Post tempestate
La noche fue detestable, no pude dormir y además mi padre me seguía diciendo que todo era mi culpa. Ahora estaba en la sala de estar de mi antiguo hogar, mirando el reloj, escuchando el segundero y tratando de olvidarme de muchas cosas... El estado inerte que me azota no me gusta en lo absoluto, ya que siento un enorme vacío en mi alma, un dolor indescriptible que me quita el hambre, el sueño y la tranquilidad.
El humo del tabaco ya pasa desapercibido porque me acostumbré al olor. Así que le pido uno a mi padre y este me lo tiende... Mamá estaría furiosa por fumar dentro de su casa.
— A las once es la audiencia, nos dejarán pasar.
— Y de nuevo volvemos ahí — Digo sin pensarlo.
— ¿No me tienes miedo, Hideki?, maté a tu mamá y mírate, me hablas como si nada.
— Entonces mi hermano no tuvo nada que ver... — Lo digo sin sentirlo, es mucho para mí —. ¿Por qué?, sólo dime por qué.
A muchas personas les daría miedo estar con un asesino, pero en estos momentos no me interesa nada, no puedo sentir emociones y me desespera eso.
— No te tengo que dar explicaciones, niña, cállate.
— ¿No te arrepientes? — Solté sin más, provocando un silencio muy marcado —. Ya veo... Bueno, aún faltan cinco horas para ir allá.
— Yo tengo una pregunta, ¿Por qué mi hijo?
— No lo sé, pensé que eras tú... Ya sabes, con eso de que estás mal de la cabeza.
Apago mi cigarrillo y lo dejo en el cenicero para después tomar otro, siento que la cabeza me da vueltas, el cansancio es mucho pero simplemente no puedo dormir, mi mente no deja de pensar.
— Te estás pasando de lista.
— No me interesa, no me importa — Cierro los ojos y respiro tranquilamente —. No quiero vivir un proceso como este, es tardado, cansado y fastidioso.
— No queda de otra, saliendo de la audiencia vienes conmigo.
El calor golpea mi rostro tan fuerte que siento como me quema la piel, no me gustan los rayos del sol tan penetrantes, mismos que crean un malhumor, dejando de lado el sudor que puede provocar.
El cielo es muy azul... Hay veces que el mismo tiene un azul opaco, pero esta vez es un color brillante que gobierna el cielo.
No hay ni una sola nube, está demasiado despejado. Los juzgados serán abiertos en menos de media hora y ya me quiero ir de aquí... Mi padre está hablando con alguien por teléfono, se encuentra a unos pasos.
El edificio tiene dos columnas de color blanco, en medio de ellas se levanta lo sobrante de la infraestructura, que son ventanales. Enfrente del juzgado está la gran puerta donde ingresan a los reos, la cual es de color verde.
— Hideki — Mi padre me saca de mis pensamientos —. Vamos.
Avanzamos y pasamos por el primer filtro de seguridad, donde te tocan hasta el alma, después de eso tienes que seguir al custodio para ingresar así a la sala y esperar...
A los pocos segundos entraron los abogados, quedándose de lado derecho de mi padre, mismos que conversaban algo de lo que no terminaba de entender, miré hacia enfrente donde está el estrado.
No tardó en llegar la parte acusadora, cuyos abogados no quise ni siquiera mirar, tiempo después apareció mi hermano en la burbuja, pues se trata de una pequeña pieza la cual tiene un ventanal que le permite ver, además de un micrófono para que el se pueda comunicar. Aún conserva su vestimenta del día de ayer, solo con la diferencia de que unas esposas lo tienen en estado de sumisión.
El corazón se me hace pedazos en un instante, ya que su rostro no me comunica más que tristeza, miedo e impotencia, sus ojos lucen tristes y tiene la mirada perdida, ya que se encuentra mirando hacia abajo.
La jueza se presenta y comienza a decir el nombre de mi hermano. Hay un eco espantoso en la sala, ya que somos pocas personas que nos encontramos aquí.
Conforme escucho las declaraciones no puedo evitar burlarme, nada cuadra, todo está disperso y nuestros abogados se mantuvieron en defender a mi hermano, tanto que los otros no supieron que contestar.
