II - Nova consilia

Estaba pensando seriamente en salirme de trabajar, por una parte me estaba consumiendo completamente; pero debo aceptar que la rama en la que estoy es demasiado importante y me gusta bastante. Por el momento he dejado el celular apagado, para no recibir llamadas de nadie (Puesto que decidí un descanso), dejando a mi hermano solo nuevamente.

Taiju me tiene en su despacho escuchando conversaciones que no entiendo y sobre todo comiendo lo que se me antojase. Me gusta verlo desprevenido, porque lee detenidamente y hace gestos graciosos cuando algo no le cuadra, resopla cuando le piden que vuelva a explicar y la vena se le resalta cuando no acatan sus órdenes.

La nueva noticia es de que está comenzado sus nuevos planes para abrir un restaurante en París. Ha estado demasiado estresado organizando todo, porque su perfeccionismo me cae mal, pero lo hace excelentemente bien. Además, extenderse allá sería perfecto, pues su popularidad ha crecido.

— ¿Y Greila? — Pregunto de repente, quisiera platicar con ella un rato para desaburrirme.

— Se fue de vacaciones a Berlín, creo que fue su aniversario de casados — Comenta sin dejar de ver unos papeles —. Regresan en dos meses.

— Que bueno... A mi no me han llevado de aniversario, no estoy casada con nadie — Comento fingiendo estar dolida con el dorso de mano sobre mi frente —. ¡Moriré sola!

— Sí, pobre de ti. Me invitas a la boda cuando te cases, ¿Sí?

— Claro, ¿Qué aportarás a la fiesta?

— Mi excelente presencia, con eso basta — Lo miro detenidamente y él me sostiene la mirada con una sonrisa —. Ush, no aguantas nada.

— Ajá — Nuevamente miro al techo echada el sofá que tiene —. Pasas a mi casa por tus cosas, ¿No? y me dejas las copias de llaves que te dí.

— Mando a alguien por ellas, no te preocupes — Suelta una carcajada y no evito reírme —. Ven, Hideki.

— No.

— No me hagas ir por ti, preciosa — Siento un cosquilleo en mi estómago —. Te doy tres segundos para que vengas aquí.

— Ti dii tris siguindis piri vinir iqui — Cierro los ojos y escucho como comienza a contar, yo me concentro en que el sueño no me gane.

Después siento una energía encima, sé que está mirándome, pero no quiero abrir los ojos. Sólo sonrió.

— Ven aquí — Me levanta con toda la facilidad del mundo. Me siento como una princesa y me abrazo a su fuerte cuello —. ¿Por qué tienes que ser tan rebelde?

No contesto, simplemente me dejo llevar a lo que es su asiento. Hace la silla para atrás y se sienta conmigo en brazos para él seguir leyendo unos papeles que me dan flojera con tan solo verlos. Su calor me hace sentir tan segura que no dudo en abrazarlo más fuerte, dejando besos por su cuerpo.

Sinceramente, no soy una persona que muestre su afecto verbalmente, sino físicamente, suelo ser empalagosa sólo con quien se lo merece y Taiju es la persona perfecta para hacerlo. Me gusta robarle besos en los labios, hasta que me toma el rostro y me regala uno profundo, justo como el que estaba por pasar.

Sólo soy capaz de ver el brillo de sus ojos antes de acercarse lentamente, y jugar con su nariz. Tiene la costumbre de siempre dejar un beso en mi frente para así descender y mover sus labios con mis míos, teniendo un momento un poco más íntimo, donde aquellos minutos eran nuestro existir.

— Me gusta tenerte aquí, me siento más tranquilo y no me estreso — Estoy halagada, eso quiere decir que mi energía es buena para él —. Pero a veces si me estresas, porque quiero hacerte el amor aquí.

— ¿Y qué te detiene? — Me siento a horcajadas acaparando toda su atención —. Tú puedes hacer lo que quieras, eres tu propio jefe.

— Ya lo sé — Posa sus manos en mis caderas y me sonríe —. Pero eres muy ruidosa, y pueden descubrirnos.

— ¿Por qué no me pones a prueba? — Provoco ciertos roces —. Sirve que lo tomas como tu hora de comida.

