Revertere
Ola gente
— Deki, una mujer nos viene siguiendo — Observo a Bethany quien me mira de reojo, su manita descansa en la mía, ya que estamos por pasar una calle.
— ¿Por qué dices eso?
— Desde que salimos de casa viene detrás de nosotros.
— ¿Cómo es? — Caminamos cuando la luz verde nos indica el paso.
— Morena, cabello negro — Volteo ligeramente y puedo presenciar que es Greila.
¿Qué es lo que quiere?
— ¡Hideki! — Me paro en seco al escucharla. Me giro lentamente para mirar a la chica morena, siempre una sonrisa de amabilidad —. Necesito hablar contigo, ¿Tienes un segundo?
— Claro, pero estoy trabajando... — Señalo a la niña quien nos observa por detenidos segundos —. ¿Puedes mañana?
— Deki, puedes platicar con tu amiga en las bancas de allá, sólo cómprame un helado y estaré más que tranquila — La sinceridad de la niña hizo Greila sonriera con demasiada ternura.
— ¿Cómo te llamas, pequeña? — Ella se inclina un poco.
— Bethany, un gusto — Le tiende su diminuta mano para estrechar la de Greila.
— ¿Tú cómo te llamas?
— Greila — Se quedaron platicando un poco tiempo, así que la llevé por su helado.
Caminamos en silencio, yo claramente preocupada por el hecho de que Greila estuviese aquí y sobre todo pidiera hablar conmigo. Nos adentramos al pequeño parque, que nos recibe con su aura tranquila, las hojas de los árboles se mueven levemente, y cubren los rayos del sol. Bethany optó por jugar con una torre de tierra.
— ¿En qué puedo ayudarte, Greila? — La miro a los ojos, buscando respuestas.
— Es acerca de Taiju — Ella desvía su mirada, intentando encontrar las palabras —. No, no creas que te pediré que te alejes de él, sino ayudarlo...
— ¿Y qué tienes pensando?
— Necesito que lo ayudes a olvidarme, o simplemente que su amor por mí se acabe.
— Greila, el amor por las personas no se acaba, solo se direcciona a otro tipo de cariño — Juega con sus manos, tiene la vista enfocada al césped —. Pero entiendo a lo que te refieres, ¿Qué tienes pensado?
— La verdad no lo sé... Sólo lo quiero ver bien y que encuentre una persona que lo ame con cada parte de su alma — Es ahí donde sus orbes se fijan en los míos.
— Desaparece de su vida por algún tiempo, es difícil superar a una persona teniéndola enfrente de ti — Digo con sinceridad —. Si quieres ayudarlo... No lo busques, no lo veas y enfócate en otras cosas, eso le ayudaría mucho.
— ¿Por cuánto tiempo?
— Eso no lo sé, el duelo de cada persona varía en los tiempos — Bethany avienta un puño de tierra y le cae todo en la cara —. Dios mío, esa niña se va enfermar.
— Está bien, Hideki — No quito la mirada de la niña, ahora está haciendo lodo —. Lo haré.
— Pero de verdad, yo veré como puedo ayudarle, pero no quiero que aparezcas a mitad del trabajo para que todo se vaya al carajo.
— Qué directa — Sonrío de lado a modo de disculpa —. Pero está bien.
— Te mantendré al tanto — Ella se levanta y queda a mi lado. Me mira desde su posición.
— Como diría mi madre, prepárate para lo que viene.
¿Ahora la loca de qué demonios está hablando?, Greila se despide de mí y de Bethany, quien corriendo viene hacia mí, con las manos sucias, su uniforme lleno de tierra y lodo. Me quedo mirando un punto ciego tratando de analizar aquellas palabras de la chica.
— ¿Deki? — La niña me saca de mis pensamientos y sonríe de lado, esperando mi racción o alguna orden —. ¿Ya vamos a casa?
— Sip, vamos — Sonrío, escondiendo toda la incertidumbre que se alojó en mi mente, gobernándose de mis pensamientos, actitudes y razones.
El resto de la tarde me hago cargo de Bethany, quien debidamente hizo sus deberes sin siquiera rechistar en lo más mínimo. La casa de aquella familia ahora está en completo silencio, ya que es de madrugada y los padres no han llegado debido a los quehaceres de su trabajo. Miro el techo de color neutro, tratando se tranquilizarme y poder dormir un poco, pero no tengo sueño en lo absoluto.
¿Ya vendrás a casa?
Nop, aún no... Llegarán como a las tres o cuatro de la mañana...
Me avisas cualquier cosa, Hideki.
A la orden, Taiju.
