Track 33.

–Track 33–

Nobody's listening – Linkin Park

I got a heart full of pain, head full of stress

handfull of anger, held in my chest

And everything left's a waste of time...

~*~*~*~

*Marcus*

El tiempo pasó rápido y cuando vi el reloj la hora del descanso se había pasado hacía tres minutos; el profesor dio unas últimas instrucciones y luego salió del salón; Carina de inmediato recogió sus pertenencias y se puso de pie, lista para salir también de allí.

—Espera— le llamé, —¿cuál es la prisa?

—Nn-ninguna; pero es que... hay que llegar al comedor, sino no alcanzaremos un buen lugar.

—Entonces voy contigo—, parpadeó un par de veces, no esperaba aquello, pero yo no perdería la oportunidad de pegarme a ella, si tenía amistades de otros grupos debía estar a su lado antes de que se los encontrara de lo contrario sería más difícil entablar alguna conversación.

Caminamos por los pasillos, salimos del edificio y llegamos a otro que era donde estaba el comedor.

Era enorme, poseía una barra de alimentos tipo buffete y decenas de mesas.

—Este lugar es demasiado grande como para que se llene al instante, ¿o no?— dije tratando de romper el silencio.

—Yo no lo dije por eso, sino porque...— bajó la mirada.

—¿Por que qué?— la incité a continuar.

—Porque— suspiró y detuvo su paso, yo la imité, —¿no lo notaste?— me cuestionó.

—¿Qué cosa?

—Los chicos de la clase; son demasiado... fastidiosos.

—¿Y?

—Y si no buscamos un lugar estratégico seremos un blanco fácil.

Sin pensarlo mucho y sin intención de molestarla comencé a reír; —¿a qué te refieres con estratégico?

—Ellos no molestarán a los de tercer y cuarto año— frunció un poco el ceño, tal vez le incomodó mi risa.

—Oh— limpié las lágrimas de mis ojos, —haberlo dicho antes, podríamos compartir la mesa con mi hermano, él es de tercer año— al decir eso lo busqué y lo vi; Aiden estaba en un lugar del fondo, con una lata de gaseosa sobre la solitaria mesa, y fue entonces cuando noté algo, ¿desde hacía cuanto tiempo él me había estado observando? No pude evitar sonrojarme y Carina se percató ya que comenzó a buscar con la mirada.

—¿Ése es tu hermano?— pareció sorprendida; yo asentí con la cabeza, —no se parecen mucho.

No quise entrar en detalles, así que cambié el tema, —¿y si mejor vamos por algo de comer?, muero de hambre.

Carina no se opuso así que nos dirigimos al área donde debíamos tomar las charolas. Llené la mía de fruta y pastel de chocolate, estaba absorto admirando los postres que no noté que mis demás compañeros de clase entraron al comedor, sino hasta que ocurrió algo que nadie esperaba y ni siquiera yo preví.

*Aiden*

Durante la primera clase sólo estaba presente en cuerpo ya que los recuerdos de mi vida escolar al lado de mis amigos inundaron mi mente, haciéndome incapaz de centrar mi atención. De lo único que sí me percaté era de las constantes miradas que Kristall me lanzaba, ya que miraba por sobre su hombro, como si quisiera cerciorarse de que yo aún seguía allí.

El regordete profesor dio por terminada la clase cinco minutos antes de que fuera la hora justa para el descanso y en seguida el aula se vació; escuché que Kristall se dirigía a su amiga graciosa, la había llamado Beth, dijeron algo sobre un entrenamiento de baloncesto y luego también se fueron.

Recordé los detalles de mi misión, yo también debía integrarme a un equipo deportivo, pero ya después lo haría por el momento lo menos que quería era estar solo y Marcus era la compañía perfecta. Salí del aula y eché un vistazo a la suya, allí estaba él junto a una chica que cabello oscuro, largo y lacio peinado en dos coletas: era su blanco. A diferencia de mi, él si estaba concentrado en el objetivo de la misión y había actuado.

