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Antes de leer esto, debes tener en cuenta lo siguiente:

εïз)En este pequeño drabble sólo hablo de Alastor. 

εïз)No hay shipp ni nada parecido. 

εïз)No hay contenido +18. 

εïз)En esta ocasión quise ponerme una prueba, quería ver qué imagen me he formado de Alastor y creo que, de momento, estoy bastante satisfecha. 

εïз)Este drabble está dedicado a una de mis mejores amigas, y cabe mencionar, está completamente enamorada de este personaje; kimai80amore linda, te quiero mucho. Gracias por soportar mis bajones y estar a mi lado. 

εïз)Espero que les guste mucho este pequeño escrito. 

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"Lo conozco, te lo juro. Lo he visto".

Creí haber dicho la verdad que con apuro me exigías; escúchame una vez mas, creí haberte dicho lo que ese ser trajo consigo dentro de mi alma.

La noche siempre le favorece, era su piel, su manto en donde encontraba seguridad para atemorizar a los despistados. Sus ojos son grandes, rojos y lejos de estar llenos de vida, más parecían clamar desgracias. Con ellos parecía estudiar cada segundos mi expresión corporal. Si una gota de sudor resbalaba de mi frente, él podía seguirla a la perfección sin perder ni un ápice de atención en mi.

Una sola mirada y me hacía temblar de inseguridad.

No era normal esa sonrisa. Esta se le formaba cada que las preguntas como "¿Me harás daño?" aparecían, le eran un jodido chiste.

Y sus dientes eran lo peor.

Aquella dentadura se asimilaba a la de un tiburón, pero era amarilla, con retazos de manchas negras y, me pareció ver, en medio de mi locura, algún que otro gusano saltar de diente en diente. Su aliento era como la repugnante fragancia de un animal muerto que me saludaba ni bien me dedicaba unas pocas palabras; provocaba las peores arcadas en mi.

Entonces intenté huir de sus garras, pero comenzó a contorsionarse de forma extraña; sus huesos, si es que tenía, tronaban clamando un vals inolvidable, y sus manos, delgadas y alargadas, se aproximaron a mi con lentitud, mientras sus ojos se desdibujaban como una televisión sin señal y murmuros eran emitidos por sus labios.

Me encogí, ya no había una oportunidad para mi en aquel callejón.

Sus uñas, parecidas a las puntas de cinco navajas, tocaron la piel de mi rostro. En ese momento mis piernas perdieron sus fuerzas y caí de rodillas, en el camino rasguñándome por el filo de sus uñas.

Mi alma era toda suya. Estaba seguro que haría de mí mente, de mi ser y de mi vida, todo un desastre el cual le complacería tanto como para da vida nueva a esa estúpida mueca en sus labios grisáceos.

El demonio vestido elegantemente, con el cabello teñido delicadamente con guirnaldas de fuego y los cuernos de un venado, había vuelto a clamarme como un número más en sus listas de sus almas atormentadas.

¿Ahora me lo crees? Él no es lo que parece.