Capítulo 14
¡Hola! ¿Qué tal? Yo estoy viva, cansada pero viva XD. Aquí dejo un capítulo ( espero que no tenga faltas. Cualquier cosa reviso bien mañana, es que me duelen los ojos ya *_^). ¡Saludos desde mi rincón! :D.
La noche cayó, y viernes trece llegó a nosotros. ¿Lo mejor? Tenemos un gato negro en la casa, y no he matado a nadie todavía. Más feliz no puedo estar.
Ah, pero Ángel tiene otra idea.
—¿Estás segura? —Ruedo los ojos— Después no quiero escuchar que andas gritando.
—¡Yo no me asusto! —Se queja. Tengo su computadora en mis piernas, a punto de poner audios de historias de terror. Ella sostiene la pizza (le dije que sólo haría esta estupidez a cambio de comida), recién horneada.
—Claro, vas a correr a mis brazos. "Sombra, duerme conmigo, tengo miedo" —la imito—. "Por favor, abrázame fuerte y hazme tuya".
—Imbécil —me golpea el brazo—. Eres insoportable.
—Sí, sí, lo que tú digas.
Le doy "reproducir" a la primera. ¿En qué momento me hice niñero de esta liendre minúscula? No lo sé, tengo miedo de averiguarlo.
Luego de escuchar tres voces gangosas y efectos musicales sacados del estómago de un gordo pedorro, por fin aparece algo interesante para reírme. Espectros del baño. ¡Ja! Estás jodido. Vas a buscar el papel para limpiarte tranquilamente el culo y ¡pum! Un tacto fantasmal. Estos japonenses raros y sus cosas.
Bueno, esa teke-teke es perturbadora:
—Eh...¿y sus piernas? —Me giro a verla. Oh, se trasformó mágicamente en una cantidad de colchas y almohadas.
—No las tiene —. Logro escuchar entre la tela.
—Sí, ya sé, pero quiero saber qué pasó. O sea, ¿andan arrastrándose también? A lo mejor siguen ahí tiradas, revolcándose —me atraganto con el último trozo— mmm, y me parece mmm, ¡estúpido! Que haya muerto por un bicho.
—Y lo dice el que murió por no usar casco.
—Y lo dice la que se asusta de un video —la destapo con un tirón, sacándole un chillido— se nota que no has ido al Infierno.
—Es diferente...los ruidos que hace son horribles —se estira a todo lo largo, acercándose— otra cosa, ¿cómo es el Infierno?
—Información clasificada —uso una voz de robot.
—¡Vamos! Te he alimentado gratis todo este tiempo, merezco información.
¿Todo el tiempo? ¡Sólo hace un mes! Tres comidas al día por...bueno, de acuerdo. Pero al menos que me deje divertirme un poco, aprovechándome del ambiente.
—Es un sitio horrible para la gente como tú —murmuro con tono de ultratumba—. Una vez cada siete días, Satanás arroja a una joven virgen a la fosa para alimentar a sus diablillos. Ellos la fuerzan a tener relaciones con todos y luego, para insultar a Dios, la crucifican, y le arrancan las vísceras mientras continua con vida —intento sonar lo más serio posible, aguanta la risa, maldito, que se la crea—. Después devoran su carne, empezando por sus pechos, arrancándolos con sus negras garras.
—E-eso es mentira —sonríe con nerviosismo— me habías dicho que se pasaba bien allí.
—Dije que los malos lo pasaban bien, no las vírgenes.
Traga saliva.
—Ah, ¿sí? ¿Y cómo las consiguen entonces?
—¡Fácil! Las secuestran en las noches, cuando se encuentran solas —ya sé, usemos material—¿recuerdas al monstruo del baño? Bueno, normalmente lo hacen en situaciones como esa, en las que están más vulnerables. Allí mismo en el espejo, o desde la bañera, incluso del inodoro, los demonios las arrastran y se las llevan.
—Ja, ja...no te creo nada —asegura.
Y pensé que había sido así, hasta que dos horas después, cuando ya estoy a punto de dormirme, escucho su queja por enésima vez.
