Track 34.

–Track 34–

Start – SHINee

I want to start to start to start,
I want to start to start to start,
I want to start to start to start,
I want to start to start to start...

~*~*~*~

*Marcus*

—Aiden, quiero hablar contigo— dije tras bajar por completo el volumen del televisor.

Con un movimiento lento despegó su atención de lo que fuera que lo tenía hipnotizado y me miró; con eso supe que debía continuar. Dejé el control remoto sobre la pequeña mesa de la sala y me senté a su lado en el sofá, recogí una pierna para estar más cómodo y poder verlo mejor.

—Lo que te dije anoche es cierto, quiero que volvamos a ser como antes.

Su entrecejo se deformó ligeramente al igual que sus labios, yo conocía varios de sus gestos, sino es que todos, y él estaba nervioso. Pero al notar que en vez de responderme desviaba la mirada, agregué; —¿es que ya no me quieres?, ¿ya no tenemos una oportunidad?

—No es eso— ahora respondió de inmediato, pero su voz era rasposa, no parecía suya.

—Antes de mudarnos a este departamento, antes de saber que aparentaríamos ser hermanos, nos llevámos mejor, ¿qué sucedió?

—Lo que pasa es que yo... yo... no es que no te quiera; te adoro Marcus— sentí un alivio enorme al escuchar eso, pero luego casi al instante mi estómago se apretujó cuando agregó, —pero no creo que yo sea lo que tú mereces.

—¿Y acaso yo no tengo derecho a escoger lo que quiero?— bufé enojado, —Aiden, estás siendo egoísta al decidir por mi.

—¿Egoísta? Yo creo que no; pienso que...

—No creas, no pienses; sólo déjate querer, déjame quererte— lo interrumpí y tomé su mano, luego continué, —te equivocaste cuando le dijiste a Carina que yo soy totalmente independiente; te necesito Aiden, necesito quererte, estar a tu lado; y esperaré lo que sea necesario hasta que decidas confiar en mí de nuevo, y no voy a dejar qu...

Sólo percibí un tirón y luego sus labios chocar contra los míos; así sentí que volví a la vida, parecía haber pasado una eternidad desde nuestro ultimo beso; pero pronto comencé a sentir un sabor salado y caí en la cuenta de que Aiden estaba llorando en silencio. Me separé un poco y liberé mi diestra de su agarre, porque hasta ese entonces me percaté de que se había aferrado a ellas; limpié sus lágrimas, mi corazón se estrujaba al verlo llorar así, en verdad dolía.

Me levanté del sofá pero sólo lo necesario para sentarme a horcajadas sobre sus muslos, ahora lo tenía totalmente frente a mi, así que rodee su espalda con mis brazos y lo atraje a mi pecho; él me correspondió ocultando su rostro en mi cuello y continuó llorando.

Mi playera se humedeció pero eso ya no importaba, sólo quería que él se desahogara, si no con palabras al menos con lágrimas y sollozos; pero estuve equivocado ya que comenzó a hablar.

—No pensé que me afectara tanto— dijo sin despegarse de mi cuello, aferrándose a mi cintura; —la muerte de Abigail, la verdadera identidad de Leonard, la partida de Lizzie... y creo que tuve miedo de que tú también me dejaras.

—Aiden— tomé un poco de aire para volver a tocar el tema de mi verdadera identidad, —tú crees que sólo me conociste como Marcus Jones, pero te equivocas; fue Marcus Black el que se enamoró de tí, quien pensó morir cuando desapareciste, es Marcus Black el que está loco por tí y lamenta de corazón que ante todos tengamos que fingir que somos nada más que hermanos.

Sentí que se aferraba con más fuerza a mi cuerpo, así que tomé eso como un indicio de que podría continuar, —y estoy seguro de que al que conocí fue a Aiden Gates, el amante del chocolate, el que todas las mañanas disfruta de salir a ejercitarse.

