II - Finalis exolvuntur
— ¡Hideki! — Mi hermano no me deja salir del auto cuando ya está de impaciente por hablar conmigo —. Hola, Taiju, ¿Cómo estás?
— Bien, pero tu hermana odia que la gente esté de parlanchina cuando es demasiado temprano — Refuta asomándose desde su lugar, pues mi hermano estaba agachado en la ventana del copiloto —. No me la pongas de malas que las consecuencias las pago yo.
— Que las pague con los mocosos nuevos, resulta que tenemos practicantes y te están esperando para que los introduzcas — Una sonrisa se me dibuja en el rostro, siempre ha sido divertido tenerlos en nuestras manos.
— Te paso la tarea a ti, entonces — Tomo mi bolso y me vuelvo para mirar a Taiju y darle un beso fugaz —. Te veo más al rato.
— Te amo y que tengas buen día — Escucho a mis espaldas y salgo con paso calmado, el frío del día me hace temblar de pies a cabeza.
— ¿Pasa algo? — Katsu pasa un brazo por mis hombros cariñosamente —. ¿Pelearon?
— Amo mi trabajo, pero este jefe me está consumiendo..., he tenido problemas con Taiju y es todo un desastre.
— Trataré de estar contigo lo más que pueda, tampoco me gusta la situación.
Las puertas se abren a nuestro paso y el ambiente nos acoge fríamente, escucho las risas de arriba y pienso en los estudiantes... ¿Cuántos aguantarán este inmenso infierno?
— ¿Qué piensas, Hideki?
— Déjame en paz, estoy de enamorada añorando a mi señor gruñón.
— Joder, jamás pensé escuchar eso de mi hermana — Se burla lo necesario hasta que llegamos a la planta alta, donde los estudiantes nos miran con una sonrisa enorme.
— Llévalos a la morgue, en un momento llego.
— ¿Vas a ser buena persona?
— Soy buena persona, pero cuando ellos trabajen no se les preguntará que tipo de cadáveres quieren ver, si no aguantan lo peor no van a servir para esto — Concluyo dando los buenos días y entrando a mi oficina para colocarme mi bata blanca. Me siento más cansada de lo normal, supongo que es el efecto de trabajar en un ambiente que no me gusta.
— Buenos días jóvenes estudiantes, nos es satisfactorio tenerlos en este escenario que muchos no se atreven a pisar — Saludo, a mi alrededor hay 20 personas, 7 mujeres y los restantes son del sexo opuesto.
Están sumamente nerviosos, con sólo verlos puedo deducir quienes son unos completos engreídos.
— Ella es mi hermana Bushida Hideki y yo soy Bushida Katsu. Seremos sus mentores estos seis meses, nuestra labor es guiarlos, no de la mano por supuesto, pero de manera presente.
— Esto no es fácil y el primero en decir que está aquí para hacer justicia, le recomiendo que se retire; ya que el trabajo es peligroso — Observo a un chico rubio, pone los ojos en blanco —. De una vez les digo que, si veo caras de asco, alguien vomita o se desmaya, queda totalmente reprobado en sus prácticas y no vuelve a pisar este lugar prestigioso para su escuela.
— No puedes hacer eso — Me contesta otro engreído —. No tienes el derecho.
— Claro que lo tengo, su escuela tiene un convenio con nuestro trabajo y eso nos hace sus superiores — Miro en derredor, Katsu sonrié y mueve la cabeza lo más discretamente posible —. Así que entremos en materia, entrarán uno por uno, se trata da un occiso que murió por ahogamiento.
— He visto cosas peores.
— ¿Cuál es tu nombre? — Pregunto sin verlo.
— Kira.
— Tu primero — Avanzo con pasos largos hasta llegar a las puertas blancas y abrirlas sin darle tiempo a procesar. El olor es demasiado fuerte aun teniendo los insumos adecuados para el cuidado —. Acércate, y velo.
— Con un demonio, ¿Estás loca? — Me burlo mientras cruzo mis brazos —. ¿Qué no se supone que deberías empezar lento?
— Los muertos no te preguntarán eso, no puedes correr con tanta suerte — Nos miramos fijamente, tiene ojos verdes —. Descríbeme lo que ves.
Comienza a respirar por la boca (Es sumamente distinguible cuando alguien lo hace), pobre niño... Siempre termina siendo lo mismo.
— Rigidez cadavérica... — No le es posible seguir hablando; puesto que tiene que tomar aire por la boca.
— Vete de aquí, no sirves para esto. Las personas como tú son odiosas y carentes de humildad, así que lárgate — Estoy en la esquina divirtiéndome con sus expresiones —. No eres capaz de hacer lo básico, que es respirar por la nariz. Una total decepción para quienes te pagan la carrera, ¿No te da vergüenza?
— ¡¿Y tú qué sabes?!
— Bastante, por algo tengo un buen puesto. Vete.
— Todo lo hago por seguir el linaje de la familia, tú no me puedes hacer esto.
