Noctem

A lo mucho pasó media hora y mis padres ya estaban en el hospital, mi madre tomó de la mano a Katsu y mi padre solamente me miraba fijamente sin emitir ninguna palabra. Quiero mirar hacia otro lado, pero mi orgullo no me deja y hace que mira fijamente a mi padre, quien solamente suspira y me mata con sus ojos.

— ¿Cuándo te darán de alta? — Pregunta mi madre.

— No lo sé madre.

— ¿Y tú por qué no lo defendiste, inútil? — Esa pregunta es para mí, es obvio.

— Papá...

— Silencio, hijo, tu hermana sólo trae problemas.

— Cariño, no seas tan duro con Hideki.

— ¿Duro?, lo mínimo que puede hacer es cuidar a su hermano y ni siquiera lo hace bien, que decepción.

Empiezo a respirar profundamente para no dar a conocer mi tristeza y coraje, así que solo miro la ventana intentando tranquilizarme, mis emociones están a flor de piel. Ellos siguen susurrando cosas de las que ni me quiero enterar.

— Hideki ve a comprarme algo de desayunar.

— Dame dinero, papá — Mi respuesta es seca.

— ¿Recuerdas que estoy desempleado, maldita estúpida?

— ¿Y por qué no dejas de ser un inútil y sustentas la casa? — Mis palabras no tienen piedad de nada.

— ¿Qué? — Este se levanta de la silla, mientras que mi mecanismo de defensa hace que me aleje lo más posible de él.

— Lo que escuchaste.

— Hideki, no le faltes el respeto a tu padre — Miro con desprecio a mi madre, quien luce nerviosa —. Por favor compórtate.

— Deja a mi hermana, papá, ella no tiene la culpa de nada.

— ¿Por qué tuviste que nacer? — Sigue susurrando, haciendo caso omiso a las palabras de mi mamá y hermano —. Estorbas.

— Lo mismo me pregunto — Solamente espero el golpe por parte suya, pero madre reacciona a tiempo para detenerlo.

— Vete de aquí, Hideki — Dice mi madre enojada —. Vete.

Paso de largo ignorando a todos. Abro la puerta y la cierro con total enojo, giro sobre mis talones y el alma se me va a los pies.

— Taiju... ¿Qué no te habías ido? — Coloco una mano sobre mi pecho.

— Aquí sigo, tu papá no me da buena espina — Mi mirada sigue clavada en el pecho, ya que tengo los ojos rojos debido a las lágrimas que he retenido durante esos escasos minutos.

— Iré a casa, deberías hacer lo mismo — Trato de avanzar pero bloquea mi paso —. Taiju, no estoy de humor.

— Mírame.

— ¿Para?

— Hazlo.

Este chico llega a ser demasiado intenso y es imposible no ceder ante sus peticiones, poco a poco lo miro a los ojos, siempre levantando mi vista más de lo que estoy acostumbrada para así mirarlo directamente. Una sonrisa de nervios se dibuja en mi rostro al ver que despega sus orbes.

— Ahora sí, lista para irme a casa — Coloca su mano en mi hombro.

— No sé que te dijo tu padre, pero estoy seguramente de que solo habla pura mierda — Suspiro —. Y con ese suspiro me dices todo, niña.

— Es complicado, no entiendo su descontento hacia mí, sólo quiero que sus preferencias sean iguales, siempre hace mucha diferencia.

— Hideki... — Lo miro de nuevo a los ojos, este se coloca a mi altura —. No vas a cambiar a tu papá, a menos de que exista la magia. Lo que tienes que hacer, es comenzar a trabajar en ti para que sus palabras no te afecten, porque, repito, si él no quiere cambiar su actitud contigo, no lo hará, y es más desgaste emocional para ti esperar algo que jamás llegará.

Sus sinceras palabras me hacen asentir casi de inmediato, porque tiene toda la razón. Desvió mi mirada un poco, para evitar llorar, pero es casi imposible, quiero hablarle, pero el nudo que se formó en mi garganta no me lo permite. Solamente trago en seco, y comienzo a respirar profundo para mantenerme al margen.

