07

Me removí entre las sábanas con pereza. Mis músculos se sentían tensos y algo apelmazados, parecía que un camión me había pasado por encima. Abrí los ojos lentamente, acostumbrándome a la luz que entraba desde la ventana. Probablemente se me había olvidado cerrar la cortina y ahora toda la luz me estaba dando de frente.

Retiré las sábanas de mi cuerpo y me incorporé. Había perdido la noción del tiempo, no sabía que día era ni cuantos días había estado tirada en la cama por culpa de mi celo, pero lo que más me preocupó no fue eso.

¿Por qué parecía haber soñado con Namjoon?

Sacudí mi cabeza y me aproximé hacia la ventana para abrirla y dejar que la habitación ventilara. Mis ojos se fijaron en la explanada verde que tenía ante mis ojos, y no pude evitar tener una sensación extraña en el pecho.

Durante estos días apenas había estado plenamente cuerda. Solo recuerdo un momento con plena nitidez, y es a Namjoon llevándome en brazos hacia la enfermería, lo cual ya fue bastante bochornoso para mí. Después de eso, todo se vuelve un borrón casi imperceptible. Recuerdo vagamente la imagen de un lobo gris con salpicaduras de sangre, luego unos brazos sostenerme y después la tranquilidad. Había sido como si algo se hubiera colado en mi sistema como un analgésico potente.

Pero no entendía el por qué todo aquello lo estaba asociando con Namjoon. Verdaderamente no lo entendía.

Sacudí mi cabeza de nuevo y me giré hacia mi armario para sacar una muda de ropa. Con todo en mis brazos, abrí la puerta de mi habitación y me dirigí hacia el baño para darme una ducha rápida. Cuando entré al baño no pude evitar tener como una especie de dejavú. Yo en la bañera convaleciente por el dolor que el celo me estaba causando, el sonido de las piezas de madera con las que solía jugar de pequeña, y justo con la sensación de la puerta del armario cerrarse aparecía ese lobo gris que me hacía sentir segura.

Al igual que mi madre.

No me había dado cuenta de que me había quedado mirando fijamente a la bañera, y volviendo a sacudir la cabeza de nuevo, cerré la puerta del baño para despojarme de mi pijama y darme una ducha rápida.

Me enjaboné el pelo y mi cuerpo lo más rápido que pude. No quería permanecer mucho tiempo en el baño, al menos no si seguía sintiendo esa extraña sensación que me estaba encrispando los nervios.

Odiaba no saber con exactitud que había ocurrido, aunque fuera paradójico, porque en todos mis celos agradecía no recordar mucho a pesar de saber de antemano por lo que me tocaría pasar.

Pero esta vez era diferente.

Me vestí rápido con los vaqueros y el jersey azulón que había escogido del armario. Desenredé mi pelo castaño claro y me lo sequé con el secador que Arianne nos había traído de la ciudad cuando fue hacerse los estudios sobre su celo. Cuando terminé, me hice una coleta alta con una goma de pelo que había atrapado del cajón de los peines, y dándome un par de golpecitos en las mejillas me dispuse a salir para bajar a la cocina.

El olor de la olla de café ya cubría casi todos los rincones de la pequeña casa que Maggie y yo ocupábamos. Bajé las escaleras con lentitud después de recoger mis pertenencias del baño. Maggie estaba sentada en la mesa de la cocina, de cara a la vitrocerámica de gas moderna cortesía de Arianne. Su gesto era serio, cosa que me hizo fruncir el ceño, y con un tono algo preocupado, llamé su atención.

— Buenos días...— Maggie se giró sobresaltada hacia las escaleras. Terminé de bajarlas y me aproximé hacia la mesa de la cocina, acercándome antes por el fuego para apagar el café que ya estaba hirviendo.

— Nimri...— mi nombre salió de sus labios como si de un espectro se tratase.

Fruncí el ceño preocupada y me volteé para mirarla.

— ¿Te ocurre algo? ¿Estás bien?— ella negó y desvió su vista hacia el reloj de la cocina.

Me volví a girar hacia la vitrocerámica para coger un trapo con el que agarrar la olla y servir el café. Lo dejé sobre la encimera en lo que cogía dos tazas de los armarios para verter el contenido oscuro humeante. Dejé una de las tazas frente a Maggie, quien se había mantenido en un silencio sepulcral mirándome fijamente.

— Tú...¿te encuentras bien niña?— parpadeé repetidamente mientras procesaba su pregunta como si fuera demasiado complicada para contestarla.

