Capítulo 13


Por obra del destino que pude entrar a la casa. Pesé que con mi suerte tendría que quedarme fuera.

El sol está saliendo y yo recién me voy a acostar. Ja, así era mi antigua rutina, pero salteándome la parte en la que rescato mujeres de una sobredosis, y de un novio de mierda.

Abro la puerta del cuarto sin importarme que esté en pelotas, durmiendo, o con ganas de matarme.

―¡Golpea antes de entrar! ¿Quieres? ―Ahí están, las ganas de matarme. Farfullo algo que ni yo entiendo mientras me desplazo a lo zombie. Ella alza las cejas, sorprendida―Sé que no me incumbe pero, ¿dónde estuviste todo este tiempo? ―Me arrojo al colchón que está libre, y continúo balbuceando con la cara entre la almohada―¿Al menos sabes qué hora es?―Apostaría el sueldo que no tengo a que se cruzó de brazos.

―No...

―Las nueve de la mañana― .Señala su reloj parlanchín.

¡¿Las nueve?! No me jodas, con razón estoy hecho polvo.

Siento como se acerca y me pega una olfateada. Sí, ella hace eso, es raro, pero ya me acostumbré.

―¡Qué asco! Hueles a chica sin bañar. ¿Estuviste en algún bar de cuarta?―Pues bastante cerca, tiene talento―Bueno. No quiero enterarme.

Sonrío de forma impulsiva:

―¿Estás celosa, amor?―La escucho gruñir.

―¿Por ti? ¡Ja! Claro...lo que me molesta que apestes mi cama, idiota―.La voz le sale chillona.

―Tranquila, princesa. Eres mi ciega favorita―me pega con un zapato― auch.

―Te lo merecías, Cuero mojado ―me río. Así me llama de "cariño".  Sombra no le gusta, y como no le he dicho mi nombre...―.  Ah,¡vamos! Al menos comenta si fue divertido ―¿No que no quería enterarse? Mujeres, el misterio de la naturaleza.―¿Había música? ¿Luces? ¿Cómo eran? ¿Me describirías las luces?

Alguien, por favor, sálveme.

―Si prometo contarte luego, ¿me dejarás en paz?―No ando de humor para mantener una conversación, o la conciencia.

―¡Lo prometo!―Y ni una palabra más.

Despierto ya más relajado, vivo (no literal) y con un hambre de mil revoluciones por minuto.

Mis manos se topan con una manta que cubre mi cuerpo. ¿Qué?

Me levanto confundido y observo que no traigo los zapatos puestos.

Luego de colocármelos voy hacia el escritorio, allí hay un sándwich con un vaso de agua y un papel al lado todo mal escrito.

"Tonto, dormías como puerco así que fui a clases sin ti. Ahí tienes para entretener el estómago. Si no te alcanza hay más en el refrigerador. No lo dejes vacío. Ángel".

Alzo la mirada, pensativo. ¿Escribió sin ver sólo para avisar? Que chica tan rara...

Pero es buena, eso no voy a negarlo.

Tomo el celular para pasar el rato pero no tiene batería, y no sé dónde mete el cargador. Tal vez haya uno en... No, ella dijo... Bah, ella NO dijo que no podía entrar.

Pues bien, veamos el cuarto de la fallecida. Señora, no se me vaya a aparecer a lo monstruo, no voy a faltarle el respeto.

Salgo hacia el pasillo y me dirijo a la puerta del final. Toco el pestillo y por suerte se encuentra sin llave, así que ingreso en un parpadear.

Lo primero que noto es una gran cantidad de polvo por todas partes. Este lugar no fue limpiado en meses.

Hay fotos en la pared. El viejo y la señora, Margaret, creo. El día de su boda. Ambos estaban felices. Luego veo una en la que aparece Ángel de bebé, muy gorda en un triciclo y sin dientes. ¡Qué adorable! Tengo que recordarla para hacerle chantaje emocional. La siguiente...la siguiente es una en la que están las dos. Son muy parecidas. La mujer está abrazándola por la espalda y tienen merengue en la nariz. Tal vez un día de cocina.

Vaya...era una familia unida y feliz. Ojalá Helen y yo hubiéramos tenido eso.

Ya, ¡no más mariconadas! Miraré otra cosa.