Ellos pidieron diez minutos de receso, pues necesitaban cuadrar otras cosas... Miré a mi derecha donde está mi hermano y me hizo señales para que agarrara el teléfono para podernos comunicar, y eso hice.
— Todo va salir bien — Hablo primero —. No dimensiono en el lugar donde estás, pero de algo estoy segura, tienes que ser valiente y darte a respetar, no hay de otra.
— Hideki, tengo miedo, ¡Yo no hice nada!, sácame de aquí, te lo suplico — Su desespero me hiela la sangre.
— Paciencia, no queda de otra, es la primera audiencia y la investigación suele tardar mucho.
— No puedo.
— Sí puedes — Mis ojos se llenan de lágrimas —. Tienes que poder.
12 meses después...
— Taiju, las cosas no salieron como esperábamos, Hideki tiene unos abogados muy buenos y para nuestra suerte llevan todas la de ganar — Aquel hombre indignado de orbes dorados, solo movió la cabeza, claramente frustrado —. ¿Qué vamos hacer? Ella no regresará a ti, porque no tuvo que pedirte dinero.
— ¿No hay alguien que lo mate ahí adentro? — Silencio... Greila mira a su hermano horrorizada —. Ya me quiero olvidar de esos dos.
— Podría ser opción.
La viva imagen de Hideki vino a la mente de Taiju, la recordó con tosas sus facetas, enojado, feliz, triste... Sintió una gran punzada en el corazón, aunque no lo aceptara le estaba doliendo hacerle daño, pero su gran orgullo no le permite dar paso atrás.
— No, no lo hagas — Aquel hombre miró al techo.
— ¿Ya te estás echando para atrás?, ¿Acaso te enamoraste de ella?
— Cállate y haz lo que te digo — Se miraron con fijeza y Daemon solo asintió.
Hideki
— Levanta la cara, y ve a maquillarte, por favor — La chica de cabellos negros asintió —. No se si dimensiones con la persona que vas a salir.
— Es un político reconocido — Contesta sentándose en la silla —. Lo tengo claro.
— No quiero quejas de tu parte.
— Yo trabajo para mi pequeño hijo y...
— Vaya que motivador — Zanjo su plática —. En menos de media hora quiero que estés presentable, yo no soy ni tu psicóloga, ni tu madre, ni nadie. No quiero que me platiques de tu vida, cada quien sabe las razones por las que está aquí.
— Tú me trajiste aquí — Dijo con despecho. Me inclino poco a poco hasta que mis labios rozan su oreja, teniendo en cuenta que en ningún momento separé mis ojos de los suyos.
— Te estabas muriendo en la calle, si no hubiese sido por mí, te mueres, así que cállate, sé agradecida y muévete — La tomo de las mejillas con fuerza —. También te puedes ir de aquí.
— No tengo opción.
— Entonces cállate.
Salgo de la pequeña habitación dando con el largo pasillo donde se encuentran las chicas restantes, sus edades varían desde los 18 hasta los 29 años. Todas de tez blanca, delgadas con curvas y ojos de color.
Eran las nuevas.
— De una vez les digo que no tienen un hombro en donde recargarse, ustedes hacen su trabajo, no me interesa saber sus condiciones y a la más mínima objeción las saco de aquí — Las siete chicas se colocan en fila, mirándome —. Siempre deben estar con una sonrisa así sea el momento más desagradable para ustedes, porque de lo contrario las van a matar.
— Tengo una pregunta — Cuestiona una chica de cabellos negros y ojos verdes —. ¿En dónde dormiremos?
— Se les dará una habitación para cada una, depende del servicio que logren — Mis ojos viajan a otra chica —. ¿Alguna otra pregunta?
— ¿Qué pasa si intentan hacernos otra cosa?, es decir...
— Tu obligación es acostarte con la persona, no hay de otra — Corto de inmediato fastidiada —. Si quiere golpearte u otra situación, tendrás que contactarte conmigo y nos encargaremos de él.
— Entendido.
— A trabajar — Dos palmadas resuenan en el lugar, mismas que indican el comienzo de sus deberes.
