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15 años atrás

Coloco la última pieza de madera sobre el suelo. Tengo una sonrisa en el rostro mientras observo las pequeñas casitas que he logrado hacer con mi pequeño juego de construcción. Aplaudo contenta por ver mi pequeño poblado, que ya por fin he terminado, y tengo muchas ganas de coger todos mis pequeños muñecos de trapo y poder presentarles sus nuevas casas donde serán felices.

Una familia feliz.

— Tú aquí...con la señorita White— coloco a mi pequeña muñeca dentro de la casa con mucho cuidado de no destruirla.

He estado sentada en el salón durante más de una hora y media, y haciendo caso a mi mami no me he movido de aquí para nada. Me he portado muy bien mientras ella estaba haciendo sus cosas en algún lugar de la casa. Las tardes siempre solían ser igual, pero no me quejaba porque me entretenía un montón con mis piezas de construcción y los muñecos de trapo que mi mami me había con telas y botones viejos.

Eran los mejores muñecos del mundo.

— Verónica, cariño— levanto mi mirada de golpe, aún con mi el señor Green en la mano, y miro a mi mamá con un brillo especial en mi mirada.

Por fin jugaría conmigo.

— ¡Mami!

Me sale solo decirlo, y, dejando frente al porche de su casa al señor Green, me levanto como un rayo patoso para ir corriendo a los brazos de mi madre.

— Más cuidado cariño— ella se ríe mientras pasa sus manos bajo mis axilas para alzarme, y yo sonrío encantada cuando lo hace.

— ¡Mami!— lo repito con mucho entusiasmo y la abrazo por el cuello.

Porque la he echado de menos.

— ¿Qué estabas haciendo cariño?— ella acaricia mi cabeza y yo cierro mis ojos encantada por ese tacto.

Pero pronto se me pasa y me incorporo para mirar la pequeña creación en la que he estado trabajando toda la tarde. Señalo el suelo con una risa y me siento flotar mientras mi madre me hace descender desde sus brazos al suelo con suavidad. No dejo que se aleje de mí y agarro su mano para tirar de ella hacia mi pequeño santuario lleno de casitas diminutas. Agarro al señor Green y se lo tiendo a mi mami mientras señalo una de las casas en las que todavía no he metido a ningún muñeco de trapo a vivir.

— El señor Green tiene que vivir aquí mami— guío su mano para que coloque al muñeco donde corresponde.

— ¿Por qué le pones tan alejado de los otros dos?— pestañeo y me giro para mirarla con mis labios entreabiertos.

Pensé que era obvio.

— El señor Green es un lobo malo mami— me muevo lo suficiente para poder subirme sobre su regazo— Los lobos feroces tienen que estar encerrados.

Los labios de mi madre se aprietan mientras deja su vista fija sobre mis pequeñas construcciones. No sé que es lo que se le pasa por la mente, pero observo como su ceño y labios se fruncen como si estuviera guardándose algo. Pestañeo y posiciono mis manos sobre sus hombros para abrazarla buscando que ella me envuelva en sus brazos de vuelta. Hay algo en la expresión de su rostro que no me ha gustado y por eso me lanzo a la protección que ella siempre me da, pero esta vez parece diferente. Sus brazos no me rodean de vuelta a pesar de que yo me aferro fuerte a su cuello.

— ¿Mami...?— me despego un poco de ella para mirarla, pero mamá está perdida mirando mis casitas.

Desciendo mis ojos por sus brazos, intentando averiguar la razón por la que ella no me ha abrazado de vuelta. Mis labios se aprietan y mis dedos se curvan sobre sus hombros cuando veo su mano. El señor Green se está retorciendo entre la presión que ejercen los dedos de mi madre mientras sus orbes no hacen más que vagar por cada casita que he construido, parándose unos segundos de más en la casa que le pertenece al señor Green.

— Mami— mi voz se ahoga cuando lo digo y solo quiero que ella me mire y me abrace.

Y que me diga que estaremos bien.

Como siempre.

