Donec

Las ganas de estallar a carcajadas me inundad más que nada en este momento, ya que tengo a mi patética persona con una vestimenta que jamás pensé en usar; las demás monjas me ayudan a colocarme lo último que me colocan es la típica cruz que cuelga de mi cuello.

— Ayudar a los más necesitados es nuestra labor, en parte — La madre superiora dice con un tono dulzón, demasiado para mi gusto.

— No se me da bien ayudar, no tengo carácter — Miro a las demás que siempre hablan en tono bajo —. ¿Por qué hablan tan bajo?

— Reglamento, deberías hacerlo, tienes una voz un poco fuerte para nuestro gusto.

Reprimo un comentario sarcástico de mi parte, por el momento no quiero ni necesito problemas. Tengo muchas cosas en la cabeza y una de ellas me preocupa más, ya sabemos cual es.

— Estás lista, acompáñanos a la capilla a rezar.

Me rindo, y la sigo; lo peor de todo es que no me sé ninguna oración, pero supongo que con la práctica me las aprenderé.

Velas.

Aquel olor característico de las velas no me termina de agradar, he asistido a varios funerales y el aroma es casi el mismo, producto de aquellos objetos hechos con cera que se consumen gracias a una llama, que a veces es muy larga y en tonos naranjas degradados, u otras veces azul.

— De preferencia colócate hasta adelante — La madre superiora me guía más a fuerzas que de ganas y un escalofrío me recorre toda la espalda.

No es de mi agrado escuchar susurros, así que sin tomarle mucha importancia me coloco de rodillas en algunas banquillas con almohadilla para solo bajar la cabeza y quedarme en silencio y seguir escuchando.

Qué tétrico. Además sumamente incómodo. Después de cierto tiempo, me duelen las rodillas; quiero levantarme e irme de aquí, hasta que alguien se postra a mi lado y comienza a rezar; discretamente miro a mi izquierda y se trata de Taiju.

Este comienza a realizar lo suyo, tiene las manos colocadas como la mayoría de las que están aquí, tiene los ojos cerrados. El hecho de que este maldito esté rezando es sumamente gracioso para mí.

— Qué hipócrita, el pandillero resultó ser cristiano de sangre — Susurro tratando de no reír.

Pero al parecer escucha porque se quedo en silencio y sentí su dura mirada clavada en mí. Suspiro fuertemente y me armo de valor para mirarlo, y sí, efectivamente está mirándome de la forma más asesina posible.

— ¿Qué tanto estás diciendo? — Lo miro fijamente mientras se acerca discretamente a mí.

— La verdad, ¿Qué más podría ser? — Miro a la derecha un momento para después mirar sus ojos que por alguna razón, brillan, pero sé que es por sus instintos de querer matarme.

— Tu voz..., por alguna extraña razón me recuerda a alguien.

— Vaya, ya deberías saber quien soy.

— Tú me debes algo — Aquel tono de voz hizo que retrocediera y sintiera un jodido bochorno.

— Ya cállate, ¿Vienes a rezar o a platicar?

— Tu empezaste con tus indirectas, hablas muy fuerte, no eres para nada discreta, ¿En dónde está tu hermano?

— ¿El pendejo o el mudo?

— Los dos.

— ¡Silencio! — La superiora me mira con deseos de matarme y me regaño internamente.

— Ya cállate, me van a castigar por tu culpa.

— ¿Así? ¿Qué te van hacer? — Pregunta burlón.

— No lo sé, y no lo quiero averiguar.

— Vamos afuera — Este toma mi muñeca y me saca de la capilla. Me lleva a un frondoso árbol, precisamente donde hace sombra porque el sol está jodiendo de nuevo.

— Te ves muy ridícula.

— Digo lo mismo, doble moral — Su altura me obliga a alzar un poco mi cabeza, y este me mira desde su privilegio, luce demasiado peligroso para mi gusto.

