II - Redi

Los siguientes días estuvieron llenos de diversión y momentos íntimos, Taiju me permitió conocer una faceta totalmente diferente, llena de chistes de todo tipo, bromas, me explicó a detalle ciertas obras que se encuentran en el museo de Louvre. Ahora estábamos tomando un café frente al Vaticano, el corazón de la religión Católica, misma que está llena de muchas dudas, preguntas e inconsistencias.

— Sinceramente el hecho de estar frente al corazón de Roma es... Escalofriante.

— ¿Por qué? — Taiju me mira un poco raro —. Oye si vas hablar de estos temas, mejor cállate.

— ¿Ves?, hasta tú sabes que hay algo mal en todo esto — Alzo mis cejas y él sonríe —. Algo anda mal, mira tú eres cristiano, más no católico.

— Contexto — Froto mis manos llena de alegría al hablar de un tema que siempre me ha interesado.

— Vamos a caminar — Simplemente lo guio al Vaticano —. Mira hay una grande diferencia, sí, ambas religiones están cimentadas en lo que se le define como Mesiánica.

— O sea de Jesús.

— Ajá — Afortunadamente el sol está bajando, así que no es molesto —. Los cristianos tienen una jerarquía descentralizada, dependiendo de sus ramas, en cambio los católicos tienen a los papas, cardenales, obispos, monjas, presbíteros, y diáconos.

— Entendí casi todo, pero no los últimos términos.

— Presbítero es un sacerdote que está bajo el mando de un obispo propio, o sea su representante y el diácono sigue órdenes de su mayor de la iglesia, quien puede bautizar, entre otras funciones — Taiju me abraza y me da un profundo beso, mismo que no dudo en recibir —. ¿Ya te aburrí?

— Para nada, sigue — Acaricia mi mejilla con dulzura.

— Los católicos reconocen al Papa como máxima autoridad y los cristianos toman una posición ortodoxa, o sea aceptan al Papa en calidad del patriarca de Occidente, pero no como figura superior. Entorno a los textos sagrados, ellos tienen la biblia y ustedes los cánones hebreos, alejandrinos.

— ¿Qué pasa con el celibato?

— Para los cristianos no es obligatorio, y para los católicos dañados, sí.

— No entiendo.

— Ni yo, es por eso que la red más grande de pedofilia es dirigida por Roma. Vi un estudio que hicieron donde usaron inteligencia artificial haciéndose pasar por menores de edad, claro está para fines sexuales y adivina quienes fueron los primeros en contratar ese servicio.

— Los sacerdotes de iglesia católica.

— Correcto, que listo eres mi vida y, por último. Toda religión tiene secretos, claro está, pero aquí hay algo extremo que no puede salir a la luz porque por algo existe el Archivo Apostólico Romano... Simplemente fue una catástrofe cuando Galileo Galilei dijo que el sol no era el centro del universo y la biblia dice que sí lo es. Entonces en ese momento lo culparon de herejía y querían que se retractara de sus palabras porque fue una gran noticia... Al ver que no quiso, pasó por prisión domiciliaria, bueno todo esto lo desencadenó Copérnico, fue el primero que confirmo la teoría heliocentrista, entonces los funaron a los dos, con la diferencia de que él ya estaba muerto.

Me quedo viendo el panorama de Roma, y un escalofrío me recorre el cuerpo. Taiju no me quita la mirada.

— ¿Si me pusiste atención?

— Sí, sólo que me gusta observarte cuando hablas de algo que te gusta.

— Mentira — Le doy un golpe, mismo que atrapa —. A ver repíteme exactamente lo mismo o te quedas sin novia.

— No inventes, Hideki.

— Uh, te quedaste sin novia entonces — Me doy media vuelta para seguir caminando según yo, indignada, pero Taiju no tardó en alcanzarme y darme muchos besos que hicieron que mi pecho se inflara.

— Ni loco, ¿Ok?

— No quiero regresar...

— Yo tampoco, pero tenemos cosas que hacer, corazón — Caminamos por los aires de Europa, sintiéndonos más melosos que de costumbre, no quería que su mano me soltara.

— Renuncio.

— Yo no puedo, tengo que darte una buena vida, y también a nuestros futuros hijos — El hecho de imaginarme un mini yo o un mini él me hace sentir viva y obviamente con miedo —. ¿Qué has pensado sobre eso?

— Sinceramente... — Visualicé un lugar cómodo para hablar, en unas bancas con una vista excelente a unos jardines —. Tengo miedo, pero por no ser una buena madre... Me refiero a que obviamente no cometeré los mismos errores que cometieron conmigo, pero ¿Qué tal si hago algo mal?, al final del día todo acto trae una consecuencia y no quiero ser el tipo de mamá a la que odian.