—Yo... soy patético. No quería que me vieras vulnerable— confesó.

—¿Sabes? Tu lado vulnerable te hace lo que eres, un ser humano con corazón y no un espía asesino a sangre fría. Por eso te quiero, porque sé que eres de carne y hueso, que eres real.

Escuché su risa gutural chocar contra mi piel, eso era bueno, quería decir que ya estaba mejor; pero inoportunamente mi estómago chilló, entonces recordé que no había probado bocado desde hacía varias horas.

Su risa se escuchó mejor, ahora ya no lloraba, parecía divertido, —no te olvides de que tú también eres de carne y hueso— exclamó al separarse de mi, entonces vi sus ojos húmedos, pero ahora tenían un brillo diferente.

—Lanzar unas cuantas patadas me dejó exhausto— y casi al instante quise morderme la lengua, ya que vi que su sonrsa se borró cuando mencioné el incidente en la escuela.

—Yo debí haber estado allí.

—No fue algo grave, no le tomes importancia— traté de tranquilizarlo, acariciendo su flequillo.

—¿Que no le tome importancia? Ese tonto te tocó.

—Pero eso es lo que es; un tonto. Déjalo, no lo volverá a hacer, ya lo verás.

—Eso no me hace sentir menos miserable— susurró.

Entonces supe lo que era, probablemente su autoestima no era la mejor en ese momento; pero yo me encargaría de volver a subirle los ánimos, costara lo que me costara.

—Ven— traté de cambiar el tema y me incorporé, —quiero que pruebes mi nueva creación— tomé su mano y lo arrastré a la cocina.

Le ofrecí un emparedado al momento que le decía su contenido, —es de mantequilla de maní, mermelada de fresa y crema de avellanas; también tiene trozos de nuez.

—¿Eh?

—Se me ocurrió mezclar todo eso, pruébalo— le acerqué el alimento a los labios, él me miró dudoso por unos instantes y luego abrió la boca.

Sonreí esperando el veredicto, —nada mal— anunció.

—Puedo ver la luz de la televisión por debajo de la puerta, es hora de ir a dormir—, Samuel nos llamó desde la entrada, tocando antes con los nudillos. El departamento era mediano, la sala estaba prácticamente a un par de metros de la puerta, por eso Sam pudo saber que habíamos dejado el televisor encendido; la cocina estaba a unos pasos del sofá, por eso desde la barra pudimos escuchar su llamado.

—Si, en un momento— contesté para que no siguiera insistiendo.

—Mañana deben ir a la escuela .

—Lo sabemos— respondí y tras eso escuché sus pasos abandonar el pasillo.

*Aiden*

Después de la advertencia de Samuel seguimos comiendo, Marcus mencionaba lo delicioso que le parecían las combinaciones que había "inventado", que no estaban mal debía confesar. Pero cuando los últimos trozos de fruta desparecieron del tazón ya no había otro pretexto para permanecer despiertos, así que apagamos el televisor, el cual había estado encendido en silencio y nos preparamos para ir a dormir.

—Gracias Marcus— le dije antes de tomar el pomo de la puerta, nuestras habitaciones estaban una frente a la otra.

—No tienes porqué agradecer— sonrió suavemente.

—Buenas noches, qué descanses— musité y luego entré.

Caminé hasta la cama y me senté en la orilla, suspiré y caí en la cuenta de que aún la sonrisa no se me borraba, de seguro parecía un idiota, un idiota enamorado.

Te necesito Aiden, necesito quererte, estar a tu lado; y esperaré lo que sea necesario hasta que decidas confiar en mí de nuevo...

Sus palabras retumbaban en mi cabeza, era lo que necesitaba oír, que aún teníamos una oportunidad. Era tonto, pero creo que fue lo que me dio el impulso para hacer lo que hice, besarlo y dejar salir lo que me acongojaba.

