II - Solum


<<Nada de celulares>>, eso fue lo único que Taiju me dijo antes de quitarme el celular y apagarlo, dejándolo junto con el suyo que sí estaba prendido. Era un doble moral pero entendía que el decidía que llamadas podía tomar y cuales no, algo que no pasaba conmigo, pues tenía la mala costumbre de responder.

Obviamente la zona horaria me provocó Jet lag, pero nada que no se quite con unas pastillas. El vuelo fue demasiado cómodo y ahorita Taiju está haciendo el Check In. Empecemos con describir el hotel donde nos quedaremos, en la zona principal colgaba una lámpara de araña, esta daba al centro justamente donde unos arreglos de flores color palo de rosa llamaban toda mi atención.

Estaba encantada con el lugar, emocionada también, pues el ha sido la única persona que ha roto con mi rutina de trabajo tan pesada. Una niña pequeñita llama mi atención, la misma me tiende una flor del color antes mencionado y le agradezco con una sonrisa.

— Vamos, amor — Taiju me toma de la mano para encaminarnos a los ascensores, y nos dirigimos precisamente al Pent-House.

Sinceramente estaba cansada, pero la emoción dejaba de lado todo molestar que presentaba. Entramos a nuestro humilde espacio, dejo de tomar la mano de Taiju mientras miro a todos lados no perdiendo detalle de la decoración y del estilo tan presente del ambiente. Un pasillo conecta a todos los lugares, habitación, baños y terraza donde se puede ver la torre Eiffel.

— ¿Te gusta? — Me encuentro con su mirada sin decir nada, sólo dejo que se acerque de nuevo a mí en este lugar que trasmite alegría pura.

— Me encanta, así como tú — Pega su frente con la mía y acuna mi rostro con sus manos.

— Tenemos algo pendiente más tarde, corazón... Mientras vamos a relajarnos.

— Ese <<Vamos a relajarnos>>, ¿Termina en final feliz?

— Hasta en la noche — Juega con su nariz y me suelta llevándome al jacuzzi.



Muevo mis manos un poco temblorosas, pues mis ojos enfocan la muñeca de Taiju la cual quedara ornamentada con una esclava, mi poca inteligencia me dijo que era un detalle perfecto para él, entonces por lo mientras estoy colocándola.

— Listo, después de un siglo — Aquel se burla y retira lentamente su mano.

— ¿Vamos?

— Adelante.

Vamos tomados de la mano al Le Cinq, su mano encaja con la mía y es demasiado suave. La energía que siempre me trasmite al tomarlo me hace flaquear, además de sentir algo grande en el pecho, por obviedad sus pasos son más grandes que los míos, pero esta vez vamos avanzando con sincronía.

Aprovecho para verlo de perfil, su seriedad al estar pensando en algo lo hace demasiado atractivo sus rasgos que combinan a la perfección así como aquellos luceros brillosos y penetrantes que son todos míos, en todo momento, en todas horas, en todo minuto, horas y segundos.

Me veo en la obligación de dejarlo de mirar porque hemos llegado a la mesa. Se trata más que de una mesa cuadrada con mantel blanco, algunas velas, aquellas flores características que se encuentran en todo el hotel, además de las diferentes copas de vino. Todo a su estilo, las sillas tienen terminación doradas, demasiado cómodas en realidad.

Taiju se siente enfrente y no hago nada más que mirarlo detenidamente. Analizando sus movimientos, los cuales me comunican seguridad pura, así como comodidad. Se arregla un poco la camisa, dice que le pica algo e intenta disimular el roce de lo que seguramente es la etiqueta. Mira a todos lados buscando al garzón, al hacer aquello observo su cuello trazado con las líneas negras permanentes, donde mis labios han estado miles de veces.

Siente sus ojos sobre él y es donde voltea a verme.

— ¿Qué tienes, corazón?

Definitivamente me estoy enamorando cada vez más.