No lo dejo hablar, porque lo beso profundamente. Mi boca versada ya conoce sus perfectos movimientos, así que me lanzo a llevar el control del mismo dejándolo sin respiración alguna, metiendo mi lengua para dominar a la suya haciendo que me siga en aquella rebelión la cual por mi gusto comencé. Su respiración se hace pesada y me encaro más en ello, para obtener un apretón en mis caderas.

— Hideki...

— ¡Siempre tocan antes de entrar!, mejor hazme tuya — Me pongo de pie para quitarme los jeans y recibir su mirada llena de morbo, tengo que considerar traer prendas fáciles de quitar o mover.

Su miembro ya estaba despertando ante mis pequeñas provocaciones, paso mi mano por el lugar, sonriendo, deshaciéndome por completo, saboreando mentalmente el tenerlo dentro. Obviamente, no había tiempo para saborear aquel pene duro, las cosas debían hacerse con ritmo pero llevándolo a limites precoces.

Entre caricias, palabras, roces y besos, llega el momento que siempre ansiamos. Expande mis entrañas, las cuales ya están acostumbradas a él. Me muevo complaciéndolo, moliendo mis piernas porque no tengo intenciones de que se mueva, sino hacer yo el trabajo.

Mis pechos son descubiertos y amasados por él mientras escucho sus gruñidos y mis jadeos, los cuales suelto de manera menos ruidosa cerca de su oído.

— Estoy demasiado caliente, déjame correrme y te lo recompenso — Suelta sobre mis labios.

— Lo que ordenes, corazón — Con fuerza me guía a su orgasmo, trazando un danzar que me termina encantando de igual manera.

Cierra sus ojos y echa la cabeza hacía atrás dejando ver un poco más aquella manzana de Adán. Suspira, se tensa de más y llega el momento donde el ligero chorro invade mis entrañas, una sensación extraña pero deliciosa a la vez, porque cada disparo llega muy dentro de mí.

— Te cobro mi orgasmo en la noche, por el momento ya trabaja — Me ayuda a levantarme para limpiar el mini desastre que dejé sobre sus pantalones negros.

— ¿Qué quieres comer hoy? — Pongo cara de pocos amigos —. No empieces, Deki, literalmente tu trabajo es sólo decidir la comida y cena.

— Pues que trabajo tan horrendo — Me dejo caer en el sofá nuevamente —. ¡Renuncio!

— Te demandaré por incumplimiento de contrato — Me echo a reír por su seriedad y sólo le digo que sí.



Tres toques me dejan callada y volteo a verlo, Taiju con su fuerte voz le da la orden de que pase a su oficina. Para mi excelente y mala suerte es la vieja arrastrada y otro socio que está en los nuevos planes de mi novio.

Inflo los cachetes descaradamente y no la observo, la ignoro completamente y decido salir a platicar con uno que otro mesero que está descansando, hay historias realmente interesantes y demasiados chismes dentro del restaurante. Me conocen tan bien, que no dudan en traerme mi copa de vino o uno que otro antojo nuevo.

No sé si hago bien en irme, porque pienso que eso solo refleja mi tonta inseguridad y de alguna manera le estoy dando poder a la persona que quiere estar con Taiju, es demasiado complicado porque no he sabido controlar aquellos impulsos que me hacen sentir vulnerable, ya que no estoy dispuesta a perderlo, no lo puedo permitir a estas alturas, el destino nos juntó de nuevo por algo y ese algo ya lo estoy descubriendo.

— Sushi o langostas — Dejo mi copa de vino a un lado, estoy recargada en el barandal de arriba observando la algarabía de su restaurante —. ¿Por qué estás de alcohólica?

— No lo estoy, dicen que es muy bueno tomarse una copa de vino diaria — No despego los ojos de una pareja que llamó mi atención.

— ¿Y quien dice eso?

— Yo — Aquel se burla fuertemente, llamando la atención de los demás.

— Te pareces a las hienas del Rey León, son escandalosas cuando se reían.

— Muy graciosa, oye... Tenemos que comer con ellos, ¿Está bien?

— No, no está bien, pero haré como que no pasa nada mientras esa maldita te coquetea — Aprieto los dientes —. ¿A dónde iremos?

— A otro restaurante, es muy bueno.

— El único restaurante bueno es el tuyo, deja de ser humilde.

— ¿Nos vamos? — La voz de la mujer esa me hace cerrar los ojos y prepararme para un infierno.

— Pues no me queda de otra, ¿Verdad? — Digo en voz baja mientras voy por mi bolso y sigo pensativa.