Pero nada de eso sucede. En cambio, ella levanta su vista de golpe, hacia la puerta de casa, y es entonces cuando sus brazos me rodean de forma protectora. Se mueve rápido, y mientras me levanta me doy cuenta que mis casitas han desaparecido esparciéndose bajo el sofá sin dejar rastro. Mis brazos se aferran alrededor a ella y mi rostro se hunde en el hueco de su cuello mientras se mueve muy rápido.

Sus pies se mueven hacia las escaleras, pero no la da tiempo a ir muy lejos. Noto como cada músculo de su cuerpo se tensa y se congela en las escaleras. No va más allá de la tercera escalera, no lo consigue, pero para cuando quiero levantar la mirada mi madre se gira de golpe, y ahora solo soy capaz de ver las escaleras que conducen al piso de arriba.

El sonido de la puerta es estridente y me hace estremecer. No me gusta nada, es chirriante y parece que se va a hacer añicos en cualquier momento. Siento como mi madre traga profundo mientras eleva su mirada al frente y su agarre se hace más fuerte sobre mi cuerpo. Mis ojos solo se fijan en las escaleras que hay enfrente mío, y no hago ni el intento de girarme para ver que tengo detrás.

No quiero hacerlo.

Tengo miedo.

— Ho-Hola, lle-llegas pronto— la voz de mami tiembla, y es la primera vez que la oigo de esta manera.

No me gusta.

— ¿Qué haces ahí?

Mis dedos se curvan en los hombros de mi madre cuando escucho la voz profunda de papá. Él nunca llega pronto a casa, siempre tarda un montón y para cuando viene yo nunca le veo.

A penas le veo y tampoco quería hacerlo demasiado.

— Iba a acostar a la niña— las manos de mi madre me sujetan firmemente mientras hace frente a papá.

El tono de su voz ha cambiado y he sido capaz de notarlo. Ya no tiembla, suena más segura, pero hay algo detrás de su voz de lo que no me doy cuenta.

— Siempre con la puta cría— cierro los ojos muy fuerte con siento como unas manos me arrancan con fuerza de los brazos de mi mami, y tengo que apretar los labios para no echarme a llorar como quiero hacerlo— Dámela y vete a hacer tu trabajo.

Mi cuerpo se echa a temblar irremediablemente y tengo que aguantarme las ganas de alejarme de papá. Su presencia no me gusta, nunca lo hizo, y su olor siempre me hacia temblar. Era muy fuerte, un olor que era capaz de tirarte al suelo. Una mezcla de esas bebidas de colores claros que tanto se esforzaba por tomar con matices casi putrefactos.

Él nunca me iba a proteger.

— Sí, amo— mis ojos se empañan en lágrimas cuando escucho a mamá hablar y tengo que abrir mis ojos un poco para poder aliviar el ardor que siento.

Pero creo que eso es un error, porque cuando mis ojos se abren, aunque estén empañados en todas las lágrimas que me esfuerzo en no desatar en llanto, veo, probablemente, a uno de los hombres más aterradores que jamás vi en toda mi existencia. Mis labios tiemblan y tengo que obligarme a no apretar mis dedos alrededor de los hombros de mi papá, porque sé que si lo hago solo terminará mal para mamá.

Me mantengo en pleno silencio mientras lo veo, aunque solo quiero echarme a llorar de la peor manera. Alto y muy grande, era inmenso, y el olor que desprendía era demasiado dulce como para no haber sido corrompido. A pesar de eso, de su gran envergadura, su mirada verde no destilaba ese rencor, al menos no de la forma en la que la de mi padre lo hacía. Era diferente, la inexperiencia que iba a ver su fin ese mismo día.

Dejando paso a algo mucho más grande.

— Ahí la tienes, estrénate y empieza a ser un hombre muchacho— mi padre se gira para mirar al chico, y ahora mis ojos solo dan con mi mamá.

— Por supuesto— su voz es profunda y grave, nunca la había escuchado y me hace estremecer— Ya lo estoy deseando.