Eché a andar y llegué al comedor, estaba un poco vacío así que sólo tomé una lata de gaseosa y escogí una mesa al final, desde donde podía observar mejor todo.

Y no tardó mucho en arribar acompañado de Carina, pero antes de llegar a la barra se detuvieron, intercambiaron algunas palabras y luego nuestras miradas se encontraron, él reía, fue entonces que mi corazón dio un vuelco; su semblante era distinto, reía natural y auténticamente, era él.

Ella también me miró, le dijo algo a Marcus y luego ambos continuaron su camino hacia la barra.

Segundos después un grupo de chicos entró al comedor, reían bastante y se empujaban entre ellos, supuse que era los muchachos problema y lo pude comprobar cuando ocuparon una mesa casi en el centro del lugar y no dudaban en intentar hacer tropezar a quienes pasaban cerca.

Carina y Marcus terminaron de escoger sus alimentos y nuevamente me localizaron con la mirada, él hizo un movimiento de cabeza, parecía indicarle a la chica que caminara delante suyo, ella dudo un poco pero luego obedeció. Pasaron junto a aquél grupo de estudiantes y a ella prácticamente la ignoraron por completo, pero lo que le hicieron a Marcus me hizo hervir la sangre.

—Oye lindo, ¿quiere sentarte con nosotros?— preguntó uno antes de palmearle el trasero tan fuerte que no solo yo pude escucharlo.

Todos guardaron silencio, Carina estaba asustada y los demás ansiosos por saber qué sucedería.

Apreté los puños y me puse de pie, pero sólo alcancé a dar dos pasos cuando Marcus ya le había lanzado un patada en el rostro al sujeto y luego dobló la charola de metal al estrellarla contra la cabeza de su agresor.

Ahora todos los curiosos estaban sorprendidos, tal vez no era el resultado que esperaban; por su parte, Carina estaba pasmada.

Llegué hasta ellos, con la clara intención de darle también una paliza a ese individuo, ¿quién diablos se creía al tocar así a Marcus? Pero justo cuando levantaba el puño alguien me sujetó el antebrazo.

—Suéltame Victor— mascullé entre dientes una vez que lo reconocí.

—Calma— se acercó y susurró en mi oído, —no es conveniente que armen un escándalo tan grande—, me soltó y se separó sólo un poco, —además Marcus ya se encargó de él.

Miré al agresor y estaba knoqueado.

*Marcus*

El primer día de clases y Aiden y yo estábamos "detenidos" en la oficina del subdirector, ¿quién lo diría?

—Pasen— dijo Hara. Nos pusimos de pie y fue Aiden quien tomó el pomo de la puerta.

Definitivamente no estaba acostumbrado a la imagen seria de Kelly, con sus anteojos y su pose tras el escritorio.

—Lo único bueno de todo este escándalo es que la familia del muchacho decidió no levantar una demanda— sentenció cuando ni siquiera nos habíamos sentado.

—Fue en defensa propia— alegué.

—Pero admite que te sobrepasaste— levantó una ceja; —no vas a comparar tus años de entrenamiento en la agencia con un chico que hace unos días ingresó al club de Tae Kwon Do. ¿O sí?

Sólo suspiré, Aiden no había dicho nada, sólo mantenía la cabeza gacha.

—Ahora— siguió hablando Kelly, —como castigo se quedarán esta semana a limpiar el jardín principal del campus.

—¿Qué? ¡No! ¡Es enorme!— me quejé.

—Pues es mejor que empiecen de una vez— sentenció.

—¡Espera un momento!— fue en ese instante que caí en la cuenta de algo importante, —¿Los dos? ¡Pero si Aiden no tuvo nada que ver!

—Si el nuevo profesor de música no hubiera llegado a tiempo el pobre chico también hubiera recibido los golpes de tu hermano; así que los dos estarán castigados.

—Es injusto— crucé los brazos sobre mi pecho y fruncí los labios; sabía que ese gesto me había salvado de muchos castigos inumerables veces, y esta ocasión no fue la excepción; bueno, casi.