Pero lo verdaderamente complicado era su actitud, extraña y aterradoramente preocupante, de estos momentos.

— Si...ya me encuentro mejor, ¿cuántos días han sido?— di un sorbo a mi taza dejando que el líquido caliente se escurriera por mi garganta.

— Unos cuatro...lo has pasado bastante mal los primeros dos.—apreté mis labios mientras asentía.

Otra imagen extraña cruzó mi mente mientras daba otro sorbo a mi café. Namjoon me acunaba entre sus brazos en mi cama mientras me hablaba susurrándome al oído.

No, me estaba cantando.

Sacudí de nuevo mi cabeza, catalogando aquello como algo imposible que sucediese. No quería al moreno cerca, yo estaba bien así.

O eso quería creer.

— Bien, bueno, ya pasó todo afortunadamente— Maggie me seguía observando fijamente. Dejé la taza sobre la mesa y suspiré sosteniéndola la mirada— ¿Qué ocurre? ¿Qué me estás ocultando?

Maggie miró de nuevo el reloj de la cocina situado tras mi espalda y tragó en seco. Me estaba preocupando cada vez más.

— ¿Maggie...?— mi tono había cambiado a uno más insistente.

— ¿Recuerdas algo del celo?— yo fruncí el ceño ante su pregunta.

Negué con la cabeza, aunque no fuera enteramente cierto.

— No, no lo hago, ¿por qué preguntas?— la señora Lee cerró sus puños a ambos lados de la taza.

Todavía no la había tocado, no había dado ningún sorbo a su café.

— Por nada, hoy no te aparezcas por la mansión.— pestañeé confundida mientras Maggie se levantaba de la mesa y se dirigía hacia la puerta.

Me giré confundida hacia el reloj, como si este pudiese darme las respuestas que la anciana no me había dado. Cuando ella quería podía ser muy callada y enigmática, y aunque la sometieras a la peor de las torturas, ella no soltaría prenda.

La puerta de la calle me sobresaltó haciéndome girar de nuevo. Maggie se había ido sin apenas despedirse, y con el mismo gesto sombrío con el que me la había encontrado cuando bajé a la cocina.

Estaba teniendo una muy mala sensación en estos momentos.

Miré el reloj de la cocina de nuevo. Eran pasadas las nueve de la mañana, y se me hacía raro que la omega estuviera ya levantada tan pronto.

— Cuatro días Verónica...has estado con el celo cuatro días...— susurré para mí misma.

Entonces hoy sería domingo. Los domingos Maggie no se levantaba antes de las diez ni por asomo, sino que era yo la que se despertaba temprano para ir a pasear y después tener el desayuno listo.

Hay algo que no está bien.

Recogí la cocina lo más deprisa que pude. Dejé la taza de Maggie dentro de la nevera, ya que no había tocado el café que ella misma había preparado, y dejé la mía dentro de la fregadera. A pasos rápidos me aproximé hacia la entrada para coger mi chaqueta y calzarme unas botas que Arianne me había regalado hace poco.

Salí a la calle y me extrañé al sentir tanta quietud. Estaba bien que fuera domingo y fuera un día de descanso para todos en el mercado, pero tanto silencio era extraño, apenas se podía oír alguna respiración.

Solo me podía escuchar a mí.

Eché a andar hacia la salida de la zona de omegas, por mi camino de siempre, intentando quitarme de la cabeza las ideas extrañas que me pasaban por la cabeza. Aunque la sensación negativa no desaparecía de mi pecho.

Mi loba, por alguna extraña razón, gruñó hacia el aire, como si estuviera llamando a alguien, pero no hubo respuesta.

Me angustié aún más.

— ¿Qué demonios...?— sacudí la cabeza, tratando de borrar todas estas sensaciones que me estaban envolviendo.

¿Por qué sentía que algo no iba bien?

Continué caminando. Estaba pasando la explanada de hierba, la misma que se podía ver desde mi habitación, y me detuve en seco.

¿Por qué parecía querer llorar ahora?

Miré a mi alrededor, intentando buscar una respuesta a la estupidez de mis emociones, pero no encontré nada. Olores entremezclados me estaban llegando a la nariz, y como si lo hiciera aposta, otra imagen borrosa llegó a mi mente, parecía tan real que me asusté de mis propios pensamientos.

El lobo gris recubierto de sangre, mi mano buscando acariciar su pelaje sin una razón concreta y su cabeza acomodándose a la torpe caricia de mi mano. Después un quejido, uno suyo y el otro mío, y luego ya no era su pelaje lo que tocaba.

Era el cabello de Namjoon.