Otra de las cosas que disfruto es caminar con él; platicando de cualquier cosa que se nos ocurra, siempre dejando de lado todo lo que había pasado en el día. Una extraña tradición se ha quedado marcada la sólo se basa en quedarnos en un hotel de cinco estrellas, sólo existiendo, así como en estos momentos.

— ¿Cuáles son los siguientes planes, amor? — Las luces apagadas nos dejan admirar la luna y el cielo estrellado —. ¿Qué es lo que pasará?

— Disfrutar, Hideki. No podemos perdernos sólo en la responsabilidad, creo que con esto estoy cumpliendo uno de mis sueños — Su pecho sube y baja con tranquilidad, estoy segura de que tiene los ojos cerrados —. Necesitamos conquistar el mundo, Pinky.

— ¿Qué quieres hacer después de esto? — Estamos tirados sobre la alfombra, disfrutando de la suavidad que nos regala, hace que nuestro cuerpo dolorido dé gritos de felicidad.

— Quiero que renuncies, Hideki — El tema siempre ha sido un cuento de nunca acabar —. Sabes que no necesitas dinero, a lo mejor mantenerte ocupada, puedes dar cursos, maestrías o algo que no te consuma tanto como esto, me da miedo porque es peligroso.

— Yo lo entiendo, y lo he pensado detenidamente estos días, sólo déjame trabajar un año más, separarme de mi hermano me resultará un poco difícil, no será fácil.

— Yo sé que no, pero quiero llegar a casa y verte ahí en el sofá viendo algo en el televisor, o jugando con tu perro, hablando por teléfono, escuchando música, tomando vino o simplemente perdida en tus pensamientos, no quiero más, sólo eso — Su voz suena con cierta melancolía, pero demasiado firme.

— ¿Estás siendo machista? — Bromeo ganándome una ligera colleja —. Ya, ya, bromita... Sólo espérame este tiempo.

— Hideki, ¿Tú si quieres tener hijos? — Dejo de ver el cielo para verlo a él, para mi sorpresa tiene los ojos abiertos. Sigo en su pecho, cerca de su rostro perfecto y pasa la mano por mi cabello.

— Ha sido un tema que siempre he tenido presente, antes me daba miedo tener un bebé, pero eres tú la persona correcta y es algo que también quiero, me veo en una familia contigo, en nuestra casa — Acaricio su pecho imaginándome aquellos escenarios que revolotean mi estómago —. Los que tu Dios nos quiera mandar.

— Me encantaría verte así, criando a mis hijos, creo que eso me haría más feliz de lo que estoy ahorita.

— Tendré un bebé contigo cuando estemos casados, ni modo, a la antigua — Su risa me taladra un poco los oídos y lo golpeo —. Son las reglas.

— Claro, ¿Y vas a tener el descaro de vestirte de blanco?, te va mejor el rojo o el negro.

— Muy graciosito, pero sí, no tengo planeado usar un vestido convencional, déjame te aviso.

— Que loca, pero acepto.

— Es que no tenías opción — Estiro mi cuerpo y me levanto, rápido toma mi mano y vamos a la cama —. Pero primero ordena tu vida y después nos metemos en una camisa de once varas.

— ¿O sea que casarte conmigo es camisa de once varas? — Se desnuda poco apoco y me meto debajo de las cobijas.

— Sip, ¿Tú crees? — Lo observo mientras me enrollo en las mismas y entro en calor —. A veces eres cosa seria, pelear contigo es hablar con la pared.

— ¿Qué?, pero si la que busca pelea eres tú, te voy a mandar al manicomio — Taiju se mete de igual manera y me pongo dura para que no me robe las cobijas —. No seas envidiosa, siempre es lo mismo contigo.

— Baja a recepción y diles que te den más cobijas.

— No — Con una facilidad abismal me deshace de mi pequeña momificación y se tapa —. ¿Decías?

— Te voy a denunciar por maltrato — No tarda en jalarme hacia él —. Por un millón de dólares.

— Nada perdida la mocosa ésta, ven dame un beso.

— Cada beso vale quinientos dólares.

— Bien, empezaré a cobrarme de todo lo que te he comprado — Junto poco a poco mis labios con los suyos mientras sigue bromeando. Su respiración siempre termina embelesándome de más, es tan agradable que me derrite constantemente —. Quiero comprar otra casa, amor. 