— Y tampoco esperes que tu hermano te defienda, no esperes nada de nadie Hideki, así te evitas tantas desilusiones — Recupera su tamaño normal, y sin más me abraza, no me queda más que esconder mi cara en su pecho y aspirar su aroma agradable —. Vamos.

— ¿A dónde? — Pasa su brazo por mis hombros — Tengo que ir a casa.

— ¿A qué?, ¿A esperar que lleguen tus papás y seguir aguantándolos? — Entrecierro los ojos mientras avanzamos y nos dirigimos al elevador.

— Tienes razón — Las puertas se abren, este me toma de los hombros y me adentra primero —. Entonces vas adoptarme.

— Mejor dicho, es por trabajo, mudo — Me burlo de lo último —. ¿Hasta cuándo ibas a seguir con tu mentira?

— Lo que tuviera que durar — Se coloca a mi lado y centro mi mirada en las puertas grisáceas y en el movimiento del mismo, que me hace sentir extraño el estómago —. Era un infierno no poder hablar y sobre todo escucharte fornicar.

— Olvidé eso por un momento — Se queja —. ¿Por qué tuviste que mencionarlo?

— Me dio risa el hecho de que durarás tan poco — Salgo inmediatamente del elevador, para así pasar por recepción y salir.

— No sabes lo que dices, niña — Está molesto.

— Lo que escucho es suficiente para hacer afirmaciones.

Una carcajada me hace mirarlo con el ceño fruncido, se inclina ante aquellas risotadas y su risa me causa risa, así que solo sonrió ampliamente; la gente que pasa lo mira con extrañeza, pero este no se percata ya que sigue en lo suyo.

— ¿Motivo? — Cuestiono una vez que quita su mano del estómago y se incorpora con una sonrisa.

— ¿Motivo de qué, niña? — Ahora su rostro se torna serio.

— De la risa, cristiano loco.

— No sabes de lo que hables, Hideki y a las pruebas me remito — Me guiña el ojo para pasar de largo con un andar egocéntrico. Siento un bochorno, me he sonrojado al solo imaginar unas cuantas escenas.

Yo me quedo parada procesando sus palabras, mi cara de póker ha desaparecido.

— Vamos — Añade —. No tengo todo el tiempo.

Camino despacio detrás de él, a mis pasos, jugando a no pisar las rayas. Mi mirada se fija en el suelo, mientras intento distraerme, hasta que choco con algo duro.

— ¿Ya dejaste de jugar?

— Déjame, intento distraerme — Pone los ojos en blanco —. Pero bueno, comprendo a los amargados.

Llegamos a su departamento, el cual es frío, camino más para así sentarme en su sofá, pero dos pares de ojos se encuentran con los míos.

— Ay no, ya decía que todo iba bien en mi vida — Kokonoi me mira y después a Taiju.

— Tú eres el mudo, ¿No?

— Es correcto — Contesta Taiju.

— Con un demonio, ¿Cómo no nos dimos cuenta?

— ¿Qué tratas de decir, Kokonoi?

— Nada jefe.

— Te dijo imbécil — Dirijo mi mirada a Taiju y sonrió.

— ¡No es cierto, maldita farsante!

— Ni is ciirti, jódete me caes mal.

— Jefe, no soy de cuestionar sus decisiones, pero ¿Por qué está con vida?

— Te dijo, inútil, Taiju, yo que tú, le daba cuello — Inui me sonríe, y mueve la cabeza negativamente —. Tienes un subordinado muy preguntón.

— Por Dios — Taiju se acerca a nosotros —. ¿Van a estar como perros y gatos?

— Te dijo perra — Debate el de cabellos negros.

— No sabes hasta que punto lo puedo ser, así que no me tiendes. Me caes mal, tu novio es más tranquilo.

— No es mi novio — Contesta de inmediato Kokonoi.

— Deberían — Arremeto.

— Ustedes, ya cállense.

— Ella empezó.