Afortunadamente a las tres y media de la mañana me encuentro ya en la casa de Taiju, quien está de espaldas a mí, hablando con Koko e Inui. Cierro la puerta con cuidado y avanzo hacia ellos, quienes siguen en su charla.
— Deberían cobrarle horas extra a su querido jefe — Me aviento al sofá, quedándome boca arriba y con los ojos cerrados —. O renuncien, optaría por la primera.
— Me gusta más la segunda — Anuncia Koko —. ¿También fuiste esclavizada hoy?
— Es correcto y no de la manera en la que me gustaría ser esclavizada.
— Ya eres una maldita sinvergüenza, Deki.
— Cállate Koko.
— Qué bueno que llegaste — Sé que Taiju ha quedado delante de mí, pues siento su energía siempre demandante —. Necesitamos decirte algo.
— Los escucho, soy toda oídos — El Shiba me hace abrir los ojos y sentarme correctamente en el sofá —. ¿Qué pasa?
— Decidimos que manejarás el dinero junto conmigo — Koko explica, tomando asiento delante de nosotros, este se coloca en su posición de altanería pura y sonríe.
— Gracias, pero no quiero.
— No es de que quieras, mi reina — Taiju protesta, se le escucha estresado —. Lo tienes que hacer.
— Me da miedo manejar dinero, no sería una persona de confianza porque soy pésima para aprender algo tan delicado como esto, mejor preferiría no meterme en problemas o meterlos en problemas.
— Estarás conmigo en todo momento, aprenderás — Presiono mis labios dando a conocer mi descontento y mis nervios ante algo tan peligroso —. No confiamos en nadie más.
— Pues no me queda de otra.
— ¿Por qué estás de malas? — Pregunta Taiju.
— No estoy de malas, estoy molesta porque no quiero hacer eso... Pero no tengo otra opción, además tengo muchas cosas que pensar.
— ¿De qué? — Lo miro con suavidad, recordándome que no puedo decir nada de lo que me dijo su ex, básicamente porque no sé que demonios significa y por el hecho de no causar problemas.
— Oigan, ahora si esto demasiado agotada... Más al rato platicamos de todo esto, descansen — Me despido de ellos con la mano, ganándome sonrisas de parte de aquellos tres.
Me deshago de mi ropa, buscando mi pijama y así proceder a destender mis cobijas para adentrarme y poder descansar. Mis parpados ya se cierran por sí solos. Me doy el lujo de abrazar mi almohada, acomodarme plácidamente y cerrar mis ojos.
— ¿Puedo pasar? — Me limito a patalear en la cama.
— ¡Déjame dormir!
— No.
— Como te odio — Susurro —. Pásate, estás en tu casa de todos modos.
La puerta se abre, dejando entrar a la luz del exterior a mi habitación. Segundos después todo se queda en total oscuridad, solo escucho los pasos de Taiju. Al momento recorro mis pies para que el pueda sentarse libremente en la orilla de la cama.
— ¿Qué te dijo Greila? — Abro los ojos —. ¿Por qué estabas platicando con ella?
— Taiju...
— Recuerda que puedo vigilarte — Suspiro pesadamente para quedar boca arriba —. Dime...
Intento buscar las palabras correctas porque hay dos situaciones, una que no entendí completamente y otra radica en su paz mental, puedo sentir su fuerte mirada, necesita y exige una explicación.
— Sólo que la dejases en paz, yo sé que será difícil pero tienes a nosotros tus amiguitos para ayudarte, siempre y cuando cooperes porque es un trabajo entre todos.
— Ya no quiero verla, me duele el corazón — La última palabra es dicha con la voz entrecortada.
Mi fuerte no es apoyar a las personas en momentos vulnerables, me provoca cierta incomodidad, pero después pienso tranquilamente y ejecuto mis mejores palabras o simplemente doy abrazos. Salgo de la cama y me acerco a él por detrás para abrazarlo cálidamente. Mis brazos rodean su cuello y dejo caer mi cabeza en su hombro derecho del frágil hombre que tiene el corazón más que destrozado.
— Es y será difícil, pero el tiempo es bendito — Suspiro profundamente y el agradable olor a loción es mi segundo acompañante en la noche —. Sólo te pido paciencia.
— Eso es difícil — Suelto una ligera risa —. Pero lo intentaré.
— Excelente, ahora a dormir que me estoy muriendo de sueño y ustedes no me suben el maldito sueldo para darme una vida de ricos como el koko.
— ¿Te puedo hacer una pregunta?
— Yep.
