Initium

Esta historia puede contener escenas sensibles, las cuáles son: Violencia, abuso verbal, físico y menciones de violencia sexua. Con esto no pretendo normalizar dichos actos, si te encuentras en peligro, pide ayuda.


— ¡Hideki! — Su mellizo pelirrojo le propina una colleja a su melliza, quien, con todo el odio del mundo se la regresa, pero con el doble de fuerza.

— ¿Era necesario golpearme? — La pelirroja se defendió hasta que su madre los regañó.

A los dos mellizos les aventó una cuchara y ellos se quedaron un poco más tranquilos. Hikedi, quien se preparaba para la universidad, observó a su hermano sonreír y rápidamente se enfrascaron en una conversación, la cual se enfocaba al odio que le tenían a los maestros y su ardua tradición de invadirlos de tarea.

— ¿No se les hace tarde? — Su madre los observa con poca paciencia y estos dos saltan de las sillas para emprender el camino a la universidad.

Para colmo, los dos estudiaban lo mismo, algo gracioso para algunos, y el destino para ellos.

Hablemos de sus vidas.

Bushida Hideki, quien es la melliza mayor por solo unos cuantos segundos de diferencia, centrada en sus metas a largo plazo y dedicada a la escuela. En su adolescencia tuvo cierta etapa de rebeldía que le ayudó a abrir los ojos; misma que la destinó a tener muchos problemas con sus padres (Pero afortunadamente solo fue un periodo de tiempo algo corto, bueno... seis años) Donde la chica tomó valor para sí misma y encontró su verdadero carácter y personalidad.

Bushida Katsu, el mellizo menor, quien ha delineado su vida con su semejante personalidad jodidamente aventurera, el mismo que ha corrompido a su hermana para inducirla a la diversión, salidas y demás, pero siempre con mera precaución.

Ambos confidentes, claro, con sus distintos puntos de vista pero siempre unidos por la fuerte hermandad que desarrollaron, fueron capaces de consolidar su relación poco a poco para que  se confiaran todo y se ayudaran entre sí sanamente, con confianza y seguridad.

Hideki es un poco más baja que su mellizo, mide 1.70, su hermano 1.80. Para su amarga sorpresa, poseen ojos cafés y esto no les gusta del todo, ya que querían los ojos verdosos de su padre.

Están encaminados de diferente forma, con diferentes ideas... Porque resulta ser que su padre es muy machista, tanto que Hideki casi tuvo que hincarse para que se le otorgara estudiar después de básica. Su madre, es sumisa por naturaleza; algo que a la melliza no le agrada por completo.

Aunque hay diferencias entre su hermano y ella, dado que a él se le considera como el rey de la casa, Hideki no ha desarrollado alguna envidia hacia el mellizo. Katsu puede llegar hasta el día siguiente si es que quiere pero Hideki no puede ni llegar cinco minutos tarde a la casa, porque es el mero infierno para ella, algo que ha evitado más que por salud emocional, las reglas de la melliza se promulgan en no usar vestidos a menos de que estos sean por debajo de la rodilla, el uso de jeans demasiado ajustado está más que prohibido, nada de usar tops, o algo que deje al descubierto más piel, al final del día ella estaba en una jaula.

Pero su cómplice siempre le ayudó a revelarse de alguna forma, cambios de ropa, uso de maquillaje en la universidad... Poco a poco comenzaba a sacar a su hermana de aquella bóveda oscura sin sentido. Se le estaba yendo la vida y no se estaba dando cuenta.

— ¿En qué piensas, hermano? — La pelirroja mira a su acompañante, quien estaba más callado de lo normal.

— Nada, nada, Hideki... ¿Podrías adelantarte?, tengo que hacer algo antes de llegar a la universidad.

— ¿Por qué? — Cuestiona un poco molesta, ya que estaba rompiendo su regla de sinceridad —. Últimamente has estado más que extraño, llegas a casa más tarde y una vez llegaste golpeado... ¿En qué te estás metiendo?

