14

12 años antes

Tenía una mala sensación. Después de pasar cuatro días encerrada en este cuarto junto con Alyssa temblé por primera vez. Cada vez que se habría la puerta no podía evitarlo. Me escondía bajo el cobertor de la cama esperando que el alfa que viniera no me viera, pero solo era una estupidez.

Claro que sabía que estaba ahí.

Y tenía muy claro que solo era cuestión de tiempo que mi nombre resonara por primera vez de los labios del alfa que le tocaba estar de turno. Me había dado cuenta de que nunca venía el mismo alfa dos veces a traernos la comida. Siempre venía uno acompañando a la omega que venía a dejarnos una pequeña bandeja con comida, tampoco era mucha, pero yo no me quejaba.

Por lo menos ahora me daban de comer.

Aunque eso tampoco era precursor de mejores noticias. Ahora nos trataban mejor, mucho mejor que cuando estábamos en las celdas apretujadas unas con otras. Teníamos una habitación amplia, un colchón, sábanas limpias, aseo, agua y dos raciones de comida diaria. Cualquier omega nos confundiría con la realeza lobuna, pero la realidad era peor.

Crees que tienes todo, pero...¿a qué precio?

Y eso era algo que no quería averiguar.

Pero sabía que era cuestión de tiempo, lo tenía muy claro, me lo repetía todos los días. Había visto salir a Alyssa dos veces en estos cuatro días. En su caso, cuando venían a buscarla, si venía el mismo alfa. La primera vez me congelé, porque solo fueron dos toques en la puerta los que habían dado. Muy duros, secos, escalofriantes. Mis ojos vieron como ella se tensaba antes de levantarse de su colchón. Se pasaba todo el día tumbada, intentando dormir, aunque era muy consciente de que no podía hacerlo.

Cerrar los ojos significaba recordar todas las torturas.

Cadenas al cuello, latigazos en la espalda, quemaduras en los brazos...El dolor se reproducía como si nunca hubiera abandonado la piel donde marcó su presencia, y eso, por triste que pareciera, lo había que tenido que aprender a muy corta edad.

Dormir era un privilegio que no me podía permitir.

Recordar iba a ser algo que tampoco me iba a poder permitir.

Y tristemente, sabía que eso no podía controlarlo, porque la mente tiende a actuar por sí sola. A toda acción responde su reacción, y eso lo controla la mente, y ya había visto demasiado de eso.

Miedo...parálisis.

Golpes...gritos.

Sexo...llanto.

Por lo que había aprendido, y concienciado, a estar preparada para cada situación que me tocara vivir en el futuro cercano. Aprender a responder con la misma reacción a cada acción a la que me veía sometida.

Miedo...impasibilidad.

Golpes...impasibilidad.

Sexo...impasibilidad...o al menos me iba mentalizando para ello.

Mis manos se aferraron más fuerte al cobertor. Mi propia mente me había traicionado con esa reacción, no lo había podido evitar por más que me regañé a mí misma. Fue solo un segundo en el que mis dedos se tornaron sobre las sábanas de la cama, un segundo solo antes de volverlos a relajar.

Un alfa estaba en la puerta, mirándome, buscándome, pronunciando mi nombre de la forma más tétrica que jamás creí escuchar.

— Nimri, tu amo quiere verte— mis ojos se fijaron en sus pies. Unas botas militares ensuciadas de barro y unos pantalones oscuros— Ahora.

Tragué profundo. El día que tanto había temido había llegado. A mis oídos llegó el suspiro de alivio de Alyssa. Sonreí amargamente para mis adentros.

Suspiraba porque no había sido ella.

Me bajé de la cama ocultando mi temblor. Todo mi cuerpo parecía traicionarme ahora, y con un esfuerzo desmesurado intenté frenarlo, aunque ya sabía que iba a ser un fracaso en eso.