—¿Qué te pasa?
—Tengo ganas de hacer pis.
—¿Y? ¿Te cambio el pañal? —escupo— ¡Ve al baño! —Me cubro con una de las mantas. Porque sí, ella insistió especialmente en que construyéramos un fuerte con almohadas y acolchados en el suelo, me duele la espalda por su culpa. Obviamente, como no soy arquitecto y ella no puede ver, quedo lo más parecido a... un hermoso trozo de basura afelpada. Al menos a Juan le gustó, se afiló las uñas y todo.
—Sí, ya voy —murmura, molesta. Pasan los minutos, y nada, no se levanta.
—Tienes miedo, ¿verdad?
—¡No! —Asoma su cabeza al lado mío. ¡Sabía que estaba tras ese bulto! (Por eso apoyé al gato ahí).
Claro que no, y yo ya tengo el cielo ganado.
—Bah, igual tienes varias opciones, puedes orinarte en la tela, morirte al hacer explotar la vejiga, o ir al baño y dejar de joder, ¿cuál tomas?
—¿Con cuál te jodo más? —Pone una mano en su mandíbula y sonríe.
—¡Yendo al condenado baño!
—Uy, ok, ¡ya voy! —Se levanta de mala gana y me pisa la espalda "accidentalmente".
—Auch...
—Lo siento, ¡no te vi! —Sacude la mano y se retira.
Suspiro de alivio. Bien, ya nada de gemidos y maldiciones por lo bajo. Cierro los ojos, me acomodo mejor y...
—¡AHHHHHHHHHHHHHHH!
¡A la mierda! ¡No me digas que lo del water es verdad!
Salgo corriendo hacia el baño y abro la puerta de golpe.
—¡Ángel! —Está blanca como un papel, recostada contra la pared y señalando el espejo frente a ella.
—Tom, idiota, ¡le erraste de zona! —Esa voz...
—¿Rex? —Me asomo al espejo y allí están los tres, golpeándose entre sí—¡Oigan, muchachos! ¿Qué hacen? —Sonrío a más no poder y choco los puños con ellos.
—Nos colamos en la oficina del jefe, y conseguimos el directorio —. Acota Bryan.
Abro los ojos del par en par:
—Ay viejo, si los agarra los va a rostizar de lo lindo —. Al Diablo le encanta que roben, pero cuando se trata de sus cosas, es otra historia.
—¡Eh! Sombrita, ¿qué tal la vida de Santo? ¡Ya quiero ver tus pelusas! —Se muere de risa y bebe un poco de una botella.
—¡Enséñanos tu falda blanquita!
—¿Te depilaste las piernas, mi vida? —Bromea Rex.
—No, mi amor, este dedo —le muestro el del medio y nos reímos al unísono.
—¡Eh! ¿Puedo saber qué está pasando aquí? ¿Por qué oigo gente en el espejo? ¡¿Quiénes son y qué hacen en mi baño?! —Ups, olvidé que Ángel estaba aquí.
—Gente...—la tomo de la mano y me aferro a su cintura— ella es mi novia Terrestre.
—¿Qué? ¡No! —Me empuja con molestia, a lo que yo me carcajeo.
—Oye, qué linda, ¿cómo te llamas, muñeca? —Bryan ronronea.
—Me llamo Ángel, tu nombre es Estúpido Alzado, ¿verdad? —Gruñe.
Todos allí se ríen.
—¡Vaya carácter! ¡Me gusta! —Rex levanta el pulgar.
—Me recuerda a mi abuela...—contesta Tom, ido y nostálgico. Seh, ya está fumado de algo.
Entonces, la puerta al fondo se abre, y una sombra negra aparece. Los chicos se quedan estáticos.
—Oh, viejo...
—La cagamos...
—¡NO TOQUEN MIS COSAS!
—¡Nos vemos!
La imagen tiembla y la superficie se fractura en trozos irregulares.
Uff, menos mal que ya están muertos.
Cuando regresamos a la habitación, ambos nos tiramos sobre las colchas.
A ver si me dejan dormir ahora...