Entonces la primera lágrima cae. Mi madre me observa con preocupación, o al menos pienso que es eso, porque no puedo ver más allá de sus ojos azules. Mis labios están tensos mientras sostengo mi llanto, y sé que mi madre observa cada una de mis reacciones. Y justo antes de que sea mi mami la que dé el paso consigo ver como sus labios pronuncian.

"Nimri"

Y sé que el juego ya ha comenzado.

— Ven con papá princesa— la mano de papá acaricia mi espalda mientras se mueve, pero yo solo estoy mirando como ese lobo está tirando de mi mami por las escaleras— Vamos a escuchar como mami se lo pasa bien.

Y me obligo a convencerme de que eso es así, a pesar de que, por las siguientes dos horas, lo único que escucho son los gritos más desgarradores que alguna vez pude escuchar de mi madre.

..........................................

— ¿Qué estás haciendo?— pestañeo y me sobresalto cuando escucho la voz de Namjoon.

Levanto mi mirada para observarle parado frente a la encimera de la isla de la cocina. Todavía se me hace raro verle aquí tan pronto, pero, poco a poco, y con el paso de los días me he ido acostumbrando, aunque, aún así, las palabras escapan muy rápido de mis labios.

— Llegas pronto.

Namjoon sonríe y deja su bolsa sobre las sillas antes de rodear la isla para venir a mi lado. Sus brazos me rodean y deja un beso sobre la piel de mi cuello, lo que me hace cerrar los ojos para soltar un suspiro.

— Me apresuré para terminar rápido— sus manos se posicionan sobre mi vientre, y siento como sus pulgares dejan pequeñas caricias en la zona— Huele muy bien.

Mis labios se estiran involuntariamente mientras sigo dando vueltas a las verduras que sigo salteando. No había abandonado todavía el modus operandi de todos los días que había estado aquí sola, por lo que me encontraba haciendo otra receta demasiado complicada en un intento de hacer más tiempo pensando que Namjoon volvería a llegar demasiado tarde otra vez.

— Enseguida estará listo— lo murmuro con algo de vergüenza, y no sé por qué.

Debería de haberme acostumbrado ya a esto, pero no lo había hecho contra todo pronóstico. Me parecía demasiado extraordinario que Namjoon viniera a casa tan pronto, y lejos de desagradarme era algo que me encantaba. Durante estas últimas semanas había estado viviendo en un sueño del que no quería despertar nunca. Todo era demasiado bueno como para ser cierto, pero supongo que era muy egoísta en ese sentido y me negaba a bajar a la realidad.

En cierto sentido, tenía miedo de caer de bruces en la realidad y darme cuenta de que todo esto había sido mentira.

— Seguro está todo buenísimo— le noto sonreír sobre mi piel y me estremezco— Voy a darme una ducha antes de cenar, me daré prisa.

Abro la boca para contestarle, pero no me da tiempo. Me deja un beso casto sobre mi mejilla antes de desaparecer como un rayo por la escalera. Me quedo un buen rato mirando hacia ese punto por donde ha desaparecido Nam como una completa tonta. No tengo ni idea de por qué, pero siento como si algo malo estuviera a punto de pasar. Algo en el ambiente estaba extraño, demasiado, y no me gustaba nada.

Tal vez estuviera relacionado con todos esos extraños sueños que había estado teniendo.

Sacudo la cabeza y me concentro en hacer bien las verduras. Llevo todo el día en una especie de trance extraño. Desde que me he despertado esta mañana tengo un mal sabor de boca. He soñado con mi madre, eso lo tengo muy claro, pero esa escena se está repitiendo como un disco rayado en mi mente.

Bueno, esa escena no, más bien, ese hombre.

Había algo dentro de mí que lo conocía. No sabía de qué, ni como, pero algo me estaba diciendo que lo había visto más veces desde aquella vez que mi padre le trajo a casa para destrozar a mi madre.