Taiju nos mira ahora sí con demasiado enojo, tanto que siento como mi piel se eriza de los nervios acompañados con escalofríos. Desvió mi mirada al rubio quien espera órdenes, sin embargo, el otro me sigue viendo con altanería, con toda la discreción del mundo le enseño el dedo medio y su mirada desaparece.

Ellos comienzan a hablar de negocios y demás cosas que no entiendo, inmediatamente me distraigo con las cosas de mi alrededor, juego con mis dedos, de vez en cuando los escucho. Ahora ya me siento como un niño chiquito, aburrida sin tener que hacer.

Me dirijo al baño y mojo un poco mi cara para disipar el sueño, pero estoy cansada. Salgo del mismo, ya no escucho voces, pero conforme voy avanzando mi sentido del olfato capta el olor a cigarrillo. Llego a la zona principal donde la puerta corrediza de cristal se encuentra un poco abierta, afuera está Taiju, me quedo mirándolo un rato y decido salir con él. Se ha puesto cómodo, pues no lleva la vestimenta superior, dejando todo a la vista, su enorme espalda, abro un poco más la puerta para salir y sin pensarlo paso mis dedos por la cruz de su tatuaje, este al percatarse de mi tacto, me mira.

— ¿Día pesado? — Da una calada al cigarro y asiente.

— Me gustaría que los problemas no existieran, niña.

— Vaya, empezamos filosóficos — Me recargo de espaldas en el barandal de la terraza, mirando a Taiju —. Pero, ¿Tienen solución?

— Debe de haber una — Mi vista viaja a su pecho de manera discreta —. Hideki, ¿Qué vas hacer?

— Trabajar y mantener a mi familia — Digo con simpleza, este juega con el cigarrillo, y me lo tiende. Lo tomo y doy una calada —. ¿Por qué?

— Curiosidad — Saco el humo por la nariz —. Escucha, tu hermano seguirá con nosotros eso ya lo deberías saber.

— Lo sé.

— Pero lo que me preocupa eres tú — Le regreso el cigarrillo y alzo mis cejas —. No hagas esa cara.

— ¿Por qué te preocupo?, ¿Tan tonta me veo? — Este suelta una ligera carcajada.

— No, eres muy inteligente, me preocupa el abuso de tu padre.

— Ah, eso... — Fijo mi vista a otro punto —. No pasa nada, sólo es darle por su lado.

— ¿Darle por su lado?, ¿Te refieres a dejarte maltratar? — Siento sus orbes, siempre tan intensos que te es imposible no mirarlos.

— Taiju... No quiero dejar a mamá, ni mi a mi hermano — Estoy siendo lo más sincera que puedo —. Es un poco difícil.

— Estás colocándote al último — Hago una mueca, este le da la última calada llegando al filtro y lo tira, miro hacia enfrente, cuando de reojo observo a Taiju colocarse enfrente de mí.

— No soy tan dura — Se acerca más a mí, coloca sus manos a lado de las mías —. No me gusta pagar con la misma moneda.

— No es pagar con la misma moneda, es quererte, aunque sea un poco.

Eso dolió.

Mi veo en la obligación de mirarlo a los ojos, ha suavizado sus facciones, y puedo notar cierta intriga. Me fijo en su cuello y trago en seco, sus clavículas adornadas se presumen ante mí. Poco a poco toma cada una de mis manos para rozar con sus pulgares el dorso.

— Quiero preguntarte algo — Este asiente dándome luz verde —. ¿Por qué estás tan preocupado por mí?

Bajo la mirada nuevamente, a veces es imposible verlo a los ojos sin que los nervios te invadan completamente, cruzo mis pies para cambiar un poco mi peso hasta que siento como se acerca a mi completamente, sintiendo el calor de su pecho, dando pauta a que por inercia vuelva a subir mi vista.

— He tenido un pasado, el cual me ayudó a reflexionar sobre ciertas cosas, estoy trabajando en mi temperamento y por ende en mis acciones, estoy valorando muchas cosas. Te veo frágil, pero lo que me impresionó fue tu manera de proteger a tu hermano, me recordaste a alguien, así que por eso quiero que estés bien.

