II - Hic et nunc
Luego corrijo, alv XD
(Ya corregí)
Mi hermano y yo cantamos Mein Teil, nuestro conocimiento de alemán es nulo, pero nos hemos aprendido las canciones de la banda. Aquel individuo cierra los ojos cantando la primera estrofa, siguiendo el ritmo de aquella canción que siempre me pone de buenas.
Es jueves por la tarde, hemos salido de trabajar a buena hora siendo libres por cierto tiempo, ya que hemos tenido jornadas largas y demasiado turbias. El sol aún está acompañándonos, así como el tarado que canta más fuerte que yo.
Mis manos toman el volante ligeramente, dejándole el paso a un coche. Este agradece con su mano y seguimos nuestro camino a casa, hasta que un auto se mete, provocando que me frene de golpe.
— ¡Oye, idiota! — Grito lo suficiente como para que el conductor me escuche —. ¡¿ERES IMBÉCIL?!
Este ya no se mueve, haciendo que mis límites de paciencia lleguen a desaparecer completamente, así que le toco el claxon miles de veces.
— ¡Bájate y nos partimos la cara! — Me importa un carajo que el tráfico se haya detenido por su culpa, así que abro la puerta, haciendo de lado a mi hermano quien me quiere detener.
— ¡HIDEKI! — Lo escucho detrás de mí, haciendo un coro con los cláxones furiosos de los demás conductores.
Llego al auto que es de color negro que tiene los vidrios polarizados y con mi puño golpeo el vidrio del conductor con determinada fuerza, haciendo que mis manos se sientan un poco resentidas por aquellos golpes.
Medito la posibilidad de patear la puerta, hasta que llega mi hermano y me quiere hacer regresar al auto, este me jala del brazo y yo lo jalo a él, formando una lucha de poder, la cual se ve interrumpida por cuando el conductor decide salir, primero un pie toca el suelo mientras mi hermano y yo seguimos en lo nuestro pero sin mirar a quien sale.
— Hideki, nos van a golpear — Dice entrecortadamente —. Vámonos.
— Tú no cambias, ¿Verdad? — Cuestiona aquella figura que poco a poco se me hace reconocida, hasta que mi memoria se esclarece.
¿Cómo no me acordaría de esos peculiares gestos y acciones?
— Koko... — Pronuncio sin creerlo —. ¡Oye idiota!, ¿Quién te enseñó a manejar?
Aquel sujeto suelta una sonora carcajada y Katsu me suelta al verme quieta — Me gustaría preguntar, el por qué te enseñaron a manejar.
— Lo mismo me pregunto ahorita, es demasiado problemática al volante — Remata mi hermano burlándose.
— ¿En dónde está Inupi?
— Adentro — Sonríe —. Me gustaría preguntarte muchas cosas pero el tráfico que formaste es caótico, mejor muévete y vamos a otro lugar.
— Tú tuviste la culpa, eres pésimo manejando.
— Anda, que nos lincharán aquí — Regreso felizmente a mi auto, escuchando todo tipo de insultos por parte de los demás, así que solo les enseño el dedo medio y nos dedicamos a avanzar.
— Hideki, tienes que controlarte, eres muy impulsiva cuando manejas.
— No tengo la culpa... — Miro por el retrovisor hasta que Koko se empareja y me hace señales de que lo siga —. Aprendí de ti.
— A mi no me eches la culpa — Coloca otra pista (Engel para ser exactos) y baja el volumen —. Mamá te regañaría, además yo quiero ver a mis hijos nacer y casarme.
— No eres digno — Ellos aparcan en una cafetería y hago lo mismo —. Comeremos café, un manjar.
— Debimos ir a un restaurante.
— Ay no, no me lleno — Katsu se burla y bajamos del auto.
Ahora si yendo con ellos dos quienes se bajan del mismo. Miro a Inui y le sonrió con mucho gusto. Vaya reencuentro con estos dos... Sin más, Koko se me acerca y me rodea con sus brazos, siendo un abrazo sincero lleno de cariño. Hago lo mismo y me quedo ciertos segundos ahí, recordando muchas cosas.
— Me da mucho gusto verte.
— A mi también — Me sincero —. Ha pasado mucho tiempo.