— Nada, estaba pensando en muchas cosas — Entrecierra los ojos.

— Mentirosa — Unas ganas de llorar me gobiernan por completo, porque es miedo e inseguridad. Respiro disimuladamente y calmo aquellas lágrimas que estaba por salir.

Comenzamos a pedir y a elegir vinos, sinceramente le dejé eso a Taiju porque por obviedad conoce más que yo. Tengo que admitir que su inglés me tiene más estúpida de lo que ya estoy, es una melodía demasiado agradable escucharlo hablar otro idioma.

— Taiju, tengo una duda.

— ¿Es sobre las porciones de la comida? — Me quedo en blanco al escucharlo —. Hideki, eres demasiado expresiva, vi tu cara y ahora te estás poniendo roja.

— No puede ser — Me rio por lo bajo intentando dejar a lado el bochornoso momento —. ¿Por qué me lees la mente?

— Ya te dije — Toma un poco más de vino —. Eres muy expresiva, haces caras cuando no te parece algo, te burlas cuando alguien quiere o piensa que eres inferior a ellos, te enojas, haces una cara que me parte porque pareces niña malcriada. Cuando no has entendido algo o es muy sorprendente para ti, sueles cerrar los ojos sacudir negativamente tu cabeza y colocas tus manos así — Taiju pone las palmas de las manos como si fuésemos a chocar los cinco —. Cuando estás nerviosa sueles caminar por la casa y respiras muy fuerte o de plano fumas, frotas tus manos contra tus piernas y un sonido extraño sale de tu boca, y después te ríes o lloras. Y por todo te pones roja. Cuando alguien te hace una pregunta muy tonta, sueles quedarte callada, mueves tus ojos a la izquierda y luego miras a esa persona para después contestarle de manera educada. Y ni que decir cuando hacen algo mal, luego te calmas y haces las cosas debidamente. Cuando algo llama mucho tu atención tus ojos se iluminan, cuando no quieres llorar parpadeas varias veces y respiras según tú "Disimuladamente". Si una persona te miente y ya sabes la verdad, le contestas con una sonrisa en tu rostro, pero por dentro estás que hierves en ira. También he memorizado todos tus gestos cuando te estoy haciendo mía.

Me quedo meramente sin habla, no sabía que tenía patrones en mis acciones y eso estaba muy complejo de entender. Taiju satisfecho cruza sus dedos y me mira con fijeza, alzándose de orgullo por dejarme sin habla.

— Pero bueno — Añade —. Te explico, todo se deriva de la Petit Cuisine, donde todo lo pequeño es meramente exclusivo, entonces en este contexto de la cocina, todos los ingredientes son exclusivos, o el proceso o los elementos del plato, son más exclusivos, si ya sé que estoy repitiendo esa palabra, pero no encuentro otra, por consecuente es muy difícil hacerlos, entonces es por ello, todos esos factores se remiten a dinero, así que de ahí salen las porciones pequeñas.

— Dios mío, iluminaste mi cerebro — Asiente y se queda callado en lo que termino —. Listo, ¿Qué planes tenemos?

— ¿Quieres que te diga? — Se inclina levemente sobre la mesa y sonríe —. ¿O quieres demostración?

— Báilame, mejor — Me tiende la mano y subimos a nuestra estadía.

Las botellas de vino blanco eran lo que nunca podía faltar, estamos afuera en la pequeña mesa mirando el panorama y sintiendo un poco el clima diferente. Era agradable estar un poco ebria (Sólo un poco), porque me es más fácil externar mis emociones o hablar de asuntos fuertes.

— Hideki, ¿Te sientes segura conmigo?

— Sí... — Entrecierra los ojos y espera que diga algo más —. Yo, sinceramente no me veo con alguien más, ¿Sabes?, por algo estamos aquí haciendo las cosas bien, puede que algunos lo vean demasiado rápido, o lento, pero yo me siento bien.