Ah...a lo mejor el viejo tiene algún cargador oculto por aquí. Reviso los cajones de la mesa de luz sin resultado. Voy al ropero y al abrirlo, una lata roja se lleva mi atención.

La abro con un poco de esfuerzo y...hay bastante, bastante dinero aquí, y un papelito. (¿Qué tienen estos dos con los papelitos?) Lo despliego. Es un documento médico, con el logo del hospital y algo de información recomposición del nervio óptico...tratamiento experimental...cirugía con sesenta por ciento de probabilidades de éxito...cuatrocientos cuarenta y cinco mil dólares.

Dejo caer el papel de la impresión. Eso es plata. Mucha plata. Y en la lata hay poco en relación a eso.

¿Acaso Ángel sabe de esto? ¡Su padre se va a endeudar! Maldita sea, aquí hay pérdidas por todos lados.

Dejo todo en su lugar y salgo de la habitación como si no hubiera pasado nada. Necesito un buen trago de lo que sea...o un cigarrillo. Ya, mejor me pongo a practicar con mis nuevos poderes.

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¡Sí! Otra vez afuera. Sólo espero que no haya gente suicida por los alrededores. No es que me caigan mal, pero acaban con mi energía como si fuera niñera a tiempo completo.

Camino con las manos en los bolsillos, silbando una canción que ni me acuerdo de dónde la saqué. Me atraviesan unas cuantas veces y me distraigo con algunos productos de la vidriera hasta que siento un "miau" minúsculo.

La curiosidad puede conmigo y busco el sitio de donde salió...agudizo el oído.

El maullido de nuevo. Mis ojos se clavan en la alcantarilla.

―¡Miau!―Diablos, suena a gato pequeño.

Presiono mis labios. Mierda...

Me odio, me odio tanto.

Levanto la tapa y bajo, no sin antes gritarle a los palomos que son unos hijos de su sucia madre por reírse de mí.

Chapoteo en medio de la maloliente penumbra y diviso una bolsa de nylon flotando. Maullido débil otra vez.

Corro, ignorando el hedor invadiendo mis fosas nasales, y la desagradable sensación de millones de heces colándose por mis pantalones.

Abro la bolsa y allí está. Un gatito negro de grandes ojos verdes. Anda en los huesos y me entra en la palma de la mano.

―Así que te botaron. Tu dueño ya debe tener el boleto hacia abajo, amiguito ―.Acaricio su cabeza y sonrío. (¿Qué? Es un gatito desgarbado, nadie gana contra eso). Regresamos a la casa. Allí le consigo un plato con leche caliente. Su lengua no para de beber, desesperada por acabarla toda. Yo por mientras lo vigilo agachado. ¿Qué nombre le pongo? Espera...¿es macho o hembra?―¿Eres macho?― Pregunto.

―¡Miau!

Sí, es un macho.

―Tú y yo nos parecemos. Ambos tenemos el pelo negro y somos unos rechazados de la vida. ¿Qué tal si nos brindamos apoyo? ― Cuando termina de tomar viene con la colita parada y comienza a juguetear con mis dedos―Te gustará estar aquí, la chica es una loca de atar, pero hace buenos sándwiches. Apuesto a que va a quererte. Después de todo eres encantador―sonrío―como yo.

―Sombra...no ―.Pone las manos en su cintura.

―¡¿Por qué no?!―Cubro sus minúsculas orejas para que no escuche. Tranquilo, no te dejaré en la calle.

―Porque...¡no tenemos tiempo para un gato!

―¡Yo lo cuido!

―¡No tenemos comida para él! Ni una cama, ni...  ―. Ennumera las razones mientras camina de un lado a otro.

―¡Podemos comprarla! De todas formas tenías al perro, ¿no? Es más económico un gato ―ella se sienta en la cama a mi lado, suspirando―.  Tómalo  ―se lo doy, colocándole la mano encima de su lomo―. ¿Lo sientes? Está flaco y es pequeño...― Bien, ahora la historia triste y manipuladora―  Lo encontré dentro de una bolsa en la alcantarilla. ¿Entiendes? Estuvo a punto de morirse.

El gatito le muerde el pulgar y se ríe. Luego pasa a acariciarlo con suavidad, palpándole el pelo.

―¿De qué color es?

―Negro.