—No seas tonto— rió Kelly tras unos segundos, —es obvio que no lo harán toda la semana; lo que sucede es que tengo que mantener mi imagen, debo tener autoridad en esta escuela, así que sólo lo harán hoy y asegúrense de que todos los estudiantes los vean; el resto de la semana enviaré a otros agentes que estén castigados para terminar la labor.

Rodé los ojos, la verdad es que yo también tuve ganas de reírme pero debía mostrarme indignado, además al parecer Aiden no compartía nuestro humor.

—Ahora jóvenes estudiantes, váyanse a clase, y no olviden mostrar cara de regañados cuando salgan de mi oficina.

Asentimos y salimos, pero Aiden aún no mostraba expresión alguna.

—¡Marcus!— escuché la voz de Carina, voltee y la vi atravesar el recibidor hasta llegar frente a mí, junto al escritorio de Hanna.

Mi compañera de clases hizo algo que no esperé, tomó mis manos entre las suyas, —estuviste increíble; ¡Eres mi héroe, Marcus!— exclamó sonriente.

—¿Eh?— parpadeé confundido.

—Travis y sus amigos tienen la costumbre de molestar a los nuevos, ahora contigo será diferente— ensanchó su sonrisa, observé nuestras manos unidas y luego por instinto a Aiden, quien desvió el rostro ante mi mirada.

—Eh... —debía hacer las presentaciones, pero caí en la cuenta de que ella "oficialmente" no me había dicho su nombre, y decirlo sería extraño, así que hice la introducción de otra manera, —Aiden, ella es una compañera de clase.

—Me llamo Carina Olivares— ella me soltó para poder colocar extender su mano hacia Aiden.

—Aiden Coletti— contestó y entonces imitó el gesto de la chica para estrechar su diestra.

—Marcus le dio una buena paliza el engreído de Travis— dijo Carina muy efusiva, luego agregó, —apuesto que tú le enseñaste a hacer eso— le lanzó un guiño cómplice.

Y eso me revolvió el estómago.

Mi hermano parapdeó por unos segundos, luego sonrió casi imperceptiblemente, parecía melancólico, —por supuesto que no, Marcus es perfectamente capaz, es totalmente independiente.

No supe qué quiso decir con aquello, se refería únicamente a las artes marciales, ¿cierto?

Pero antes de que la charla siguiera unos pasos sobre la pulcra loza se escucharon.

—Veo que ya estás más tranquilo— era Victor, quien apoyó la palma de su mano en el hombro de Aiden; admito que era una escena algo graciosa debido a las estaturas, pero no podía reír por tres razones: la imagen de Carina guiñendo el ojo, el comentario de Aiden al cuál aún no le encontraba el verdadero sentido y porque se suponía que Victor era el profesor de música.

Aiden no contestó, sólo suspiró; Victor no insistió, sólo cabeceó a manera de saludo para Carina y luego para mí; después se dirigió a Hanna, al parecer quería hablar con el subdirector.

*Samuel*

Aburrido, ésa palabra no era suficiente para describir el primer día; no era porque no me gustaran las bibliotecas o los libros, sino porque estaba acostumbrado a misiones donde tenía que cargar por lo menos con un revólver.

Suspiré y me balanceé en la silla giratoria tras el mostrador de "préstamos a domicilio"; la misión era diferente a las que acostumbrabamos.

—¿Seremos niñeras?— fruncí el ceño cuando Kelly nos dijo los detalles de la misión y nos mostró las fotografías de las estudiantes.

—No es así como lo pintas— exclamó sereno.

—Es que ES así— insistí.

—¿Cuáles serán las tareas específicas de nuestros puestos?— inquirió mi novio; Kelly había dado los datos generales, el objetivo de Aiden y Marcus, pero no los nuestros.