Mis manos se hicieron puños a mis costados y apreté mis labios en una fina línea. No tenía la menor idea del por qué de mis pensamientos, y mucho menos entendía por qué a mi loba parecía agradarle cuando no debería.

Dijimos que no queríamos más alfas, que no necesitábamos más alfas en nuestra vida.

Respiré hondo intentando despejarme. Obligué a mis piernas a avanzar por el camino de siempre, pero no pude llegar muy lejos. Todo estaba malditamente raro, y algo no se sentía bien.

Mi loba estaba muy inquieta, ambas teníamos la misma sensación de que algo raro estaba pasando.

Dejé escapar el aire que había inspirado hacia unos segundos de forma brusca antes de darme la vuelta y caminar hacia la mansión.

"Hoy no te aparezcas por la mansión"

Por supuesto que me iba a aparecer por la mansión.

Mis piernas iban rápidas y mucho más predispuestas que cuando estaba decidida a realizar mi caminata mañanera por los alrededores. Me preocupé mucho más cuando mi loba, a medida que nos íbamos acercando más, comenzaba a gruñir hacia alguien con el fin de obtener una respuesta que nunca llegó.

¿Que te pasa?

Mis pies resonaron por el camino de piedra, y ya a lo lejos podía divisar la mansión del líder. Me estremecí al ver a un gran tumulto de gente apelmazada en la entrada de la casa del líder.

Esto no era ni remotamente normal.

Todos eran de la zona de los omegas, y estaban posicionados de tal forma que se encontraban mirando hacia la zona de los alfas. Aceleré mis pasos aún más preocupada por lo que pudiera pasar, y no tardé en escuchar los murmullos de la gente.

> ¿Estará bien?

> ¿Habrá pasado ya?

>¿Habrá sobrevivido?

¿Quién tenía que sobrevivir? ¿Quién debía de estar bien? Tragué hondo aproximándome hacia todo el gran grupo de gente.

Prácticamente estaban todos los residentes del área de los omegas.

Me intenté hacer paso, casi sin éxito, pero cuando la gente se percató de que era yo quien estaba intentando pasar, los murmullos se acrecentaron.

> Es ella.

> No la da vergüenza estar aquí, por su culpa él está recibiendo un castigo.

> Por favor, suficiente ha hecho ya como para tener el descaro de venir a ver como lo castigan.

> Igual quiere cerciorarse de que no sale vivo, total, ella ya lo ha enviado al matadero.

Mi ceño se frunció escuchando todas aquellas cosas que decían que había hecho. No entendía de que hablaban, pero intenté hacer oídos sordos hasta llegar casi al frente, donde pude divisar la cabellera negra de Arianne.

¿Esas de ahí no son Soora y Diane?

Tomé otra bocanada de aire antes de llegar a ellas. Me daban la espalda y estaban muy pendientes de cualquier cosa que pasara en la entrada de los alfas, la cual, como algo extraordinario, estaba custodiada por varios alfas creando una barrera para no dejar pasar a nadie.

¿Qué estaba ocurriendo aquí?

— Arianne...— mi susurro hizo que la omega se girara sobresaltada y con los ojos bien abiertos.

Los murmullos a mi espalda habían incrementado, pero me estaban dando demasiado igual en estos momentos.

Solo quería saber que pasaba.

— Nimri...— arrugué la nariz involuntariamente ante la mención de mi nombre, pero pronto recuperé mi expresión preocupada.

Soora y Diane se giraron para observarme cuando Arianne mencionó mi nombre. Sus rostros estaban desencajados y podía notar la preocupación de sus lobas.

Las de las tres.

— ¿Qué está pasando?— mi tono salió insistente, esperando que de una vez por todas alguien se dignara a decirme lo que estaba ocurriendo.

Soora y Diane se miraron entre ellas antes de mirar a Arianne, quien tenía su mirada pegada a mí.

Mi loba dio un tirón en mi pecho, y sin querer mi vista se desvió hacia los alfas que custodiaban la entrada de su zona.

— ¿No lo sabes?— Soora se había animado a hablar.

La preocupación bañaba todos los ápices de su voz, y casi podía jurar que estaba apunto de llorar.

— No, no lo sé, por eso pregunto— resoplé involuntariamente y salteé mi mirada entre las tres— Por cierto, ¿vosotras dos que hacéis aquí?

Ninguna me contestó, y yo solo me desesperé más.

Necesitaba respuestas de una vez.