Se lo piensa un poco...otro poco y finalmente habla:

―¿Y si lo llamamos Juan?

¿Juan? Bueno...

―Me gusta, le queda bien ―. Sonrío.

Nos quedamos un rato en silencio hasta que parece recordar algo:

―¡¡¿ESTÁN MUGRIENTOS DE LA ALCANTARILLA?!!!

Luego de que prácticamente nos encerrara en el baño para "deshacernos de la peste" estuvimos cuidando del desgraciado. La verdad, no es más ordinario por falta de tiempo. Delgado, sarnoso y con más pulgas que existencia. El viejo no quiso quedárselo, pero obviamente el minino aprendió del maestro (su servidor) y con su encanto no lo pudo ignorar.

Juan es una bola de pelos muy orgullosa de sí misma. Se adueñó de la cama y dejó irreconocible el escritorio. ¡Ah! Y adora morder lo que se cruce por su camino. Ángel ha expresado sus bellos deseos de castrarlo, pero trataré de mantenerlo íntegro. Amigo, tus bolas son mis bolas.

Aunque hay un asuntito que tenemos que arreglar...

―¡Felino asqueroso!― Ella se rasca desenfrenadamente el brazo, aunque sabe que no tiene que hacerlo. Pero bueno, si es estúpida no es mi problema― Primero destrozas las cortinas, luego orinas mi ropa, ¡y ahora me llenas de hongos! ¡Te voy a tirar a la calle!― Al principio pensamos que se trataba de la picadura de un mosquito que se infectó, pero con el correr de un par de días, se llenó de esas manchas rojas y redondas. El médico dijo que eran hongos, yo creo que con el aspecto que tiene, ELLA es el hongo.

―Tranquilízate, son sólo unas desagradables manchitas―me siento en la silla― ¿Qué te dijo el Doc que tenías que hacer?

―Usar una crema y aplicarme vinagre ― escupe de mal humor―.  No tienes ni idea de lo difícil que es palparse cada zona en busca de estas cosas ―extiende los brazos― .Además, huele desagradable. ¡Soy una jodida vinagreta!

―Ajá...― Comento distraídamente mientras le meto mano al pelo del gato. Lo bueno de estar muerto, no te puedes enfermar.

De la nada comienza a sacarse la playera, desesperada.

―¡Oye! ¿Me vas a mostrar tus senos? ―Sonrío de costado.

Se mantiene estática unos segundos y termina de quitársela.

―Claro que no, idiota. Quiero que revises a ver si tengo en la espalda.

Me aproximo, alzando una ceja.

Escaneo la parte trasera de su torso. Insisto, es pequeña, ¡se le traslucen las vértebras!

―Tendrías que comer más.

―Lo estoy haciendo―asegura, avergonzada― ¿Y?

Asiento y tomo el pomo:

―Sí, es enorme  ―. Mentira, son dos pequeños en la base del cuello.

Deja caer la cabeza:

―Genial...lo que me faltaba. La ciega con hongos.

―A ver, aparta ―le recojo el pelo y una oleada de coco me invade la nariz―. Demonios, ¿qué shampoo usas? ―Entierro mi nariz en su nuca, sacándole una exclamación muda.

―Yo...eh...―tartamudea― no sé ni qué marca es...―Me pongo crema en los dedos y presiono su cuello con suavidad, arrastrando el pulgar por los lados del nacimiento del cabello. Es gracioso observar cómo se erizan sus vellos imperceptibles cuando pongo mi huella allí―Sombra, ¿ya puedo correrme? ―Susurra con nerviosismo.

―Ah, sí. Ya está ―.Me doy vuelta y la dejo vestirse.

¿Qué mierda me acaba de pasar? Maldito cabello oloroso, se lo voy a cortar.

Es un capítulo sin mucho que contar, lo admito. Peeeero, estoy preparando a los personajes para una buena sacudida XD. No sé, la historia está "en proceso de...", quizás agregue cosas, quizás las borre, quizás los mate a todos con una bomba atómica :v. 

Gracias por estar ahí *suena un grillo* no, Pepe, a ti te mata Pinocho, no embromes *silencio mortal*. Ahora en serio, ¡muchas gracias! :D.

Sólo una pista: Habrá sangre ._. (ni modo, ya lo dije).

¡Saludos desde mi rincón! :D. 

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