II - Mortem in vere
Una disculpa por no actualizar la anterior semana, el trabajo estuvo súper denso. ¡Disfruten!
Nuestra hija está con Inui y Koko a quienes hemos bautizado cómo sus tíos; sus carcajadas me llenan el corazón y sé que la han hecho reír porque grita acompañada de sus risotadas, mientras seguramente intenta quitárselos de encima revolviéndose como un gusano.
La boda es pequeña, solamente amigos cercanos se encuentran en sus mesas charlando y creando un ambiente totalmente agradable, la pospusimos durante cinco meses y hoy fue el día. Pero no me siento tan bien después de todo, ya que mi esposo se nota demasiado tenso y de malhumor. Solamente aprieto su mano para que no se olvide de que estoy con él porque trato de respetar su espacio, no lo quiero abordar con preguntas que posiblemente lo aturdirán.
— Voy a fumar, ¿Quieres salir? — Espero una respuesta y solamente me observa y asiente —. Vamos entonces...
Nos levantamos y le doy una mirada rápida a Greila, quien en toda la fiesta lo ha mirado con las cejas juntas también intentando adivinar el porqué de sus actitudes un poco rejegas.
— No quiero presionarte — Comienzo cuando cierro la puerta de cristal y quedo de espaldas a él —. Solamente me gustaría que externaras tu sentir, porque siento que yo hice algo mal.
— Solamente son problemas del trabajo, Hideki. Ya sabes que tenemos esa piedra en el zapato que sólo se la pasa molestando — Sé a quién se refiere, en la semana solamente ella intentaba quedarse a solas con Taiju.
— ¿No hay manera de alejarla? — Me coloco a su lado, se ve tan guapo metido en ese traje formal de boda que me hace querer besarlo.
— No, no la hay, Hideki. Ya te lo he dicho miles de veces y al parecer no parecer entenderme — Aquellas palabras golpeadas dejan el cigarro a la mitad del viaje a mis labios.
— No es para que me hables así, yo no te he hecho nada — Lo observo con las intenciones de que me mire a los ojos, pero sigue perdido en el jardín frondoso y la vista de casi toda la ciudad.
— Sólo deja de hablar del tema, por favor — Tuerzo los ojos ya molesta, se supone que hoy debería estar tranquila y feliz.
— Entonces no me hables ni regreses a casa hasta que puedas ser resiliente y así te evitas de desquitarme conmigo — Aviento el cigarro al suelo para pisarlo y poder entrar a la fiesta, pero soy detenida del antebrazo.
— No puedes correrme de mi casa, Hideki — Aún le doy la espalda estando descolocada de su fuerte temperamento y al parecer quiere explotar en este mismo momento.
— No te alucines tanto, yo tengo la mía, tengo un trabajo y soy bastante autosuficiente como para poder salir adelante con mi hija, y no necesito de nadie para poder comer — Las palabras hacen eco en mi mente, miro enfrente, miro mi vestimenta y no puede ser posible que esté anunciando una separación el día de mi boda.
Su agarre se vuelve más fuerte y yo empiezo a asustarme un poco, me gira fácilmente quedando contra su pecho, y me obligo a levantar los ojos para llevarme la sorpresa de una vena característica que solamente anuncia lo peor.
— ¿Qué fue lo que dijiste? — Sisea.
— Si no escuchaste es tu problema, cambia tu actitud o te olvidas de nosotras — Retrocedo unos cuantos pasos, escuchamos voces familiares y me suelta para dejarme ahí totalmente en blanco.
La voz de Greila hace que mis ojos estallen y solo la busco rápidamente, ella levanta la vista de sus hijos y el rostro se le descompone cuando me ve en un mal estado. Le dice algo a su marido y sin preguntar me arrastra hasta el fondo del jardín mismo que está bardeado con material de cristal. El clima cambia en un abrir y cerrar de ojos, se siente más frío, las nubes cubren el sol, y los brazos de mi amiga me cubren.
— ¿Qué fue lo que te hizo ese imbécil? — Escupe notablemente molesta —. Su humor ha cambiado tanto en estos días y todo por esa maldita.
