02
14 años antes
Mi mano fue a parar a mi cuello de nuevo. El collar de acero que lo rodeaba me quedaba algo prieto y apenas podía llevar algo de aire a mis pulmones, pero esa era la gracia de esto. Ver nuestras caras rojas, al punto de ponerse moradas, parecía divertido, les parecía divertido a todos los lobos feroces de la habitación.
Y es que, el bullicio quemaba en mis oídos, y los olores a sudor y alcohol junto con todas las mezclas de alfas se amontonaban en mi nariz. Mis ojos picaban en lágrimas, y mis manos temblaban tanto que estuve a punto de dejar caer la bandeja de nuevo.
Un tirón a la cadena, que estaba conectada con mi collar, me sacó un quejido, y a punto de deshacerme en lágrimas, caminé a pasos lentos hacia el alfa que había tirado de mí. Sujeté la bandeja fuertemente, intentando que no se me cayera otra vez. La elevé sobre mi cabeza, notando como mis brazos picaban por el peso que eran incapaces de sostener. La risa del alfa y el gemido falso de la omega que descansaba a fuerza en sus piernas me hicieron temblar más, pero intenté que no se notara.
Solo quería correr y esconderme en el armario. Quería con todas mis fuerzas esperar a que mi madre apareciera y me sacara de ahí, diciéndome que el lobo feroz ya se había ido.
— Pero que preciosidad tenemos aquí...— la voz del alfa hizo que me estremeciera, mi garganta quemaba por el llanto que estaba aguantando— ¿Cuál es tu nombre?
Mis ojos estaban completamente fijos en el suelo, mi cabeza agachada en señal de sumisión y mis brazos sosteniendo la bandeja que amenazaba con caerse al suelo a cada momento que pasaba.
— Nimri, señor— intenté que mi voz no temblara tanto como lo hacia yo.
— Interesante— sus ojos estaban fijos en mí, y pude notar el movimiento en sus piernas que trataba de llamar su atención— Estate quieta, joder— en un empujón ella estaba fuera de su regazo.
La omega estaba intentando protegerme. El alfa volvió a mirarme.
— ¿Cuántos años tienes?— mis garganta tragó saliva como pudo.
— 6, señor— noté la sonrisa que se formó en sus labios.
— Me gusta...— su susurro provocó un escalofrío en mi columna, y pude sentir a la omega mirarme con pena.
Otro tirón a mi cadena hizo que retrocediera unos metros. Mis ojos completamente aguados y la bandeja temblando entre mis brazos. La sujeté como pude, pero de la fuerza que habían empleado, tirando de la cadena unida a mi cuello, había hecho que la bandeja se estampara contra mi pequeño cuerpo haciendo que se cayera al suelo, y yo con ella. Me eché a temblar otra vez, mis ojos picaban más y mi garganta parecía que iba a arder del llanto que estaba aguantando.
— No, la pequeña está conmigo— el gruñido del alfa que había tirado de mí primero se sobrepuso al tirón del otro alfa. Mi cabeza estaba completamente inclinada hacia el suelo, y por dentro estaba muriendo de miedo.
Había tirado la bandeja otra vez. No la quería tirar, no quería que me pegasen otra vez.
— No jodas, tienes a muchas donde elegir— la voz ronca del otro alfa hizo que un escalofrío me recorriera la columna vertebral— Además, mira que desastre a hecho— podía sentir la sonrisa diabólica que se había formado en su rostro— Eso merece un castigo.
No quería un castigo, solo quería ir a mi armario, quería ir a mi sitio seguro.
Ahí el lobo feroz no entraba.
— No— su voz fue firme, pero no suficiente.
— Sabes como funcionamos aquí, aprende a imponerte, tienes que darlas su lugar.—mis ojos se cerraron fuertemente al sentir como el alfa a mi espalda se había levantado de su sitio— Tienen que saber a qué lugar pertenecen desde bien pequeñas.