La curiosidad me invade por completo, quisiera preguntar sobre aquella persona, pero sé que ya estaría sobrepasando mis límites, no tardo en suspirar mientras el toma de lleno mis manos, con su dedo índice roza mi mejilla para luego levantar aún más mi mirada.

No sería la primera vez que nos hemos besado, así que ahora tomo la iniciativa, obligándome a colocarme de puntillas para así alcanzarlo, cierro los ojos cuando mis labios se juntan con los suyos, el olor y a cigarrillo se mezcla poco a poco, sus grandes manos recorren mis cabellos hasta tomarme de las caderas y acercarme más a él. Las mías no tardan en fundirse en sus cabellos tan característicos para revolverlos un poco, me hace una señal que entiendo a la perfección, doy un pequeño salto y este me impulsa para así rodear su cadera con mis piernas.

Es más cómodo en esta posición, solamente nos separamos un poco para respirar.

Esto es lo que pasa cuando dos personas se atraen físicamente, quieren básicamente saciar sus ganas.

Y al k no le guste o lo vea muy forzado puede retirarse a chingar a su madre, digo. JAJAJAJAJAJA

Ahora mi cuello es torturado con besos lentos, le doy más acceso a este para seguir deleitándome con sus suaves labios, aprieta mi trasero con ganas y lentamente me lleva dentro, sin dejar de darle atención a mi cuello.

Sin más, nos dirigimos a su habitación, abre la puerta y me deja en la cama para cerrarla. Mi respiración está agitada, pero mis hormonas me están cegando lentamente, miro a Taiju recargado en la puerta y le sonrió ampliamente.

— Eres muy atractivo — Le guiño un ojo para incorporarme e ir con él.

— Hideki... ¿Recuerdas tus burlas? — La sonrisa se me borra del rostro y siento nervios —. Estás a punto de tragártelas.

— ¿Las burlas? — Me toma de la cintura.

— También — Me coloco de nuevo en puntillas para besarlo, ahora tiene un sabor más dulzón.

No tardo en pasar mi mano por todo su pecho hasta llegar a su estómago bien trabajado, mi tacto se deleita ante la dureza del mismo sobre todo aquellos Abs que te incitan a seguirlos tocando. Me acerco más a él y ya puedo sentir su miembro, el cual poco a poco despierta.

Me separo del beso y una sonrisa se dibuja en mi rostro.

— ¿Por qué no te vas arrodillando? — Aprieto los puños de pura emoción.

— Tenemos un pequeño problema — Dibujo círculos en su pecho —. Yo no hago caso a la primera.

— ¿Ah no? — Se acerca a mi oído —. ¿Así que eres una malcriada?

— Yo no lo llamaría así.

— Yo no le veo problema a eso, pequeña Deki — En cuestión de segundos toma mi cabello en puño y me obliga a mirarlo a los ojos —. Yo me iba comportar suave contigo, pero te gusta la mala vida.

No me dejó ni siquiera responder, ya que sus labios tomaron los míos sin piedad alguna, su bendita lengua tomó más control dejándome sin respiración. Quiero separarme para tomar un aire pero no me deja, no lo hace hasta que está satisfecho con su acción. Lentamente me coloca de rodillas.

Debo admitir que es una vista gloriosa, saco mi lengua y la paso por aquel bulto que se marca sin piedad alguna, mi órgano muscular se mueve traviesamente, sintiendo la textura de sus pantalones holgados. Mis manos se colocan en cada uno de los elásticos para bajarlos lentamente y que su erección salga por completo. Lo miro a los ojos nuevamente, tiene la mandíbula tensada.

Tomo aquel falo grueso y largo, para comenzar a subir y bajar lentamente, se siente tan bien tan caliente que mi impaciencia no me deja pensar y en automático poso mis labios sobre la punta, saboreando aquel líquido preseminal, el cual es un poco salado, pero sin ser desagradable. Me tomo mi tiempo para insertarlo en mi boca, respiro profundo cuando quiero llevarlo más adentro, Taiju se sostiene de un pequeño mueble y echa la cabeza para atrás. Ignoro el dolor de mis rodillas y comienzo a dar lo mejor de mí para satisfacerlo, para tomarme el tiempo de mamarle la verga como si no hubiese un mañana.