Cuanto había extrañado sus abrazos y sus besos, su sonrisa, ése gesto que hacía al fruncir los labios; lo quería todo de él, y en verdad estaba agradecido.

Respiré hondo y me di cuenta de que no quería estar lejos de Marcus, más que "no confiar en él" como había asumido en realidad todo era por mis malditas inseguridades, las cuales en ese preciso momento decidí mandar al carajo.

Me levanté y me dirigí a la puerta, debía decirle que sí lo quería, que yo también lo necesitaba a mi lado, y que sí confiaba en él. Tomé el pomo y justo cuando abrí me topé con su rostro.

—Aa-Aiden— dijo sorprendido, tal vez más que yo; puesto que noté que estaba a punto de tocar; —y-yo... no podía dormir— explicó.

—¿Quieres pasar?— lo invité sin pensarlo.

Asintió y dio un paso hacia el frente. Miró curioso las cosas, era la primera vez que estaba allí; noté que fijó su vista en una fotografía que tenía sobre la mesita; era donde estábamos Leonard, Abigail y yo.

Creo que leyó mi mente ya que no los mencionó, supo que yo no quería hablar por el momento de ellos.

—Te tocó la habitación más grande— dijo.

—Pero tú tienes la mejor, tienes el balcón— le contesté.

Él rió, —Sam me regañó por no dejarte escoger.

Entonces sus palabras me recordaron algo de lo que tenía curiosidad desde la mañana; —Marcus.

—¿Mm?— volví a captar su atención, ya que se encontraba mirando el armario, el cual estaba abierto y dejaba ver las camisas en perfecto orden.

—¿Por qué no me llamas hermano? Escuché que Samuel te pidió que lo hicieras, pero he notado que no me llamas así, incluso cuando me presentaste a Carina. ¿Te molesta hacerlo?

—Es porque no quiero que seas mi hermano; quiero que seas mi novio— declaró, mirandome de frente, sin titubear, luego agregó, —pero ya te dije que esperaré hasta que decidas confiar en mí de nuevo.

—Confío en tí— respondí de inmediato, —soy yo el problema.

—No Aiden, tú no eres el problema; estás atravesando por uno, que es diferente.

—Entonces— di un paso hasta posicionarme muy cerca de él, —ayúdame a superarlo, no me dejes solo; quédate a mi lado, sé mi novio otra vez.

Parpadeó varias veces, probablemente mi petición lo tomó desprevenido, pero luego afirmó con la cabeza de manera frenética; —sí, Aiden; nada me gustaría más.

Disminuí por completo la distancia y uní nuestras frentes, cerré lo ojos y me concentré en disfrutar su aroma, tan dulce, tan él.

Segundos después sentí que buscó mis labios, me dio un beso pausado y suave, —me quedaré a tu lado por el tiempo que tú así lo desees—, tal vez buscaba que yo no me sintiera presionado. ¿Quien lo diría?, en el pasado yo quise ser siempre su sustento y apoyo, y ahora él tomaba el rol protector.

—Entonces tendrás que quedarte para toda la eternidad— declaré y el rió sobre mis labios antes de rozarlos.

Con cuidado de no hacerle daño con mi peso, nos dejamos caer sobre el colchón, nos mirarmos a los ojos y nos entregamos a otro beso; lento, tranquilo, lleno de ternura y cariño.

Luego pasé de sus labios a sus mejillas, luego a su nariz; recordé que le daba cosquillas cuando le besara el rostro, y segundos después, como lo imaginé, comenzó a reír.

—Para ya— pidió sin muchas ganas de que lo hiciera, —sino Sam nos puede escuchar.

Y tenía razón, ya que sus risas se estaban haciendo más escandalosas.

Detuve los besos para poder frotar mi nariz con la suya, estar así me hacía muy feliz, aceleraba mi corazón y me hacía parecer estúpido.

Tras unos minutos me obligó a acurrucarme sobre su pecho y comenzó a acaricierme el cabello.