He ganado cantidades catastróficas de dinero, demasiado... Y me he ganado mi fama aquí, también he conocido a mucha gente peligrosa que por ende tiene personal en la cárcel donde se encuentra mi hermano, donde lo tienen protegido.
Hideki no supo gestionar sus emociones, su impotencia y enojo fue un camino que la llevó al mismo inferno, convirtiéndola en una persona fría, distante y cero empática. Ella trata así a las chicas porque no quiere formar un lazo de cariño con ellas, no se lo permite porque de lo contrario sentirá la necesidad de sacarlas de ahí y darles una vida mejor, pero eso no pasaría, eran ideales muy fantasiosas, mismas que se despejarían con el paso del tiempo.
Actualmente se encontraba saliendo con un mando político muy fuerte, mismo que le daba todo tipo de lujos, pero ella solamente quería uno y era sacar de la cárcel a su hermano.
— Corazón — Mis orbes miraron al hombre de traje que llegaba al bar vacío, sus ojos son de un azul muy bonitos —. Estás muy perdida hoy.
— Estoy fastidiada — Comente vacía —. Y tengo hambre, por supuesto.
— ¿Qué quieres de comer? — Sacó su tarjeta de crédito —. ¿Quieres ir a un buen restaurante?
— No, estoy bien aquí en el bar.
— No me gusta verte así.
— Sólo estoy cansada.
— Me has repetido lo mismo durante un año — Le regalo una media sonrisa tratando de disculparme.
— Tengo muchas cosas en la cabeza.
Su mano acaricia mi mejilla, siempre has sido demasiado caballeroso, en ningún momento se ha intentado propasar conmigo... En cuanto a la diferencia de edad, pues... Realmente era significante, 20 años eran la diferencia... Reo es su nombre.
— Te están buscando — Junto las cejas.
— ¿Te dijo su nombre? — Pasan su pulgar por el dorso de mi mano, siempre llevaba su anillo de compromiso.
— No recuerdo el nombre, está en la parte privada del bar, insistió mucho, supongo que quiere trabajar.
No le cuestiono nada más, ya que han sido varias las ocasiones que llegan de esa manera las chicas que desean trabajar... Hago mi silla para atrás, y aliso mi blazer para después subir por las escaleras.
Abro la puerta y veo su figura, está de espaldas.
— Buenas tardes, ¿Qué es lo que deseas? — Comento mientras cierro la misma.
— Hola, Hideki — La sangre baja hasta mis pies al escuchar su voz —. Tanto tiempo sin vernos.
— Greila... — Da media vuelta y deja a la vista un vientre de embarazo —. Lo mismo digo.
Aquel vestido blanco le sienta tan bien que es imposible no admirarla de pies a cabeza.
El silencio se hace presente y muchas preguntas aterrizan mi mente. El pánico no se queda atrás al pensar todas las posibilidades de que ella fuese el arma perfecta para dar conmigo.
— Hideki, yo en unas semanas salgo de viaje, abandonaré todo para ser feliz... — Avance lentamente hasta que queda cerca de mí —. Y también quiero que seas feliz.
— No te entiendo — Digo con inquietud —. Greila, es extraño que estés aquí, ¿Cómo diste conmigo?
— Solamente te diré algo — Ella toma mis manos con un poco de ternura —. Escúchame bien, en primera, quiero que aprendas a perdonar después de lo que escucharás.
— Adelante — Su tacto me provoca calidez.
— Primero te pido que me perdones, fui maniobrada por mi hermano y en cierta parte sentí celos de ti, porque me estabas quitando mi lugar especial... Pero me he dado cuenta que no es lo viable — Suspira al mismo tiempo que sus orbes se cristalizan —. Y en segunda... Mi hermano está detrás de todo esto, y Taiju está siendo vulnerado por él.
En segundos sentí mi sangre arder en enojo puro, llevándome a una cierta sudoración de las manos.
— Y no estoy hablando del dinero — Aclara —. Estoy hablando del proceso legal... Escucha, Taiju también está detrás de esto, pero porque él creyó que sí habías tomado el dinero entonces.
— Quiso hacerme daño — Digo con la poca voz que me permite expresarme —. No quería creerlo.
— Hideki — La miro y niego con la cabeza.
— Gracias — Le doy un abrazo sincero, no puedo evitar sentir su vientre —. Vete y sé feliz.