— Le dije que cambiara o que no regresara a casa, estos últimos días solo he lidiado con sus malos tratos — Ella se tensa notablemente.
— ¿Te ha golpeado?
— No, pero sus palabras cortantes o respuestas humillantes duelen más... Me siento demasiado mal y quiero irme a casa, no quiero seguir fingiendo que somos la pareja perfecta porque odio las mentiras — Deja un beso en mi cien mientras lloro con ganas, dejando de lado el bonito maquillaje.
— Resiste un poco, ya casi es hora de que descanses... Mira el lado bueno, Autumn quedará sumamente cansada y podrás descansar — Intento limpiar mis lágrimas pero salen más y más.
— Sólo déjame componerme y entramos — Sólo dice que sí, y yo miro el cielo naranja. Ya casi anochece, el frío pega en mi piel pero la adrenalina no me permite temblar de frío.
Greila respeta mi silencio, mi cabeza descansa en su hombro, escucho la música, los gritos de mi hija y suelto un suspiro para parpadear muchas veces y mirar a la morena quien también me observa.
— ¿Mis ojos ya no están rojos? — Sonríe.
— No, ya no — Toma mi mano y vamos de regreso a lo que se ha convertido en mi peor mentira.
Quiero regresar el tiempo, necesito regresarlo, mi corazón lastimado está hincado rogando al cielo que todo vuelva a la normalidad, no aceptando las dificultades tan terribles que han azotado nuestra relación. La luz de la habitación de Autumn está pagada, solamente las luces de diferentes colores y formas nos acompañan, girando sobre su propio eje. Sus ojos están cerrados y su pecho sube y baja, está muerta de cansancio, pero no ha soltado mi dedo índice, la pequeña palma pálida de mi hija aprieta con fuerza y yo me quedo ahí, recargada en la orilla de la cuna.
Un hilo de luz blanco me dice que la puerta ha sido abierta y retengo el aire en mis pulmones hasta que escucho su voz.
— Hideki, ¿No vas a dormir? — Solamente le digo que iré en unos momentos, no puedo decirle otra cosa porque me carcome el coraje.
Le doy un beso en la mejilla a mi hija y salgo del cuarto con pesar, mis pies duelen demasiado y no me he bañado. Entro al cuarto haciendo caso omiso de las palabras de Taiju y tomo mi toalla de baño para no tardarme en estar bajo un chorro de agua que casi hierve. Cierro los ojos para poder relajarme, quisiera alargar el baño hasta días o semanas para no verlo y así evitar una escena por parte mía, pero sé que es imposible.
Es tan incómodo sentir su mirada en mi espalda, me apuro a secar mi cabello y meterme a las cobijas dándole la espalda.
— ¿No me vas hablar?
— ¿Te lo mereces?, déjame en paz — Suelto con coraje.
— ¿Sigue en pie lo de irte? — Ahí es dónde me volteo para mirarlo.
— ¿Quieres que me vaya? — No quiero sonar dolida y al parecer fallo, y eso me cabrea aún más.
— Pues es tu decisión, fuiste muy clara hace un rato, nos hubiésemos ahorrado la boda, ¿No crees? — Quiero gritar, quiero insultarlo, golpearlo, pero simplemente me quedo pasmada.
¿Entonces he fracasado en mi relación?
¿No pude romper los patrones de mi familia?
— Eres un imbécil — En la esquina de mi buró solamente hay unas cuantas brochas de maquillaje y comienzo a arrojárselas con rabia —. ¡Me iré si eso quieres!
— Hideki... — El tono que usa me advierte su enojo y sólo sigo al grado de querer golpearlo con mi puño —. Maldita sea, Hideki. ¡TRANQUILA!
Aquel grito no me detiene, solo soy yo y mi poca lógica para detenerme. Taiju me toma por las muñecas y se acerca demasiado a mi cara.
— No me toques, no te atrevas a decir otra sandez — Estamos hincados, yo agitada, llorando y sin moverme.
— Discúlpame, Hideki. — Coloca su frente con la mía para depositar un beso —. Greila me dijo que estaba haciendo mal las cosas, y te pido una disculpa.