—Aiden.

—¿Mm?

—Esta será la misión más difícil de toda mi vida.

—¿Eh? ¿Por qué?

—Porque tendré que pretender que sólo eres mi hermano mayor y presenciar cómo las niñas te van a mirar queriendo llamar tu atención.

No pude evitar reír, hace unos segundos se había mostrado tan seguro ante los sentimientos que tenía y ahora era prácticamente lo contrario al declararse celoso.

—¿Eso te preocupa?— cuestioné.

—No, aunque eso no evita que sus miradas sobre tí me incomoden. Pero prometo que seré un buen hermano menor, me portaré bien, Aiden.

Después de eso él besó mis cabellos y continuó acariciándome, tras unos minutos me rendí y me quedé dormido.

*Victor*

El "beep" del reloj despertador hizo que me sobresaltara. Gruñí y me revolví entre las sábanas, era una mañana fría y más aún cuando estaba sólo en la cama.

Me senté en el colchón sin muchó ánimo de abandonarlo, froté mis ojos y lancé un gran y sonoro bostezo.

—Victor, será mejor que se levante de una vez si no desea llegar tarde a su trabajo—, escuché la voz de Samuel y sonreí.

La noche anterior nos habíamos quedado dormidos en mi cama hablando de lo poco usual que era la nueva misión; pero como era costumbre él despertaba primero, era como un sexto sentido maternal o algo así, ya que cuando vivía con Marcus solía hacer lo mismo para preparar el desayuno.

Ya menos perezoso y con más ánimos me dirigí al armario, debía usar un atuendo para la situación: nada de jeans demasiado desgastados ni ropa con estampados de bandas de metal; ahora debía aprentar ser alguien más serio.

—Buenos días, joven Samuel— al aparecer en la cocina decidí llamarlo como cuando estábamos encubiertos.

—Venga a desayunar señor Victor, sino el café se enfriará— señaló serio la pequeña mesa; había pan tostado, fruta, emparedados, jugo y café.

Sólo ensanché más mi sonrisa, me acerqué y lo tomé de las caderas para plantarle un sonoro beso en la mejilla; —te quiero, Sam.

Se sonrojó al instante, —yo también te quiero, Vic.

Me abracé de él, aferrándome a su cintura y él hizo lo mismo. Estaba seguro que amaría mi trabajo, siempre habíamos batallado con nuestros encuentros y ahora la agencia nos lo había puesto más fácil al asignarnos al mismo apartamento.

—Debemos darnos prisa, no podemos llegar tarde— se separó y me hizo tomar asiento para desayunar.

Mientras comíamos seguimos con nuestra charla de la noche anterior, sabíamos que no debían relacionarnos sentimentalmente, ante los demás maestros y alumnos de la institución éramos dos personas que compartían departamento y Kelly nos lo dejó muy claro, si levantábamos sospechas nos separarían, no solo de apartamento, sino de edificio, eso quería decir que nos alejarían también de Aiden y de Marcus.

Sobre nuestra ubicación a mi siempre me pareció que era muy obvia, pero Kelly había alegado que era tan evidente que sería perfecto para no levantar sospechas, pero que había límites, por eso debíamos tener cuidado.

—Iré a ver si Marcus y Aiden ya estan listos— anunció mientras yo buscaba las llaves para cerrar el apartamento. El día anterior, por ser el primero, habíamos usado una van de la agencia; pero apartir de entonces debíamos usar el transporte público.

Encontré las llaves y mi móvil, lo coloqué en el bolsillo de mi chaqueta cuando vi a Samuel entrar de nuevo con una expresión de preocupación y dirigirse a su habitación.

—¿Qué sucede?— indagué.

—Espero que no se hayan quedado dormidos en su segundo día de escuela, porque sino los mataré yo mismo— sonaba como una madre molesta, salió de su recámara y entonces supuse lo que fue a buscar, el duplicado de la llave del apartamento de aquellos dos.