— Eres una maldita, Hideki — Admirar todo su bello torso desde mi posición me humedece más —. Pero ya lo hiciste a tu manera, ahora lo haré a la mía.

Sin más comienza a embestirme sin piedad alguna, mis manos se clavan en sus duros muslos y me dejo guiar por sus acciones, que por una extraña razón me terminan humedeciendo aún más, mis lagrimeo aparece pero he podido aguantar las arcadas, ya que hago la finta de tragar para así contenerlas y apretar el pene de Taiju en mi garganta.

Satisfecho, se detiene pero aún sigue en mi boca, mi mano reacciona por si sola para masajear los testículos de aquel hombre que regula su respiración. Sale de mi y me carga como si fuese una muñeca de trapo, se deshace totalmente de su vestimenta inferior y me deja en la cama, boca arriba, donde no tarda en abalanzarse hacia mí.

— La ropa aquí sobra — Sin más me despoja de la parte superior dejándome en sostén. Ansioso va por mi vestimenta inferior, donde no tarda en dejarme en bragas.

Una vez satisfecho escondió su cara en mi cuello para succionar a su antojo, lo tenía en medio, y podía sentir perfectamente su erección rozando mi zona íntima, no tarde en levantar mis caderas para sentir un poco más aquel pedazo de carne que ansiaba por tener dentro.

— Una última oportunidad — Me incorpora un poco para deshacerse de mi sujetador, y así mis pechos quedan al aire libre.

No tarda en amasarlos a su antojo —. Deja de darme oportunidades.

Sonríe ampliamente mientras me mira a los ojos, se inclina para que su lengua juegue con mi pezón derecho, para así comenzar a mamarlos. Pensé que con su mano libre iba torturar el otro, pero no, su fue directamente a mi cuello para apretarlo a su antojo, era suave y totalmente rudo hasta dejarme sin respiración por algunos segundos. Siento sus dientes, lo muerde, no es rudo pero le veo las intensiones de hacerlo, pero mejor da paso a besar mi boca del estómago y continuar bajando hasta mi vientre, donde con mucha facilidad rompe mis bragas.

— Me vas a comprar unas.

— Pero me las modelas — Sonríe pícaramente.

Se acomoda bien entre mis piernas y besa mi monte de venus, se toma el tiempo. Algo que me molesta, porque quiero sentir su lengua en mi maldito clítoris. Este se da cuenta de mi estado, lo cual parece divertirle.

Saca su lengua y la punta de la misma la endurece para posicionarse en aquel botón que me hace suspirar, cuando lo hace, dejo salir el aire que retenía en mis pulmones. Abro más las piernas para él, pasa sus manos por debajo para amasar mis nalgas y comienza con su maldito jugueteo lento, en círculos, de arriba abajo, en zigzag. No evito gemir para él, verdaderamente me tiene a su perra disposición, levanto mis caderas para exigirle más acción de su parte para que me regale un maldito orgasmo.

— No te muevas — Aquel tono demandante me hace sentir cosquilleo en el vientre —. Cierra la puta boca de una vez.

Siento que estoy en el cielo, así que hago lo posible por evitar jadear o gemir, mis manos toman en puño las colchas blancas para no hacer ruido. Pero, ¿Qué sería lo peor que puede pasar si desobedezco?

Mientras pensaba con poco raciocinio, siento que uno de sus dedos entra a mi vagina para comenzar a masturbarme con mas ganas, mete otro y es ahí donde un fuerte gemido sale de mi maldita garganta. Nuestros orbes conectan, su mano libre viaja lentamente desde mi vientre hasta mis pechos, para que segundos después tome mi pezón entre sus yemas o lo pellizque con ganas.

— ¡Taiju! — El dolor es reemplazado por el placer.