Lo que pasó después lo recordaba lamentablemente bien. Mi madre se pasó varios días en cama, y yo con ella, mientras se recuperaba de lo que ese animal le había hecho. Su rostro amoratado y su cuerpo destrozado. Recuerdo que, cuando por fin pudo ponerse en pie, tardó dos días más en reunir todo el valor para huir de mi padre, aunque al final, no sirvió de nada.

— ¿Dónde le he visto antes?

Lo murmuro en voz demasiado baja como para poder ser escuchada. Hay algo que me es familiar en él y no tengo ni idea del qué. Tal vez me lo haya cruzado cuando estuve en ese lugar, o puede que fuera uno de los tantos que se aprovechó de mí. Habían sido tantos que no podría ser capaz de recordarlos a todos a la perfección, al menos no los que vinieron después del lobo feroz.

Ninguno fue tan cruel como el lobo feroz.

— Hey, Nimri, cariño— me sobresalto cuando siento como unas manos apartan las mías de la sartén y el utensilio de madera que estaba utilizando para revolver las verduras que estaba salteando.

Verduras que ahora están carbonizadas.

— ¿Eh?— es lo único que atino a decir cuando vuelvo en mí y me doy cuenta del fuerte olor a quemado que hay en la cocina.

— ¿Estás bien? ¿Te has quemado?— pestañeo repetidamente en lo que intento volver completamente en mí.

Niego observando los ojos de Namjoon. Realmente no tengo la menor idea de si me he quemado o no, es algo que me da lo mismo, pero parece que ha Namjoon sí que le preocupa.

— Hey, ¿qué ocurre? Estabas como ida, no te has dado cuenta de que las verduras se habían quemado— sus manos acuden hacia mis mejillas para obligarme a mirarle. Sus pulgares acarician mis cachetes con suavidad, y solo con ese gesto soy capaz de volver en mí por completo.

Mis ojos se despegan un momento de su rostro para observar la cocina. Ha apartado la sartén con las verduras quemadas y las ha puesto sobre la encimera, y los fuegos están apagados. Las verduras están completamente negras, y juraría que con solo tocarlas podrían desintegrarse en miles de pedazos pequeñitos.

— Nimri— Nam vuelve a llamarme, pero es por la caricia de sus dedos sobre mis mejillas que vuelvo a posar mis ojos sobre los suyos— ¿Qué te ocurre? Cuando he llegado ya parecías como ida, pero no te dije nada porque pensé que estarías cansada.

Mis labios se tensan unos segundos, pero rápidamente les relajo.

— Estando sola aquí encerrada es muy difícil cansarse Nam— mis manos suben hacia sus muñecas para apartar sus manos de mis mejillas, aunque su tacto se siente demasiado bien como para apartarlo.

— No estás encerrada, sabes que puedes salir— sus ojos están fijos en los míos, pero yo, queriendo rehuir su mirada, me doy la vuelta para limpiar el desastre que he organizado.

— Sí, lo sé, salir a la calle es algo que puedo hacer perfectamente, pero siempre con tres alfas siguiéndome allá a donde voy— cojo la bayeta para limpiar todo el estropicio— No vaya a ser que me vuelva a escapar.

Eso último lo digo con mucha ironía destilando por mi voz. Sí, puede que estas semanas hayan sido un sueño, pero siempre de puertas para adentro y cuando Namjoon estaba en casa. En esos instantes me podía olvidar brevemente de mi situación de soledad, pero porque me veía llena con la presencia de Nam. Quitando eso, todo lo demás seguía prácticamente igual. Las mañanas solitarias que eran cubiertas por unas buenas horas limpiando toda la casa, tratando de ignorar a los alfas que había fuera que siempre tenían un ojo puesto en mí.

— Nimri...— su voz suena más grave ahora, y sé que le ha molestado mi tono, pero a mí me da igual— No juegues de ese modo.

Suelto un suspiro sonoro y dejo la bayeta sobre la encimera. Me giro para observarle, pero sus ojos ya están quemando sobre mi piel.