Su mano áspera envolvió mi hombro por completo. No le hizo falta emplear mucha fuerza para elevarme hasta su altura, haciendo que la cadena conectada a mi cuello tirara un poco más, provocando que las rozaduras en mi mandíbula se acenturan más de lo que ya estaban.
— No lo hagas, Jaemin, seguramente no lo vaya a soportar.—la voz del otro alfa era muy grave.
Todos en la habitación nos estaban mirando. La luz amarilla, del fuego que se había encendido en el centro, reflectaba por toda la estancia, y las sombras parecían hacerse más grandes a mis ojos. Cada segundo que pasaba suspendida en el aire, temblaba más, y podía sentir las miradas de terror de las demás niñas que estaban sirviendo a aquellos alfas, tal y como estaba haciendo yo.
El toque de su mano en mi hombro desapareció rápido, pasando a una opresión fuerte en mi cuello. Su mano había cambiado de posición, cogiendo la cadena entre sus dedos y elevándola sobre su cabeza. Mis piernas daban patadas al aire, y mis pequeñas manos agarraban el collar tratando de separarlo de mi garganta sin éxito. Las lágrimas ya descendían libres por mis mejillas, y los jadeos entrecortados escapaban de mis labios como súplicas por mi vida.
— Esto hay que hacer con lo que no sirve, hijo.— la voz del alfa se coló en mis oídos como si fuera el susurro de la mismísima muerte— Se le da su merecido, se le pone en su lugar y se le demuestra quién manda, ¿qué harías ahora Jimin?
Unos segundos de silencio. La desesperación recorriendo cada parte de mi pequeño ser. Mis brazos ya dolían por luchar contra lo imposible, y mis patadas se habían reducido a simples espasmos de mis piernas.
— La basura hay que tirarla, papá.— la sonrisa sádica del adolescente brilló como lo hacían las llamas del fuego.
El alfa sonrió orgulloso.
— Tienes razón, lo que no sirve hay que tirarlo.— un movimiento de su mano, un balanceo de mi cuerpo y ya no había presión en mi garganta.
No conté exactamente cuanto duró, no lo quise saber. Mi mente viajó a mi armario seguro, donde me escondía del lobo feroz, donde estaba protegida, pero los recuerdos que albergaba en mi mente se estaban volatirizando. El fuego lo estaba arrasando todo y me estaba llevando a mí con él. Había mucho calor, tanto, que hacía daño, pero de mi boca solo escapó llanto.
Llanto porque quería que mi mamá regresara, porque cuando ella estaba, el lobo feroz desaparecía.
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Abrí mis ojos de golpe. El sudor enmarcaba mi frente y las sábanas se habían adherido a mi cuerpo como si fuera otra capa más de mí. La tenue luz del amanecer se filtraba por la rendija abierta de mis cortinas, y con pesadez desvié mis ojos hacia esa luz.
Luz amarilla, casi anaranjada, muy parecida al fuego.
Cerré mis ojos de nuevo. Mis manos movieron las sábanas de mi cuerpo, y con movimientos torpes me levanté de la cama para dirigirme al baño.
Cerré la puerta nada más entrar. La luz blanquecina que provenía del techo parpadeó una vez, y como si hubiera sido un impulso me abalancé sobre el inhodoro echando el contenido de la cena de anoche. Apenas y había algún resto ya, pero me esforcé en que todo lo que tenía dentro saliera a fuera.
Mis dedos temblorosos se aferraron a los laterales del váter, e intentando no hacer ningún ruido, continué vomitando hasta que solo los fluidos de mi estómago me indicaron que no había nada más dentro.
Mi loba se removió con incomodidad dentro de mí, y tirando de la cadena me puse en pie. Mis piernas temblaban, y en un tropiezo mis brazos se estamparon contra el lavabo. Mi cabeza caía entre mis hombros, y mis dedos buscaban a tientas el grifo.
El agua comenzó a correr.
