II - Novi te

Después de un tiempo Greila había regresado, la cena fue totalmente imprevista y aquí nos tenía, en un agradable ambiente en su sala de estar con un vino delicioso y uno que otro gustito que me dejaba el paladar agradable. Taiju pasa su brazo por mis hombros para acercarme a él mientras otra carcajada retumba en el salón, haciéndome olvidar ciertas cosas que habían pasado.

— Muy bien, ¿Cuáles son los planes, Taiju? — Ella se hecha algo a la boca mientras busca los cigarrillos —. Tenemos un viaje pendiente, y ustedes se fueron de enamorados a Europa.

— Una disculpa por darnos ciertos lujos, envidiosa — Responder mi novio haciendo que su marido se burle, creo que está aprendiendo a sobrellevar a Taiju —. ¡Además ustedes acaban de regresar!

— Ya veo que el envidioso es otro — Dice ella con una mueca —. Pero bueno, somos jóvenes aún, tenemos dinero, estabilidad y libertad... Bueno, yo entrecomillas, porque tengo unos demonios que cuidar.

— Dime que lo de jóvenes es una broma — Meneo un poco mi copa mientras lanzo mi comentario.

— Hideki, no tenemos sesenta años, querida.

— Ni veinte, la palabra correcta es, jóvenes adultos.

— Me gusta — Ella me cierra un ojo y le sonrió —. ¿Entonces...?

Taiju se queda callado y los ojos le brillan como nunca, algo que me hace fruncir un poco el ceño ante aquella expresión un poco ordinaria en su vida cotidiana; poco a poco sonríe —. Las Vegas, claro que sí.

Greila se echa a reír negando con la cabeza mientras intento consolidar que literalmente es la ciudad del pecado. Me emociona conocer, pero las apuestas quedan fuera de mi radar, soy pésima para ello, además no tengo suerte ni don que tenía mi bisabuelo para entrar en aquel túnel sin final y ganar.

— Tierra llamando a Hideki — Reacciono ante la voz de mi novio —. ¿A dónde te fuiste?

— A la quiebra con tan solo pensar en Las Vegas — Los tres se burlan de mi comentario y yo solo tomo otro cigarro para rellenar mi copa y sentir poco a poco los efectos.

— ¿Y nuestros hijos?

— Se van a quedar con tu mamá, ¿Por? — El rostro de su marido es gracioso.

— ¿Cuándo te dijo que sí?

— Mañana que los recoja de su casa, es seguro que no se negará, cariño — Me pierdo en la bonita pareja que son, sus ojos irradian amor puro, sincero, de ese que te alimenta el alma conforme pasa el bendito tiempo.

¿Taiju y yo nos veríamos de esa forma?, ¿Irradiamos amor?, ¿Nos vemos como la pareja del año?, sonrió al mismo tiempo que cierro los ojos porque ya estoy demasiado ebria, tanto que comienzo a pensar de más, pero es que es imposible no hacerlo.

— ¿Nos tomamos otra botellita de vino y vamos a dormir? — Agito mi copa como señal de aprobación y seguimos en lo nuestro.

Taiju

Definitivamente estaba en otro mundo, su sonrisa ya no desaparecía de su dulce rostro y comenzaba a decir muchas cosas graciosas que nos tenía muertos de la risa. Su carcajada es otra, sus expresiones más penetrantes, la voz un poco más elevada y aquellas exclamaciones que no decía sobria, es hiperactiva, graciosa y sin inseguridades.

El alcohol deja salir a la Hideki que en verdad es, una persona sin barreras, con una luminosidad impresionante; intrépida, y graciosa. Normalmente ella activa todas sus barreras de defensa por todo el pasado que ha tenido, pero he visto un poco de cambio en mi novia.

Cuando Greila cuenta algo vergonzoso, ella direcciona dos de sus manos hacia mi amiga, moviéndolas exageradamente formando un no rotundo, antes de estar inclinada riéndose sin temor a nada.

Llega la hora de cantar, el esposo de Greila se lleva las manos a la cabeza donde suelta un comentario sarcástico, diciendo que los oídos le estallaran de lo mal que se escuchará.

— ¡Esta canción se la dedico al tontuelo de allá! — Mi novia me señala —. Quiero esta canción en mi boda.

— ¡Yo quiero cantar! — Greila se lanza por el micrófono, pero Hideki la bloquea —. ¡Yo quiero!

— Shhh, tú bailas yo canto y después será tu turno, ¿Ok? — Por todos los cielos, estaban demasiado ebrias y se veían demasiado graciosas hablando un poco lento, arrastrando sus palabras, aunque Hideki se traba de vez en cuando.