— ¿Qué inseguridades tienes? — Se lanza a lo que quiere saber, sin rodeos —. Ya no tomes, necesito que le hagas frente a esto sobria, puedes fumar, claro, pero deja de escudarte en el alcohol por la valentía que te da.

Enciendo el primer cigarrillo, desvió la mirada a la torre ya iluminada tomando valor de hablar de algo que siempre ha sido muy difícil de exteriorizar, porque siento que me van a juzgar en determinado momento.

— Empecemos por lo más básico — El también está fumando —. Taiju, eres una persona demasiado atractiva, que tiene buen estatus social y muy inteligente, para mí es difícil dar el ancho en esa cuestión, sabes que no tengo buen cuerpo, no hago ejercicio, sí, mi metabolismo me permite comer lo que quiera sin engordar mucho, pero aún así. He visto mujeres hermosísimas que no te quitan la mirada, y me siento menos que ellas, y pienso que en cualquier momento me dejarás por alguien más linda y no quiero eso.

— Prosigue — Suspiro fuertemente, intento descifrar su actitud, pero no me dice nada —. Es bueno saber todo esto.

— No quiero saber nada de las ex novias que hayas tenido, es mejor, se le llama salud mental. A Greila la conocí porque así lo quiso el destino, y tú y yo sabemos que está preciosa. También no me gustan las escenas de celos muy fuertes, primero tienes que escucharme hablar, porque en mi trabajo se da mucho de considerarme atractiva y no es por alzarme el cuello, simplemente tengo un imán con esas personas que no quisiera tener, pero no te preocupes... Siempre las termino alejando, eso no es problema.

— Anotado.

— Y esto lo digo en serio, no de la forma pesimista — Le doy una profunda calada a mi cigarrillo y lo dejo salir por mi nariz —. Si una persona nueva aparece en tu vida, que te haga sentir algo hacia ella, dímelo, no me engañes, no me mientas, sabes que odio las mentiras.

Asiente lentamente, cruza su otra pierna y saca el humo por la nariz. Está de perfil, justamente como me encanta.

— Seré sincero, Hideki — Su seriedad me hace sentir pequeña en la silla, además sus ojos se han clavado en los míos —. Y no quiero sonar arrogante, ¿Pero por qué crees que mandé todo al diablo cuando te vi después de años?, Hideki, mi mundo se detuvo cuando miré de nuevo a la mocosa que me sacaba de mis casillas en cuestión de segundos, quien me hacía reír y me decía mis verdades a la cara. Verte de lejos, escucharte reír, y hablar otra vez me hicieron sentir vivo. Yo no quiero nada con nadie más, sólo contigo.

Toma mi mano libre y pasa su pulgar por el dorso.

— Yo te quiero a ti, a nadie más y necesito que lo tengas muy claro — Ahora si me deja tomar más vino —. Y ya no quiero que te vayas de mi vida.

Por obvias razones el ambiente se volvió íntimo, la seguridad de Taiju me hizo sentirme firme en el terreno que estaba pisando, mismo que estaba mal cimentado debido a mis inseguridades, entonces dejaré poco a poco mis miedos para que esto funcione de la mejor manera posible. Nadie dijo nada, nos tomamos otras dos botellas de vino y entramos a la habitación.

Estoy totalmente envalentonada por el alcohol, así que lo tomo de la mano guiándolo a la cama, donde se sienta en la orilla mirándome con fijeza. Me alejo unos pasos para desnudarme lentamente, dejando caer el discreto vestido rojo que también me atrapó en cuanto lo vi. Mi diminuta lencería del mismo color sale a la vista.

Tomo la mano de Taiju la cual me hace girar sobre mi propio eje, sintiendo sus ojos por todo mi cuerpo sin dejar un lugar sin ver. Aquel se levanta dejándome en desventaja por las alturas, pero su mirada no me hace más que desearlo más en ese momento, pues su seriedad me nubla toda.