— Hideki... — El chico la toma de los hombros y le regala una sonrisa tan cálida que la devuelve a la felicidad —. Te juro que no es nada malo, bueno... A ojos de nuestros padres siempre lo será.

— Eres un tonto... Sólo no te metas en demasiadas cosas turbias, bueno, que si lo haces no te regañarán, ¿Recuerdas que a mi casi me mandan a un internado por solo maquillarme?

— Oh vamos, ese día te salvé yo — Pasa su brazo por los hombros de su hermana y recuerda los hechos como si fueran de ayer —. Yo ya te dije lo que tienes que hacer, rebelarte poco a poco, yo te apoyaré en todo lo que esté en mi alcance.

— Bien — Ambos se despiden y su hermano toma otro camino demasiado diferente.

Hideki solo ignora el hecho y sigue su rumbo hacia un Mall para entrar a los baños y cambiarse de ropa como normalmente lo hacía. Insegura, miraba disimuladamente para todos lados y cuando no veía nada sospechoso, salía de ahí como otra mujer totalmente nueva, pero insegura, muy insegura sobre su persona.

Siempre era una persona alagada, porque aquella chica tenía sus buenos atributos, pero ella aún se encontraba en un proceso de adaptación. Ella sí quería sumergirse en una relación amorosa, pero una gran muralla de inseguridades rompía con aquel deseo y solo lo dejaba pasar para mejor enfocarse a otras cosas, por ejemplo, su familia y estudios.

Aquella semana transcurrió con demasiada normalidad, menos un fin de semana donde se atrevió por fin a usar una simple blusa de tirantes. Aquella acción la rebajó hasta la más jodida decepción, pero su hermano la defendió, provocando una grave desaprobación por parte de su padre. Definitivamente las cosas se estaban tornando más que duras en esa casa.

Un mes pasó, donde poco a poco Hideki comenzaba a liberarse, pero con una grave preocupación, su querido hermano ya no asistía a la escuela como debía, hasta qué la chica se tomó la molestia de seguirlo de la manera más discreta posible. A dos metros y medio de él, caminaba desapercibida, los locales de comida le abrieron el apetito, pero los nervios y la curiosidad podían más que ello.

Dobló a la derecha, casi estrellándose con un chico, pidió disculpas y esto le ayudo a centrarse más en su objetivo, ya que por cierto tiempo se entretenía imaginando los diversos escenarios posibles, llena de nervios se paró en seco cuando su hermano aprovechó para mirar a sus cuatro puntos cardinales, lo cual hizo que se adentrara en un local de dulces, compró unos chocolates y nuevamente salió. La melena pelirroja del chico era fácil de identificar, así que siguió su camino.

— Maldito, no camines tan rápido — Ella apresuró su paso, importándole poco los empujones que le daba a la gente cuando caminaban demasiado lento.

Izquierda, derecho, izquierda.

Hasta que sus pies se detuvieron completamente, había un tumulto de gente, la cual estaba meramente uniformada, con detenimiento y miedo, miró aquella escena que bien la hacia temblar un poco, vio a su hermano saludar a ciertas personas, para adentrarse con ellos y platicar un poco.

Ella frunció el ceño de más, pero no avanzó, estaba en terrenos peligrosos, ella lo sabía completamente. Se escuchaban las voces de los hombres y risas de algunos, pero todo cesó en un segundo, cosa que atrapó a la melliza por completo.

Fijó sus ojos en aquella persona quien tenía un caminar más que intimidante, demasiado alto, demasiado corpulento y con un aura que te congela por completo. Todos se posicionaron mágicamente y esperaron las ordenes de aquel hombre. Hideki sin querer, dió dos pasos atrás por lo intimidada que se sentía,

Un gran , se escuchó y la muchacha dio un pequeño brinco, ya que se encontraba desprevenida y sumergida en varias teorías, respiró profundamente, calmando su acelerado corazón, que casi se le sale por la garganta.