— Señora Arianne...— pestañeé antes de girarme para ver cómo Vera se apróximaba rápida hacia nosotras— Ya va a empezar...— fui testigo de como la omega tragaba saliva profundamente y salteaba su mirada preocupada entre las tres lobas que tenía enfrente.

Una mirada preocupada hasta que reparó en mí. Un odio que no sabía de donde salía nació de ella, y estaba notando el peso de su loba intentar tumbarme con una fuerza que jamás esperé de ella.

No fue nada para mí, estaba acostumbrada a lidiar con lobos más poderosos que el de ella.

— ¿Qué haces Vera?— Arianne se interpuso entre las dos con sus manos acomodadas en sus caderas— Vete con el resto, por favor, ya hablaremos después.

— No entiendo que hace esta aquí señora, si ya consiguió lo que quería no entiendo para qué ha venido— fruncí mi ceño.

¿Esta? ¿Conseguir lo que quería? ¿De qué diablos estaba hablando?

— Vera, vete de una vez— el tono de Arianne era duro y seco, como el que usaba Jungkook cuando usaba su voz de alfa.

Carraspeé molesta llamando la atención de la pelinegra.

— ¿Me queréis decir de una vez que es lo que coño pasa?— bufé de mala gana y miré hacia la barrera de alfas antes de observar a las lobas que me miraban con ojos abiertos— Dejaros del puto secretismo todo el mundo y decirme de una vez que es eso que se supone que quería conseguir.

Arianne me observó fijamente tras sus pestañas, y dando una mirada de reojo a Diane y a Soora, quienes habían suavizado su expresión para conmigo, volvió a mirarme.

— Es Namjoon...— mi nariz se arrugó y mi pecho dio un tirón que no me gustó nada.

— ¿Eh?— mi loba levantó su cabeza preocupada mirando hacia la fila de alfas que custodiaban la entrada.

— Le van a dar un castigo por saltarse las normas— Soora se adelantó a Arianne y dando un paso al frente hizo que la mirara— Él se coló en la zona de los omegas para estar contigo. Tú loba no dejaba de gritar y su lobo se exasperó y perdió el control para ir contigo....ha roto las normas, enfrentó a Jungkook para ir contigo y ahora lo van a...lo van a...

— Castigar...— completé por ella, con un tono neutro e impactado.

Entonces no había sido mi imaginación, había sido todo real. Él había estado conmigo durante mi celo, haciéndome sentir mejor y siendo la anestesia para mi dolor.

Me había sentido segura con él.

— ¿Nimri...?— Arianne había puesto sus manos en mis hombros llamando mi atención, pero yo estaba completamente ida.

Iban a castigar a Namjoon por mi culpa. Lo iban a herir por mi culpa.

> ¿Estás herido?

> No importa Nimri, solo descansa.

> Si que importa Namjoon, tienes que descansar.

> Te han herido por mi culpa.

— No...— mis ojos estaban fijos en la fila de de alfas que custodiaban la entrada— No pueden hacerle nada...

Mis pies se habían comenzado a mover solos. Me quité a Arianne de encima y dejé con la palabra en la boca a Soora y a Diane.

— Nimri, ¿qué haces? No puedes— la voz de Ari sonaba detrás de mí, pero yo no hacía caso.

No querían que hirieran a Namjoon por mi culpa. No otra vez.

Los murmullos de los omegas a mi espalda se hicieron más fuertes, pero no hacía caso. Mis oídos se habían cerrado en banda y no escuchaba más que mis propias pisadas aceleradas hacia la fila de alfas que ya tenía la mirada puesta en mí. Arianne venía tras de mí junto con Soora y Diane.

— Nimri, no puedes hacer nada— tragué saliva y me aguanté el nudo que nacía en mi pecho.

Creo que eran lágrimas apelmazándose en mis ojos.

— No puede...es mi culpa, yo merezco el castigo— mi labio inferior temblaba y una sensación que hacia tiempo que no sentía me caló de arriba a abajo.

Era miedo. El mismo miedo que sentía cuando mi madre me encerraba en el armario de los abrigos para evitar que los amigos de mi padre me violaran como lo hacían con ella.

Aunque si llego a saber mi destino de antemano hubiera preferido que me vendiera al lobo feroz primero.

Me acerqué a la hilera de alfas que ya me bloqueaba el paso. Arianne aceleró su paso hasta posicionarse delante de mí y frenarme por completo.

— Nimri, recapacita, vuelve a la tierra, ya no puedes hacer nada por él— negué con la cabeza mirando entre las cabezas de los alfas.

Había muchos de ellos amontonados en el fondo de la zona, frente a una gran casa de ladrillo y cemento que se alzaba sobre el resto. Estaba segura de que él estaba ahí.