— No entiendo el hecho de que mis hermanos hayan caído en tus telarañas — Me cruzo de brazos —. ¿Por qué no solo los dejas en paz?

— El mudo es muy funcional.

Si supieras que el <<Mudo>>, soy yo, pedazo de imbécil. Solo postro una sonrisa en mi rostro, escuchando su explicación del por qué mi otro yo es más importante que Katsu, No evito posar mis ojos en su cuello.

— Excelente explicación, podrías hacer un ensayo bien fundamentado — Le aplaudo irónicamente.

— ¿Y tú?, ¿Por qué sigues aquí?

— Tú me sacaste de la capilla, imbécil.

— Te estoy hablando del convento, bruja.

— No es fácil, además que te importa — Miro hacia dentro de la capilla, todos siguen en lo suyo, no me pierdo de nada importante.

— ¿Tu escuela?

— Ya será sabatina, hice mi cambio antes de venir aquí... Y pues solamente tengo que tratar de convencer a estas monjas que me dejen salir.

— ¿Y lo vas a lograr? — Este enarca su ceja, y sonríe.

— ¿Disculpa?, estás hablando con la persona que te saca de tus pr... — Empiezo a toser demasiado exagerado. Me giro hacia otro lugar y me golpeo mentalmente, parece que solo me funcionan dos neuronas.

— ¿Decías? — Escucho su voz muy cerca de mi oído, que por inercia me alejo.

— Ya vete, me estás quitando mi valioso tiempo.

— Necesito a tu hermano.

— Yo necesito libertad y no te ando molestando, Taiju — Hago una mueca. Este pasa su mano por su cabello y suspira claramente más que frustrado y fastidiado.

— Nos vemos, Hideki, tengo cosas que hacer — Este da la media vuelta y se va. Sus paso son largos, pero su aura demasiado imponente, además su altura no le ayuda mucho.

— Señorita Hideki — Mi superiora. La tengo a mis espaldas y suena demasiado molesta —. Penitencia de tres horas, de rodillas sin almohadilla.

Me giro lentamente y no hago más que sonreírle lastimosamente. Mis pasos son pesados así como lentos. Entro a la capilla y me preparo para unas horas de tortura abismal, donde el dolor de rodillas aparece luego de media hora, así que intercalo mi peso en las antes mencionadas para no sufrir tanto en esta maldita tortura, además lo peor de todo es que solo estoy cantando canciones por lo bajo, porque no me sé las oraciones.

(***) Alta flojera de hacer separadores :v

Una semana ha pasado, donde mi conducta tuvo que ser muy puntual para así lograr que las monjas fuesen permisivas conmigo, básicamente también el chantaje estuvo presente, pero lo logré, así que en estos momentos voy camino a la universidad a perderme tantito del mundo que me ha costado sobrellevar.

Las horas de escuela se me pasan como agua y es lo que no me ha gustado del todo. Así que guardo mis cosas y me voy allá con más tarea que con ganas de vivir. Trato de disfrutar el camino de regreso, porque es el poco espacio que tengo para mí sola, no he visto a Katsu, no he sabido nada de el y tampoco me dijo nada el maldito poste con patas.

— ¡HIDEKI! — Miro a mi izquierda y Taiju viene caminando apresuradamente —. ¡AHÍ QUÉDATE!

La gente de los alrededores me mira y me siento demasiado expuesta, así que solo meneo la cabeza negativamente mientras lo espero. Su eterna vestimenta me inunda la vista, es tan extraño verlo siempre así.

— ¿Qué? — Pregunto con notable molestia.

— Necesito urgentemente a tu maldito hermano — Está molesto, y casi gritando.

— Pero yo no sé dónde está.

— Pues si no aparece por las buenas, será por las malas — Me toma de la muñeca y trata de arrastrarme al otro lado de la calle.

— ¡Suéltame!, yo tengo que volver — Me forcejea, pero por favor, es imposible.

