Capítulo 2: El amor no es para mi
ELINOR
―¡Detengan esta boda!
¿Qué demonios está pasando?
No lo digo en voz alta, puesto que la situación sigue pareciendo irreal. Quizá estoy soñando. Pellizco mi brazo de manera disimulada, sin siquiera quitar mi vista del hombre que acaba de interrumpir mi boda.
―¿Esto es un broma, Elinor?
La voz de Rowland me saca de la realidad. En efecto, no es un sueño.
○●○●
Un año antes.
―Por última vez, Sophie. No tengo tiempo―digo a mi hermana mientras abro la puerta del auto.
―Es tu sobrino, ¿acaso no puedes dar algo de tiempo a tu familia?
Dejo la llamada en altavoz para luego encender el auto.
―Sophie, tengo que llegar al trabajo en 10 minutos. Tengo un grupo que guiar a las 10 en punto. No puedo.
Mi hermana se mantiene callada. Sé que viene uno de sus discursos sobre la familia, sobre que pasará cuando forme mi propia familia, cosa que no va a pasar.
―Está bien. Sé que no puedo contar contigo.
―Solo dile a Matt, él lo llevará. Es tu esposo y su padre.
―Matt está ocupado en su trabajo.
Lo sé. Vive prácticamente en el trabajo.
―¿Y la obsesiva con el trabajo soy yo?
Está enojada, no hace falta verla para saberlo.
Piso el acelerador ignorando el gran silencio que se ha instaurado.
―Matt es obsesivo por un trabajo real. No como el tuyo, hermana.
Pienso en colgar la llamada pero ella se adelanta.
Aprieto mis dientes sabiendo que sus palabras si logran lastimarme. Respiro profundo y continuo mi camino ignorando los recuerdos de aquella pelea con mi padre cuando le dije que quería ser escritora. Puso el grito en el cielo ese día, al final termine estudiando historia, también es algo que me apasiona pero no tanto como escribir.
Mi hermana es y siempre será la preferida. La esposa perfecta, madre perfecta, hija perfecta.
Continuo mi camino al trabajo, mandando a lo más profundo de mi ser las palabras de Sophie.
Al llegar al museo, Karyn la gerente me observa bastante enojada.
―Llegas tardes
―Dos minutos―objeto.
―Pues ese grupo de allá lleva esos dos minutos esperándote.
―Lo lamento, tuve algunos problemas...
―No me importa―suelta con su tono amargado de siempre―. El grupo te espera.
Yo me marcho corriendo hacia la multitud de personas, me disculpo con ellos y empiezo el recorrido por el museo. Pasamos por cada una de las areas del museo: Antropología, Botánica, Entomología, Zoología de Invertebrados, Zoología de Vertebrados y Paleontología. Al terminar paso por la recepción para revisar los grupos del resto del día.
Lizzy, la chica nueva de recepción parece algo estresada con la organización así que tengo que esperar a que encuentro el horario correspondiente.
―Vuelvo en unos segundos, iré por un café.
La chica asiente y vuelve a su computador para atender a una pareja que pregunta por alguna exhibición
Me dirijo a la máquina de café de la entrada, presiono los botones y aguardo a que esta prepare la bebida. Entonces siento que alguien me empuja. Volteo algo enojada.
―Disculpa. Estaba distraído―dice un chico alto de cabello rubia y anteojos.
―Está bien, no te preocupes.
―¿Tu trabajas aqui?
Asiento y tomo el café de la máquina.
―Es la primera vez que vengo a este museo. Es bastante bonito.―murmura dando un recorrido al lugar con su mirada.
Tiene razón, es bastante bonito. Fue uno de los motivos por los que decidí trabajar aquí.
―Sí, bastante. ¿Necesitas algo? ¿Saber sobre una colección?
Miro en dirección hacia Lizzy, no ha terminado de hablar con la pareja de hace un rato. Le tomará algo de tiempo acostumbrarse al trabajo. Volteo a ver al chico.
―No, no, yo solo estoy mirando
―Bueno, si me disculpas debo irme.
―Espera―dice algo preocupado―. Es que no es una casualidad que esté aquí.