— No es justo Arianne, no lo es...es mi culpa— mis ojos dieron con los suyos efímeramente, y antes de que ella pudiera reaccionar, quité sus manos de mis hombros y me abalancé hacia delante.

Los alfas me detuvieron, pero yo solo seguía con la vista fija en la gran cantidad de personas del fondo.

— Nimri, no puedes entrar, Jungkook ha ordenado que nadie lo haga— Soora me agarró del hombro haciendo que volteara, pero mis ojos seguían perdidos.

Yo no quería que le hicieran daño, era mi culpa, solo mi culpa.

— Jungkook no lo puede castigar, no lo entiendes— me deshice de su agarre y volví a abalanzarme hacia delante.

— Señorita, no puede pasar— uno de los alfas extendió su mano hacia delante, impidiéndome el paso.

— Tienen que dejarme pasar— los alfas negaron excepto uno de pelo castaño que no dejaba de mirarme.

— Nimri, vamos a la casa no podemos estar aquí— Arianne intentó tirar de mí pero me negué.

Yo no me voy a ningún lado.

— Nimri...— ahora era Diane quien hablaba.

— No— mi tono fue cortante, y me giré para mirarlas— Él está ahí por mi culpa, le van a castigar por mi culpa y no voy a permitir eso.

— No fue tu culpa Nimri...— negué con la cabeza y mi loba gruñó.

Si que había sido mi culpa.

— Sí Arianne, si que lo ha sido— las lobas frente a mi hicieron una mueca con sus labios.

— Creo que lo mejor es que nos vayamos hacia la casa— Arianne dio un paso hacia delante justo en el momento que el sondo estridente de unas cadenas resonó en el ambiente.

Acto seguido mi cabeza se giró hacia todos los alfas que estaban apelmazados enfrente del gran edificio de cemento y ladrillo.

— Ya ha empezado señoras, es mejor que se retiren de aquí— todos los alfas mantenían un rostro impasible, menos el de pelo castaño, quien intentaba mirar sobre su hombro.

Me giré hacia Arianne.

— ¿Cual es el castigo?— tenía pánico de preguntarlo pero debía saberlo.

Arianne negó con la cabeza, entonces desvié mi mirada hacia Soora que también negó y después hacia Diane.

Quién volvió a negar.

— Me lo tenéis que decir, ¿cuál es el castigo?— mi tono fue insistente pero las mujeres no dijeron nada.

Me giré hacia los alfas.

— ¿Cuál es el castigo?— ellos me lo tenían que decir.

Se miraron entre sí dudosos, y después desviaron su mirada hacia Arianne.

— No— su tono fue serio, pero esa respuesta no me valía.

Miré hacia el alfa castaño que parecía no estar de acuerdo con aquello. El sonido de cadenas volvió a resonar más fuerte que antes, y sintiendo más nervios en mi interior, me aproximé hacia él.

— Por favor, dímelo— mi vista salteaba de él hacia el fondo de la zona de los alfas.

Mi loba lanzó un gruñido, y sin esperar una respuesta como las veces anteriores, me sorprendí.

Él lobo de Namjoon me había contestado.

El ardor en mi pecho se incrementó, y el nudo de mi garganta se hizo casi inmanejable.

— Por favor...— repetí con la voz medio rota y desesperada.

El castaño parpadeó dos veces, muy atento a las facciones de mi cara, y vi como desvió su mirada hacia Arianne, quien estaba tras de mí.

— Soobin no lo hagas...— el alfa tensó sus labios y respiró hondo.

Iba a ceder, sabía que iba a ceder.

El sonido de las cadenas volvió a sonar junto con un fuerte golpe que me hizo temblar. Soobin volvió a pestañear antes de abrir la boca.

— Son latigazos señorita....con cadenas rociadas en muérdago...— Arianne bufó tras de mí y los alfas se miraron entre ellos— Uno por cada alfa que derribó el alfa Namjoon...

> Cuenta conmigo. Uno.

El nudo de mi garganta casi me ahoga en ese momento. Latigazos con cadenas....Cerré mis ojos fuertemente con la respiración entrecortada, y con temblor notorio en mi voz volví a hablar.

— ¿Cuán...cuántos son?— el castaño soltó un tenue suspiro mientras me observaba.

— Nimri basta— Arianne se aproximó hacia mí— Vámonos, no podemos hacer nada.

Negué con la cabeza.

— Por favor...— volví a suplicar.

Soobin dudó su decirmélo, pero finalmente desistió.