— Hideki... — El otro también me abraza fuertemente —. Me alegra que estés bien, pero tienes que cambiar esos arranques de enojo.
— No.
Mi hermano también los saluda y entramos a la cafetería, misma que nos recibe con aquel olor tan delicioso que me gusta... Nos sentamos en una mesa y decidimos que pedir.
— ¿Y bien? — Comienza Koko —. Déjame decirte que todo fue un desastre, te fuiste y don amargado no se lo perdonó.
— Era justo y necesario — Los miro detenidamente —. Pero, he trabajado mucho en mí, así que ya dejé ir el pasado, dejando de ser tan aprensiva con ello.
— Pero vaya que ha pasado tiempo — Contesta Inupi —. ¿Qué han hecho de su vida?
— Trabajar, trabajar y trabajar — Contesta mi hermano.
— Bueno él tiene que trabajar porque tiene dos gemelas en camino — Aquellos sonríen y felicitan a mi hermano —. Ah, y una boda pendiente.
— Entonces tú ya formaste tu familia — Apunta Koko —. ¿Y tú para cuándo, Hideki?
— Tengo un perro, Bull Terrier Inglés, es mi perrhijo.
— Los perros no cuentan.
— Estoy bien así... ¿Ustedes que han hecho todo este tiempo? — Se les ilumina el rostro y comienzan a platicarme todo tipo de aventuras habidas y por haber.
Resulta que tomaron un camino distinto al de las pandillas, centrándose en lo que verdaderamente es hacía estar bien y en paz y eso me daba mucho gusto, estaba muy feliz.
— Y pues Taiju... Tiene un buen restaurante, ese hombre respira y gana dinero — Comenta Koko divertido.
— Así que el también encontró lo que quería — El mesero me trae mi café frío, mientras que a los demás les propina té —. Me da mucho gusto.
— Waoh, aprendes a perdonar a las personas pero no aprendes a regular tus emociones cuando manejas.
— Cállate, Koko, es distinto — Los dos me miran en silencio, con fijeza —. ¿Qué?
— Nada, no te ves de tu edad y acabo de recordar casi todas nuestras aventuras— Aquellas palabras de Inui fueron dichas con melancolía.
— Pues si ha pasado un tiempo — Continuo —. Uno muy largo.
Dos horas pasaron y no alcanzó el tiempo para hablar de todo lo que había pasado, verdaderamente amerita una conversación más profunda, ellos terminaron invitados a la boda de mi hermano y no dudaron en confirmar su asistencia, era demasiado irónico.
— Nos vemos mañana — Mi hermano me saca de mis pensamientos —. Tengo que ir con mis suegros a cenar.
— Que aguante tienes, iré a dormir.
— ¿No quieres venir?
— No, estoy cansada — Hace una mueca y baja de mi auto —. Recuerda que mañana es mi despedida de soltero y tendrás que cuidarme.
— Que te cuide tu próxima esposa — Aquel se ríe —. Hasta mañana.
Los ladridos de mi perro formar a veces un ruido bastante desagradable, veo a mi perro asomarse al ventanal para que segundos después baje inmediatamente a la sala de estar, donde tiene la perfecta costumbre de subirse a los sillones como si fuera el dueño de la casa.
Mi cuerpo ya me pide un descanso, así que me apresuro a bajar del mismo, el ambiente se ha puesto más frío haciendo que me abrace mientras camino hacia la puerta intentando buscar las llaves en mi bolso con una mano, misma que tantea miles de cosas hasta que la argolla se atora un uno de mis dedos y consigo sacarlas.
— Hola mi rey — Le digo a mi perro que da vueltas contento —. ¿Cómo te portaste hoy?
Me hinco y automáticamente este viene a mis brazos, buscando mi rostro para hacer de las suyas, mismo que cubro con mis manos mientras el intenta comunicar la euforia que ha acumulado durante el día. Le digo que me siga para correr las puertas de cristal y dejarlo libre al gran jardín que tengo.
Juego un poco con él y más tarde me coloco mi pijama para adentrarme a la cama y dejarme vencer por el sueño después de una larga jornada laboral
— ¡Que viva el soltero! — Uno de nuestros compañeros brinda por mi hermano —. Quien ha tenido la dicha de ser feliz con la mujer que ama, misma que le regalará una hermosa familia.