Hundí mis manos en el chorro, y de un movimiento lento, lleno de temblor, estampé todo el agua en mi rostro, sintiendo como el frío se filtraba por los poros de mis piel. Dejé mis manos apoyadas en la cerámica del lavabo, y empleando toda la fuerza de la que fui capaz elevé mi cabeza. Mis ojos pardos dieron con mi reflejo pálido y sudoroso. Las gotas de agua descendían por mis mejillas terminando en mi barbilla, y aunque había sido agua fría lo que había echado en mi rostro, el calor de mi interior no se iba.
Estaba en llamas, como aquella vez con 6 años.
— Nimri, me llamo Nimri— mi pelo enmarañado, mis ojos puestos en mi reflejo, mi rostro pálido, temblando y mi barbilla goteando— Soy Nimri, siempre voy a ser Nimri.
Mamá no iba a volver pronto.
Unos golpes en el baño me sobresaltaron. Retiré la mirada del espejo y la descendí hasta las baldosas del baño.
— Cariño, ¿estás bien ahí dentro?— la voz de Maggie se filtró por la rendija de la puerta— Necesito entrar, ¿te queda mucho?
Tragué saliva y volví a mirarme en el espejo.
— No, ya salgo— mi voz había sonado ronca, de recién levantada, escociendo por el vómito que acababa de perderse por las cañerías.
Había disimulado bien. Siempre lo hacía bien.
Amarré mi pelo rubio en un moño en lo alto de mi cabeza, volví a echarme agua en el rostro y me di dos golpes en las mejillas tratando que se sonrojaran un poco.
Una apariencia normal, eso era lo que necesitaba.
Abrí la puerta del baño revelando el cuerpo de la señora Lee sujetando sus bastones con firmeza.
— Ya era hora hija, llevabas un buen rato ahí metida.— una sonrisa apareció en mi rostro.
— Perdón por tardar tanto.— su mirada estudió mi rostro con detenimiento— Me voy a ir pronto, quiero dar un paseo antes de encerrarme en la tienda.
Maggie frunció su ceño.
— ¿Te encuentras bien? No tienes buen aspecto Nimri.— ella apoyó los bastones en la pared y subió una de sus manos hasta mi frente— ¡Estás ardiendo niña!
— Estoy bien.— mis manos se apuraron en apartar las manos de Maggie de mi frente— No es nada, solo que he pasado mucho calor esta noche.
Como si estuviera quemándome en medio de un fuego.
— No, tu no te mueves hoy de aquí.— ella negó con su cabeza muy decidida— Avisaré a Arianne, creo que ella tiene hierbas para la fiebre.
Un bufido escapó de mi labios.
— No hace falta Maggie, de verdad— me aparté de ella para irme a mi habitación— Estoy perfectamente, en cuanto coma algo se me pasará.
Vi su ceño fruncirse más, y dándome como un caso perdido cerró la puerta del baño de un portazo.
Pero ella era obstinada, como todas las mujeres que habían pisado esta casa, y sabía que no lo iba a dejar pasar tan fácil. Tampoco esperaba que lo hiciera.
Asi que me cambié de ropa. Me coloqué un jersey de lana gris y unos vaqueros oscuros. La botas de invierno venían conmigo, y sin deternerme más tiempo me fui de la casa cogiendo mi chaqueta de lana.
El día comenzaba frío, característico del invierno, y cuando respirabas podías ver ese pequeño hilillo de vaho saliendo de tus labios. El ambiente húmedo calaba hasta mis huesos, y queriendo enfriarme más comencé a caminar lejos, metiéndome por los límites, intentando no despertar la curiosidad de la guardia.
La paz reinaba en toda la manada, y los lobos comenzaban a despertarse ahora. El sol ya había salido, pero las nubes caprichosas lo habían tapado, impidiendo que el calor de sus rayos impactara contra el suelo. Y lo prefería, prefería que el frío opacara al calor, quería mantenerme fría bajo todos los medios.
Metí mis manos enrojecidas en los bolsillos de mi chaqueta.