— No me interesa — En un movimiento rápido, este me echa como bulto sobre su hombro izquierdo. Mis pies cuelgan por su parte delantera y mi cabeza choca contra su espalda.

— ¡Taiju! — Me intento incorporar pero su grande mano aprisiona mi espalda —. Lo buscaré, pero déjame ir.

— Vamos a ir a tu casa, entraremos por el y lo sacaremos como dé lugar.

— ¡NO! — El pánico inunda mi ser —. Yo entro sola por él — Mi vista se posa en la acera mientras avanza.

— Sí, no le va ir muy bien, ese idiota está a mi cargo.

— No necesitar recurrir tanto a la violencia — Ahora su brazo abraza mis piernas —. Yo entro por él, no te preocupes.

— ¿Por qué estás tan insistente?

— ¿Cómo qué por qué?, es mi hermano y obviamente daría mi vida por él, aunque esté mudo.

Su carcajada me hace guardar silencio, porque esta vez es diferente, se divirtió con lo que dije.

— El mudito.

— Hay que ser inclusivos — Le digo mientras miro el camino —. ¿No has sabido nada de Katsu?

— Lo vi hace unos días y corrió cuando me vió.

Me quedo en silencio añorándolo, porque me siento básicamente abandonada, mi madre ni siquiera ha ido a verme y mi padre ni se diga... Mi hermano es el único hombro derecho que tengo y al parecer todo ha cambiado.

— ¿Por qué no hablas, monjita?

— Por nada — Digo suspirando —. ¿No me puedes cargar decentemente?

— ¿Eres decente?

— Soy una monja, eso es un sí.

— No.

El olor de su loción por fin es notoria, en todo este tiempo estaba ignorando el hecho del aroma tan masculino que me inunda las fosas nasales. No tengo nada más que hablar y poco a poco voy observando mi callejón, donde tuve una buena infancia con mi hermano, nuestros niños pequeños aparecen como proyecciones mientras observo aquella calle, jugando, riendo y haciendo muchas travesuras, tanto que los vecinos nos odiaban y siempre nos acusaban.

— Llegamos — Me preparo para bajarme y este idiota suelta un poco mi cuerpo y estoy a centímetros del suelo.

— ¡Imbécil! — Este se carcajea mientras estiro mis manos y toco el pavimento —. ¡Ya ayúdame!

Me regresa a mi posición inicial, solo que esta vez baja mi cuerpo decentemente siendo descendido por enfrente de su cuerpo, mientras desciendo me toma de la cintura mirándome a los ojos. Mis pies tocan el suelo duro y me quedo observando a Taiju.

— Voy a estar en graves problemas cuando regrese al maldito convento — Me lamento y me dirijo a mi casa, donde para suerte mía no hay nadie, me giro y le hago una seña al poste con el dedo índice y pulgar, indicándole que me espere.

Me salto por la ventana de mi cuarto que está sin seguro y entro a mi habitación, donde al pisarla siento una fuerte melancolía, pues he estado alejada de casa, no mucho tiempo, pero al final del día es un cambio drástico. Rebusco rápidamente en mis cosas y me coloco la vestimenta con la que me ayuda a disimular ciertas cosas, esto ya es demasiado patético. Cinco minutos es lo que tardo y bajo por las escaleras, para así salir por la puerta decentemente.

Suspiro y cambio mi forma de caminar y postura para acercarme al ser enojado que tengo en mis narices.

— No te mato porque me sirves, ahora camina y espero estés listo para lo que tienes que hacer.

Lo sigo rendida hasta llegar a su departamento y ver a los miserables seres que siempre me reciben con risas burlonas, solo pongo los ojos en blanco y me encamino a mis deberes.

— No te vas hasta que acabes — Miro el montón de trabajo por hacer que me doy por muerta mañana en el convento.

Son exactamente las cinco de la tarde, así que me apresuro. Para mi más grande fortuna todo está en agradable silencio.

