Capítulo 13: Quinto pecado (primera parte)

—Se tiene que ser, verdaderamente, una mierda de persona para bromear con algo así—afirmó Tony disgustado, dando un par de pasos para salir de la habitación.

—No, Tony, lo que te digo es cierto—aseguró la rubia alzando la voz—. ¿Cómo podría yo bromear de algo así?

El chico retrocedió, sonriendo irónicamente mientras negaba con la cabeza.

—Pues, ¿cómo no lo harías? Eres una perra. Y lo sabes, y ni siquiera te importa—caminó hacia donde estaba Olivia, observándolo fijamente con ojos llorosos—. No te creo nada.

La chica se aclaró la garganta, mientras guardaba el papel que tenía en su bolso.

—Pues bien—la rubia se levantó también, tallándose con suma delicadeza los ojos—, no me creas—añadió, para después caminar hacia la puerta golpeando a Tony en el hombro en su camino.

Para sorpresa de Olivia, observó a sus padres en casa al llegar. Rápidamente se limpió los ojos y se acercó a ellos para abrazarlos, pretendiendo que nada había sucedido tan solo media hora antes.

—Cariño, ¿dónde estuviste? Isa estuvo aquí hace unos minutos, preguntó por ti—comentó su madre, mientras picaba las zanahorias.

La chica se sintió aliviada de no haber estado en su hogar en esos momentos.

—Nada importante, sólo—hizo una pausa, para pensar en su respuesta—...salí con Samantha y Jessica.

Su madre rodó los ojos, para después tomar las zanahorias y ponerlas junto con la lechuga, la cual estaba también picada.

—Nunca me han agradado ese par de chicas, siento que son muy mala influencia para ti. En cambio Isabella es tan buena jovencita, deberían pasar más tiempo juntas.

Se nota que no la conocen, pensó la rubia.

—Pues a mí sí me agradan. Son alocadas, pero bueno, ¿quién no lo fue en su época de juventud? —habló su padre, desde la sala principal.

Sus padres comenzaron a debatir en sí Jessica y Samantha eran buena influencia o no para ella, al punto en que comenzaron a subir la voz. Olivia sabía que si los dejaba seguir, terminarían discutiendo; como siempre, así que cambió el tema. Era ridículo que debatieran eso cuando la verdadera mala influencia era Isabella.

—En fin, y... ¿por qué han llegado temprano hoy?

—Ah, así lo decidimos, cariño—contestó su madre, cambiando el tono de voz automáticamente por uno dulce y tranquilo—. Para estar contigo y convivir, ¿cierto, cielo?

Su padre afirmó desde el sillón.

La chica, cansada, decidió ir a su habitación; dejando su bolso en la barra.

•●•

Después de haber llorado infinitamente, había decidido algo. Había creado una especie de plan. No sabía si funcionaría, no sabía si me ayudaría; pero era mejor arriesgarme a no saber jamás si era posible. Así que espere a arreglar mi quinto pecado, para poder llevar acabo lo que sería una, posiblemente, tonta estrategia; pero solo tenía que intentarlo.

El hecho de que tuviera que arreglar sesenta pecados, y yo lo solo iba en el quinto, me enloquecía. Me enloquecía totalmente, y me hacía sentir una desesperación absoluta que no podía comparar con nada. Era una tonta, sí, y también una débil, pero eso no me importaba. Ya estaba harta, y no llevaba ni por asomo la mitad del tiempo que tendría que estar allí. Y ya no me importaba. Así de simple. Quería salir de ahí, necesitaba salir de ahí, y justamente eso iba a hacer. Me temblaban las manos, me temblaban las piernas, me temblaba hasta el alma; pero la chica a un lado mío no podía darse cuenta, así que hice lo más que pude para controlarme.

Me estaba hablando sobre aquella vez en la que estaba tan ebria que besé a un chico enfrente de su novia en una fiesta, y después de eso comencé a pelear con ella, golpeándola y dejándola herida. Había hecho mal, claramente, y tenía que enmendar la situación. Pero esta vez iba a hacer algo un poco diferente.

Me encontraba de nuevo ahí, con mi vestido negro aterciopelado hasta los muslos, besando a aquel chico. Ni siquiera recordaba su rostro, no me interesaba, así que cuando su novia comenzó a agredirme, solo salí corriendo. Salí corriendo del lugar, golpeándome los hombros con todas las personas que se encontraban ahí; y ni siquiera me importó. Una vez afuera, seguí corriendo. No tenía idea de qué estaba haciendo, pedía ayuda a gritos a las otras personas, quienes me observaban extrañadas. Corría y corría, me ardían las pantorrillas pero eso no me detenía. Y de pronto, fue como si nadie pudiera verme esta vez. Gritaba por ayuda, y simplemente ignoraban lo que hacía. Ni siquiera si los tocaba, no sucedía nada. Era como si fuese yo invisible. Caí de rodillas, mirando alrededor. ¿Realmente había escapado? Parecía ser demasiado sencillo como para ser cierto.