Comienza una pista que conocía demasiado bien, pues se trataba de Who's Loving you de The Jackson's 5. Ella aclara su garganta con demasiada exageración y cuando creí que no me iba sorprender más, lo hizo. De su boca sale un perfecto canto que me deja anonadado, mirando como cierra los ojos sintiendo la música e interpretándola con el corazón. Aquellos agudos le salen a la perfección y sigue en su bonito mundo.

Greila se queda mirándola con los ojos demasiado abiertos, y dejando su baile a un lado. Hideki se sigue moviendo lentamente, hasta que llega la parte final de su canto, sosteniéndolo demasiado impecable.

No puedo salir de mi asombro y quiero escucharla más y más, pero la pista se termina, abre sus bonitos ojos y hace una reverencia muy graciosa. Creo que no ha caído en cuenta de lo que estaba haciendo. Ella da saltitos hacia mí y me besa.

— No sabía que cantabas, amor.

— Sorpresa.

Después de otras burlas, nos encontramos subiendo las escaleras hacia el cuarto de huéspedes que Greila nos ofreció. Suelta pequeñas carcajadas mientras avanzamos y alza sus brazos como si estuviera danzando. Entro a la habitación y la deja en la orilla de la cama mientras ella se tumba y sigue moviendo sus manos.

Me siento a un lado de Hideki y ella sostiene mi brazo para darse impulso y así quedar a horcajadas.

— Te amo mucho, mucho, mucho, así gigante — Abre sus brazos —. Más que esto, o sea así como el mundo. ¡O el sol!, ¿El sol es el astro más grande?, no sé, pero te amo.

— Por Dios, Hideki — Siento un poco de melancolía, pues ella es capaz de demostrar sus sentimientos más abiertamente si está en manos de la ebriedad, porque no le importa nada, así que realmente se muestra como lo qué es —. Yo te amo más y punto.

— Nop, mentira — Rodea mi cuello con sus brazos y quedo cerca de ella —. Quiero, ¡Quiero hacer miles de cosas contigo!, ir a museos, países, tener hijos, ¡Una boda!, ¡Probar todos los restaurantes del mundo! Y después de eso, ir a la cama para estar abrazada a ti, porque me siento segura contigo, me das aliento para seguir con mi vida aún teniendo nuestras peleas, y no te quiero perder.

— Eso no pasará, Hideki, no me iré de tu lado — Juguetean nuestras narices y ella sonríe. Estamos a oscuras, sólo con la luz plateada de la luna.

— ¿Me lo prometes?

— Te lo prometo — Ella se abalanza a mis labios con decisión, buscando mis besos, los cuales le regalo rápidamente. No tarda en meter su deliciosa lengua, la cual chupeteo con todo el descaro del mundo.

Su perfecto cuerpo me hace estremecerme por completo, escuchar su respiración entrecortada también es la mera gloria para mí. No tardo en colocar mis manos sobre su cintura, donde mi tacto encaja a la perfección sintiendo su calor, siendo un deleite para mis sentidos y sensaciones en ese momento. Mi entrepierna se pone más que feroz cuando mordisquea mi cuello, dejando un fino caminito de saliva guiándose siempre por mis tatuajes, perdiéndose en ellos como si se tratara de un laberinto.

Me reclama con cada mordida y succión que no me deja más opción que quitarle la ropa, dejando su cuerpo delicioso a mi vista. Aquellos pechos me apuntan amenazante a mi boca, los cuales no dudo en degustar. Mi boca siente aquella granulada textura para después dejar que los dientes tiren de sus pezones, arrancándole un jadeo.

— Hideki, no puedes hacer ruido aquí — Digo —. O de lo contrario te tendré que tapar la boca mientras te follo.

— Prefiero la segunda — Comenta con lujuria —. Hazme lo que quieras, estoy a tus pies.

— Y pronto estarás de rodillas comiéndote mi polla — Ella desciende de la cama para ir por mi miembro, el cual duro reclama atención.

Me siento en la orilla de la cama y abro mis piernas para tenerla entre ellas. Su tacto me hace retener mi respiración, pues sus manos están sobre la piel que arde, mueve su culito respingón y llega a donde tiene que llegar. Pasa la punta de su nariz por todo mi falo, hasta llegar a la punta del mismo y engullirla con aquellos deliciosos labios que me vuelven loco.

Verla así le da un aspecto tan sucio que me ciega completamente. El calor de su boca me inunda completamente, sabe hacer lo suyo, sabe EN dónde dar para que yo hinche mis fosas nasales por el placer. Con su mano libre masajea mis testículos mientras me come la polla con determinación.

— La perra se quedó con hambre aun teniendo en cuenta que cenó demasiado bien — Puedo percibir el brillo en sus ojos cuando ejecuto mis palabras —. ¿Verdad?

— Es de mala educación contestar con la boca llena, mi amor — Dice masajeando mi erección —. Pensé que sabías de modales.