―¿Ah no?
Bueno, las cosas se están poniendo raras. Será algún loco que se escapo de un psiquiátrico. No luce definitivamente como un loco.
―Los astros literalmente se alinearon para que surgiera este encuentro.
Empiezo a retroceder a medida que murmura cosas extrañas.
―Me refiero a que llevo tiempo observandote.
―¿Qué?¿Qué te pasa?
O sea que no es ningún loco, al contrario es un acosador.
―Voy a llamar a seguridad si continuas acercándote.
―Creo que estás malinterpretando mis intenciones, no te observaba de una manera acosadora.
―No me digas, ¿entonces de qué otra manera?
―Bueno, lo que digo es que pareces una chica interesante y atractiva y cuando pasaba todos los días por aquí de camino al trabajo llegué a pensar...
Retrocedo unos pasos más.
―Debo irme y esto está raro. Así que creo que olvidemos que esto paso.
―Pero, yo solo quiero...Oye, esto va a parecer una locura. Pero se que si no lo hago me arrepentiré.
¿Qué piensa hacer? Me preparo para gritar en cualquier momento.
―¿Te parece si vamos a tomar algo, un café? Bueno, un café no―dice viendo el café que tengo en las manos.
Niego rápidamente y agrego: ―No mezclo mi trabajo con lo personal.
―Pero no somos compañeros de trabajo así que...
―Estoy trabajando este momento así que si voy contigo mezclaría mucho lo personal y no es buena idea.
Creo que mi respuesta lo decepciona, quizá fui demasiado ruda. No es mi intención, pero esto jamás me había pasado así que no cómo reaccionar.
―Está bien. No hay problema será otro día.
―Adios―espeto caminando con rapidez hacia la recepción.
Cuando vuelvo mi vista hacia la entrada el chico ya no está.
―Me acaba de pasar una cosa realmente extraña.
Lizzy enarca sus cejas, supongo que no tiene intención de escuchar mi historia.
―Ya sé, estás muy ocupada―ruedo los ojos―Por cierto, ¿tienes mi horario?
Me entrega una hoja de cartón y vuelve al computador.
―Gracias, Lizzy.
Con un gesto se despide de mí así que empiezo a caminar por el museo mientras leo la hoja del horario.
A las 2 de la tarde hay otro grupo de un colegio, a las 3 hay un grupo de una universidad y es todo por hoy.
Voy a supervisar el área de paleontología, como Karyn me ordeno.
Recibo un mensaje de mi madre, lo miro de manera disimulada.
Hola, hija. En unos días es el aniversario de bodas de tu hermana. Haremos una cena. No faltes. La familia es muy importante...
Dejo de leer el mensaje cuando siento que alguien carraspea frente a mí. Por un momento creo que es Karyn, sin embargo es mi amiga.
―Elinor, estamos en horas laborales no se permite el teléfono―imita a Karyn
―Cállate Vivi, puede oírnos. Recuerda las paredes tienen oídos.
―Tú y tus frases raras.
―Son ciertas, este museo se llena de chismes, aunque creas que mi trabajo es aburrido.
―Querida, estás cuidando un par de huesos. ―señala la exhibición de tyrannosaurus rex.
―Oye, es mi parte favorita del museo.
―Esa cosa lleva muerta hace millones de años, no va a ir a ninguna parte.
―¿No has visto una noche en el museo?―murmuro divertida.
―Deja de hablar tonterías, Elinor.
―Está bien, ¿qué sucede?
―Vine a invitarte a salir. Unos amigos vendrán el restaurante y son guapos
―Paso, tú ya sabes que el amor no es para mí.
―Por favor. Que las cosas con Gabriel no hayan terminado bien no significa que vaya a volver a pasar.
―Primero que todo no es por Gabriel, a él lo superé hace mucho.
―Sí, claro.
―Segundo, no me interesa conocer a nadie. Quiero centrarme en terminar el manuscrito de mi libro.
Ella niega y hace un puchero insistiendo en que vaya, sin embargo veo a Karyn pasear a la distancia, clava sus ojos en mi amiga así que la empujo hacia la salida y se marcha.