— Espero puedas hablar con Taiju.
Pero claro que eso haré.
Quince minutos más tarde me encuentro en mi casa, buscando ciertas cosas... Reo sube las escaleras y me mira desde la entrada de la habitación.
— Hideki, ¿Qué te pasa? — Rebusco en los cajones hasta que doy con lo que necesito.
— Arreglaré unas cosas — Mi figura se yergue y me giro para mirarlo.
— Arreglar las cosas ¿Con un arma?
— Sí — Me encamino a la salida, donde soy interceptada por él —. Suéltame, o le digo a tu querida esposa con quien te has estado revolcando durante un año.
— ¿Ya me estás amenazando?
— Te estás metiendo en lo que no te importa, además estás para ayudarme.
No dice nada más y salgo de la casa bien vista. El camino me queda a dos horas, pero me aventuro a ir en transporte, no quiero llevar mi auto, así que me dispongo a salir escondiendo muy bien el arma.
Mi enojo es tanto que solo escucho mis pensamientos, mismos que me repiten una cosa mil veces, directamente mi ansiedad ayuda con ello, siendo interceptada por esos dos...
Miro al cielo y está como aquella vez, azul, sin nubes y brillantes.
Sigo mi camino mostrando mi faceta más seria y decidida a llegar a los aposentos de Taiju, donde poco a poco comienzo a ver la fachada tan característica... Siento mi corazón al mil y las manos me sudan horriblemente.
Tomo el elevador, el cual me lleva a mi destino haciendo que ciertos recuerdos asalten mi mente. No evito sentir melancolía, y enojo.
Las puertas se abren y sigo caminando, hasta que toco la puerta sin modales. Haciendo que mi puño se estrelle con la misma indicando todo mi coraje.
Para mi gran suerte abre Daemon, quien palidece de inmediato.
— Hola, hijo de perra — Lo empujo fuertemente haciendo que este casi se tropiece, dejando la entrada libre.
Este me toma de la mano e inmediatamente observo a Taiju, quien estático está en la terraza.
— ¡SUÉLTAME! — Golpeo a Daemon, le pico los ojos, dejándome llevar por mi ira —.¡TÚ!
— Hideki, Greila...
— Me importa una mierda si Greila ya habló contigo — Me encamino para encararlo —. ¡NO SABES LO QUE TUVE QUE HACER PARA SOLVENTAR A MI HERMANO!
— Hideki, no tenía ni idea — Este quiso avanzar hacia mí, pero retrocedo un paso.
— Pura mierda, ¡Ustedes dos me hicieron daño y eso no se los voy a perdonar! — Veo como Daemon camina, pero saco el arma —. Avanzas y mueres, ¿Te acuerdas que también me amenazaste así?
— ¡Oye!, no hagas una locura.
— Tú cállate, ¡CÁLLATE! — De nuevo lo miro mientras mantengo mi mano estirada —. Tengo una vista periférica perfecta y dispararé si este imbécil avanza.
— Entiendo tu enojo, pero yo no sabía nada — Dice con dolor —. ¡Hideki!
— No entiendes ni entenderás nada — Trago con fuerza para empujar el dolor —. Eres un maldito monstruo.
— Detendré el proceso...
— Es lo menos que podías hacer — Escupo con enojo.
— Ya baja el arma — Observo a Taiju —. Hideki, no hagas tonterías.
— No la voy a bajar, este imbécil necesita morir, me quitaron mi estabilidad ¡Y posiblemente no recupere mi vida!, malditos imbéciles.
— Dispárame, no tienes el coraje suficiente.
Claro que sí lo tengo.
Lo miro burlona y le susurro que si tiene sus últimas palabras, a lo que el también se burla. Así que no pierdo más el tiempo y disparo. La detonación causa un sonido desagradable, mismo que me aturde. Pero a estas alturas ya estaba en el suelo.
Taiju se abalanzó hacia mí, desviando el tiro. Aquel sujeto se quedó en estado de shock, y salió corriendo. A lo que yo intenté levantarme pero el Shiba me aprisionó con su cuerpo.
