro de una casa. Miro a Inui que intenta fingir demencia.
— Llegas tarde.
— Una disculpa, jefe — La última palabra es pronunciada con sarcasmo —. Tenía más cosas importantes que atender antes de venir.
— Hola, Hideki.
— Greila.
Su hermano me mira detenidamente con cara de pocos amigos, siendo acompañado de una ligera curva en sus labios, lo cual me da entender que se está burlando de mí.
— ¿De qué te ríes, animal? — Suelto sin pensarlo —. ¿Tú quién eres?
— Es mi hermano, Hideki.
— No cabe duda que en todas las familias siempre está presente el hermano incompetente.
— ¿Incompetente?, ¿Por qué traes lentes oscuros?
— Que te importa, bien, denme los contratos — Le tiendo la mano al hermano de Greila quien burlón me los da.
— ¿Si puedes leer con eso?
— Ya cállate o te aviento de la maldita terraza.
Se los arrebato sin siquiera pensarlo, me giro para levantarme los lentes y leer a mi gusto, pero Inupi ya está viéndome extrañado, así que mejor finjo demencia tratando de centrarme en los malditos papeles que tenía delante.
— Todo está en orden...
— Deki, solo te digo que Koko y yo estamos para ayudarte.
— Gracias, Inupi... No pasa nada, son gajes del oficio.
— Bueno... — Me dedica una suave sonrisa y le correspondo al instante.
Me giro nuevamente para tenderle los contratos a Taiju y decirle que todo está en orden, quedo a su lado y centro mi atención en otras cosas para no escuchar su conversación aburrida, pero no puedo hacerlo, ya que Greila no me quita la mirada de encima, lo cual me incomoda.
— Eso sería todo, un placer hacer negocios contigo Taiju — Su hermano es quien le tiende la mano y le da un abrazo —. Un gusto, Hideki.
— Lo mismo digo.
— Nos vemos, Deki — Pronuncia Greila.
— Hasta luego.
Ellos se alejan de nosotros y lo último que escucho es la puerta cerrarse, dejándonos en un silencio incómodo, Inupi no tarda en dejarnos solos y huye de la incomodidad palpable en el departamento. Maldita sea.
— ¿Qué tengo que hacer el día de hoy?
— ¿Por qué usas lentes oscuros?
— No me gusta que contesten mis preguntas con preguntas.
— Y a mi me gusta que contesten las mías — Su tono de voz se volvió más grave. Un claro indicio de su molestia.
— Así que vine a perder el tiempo — Escucho su suspiro y en cuestión de segundos me tiene de frente a él, mismo que sostiene mis hombros —. ¿Qué quieres?
— ¿Qué tienes? — Hace el intento de quitarme las gafas, pero esquivo sus movimientos hasta que se harta y los retira con sutil violencia, lanzándolos al suelo haciéndose trizas.
— Muy bien, ahora que ya viste mi ojo, ¿Ya me puedes decir que tengo que hacer hoy? — La impotencia que siento en estos momentos hace juego con mis nervios, no puedo mirarlo a los ojos, así que simplemente me entretengo observando sus tatuajes.
— Hideki, ¿Qué te pasó? — Su tono ahora es preocupado —. ¿Quién te hizo eso?
— Taiju... Yo solo vengo a trabajar, no asisto para contar mi vida personal. Así qué si no es mucho pedir, no te metas en lo que no te importa.
— ¿En lo que no me importa?, ¡Mírame! — Me sacude ligeramente y por fin observo sus ojos carentes de amabilidad en estos momentos —. Hideki, ¿Qué es lo que pasa contigo?
— No pasa nada, ya te dije.
— No seas terca.
— No lo soy, no quiero platicar contigo, es todo.
— Ve con Koko, el te dirá que hacer.
Me deja irme de ahí totalmente incómoda al no poder cubrir mi ojo amoratado, así que salgo a buscar a Koko quien no se encuentra, me asomo al pasillo, pero tampoco está.
— Hideki — Doy un pequeño salto al escuchar mi nombre, llevándome una mano al corazón —. Lo siento no quería asustarte.
— ¿Qué pasa Greila? — La chica se coloca de frente, escudriñándome por completo.
No lo puedo negar, la chica es demasiado atractiva.
— ¿Estás bien?
— De maravilla, ¿Por qué la pregunta? — Respondo con ironía.