Ella tuvo que irse de ahí más que rápido, porque todos comenzaron a dispersarse, así qué mejor optó por irse a la universidad y esperar a su hermano, quien seguramente estaría ahí después de que ella llegase.

No se concentró para nada, hasta que llegó la hora de la salida, donde aquel pelirrojo la esperaba con una sonrisa, fingiendo perfectamente toda la situación, Hideki solo le regaló una vaga sonrisa y caminaron a casa.

Hideki

No pude reprimir un cierto deje de tristeza y enojo al ver a mi hermano varado sin vergüenza alguna, el me sonrió como si nada estuviese pasando y no pude evitar sonreírle de la manera más desanimada. Hice lo que tenía que hacer, me cambie de ropas, me despoje de los aretes, anillos, collares y demás, borré mi delineado y quité el color de mis labios. Me miro al espejo dejando atrás a la chica que solo protagoniza mis tardes de universidad.

— ¿Cómo te fue hoy, hermanita? — Miro sus manos, las cuales lucen un poco hinchadas y con ciertas heridas.

— Bien.

— ¿Te dejaron mucha tarea?

— Lo normal, ya sabes como son.

— Sí, de hecho fue un día pesado para mí.

— Me di cuenta — Este se detiene y yo sigo caminando.

— ¿Deki? — Me giro para mirarlo, está confundido —. ¿Pasa algo?

Muevo la cabeza negativamente y me adentro al grande parque que siempre recorremos de regreso a casa, donde está abarrotado de niños, perros corriendo y demás.

— Deki..., ¿Qué tienes? — Me dejo caer en una banquilla de metal y miro al cielo, buscando la mejor manera de decir las cosas, ya que es difícil para mi hacerle frente a las personas que amo con mi corazón.

— ¿En dónde has estado? — Se coloca a mi lado y siento sus ojos pidiéndome más respuestas —. Tienes que ser sincero, me duele que me ocultes las cosas.

— No entiendo, Hideki...

— Yo tampoco hermano — Lo encaro y este sonríe de lado, típico gesto cuando ya está molesto —. Dime qué es lo que está pasando, ¿Por qué llegas tarde a clases y finges?

— No lo entenderías.

— No, no lo hice hasta que hoy te seguí, ¿Quiénes son todos ellos? — La cara de mi hermano palideció por completo cuando escuchó mi pregunta —. ¿Por qué me mientes?

— Hideki son problemas personales, no te metas,

— ¿Problemas personales?, ¿Y por qué? — Siento una furia que acelera mi corazón. No suelo perder los estribos, pero su osadía me está cansando más de lo que debería.

— Solo mantente alejada.

— Le diré a mis padres.

— No te creerán — Sus orbes consumen los míos y levanta una ceja asegurando su tonta victoria.

— ¿Quieres ver que sí? — Si hay algo que me he de enorgullecer, es de mi fuerte capacidad de hacer o conseguir ciertas cosas que deseo y eso lo sabe perfectamente.

— Deki, debes entender... ¡Mierda! — Su teléfono suena y mira la pantalla, no sé quien rayos es, pero al parecer es urgente.

— ¿Son ellos?

— Deki, tengo que irme, te explicaré todo, pero debes regresar sola a casa, ¿Está bien?

— Más te vale.

Solo me levanto y me voy a casa un poco decepcionada, intento sacar algunas teorías, pero soy una mera mierda para eso, así que mejor me despejo un rato en el jardín de mi casa.

— ¿Y tu hermano? — Mi padre pregunta desde la ventana.

— Se quedó en la biblioteca — Le sonrió.

— Entra.

— Estoy tomando el aire.

— Hideki entra a la casa.

Resignada me levanto y miro a mi madre quien me sonríe y sigue en la cocina, huele meramente exquisito y salivo de más al mirar los alimentos que se encuentran en cocción, mi hermosa madre me abraza y su rostro se palidece en segundos.