Caminé detrás de él. Me llevó por el pasillo hasta bajar por unas escaleras. No tenía muy claro hacia donde estábamos yendo, pero tampoco me aventuré a preguntar. Mi pies descalzos se hundían en la tierra mojada. Había estado lloviendo los últimos días, pero hoy parecía hacer un sol de justicia. El calor se había extendido por la zona, y el frío de los días atrás parecía haber quedado olvidado.

No me gustaba el calor.

Odiaba el calor.

Traté de coger una buena bocanada de aire cuando el alfa me dejó en una habitación. Cerré los ojos en un reproche hacia mí misma. Este lugar era el mismo al que me habían traído la primera vez. Ahí estaba la plancha de metal, todavía con rastros de mi sangre, y los grilletes cayendo hacia cada costado como si nunca hubieran atrapado ninguna muñeca o tobillo.

Miré a mi alrededor. Estaba sola, pero sabía que eso solo sería momentáneo. Mis pies llenos de barro habían manchado el suelo de madera, y tan solo esperaba que no me reprendieran por ello.

No era mi culpa que no me dieran unos zapatos.

— Ya llegaste— me cuadré sin poder remediarlo. La voz había sonado tras mi espalda, como un susurro que llegaba terroríficamente hacia mis oídos— Te he echado de menos pequeña.

Mi labio inferior tembló con su toque en mi hombro. Retuve mis ganas de removerlo bruscamente para apartarlo de mí, porque sabía que, si lo hacía, sería un motivo para comenzar con un castigo.

Me mantuve callada. No podía contestarle como el pretendía que le contestara. Solo sentía asco y repulsión, terror en toda la extensión de la palabra.

Era alguien a quien nunca podría echar de menos.

— Tu espalda está mejor— no me lo estaba preguntando, lo estaba afirmando, como si él ya lo supiera antes de tan solo mirarlo— Eso es bueno, muy bueno.

Mis puños se cerraron a mis costados cuando sus manos ajaron el camisón blanco que me habían dado. Todas las omegas iban igual vestidas. Un camisón blanco que solo te cambiaban cuando el que tenías te quedaba irremediablemente pequeño. A mí, para mi sorpresa, me habían dado uno nuevo cuando me metieron en esa habitación. Limpio y de un blanco casi cegador.

De lo que no me percaté es de que tenía una marca específica, igual que el de Alyssa.

La prenda cayó a mis pies haciéndose un trozo de tela arrugado. Mi dedo pulgar apretó el resto de mis dedos fuertemente. No me gustaba nada por donde iba esto, en un principio, no me gustó nada cuando me sacaron de la habitación.

"Tu amo quiere verte"

Mi amo.

— Estás preciosa— sus manos tocaban toda la piel que él quería marcar. Aguanté el tipo como pude, impasible, fuerte, aunque por dentro, estaba muerta de miedo— No puedo esperar a hacerte mía.

Tomé una bocanada de aire y aguanté todo lo que pude. Mis ojos se habían abierto desmesuradamente, en un gesto que traicionó toda la impasibilidad que me estaba forzando a sentir, pero la realidad era distinta, muy distinta, y sus palabras me habían aterrado aterrado lo suficiente como para romper con toda la armonía que había armado yo sola. Yo no quería ser su pertenencia, no quería ser la pertenencia de nadie.

Quería pertenecerme a mí misma, aunque eso estuviera demasiado alejado para mí.

Mi mirada estaba fija en el suelo. No me atrevía a despegarla de ahí, de la madera medio raída y nada cuidada. Sus botas aparecieron en mi campo de visión, y aunque algo dentro de mí me impulsó a correr, a huir lo más lejos que pudiera, solo me quedé ahí, muy quieta y sin moverme. Sus manos seguían tocándome. Toda mi piel estaba abrasando por su toque, como si quisiera desintegrarse para poder deshacerse de él.

Iba a arder, estaba segura de que iba a arder.

Arder en el infierno que él estaba creando para mí.

— ¿Me has echado de menos?— mi labio inferior tembló cuando él hizo esa pregunta.

No, nunca podría echarlo de menos.

— Responde— su tono se había endurecido ante mi silencio, y los dedos de su mano se habían curvado con fuerza sobre mi piel, dejando pequeñas medias lunas incrustadas en mi piel.