—¿Esos eran tus amigos? —No puede ser. Un día de estos la voy a matar, y me iré al Infierno por eso, ¡pero allí sí pegaré el ojo!
—Sí, buenas noches —. Le doy la espalda.
—¡Oye! —sacude las mantas, recriminándome— No vale, tú eres un chico muerto que ha visto muchas cosas, y yo...una simple humana con ganas de saber. ¿Qué te cuesta?
—Adelaaaaante —blanqueo los ojos—. Haz tus tontas y posiblemente absurdas preguntas, ¿contenta?
Aplaude, feliz. Argh, como desearía que estuviera su padre aquí, cuando el viejo anda en casa, ella se mantiene bastante soportable (no la vaya a internar por encontrarla hablando sola). Los primeros días de nuestra extraña relación, mi voz cortante, y mi tono de "Te morderé por cualquier cosa que digas" parecieron funcionar, pero ya llegó un punto en el que me ignora el mal genio por completo... Me rindo, ya está, esta ciega acaba con la poca compostura que pueda tener un, ¿cómo era? Ah sí, "vicioso" como yo.
—Bueno, he de admitir que tengo una cuantas desde que te conocí... eres casi humano... ¿Un genio?
—Nop.
—¿Un fantasma?
—Nop.
—¿Un zombie?
—¿Es en serio? —Me levanto, clavándole la mirada.
Ella se encoge de hombros y sonríe:
—¡Yo qué sé! —se aclara la garganta— En resumen, eres un muerto que no está tan muerto, ¿así?
—Sí, eso funciona. También puedes llamarme "Ángel en rehabilitación".
—No eres un ángel —se echa hacia atrás y frunce el ceño— en todo caso, un...burdo intento.
<<Esta joven sí que entiende>> Rafael aparece en mi cabeza. Tooodos los días vienen a romper los quinotos, con su "Vas los mismos puntos que ayer, perdiste tantos, ganaste tantos". ¡Son una maldita calculadora!
<<Cállate, cuando sea tu superior veremos quién es la imitación>>
<<¿Ya esperas el Juicio Final?>> Me lo imagino alzando una ceja, entretenido <<Tranquilízate, sólo vine a decirte que tu puntaje se mantiene inmutable.>> Ohhhh, por Dios, ¡qué noticia tan importante! Ay, me emociono, voy a comprar una estúpida botella de champaña, y me bañaré con ella <<Deberías intentar mejorar tu actitud, ¿no te parece? Algo menos de sarcasmo en tu organismo>>
—¿Sombra?
—¿Qué? —Escupo. Después caigo en cuenta de que era ella a quien respondí— Perdón, estaba pensando.
—Eres raro de dar miedo, ¿lo sabías? —Hace una pausa— Te pregunté por Helen —me quedo tieso de golpe. Ella lo percibe y, como si supiera mi cuestión, agrega— me has llamado así varias veces. No te lo he dicho porque supuse que era complicado, pero...
—Era mi hermana.
Sus ojos parpadean en la penumbra, sorprendidos por la pronta respuesta.
—¿Qué le pasó? —Murmura. Sus puños se cierran en el borde de la tela.
Suspiro. Bien, aquí viene el trago amargo:
—Murió a los ocho —miro el techo, evocando recuerdos, revolviendo en la herida, sí, ¡al Diablo! ¡Metamos un palo en la llaga y a escarbar! No importa, quiero sacarme el asqueroso dolor de encima—. Presta atención, esta historia sólo te la voy a contar hoy —debí traerme el whisky al cuarto, maldita sea— mi familia constaba de una mujer sin ningún tipo de carácter, cobarde hasta los huesos, y con el menor instinto maternal, un padre inútil y violento, que apostaba toda su mierda y se dedicaba a golpear, mi hermana pequeña y yo. Los dos soportábamos cada día esa porquería de vida —siento el veneno escurrirse en mi lengua, totalmente repulsivo—. "Él cambiará", nos decía la muy ingenua. Le hacía de comer, le decía cosas bonitas, y cuando dejaba su cara en el suelo de la bruta paliza que le daba, aun así, sonreía entre lágrimas, porque estaba segura de que la amaba. Ah, nosotros éramos los hijos mal agradecidos que hacíamos todo mal. Él se ponía así por nuestra culpa.