— ¿Qué pasa? — Pregunto en un susurro.

— Hueles a perfume y tienes mascarilla en las pestañas, ¿Por qué no te desmaquillaste?

— Pero... ¡Oh demonios! — Entro en pánico y salgo de la cocina para toparme de frente con mi padre.

— ¿Por qué te maquillaste?, primero blusas de tirantes, después jeans, ¿Sigue esto?, recuerda que eres una mujer, no una regalada.

— Solo es mascarilla...

— ¿Y por qué usas perfume?, seguramente para atraer a cuanto hombre se te antoje, ¿Verdad? — Niego con la cabeza y la bajo, porque siempre debe ser así, no debes mirarlo a los ojos o de lo contrario recibirás la paliza de tu vida.

— Última vez que te veo de esa forma o te largas de mi casa — Me toma del brazo y me avienta para quitarme de su camino.

Suspiro silenciosamente y subo las escaleras para ir a bañarme, colocarme la pijama y bajar a cenar. Ésta vez lo hago sola, ya que a las diez de la noche mi madre solo debe atender a mi papá y no tenemos que interrumpir.

La puerta emite un rechinido y mi hermano entra con toda la normalidad del mundo, me molesta de sobremanera el hecho de que finja que todo está más que bien. Se dirige a la cocina y llega a la mesa con su plato lleno de comida.

— Estoy en una pandilla — No se por qué me sorprende demasiado, era de esperarse —. Debo servirle al líder porque un año atrás les pedí ayuda al meterme en una pelea con los altos mandos de aquí y me querían matar.

— ¿En qué mierda estabas pensado? — Pregunto dolida y preocupada. Masajeo mis cienes con el fin de relajarme un poco, pero no es más que un acto reflejo del estrés.

— Lo siento, hermanita, pero esos idiotas me provocaron.

— Típica mierda.

— Deki, ¿Guardarás el secreto?

— No.

— ¡Deki! — Alza la voz y me mira furioso —. No puedes hacerme eso.

— ¿Por qué?

— Es la única manera de solucionar mi deuda con los Black Dragons, no quiero ni pensar que es lo que pasará si huyo o no hago nada.

— ¡Es que eres imbécil! — Golpeo la mesa —. ¿Cómo se te ocurre?

— Ya te dije que me provocaron.

— ¿Y luego?, ¿Cuánto estarás a su servicio?

— Hasta que ellos me dejen ir.

Silencio.

No entiendo. No entiendo la necesidad de meterse en problemas a lo idiota, vivimos y crecimos bajo una familia con un ordenes estrictas para que no desviáramos nuestro camino y ahora resulta que este idiota está sobre la espada y la pared. Mi instinto sobreprotector no me deja pensar en lo correcto.

— Entonces quiero estar a tu lado — Mi hermano abre la boca sorprendido y niega como loco.

— ¡No!, no, ni se te ocurra, ¿Sabes lo que dices? ¡Eres mujer!

— ¿Y qué tiene el hecho de que sea mujer, pedazo de tonto?

— ¡No!, todos son hombres... Además, ni siquiera sabes defenderte, debes tener sangre fría y ser sádico.

— Pues aprendo, ¿Cuál es el maldito problema?

— ¡Qué no, Hideki! — Este se frustra ante mi demanda.

— ¿Sabías que estoy grabado la conversación? — Este deja de cubrir su rostro con las manos para mirar mi mano con el teléfono, donde los segundos pasan y se queda en silencio. Este se abalanza hacia mí pero por pura suerte logro echarme atrás rápidamente.

— ¡Hideki! — Aprieta sus dientes y sé que está más que enojado —. ¡Dame eso!

— No — Rodeo la mesa junto con él —. Méteme contigo y no digo nada.

— Maldita hermana, no, ¡Entiende! — Este corre hacia mi pero le aviento una silla —. ¡Hideki!