— Lo siento... Sólo venía a decirte qué...
— Que ella ya sabía que tu papá y tu hermano iban a salir de cárcel directamente a buscarte — Su hermano pronuncia la oración, colocándose en una pose que me trasmite narcicismo, egolatría y demás.
Me quedo callada sin saber que responder o qué hacer, solamente imagino a la chica en el suelo sangrando a causa de mis golpes, pero no puedo siquiera moverme por el sentimiento que se atraviesa.
— Yo le dije que no te dijera, son tus problemas no los de mi hermana, por eso vienes toda golpeada, ¿No?
— Lárgate.
— Entonces es por eso — Empujo a Greila para ir directamente con su hermano y querer golpearlo —. Deja de ser tan violenta, sé más femenina.
— Vete, antes de que te mate a golpes — Sus ojos conectan con los míos, haciéndome saber que se está divirtiendo.
— Vámonos, pequeña — Pasan de largo, claramente comentando algo en voz baja.
Aprieto mus puños hasta sentir que mis uñas se encajan en mis palmas, tratando de desviar la ira que siento en estos momentos.
— Hideki, ven.
— Precisamente te estaba buscando... — Entramos nuevamente con Taiju, quien me sigue con la mirada.
— Tenemos que cerrar cuentas, y me ayudarás.
— Excelente, una actividad que requiere tranquilidad total para la persona menos indicada.
— Ni modo.
Nos sentamos en el suelo para quedar de frente a la mesita que hay, solamente soy testigo de que Taiju no me quita la mirada de encima a la par que platica con Inupi, quien claramente hace lo posible por no incomodarme más.
— ¿Soy o me parezco? — Cuestiono a Taiju quien se cruza de brazos y la sonrisa se le borra inmediatamente. Koko me pide explicaciones con la mirada.
— Estás muy intolerante, mocosa.
— ¡Tú actitud me hace ser así! — Sin pensarlo doy un manotazo a la mesita, provocando que Koko se sobresalte.
— Deki, tranquilízate.
— Cállate Koko, tu maldito jefe no coopera ¡Y me estresa!
— Déjennos solos.
— Aún estando sola no voy hablar contigo — Tomo a Koko del brazo y lo jalo a su posición natural —. ¡Tú aquí te quedas!
— Atiendan mis órdenes.
Hajime solo se suelta sutilmente y se va de ahí junto con Inupi. Cubro mi rostro con mis manos escuchando los pesados pasos de Taiju, su grande mano se coloca en mi cabeza, ya no tengo tiempo de esquivar sus movimientos, y simplemente lo dejo ahí. Con toda la calma del mundo quita mis manos de mi rostro; sus dedos me toman de la barbilla y me hace verlo.
— Yo sé que he cometido errores, pero eso no ha impedido que te haya tomado cariño y de un día para otro hacer que no me importas es difícil cuando es todo lo contrario — Sigo sin mirarlo, solo su garganta, pero eso se termina cuando me hace verlo —. Eres mi amiga, una muy loca, con un carácter similar al mío que me saca de mis casillas... Pero eso no quita el hecho de que te quiera.
— No ayudas, me heriste mi orgullo al hacerme a un lado.
— Y te pido perdón por eso.
— ¿Tanto es tu miedo al abandono?
Silencio... Me golpeo mentalmente por decir eso con tanto rencor y con toda la intención de herirlo, pero así lo siento, no quiere soltar por su miedo. Coloco mis manos en sus hombros para mirarlo, se le ve muy serio.
— Yo no cambiaré contigo hasta que tu no cambies y te dejes de hacer daño, de lo contrario pues ya sabes de que va la cosa.
— Me dolió lo que dijiste antes.
— ¿Y no es verdad?
— Sí.
En estos momentos lo observo tan vulnerable que me dan ganas de mover cielo mar y tierra para que él esté bien, pero siempre existirá una piedrita en el camino, y esa piedra habla, come, camina, tiene nombre y un hermano al que quiero matar lentamente.
— Échale ganas, dirían los papás — Este sonríe.
— ¿Quién te hizo eso, Hideki?
— Ayer estaba yendo con Koko, claramente enojada contigo... Iba ir a su casa, pero fue a comprar unas cosas, dejándome sola y fue cuando — Hago una pausa para tomar aire —. Un idiota me quiso asaltar y pues me terminó golpeando.