— Te entiendo — Ambos llegamos a la banca y nos sentamos. Taiju me arrastra a él —. Lo pasé con mis hermanos, así que también tengo un panorama diferente, solamente sé que criarse sin padres es demasiado difícil, careces de amor, dinero y tienes que madurar a edad muy temprana, desarrollando ciertos trastornos con los que es complicado lidiar.

— Ambos tuvimos una crianza diferente, tuviste una vida más difícil, yo por lo menos tuve apoyo de mi hermano...

— Es aquí donde yo te llevo la contraria, para ti fue un gran golpe el ver como tu madre era asesinada, algo que no viví en lo absoluto.

Aquí es donde afirmo mi punto que nuestro dolor siempre será más grande que él de los demás, aún viviendo similitudes en la vida... Es por ello que también creo firmemente en que la empatía no existe, o en su defecto está mal definida.

— Tierra llamando a Hideki.

— Presente — Nos miramos fijamente, puedo ver a través de aquellos orbes y comunican felicidad.

— Ya es hora de empacar, corazón.



Solamente trato de visualizar mi cama, pero tengo que atender a mi perro, quien feliz me recibe y quiere darme besos a lo descarado. Le di las gracias a mi hermano y pasé rápido a ver a mis sobrinas, quienes estaban dormidas, tranquilas y hermosas... Ambos nos encontramos cansados, así que trataremos de dormir lo más que podamos para empezar con el pie derecho en el trabajo.

— Ya me hacías falta, Hideki — Mi jefe me recibe con un abrazo —. Hubo muchas cosas que me costó resolver.

— Pero si usted es el jefe... Y quién sabe más... — Dije con ironía —. Es injusto, usted gana más que yo.

— Ya ya, vete de nuevo a Europa y deja de molestar — Idiota —. Ven conmigo.

Me arrepentí de entrar a la sala de autopsias, pues el hedor a carne quemada me revolvió el estómago como nunca. Cierro los ojos y entro, obviamente bien protegida.

— La madre quiere hacer la recolección de esperma, Hideki.

— Pero eso sólo es en caso de que el sujeto haya estado en la guerra... No se puede — Me quedo quieta unos momentos para después tomar valor y acercarme con quien estaba haciendo la necropsia.

— No lo entiende, ¿Hablarás con ella? — Miro al cadáver demasiado siniestro para mi gusto, en mi trayectoria laboral había visto de todo, pero la gente quemada siempre será mi talón de Aquiles, más que nada por el olor y también por el aspecto tan fuerte que adoptan.

— No es necesario hablar con ella, nos podemos amparar legalmente sin dar explicaciones — Gina me mira con fijeza.

— ¿Entonces no? — Muevo la cabeza.

— No, además podemos meternos en un problema, es demasiado arriesgado y no quiero estar detrás de una cárcel.

— Ven, ayúdame con algo Hideki — Quisiera hacer pucheros como niña pequeña para que me dejaran ir pero no puedo, mi ética no me lo permite.

— Estás muy pálida...

— La gente quemada no es mi fuerte, sinceramente... — Siento como se me revuelve el estómago.

No puedo respirar profundamente, pues el olor ya me es demasiado fuerte, tanto que me empieza a doler la cabeza y sólo pido en silencio que todo esto acabe de la manera más rápida posible.

— ¿Y bien? — Intento perderme en otro tema de conversación —. ¿Qué se ha investigado?

— Fue un incendio en una fábrica, al parecer fue provocado porque encontramos restos de materiales ¿Inflamables?

— Pobre chico, las quemaduras de primer y segundo grado son las más dolorosas — Con toda la paciencia posible tomo su brazo y trago con dificultad —. Bueno, entonces mi tarea es hablar con la madre.

— Suerte, es una persona demasiado grosera.

— Hablaré con ella cuando cierres el cuerpo y esté en los refrigeradores.

— Ya vete de aquí, te veo a punto de vomitar.

Salgo como puedo directamente al baño, jamás me he podido acostumbrar al olor tan penetrante... Mismo que hasta queda en la garganta, piel, pelo e impregnado en todo tu cuerpo.

Corro a mi oficina, pues tenía la dicha de tener un baño propio. Entro rápidamente y cierro la puerta para hincarme en el suelo y desechar el buen desayuno que Taiju me había preparado. Me tomo de la taza al seguir cediendo ante mis arcadas, mismas que me hacen doler el estómago como no tienen idea.

Intento respirar pero de nuevo me inclino, ahora ya es sólo saliva, pero mi cuerpo sigue insistiendo hasta que me deja de atormentar. Doy un gran respiro, mis ojos lloran y sigo escupiendo un poco de saliva.