— Te dije que no desobedecieras, estúpida. Cierra la maldita boca — Sus insultos no me provocan más que ganas de follármelo, o en este caso, de que el me folle sin piedad alguna.

En cuestión de segundos sus dos dedos se adentran en mi boca, yo los chupo, juego con ellos y me mantengo centrada en las sensaciones que recorren todo mi maldito cuerpo, pero quiero dar a conocer mi placer. Taiju aumenta el movimiento de sus dedos, me masturba sin piedad alguna mientras que su lengua me tortura el clítoris.

— Solamente te aviso que aún no tienes permiso de correrte — Aquello me frustra, cierro los ojos mientras me concentro.

Y cuando estoy a punto de llegar, aminora sus movimientos, llevándome lentamente a la frustración. Este se burla de mi estado de vulnerabilidad, no le importa una mierda. Sigue en lo suyo, siento como me tenso y de nuevo me quita mi orgasmo, no puedo hablar pues sus dedos aún siguen clavados en mi boca, no me deja cerrarla lo cual ha provocado mi saliva desborde por mis comisuras.

— ¿Qué quieres, Hideki? — Masajea mi zona —. Si lo pides, te lo doy.

Pedirlo... Pedirlo... Quito sus dedos de mi boca y tomo aire —. Déjame correrme.

— Palabras incorrectas — Azota mi zona íntima —. ¿No sabes cómo dirigirte con respeto?, tienes que pedirlo.

— ¡Mierda! — Hunde sus dedos.

— Incorrecto...

— ¡Taiju! — Mi desesperación es más que visible —. Por favor, déjame correrme.

— No te escuché — Tenso la mandíbula y este se burla.

— Por favor, por favor, ¡Por favor!

Estuve rogando por unos minutos más hasta que el decidió ceder, ahora sí sentía como el nudo de mi vientre se acrecentaba, su lengua caliente jugaba y sus dedos se acompasaban.

— Levanta la cadera cuando te corras — Mis gemidos inundaban la habitación, ya no pensaba en nada, solo en liberarme hasta que me tensé con ganas. Levanto mis caderas y me dejo liberar aún sintiendo la lengua de Taiju.

Poco a poco bajé mis caderas, tratando de recuperarme de mi fuerte orgasmo. Pero este no pareció esta satisfecho, ya que con su dedo índice da ligeros golpeteos en mi clítoris, haciéndome saltar por la sensibilidad, quería cerrar las piernas pero este no me dejó.

Siguió jugando, hasta que de nuevo me masturbó salvajemente, era casi imposible mantenerme quieta, pues las sensaciones se intensificaron más, mis manos se dirigieron a su cabellera para despeinarla. Me estaba comiendo el coño como si no hubiese un puto mañana, hasta que otro orgasmo me azotó, arrancándome unas cuantas lágrimas de placer.

Mierda, mierda, mierda.

— Mojaste mis sábanas, perra sucia — Nuevamente se abalanzó a mi boca, sentía el sabor de mis fluidos.

Tenía un éxtasis acumulado así que mordí su labio fuertemente hasta hacerlo sangrar, este gruño y me soltó una buena bofetada. Ahora mis mejillas ardían como nunca y estaba más extasiada. Tomó la punta de su pene y juega con mi entrada. El sabor a hierro se hace presente, este a manera de venganza me devolvió la mordida, haciéndome chillar.

— Te aguantas.

— ¡Deja de jugar! — Me revuelvo —. ¡Ya cógeme!

— Me gusta escuchar como te denigras por mi verga.

— ¡Taiju, por favor! — Encajo mis largas uñas en su espalda —. Hazme sentir en el puto cielo.

Y en cuestión de segundos estoy boca abajo en el colchón con el trasero en alza y las piernas abiertas. Taiju toma mis muñecas y las jala hacia él, con su mano libre comienza a azotarme las nalgas, sin piedad, eso me humedece aún más, este se harta de aquellas nalgadas y siento su pene en mi entrada.