Cambié los hechos a última hora, acordándome de que Greila y su hermano ya sabían algo que claramente me hubiese servido para estar al pendiente de todo.
— Estás mintiendo.
— No lo hago.
— ¿Y entonces por qué desvías la mirada?
— Porque me pones nerviosa, pero te estoy diciendo la verdad.
— ¿Me lo juras?
— Por quien quieras.
— Ya los dejo trabajar — Deposita un beso en frente dejándome con ganas de llorar porque no puedo con la incertidumbre.
Más tarde llega Koko e Inupi, quienes se sientan esperando los acontecimientos del día.
— Oye Koko, por si las dudas... Yo estoy viviendo contigo.
— No estás viviendo conmigo.
— ¡Idiota ya sé!, pero si te pregunta Taiju le dices eso.
— ¿Y qué me vas a dar a cambio?
— Una verdadera paliza si no me haces el favor, o te quemo todo el dinero.
— ¿Qué te pasa loca?, el dinero no tiene la culpa.
— Tú decides.
Definitivamente es un estrés total, estuve más de tres horas escuchando cuentas, haciendo cuentas y recibiendo regaños de ese maldito, quien después me hablaba con toda la sutileza del mundo, semejante tonto. Miro mi reloj, son las once de la noche y por fin terminamos.
— Que dolor de ovarios eres — Me estiro completamente.
— Y tú una lenta, tu ritmo de aprendizaje es lento.
— Vaya, este idiota descubrió que hay distintos ritmos de aprendizaje. Pero claro, cuando me gritan me bloqueo.
— Lo siento.
— Li sinti.
— Hice mi mejor esfuerzo en hacer la cena — Taiju se encuentra con guantes de cocina y algo sosteniendo, se le ve emocionado, así que lo deja en la mesa directamente y regresa a la cocina.
— Excelente, ¿Habrá puesto veneno?
— Hideki, por favor ya deja de hacer bromas sobre la muerte — Dice Inui claramente rendido —. Basta.
— Que poco aguantan, pero bueno, iré de chismosa.
— ¿No qué estabas enojada, maldita arpía?
— Que te valga tres hectáreas de la que te gusta — Me levanto para ir a la cocina, donde Taiju se encuentra tarareando una canción, este se da la vuelta con unas copas en sus manos.
— ¿Qué hiciste?
— ¿Si me vas hablar?
— Ah, bueno, si no quieres que te hable pues no te hablo.
— Dijiste eso ayer y hace unas horas.
— Taiju, mientras Koko me gritaba reflexioné algo — Tomo sus copas y las dejo sobre la isla reteniendo así su mera atención —. Estar así es desgastante para mi persona y ahorita de lo que carezco es de paz, yo me quedo con lo bueno que hago y si tu metes la pata es muy tu problema y ya.
— Entiendo...
— Ahora, ¿Llevo esto a la mesa?
— Por favor.
— Tendremos una cena romántica — Koko dice frotando sus manos —. Esperemos sea buena.
— Malditos malagradecidos muertos de hambre — Taiju parece ofendido con la suposición de Koko —. Mi especialidad es la pasta.
— Y meter la pata, ahí si eres un experto.
— Ya déjame, Hideki.
— Eh, no aguantas nada.
Koko es el encargado de abrir el vino y servirlo adecuadamente, mientras que yo y Taiju seguimos trayendo lo que falta. El cristiano sigue claramente apenado, casi no me quiere dirigir la palabra.
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— ¿Te ayudo a lavar los trastes?
— No, ahorita lo hago yo, pero primero ven conmigo.
Koko, Inui y yo intercambiamos mirada y al instante comienzan a molestar esos dos con sus comentarios en doble sentido. Les muestro el dedo medio mientras camino detrás de él, me lleva a su cuarto y me dice que me siente en la cama.
— Aquí quédate — Su petición me extraña un poco, pero antes de cuestionarle sale y a los segundos aparece con diversas cosas sobre sus manos —. ¿Si te gustó la cena?
— Sip, deliciosa — Se coloca de espaldas mientras hace no sé qué.
— Espero mis hermanos la prueben pronto.
— ¿Por qué no los invitaste hoy?
— Porque fue un día muy lleno de trabajo.
— Pero para nosotros, ¡Tú estuviste acostado!
— Escuchando sus discusiones, eso también cansa.
— Bueno, pero si los invitas me dices, me agradan tus hermanos.