— No estoy jugando Nam— paso una de mis manos por mi pelo, que aunque esté recogido, siento que me estorba— Estoy cansada de repetirte que no voy a huir, no quiero hacerlo y no tengo la necesidad. Aquella vez no era yo la que decidió marcharse, te lo dije, pero te empeñas a pensar que en cualquier momento voy a salir corriendo. Han pasado más de dos meses desde eso, y creo que ya te he demostrado que puedes confiar en mí.

Respiro profundo cuando termino de hablar. Le miro fijamente, enfrentando su mirada con todo el temple que soy capaz de reunir. Es cierto, estoy cansada de sentir su desconfianza. Sí, puede abrazarme por las noches, besarme de vez en cuando, pero después, cuando le necesito de verdad siempre termina volviendo a lo mismo.

— Lo sé, de verdad que lo sé— mi rostro se suaviza cuando escucho el tono de voz que emplea.

— ¿Entonces?— mi voz se ahoga, y no quiero que lo haga, pero no puedo evitarlo— Solo quiero que me tengas un poco de confianza Nam. Me prometes que vas a estar conmigo, que no me dejarás sola y mil cosas más, pero después, cuando de verdad te necesito, siempre vienes con tus dudas.

Sus manos pasan por su rostro antes de mirarme. Mis ojos lo observan esperando que me diga algo, cualquier cosa, pero no me espero que él de un paso hacia delante para envolverme en sus brazos. Mi rostro está hundido en su pecho, y me permito disfrutar de su aroma un momento antes de elevar mi cabeza para mirarle. Me relajo entre sus brazos sintiendo el frescor de su aroma. Namjoon recién duchado es una mezcla de aromas que siempre me convierte en gelatina cada vez que me envuelve en sus brazos.

— ¿Confías tú en mí?— lo pronuncia sobre mi pelo, y aunque intento elevar mi cabeza para mirarle sus brazos no me dejan hacerlo.

Así que me resigno, y solo me centro en pasar mis brazos al rededor de su torso mientras dejo que un suspiro profundo salga de mis labios.

— Sabes que sí confío en ti— lo murmuro sobre su pecho.

Sus manos acarician mi espalda con dulzura mientras sus labios besan mi cabeza.

— Pues si lo haces cuéntame lo que te ocurre, lo que pasa por tu cabeza— me centro en las caricias que me dan sus manos— Será entonces cuando mis dudas desaparezcan Nimri, tienes que entenderme.

Cierro mis ojos cuando pronuncia ese nombre. Mis labios se fruncen y mis dedos se encorvan alrededor de su torso. Sé que se da cuenta de mi reacción, puede porque haya estado esperando una de mi parte, y no falla, porque es completamente involuntario.

— No soy ella, no me llames como ella— lo vuelvo a murmurar sobre su pecho, pero Nam me oye y sé que no se va a quedar quieto.

— ¿Cómo te llamo entonces?— sus manos suben hasta mis mejillas para obligarme a mirarle, pero yo no sé si tengo fuerzas para sostenerle la mirada.

— Sabes como— me aventuro a cruzar mis ojos con los suyos— Lo has hecho antes.

— No, no sé como— cierro mis ojos cuando noto su caricia sobre mi mejilla— Tú no me has dicho como.

Mis dientes atrapan mi labio inferior cuando vuelvo a abrir mis ojos. No soy capaz de sostenerle la mirada más de tres segundos, así que me vuelvo a hundir sobre su pecho buscando su calidez.

Namjoon se queda estático durante un tiempo, pero después sus brazos vuelven a envolverme con suavidad. No quiero despegarme de esta posición, y aunque sé que no voy a ser capaz de decirle lo que busca saber, me lanzo a hablar esperando que sea suficiente como para ser un buen comienzo.

— He soñado con mi madre— mi voz se ve amortiguada por su pecho, pero sé que me escucha perfectamente— Me separaron de ella cuando tenía cinco años y desde entonces no la volví a ver.

Guardo silencio durante unos segundos antes de continuar, tal vez esperando que Nam me dijera algo, pero él también guarda silencio.