Entonces vi a mi madre, quien caminaba junto con su jefe. Al parecer estaba ella bien, no había sufrido nada grave en el accidente. Me levanté y lloré de felicidad, mientras comenzaba a gritar:

— ¡Mamá!, ¡aquí mama, soy yo, Alexa! —exclamaba, pero parecía no prestar atención— ¿me escuchas?

Pero, después, sentí un terrible vacío en el pecho. Sucedió al ver como mi madre besaba a su jefe. En los labios.

—No—susurré, derramando lágrimas—...no puedes hacerle esto a papá— y comencé a gritar: — ¡No!, ¿por qué, mama?, ¡¿no te basta con lo que ya le has hecho?!

La cabeza me daba vueltas, todo me daba vueltas, y entonces volví a caer en el frío suelo. Yo estaba inconsciente en algún hospital, y ella se divertía mientras tanto con el estúpido de su jefe, Mark. Seguramente la estaba pasando de maravilla en mi ausencia.

—Seguramente sientes un gran alivio, ¿no?— hablé, prácticamente al viento, porque ella no podía escucharme—...de que yo no esté consciente—murmuré, con la mirada perdida—. Sí, por supuesto. Pues diviértete.

Y, de un momento a otro, todo se puso negro.

•●•

Después de aquella situación en la oficina, Mark, oficialmente, se había declarado ante Sandra. La castaña no esperaba que sucediera tan repentinamente, pero aun así fue de su agrado. Por lo que, cuando caminaban por entre las calles del centro de la ciudad, su jefe le habló de sus sentimientos por ella. Había sido tan dulce, que la mujer no pudo evitar besarlo.

Al final de la noche, ambos se dirigían a sus respectivos hogares. El hombre se había ofrecido a llevarla, pero ella insistió. Y eso había sido porque, primero que nada, necesitaba dirigirse a un lugar para hablar con alguien sumamente importante. Su difunto marido.

Cuando llegó al cementerio era ya tarde, por lo que no observaba a nadie que estuviera cerca. Caminó por entre las sepulturas, para quedar finalmente frente a la lápida de su esposo. Una vez ahí, le dejó las flores que había comprado hacía unos minutos y las dejó en la tumba.

—Hola, Charlie. ¿Cómo has estado? —habló la mujer, hacia la sepultura, mientras observaba el nombre que aparecía en la acera; Charlie Michael Adams, amado esposo y padre. —Espero que bien. Verás, vengo a contarte algo—se arrodilló—...creo que mereces saberlo, ¿no?

» Desde que falleciste, he sentido un vacío profundo en mí. No ha sido fácil, nada fácil. Ni para mí ni para las chicas. Y, Alexa...—tomo aire, y continuó: —nuestra pequeña está en coma, cariño—añadió, con la voz entre cortada. —. Y ha sido terriblemente difícil para mí. Seguramente también para Allison, no lo demuestra, pero está destrozada. Definitivamente, te hemos necesitado muchísimo en casa. Desde tu suicidio, Alexa no ha sido la misma. Ella me odia, y tiene todo el derecho de hacerlo por lo que te hice. U odiaba. Ya ni siquiera estoy segura de eso—por sus mejillas rodaban lágrimas y lágrimas—. No sé si Alexa despierte. Y eso hace todo aún peor.

» Me siento culpable todos los días, Charlie. Soy un desastre. Parezco una mujer perfecta y sin problemas, pero por dios santo, sufro todos los malditos días. Lo siento tanto, tanto. Me siento realmente arrepentida por lo que te ocasioné Charlie, porque todo esto fue mi culpa. Yo destrocé a nuestra familia, y no hay palabras para describir mi arrepentimiento. Lo que haría para volver el tiempo atrás, cuando todo estaba bien. Porque, sí, todo estaba en orden. Si no fuera por mí y mi estupidez, todo seguiría bien.

» Pero, las cosas suceden por algo. Y, créeme, me ha sido muy difícil mantener a mis hijas. Gracias a Dios, lo he logrado, pero a veces necesito apoyo emocional. Y, Charlie, conocí a alguien. En realidad, lo conozco desde hace un tiempo. Pero, después de tu ausencia, él ha sido muy gentil conmigo. No malinterpretes, me ayudo a superar tu pérdida. Porque, cuando tu falleciste, yo no podía ni levantarme de la cama. Gracias a Mark, pude salir adelante.

» Éstos últimos días comenzaron a empeorar. Con lo de Alexa, volví a la misma situación. Me sentía perdida, desprotegida, y sobre todo, culpable. Estuve mal, Charlie. Lo estuve. Y Mark me ayudó. Me ha ofrecido apoyo emocional incondicionalmente, y me ha servido. Mucho. Y bueno, finalmente llegamos a lo que deseaba decirte en un principio...

» Charlie, cariño, tu siempre fuiste, eres y serás mi único amor. Pero decidí darme una segunda oportunidad. Perdonarme, y seguir adelante. He empezado a salir con Mark. Y hoy lo he besado. He besado a otra persona en los labios después de cuatro años. He salido con alguien más después de cuatro años. El me hace bien, Charlie. Necesitaba apoyo, y él me lo ha dado. Y esperaba que pudieras darme tu permiso.

De darme una última oportunidad.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top