— Veinte señorita, son veinte— llevé mis manos a mi cara y sentí como las manos de Arianne se posaban en mis hombros.

> Serán 15 latigazos, el carcelero tenía razón. Ella es muy ruidosa.

Vámonos Nimri, no merece la pena estar aquí— tomé una profunda respiración y me removí quitando las manos de la pelinegra de mis hombros.

— No— mi tono era tembloroso, y sentía que en cualquier momento me iba a derrumbar.

Otro latigazo sonó con el sonido tosco de las cadenas removerse.

> Si no te escucho contar comenzaremos de nuevo— él no quitaba su sonrisa sádica de su cara.

> Si...sie...siete— murmuré al borde de la inconsciencia, estaba aguantando demasiado pero sentía que ya no podía más.

> No te he escuchado— otro latigazo que hizo crujir mi columna me dio de lleno.

Quería llorar de la impotencia.

A Namjoon no, él no podía pasar por lo que yo pasé.

— Nimri...— la voz de Arianne resonó como un eco en mis oídos.

Soora y Diane se miraron entre sí, y antes de que nadie pudiera reaccionar me abalancé hacia delante traspasando la barrera de alfas.

Gritos ahogados sonaron tras mi espalda, y sabía que tanto los alfas como las chicas venían detrás de mí para detenerme y sacarme de aquí.

Estaba prohibido estar aquí, pero me daba igual.

—¡Detente Nimri! ¡No puedes!— la voz de Soora estaba lejana.

Mis ojos se movían rápidos entre la gente. Los alfas estaban amontonados alrededor de la casa enorme del fondo, dejando un hueco vacío en el medio.

Un hueco que estaba siendo ocupado por un Namjoon encadenado a unas estacas de metal clavadas en el suelo. Sus brazos estaban estirados hacia arriba, sujetados por enormes grilletes que dejaban a la vista su espalda rasguñada y ensangrentada por los latigazos.

Mi loba ahogó un grito, recordando irremediablemente el momento en el que nosotras estuvimos sujetas a la cruz de la tortura, siendo vapuleadas constantemente contra la pared de cemento tintada en nuestra sangre, que con el tiempo no quiso desaparecer de las paredes del lugar.

Me hice paso a la fuerza, sacando más murmullos de los lobos de mi alrededor, pero no me pudo importar menos. Mi vista estaba fija en Namjoon. Tenía puesta una camisa blanca y unos pantalones de lino negros. La camisa, ya rota por la fuerza del impacto de las cadenas, estaba teñida en sangre, y desde aquí podía ver como la nuca del moreno estaba completamente bañada en sudor.

Estaba esforzándose en aguantar, pero sabía de sobra que no lo iba a lograr.

Había recibido una paliza apenas unos días atrás.

—¡Nimri!— la voz de Arianne quedó completamente solapada con los altos murmullos de los alfas.

Con un traspié había traspasado la primera fila de alfas, dejándome ver en el gran hueco que habían dejado libre. Los ojos de Taehyung y Jin se cernieron sobre mí sorprendidos, y pronto me traspasaron fijándose en las personas que tenía tras de mí. Sus rostros, en cambio, mantuvieron su temple, y sus ojos volvieron a su estado normal, y desviaron la mirada de nosotras para fijarse en Jungkook.

El pelinegro estaba frente a la espalda de Namjoon, sujetando la cadena gruesa con una de sus manos. Sus venas se marcaban demasiado y sus puños estaban completamente cerrados haciendo que sus nudillos se volvieran blancos. Justo en el momento en el que aparecí, Jungkook estaba echando su brazo hacia atrás, preparándose para dar otro latigazo a la espalda del moreno.

Mis ojos fueron rápidos entre Jungkook y Namjoon. El moreno todavía se sostenía sobre sus pies, pero podía apreciar como sus piernas temblaban por el esfuerzo sobrehumano que estaba haciendo.

No me lo pensé mucho cuando eché a correr hacia delante.

Las manos de Arianne y Soora se cernieron hacia delante, tratando de detenerme, pero yo ya estaba lo suficientemente alejada como para que no me tocaran. Pude sentir como los alfas a mi alrededor murmuraban más alto, agrandando sus ojos hasta el punto de casi salirse de sus órbitas, y por el rabillo de mi ojo aprecié como Jin y Taehyung comenzaban a bajar corriendo las escaleras del gran edificio para intentar detenerme.

— ¡Jungkook para!— esa había sido la voz desesperada de Arianne.

Bien, Jungkook no pudo parar, ya era demasiado tarde para eso.