Decido continuar.

— Era uno de los últimos días antes de que decidiéramos escapar de casa— mi lengua remoja mis labios, los cuales de repente los siento demasiado secos como para hablar con claridad— Mi padre había llegado pronto a casa, era muy raro que lo hiciera, pero ese día lo hizo. A mi madre no le había dado tiempo a esconderme, porque todos los días, antes de que mi padre llegara a casa, siempre me metía en el armario de mi habitación para que los alfas que mi padre traía no me hicieran nada.

— ¿Qué?— es lo que escapa de sus labios, de una forma seca y casi estupefacta, pero yo no le dejo decir nada más.

Ahora mismo estoy lanzada, y sé que, si me corta, nunca seré capaz de contarle esto.

— Mi padre me cogió en brazos y me llevó al salón de casa con él mientras otro alfa más que había traído violaba a mi madre en el piso de arriba. Estuve por horas escuchando lo que ese lobo le hacía a mi madre, y después de eso, cuando ese hombre terminó, se quedó conmigo en el salón mientras mi padre subía a rematar a mi madre— tengo que morder mi labio inferior para evitar llorar, y creo que lo hago bastante bine porque ninguna lágrima se me escapa— Cada vez que alguien que no era mi madre me preguntaba mi nombre siempre contestaba Nimri, porque era seguro, porque de ese modo nadie me podría poseer, aunque eso creo que es una mentira.

Mi pecho sube y baja pesadamente. Siento como si, de alguna manera, me hubiese quitado un peso enorme de encima, aunque no le haya contado todo.

— Estás bien ahora, ya no estás ahí— sus labios besan mi cabeza, y yo cierro los ojos permitiéndome disfrutar de ese contacto.

— Lo sé, yo lo sé— trago profundo y me aventuro a separarme de su pecho— Pero...creo que hay algo más.

Sus ojos me observan con cautela esperando a que termine, y antes de arrepentirme vuelvo a lanzarme.

— Ese lobo, el que trajo mi padre...creo que le he vuelto a ver más de una vez...recientemente.

Su lobo gruñe y sus brazos me rodean de forma protectora. No tengo idea de lo que pasa por su mente, pero solo me centro en sentirle a él para no pensar de más.

Para que mis recuerdos descansaran por una vez en todo el día.

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Holoooooooo,
¿Cómo estáis? Espero que muy bien🙃

Sé que este capítulo, junto con otro más, debería de haber estado subido el viernes, pero ambos capítulos me han dado problemas para subirlos, porque aunque diera a publicar parecía que nunca se subía y no aparecía y me he estado desesperando, porque después no estaba completo porque se me borraban partes, así que espero que esta por fin sea la definitiva. Dejadme saber si podéis ver el capítulo bien y completo, aunque creo que si algo va mal me avisareis pronto.

De momento, y visto toda la movida que he tenido para poder publicar, subiré ahora uno  para comprobar que todo va bien, y en cuanto termine de matizar el segundo también lo subiré a la mayor brevedad posible. Ya siento toda esta espera, pero parece que todo va en mi contra😢

Bueno, dramas a parte, ¿qué os ha parecido? Hoy hemos tenido pasado con presente y un gran paso para nuestra protagonista. Ya parece que empieza abrirse a Namjoon, ahora solo queda ver como Nam digiere todas estas declaraciones.  Ante la duda, por si surge, ahora la línea temporal está transcurriendo rápido. Desde que Nimri quiso escaparse han pasado ya varias semanas, más de dos meses, y desde el capítulo anterior a este hay unas tres semanas de diferencia. Ahora bien, dicho esto, podéis intuir ya que pronto se va a venir movida, pero yo no desvelo nada🤭

Espero que hayáis disfrutado mucho de este capítulo, y en cuanto termine de completar el siguiente a este lo subiré. Intentaré darme prisa, pero os prometo que intentaré tenerlo antes del viernes (que es cuando subo el siguiente)

Nos leemos chikis;)

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