06

Jisung 24 años

Me gusta esta sensación de calidez que produce el cuerpo de Minho.

Es raro porque sus manos son frías, pero el resto de su cuerpo es confortable y caliente. Aún así me gusta sentir como sostiene mi mano y el frío de sus manos hace contraste con las mías mientras que el resto de su cuerpo emana un calor reconfortable.

Después de ducharme me preparó algo ligero de cenar, él también comió un poco y me prestó un cepillo de dientes nuevo que tenía de repuesto.

Realmente no bastaron palabras desde la cena hasta que nos acostamos en la cama, parecía que hasta nos comunicamos por la mirada y sabemos exactamente qué es lo que el otro quiere.

—Me gusta el lunar que tienes en el cuello. - dice y siento su respiración en mi cuello cerca de mi nuca, justo en esa área sensible que me hace cosquillas.

—¿Qué lunar? - pregunto.

Claro que sé de qué lunar está hablando, solamente quiero que toque esa área que menciona.

—Este, justo aquí. - susurra y siento sus manos sobre mi piel.

Me estremecí un poco ante su tacto, sin embargo deseo más, mucho más.

—No sabía que lo tenía, no suelo verlo cuando me miro al espejo.

—Estás mintiendo, sólo quieres que te toque.

Creo que he sido descubierto, pero no voy a dejar que sepa que he perdido.

—¿Por qué insinuas tal cosa?

—Porque eres muy fácil de leer, y eres muy malo mintiendo.

Rio ligeramente, al menos lo intenté. Quiero decirle sin que suene vulgar que siga tocando, me gusta que toque esa área, y si quiere puede tocar más que eso.

Mi intención no es sonar vulgar, simplemente quiero sentir sus manos en mi piel y es todo.

—¿Entonces seguirás haciéndolo? - pregunto en un susurro.

Aunque estoy de espaldas contra él y no puedo ver su rostro, estoy seguro de que ahora una sonrisa adorna su cara haciéndolo lucir más guapo.

—¿Haciendo qué?

Sé que sabe, y él sabe que yo sé, pero recientemente estamos descubrimos que si nunca decimos lo que queremos directamente entonces nunca pasará.

Es por eso que siempre hay que decir lo que quieres, quien sabe, probablemente de cumpla.

Y yo quiero a Lee Minho.

—Tocando. - respondo.

—¿Tocando qué? - siento su aliento en mi nuca, acaba de reírse.

Quizás piensa que voy a molestarme por lo que está haciendo, y es que retira su mano de mi nuca. Pero lo que no sabe es que eso sólo me hace sentir feliz, porque sé que tengo junto a mí al Minho que siempre desee conocer. Bromista, atrevido, seguro, feliz. No el Minho que conocí en la iglesia que llegaba con golpes en la cara y se veía triste y apagado, ese Minho no me gustaba.

—¿Vas a seguir tocandome? Quiero que lo sigas haciendo. - digo sin pena.

—¿Tú harás lo mismo? Tocarme.

—Si tú quieres.

—Sí quiero, por favor. - se apega más a mí hundiendo casi todo su rostro en mi cuello.

Me rio un poco porque literalmente hace que me voltee para quedar frente a él y toma mis manos para ponerlas en su rostro y después bajarlas a su pecho hasta llegar a su cintura y que hiciera que lo rodeara con mis brazos.

—Creo que ya toqué suficiente. - digo con mi cara hundida en su cuello ya que se ha encargado de unirnos en un abrazo.

Me gusta su olor, aunque literalmente es el mismo que el mío porque usamos el mismo jabón al bañarnos, el único que había en su baño. Pero aún así me gusta poder inhalar, retenerlo por un rato y luego soltarlos fuerte para provocarle cosquillas.

—Yo aún no he tocado.

Su voz sale como la de un niño pequeño haciendo un berrinche porque si mamá no lo deja seguir jugando con sus amigos o no quiere concederle un capricho.

—¿Cómo vas a tocar si me tienes preso?

—Sólo un minuto más.

—Está bien, un minuto más.

Nos quedamos un momento en silencio, el silencio se ha vuelto regular en nosotros incluso antes de que llegaramos a esto. Creo que es una manera de demostrar que estams lo suficientemente nerviosos como para decir algo, o solamente que el tema de conversación acabó para dar paso a uno nuevo.

—Jisung...- respondo con un sonido para que sepa que estoy escuchando —. Me gusta que estés aquí.

—A mí también, me gusta estar aquí.

Así fue como ese minuto se transformó en las 7:00 a.m. en dónde no dejó irme ni por un segundo ya que cuando desperté, aún seguía con mi cara en su cuello y él apoyando su barbilla en mi cabeza.
En serio quisiera obtener más minutos así en el futuro.





Me remuevo un poco logrando soltarme del agarre en el que me tenía preso, sin embargo también logré despertarlo.

—¿Ya te vas? - pregunta con su voz un poco ronca debido a que seguía adirmilado.

Veo sus ojos abrirse y casi suplicar porque no me fuera a meter al baño para hacer mis necesidades y después salir por la puerta de su departamento e ir rumbo a mi casa.

—Mi padre me matará si no llego antes de las ocho, a esa hora comúnmente desayunamos en familia y eso es sagrado.

Se remueve en la cama dando vueltas y pataleando un poco, en serio me hace recordar a un niño pequeño haciendo rabieta.

—Quedate unos minutos más, yo mismo te llevaré a tu casa sano y salvo justo a la hora del desayuno. Pero quédate ¿Sí?

Sólo le falta ponerse de rodillas y rogarme a gritos que no me fuera, y como no quería que eso pasara, me quedé unos minutos más en los que el maldito sólo estuvo besándome y dejándome marcas en mi cuerpo. Afortunadamente solo fueron pocas, que desparecerian en unas horas y no cerca del cuello, así que no había problema para ocultarlas.

Me gusta la calidez de sus labios sobre los míos y su lengua pasando discretamente en mi mandíbula bajando hasta mi cuello.

Extraña y hermosamente esto me gusta.




Jisung 85 años

—Quizas esa noche fue una de las mejores en mi vida. Y nunca voy a cansarme de agradecer a Minho por esa noche y por todas las noches que me dió a su lado.

Creo que mi nieta está a punto de llorar aunque no entiendo porque.

Fue algo feliz ¿No debería de estar feliz? Yo en ese momento me sentí demasiado feliz que pensé que moriría de felicidad.

—Dentro de esas noches hubo algo, aunque sea una pizca de locura. - creo que ya sé lo que va a preguntar —. ¿Cuál fue tu noche más loca con Minho?

Suspiro y en serio espero morir después de decir lo siguiente que va a salir de mi boca.

—Supongo que, cuando intentamos escapar de la ciudad. - su cara literalmente es un poema, divertido —. Y fuimos arrestados.

Bien, si no soy yo el que se muere de un infarto seguro será ella.

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