Tragué saliva.

— Sí, mi señor— una sonrisa se deslizó por sus labios cuando escuchó mi respuesta. Sus botas no paraban quietas, daban vueltas a mi alrededor mientras sus manos se deslizaban arañando mi piel.

— Amo, soy tu amo— volvió a pararse frente a mí. Sus dedos se colaron bajo mi barbilla, y de un movimiento hizo que mi mentón se elevara hacia él— ¿Entendido?

Mis labios se tensaron, mi estómago se anudó y la bilis subió por mi garganta.

— Sí...— frenaba con todo mi ser los temblores que querían hacerse presentes— Sí, mi amo.

Él sonrió. Sus ojos felinos brillaron complacidos por mi respuesta.

— Bien, ahora quiero que me des placer— mis ojos se abrieron irremediablemente, mostrando todo el temor que trataba de ocultar— Ven, te enseñaré a darme placer.

La garganta me estaba ardiendo cuando su mano me impulsó hacia delante, obligándome a andar. Entramos por una puerta que no había visto la primera vez que estuve aquí, aunque tampoco me había dado mucho tiempo a percatarme de mi alrededor. Miraba al suelo, con mucho miedo de levantar mi mirada hacia algún lugar de la habitación. La puerta se cerró a mi espalda, y sin poder evitarlo un escalofrío recorrió toda mi columna. Volví a tragar saliva, intentando de una manera u otra encontrar la forma de evitar lo que estaba a punto de suceder.

Que no me marcara, que no me marcara.

Solo pedía eso.

— Aquí— mi vista se despegó un poco del suelo para ver como él se sentaba en una silla de madera— Ven.

Todo dentro de mí tembló, y empezando a acercarme a él murmuré;

— Sí...amo.

Llegué a su altura. Todavía era bastante más baja que él aunque estuviera sentado. Era un alfa bastante joven, mucho más joven de todos los que había visto. Tenía músculos marcados y una mirada tenebrosa, como todos ellos. Su pelo claro contrastaba demasiado con su piel blanquecina. Un aspecto demoniaco, aterrador...

De lobo feroz.

— De rodillas— mis piernas temblaban cuando las obligué a hacer lo que él estaba demandando.

Si no lo hacía terminaríamos peor.

Mis manos estaban a cada costado de mi desnudo cuerpo. Sus labios se estiraron cuando vio lo obediente que estaba siendo, y volví a clavar mi mirada en el suelo cuando sus piernas se separaron.

— Vamos a jugar a un juego— algo dentro de mí se revolvió de una forma en la que no me gustó.

Esto no iba a ser un juego.

No iba a serlo.

— Sí, mi amo— parecía que solo tenía permitido decir eso.

Su rostro estaba fijo en mí, completamente en mí. Parecía muy complacido y contento con lo que tenía en frente, y sentí como su lobo lo estaba apremiando.

No podía esperar.

— Desabróchame el pantalón.

Pestañeé con miedo cuando dio esa orden. Hice todo el esfuerzo que pude para poder hacerle caso. Mis dedos, con un notorio temblor, fueron a parar en el cierre de sus pantalones de lino oscuro. Quité el botón en lo que pareció un gran esfuerzo de mi parte. Mis nudillos rozaron con su bulto, el cual se estaba endureciendo a pasos agigantados, y lo pude sentir más cuando mi mano bajó su bragueta.

Estaba erecto, completamente erecto.

Temblé por dentro. Había oído hablar de esto al resto de omegas, pero ellas eran mucho más mayores que yo. Por norma general los alfas nos tomaban con nuestro primer celo, el cual era cerca de los 16 años, por lo que a mí todavía me quedaban casi 9 años para eso. Pero algo dentro de mí no me estaba dando buena espina.

Dejé caer mis manos a mis costados de nuevo. No quería tocarlo, no más. Mi garganta picaba un montón y no supe de donde lo conseguí, pero evité las ganas de vomitar.