— Espero que mis sobrinas no se parezcan a ti — Katsu me golpea suavemente —. De verdad ruego.
— Mis hijas serán las más hermosas del mundo.
El bar emite todo tipo de ruidos pues es fin de semana y está atestado de gente. Nos encontramos en una de las terrazas, misma que fue reservada una semana antes debido a la gran demanda del lugar. Somos unas cinco personas en total, dos compañeros que llevan nombres extranjeros, uno de ellos trajo a su novia, quien está demasiado seria. Y por último mi hermano y yo, quien está demasiado pensativo.
— ¿Qué pasa? — Comento por lo bajo —. ¿Qué tienes?
— Me siento melancólico, me hubiese gustado que mamá... — Su voz se corta, realmente aquel dolor ha disminuido, pero sigue estando presente, no se va y dudo que se vaya, ya que la herida está supurando —. Pero concentrémonos en disfrutar mi último día de soltero.
— Oye, ese día se te acabó desde que creaste a tus hijas — Los demás ríen mientras esperamos nuestros tragos.
Siempre me ha gustado estar al aire libre en las noches, porque todo se ilumina, las luces de los edificios realzan la ciudad, dejando entrever su perfecto contraste, mismo que te deleita de pies a cabeza en este tipo de lugares.
— Su trago, señorita — El mesero deja aquel vaso y procede a repetir lo mismo con los demás.
— ¡No!, ni te atrevas — Observo a mi hermano y sus ganas de explotar la smoke bubble que tiene mi vaso, el sonríe y direcciona su dedo al mismo, así que soy más rápida y forcejeo con él.
— ¡Hideki!, soy yo el festejado, déjame hacerlo — Nuestra diferencia de fuerza es demasiado desigual, es obvio, pero hago lo posible por alejarlo de mi trago, así que opto por morderlo, haciéndolo casi gritar —. ¡Ya no haré nada!
— Bueno — Nos quedamos quietos y lo dejo libre. Mi dedo se direcciona a la burbuja de humo y la exploto.
— Hasta te brillaron los ojos — Comenta uno de nuestros compañeros.
— Todavía tengo una niña interior — Así que procedo a degustar el líquido —. Así que déjenme ser feliz.
El sonido del lugar no tardó en aumentarse, nosotros hablábamos fuerte debido al ruido y de momento a otro nos reíamos de cualquier tontería...
— Señorita, le mandan este trago — Era uno del que pedí al principio con la Smoke Bubble —. Que lo disfrute.
— ¡Hermana! — Quiere tronar la burbuja, pero le meto un buen golpe en el estómago, mismo que hace que se incline —. Grosera.
— Molestoso...
— ¿Quién te lo habrá mandado? — Se acerca a mí —. Es un misterio.
— Mira, la mayoría de las personas que te mandan un trago son fáciles de detectar, normalmente al encontrarte alzan su vaso para que después brinden y decidas acercarte o viceversa.
— Entonces, ¿Qué esperas? — De la manera más discreta posible miro detenidamente.
— Así jamás lo vas a encontrar, tarada.
— Mucha ayuda al que no estorba — Digo mientras repaso a todos, hasta que veo a Koko con la mano alzada —. Es Koko.
Levanto mi trago ambos bebemos al mismo tiempo — Iré a saludar — Me levanto de la mesa para direccionarme a él, mismo que me observa detenidamente, está vestido demasiado elegante, se ve demasiado bien.
— ¡Hola! — Lo saludo con mucho gusto —. Otra vez nos encontramos.
— Así es, tú vienes a divertirte mientras que yo vengo a cerrar negocios.
— Huy, sin quejarse, por favor — Tomo asiento —. ¿Van a ir a la boda de mi hermano?
— Ahí estaremos — Me guiña un ojo —. ¿No es contraproducente que él tome demasiado?
— Sí, pero que se aguante — Comento mirando a mi hermano —. A quejarse a su pueblo.
Koko y yo platicamos un rato, hasta que observo detenidamente como mira a alguien más, despega sus orbes de mí, a otro lugar, están intenso que estoy a punto de preguntar que es lo que pasa.
— Había mucho tráfico, pero ya estoy aquí — Comenta un tercero, Koko lo mira y asiente.