— Claro que puedo, además no es mi problema el hecho de que seas infestado por el reglamento de tu familia, eres como un esclavo. ¿Te recomiendo algo?, rompe los patrones y dedícate a lo que realmente te interesa, empieza desde abajo y haz algo bueno de tu vida para que por lo menos seas feliz y no un pobre empleado que tarde que temprano será el dolor de huevos para todo el personal.
— Hideki... — Escucho a mi hermano —. ¿El siguiente?
— Que pase.
— No me voy a ir de aquí.
— Quédate, duele más la indiferencia — Mi hermano me da un ligero apretón —. A ver cuanto aguantas sin vomitar.
— Te relevo, Hideki — Su tono es acusatorio, está molesto.
— Como ordenes.
Encuentro a Taiju en mi oficina al término de mi jornada. Me toma de sorpresa verlo en mi escritorio con una sonrisa que manda mis problemas al demonio.
— ¿Qué se le ofrece? — Me quedo en la puerta lo más alejada posible —. No te me acerques, huelo a muerto.
— Estás loca.
— ¡Hideki! — Katsu abre la puerta tan de golpe que por inercia me avienta —. ¿Qué es lo que pasa contigo?
— ¿Podemos hablar el 34 de Febrero? — No se ha percatado de la presencia de Taiju —. No es momento.
— ¡Claro qué es momento! — Me encara sumamente ofuscado —. Eres una maldita sin corazón, ¿Cómo te atreves a tratar así al pobre estudiante?
— Yo ya te dije cómo funciona esto, no es mi culpa — Quiero avanzar, pero me prohíbe el paso.
— Los dejo solos — La voz de mi novio hace que mi hermano relaje sus expresiones, pero eso no le impide mirarme con fuerza.
— No, no te vayas. Él pobre de mi hermano ya se iba, además no llegaremos a ningún lado con esta discusión.
— Hola, Taiju. ¿Cómo estás?
— Bien, ¿Y tú?
— Bien... Te dejo con mi hermana.
Doy un gran suspiro cuando la puerta se cierra, los ojos de él se me clavan en la espalda esperando alguna explicación. Cuando me giro tiene el pie apoyado en su rodilla el cual mueve ligeramente. Una ceja enarcada compacta con el rostro que nunca quiero olvidar.
— Te amo — Suelto sonriendo —. ¿Qué hacemos el día de hoy?
— Yo te amo más.
Era obvio que quería preguntar, pero se lo contaré de camino a casa, estoy meramente hambrienta y con un sueño terrible. En mis pensamientos lo veo sólo a él, durmiendo, riendo, enojado, siendo una persona responsable día y noche.
— ¿En qué piensas? — Aquella nube con sus recuerdos se desvanece sobre mi cabeza.
— En lo mucho que te amo — Sus dientes relucen por la sonrisa tan encantadora que me lanza —. Me gustaría quedarme aquí, pero es el lugar menos indicado para dejar en claro cuánto nos amamos. Te preguntaba qué haríamos hoy porque mi hermano quiere que vayamos a su casa a cenar.
— Me parece perfecto, tienes tiempo para bañarte.
— ¿Qué insinúas? — Pregunté lo obvio.
— Hueles raro.
— ¿A europeo? — Suelto la risa.
— Hideki... — Tomo mis cosas y le hago una señal.
— Vámonos.
Mi cuñada me sirve una copa de vino mientras observo a Taiju platicar con mis sobrinas, de vez en cuando le echa una mirada llena de pánico a la esposa de mi hermano porque a veces no entiende lo que las niñas quieren decirles.
— ¿Ya se te bajaron los humos? — Katsu me jala los cabellos, a lo que le suelto un puñetazo.
— Cállate, ve a ayudarle a Keine, yo cuido a mis sobrinas.
— No estás haciendo nada, tu amado está con ellas — Los tres hacen unas torres de cubos, están sumamente entretenidos —. ¿Cuándo seré tío?
— Deja de presionarme, ¿Tú los vas a mantener?
— Yo los voy a malcriar y consentir — Suelto una suave risa.
— Mejor cállate y vete — Lo empujo para acerarme a las niñas y acariciar sus cabellos.
Taiju y yo nos miramos fijamente como si pudiésemos leer nuestros pensamientos, alzo ambas cejas para ver si me dije algo pero sólo me acaricia la mejilla con sus gruesos dedos. Suspiro al mínimo toque proveniente de él.
— Tía... — Una de ellas me tome del dobladillo de la blusa y extiende sus brazos hacia mí.
— ¿Quieres qué te cargue? — Menea su cabeza diciendo que no y señala las escaleras.
— Baño.
— Hideki, tu cara — Taiju se burla abiertamente —. Llévala antes de que haya un accidente y te toque limpiar.
— Te odio tanto... — Susurré.
— ¿A mí? — Sus ojos se ponen llorosos anunciando un drama severo. Automáticamente entro en pánico y la cargo.
— No, no, no, le decía a tu tío Taiju.