Dos días después mientras guio a uno de los grupos veo al chico loco. Parece que camina por el museo buscando a alguien o a algo. Esto se repite hasta que pasa una semana.
Así que decido enfrentarlo.
―¿Que haces aquí?
―Estoy mirando la nueva exhibición, ¿que no es obvio?
―Sí por supusto, llevas una semana haciendo esto, ¿no te cansas?
―¿Qué cosa?―sonríe inocente.
No va a admitirlo. Es un pesado.
―Pues esto.
―¿Qué?
Quizá si le gusta el museo y esté equivocada.
―Sabes que no tengo tiempo para esto. Debo irme.
―No, dime que cosa.
Estoy de espaldas dispuesta a irme pero me detengo y volteo a verlo nuevamente.
―Pues esto, dudo que te guste tanto el museo como para venir cada día.
―Me gusta venir.
―¿No estarás haciendo esto por qué te rechacé o si?
―¿Que? Amiga, no eres el centro del universo.
Mi mandibula se desecaja. Auch, justo a mi ego. Ahora sí planeo huir de la situación.
―Espera no quise decirlo así.
―¿Te han dicho que tienes pésimo tacto para decir las cosas?
―Sí―admite.
―Dejalo, no tienes por qué darme explicaciones.
La conversación queda ahí, me marcho algo humillada. Una parte de mí en serio esperaba que estuviera allí por mí. Pero no, no debo hacerme ilusiones.
Mi celular vibra en el bolsillo de mi blazer. Salgo del museo para poder contestar.
―Mamá, estoy trabajando. ¿Qué sucede?
Mierda, olvidé que la cena con mi hermana y su esposo es hoy. Y no tengo ganas de ir a aquella cena.
―Mamá, no puedo ir. Sí es el trabajo. Te he dicho que estoy escribiendo...
Yo se que no te agrada. Mamá.
Al otro lado del teléfono su voz insiste e que vaya. No me apetece. Se que mi padre se pasará alabando a mi hermana e incluso a Matt sobre la familia perfecta que son y todas aquellas cosas que yo no he logrado en absoluto.
―¿Sabes qué? Te llamo más tarde. No pienso ir. Adiós.
Cuelgo la llamada y me quedo mirando hacia la calle. Me siento en las escaleras de la entrada.
Estoy harta, siempre es la misma situación con mis padres. Cada vez que hablo del libro empiezan a decir que seré un fracaso, no voy a ir a esa cena. Se que sera la excusa perfecta para volverme a reprochar que quiera dedicarme a la escritura. Ellos esperaban que después de que me graduará mi sueño se acabaría. No fue ni será así. Planeo terminar el libro y algún día dar a conocer mis historias.
Una voz interrumpe mis pensamientos
―¿Estás bien?
Quito algunas lágrimas con la manga de mi blazer y volteo a verlo cuando se sienta a mi lado.
―Perfectamente bien.
―Bueno, no parece
―No quiero parecer el centro del universo contandote mis problemas.
Mis palabras salen solas, él arruga su rostro. No le agrado mi respuesta.
―No fue intención, a veces soy muy impulsivo. Y también muy insistente. Lo que dijiste es verdad y no quería que pensarás que te estaba acosando.
Asiento y observo el reloj en mi muñeca. No sé si voy a arrepentirme en un futuro lo que voy a hacer pero a veces las oportunidades se dan una sola vez en la vida.
―Hoy tengo tiempo para tomar un café. O cualquier otra cosa.
―Bueno, yo no así que lamento decepcionarte.
El chico se levanta y otra vez me siento bastante estúpida. Dirijo mi mirada a los autos que pasan en la calle. No puedo estar más avergonzada.
―Perdón, si puedo. Era broma―El chico ríe.
―La verdad no se como sentirme al respecto.
―Si lo sé. Mejor me quedaré callado.
Me extiende su mano, no la acepto pues temo que caiga en otra de sus bromas.
―No me fio, lo siento.
―Mi culpa, no volverá a pasar.
Me dedica una sonrisa que parece sincera. Puede que Viviette tenga razón, es hora de volver a encontrar el amor.
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