— ¡¿POR QUÉ MIERDA HAY TANTO RUIDO AQUÍ ABAJO?! — Mi papá viene bajando las escaleras y me comienzo a burlar de mi hermano, quien cambia de todos los colores posibles.

— Quiero hablar contigo papá — Le digo suficientemente segura.

— ¡Hermana, por favor!, me mandarán al reclusorio, yo qué sé, pero — Suplica casi de rodillas.

— Ya sabes lo que tienes que hacer, o me metes o te vas al reformatorio.

— ¡Deki!

— ¿Trato o no?

— Si, si ya está bien — Mi padre nos mira desde las escaleras y le sonreímos amablemente.

— ¿Qué quieres Hideki?

— Mañana hay un trabajo en equipo y tengo que ir a la casa de mi amiga.

— No. Háganlo aquí, ya sabes que a casa ajenas no debes ir.

— Está bien.

— ¿Tanto escándalo para eso?

— Lo sentimos — Decimos mi hermano y yo al unísono.

— Hijo tú no te disculpes, y tu ya lárgate a dormir, voy a cenar con mi muchacho.

— Bien — Le sigo mostrando la grabación a mi hermano y lo amenazo una vez más para así subir a mi cuarto y hacer copias de aquel audio, por si se le ocurre hacer una estupidez.

A la mañana siguiente no me queda más que irme nuevamente sola a la universidad, no sin antes hablar con mi hermano seriamente e intentar crear un discurso creíble, el cual fue un maldito fracaso.

Katsu

Maldigo una y otra vez a mi hermana quien jodidamente me tiene más que al borde la locura. Me dirijo sin más a otra reunión donde sin mucho alboroto me dirijo a Hajime, quien me sonríe al verme.

— La perra de los BD, ¿Qué pasa?

— Hay alguien que le interesa entrar.

— ¿Así de fácil? — El rubio se acerca, analizando la situación.

— Puede que les interese... Es mi hermano — El rostro de Kokonoi era de pura burla, pero sus ojos brillaron.

— Dos perras en los Black Dragons, ¿Así que él te ayudará a saldar tu deuda?

— Algo así...

— No creo que le moleste al jefe, será divertido — Para esto, finaliza con una gran sonrisa mientras un grave presentimiento me inunda el pecho, no digo más y doy media vuelta para irme a mi división.Donde hablan de algo que ni siquiera presto atención, pensando en mi hermana y sus malditos caprichos jodidos, ¿Qué mierda acabo de hacer?, miro a Taiju quien me dice que me acerque a él, con su aspecto intimidante del cual no termino de acostumbrarme.

— Con que un hermano, eh — Alza su ceja y asiento ante su comentario —. Espero que no sea una decepción al igual que tú.

— No lo será... De eso estoy seguro.

— Más les vale — Dice amenazante.

— Sólo hay un pequeño inconveniente — No puedo creer lo que estoy a punto de decir

— ¿Cuál?

— Es mudo — Digo sin creérmelo, maldita sea con esto.

— ¿Y tú eres su traductor o cómo? — Asiento nuevamente ante las palabras de Taiju.

— Servirá para algo — Dice Kokonoi.

— Sí..., mañana sin falta lo traes, lo quiero conocer.

Da media vuelta y se va con sus eternos chicos a lado de él. Suspiro pesadamente y voy a la universidad, donde me encuentro a mi hermana con los ojos brillosos, da palmaditas.

— ¿Y bien?

— Mañana quiere verte, ¡Hideki!, ¿Cómo mierda vamos hacer esto?, ¿Si captas que es un maldito riesgo?

— No pasa nada... Algo se nos ocurrirá ahorita.

— Maldita sea.



Hola bestiessss, ya se la saben, el Fic no le es fiel a ningún arco, además el ya mencionado contendrá escenas +18, violencia y demás. Se los juro que vengo con toda la intención de escribir un FF romántico, pero XD, a ver que pasa. 

Lxs amo y espero les guste.

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