— ¡QUÍTATE! — La dureza de mis palabras notoria, además de mi clara desesperación —. ¡HIJO DE PERRA!, SE VA.
Me revuelvo debajo de él, soltando golpes, maldiciones y gritos... Pero nada sirve, sigue sin moverse.
Mis lágrimas comienzan a bajar de mis ojos, me siento impotente y traicionada... Me quedo quieta mirando hacia la derecha, posando mi vista en la puerta donde ese cobarde huye.
— Hideki, por favor — Toma mis mejillas con cuidado y me hace mirarlo directamente —. No tenía ni idea, por favor...
— No quiero escucharte — Siento un nudo en mi pecho —. Ya no te quiero ver nunca más.
— Hideki, ¿No estás escuchando? — Este pega su frente con la mía —. Ese idiota fue el causante de todo, por favor perdóname.
— Te perdono, ahora déjame ir — Digo destrozada, entre lágrimas —. Solo déjame ir.
— No, no quiero. Quiero que te quedes conmigo, quiero escuchar tu risa de nuevo, tus quejas, tus regaños... — Sus lágrimas cayeron sobre las mías, no podía creer que este estaba llorando —. Fue un error, me deje llevar, lo sé... Pero no te vayas, te convertiste en un pilar en mi vida.
Pero yo no siento más que repulsión y coraje.
— Déjame ir — Sanciono —. Sólo déjame ir.
— No dejo ir a las personas que amo — Aquel sujeto se hinca y hace que repita la acción, dejando así nuestras frentes juntas —. Hideki, me enamoré de ti.
Su grande mano me acaricia la mejilla, misma que está mojada debido a mis lágrimas. Me mira con ternura y dolor, sus ojos no dejan de llorar.
Un nudo en la garganta no permitió que hablara, solo que me quedará en silencio... Taiju me abrazó, colocando mi mentón en su hombro izquierdo. Lleva una polera color negra, suelta.
— Quédate conmigo.
— No.
Mis manos se sujetan de sus hombros para ponerme de pie, me dolió por segunda vez el alma, llevándome a sentirme más sola de lo que estaba.
— Lo siento — Añado —. No quiero verte, voy a empezar mi vida como tuvo que haber sido desde el principio... Sin ti, agradezco la ayuda que me diste en su momento, pero debes comprender que nada es para siempre.
Taiju se queda con la cabeza baja, escuchando mis palabras. Así que no hago más que echarle un último vistazo y recoger el arma.
Y salí de ahí.
Un mes después pude ver a mi hermano libre, lo abracé como si no hubiese un mañana... Pero no le agradó el saber que yo estaba metida en cosas turbias.
Así que fuimos ideando un plan.
Mismo que dio resultado después de seis años.
En ese lapso de tiempo llenamos una bitácora con los nombres de las personas que estaban en asuntos turbios, tomamos fotos y armamos una carpeta de investigación a detalle, misma que fue por entregada al gobierno.
Dar con ellos fue fácil, conocer gente peligrosa tiene sus meras ventajas y no desaprovechamos eso.
Las autoridades correspondientes anhelaban el momento, ya que querían quitarlos del poder desde hace tiempo. Y nosotros ayudamos con ello.
Básicamente acabamos con una mafia que estaba tomando buen poder, así recuperando nuestras vidas, nuestra tranquilidad y libertad... Sobre todo, aquellas chicas que trabajan aquí.
Con quienes me disculpé.
A nuestros 24 años retomamos nuestros estudios donde a mitad de la carrera fuimos contratados para trabajar en el gobierno exactamente en nuestra rama, así que a los 27 concluimos nuestra formación universitaria, con un trabajo fijo y un sueldo estable.
Con el paso del tiempo pudimos tratar un poco más con mi familia materna, ya que dos de nuestros primos trabajaba ahí, afortunadamente nos llevamos más que bien y eso me llena el alma.
Mi hermano está por casarse, y espera dos gemelas, ¿Qué más puedo pedir?
◆・.。*†*。.・◆・.。*†*。.・◆・.。*†*。.・◆・.。*†
Con esto quedaría concluida la primera parte de este Fic, la siguiente semana subo el siguiente cap :D, aprovecho para mostrarles la Picrew que hice de Hideki.
Gracias por leer <3
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