Me toma a su antojo, dejando su mano sobre mi cintura, acercándome con fuerza a él, no dejándome respirar por el beso tan profundo que me está regalando, donde su aliento combina con el mío, pues el vino aún resiste en ese lugar. Aquella lengua ya juega a la par, creando así una tormenta de sensaciones que bajan por mi espina dorsal. El calor de su tacto siempre será una pieza que encaja a la perfección.

Mis manos buscan sus botones y torpemente los dejo libres, su cuerpo tan trabajado aparece ante mí. Yo sigo buscando mi objetivo deshaciéndome del cinturón y sus pantalones. Una vez que lo tuve en ropa interior, coloqué una mano en su pecho para acostarlo sobre la cama.

Automáticamente me coloco sobre él, me doy la libertad de tocarlo a mi antojo y siento como tan solo tenerlo así, me lleva a la lascivia completa. Muevo las caderas provocando un roce contra su entrepierna. Busco su boca, tiro un poco de su labio inferior haciéndolo reír de pura satisfacción al mismo tiempo que sigo danzando sobre él para seguir siendo merecedora de su erección.

Me encuentro erguida en este momento, Taiju ha colocado sus grandes manos en mis caderas y yo lo observo desde arriba, sintiendo mariposas en mi estómago, así como una corriente eléctrica que gobierna tenuemente mi cuerpo, formando una capa de sensaciones placenteras.

— Necesito apagar la luz — Y no lo hago por inseguridad, me he entregado varias veces al mismo hombre que la vergüenza o riesgo de sentirme señalada. Sino porque necesito que la noche de París acune nuestro grande acto de amor.

Encuentro los apagadores y bellamente la torre es lo único brillante, por alguna extraña razón sigue el centelleo de la misma, siendo que a determinada hora se apaga. Por el tenue reflejo de la ventana me es posible verlo, el calor de su cuerpo primero aterriza en mi espalda, sus labios buscan mi cuello y yo echo la cabeza atrás redimiéndome.

— Quiero formar una familia contigo y hacerte feliz — Lo grave de su voz sólo me humedece más, mis ojos se pierden en el paisaje, pero soy totalmente capaz de poner atención a cada una de sus palabras —. Porque te amo.

— Yo te amo más y quiero pasar el resto de mi vida contigo — Declaro con la misma intensidad.

Soy capaz de girar y atraerlo nuevamente a mis labios, ahora con más intensidad queriendo saciarme de él, mismo que solo aumenta mis ganas de tenerlo junto a mí, haciéndome lucir como la persona más egoísta del mundo al sólo querer existir con él.

Aquella lengua humedece partes de mi cuello, succiona sólo un poco y yo me dejo consentir por él, pasando mis dedos por su encantadora espalda y soltando de vez en cuando suspiros que me hacen sentir especial y viva.

De un momento a otro me pega más a su cuerpo y hace que me enrede a sus caderas con mis piernas, llevándome nuevamente a la cama, donde me deposita gentilmente. Mi espalda siente la suavidad de las colchas blancas, regalándome a su vez un frescor. Taiju se acomoda entre mis piernas buscando mis senos, mismos que son liberados entrando al acto, donde sus grandes manos los acunan y los masajea a su antojo.

Siempre perdemos el control, pero esta vez nos estamos tomando el tiempo necesario para amarnos. Hundo mis manos en su cabello justamente cuando siento su húmeda lengua en mi pezón, trazando círculos, tirando un poco de él, haciendo que mi diminuto cuerpo tiemble y se arquee, respondiendo a sus actos envueltos en pecado. Aún no satisfecho, deja sólo un pequeño pico en mis labios, bajando nuevamente por mi garganta, hasta toparse con mis bragas, mismas que desaparecen.