Maldita sea, que buen recibimiento me han dado.

— ¿Hideki? — Mi hermano llama a la puerta —. Te vi pasar corriendo, ¿Todo bien?

— ¡Espera! — Me lavo los dientes y salgo, abro la puerta de mi oficina y mi hermano frunce el ceño —. Dios mío, los quemados siempre me atormentan.

— Uh, con razón. Siempre sales directo al baño, que mala profesionista eres — Siento aún el olor y quiero morirme en ese momento —. Te ves extraña de la cara, más ¿Feliz?
— Es tú imaginación — Me lanzo al sofá y trato de respirar —. Tengo que hablar con la madre del quemado.

— Hideki... — Me reprime ante mi poca ética —. ¿Quieres que esté presente contigo?

— No... Me las arreglaré sola, por lo mientras pediré un té o encenderé mi aromatizante porque sigo oliendo a carne quemada.

— Yo te lo traigo.

El té parece relajarme un poco, así que por ende mis niveles de estrés bajan... Pero sigue siendo demasiado fastidioso, no puedo concentrarme en la señora rubia que tengo delante, cuyo rostro está más que rojo por la impotencia de no poder cometer sus caprichos.

— Ustedes no sirven para nada — Ella golpea la mesa sacándome de mis pensamientos —. ¡No entienden una mierda!

— Usted tampoco entiende nuestra posición, así que estamos igual — Dejo salir con fastidio, mi hermano me mira desde la esquina con cara extraña, como cuestionando mi respuesta —. Lo siento señora, no podemos hacer nada al respecto.

Respiro profundamente al sentir de nuevo las náuseas.

— Los demandaré — Ay por favor, ¿Cuántas veces he escuchado eso?, sólo muevo la cabeza, y busco a Katsu con la mirada, necesito de su relevo para poder ir al baño otra vez.

— Le entregaremos el cuerpo más tarde — Ella atrapa mi mano en la mesa en cuanto me levanto —. Señora...

— Todos ustedes se van arrepentir — Cierro los ojos y quiero salir corriendo porque la salivación ya me alerta de nuevo.

— Nos vemos más tarde — Salgo de ahí nuevamente a los baños, sintiéndome miserable porque lo que más odio con mi vida, es vomitar.

Más tarde, mi hermano me encuentra en mi oficina con ganas de hacer nada. Se sienta a mi lado y procede a masajear mi cuero cabelludo, haciendo que el sueño me gane y quiera dormir plácidamente en mis horas de trabajo.

— Hideki, ¿Ya comiste?

— Lo intenté, pero no... Lo vomito y es asqueroso, siento que huelo a muerto quemado y vómito — Me quejo abiertamente —. Ya me quiero ir a casa y el idiota de mi jefe gana más que yo y no sabe una mierda.

— Bueno, lo último ya lo sabíamos — A pesar de todo, no me siento tan acribillada, sólo me falta sobrevivir una hora más —. Tenemos una pequeña comida el sábado, ¿Vienes?

— La familia de tu esposa me cae mal.

— Hideki hoy estás demasiado sincera.

— ¡Tengo hambre! — Me desespero —. Y si como, ¡Sorpresa, perra!, va para afuera.

— Olvidaba lo insoportable que te pones, ¿Cuándo fue la última vez que pasó eso?

— Hace un año, y salí corriendo también, mi jefe me regañó y me hizo acompañarlo en toda la necropsia — Con solo recordarlo me dan escalofríos —. ¿Sabes en cuántos días se me pasará esto?

— No vengas a trabajar en una semana, por favor.

— Siii, aunque me descuenten los días.

— Huy sí, como ya tienes a quién te mantenga — Lanzo una sonora carcajada.

Llegué al restaurante de Taiju debido a que de imprevisto me dijo que teníamos una cena con Greila y su esposo, algo que maldice abiertamente pues estar en un lugar donde hay comida no era de mi agrado, no en estos momentos. Le dejo las llaves al del Parking y me encargo de entrar, donde ni siquiera preguntan mí nombre y me llevan directamente a la mesa, en la cual diviso a las cinco personas que están sentadas.

Taiju me mira y se levanta de inmediato, acercándose a mí y abrazándome fuertemente.

— Te extrañé, corazón — A veces no se me daba ser romántica y esta era la ocasión. Solamente me pongo de puntillas y lo beso con determinación, disfrutando siempre todo de él —. Te pedí cortes de carne.

La ironía me hace llorar por dentro, no quiero nada que tenga carne.