— No quiero disculpas, quiero cambios, ¡Necesito que me hables! Para poder apoyarte, eso es lo que hace un matrimonio — No quiero verlo a los ojos, simplemente soy consciente de cómo mi vista se torna borrosa.
— Lo sé, lo sé, corazón. Discúlpame, la situación me tiene abrumado.
Me rindo, me rindo porque no quiero estar enojada con él.
Me rindo porque quiero regresar a lo de antes.
Me rindo porque estoy terriblemente enamorada de él.
Me rindo porque me niego a que mi hija crezca sin su padre.
Mi ansiedad se vaporiza cuando sé que todo volverá a la normalidad, me abraza y me lleva a su pecho para arrullarme contra él, su calor me enjaula en total seguridad.
— Mañana será un nuevo día, no quiero irme a trabajar sabiendo que estamos enojados.
Sí, la boda fue en domingo... Terrible error.
— Entonces descansemos — Es un único que digo, quedamos a oscuras y me quedo profundamente dormida.
No me gusta dejar a mi niña en la guardería, siento que me estoy perdiendo parte de su desarrollo por estar trabajando, pero no me puedo confiar así como están las cosas. Es un ciclo adictivo y cansado donde solamente estoy esperando un enojo por su parte para comenzar a discutir.
— Mocha helado — Mi hermano coloca un vaso enfrente de mí y sonrió —. ¿No crees que te estás haciendo una adicta?
— Me ayuda a seguir — Él también la está pasando muy mal en su matrimonio, se le notan sus ojos tristes y solamente puedo pensar en papá.
<<Todos nosotros no nacimos para el amor ni el matrimonio>>
Lo cierto es que, nos acompañamos el uno al otro después de todo lo que ha pasado. Su esposa jamás me dio buena espina, algo en el fondo de mi corazón siempre me alertaba, pero preferí no decir nada y dejar que él se diese cuenta por sí solo, no quiero que se malentienda, pero cuando una persona no quiere aceptar las cosas... Simplemente es hablar con la pared aun teniendo bases suficientes.
— Trabajo de campo, bueno sólo hay que ir a supervisar a los nuevos — Me alegra escuchar eso, porque los problemas se detienen.
— Los crimis de leche — Salgo con mi hermano y platicamos de otras cosas, hasta que por fin se sincera.
— Ella ha estado viéndose con otra persona... — Aprieto el volante mientras soy consciente de que su voz se ha cortado —. Pero lo niega todo, y yo no quiero dejar a mis hijas sin su madre.
Hermano querido, hasta en eso estamos conectados.
— Katsu... — Me quedo callada tratando de encontrar las palabras necesarias —. No puedes simplemente atarte a ella por el hecho de que las niñas estén sin su madre.
Maldita hipócrita infeliz... ¡También aplica eso para ti, Hideki tonta!
Sacudo mi cabeza con un mar de sensaciones, un escalofrío me recorre el cuerpo mientras entramos a la llamada carretera vieja, estrecha, cuyos árboles frondosos nos acompañan en el camino. Espejeo.
— Hideki...
— Ya vi, lo peor de todo es que no tenemos una ruta alterna porque el camino es recto — Observo como una camioneta sin placas viene detrás de nosotros, la habíamos visto pensando que su destino era el mismo, pero no es así, hay ciertos patrones que hacen las personas que te vienen siguiendo.
— Sólo acelera — Mi corazón se estanca, porque las curvas peligrosas aparecen y no nos podemos dar el lujo de ir a mayor velocidad.
— ¿Falta mucho para llegar? — Sigo mirando esperando a que mi hermano me conteste, entonces caigo en cuenta —. ¿Quién te dio la orden para ir a supervisar el trabajo de campo?
— No recuerdo el nombre, pero él sabía mis apellidos y mi cargo...
— Katsu — Mis nervios me están alterando —. Ni siquiera había practicantes este tiempo.
Me golpeo mentalmente, mis manos sudan y lo peor me atraviesa la cabeza y el pecho. Pues siento un terror profundo, mismos que se ensancha al encontrarnos con el final de dicha carretera, pues subimos mucho al barranco que ya no hay más por donde avanzar.
— Nos agarraron — Digo temblorosa mirando con pánico a mi hermano —. ¡Llama a alguien!