— ¿Para qué necesitas el dinero? — Frunzo mi ceño, de todas las preguntas no me esperé ésta.
— Quiero volver a la universidad, es todo.
— ¿Y podrás con toda la carga de trabajo que tenemos aquí? — Gira su cabeza hacia la derecha y siento su respiración en mi mejilla. Algo que me coloca de los nervios.
— Claro, he podido con cosas peores y sigo aquí.
— Levanta tu cara — Lo hago enseguida y lo miro —. ¿Me dejas besarte?
— Oye no, vas a pensar en otra mujer y eso no está bien.
— No lo haré.
Y me besa sin dejarme protestar una vez más, sus grandes manos viajan a mis mejillas calientes. Es agradable sentir su cercanía, de alguna manera me inspira confianza y seguridad, aunado el hecho de que sus besos a veces son tranquilos, donde se toma toda la paciencia del mundo para adorar tus labios, sin dejar a lado el ritmo del beso, que siempre es marcado a su mero antojo.
— Ya es hora de dormir — Respiro tranquilamente para recuperarme —. Hasta mañana.
— Deki... — Unos escalofríos me recorren la espalda cuando me toma en brazos y me deja en la cama, no sin antes posarse encima de mí —. Eres mi mejor medicina.
Mis hormonas me ciegan completamente, cuando debería protestar, ya que él está pensando en otra mujer en este mismo momento. Pero me dejo llevar una vez más al sentir su aliento en mi cuello para deslizarse sobre mis clavículas, porque mi deseo carnal hacia Taiju es grande.
A mi lado está él, dormido, desnudo y descansando plácidamente. He despertado con un cargo de moral increíble. Me dirijo a la ducha para despabilarme y enfocarme en lo que tengo que hacer hoy, ya que será un día muy pesado para los tres, más para Koko, quien tendrá que aguantar mis preguntas así como mi inseguridad al tratar con gente demasiado pesada en el entorno.
— Buenos días, cristianito — Me mira de arriba abajo y sonríe —. ¿Hoy estarás con nosotros?
— No, tengo que ver unas cosas, ¿Te vas a cambiar enfrente de mí?
— Taiju, literalmente cogemos cada que podemos, cambiarme enfrente de mi no altera nada de mi pudor — Me paseo en ropa interior buscando la vestimenta perfecta para hoy —. ¿Cuánto me tardaré con Koko?
— Mucho, desayuna bien o de lo contrario estarás de cara larga todo el día.
— Excelente.
Para más tarde me encuentro desayunando con estos tres tontos sobre la mesa, quienes conversan sobre lo importancia que será cerrar ciertos negocios y para eso necesitar ser unos buenos oradores, o en este caso, Koko.
— Vámonos Hideki.
— Perfecto, a caminar y morir.
Koko y yo tomamos la delantera para que este me siga instruyendo, básicamente me dijo que no hablará pero tampoco proyectara inseguridad, mirada fija, postura de seguridad, pero que no rozara la soberbia.
Algo demasiado difícil.
— ¿Por qué Taiju no te dijo que se te veía aquel chupón? — Su frío dedo viaja a mi cuello donde por inercia lo cubro.
— Maldita sea, yo ni enterada, ¿Tienes maquillaje?
— ¿Qué te hace pensar que cargo maquillaje? — Lo miro de reojo, tiene aquella mirada graciosa.
— Perdón, hombre de masculinidad frágil — Este me avienta con fuerza, haciéndome tantear con mis pies —. Eres un idiota.
— Mejor cuéntame.
— ¿Qué te cuento? — Su cara de pocos amigos me indica que sabe información —. Eres una señora de lavadero, cuando vengamos solos te cuento con lujo de detalles.
— Perfecto — Frota sus manos como si tuviese un rico platillo de comida de frente.
Sinceramente la habilidad de Koko es impresionante, demasiado inteligente que logra persuadir a las personas por más cerradas de mente que se encuentren. Todo cambia en él, sus ademanes, forma de caminar y vocalizar; algo que me dejó totalmente anonadada por aquella habilidad de orador que logró desarrollar a su corta edad. Por otro lado, varias veces se dirigieron a mí << Ella no puede replicar>>, les decía Hajime para que me dejasen en paz, algo que sirvió.
Eran las nueve de la noche e íbamos de regreso solamente los dos, más tranquilos y felices.
— ¿Quieres un helado, Koko?, Oh ¿Uno de lado?
— ¡Deja de hablarme en doble sentido, maldita rata de dudoso sexo!
— Soy mujer, Taiju te lo puede comprobar.
— Basta, maldita arpía.