— No, ¿Me los recuerdas? Mejor dicho, enséñame esos modales — La jalo del cabello para follarle la boca mientras me pongo de pie, me encanta, me ensordece y me hace llegar al éxtasis verla así, con los ojos llorosos, haciendo lo posible para no vomitar.

Mi sexo queda encajado en su garganta y no me muevo ni un centímetro, siento la estrechez de la mencionada por todo el perímetro, hasta que coloca sus manos en mis piernas, así que salgo de ella.

Hace lo posible para no dejarse vencer por sus arcadas, su saliva se le desborda y recupera la respiración.

— Creo que también es de mala educación casi vomitar cuando comes — Suelto con naturalidad —. Sigue comiéndole la polla a papi.

— Como guste, mi señor — Coloca ambas manos por detrás de su espalda y me regala todo el placer posible.

A estas alturas de la partida ya la tengo sobre la cama con las piernas abiertas, hundiéndome en aquellos jugos, en su sabor en todo de ella mientras hace el intento de quedarse callada, se remueve sobre las colchas y su mano derecha viaja a su boca mientras meto dos dedos, los cuales se sienten abrazados por sus entradas y aquel calor tan delicioso.

Observo como su pecho sube y baja, está demasiado acelerada, tanto que me abre más las piernas y yo las mantengo así mientras se que está por llegar a ese delicioso climax que desafortunadamente no escucharé con libertad. El chapoteo de mis dedos al entrar y salir es el sonido que me mantiene latente, sonido delicioso que se escucha en el cuarto, pues sus fluidos no dejan de salir como locos.

Sus manos sobre mi cabeza me despeinan y sus piernas ya le tiemblan. Echa la cabeza hacía atrás mientras sigue tapándose la boca, y es ahí donde me aprieta con intensidad y se deja liberar expulsando más de ella. Me encanta mantenerla con las piernas abiertas mientras se corre, pues puedo sentir sus temblores y aquellos actos reflejos que me encantan.

Su cuerpo se relaja ante su orgasmo y no pierdo más mi tiempo colocándome encima de ella. Quien me recibe gustosa. Me acomodo entre sus piernas tomando la base de mi pene para enjugarla un poco con sus fluidos, mi capullo ya quiere desgarrarle las entrañas con cada ida y venida.

Poco a poco me ensarto en ella, conteniendo la respiración por lo agradable y placentero que se siente. Sus gemidos salen débiles y directos a mi oído, lo cual me hace sonreír.

— ¿Qué quieres? — Salgo de ella completamente y puedo ver cómo se ofusca —. ¿Qué quieres, amor?

— ¡Fóllame! — Suplica desesperada.

Enjaulo su cabeza con mis brazos y la penetro con fuerza, donde sus uñas se encajan en mi espalda. Me encanta verla, tiene los ojos cerrados y una cara de placer que me hacen darle más duro de lo que puedo, sentir como golpeteó su cérvix.

— Hideki... No gimas tan alto, silencio — Pero a ella no le interesa en absoluto, así que le tapo la boca con mi grande mano —. Eso querías desde el principio, ¿Verdad?, que te folle como un desquiciado mientras ahogo tus gemidos.

Sigo bombeando con fuerza hasta la tengo en cuatro, jugando con mis dedos en su boca y hundiéndome más profundamente. Ver su cuerpo de esta forma acaba totalmente con todo, así que sólo quiero correrme dentro de ella.

— Voy a dejar libre tu boca, Dios te libre de gemir alto o te castigaré — Atrapo su cabello en una coleta y jalo de ella para seguir cogiéndomela. Bajo mi mano por una de sus lindas piernas y rozo su clítoris hinchado.

— ¡Taiju! — Gime débil.

— Cállate — Sin más, hago que tome la almohada y se hunde en ella —. Un día de estos te daré tan fuerte que ni siquiera vas a sentarte debidamente, mi pequeña Hideki.

Siento su cuerpo temblar debajo de él mío, me anuncia su orgasmo mientras hago lo posible por hacer que se corra. Su vagina atrapa a mi miembro y lo aprieta con fuerza, lo que me hace seguir con lo mío, me deleito al sentir como se corre, como hace el intento de no desplomarse mientras se la sigo metiendo para buscar mi orgasmo.

Aumento el ritmo de mis estocadas, hasta que las bolas se me tensan y relajo mis embestidas mientras el semen sale disparado dentro. Es una total delicia correrse dentro de Hideki.

Salgo poco a poco y la luz da justo en aquella parte que me encanta ver, pues mi semen sale de su vagina, escurriéndose, formando un desastre que tendremos que limpiar. Su culo sigue en alza y goteando, hasta que la pongo boca arriba y nos metemos en las cobijas.

— Joder, Taiju... Me encanta — Ella me abraza y cierra sus ojos —. Te amo mucho.

Y se hizo la oscuridad.

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