La brisa helada que corría libre daba en mis mejillas, llevándose consigo la sensación amarga que había sido mi descanso, y queriendo ir más lejos todavía, me alejé de la zona urbanizada hasta llegar a mi zona preferida del territorio, la explanada.
El terreno verde se expandía ante mis ojos, y las gotas del rocío de la noche decoraban las hierbas dejando el ambiente más húmedo de lo natural. La temporada de lluvias daría comienzo pronto, asi como la entrada fuerte del invierno. Solo faltaba un mes para que el año se terminase, solo un mes para dar comienzo a otro año de espera interminable.
Ella no va a volver, lo sabes.
Llegué hasta un conjunto de rocas casi al pie del bosque. Escalé como buenamente pude y me senté en lo más alto, dejando mis ojos inertes en el fondo, sin mirar nada en concreto, dejándome llevar por el frío y verde paisaje que se extendía ante mis ojos.
Este lugar era donde se celebraba la feria mercante, un punto de encuentro entre las dos manadas vecinas. En los meses de primavera y verano, esta zona solía llenarse de lobos que venían a disfrutar de la magnitud y libertad que ofrecía este espacio, pero en invierno nadie venía, las frías temperaturas no animaban a los lobos a salir a disfrutar de un húmedo y refrescante día.
El frío era mejor que el calor.
Mis manos se apoyaron en la roca, dejando que mi cuerpo se inclinara hacia atrás, permitiendo a la brisa darme de lleno en el rostro. Tomé una profunda respiración cerrando los ojos, pero los abrí rápido.
Todas las imágenes de la noche anterior corrieron a reproducirse en lo más profundo de mi mente.
Me puse erguida de nuevo. Una punzada en la parte posterior de mi cabeza hizo que contrayera el rostro en una mueca, y tratando de mitigar el dolor, me llevé una de mis manos hacia el puente de la nariz apretando ligeramente.
Como si eso fuera a funcionar.
— ¿Por qué has venido hasta tan lejos hoy?— mis ojos se abrieron para escanear el paisaje, buscando esa voz que había irrumpido en mis oídos.
— ¿Por qué me has seguido?— no esperé a enfocarle con la mirada para contestar.
Sus pisadas en la hierba me desvelaron su posición. Bajé mi mirada para verle aparecer entre las rocas. Sus ojos oscuros puestos en mí, sus brazos caídos a sus costados y sus hombros relajados.
— No te he seguido.— su voz era relajada, algo que yo no estaba— Salgo a correr todas las mañanas y siempre vengo por esta zona.
Junté mis labios en una fina línea y elevé una de mis cejas.
— Entonces, ¿cómo sabes que salgo a caminar?— el moreno frunció su ceño, yo sonreí más— Digo, me has preguntado por hoy, debes saber que lo hago con regularidad.— apoyé mis manos en la roca de nuevo, échando mi cuerpo hacia atrás , intentando aparentar estar relajada.
Otra punzada a mi cabeza. Aguanté el dolor mostrando pasividad en mi rostro.
— Arianne— dijo como si fuera la respuesta más obvia del mundo— Hay veces que ella te ha acompañado, y lo sé porque Jungkook me manda acompañaros a vosotras.— fruncí mi ceño algo confusa— Pero ni tú ni Arianne lo saben, bueno, ahora lo sabes tú.
Puse mis ojos en blanco ante la tan poca necesaria protección del pelinegro hacia mi amiga.
— Dios, Jungkook...— mis palabras fueron una queja que hicieron sonreir al moreno.
— Entonces, ¿qué te ha traído hasta aquí hoy?— tomé una respiración profunda antes de mirarle.
Namjoon se había apoyado en una de las rocas. Sus brazos descubiertos se flexionaban a la altura de su pecho, y había cruzado una pierna por delante de la otra dejando ver su tan trabajado y casi descubierto cuádriceps.
Mi loba gruñó para sí misma.
— Estamos casi en invierno, ¿qué haces con ropa de verano?— había ignorado su pregunta deliberadamente.