— Sácalo— mis ojos se elevaron hacia él, quien me miraba con un gesto que nunca había visto. Solo quería irme de aquí— Sácalo y tócalo.

Tragué saliva de nuevo, intentando que las ganas de vomitar desaparecieran por arte de magia.

Mis manos subieron hacia su entrepierna de nuevo, y con mis dedos temblorosos bajé su ropa interior hacia abajo. Su pene estaba ahí, muy grande y endurecido.

No pude evitar recordar todos los comentarios de las omegas que habían sido forzadas.

~ Nos lo meten ahí abajo, parece que te desgarra, que te rompe...duele mucho.

~ Me tomó por atrás, me hizo un brecha en el cabeza y cuando terminó me dejó ahí tirada, desangrándome.

Mi pelo me cubría las mejillas cuando mis pequeñas manos lo tocaron. Un gruñido ronco salió de su garganta cuando lo toqué y, asustada, separé mi mano de ahí.

Que no le hubiera hecho daño...por favor.

No quería ser castigada.

— No— fue un bramido lo que emitió, y sus manos agarraron las mías para volver a ponerlas sobre su pene— Tócalo así...dios...sí, así.

Tenía ambas manos rodeando su pene, tal y como él las había puesto, y guiada por él, las había empezado a mover de arriba hacia abajo, al ritmo que él había impuesto.

Los brazos me dolían y tenía las muñecas muy tensionadas. Tenía ganas de llorar, mucho, y solo quería irme de ahí.

Esto era de lo que mi madre quería protegerme, por eso me encerraba en el armario.

Por eso era Nimri, para que él no llegara a mí, para que no pudiera tomarme como las leyes indicaban.

Si no sabe tu nombre no puede reclamarte como suya.

No le pertenecerás.

Nunca.

Y eso era lo que necesitaba, no pertenecerle. Aunque sabía que sería imposible, porque él me consideraba suya, y estaba segura que me mantendría a su lado hasta que ya no le sirviera...o me matara.

Gruñidos salían de su garganta a medida que mis manos seguían subiendo y bajando por su pene. Había echado su cabeza hacia atrás y había cerrado sus ojos. Su mandíbula tensa y los músculos de sus brazos marcados. Las venas sobresalían, y antes de que me diera cuenta sus ojos ya estaban fijos en mí, mirándome tras su color ámbar, nublados por una emoción que no supe identificar.

Era demasiado pequeña para eso.

— Chúpala— su voz era muy grave, demasiado, y me asustó aún más cuando sus manos fueron hacia mi cabeza— Chúpamela.

Su pene estaba muy cerca de mi rostro, mucho, y sus manos estaban haciendo mucha presión en la zona trasera de mi cabeza.

Está obligándome a meterla a mi boca.

No quería hacer eso.

Mantuvo su agarre detrás de mi cabeza mientras con su otra mano agarraba su pene para acercármelo a la boca. Mis labios estaban cerrados, casi sellados, pero él, de una fuerza desmesurada, se metió dentro. Pensé que mi mandíbula se había partido con ese gesto, pero tampoco pude a pararme a pensar en ello. La mano que tenía detrás de mi cabeza se había agarrado a mi pelo, y entre tirones me obligaba a subir y a bajar. Eran los mismos gestos que me había obligado a hacer cuando me colocó las manos sobre su pene.

No entraba en mi boca, apenas podía llegar hasta la mitad, pero él seguía obligándome, cada vez más profundo. Mis ojos estaban llorosos y mi boca me dolía mucho. Sentía que me ahogaba, que iban a romperme la garganta por cada fuerte embestida que él daba. Tuve varias arcadas que logré retener en mi estómago con mucho esfuerzo, y de un momento a otro, él me obligó a apartarme. Dio un tirón fuerte a mi cabello para que mi boca se separara de su pene, y por un momento pude coger el aire que me había estado faltando por minutos.

Sus manos cogieron mi cuerpo tirado en el suelo. Un quejido salió de mis labios cuando lo hizo, y luché por acallar todos los quejidos posteriores que quisieron salir.