»Helen era la única que tenía un poco de coherencia en ese agujero al que llamábamos casa. Era mi hermana menor, la adoraba —me río, sumergido en amargura— era capaz de hacer cualquier cosa por verla feliz un segundo. Era mi salvavidas, mi base. Era la poca esperanza que quedaba.
Un día, ese idiota malnacido dejó de venir, supimos que alguien había saldado las cuentas con él. Nos alegramos en silencio, pero mi madre decidió encerrarse en su cuarto y sumirse en depresión... Como si un tipo así se lo mereciera. Creímos que, sin él en nuestras vidas, todo comenzaría a mejorar, pero el desgraciado se las arregló para jodernos con su legado —trago saliva. Es la primera vez que lo narro sin alcohol en la sangre—. Un día salí de casa a comprar comida, eran las dos... o las tres de la tarde. Mi hermana se había quedado jugando —no llores, idiota, no llores— cuando llegué —deshago el nudo en mi garganta— todo estaba roto, y ella sangraba en el suelo. Los perros de mierda le habían clavado un cuchillo en el abdomen. Me agaché y traté de ayudarla, llamé a mi madre a los gritos. Llamé a esa puta como no te imaginas, pero no se levantó—presiono los dientes— estaba muy ocupada en su deplorable estado catatónico. Vi morir a Helen en mis brazos, me empapé en su sangre mientras se le cerraban los ojos —hago una pausa, tratando de encontrar mis palabras entre las lágrimas—. Me quitaron lo único bueno que tenía en la vida. Y fue allí cuando decidí que, si el resto sería una mierda, al menos decidiría por mí. Abandoné esa basura de casa, y adopté la clandestinidad desde entonces —ya más calmado, analizo la expresión de Ángel. Ella está en silencio, atenta y con el rostro algo mojado, pero no veo rastros de lástima. Genial, la odiaría si lo hiciera.
—Es...espantoso. Lo siento mucho —piensa un poco antes de hablar—. ¿La has vuelto a ver?
Niego con la cabeza, hasta que recuerdo que no me ve:
—No. Los ángeles me han dicho que está con ellos. Aunque, de todas formas, ya sabía que no podía encontrarse en el Infierno.
—¿La buscaste allá?
— Al que sí busqué como desesperado fue al bastardo de mi padre... pero una de las reglas es que jamás retomas tus lazos terrenales. Por más que lo intentes, nunca te encontrarás con rostros familiares.
—Así que tus amigos son de allí mismo.
—Exacto.
—Vaya...qué loco todo —se acomoda mejor en las colchas.
—Sí, ahora duérmete —. Dejo caer los párpados, pero los abro inmediatamente cuando siento sus brazos alrededor de mi cuerpo. ¿Qué hace?
—Puedes sentirte triste, pero no te sientas culpable —me estrecha con fuerza— ¿me oyes? No fue tu culpa —se le quiebra la voz—. Mierda, somos una manga de desdichados —. Se ríe al darse cuenta. Yo también.
—Ey... —me doy vuelta, rozando mi frente con la suya— hagamos un trato, yo no me culpo si tú no te culpas. ¿Qué tal? —Sonrío.
Libera el aire en un bufido, despeinándome los mechones.
—Me parece bien.
Vaya, estoy compartiendo cama con una chica, y sólo converso con ella. Se siente condenadamente bien. No aguanto la risa y la largo como si no hubiera un mañana —¿Qué te pasa?
—Nada —el olor a coco me invade la nariz de nuevo, pero es más fuerte que antes— sólo voy a abrazar a esta ciega, buscando apoyo emocional —la apretujo contra mi pecho a modo de broma. Ella se queja, pero enrolla sus brazos en mi espalda.
—Y yo abrazaré a este idiota motoquero —la siento sonreír contra mi camiseta— buenas noches.
—Buenas noches.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top