Mi loba jadeó desesperada y mis piernas frenaron en el momento justo. Mis brazos se cernieron sobre los hombros de Namjoon con premura y mi rostro se escondió en el hueco de su cuello. Cuando mis manos hicieron contacto con su piel sudorosa, sentí como sus músculos se relajaban por unos instantes.

— No...— solo él y yo habíamos podido escuchar mi susurro.

Sus músculos volvieron a tensarse cuando mi cuerpo se zarandeó con fuerza hacia delante. La cadena había impactado con fuerza en mi
espalda. Mi loba gruñó aguantando el dolor, pero el ardor que se expandió  por toda mi anatomía me recordó a mi yo de 7 años, sujeta en aquella cruz astillada mientras mi rostro daba contra la pared de cemento con cada latigazo.

Una lágrima se deslizó inevitablemente por mi mejilla. Mis dedos se aferraron al pecho del moreno, tratando de mitigar el dolor que parecía acrecentarse más por cada segundo que pasaba. Sentía como mi espalda se había vuelto abrir en dos, dejando que la carne viva me consumiera con su ardor infernal. Un suspiro entrecortado escapó de mis labios antes de dejar que mis piernas fallaran y caer al suelo de forma estrepitosa. Mis manos se deslizaron por el pecho del moreno hasta sus hombros, donde perdí el contacto de su piel. Mi loba jadeó de nuevo cuando nuestro cuerpo impactó en el suelo, y después de eso, mis oídos volvieron a captar el bullicio elevado de todos los alfas que estaban alrededor.

El ruido de las cadenas cayendo al suelo y muchos pasos cerniéndose sobre mí me hicieron cerrar los ojos. El dolor no mitigaba, y mi espalda parecía ceder con gusto al dolor. Fue inevitable no seguir recordando.

> Me zarandeé con fuerza hacia delante de nuevo. Los grilletes estaban ajando la piel de mis pequeñas muñecas, y mi espalda, abierta de par en par, estaba completamente ensangrentada, tanto, que sentía como pequeños surcos de sangre bajaban campantes por mis piernas huesudas hasta gotear en el suelo. Mis manos estaban convertidas en puños sobre mi cabeza, y mi nariz dolía por los repetidos impactos contra la pared. Mi cabeza estaba martilleando fuertemente, y luchaba contra la inconsciencia como buenamente podía. Ya no recordaba cuantos latigazos llevaba, pero continuaba murmurando cosas inconexas por lo bajo, intentando de esa manera que mi verdugo pensara que todavía llevaba la cuenta.

> ¿Cuántos llevas?— mi cuerpo volvió a zarandearse hacia delante con fuerza, el dolor me había adormecido por completo.

> ¿Tre...trec...trece?— mi voz no podía elevarse más que eso, no podía decir más que un murmullo asemejado a un balbuceo.

Yo solo no dejaba de llorar. No podía parar de llorar.<

¡No! ¡Nimri!— Namjoon movió las cadenas con fuerza mientras trataba de girar su cabeza para mirarme— ¡Soltádme!

Soora estaba paralizada a un lado de mi cuerpo, mientras Arianne y Diane se habían agachado para mirar como estaba. Jungkook se había acercado corriendo soltando estrepitosamente la cadena, y Jin y Taehyung batallaban con los grilletes de Namjoon con sus ojos puestos en mi cuerpo tirado en el suelo.

— ¿Nimri? ¿Puedes escucharme?— Arianne estaba palpando con sus manos todo mi cuerpo, yo solo pude balbucear una cosa.

— Yo..n..no...e...es...es mi culpa— Jungkook me observó con sus ojos muy abiertos y desvió su mirada hacia la pelinegra que estaba tratando de comprobar mi estado.

Sentí mucho revuelo a mi alrededor, como si muchas personas se hubieran cernido sobre mí.

> Ahora suéltala y llévala a su celda con el resto, veremos si así aprende— la sonrisa del lobo era gusto puro— Lo has hecho bien para ser tu primer castigo, me has sorprendido.

El alfa me soltó de las cadenas y caí a plomo al suelo. Jadeé de dolor<

Nimri— la voz desesperada de Namjoon sonaba ahora más cerca. Sentí como unos brazos me envolvieron y mi loba volvió a jadear de dolor— ¿Por qué lo has hecho? No debiste haberlo hecho.

Mi garganta emitió un sonido algo forzoso, y los brazos de Namjoon me apretaron contra sí mismo. Su pecho estaba temblando, seguramente porque estaría aguantando el dolor de los latigazos que le habían dado. No pude evitar tener otro deja vú.