Temblaba, estaba temblando mucho.

Me había tirado en una cama.

Como puro acto reflejo apreté mis piernas, creyendo que, de ese modo, él no podría separarlas nunca. Su mano se estaba moviendo con rapidez en su erección. Ya se había echado sobre mí. Su cuerpo me cubría entera. Él era gigante comparado conmigo. Ya era tan solo una niña de casi 9 luchando por sobrevivir en este lugar.

— Mía— su rostro se había hundido en el hueco de mi cuello, y noté como su lengua lamía la piel expuesta de mi hombro.

No, no, eso no.

Las lágrimas estaban acopladas en mis ojos, como si nunca quisiesen irse, como si ya estuvieran preparadas para deshacerme cuando ocurriera. Una de sus manos estaba apoyada a un lado de mi cabeza, sosteniendo todo su peso mientras su otra mano masturbaba su pene todavía erecto.

Hasta que pasó.

Hasta que su semen salió impregnándome entera, hundiéndome en su esencia putrefacta.

Gruñidos de placer salieron de su boca cuando se deshizo sobre mí, y sin poder evitarlo yo también me dejé ir. Me hice pis encima mientras él se descargaba sobre mí. Mis ojos ya habían dejado salir las lágrimas que se habían acoplado hace unos cuantos minutos atrás, y sentí como mis mejillas ardían en dolor sintiendo como el seguía lamiendo y besando la piel descubierta de mi hombro.

Me había reclamado como suya, marcado con su aroma, reclamado como de su propiedad.

Le pertenecía, para él era completamente de su propiedad.

Me quedé ahí, completamente inerte cuando él se levantó. Se metió su pene en los pantalones que no se había quitado y me dio una última mirada satisfecho, con una sonrisa terrorífica, con una sonrisa que me condenaba. La cama bañada en semen junto con mi cuerpo completamente envuelto en su aroma. Gimoteos provenientes de llanto escapaban de mis labios. Intentaba ocultarlos con todas las fuerzas que tenía, pero no lo logré.

Toda yo temblaba.

Toda yo estaba aterrorizada.

Y ahora...¿qué?

— Que asco, te has meado— mi labio inferior tembló más mientras mi pequeño cuerpo seguía en la misma posición— Vendrán a buscarte ahora.

Me dio una última mirada antes de marcharse de la habitación. Mis ojos seguían fijos en el techo, sin moverse, sin moverme.

Y ahí estaba yo. Bañada en semen, manchada de pis, cubierta de él, perteneciéndole a él. Temblando por dentro y llorando por fuera. Mi mano subió temblorosa hacia mi hombro, donde él se había dedicado a repartir lametones y pequeños besos que solo me habían quemado la piel. Apreté los dedos alrededor de mi hombro, y una desmesuradas ganas de arrancarlo me consumieron.

Me había marcado a su manera, estaba jugando conmigo y mi cordura. Había marcado a mi pequeño ser, poniendo su esencia en mí, reclamándome de alguna manera.

La etiqueta ya estaba colgando de mí...su etiqueta ya estaba grapada a mi piel.

Atte: el lobo feroz.

.......................................................................................................................................................................................................................................

Holooooooooooooo,

¿Cómo estáis? Espero que muy bien😊

Así que por aquí os dejo el siguiente capítulo del maratón, el cual debo decir que iba a ser algo más largo, con un par de escenas más,  pero revisando he sentido que así terminaba mejor, por lo que es algo más cortito. Además, creo, que con lo fuerte que es este capítulo, tenéis suficiente como para que yo añada un par de escenas más 😂. De todas maneras, no desesperéis, porque esas escenas las tendréis en el capítulo de mañana, en el cual espero que estéis atentas por la aparición de un personaje que se nombró en Nightmare  (pista: el personaje fue nombrado por dos hermanos, una alfa y un omega xd)

Bueno, y con esto, ¿qué os ha parecido esta escena? Acepto todos los comentarios que tengáis👀

Y bueno, ya con esto me despido hasta mañana.

Nos leemos chikis;)

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top