— Usted siempre ha sido muy puntual, jefe — Me quedo tensa mirando a Hajime, quien osadamente ignora mi mirada.
La sangre se me congela de golpe y no soy capaz de mirar al que está a mi lado, quien huele demasiado bien. Muchas veces medité la posibilidad de un reencuentro con él, llevándome a concluir que sería fácil, pero no, no es así... No lo es, tenía a mi lado a la persona que me hizo sentir demasiadas cosas buenas y malas.
Siento la incomodidad y los nervios a mil, haciendo que mis manos suden de más y tenga ganas de correr... Koko carraspea y me observa.
— Hola, Hideki — Aquel pronuncia mi nombre, haciendo que se sienta alagado de más —. Ha pasado mucho tiempo.
Maldita frase tan más cliché, ni siquiera podía contestar, me había quedado muda... Koko se levanta y le cede el lugar a Taiju, y es ahí donde lo veo detenidamente, no ha perdido el estilo, sigue siendo igual de atractivo que hace años, lleva un peinado diferente, sus facciones están más maduras y solo un poco de su tatuaje se posa fuera de la camisa.
— ¿Otra vez eres muda? — Cuestiona colocando sus manos en la mesa, observo todo de él, sus dedos largos, lo bien cuidado que se encuentran los mismos. Este deja a la vista las mancuernillas de su camisa, doradas... Seguramente son de oro.
— Hola... — Comento mirándolo a los ojos con aparente incomodidad y shock.
— Oigan, hasta yo me siento incómodo — Dice Koko descaradamente.
Sonrió ante su comentario y me encojo de hombros.
Se me fueron las palabras, y eso me hace sentir estúpida.
— Bueno, los dejo para que arreglen sus negocios — Apoyo mis manos sobre la mesa para levantarme, sintiendo como Taiju me sigue detenidamente con la mirada —. Un gusto verte de nuevo, Taiju. Nos vemos mañana Kokito.
— Adiós — Se despiden al unísono.
Al llegar a la mesa tomo el vaso de mi hermano para echarme directamente aquel líquido, mismo que me caló la garganta, ahora estaba bebiendo Ron.
— ¡Oye!, ¿Qué te pasa? — Muevo la cabeza mientras pido otro trago —. Oye, ¿Por qué estás roja?
— No, no sé — Aquel me mira extrañado —. ¿Por qué vas a llorar?
— Porque mañana te casas.
— No seas perra mentirosa — Aquel me abraza.
— Perra tu mamá.
— Hideki, es la misma — Comenta burlándose —. ¿Qué pasa?, hasta tu corazón está demasiado acelerado.
— Vi a Taiju... — Susurro —. Y entonces, no... ¡No sé!
— Vamos abajo, acompáñame a fumar — Mi hermano les dice a los demás que nos disculpen un momento —. A ver, respira y dime que es lo que sientes.
Ahora estaba meramente enojada, porque sentía muchas cosas de las que tenía que sentir.
— ¡Estoy enojada! — Uso un tono críptico —. Enojada, feliz, confundida y molesta.
— Una cosa a la vez, por favor — Comenta encendiendo su cigarrillo —. Vamos por partes, ¿Por qué estás enojada?
— Porque estoy feliz y confundida — Su cara de pocos amigos me hace reír, así que solo se encamina a mí para tomarme firmemente de los hombros.
— Respira — Me regaña —. Respira, por favor.
— Pero es qué...
— Cállate — Me interrumpe —. Cállate, no quiero escucharte en estos momentos, solo quiero que respires profundamente más de tres malditas veces, recuerda lo que te han enseñado, concéntrate solo en eso.
— Ya — Se aleja y me dice que hable —. Estoy enojada porque mi recordé lo que pasó años atrás, pero también estoy feliz porque él está bien, pero entro en conflicto.
— Ese es tu gran problema... Hideki, han pasado años, fue error de provocado por terceras personas, mismo que desencadenó sucesos que no fueron gestionados de la mejor manera, pero por una vez en tu vida deja de enfrascarte tanto, muy dentro de ti sigues aferrándote a lo que te hicieron, pero ya, ya me tienes harto con eso.