— ¡No hay señal, Hideki!
— Sólo espera — Golpean el vidrio polarizado tres veces —. No tenemos de otra que salir de aquí y saber cómo demonios actuar.
Bajo el vidrio lentamente y los cañones nos saludan. El arrebato de la situación ya me tiene pensando en mi hija, en todo lo que no he logrado, un chispazo de mi vida.
— Señorita Hideki, baje junto con su hermano — El tono es duro, su postura me comunica decisión absoluta, pero no puedo verle la cara, tienen pasamontañas y está tranquilos porque estamos en un lugar abandonado por la población.
— ¿Qué es lo que quiere? — Trago con fuerza.
— Su ayuda, claro está — Bajamos.
No tardan en colocarnos esposas y unas vendas que aprietan con demasiada violencia, no teníamos opción, no podíamos pelear, eran demasiados los que apuntaban que un paso en falso nos mandaba a la tumba.
Nos hacen caminar a lo que supongo es la camioneta y nos suben. Todo a mi alrededor desaparece, no puedo pensar, debería estar aplicando todos mis conocimientos ante estas situaciones, pero solo pienso en mi hija.
No nos golpean, ni siquiera nos hablan.
Sólo escuchamos el ruido del motor.
— Toma más medidas, por favor — Habla uno de ellos —. Son inteligentes y no queremos que memoricen el camino.
Sentí un pinchazo y todo desapareció.
Taquicardia, mareos, náuseas, dolor de cabeza. Un coctel que no me dejaba pensar, quise abrir los ojos pero no podía debido a la venda que me cubría, el frío del piso me pasa factura y siento un cuerpo a mi lado, automáticamente me sobresaltó y quiero tocarlo.
— Está vivo, solamente no ha despertado — Mi boca está seca —. Son las nueve de la mañana, corazón.
— ¿Qué quieren?
— Su ayuda, ya les había dicho — Sus pasos suenan alrededor de nosotros y puedo sentir su energía —. Son buenos en su campo y nosotros estamos en problemas.
— Necesitas ser más claro — Se me revuelve el estómago cuando sus dedos tocan mi barbilla —. Suéltame...
— No empieces a sacar tu carácter, te irá mal — Lo susurra de tal manera que mis lagrimas ya quieren salir —. No intentes ser una perra pretenciosa y sólo escucha, ¿Está claro?
— Habla — Quiero que se aleja, pero siento sus labios rozar mi lóbulo derecho.
— Es divertido, nena... A unos cuantos pasos hay un cuerpo, y necesitamos que se deshagan de todas las pruebas habidas y por haber, para que nosotros podamos estar tranquilos.
No puede estar sucediendo esto, maldita sea.
— ¿Qué hicieron? — Necesito que mi hermano despierte.
— La matamos, obviamente, muñeca estúpida. Vamos, lindura... — Me toma del codo para levantarme, ciertamente mis piernas se encuentran débiles pero me arrastra.
Me toma de las caderas, está detrás de mí. Es horrible, aún tengo las esposas. Él afloja el nudo de la venda, y por primera vez me aterra el simple hecho de que veré un cadáver. La tela oscura cae, pero sigo con los ojos cerrados. Alzo mi cara para parpadear y observar el techo.
— Está abajo, muñequita pelirroja — Mis ojos no quieren obedecer pero los obligo.
El corazón se me detiene, el aire deja de fluir y la incertidumbre corre por mis venas con fuerza.
Yuzha está boca arriba con una grave herida en la cabeza, sin vida, con diversos golpes en el cuerpo. Su vestido veraniego está sumamente ensuciado, tierra y sangre...
— ¿Qué fue lo que hizo? — Suelto sólo en un susurro.
Porque ahora tengo que arreglar esto para que no haya pruebas y jamás encuentren al responsable.
Y eso, mi cerebro lo convierte en una complicidad.
Estoy siendo su cómplice.
— Tu hija está en la guardería, hoy viste un peto, lleva una esclava en la mano izquierda, le hiciste dos coletas, mismas que adornaste con dos moños...
— Ya, ya te entendí.
— Que bueno, muñeca. Entonces dejemos que tu hermano despierte para que puedan trabajar.
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