Su respiración se dirige a mi entrepierna y me abro más para él. Inmediatamente pasa la lengua desde mi entrada hasta mi clítoris, lentamente, seguramente degustando mi sabor. No puedo describir a la perfección lo que siento, pero todo eso me hace enloquecer más, sumando aquella vista que tengo de él entre mis piernas, donde ahora cada una está por sus hombros.

Las manos de Taiju ahora están en mis nalgas para atraerme más hacia él, donde ya ha perdido la lentitud y me regala un oral que me hace estrujar las colchas. Me arranca gemidos, hace que la respiración se corte, y mi cuerpo cede ante Taiju, como siempre es costumbre. Aquellos sonidos lascivos inundan la habitación, el succionar lo permitía realizar las melodías que comunicaban lo hambriento que se encontraba, lamía con dedicación, como si su vida dependiera de ella.

— Taiju... — Me estaba llevando al perfecto éxtasis. Mi cuerpo temblaba, las piernas se me querían cerrar para ayudarme a llegar al clímax, pero él las abría para seguir con lo suyo.

— Ya sé, corazón. Estás vuelta loca — Sólo su lengua fue protagonista en este primer encuentro, moviéndose ágilmente llevándome al clímax con unas lengüetadas más.

Alzo las caderas como acto reflejo, deliberando el nudo de placer que se extendió por todo mi vientre, dejando aquella zona sensible y un poco más mojada que de costumbre. Mi pecho subía y bajaba, intentaba calmar mis latidos acelerados pero eso iba tomar tiempo. Miro los ojos de Taiju y estos brillan,

— Ven aquí — Tira de mi mano para así sentarse en la orilla y a mí dejarme en el suelo de rodillas entre sus piernas.

Se había sacado los bóxers, así que su deliciosa erección ya estaba más que lista, misma que tocaba casi si ombligo. Me acerco un poco más, y tomo aquel pedazo de carne caliente para acariciarlo con mi mano gentilmente, por el momento solo uso mi dedo índice y pulgar para subir y bajar poco a poco, hasta llegar a la punta y presionar un poco más para llevarme líquido preseminal y así direccionarlo a mi boca.

Parece gustarle bastante, porque toma mi cabello para peinarlo y restregarme todo su miembro por la cara, aún estando a oscuras puedo ver como tensa las mandíbulas haciendo un enorme esfuerzo por no follarme la boca como un desquiciado, conocía muy bien todas sus acciones.

— ¿Por qué te muestras tan pasivo? — Decido provocarlo mientras saco mi lengua y la deslizo por todo su venudo eje.

— ¿Disculpa? — Con fuerza me hace verlo a los ojos, la mano libre que tiene guía su erección a mi boca —. Abre.

Abro poco a poco mi boca hasta saborear la punta de su pene, bajo un poco pero decido molestarlo un poco.

— Con los dientes no... — Su voz llena de advertencia me dirige a la diversión y peligro, así que no hago caso —. Hideki...

— ¿Qué? — Pregunto con sorna.

Suspira fuertemente y en un movimiento rápido me encuentro sobre la cama, pero mi nuca reposa en la orilla de la mencionada, dejando así caer un poco mi cabeza.

— Se me olvidaba que te gustaba que te traten como una puta — Me emociono por su tono.

— Que bueno que no lo olvidas, si sirves para algo — Una risa se me escapa y lo siguiente que siento es su mano en mi mejilla, dándome una cachetada.

— Abre la puta boca — Muerdo mi labio inferior y lentamente la abro.

Taiju coloca sus manos alrededor de mi garganta y dirige su pene a mi boca, tomo aire y de una se clava en mi boca, siendo parte de mi castigo, donde el se queda quieto por unos segundos que me parecieron horas, las lágrimas no tardaron en aparecer por la intromisión tan fuerte de mi novio.

— Que bien se siente tu garganta — No tarda en follarme como un animal, dejando salir sonidos de aquellas estocadas que me daba, uniformes, profundas y otras suaves.