—Carina es estudiante de artes al igual que Marcus, por eso los dos toman clases de danza, de la clase de música tú te harás cargo—, señaló con un movimiento de cabeza a Victor; luego me miró, —Kristall es estudiante de derecho, de la misma clase de Aiden, ella está en el equipo de baloncesto y además pertenece al club litarerio, el cual se reune todos los días después de clase en la biblioteca, allí entras tú, Sam.

—Entonces quieres que todo el tiempo las mantegamos vigiladas, ¿cierto?

—Así es— sonrió asintiendo.

Después de esa charla habíamos salido de su oficina y cada quien había tomado su rumbo, se suponía que éramos personas que compartían un apartamento y trabajaban en el mismo lugar, nada más, por eso las charlas entre nosotros en el colegio no debían ser mínimas.

Pero Victor tuvo que llamarme apenas me instalé en mi nuevo puesto, ya que tenía una duda.

—¿Qué cosa es exactamente lo que estamos buscando?—, preguntó por el móvil.

—No lo sé, supongo que cualquier cosa inusual, cosas que jovencitas de su edad no harían—, contesté.

—Pues Marcus es mas o menos de su edad y sabe usar armas, sabe reconocer el whiskey, vodka y el ron en una bebida y podría matar con sólo un par de palillos.

—Baja la voz, por favor— le dije preocupado, que tal si alguien cerca de él lo escuchaba.

—Hoy no tengo mucho qué hacer, Carina no tiene clase de piano y estoy sólo en el salón de música; pero creo que iré con Kelly a preguntarle—, oí claramente un par de notas tocadas con el piano, luego la tapa del mismo al cerrarse.

—Ve con cuidado.

—Sí, pero primero iré al comedor, veré qué sirven en una escuela de ricos.

Y así fue como, después de que colgué el teléfono, me aburrí viendo a los estudiantes entrar y salir de la biblioteca; de vez en cuando les pedía que guardaran silencio, ése era mi único pasatiempo.

*Victor*

Después de cortar la llamada con Sam fui al comedor, y qué bueno que lo hice sino un chico hubiera salido muy mal herido, ya suficiente había tenido con la patada de Marcus en el rostro y el golpe con la charola en la cabeza, para que ahora Aiden le lanzara un puñetazo.

—Calma— susurré cuando vi su enojo, y no era para menos, el estudiante se había sobrepasado con Marcus, pero matarlo no era la solución, —no es conveniente que armen un escándalo tan grande—,y agregué lo obvio —además Marcus ya se encargó de él.

No estaba justificando al estudiante, incluso yo me hubiera vuelto una fiera si alguien le hacía algo como eso a Sam, y hablando de él debía admitir que habían cosas peores, por lo que una sonora palmada en el trasero no era mucho problema.

Otros profesores llegaron y le pidieron a Marcus y a Aiden que fueran a la oficina de Kelly, yo preferí atender al chico que estaba inconsciente, sus amigos parecían asombrados por lo rápido que ocurrieron las cosas, todos excepto uno de cabellera curiosa, pues tenía varios tintes de colores y tonalidades adornando su cabeza. Decidí no darle mucha importancia a ese hecho y atendí al chico que estaba en el piso, su nariz sangraba, pero por suerte no estaba rota.

Luego de llevarlo a la enfermería me dirigí al lugar por lo cual inició mi travesía, a la oficina de Kelly; pero al llegar miré a aquellos tres, al parecer Aiden y Marcus ya habían localizado a uno de los objetivos.

Aiden sonreía levemente, así que aproveché para decirle, —veo que ya estás mas tranquilo—; no me contestó, así que sólo hice una reverencia hacia los otros dos presentes y fui por fin a la oficina de Kelly.

*Marcus*

Las clases habían concluído y por ser el primer día no era necesario incorporarnos a los talleres, bueno, en realidad el único que estaría en un club extra sería Aiden, por el futbol; en cambio la danza era como una asignatura más para nosotros los estudiantes de artes.

Me encontraba juntando las hojas con el rastrillo que el departamento de limpieza nos había proporcionado; ambos estábamos cumpliendo con nuestro castigo: limpiar el jardín.