*Samuel*

Toqué varias veces la puerta principal y al no haber respuesta opté por usar el duplicado.

Miré la sala y estaba en perfecto orden, recordé que la noche anterior habían tenido el televisor encendido hasta tarde, así que pensé lo obvio.

Observé la cocina y en el lavaplatos había un tazón sucio, bufé, Marcus siempre dejaba sus trastes sucios después de cenar.

Caminé hasta la habitación de él y golpee suavemente.

—Marcus, ¿estás bien?—, pregunté eso ya que también pensé en la posibilidad de que estuviera enfermo.

No contestó, entonces abrí la puerta. La cama estaba perfectamente tendida, tan inusual, él rara vez dejaba la cama impecable.

—Aiden— musité, tal vez él sabía donde estaba Marcus; pero para ese instante ya me había preocupado por mi antiguo hermano menor así que no pensé en los modales y abrí la puerta de la habitación de Aiden sin tocar previamente.

Y lo que vi no me lo esperaba, no tan pronto.

—¡¿Qué hicieron?!— exclamé sin pensar. Marcus estaba boca arriba mientras Aiden descansaba sobre él, escondiendo su rostro en el cuello.

Tras mi grito poco a poco se fueron removiendo y deshaciendo el abrazo que hasta ese entonces noté.

—¿Cómo se atraven?— los regañé y me acerqué para tirar de ellos y apurarlos a levantarse.

—¿Mami Sammy?— la voz de Marcus era rasposa, —¿qué hora es?

—¡¿Que qué hora es?! ¡Faltan treinta y cinco minutos para que la primera clase del día de inicio!— contesté.

—¡¿Qué?!— se sentó en un sólo movimiento haciendo que Aiden casi cayera, —¿nos quedamos dormidos?

—Por supuesto; y les dije muy claramente que apagaran la televisión— los miré, estaba vestidos y no había indicios de que hubiera ocurrido otra cosa, aún así agregué, —y absténganse de hacer cosas cuando al día siguiente deban ir a la escuela.

—Déjalos— Victor apareció a mis espaldas, —no creo que una falta les afecte—, olvidaba que a veces mi novio se tomaba a pecho su papel de padre y solapaba a Marcus.

—Tal vez si fueran sólo estudiantes lo dejaría pasar, pero esto no es la escuela, es su trabajo—, volví a mirar a ese par y entonces noté que Marcus ya no estaba, había salido de la habitación para encerrarse en el baño y Aiden rebuscaba apresurado en el armario.

—Lo sentimos Samuel— se disculpó cuando tuvo una camisa en la diestra, —en verdad, nosotros... no sucedió lo que piensas.

—Será mejor que no mientas o sino no saldrás vivo de aquí— sentencié, porque era claro que la incomodidad entre ellos, la que yo había notado días anteriores, había quedado atrás.

Aiden carraspeó, luego Victor me tomó del antebrazo y dijo, —salgamos.

Caí en la cuenta de que se iba a cambiar de ropa, entonces hice lo indicado, dejando que Victor me guiara a la sala.

—Ése tonto me va a escuchar. ¿Cómo se atreve a ponerle las manos encima a Marcus cuando están en un operativo? Si no se contiene voy a cortarle los...

—Calma— mi novio me tomó el rostro entre sus manos para que lo mirara, —más tarde aclararás esto, ahora debemos llegar a la escuela a tiempo, nosotros no somos alumnos.

Tenía razón, así que inhalé profundo para tranquilizarme y luego salimos de allí a toda prisa.

Admito que cuando supe que él iba a ser el nuevohermano de Marcus sabía que tarde o temprano se iban a reconciliar, lo que nopensé era que iba a suceder tan temprano y de esa forma; no pensé encontrarlosasí y menos que por eso descuidaran sus resposabilidades. 

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