Doblamos a la izquierda, pasando por un prestigioso hotel, donde este idiota no deja de decir estupideces — Oye... Mira a tu izquierda, Deki.
— ¿Cuál es mi izquierda? — Este me indica y miro detenidamente.
Taiju se está besando con Greila. Pero ella se muestra receptiva, pues cuando terminan de besarse juntas sus frentes y de sus labios leo un <<Te amo>>.
— Los voy a matar — Me apresuro a caminar donde melosos se encuentran, pero Koko me detiene, lo cual provoca forcejeo de su parte y mía —. ¡Suéltame!
— ¿Por qué te vas a interponer en su felicidad?, no eres la dueña de su vida.
— Ella me dijo que no quería saber nada de él, ¡Me pidió que la ayudase a olvidarme y mira lo que ocasiona la estúpida!
— No te metas, Deki.
— Sí, sí me meto.
Pero sus fuerzas son más que las mías, lo cual me lleva a la mera desesperación. Le solté una fuerte patada en sus partes nobles y fue así como me soltó, no sin antes decirme hasta de lo que iba morirme.
— ¡De verdad son las personas más indecisas que conozco! — Digo lo suficientemente alto para atrapar dos pares de ojos —. ¡Tú me dijiste que ya no querías saber más de él y mírate!
— Hideki...
— ¡Cállate Taiju!, en mi vida te ayudo de nuevo.
Doy media vuelta y me dirijo de nuevo a las calles, donde Koko va detrás de mí en silencio. Camino rápido, para llegar a casa y encerrarme en mi habitación, algo que no tardo en hacer, pero otro idiota ya me está pisando los talones.
— Hideki.
— Mira Taiju, si algo que me molesta en esta vida, es dar consejos a lo estúpido, nuestro trato será de jefe – Trabajador, no más. Hasta mañana — Intento cerrar la puerta, pero se interpone.
— Creí que serías empática.
— Ya te dije que la empatía no existe — Me siento en la orilla de la cama —. Ya vete, déjame sola.
— No.
— Bueno, hasta mañana entonces — Busco mi pijama, ignorando al ser enojado de brazos cruzados que tengo de frente —. Ya no esperes un consejo o una palabra de aliento, me estresas.
— ¿Si recuerdas que vives en mi casa?
— Perfecto, me voy.
— Hideki... — Me toma por detrás, algo que no tolero en estos momentos —. No tienes a donde ir.
— Ese ya es mi problema, ¡Pero será mejor no verte! — Comienzo a aventar mi ropa a la cama —. Yo no me ando con juegos como tú.
— Si te vas no regresas — Lo miro con fijeza.
— ¿Y?, no eres el centro del mundo.
— No te vas a ir.
— ¡Sí me voy a ir!, todavía permití que te acostaras conmigo ayer sabiendo que no soy más que un reemplazo, pero mira, me he faltado a mi orgullo y no pienso hacerlo más.
— No puedo creer que estés haciendo drama por algo que no tiene importancia.
— Desafortunadamente mis amigos me duelen y me frustra desgastarme por ayudarlos, porque ellos no hacen el mínimo intento por cambiar — Maldita sea, ¿Por qué es tan desgastante empacar? —. Ya no quiero escucharte, vete.
Me tardo milenios, pero se logró, paso de largo con mis pertenencias — Nos vemos en el trabajo.
Salgo a las frías calles donde Hajime me acompaña, me lanza su letanía, pero no hago nada más que callar. Doblamos a la izquierda y seguimos caminando.
— Espera, iré a comprar algo — Me deja del otro lado de calle, mientras observo como se adentra a la tienda. Apago mi celular e intento distraerme, pero siento muchos escalofríos.
— Justo como lo pensábamos, estás con estos hombres.
Una voz tan conocida, una que me llena de rabia y miedo a la vez, misma que provoca que mi suelo se desestabilice.
— ¿Cómo les pagaste el favor, hermanita? — Intento calmar los latidos de mi corazón y ruego para que Koko no se demore más.
— ¿Y ustedes que hacen aquí? — Trato de sonar firme, pero mi voz tiembla.
¿Cómo no temblará si tengo a los asesinos de mi madre detrás de mí?
— ¿Por qué no regresas a casa con nosotros, cariño? — Unas frías manos me sujetan de la nuca, para así sentir algo más frío en el mismo —. No creo que quieras morir desangrada, ¿Verdad, hija?
El miedo es tanto que sin más siento mis pantalones mojados, jodida mierda. Escucho sus risas y es ahí donde cedo sin más.
Me doy media y vuelta y camino hacia ellos.
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