Yo estaba en el lado derecho, lejos de Aiden que parecía estar concentrado en las hojas secas que se acumulaban en el lado izquierdo.

Tenía tantas ganas de saber qué sucedía en su cabeza, porque parecía que cada hora que pasaba estaba más distante. Cuando lo vi en el comedor me miraba como siempre, incluso supe que ése era el Aiden del que me enamoré, pero luego, después del incidente, se volvió más callado que cuando llegamos al colegio.

—Es hora de irnos— Aiden se acercó y luego hizo un ligero ademán para señalar a un grupo de jóvenes al final de unos de los pasillos, entre ellos estaba Travis, el cual era el que me miraba con más odio, y lo entendía, ya que gracias a mí ahora tenía un parche en la nariz; —ya cumplimos, casi todos los estudiantes han desfilado por esos pasillos, te aseguro que nos vieron.

—Tienes razón— contesté, —regresemos a casa.

Y cuando lo dije deseé que en verdad regresáramos, como lo que dije la noche anterior, cuando le pedía que fuéramos como antes.

Dejamos los utencilios de limpieza en la bodega y caminamos a la salida, esperaríamos el transporte público, Sam y Victor ya se habían marchado hace horas en la van y Carina tenía chofer.

En silencio llegamos al apartamento, el cual estaba a no más de veinte minutos si tomábamos la ruta seis.

—Tomaré una ducha— dijo él y caminó directo a su habitación, de la cual no tardó ni dos minutos en salir de nuevo con su cambio de ropa perfectamente doblado sobre su antebrazo izquierdo y encerrarse en el baño.

Suspiré, luego miré la cocina, estaba más que limpia y ordenada; fui hasta ella y decidí preparar algo de comer por muy sencillo que fuera, mientras pensaba en lo que le diría hoy; porque sí, hoy debía aclarar las cosas con Aiden, porque lo extrañaba, y mucho.

*Aiden*

Dejé que el agua caliente cayendo sobre mi espalda me relajara; pero al recordar el incidente en el comedor ocurrió lo contrario, enfurecí y a la vez me sentí impotente, no pude defenderlo, no pude partirle la cara al sujeto que lo agredió.

Debía admitirlo, Marcus estaba bien antes de conocerme y podría estarlo sin mi.

Cerré la llave y tomé la toalla para secar mi cabello; algo me estaba sucediendo, la tristeza me invadía y a veces me sentía poca cosa, poca cosa para Marcus. ¿Serían esos los síntomas de una depresión?

Depresión por la muerte de Aby, la traición de Leonard, la partida de Lizbeth y... aunque me doliera admitirlo, por la verdadera identidad de Marcus. Yo siempre quise protegerlo, el solo hecho de ser un apoyo en su vida me dio en su momento mucha alegría y ansias; pero desafortunadamente todo colapsó al mismo tiempo, Leonard, Marcus, Aby y Lizzie.

Terminé de vestirme con los pantalones de la pijama y una playera blanca, lisa y de algodón; salí del baño y fui al recibidor, sólo la televisión estaba encendida.

Quise llamarlo pero no me atreví, sólo miré en la cocina y también estaba vacía, salvo por el plato con dos emparedados y un tazón de fruta en el centro de la pequeña barra.

—Espérame para que cenemos juntos, ¿si?— apareció al salir de su habitación; asentí y él se metió al baño.

Me senté frente al televisor, estaba en el canal deportivo con la transmisión de la repetición del juego de futbol del sábado pero no me importó. Me quedé con la mirada en un punto fijo, viendo a la nada; y fue así como el tiempo pasó demasiado rápido que no me percaté cuando Marcus se posicionó a mi lado, hasta que bajó por completo el volumen del aparato con ayuda del control remoto.

—Aiden, quiero hablar contigo— dijo serio, entonces no supe lo que fue; un vuelco en el estómago y en el corazón, mis piernas flaquear aún estando sentado, la piel erizándose, escalofríos; o tal vez fue todo eso lo que esas palabras y su voz provocaron en mi. 

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