Abro la boca para refutar el comentario, pero las palabras no me salen, me molesta que me regañen, así que solo muevo la cabeza.
— Si él no te importara, no estarías así — Comenta —. ¡Estás hasta sudando!
— Ya cállate — Suspiro —. Me dieron ganas de abrazarlo.
— Hazlo.
— ¡No! — Las sensaciones que me gobiernan hacen que mis lágrimas salgan de mis ojos —. No puedo.
— Sí, y lo vas hacer, porque ahorita voy a subir y le voy a decir.
— No seas perro.
— Tú no seas estúpida — Avienta la colilla de si cigarrillo —. Lo vas hacer.
— No — Este sonríe ampliamente y yo sigo sintiéndome como una adolescente —. No puedo, me da pena.
— Ay, no seas idiota — Se burla estrepitosamente de mi —. No digas tonterías.
— Vamos, seamos como niños de secundaria, yo le hablo y desaparezco — Me toma de la mano y subimos por las escaleras —. No te dejaré entrar a mi boda.
— No te atreves — Lo codeo, subiendo detrás de él —. No serías tan malo.
— Quien sabe, lo averiguaremos dentro de poco.
Entramos nuevamente al bar y echo un rápido vistazo a la mesa donde ellos dos se encuentran y estaban sumergidos en una buena plática. Mi hermano se detiene en seco haciéndome chocar con su espalda.
— De aquí te veo — Sentencio —. Y de verdad Hideki, te lo cumplo, mueve ese trasero y ve.
Por momentos me imaginé haciendo berrinches para lograr lo contrario, como una niña pequeña. Proyectaba a mi hermano queriendo levantarme del suelo y yo tirada pataleando.
— ¿De qué te ríes?
— No, de nada — Me pongo seria de golpe —. Dame tres tragos más para tomar valor.
— Cobarde, ve — Mi hermano se ponía pesado cuando se lo proponía, así que solo suelto un fuerte suspiro y camino hacia ellos.
De golpe mis piernas no querían avanzar, pero las obligo, además mi corazón acompaña mis nerviosos con sus taladradas tan fuertes... Paso entre las mesas hasta que veo de espaldas a Koko, Taiju juega con su vaso, dejando a su vista un Rolex.
Que humilde.
El levanta su mirada mientras sigue escuchando a Koko, y me observa detenidamente. Creí desfallecer al sentir la intensidad de la misma. Trago en seco para empujar los nervios y me coloco de frente a él.
— Levántate — Ordeno mirándolo, este frunce el ceño.
— Pensamos que se te había quitado lo mandona — Comenta Koko.
— No, una disculpa — Le regalo una sonrisa —. Levántate.
— ¿Qué pasa? — Se hace a un lado para ponerse de pie. Se eleva lentamente, haciéndome olvidar lo pequeña que soy a lado de él —. ¿Necesitas algo?
Me quedo mirando su pecho con cierto nerviosismo, pero doy un paso al frente para después rodear su gran figura con mis brazos. Pude sentir como aquel se tensa, pero se relaja al instante. Mi cara se esconde, mirando del otro lado, donde mi hermano estaba parado, quien me enseña sus dedos pulgares.
Iba enseñarle el dedo medio pero las manos de Taiju se posaron en mi espalda, enviando toda torrente eléctrica existente... Sentir sus manos calientes sobre mi ropa me hizo flaquear nuevamente, sintiendo un abrazo más fuerte de un segundo a otro.
Este me toma de la cadera y siento como sus labios aterrizan en mi coronilla. Un acto tan bien conocido que añoraba profundamente.
— Me da gusto verte — Estaba agradecida que en la parte de dentro no hubiese música tan fuerte —. Hay muchas cosas pendientes, pero tiempo al tiempo.
Me separo para míralo a los ojos, no podía retener su mirada, me sonrojaba enormemente. Despeinó mis cabellos y mientras me decía que estaba alegre por verme.
— Ahora sí, tengo que irme... — Me despido con la mano de él, mientras que doy media vuelta mirando a Koko, a quien le regalo un apretón en su hombro.
— ¿Ya ves?, sigues viva — Dice mi hermano con sorna —. Y si quieres llorar, hazlo, no te aguantes.
Solamente sé que tengo cruda moral en estos instantes
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top