— Pero primero debes estabilizarte, ejecutar todo lo que tienes pensado y comenzar a planearlo.

— Así como a nuestro hijo, ¿Qué te parece? — Me rio por mis adentros, pero algo de miedo me atenaza el alma, porque Taiju ha terminado dentro justamente cuando estoy en mis días fértiles y no ha pasado nada —. ¿Hideki?

— Estaba pensando en eso, amor. ¿Te has dado cuenta de algo?, no me he cuidado en estos últimas meses y no ha pasado nada...

— Podemos ir al médico, sólo si estás de acuerdo.

— Me parece perfecto — Siento como mis ojos se empiezan a cerrar y escucho el canto de Taiju, tararea Unchailed Melody.

— Hasta mañana, amor.

— Hasta mañana princesa.

Los mensajes de mi jefe me dejan en claro que mi hermano ha estado acaparando todo el trabajo pendiente que dejé, me hace sentir mal porque llega demasiado tarde a casa y no tiene tiempo de estar con su familia.

La mañana del domingo está demasiado fría, fui traída a la iglesia en contra de mi voluntad, sinceramente estos lugares siempre me han dado miedo, sus vibras son raras y me duele la cabeza cada que entro a una. Por el contrario, Taiju está hincado con la frente apoyada sobre sus puños, sus ojos están cerrados y reza en voz muy baja, está demasiado estresado y al parecer le da paz venir a este lugar. Un sinfín de veladoras se encuentran encendidas, el olor es extraño.

— Hideki, tienes que ser muy paciente conmigo, ¿Estás consciente de que los últimos detalles siempre son los más fuertes?

— Sólo no lo atraigas, estás pensando en toda una catástrofe y aún no pasa nada — Comento mientras observo como llega a mi lado —. Sólo disfrútalo, tienes que hacerlo.

— ¿Mañana regresas a tu trabajo? — Aquel toma mi mano —. ¿Y tu hermano?

— El pobre está siendo esclavizado por mi culpa.

— Luego le regresas el favor — Dice sonriente —. Sólo concéntrate en lo tuyo y ya.

— Sip, eso es lo que haré, ¿Qué vamos a desayunar? — Mi estómago pide alimento y debo dárselo entes de ponerme de mal humor —. Acaban de abrir una bonita cafetería en unas cuadras más atrás, ¿Vamos?

— Cómo ordene, mi novia.

El concepto de esa pequeña cafetería era excelente, además daba vista a un jardín enorme. Taiju apaga el celular y me mira detenidamente, después mueve su cabeza y yo frunzo el ceño.

— Te compré algo, pero no quiero que lo pierdas.

— Depende, bueno, haré el intento — Deja a la luz un bonito collar de oro con una espinela negra —. Oye, es demasiado bonito.

— Te quedará perfecto con el vestido que usarás esa noche.

— Claro, de hecho pensaba un verde esmeralda o azul rey.

— El verde esmeralda resaltará mucho por tu color de cabello.

— Tienes razón, me lo quiero pintar... — Su rostro se demuda por completo ante mi comentario.

— Me divorcio.

— Ni siquiera nos hemos casado, que falta de respeto — Nuestros cafés llegan al instante, así como los Croissant que pedimos —. Ya no me hables porque voy a desayunar.

— Haré como qué no escuché, ¿Ok?, Ok — Me burlo de él abiertamente —. Bueno, ¿Cuánto me costará ese vestido?, quien lo compra lo quita.

— Que bueno que me lo dices, para comprármelo.

— Que payasita andas — Atrapo su grande mano y deposito un suave beso mirándolo a los ojos —. Ya dime.

— 161 dólares, no quiero nada caro porque solo me lo pondré una vez, ¿Comprendes?

— No debatiré ese punto, pero sabes que quiero lo mejor para ti, además si vamos a estar rodeados de ese tipo de gente.

— No pasa nada, no me importa su opinión — Me encojo de hombros.

— Te dejaré con una condición — Asiento para que siga hablando —. Deja tu cabello suelto, o con ondas, me gusta como te ves así, además sé que odias los peinados.

— Iba hacer el intento, pero está bien, me quedo con eso...Solamente puedo hacerle algunos arreglos — Toma de su café lentamente, sin despegar sus ojos de los míos.

— Greila nos va acompañar.

— Ya se me haría raro si no lo hiciera, ¿Sabes? 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top