Este se gira y me dice que me levante. Quedo de pie y toma algo que no alcanzo a ver, hasta que observo como se direcciona a mi ojo; retrocedo por inercia pero este me tranquiliza al decirme que es hielo.
— Que pequeña estás, eres una pulga.
— Cállate, árbol.
— ¿Te quedarás?, ya es noche.
— Nop, tengo que irme a casa.
— ¿Por? — Quita el hielo y me unta una pomada con suavidad —. No te mueves, mocosa.
— Es que me duele.
— Sh, si no duele no sirve.
— ¿De qué estamos hablando? — Me burlo al mirar su rostro de pocos amigos —. Ya ya, amargado.
— ¿Entonces?
— ¿Qué?
— ¿Te quedas?
— Nop, tengo que llegar a casa.
— ¿A cuál casa?
— A una que está por ahí.
Termina de untarme aquel ungüento que huele a manzana, y se aleja para buscar otras cosas, pero no suelta mi hombro, espero que no se ponga de intenso o tendré problemas en casa. Trato de calmarlo y dejarle en claro que estaré bien de regreso. No luce muy convencido, pero me deja ir.
Llegando a casa suspiro antes de entrar y no veo a nadie... Por un momento me relajo, pero observo a mi hermano bajar las escaleras con un cigarrillo.
— Hola hermanita, ¿Cómo te fue?
— Hasta que llegas, no hemos comido porque se supone que tu tienes la obligación de hacerlo, y te das el lujo de llegar a las doce, hija mía.
— ¿Qué quieren de cenar?
— Pues piensa, hermanita, hasta eso quieres que resolvamos.
— Bueno — Paso de largo pero mi hermano se mete en mi camino, haciendo que me detenga en seco.
— ¡Aw!, ¿Te pusieron pomada para que tu ojo no esté de la mierda?
— Déjame pasar.
— Que lindo, o sea que los tienes comiendo de la palma de tu mano, ¿No?
— Ya cállate, Katsu y déjame pasar a la cocina.
Dice otras cosas más de las que se burla sin fin alguno, pero solo me concentro en la tarea que debo hacer; es un poco imposible hacerlo cuando se coloca a mi lado, molestándome.
— ¿Ya te dije que volveré a la universidad?
— No.
— Tú me las vas a pagar — No evito soltar una fuerte carcajada, pero es de la manera más sana en la que canalizo la impotencia —. ¿De qué te ríes?
— Eres muy iluso, en primera, ¿Qué te hace pensar que puedo solventar esos gastos? Y en segunda, ¿No te daría vergüenza?, todos se enteraron de que eres un asesino.
— Vergüenza es estar con delincuentes como tú.
— Por lo menos gano dinero y no tengo que ser como un zángano como tú — Medito la posibilidad de quemarle la cara mientras este sigue con sus burlas.
— Hazlo, hazlo y te aseguro que el único que se quemará serás tú.
— Déjame en paz.
Mi celular timbra, observo la pantalla y es Taiju.
— ¿Bueno? — Bajo un poco la voz mientras Katsu se va.
— ¿Ya llegaste?
— Sip, apenas llegué a casa, se me pasó avisarte.
— ¿Por qué hablas tan bajo?
— Supongo que ya está fallando mi móvil, se escucha así.
— Ah, entiendo, ¿Qué haces?
— Me preparo un té con lavanda, para dormir un poco más relajada después del maltrato laboral que me haces pasar.
Su carcajada me hace sonreír y escucho su voz más lejos, supongo que se está cambiando de ropa para dormir —. Deja de llorar.
— No al maltrato laboral.
— ¡HIDEKI TU HERMANO YA TIENE HAMBRE! — Me quedo en silencio cuando miro a mi papá venir hacia mí —. ¿Qué tanto haces y con quién hablas?
Le hago una señal de que guarde silencio, pero fue peor.
— Te marco más tarde — Aviento el móvil —. ¿De verdad eres estúpido?, sólo provocas que tus planes se vayan a la mierda, ya voy, ya déjame en paz.
— Maldita mocosa, te estoy preguntando que con quién hablas.
— Que te importa, ya vete — Lo empujo y este sale de ahí como alma que lleva el diablo.
Mi móvil vibra, y claramente es un mensaje de texto. Lo levanto y enciendo la pantalla.
¿Con quién estás, Hideki?
Shiba, T.
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