Los brazos de Namjoon me sostenían temblorosos, uno de mis brazos estaba tras su nuca y mi cabeza estaba apoyada en el hueco de su cuello.

— Namjoon, la tenemos que llevar a la enfermería— la voz de Arianne sonaba calmada.

— Yo la llevo— el tono del moreno era tajante.

Jungkook carraspeó.

— Tú no estás en condiciones de hacerlo— su tono era más relajado de lo que me esperaba— Tú ve con Jin y Taehyung para que te curen, ya has cumplido el castigo por lo que a mí respecta.

Los alfas alrededor asintieron concordes al líder y dejaron espacio para que me sacaran de allí. Todos murmuraban sobre lo que acababa de hacer, pero no presté atención, estaba más concentrada en los brazos de Namjoon que me sostenían.

Diane y Soora se acercaron hacia sus respectivos maridos todavía con la vista fija en Namjoon y en mí. Soora no había despegado la vista de nosotros en ningún momento.

— La voy a llevar yo Jungkook, no acepto discusión, no en esto— el tono del moreno era seco, y sabía que no iba a ceder.

Todos allí lo sabían.

— Puedo llevarla yo, señor— el alfa de pelo castaño, Soobin, se había adentrado al círculo que habían formado Arianne, Jungkook y Namjoon.

— Sí, esta bien— Jungkook asintió pasando de las palabras de Namjoon.

Me removí por el dolor, y los brazos de Namjoon se aflojaron en su agarre para acunarme mejor.

— Hey...— su voz sonó suave, pestañeé con dificultad y sus manos temblorosas acariciaron mi mejilla— ¿Cómo te sientes?

— Duele...— mi voz sonaba rasposa y me costaba pronunciar.

Mi espalda quemaba y la piel me ardía, como aquella vez, era la misma sensación.

— Ya va a pasar...te lo prometo.— sus brazos me acunaron con cuidado y yo volví a cerrar los ojos de nuevo. El moreno suspiró y un quejido salió de sus labios— Está bien Soobin, con cuidado por favor.

— Tienes que tener mucho cuidado con su espalda, no la zarandees mucho— no sabía que había dicho el castaño en respuesta, pero sentí como otros brazos me agarraban.

No se sentía igual.

Un quejido salió de mis labios cuando sentí como me elevaban.

— Yo voy con ella, ya me curaran en la enfermería— Namjoon estaba muy cerca de mí.

Jungkook no dijo nada, y Taehyung y Jin se mantuvieron al margen. Creo que todos estaban muy sorprendidos todavía por mi arrebato. Y aunque había recibido uno de los latigazos, no me arrepentía de lo que hice, lo haría otra vez si hiciera falta.

No pude salvar a mi madre en ese entonces, solo pude ser una testigo de su sufrimiento. Ya no más, no quería eso más.

Namjoon estaba bien y eso era todo lo que importaba.

— Ya hay una camilla esperando en la puerta, señor— Jungkook asintió hacia Soobin y miró hacia Arianne.

— Ve con ella, asegúrate de que se ponga bien— Arianne asintió con sus labios tensos y con la mirada puesta en mí.

La tensión entre ambos se sentía, era completamente palpable.

— Descuida, yo al menos si que me preocupo por otros— el pelinegro bufó y se giró para andar hacia la gran casa de ladrillo y cemento.

— Lo que digas— Arianne bufó por su contestación e instó a Soobin y a Namjoon a andar hacia la salida.

Taehyung solo susurró algo a su esposa y se giró para seguir a Jungkook.

— Namjoon, ten cuidado, tu espalda está en carne viva, ¿te duele mucho?— no se que dijo el moreno pero su lobo me hizo saber que estaba bien.

Para mí, eso era lo que contaba, que él estuviera bien a pesar de todo.

.......................................................................................................................................................................................................................................
Holooooooooooooooooooo,
¿Cómo estáis? Espero que muy bien😜

Os traigo un capítulo bien cargadito para que disfrutéis este viernes, muchas emociones y puede que un nuevo lado de Nimri🙄 Así que, estoy curiosa por ver que es lo que opináis ante esta nueva revelación que se ha hecho Nimri.

¿A qué pensáis que se debe? Os leo en los comentarios👀

No tengo mucho que deciros hoy (a pesar de que me aparezca por aquí cada 15 días), pero es que estoy hasta arriba de trabajos y proyectos de la uni y no me da la vida para todo, así que, ya nos vemos dentro de otros 15 días.

Nos vemos chikis;)

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top