De vez en cuando sale de mi boca para dejarme respirar, pero son solo escasos minutos para seguir en lo suyo. Siento como la saliva se desborda, además de sentir como se abulta mi garganta cuando entra y sale su miembro. Definitivamente mi cara es un mero desastre, el maquillaje seguramente se me ha corrido, así como los restos de labial que tenía.

— Taparé tu nariz — No me da tiempo de tomar aire y acto reflejo de hacerlo sólo provoca que apriete más mi garganta.

Taiju es un manojo de gemidos al sentir aquello, lo está disfrutando y eso me hace sentir más excitada a pesar de la falta de aire. Él me libera haciendo que intente jalar todo el aire posible.

— ¿Quieres agua?

— Vino...

— No tienes remedio — Desde mi posición puedo ver como se aleja y de paso observar su trasero redondo, demasiado lindo para mí.

— Tienes un bonito trasero — Lanza una fuerte carcajada.

— Es todo tuyo, dice tu nombre.

— Más te vale — Me siento en el borde de la cama para seguirlo con la mirada. Se detiene a escasos centímetros y me tiende la copa, misma que no dudo en beberla rápidamente.

Con una servilleta limpia los restos de saliva, y me quita la copa para seguir en lo nuestro.

— Sigamos... — Soy llevada al centro de la cama. Nos besamos nuevamente sintiendo el sabor de aquel vino que tanto me gusta.

Cierro los ojos nuevamente sumergiéndome en toda sensación, abro más las piernas para él y solo siento como pasa la punta de su pene en mi húmeda entrada. Me abrazo a su cuello, respirando entrecortadamente, atrapando su lóbulo, hasta que siento como se hunde poco a poco.

Ambos suspiramos al tenernos conectados. Me encanta tenerlo así, haciendo todo lo posible por clavarse lentamente disfrutando de las sensaciones de calor de cada parte, como si fuera terciopelo pasar por tu piel. Entra por completo, sintiéndome llena y amoldada a él.

Taiju enjaula mi cabeza con sus brazos descansando en la cama, los cabellos de este hombre reposan en aquel rostro que tiene sudor. Él comienza a embestir lentamente, haciendo que mi cuerpo rebote poco a poco, se toma el tiempo necesario para después ir en aumento.

Paso descaradamente mis manos por su espalda y el esconde su cara contra mi cuello, regando besos y chupetes, respirando fuerte en mi oído, arrancándome gemidos por cada penetración que me regala. Es una gloria sentir como se tensa su espalda con cada ir y venir. Aprieto su eje para que pierda la cordura una vez más, levantando mis caderas, susurrando cosas obscenas que a él le gustan provocando que vaya más profundo.

Busca mis labios, y yo se los regalo, el beso es demasiado torpe porque ambos buscamos jadear con cada movimiento. Nos separamos, dejando nuestros rostros a escasos centímetros, atrapando nuestros gemidos.

— Baila para mí — Ahora el queda debajo y yo encajada.

Mis pechos quedan atrapados por sus grandes manos mientras muevo mis caderas para él. Su rostro envuelto en deseo solo provoca que me enfoque. Paso mis dedos por los tatuajes que siempre me encantaron.

— Déjame consentirte, quiero esta encima de ti — No diga nada, sólo me dejo llevar.

Lo abrazo con mis piernas, su mano se dirige a mi clítoris y como consecuencia mis uñas se encajan a su espalda. Nos fundimos nuevamente, entre caricias, palabras, susurros y demás, hasta que le indico que voy a correrme.

— Vamos, quiero escucharte — Dos roces más de sus dedos y fue suficiente para tensarme completamente y gemir sin vergüenza alguna.

Parece encantarle pues me regala unos gemidos demasiado audibles al mismo tiempo que siento su semen en mi interior, sus tres ultimas estocadas fueron torpes, para así quedarse dentro y vaciarse por completo.

— Te amo, Hideki.

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