Saludo a todos los integrantes de la mesa y me enfoco a su tema de conversación, el esposo de Greila mira despectivamente a Taiju de vez en cuando, haciéndome recordar que él no lo tolera tanto, porque no sabe separa el pasado del presente. La cena llega y sinceramente se ve deliciosa, pero no puedo evitar burlarme del marido de Greila.

— ¿Quién en su sano juicio pide su carne en término inglés? — Cuestiono dejando de lado el asco —. Jamás había conocido a una persona que le gustara...

— A mí me gusta — Responde tranquilo —. Pruébala.

— Esa cosa todavía dice Mu. — El toma un poco de su carne y me ofrece.

— No, no, no, así está bien — Greila se burla de la situación y yo observo mi plato.

Después de terminarlo, me aplaudo mentalmente porque me siento un poco mejor. Taiju me abraza y me susurra que me ama, y yo me dejo consentir por él, teniendo una velada agradable, riendo y recordando ciertas cuestiones que había olvidado, mismas que mi mente había bloqueado.

— No puede ser — Digo sin pensarlo para levantarme e ir a los baños rápidamente —. Maldito seas, quemado.

Llego a duras penas al escusado, de hecho, empujé sin querer a una señora por entrar rápidamente, pero ya estaba a punto de vomitar nuevamente. Ya me duele el estómago de tanta arcada, llevándome al mismo infierno. Agradezco que el baño esté solo, porque es horrible escuchar a alguien vomitando.

— ¿Hideki? — Escupo un poco de saliva antes de tomar aire y contestarle a Greila.

— Dame dos segundos, estoy bien — Limpio el sudor que se me generó en la frente y me levanto para tirar de la cadena —. Maldita sea...

— No me digas que estás embarazada — Abro la puerta y niego con la cabeza.

— No, de hecho estoy en mi regla, hoy tuve un día pesado en mi trabajo y desafortunadamente el olor a quemado me saca de mis casillas horrible.

— Oye y Taiju te hizo comer carne — Suelto la carcajada —. ¿No le dijiste nada?

— Nop, tuvimos un día demasiado apurado y apenas nos vimos — Ella me sonríe.

— Bueno, supongo que sólo es un día, ¿No?

— Una semana, a lo mucho.

Por fin salgo del baño y Taiju solamente se despide para llevarme a casa, durante todo el camino se le ve demasiado preocupado, pero yo vuelvo a explicarle lo que había sucedido. Me deposita en la cama, se encarga de darle de comer a mi perro y después sube a verme.

— Hideki, tengo una pregunta.

— Dime — Siento como se hunde la cama ante su peso y abro los ojos, encontrándome con los suyos tan hermosos.

— Bueno es duda, ¿Por qué no empezamos a vivir juntos? — Sonrío —. Mi casa es demasiado amplia...

— Huy, el rico humillando al pobre — Lo interrumpo para lanzarme a él y recostarlo en la cama —. ¿Por qué me estás diciendo probretona?

— Claro que no — Coloca sus manos en mis caderas.

— No me veas así, porque ando como perra en celo — Me quejo —. Pero bueno, prosigue.

— Sinceramente me gustaría quedarme en tu casa, podemos ampliarla y además tu perro seguiría en su espacio... Y cómodo — Asiento lentamente —. Tenemos que ampliar tu habitación, porque sinceramente mi ropa no cabrá en tu clóset y también el garaje.

— Tú lo pagas — Bromeo —. No es cierto, sí, me parece bien...

Taiju hace que roce mis caderas y solo lo miro reprendiéndolo. Él sonríe y me derrite por completo, me atrae hacia él para mover su boca sobre la mía, confiado, seguro y demandante.

— Taiju... Estoy en mis días.

— ¿Y?, ¿Para qué está la ducha, entonces? — Se sienta en el borde de la cama conmigo encima —. Además, he estado duro desde que te vi con este atuendo, te ves exquisita.

— Que hormonal — Le beso la frente —. Me gusta.

— Vamos.



Al entrar a la sala de juntas, me percato de nuevos ojos, pero se tratan de unos zafiros que me dieron demasiados escalofríos, finjo demencia hasta que levanto bien el rostro y veo a un hombre alto, de cabellos negros, facciones fuertes cuyos orbes me intimidad un poco. Vestía elegantemente y a su lado está su asistente, una chica más baja que él, de prominentes curvas, cabellos negros y labios rojos.

Miro a mi jefe pidiendo explicaciones, pero sólo sigue en silencio mientras me acerco a saludarlos. La mano de aquel hombre estrecha la mía, su contacto visual obligaba a mis ojos mirarlo, así que no tengo opción.

— Un gusto — Aquel asiente con una sonrisa y seguí con su asistente, quien me devuelve el saludo.

— Hideki, permíteme presentarte a tu nuevo jefe.

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