Le cierro lentamente la puerta y me siento en el suelo para esperarla, mi espalda está recargada en el acceso donde me es posible escucharla tararear una canción que jamás no reconozco. Al parecer ella tiene el carácter de mi hermano, quien siempre ha sido más tranquilo en su momento, obediente, intrépido e inteligente — bueno, en algunos casos—, su esposa es más... ¿Especial?, desde que la conocí me percaté de la demanda social en la que Katsu se encontraba pues ella venía de una familia adinerada.
— Mitski, ¿Todo está bien? — Pregunto porque han pasado más de cinco minutos.
— ¡Siiii!, ahora soy papá — Medito la posibilidad de abrir la puerta porque no ha cerrado el grifo del lavabo.
— Cierra el grifo, porque no podemos desperdiciar agua — Pego más mi oído a la puerta —. Mitski, voy a entrar.
No escucho nada de su parte y abro poco a poco la puerta, lo primero que veo son sus pies con calcetas ornamentadas, está arriba de un banco color blanco; mismo que le ayuda a verse en el espejo. Ella tiene las manos en su boca y me mira con un poco de pánico.
— ¿Qué pasó? — Me acerco a ella —. ¿Todo está bien?
Con toda la inocencia del mundo semana donde se encuentran unos rastrillos, pero sigo sin entender nada. Cuando vuelvo a mirarla se me va el alma de vacaciones al percibir el color carmesí en toda su boca.
Inmediatamente busco algo con que limpiarla pero la sangre ya ha viajado a su vestido blanco, tomo un papel para despejar la zona y ver de donde proviene la mencionada.
— ¿Qué hiciste? — Observo detenidamente su cara y por fin veo la herida.
— Quería papá — No es muy grande, pero sangra demasiado algo que no le veo sentido —. Papá usa eso.
— Espera no te muevas.
— Enojada.
— No estoy enojada, me preocupaste y tu querido papá me va colgar del techo viva por dejarte sola — Busco algo en los cajones para dar con las gasas y desinfectante —. Sigo sin entender...
Entonces me quedo a media oración sintiéndome totalmente estupida por no pensarlo antes, cierro los ojos y ella se sienta en el banquito donde estaba. Hago lo posible para lavar la herida y cubrirla decentemente.
— Entonces — Comienzo —. ¿Querías se como tú papá?
— Sí — Sus pequeños dedos rozan el material la malla colocada en la parte superior de su labio.
— ¿Por eso te subiste a ese banco e intentaste rasurarte un bigote que no existía?
— Sí... — Quiero burlarme pero creo que no es momento.
— ¿Tu papá no te explicó que eso es muy peligroso? — Niega —. Ahora ten más cuidado, ¿Sí?, eso puede provocar un accidente más grande.
Ella sale saltando de regreso y yo busco a mi hermano, quien inmediatamente pide explicaciones de lo sucedido mientras escucha a su hija.
— ¿Por qué los niños son tan ocurrentes? — Taiju me mira con un miedo palpable.
— ¿Te sientes bien?
— Hideki, creo que no estaría preparado para eso — Suelto una fuerte carcajada.
— Es demasiado divertido, pregúntales a ellos.
Al llegar a casa tomo arrojo las llaves a la pequeña mesita y voy por un vaso de agua, mi perro me ladra y lo dejo salir para que haga sus necesidades.
— Greila me acaba de llamar.
— ¿Qué te cuenta?
— Dice que ya reservó nuestras vacaciones, me pasó la factura — Me giro lentamente juntando las cejas —. Argumentó que se irá a vivir a otro país.
Se le ve un poco triste, es demasiado normal teniendo en cuenta la estrecha relación que ellos han tenido, primero novios y después mejores amigos.
— Ven aquí — Lo abracé abiertamente —. Tienes la ventaja de visitarla cuando puedas, así tenemos un pretexto para cambiar de aires.
— Es mi única amiga, dejando de lado todo lo que pasó — Era un tema amargo para él, sucedieron cosas no tan agradables —. Y obvio voy a extrañarla.
— Es más que obvio... — Deposité un beso en su cuello y me separé de él —. Hay que disfrutar estar con ella.
Sus ojos están rojos. No quiere llorar.
— No pasa nada si lloras, eh — Juego con sus cabellos —. Te amo mucho.
— Yo más, princesa... Mira — Desvia el tema de conversación y saca una hoja doblada perfectamente —. Me la dio Mitsky.
— ¿Qué es? — Dejo ver el contenido de la mencionada, hay un dibujo de nosotros dos, hizo a Taiju exageradamente alto pero le colocó sus respectivos cabellos bicolor, así como su eterno reloj. Yo estoy a su lado saludando, y mi perro también se encuentra ahí.
Arriba de nuestras cabezas garabateó nuestro nombre.
Hideki y Tu tío Taiju...
Eso me hace gracia, ya que a Taiju no le llama por su nombre correcto... Ella piensa que su nombre es: Tu tío Taiju.
— Que bello...
— Mi dulce príncipe... ¿Así que en verdad has dejado todo a lado?, tú más que nadie estás destinado a estar completamente solo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top