Las horas pasa y no veo avance, estoy jodida. Pero por lo menos llevo algo de adelanto, miro el reloj, son las doce. Y da la una de mañana, las dos, las tres y a las cuatro termino el último.

Salgo a la cocina con toda la osadía del mundo por agua o por algo más fuerte de tomar, hasta que escucho ruidos de personas fornicando a diestra y siniestra. Pobre chica, quedará destrozada. Me recargo en la isla de la cocina y tomo un poco de café frío, porque siento que moriré si uso el microondas, así que saboreo aquel líquido amargo que muchas personas aman, pero sinceramente, yo no le veo gran cosa. Mi estómago comienza a reaccionar.

Se deja de escuchar ruido.

¿Tan poco duró?, que decepción, pobre chica, sin caminar y decepcionada, ¿Qué tengo te debería odiar la vida para que eso te pase?, me rio sola sintiéndome loca, hasta que dejo la taza en la tarja y la lavo, ahora no se si debería esperar a Taiju. Pero mi pregunta se responde sola cuando escucho pisadas y veo al mismo en pantalones de su pijama y si nada arriba. Está más que serio y pasa de largo, precisamente para tomar agua.

— ¿Ya terminaste? — Asiento —. No te voy a pagar.

Mi cabeza gira para mirarlo, es obvio mi descontento porque alza su ceja, pero prefiere tomar agua y no le quito la mirada, exigiendo una maldita respuesta.

— Te das el descaro de irte una semana, así que para la otra lo piensas, porque del hospital no vas a salir — Deja el bajo sobre la isla, a lado de donde estoy.

¿Ahora con qué voy a pagar mi maldita universidad?, no digo más y salgo de ahí, azoto la maldita puerta y voy de regreso al convento, de mal humor, maldiciendo una y otra vez. Entro al maldito convento y la superiora me mira de pies a cabeza.

— ¿En qué le podemos ayudar, joven?

— Soy Hideki — Digo de mal humor.

— Que bueno que llegas, te estábamos esperando — Su rostro se ensombrece y me hace seguirla a la oficina, donde abre las puertas y miro a mis padres de espaldas.

No digo nada, solo me paro a lado de mi madre, quien seguramente me está mirando fijamente, pero no me importa, ahorita no estoy para soportar a nadie.

— Hideki, estábamos por comentarle a tus padres que no toleramos las faltas de respeto, así que amerita sacarte del convento.

Una parte de mi volvió a sonreír, pero el problema está en mi padre, quien cambia de colores debido a su colera, y es donde comienzo a sentir miedo, y nervios, mis palmas de las manos sudan.

— Recoge tus cosas y puedes irte a casa — Hago lo que me dijo sin titubear, recojo mis cosas y me llevo la vestimenta de monja como recuerdo.

Así que salgo del convento, esperando a mis padres pero estos solo me esperan en la entrada para caminar delante de mí, rendida, abrumada y nerviosa regreso a casa, el recorrido se me hace largo, hasta que tengo la puerta enfrente, no quiero entrar, pero de lo contrario no tengo en donde quedarme.

— Déjame solo con Hideki — Mi madre sube las escaleras y me deja sola con mi padre —. No puedo estar más decepcionado de ti — Mi vista se fija en el cinto que se está quitando —. ¿Qué voy hacer contigo?

En automático observo todas las salidas posibles, este se acerca a mí, se lo que va hacer, quiero correr, pegarle, pero estoy tan cansada y paralizada que solo me quedo ahí, esperando el golpe.

No hace falta describir con lujo de detalles lo que pasó, Katsu solo se quedó mirando todo el show, así que me dejó ir a mi habitación hasta que estaba cansado. Ahora para poder quedarme aquí en casa, tengo que trabajar, porque lo han despedido del trabajo y me dijo que era mi responsabilidad mantener la casa. Me tiro en mi cama, adolorida y sin ganas de moverme en lo absoluto. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top