De una estocada se clava y provoca mi arqueo de espalda,

— ¡Muévete con un demonio, maldito inútil! — Escucho su carcajada —. Cristiano de mierda, tenía razón, simplemente aguantas cinco minutos, por eso tanta demora.

Se quedó en silencio, apretó más mis muñecas. Lo miré de reojo y aquella vena que se marca en su frente parecía a punto de salírsele. Sonreí para él.

— Ya veremos quien no aguanta — Su tono me indicaba enojo total.

Así que comenzó a bombear como el maldito demonio, hasta lo más profundo de mi ser, violentamente. Los calambres de mi vientre me distraían un poco al notar que este quería introducirse con más violencia, sentía su erección golpear mi cérvix sin piedad alguna. Me soltó de las muñecas y las coloque a mis lados para incorporarme un poco. Mis pechos se movían, sentía mis entrañas quemarme, pero el detonante fue cuando sus dedos comenzaron a jugar nuevamente con mi clítoris.

— Hija de perra, que bien aprietas — No tengo la oportunidad de articular una maldita palabra, pues todo es gemidos y jadeos.

Otro roce de sus dedos y me llevó a mi tercer orgasmo, mi pecho cayó al colchón, pero Taiju seguía metiendo su verga a su antojo, los disfrutaba como yo lo estaba haciendo. Mis piernas me temblaban, así que el se detuvo un poco, salió de mi y me acomodó de tal forma quedando como una vaquera invertida. Era mi momento de montarlo, así que a duras penar comencé a hacer lo mío, sus manos en mi cintura me apretaban, después daban nalgadas más fuertes.

— La vista de tu culo y espalda es sensacional — Pasa sus manos por mis pechos y los aprieta —. Ahora quiero verte de frente.

Dejo que su pene salga de mi cavidad para colocarme a horcajadas me ahora mirándolo. Me dejo caer en su verga lentamente, hasta empalarme por completo. Coloco mis palmas en su pecho y comienzo a cabalgar, este se acerca a mis tetas para mamarlas. Sus manos direccionan mis movimientos, y una vez más tortura mi clítoris, Me frente se pega a la suya, emito jadeos desesperados, pues otro orgasmo no podré aguantar, pero Taiju se ve sumamente decidido en hacerme llegar, así que esmera sus toques.

— Gime mi nombre mientras te corres — Su susurro me hace enloquecer aún más.

— Taiju... — Repito entre gemidos mientras mi orgasmo me deja más devastada. Caigo sobre su pecho, este besa mi frente y me coloca debajo de él.

Formamos la posición del misionero, sus gruñidos en mi oreja me llevaron a rasguñar su deliciosa y bien formada espalda, quería saciarme con él, fundirme. Mi lado salvaje me estaba dominando, mientras que él me metía la verga como si fuese una perra en celo. Tomó mi mandíbula con fuerzan abrió mi boca.

Y escupió dentro de ella.

Me hizo temblar aún más —. Masturbate, regálame otro orgasmo — Sin pensarlo comencé a masajear mi clítoris.

Su mano divagaba desde mi mandíbula hasta mi cuello, me sentía cerca otra vez y el estaba desesperado por liberarse.

— No aguanto... — Mis ojos se tornaron vidriosos.

Nos vimos envueltos en el deseo, y sin querer llegamos al orgasmo al mismo tiempo. Yo gemía, jadeada y disfrutaba escuchar sus malditos gruñidos en mi oído. Quedé temblando, me besó, y salió de mi dejando un rastro de semen, pude ver su miedo.

— Tranquilo, me tomo la pastilla, nada de quejas porque lo disfruté.

Descansamos unos minutos y con demasiada dificultad entré al baño a orinar, de verdad las piernas me temblaban, pues cabalgar requiere fuerza en las piernas y yo no hago ni una mierda de ejercicio.

Me enredo nuevamente en la toalla de baño y salgo, miro a Taiju cambiando las sábanas y demás. Sonrió lastimosamente, le ayudaría pero de lo que más carezco, es de fuerza.



Feliz año nuevo atrasado, mis queridxs lectorxs, les amo mucho.

Sección de memes.

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