Sus labios se curvaron hacia arriba. Sus ojos entrecerrados estudiaban cuidadosamente mi posición sobre la roca. Un suspiro salió de sus labios antes de volver a hablar.
— ¿Algún día me contestarás algo que no sea otra pregunta?— mis cejas se elevaron, e intentando volver a mi expresión neutra me moví de la roca.
— Veo que no se puede estar tranquila ni un segundo.— estaba de espaldas a él, tratando de bajar de la roca, pero sabía que mi susurro le había llegado perfectamente.
— Nimri...— mi pseudónimo saliendo de sus labios, como una advertencia, me erizó los vellos de la nuca— La roca está resbaladiza, ten cuidado.
Sabía que se había movido de su posición, pero traté de ignorarlo de todos modos. No me gustaba las sensaciones que me causaba cuando estábamos cerca, y prefería mil veces alejarme antes de que algo ocurriera.
Asi que, tratando con toda la voluntad que pude, obvié su presencia en mi entorno. Sabía que sus ojos seguían sobre mí, cubriendo todos los movimientos que hacia sobre la roca para bajar. Me quedé estática un momento, justo cuando otra ráfaga de dolor me cruzó de lado a lado de la cabeza y los tirones en mi abdomen comenzaban amenazando con romperme. Quise llevar un de mis manos para hacer presión en la zona, pero sabía que si lo hacía caería de la roca hacia el suelo, y con eso daría una excusa al moreno para acercarse a mí.
Y no lo quería cerca, no lo necesitaba cerca. Estaba bien sola.
Cerré mis ojos fuertemente a la vez que la palma de mi mano se notaba inestable sobre la roca. Estaba temblando, y derrepente me sentía débil otra vez, como esta mañana después de vomitar. Noté como una gota de sudor bajaba por mi sien hasta chocar con la roca. Apoyé mi cabeza sobre mi hombro, tratando con todas mis fuerzas de mantenerme firme y no desvanecerme, esperando a que el dolor mitigase lo suficiente como para poder bajar a tierra sin matarme en el intento.
— ¿Nimri?— podía sentir la mirada de Namjoon sobre mí, él se había posicionado en frente de mí, esperando a que bajara a tierra.
Bueno, en estos momentos eso no iba a ser posible.
— Vete, estoy bien.— mi loba me gruñó en respuesta, y sabía que él lo había escuchado.
Su lobo gruñó de vuelta.
— No, no lo estás— abrí mis ojos poco a poco para verle acercarse a la roca— Quédate quieta, voy a subir a por ti.
— No, vete— otro pinchazo de dolor cruzó mi cabeza haciendo que mi brazo se flexionase y perdiera el apoyo en la roca.
Fui lo suficientemente rápida para apoyarme de nuevo.
— Nimri, estate quieta, voy a subir a por ti, y si quieres discutirlo, lo haces cuando ya estés abajo— su lobo gruñó hacia mi, y pude escucharle subir por la roca.
Mi loba gruñó en respuesta hacia él. Mis dedos se curvaron entorno a la roca, intentando sujetarme, pero sentía como perdía fuerzas. Me estaba mareando muchísimo, el dolor de mi cabeza iba en aumento y los pinchazos en mi abdomen eran cada vez más agudos.
Joder, ahora no era momento para esto.
— Namjoon...— le sentía cerca, pero aún así no quería su ayuda— Vete, por favor.
— No lo voy a hacer— sentí el toque de su mano en mi muslo, enviando un escalofrío por todo mi cuerpo— Venga, agarrate a mí para que podamos bajar.
— No, vete, déjame— mis ojos se abrieron lentamente chocando con los suyos. Él me observaba con su ceño fruncido, y pude escuchar como bufó en mi dirección.
— Joder, deja de ser obstinada ahora y agárrate a mí de una vez— mis dedos se curvaron más en la roca— No te encuentras bien y no vas a poder bajar sin caerte.
— Pues deja que me caiga, lárgate— escuché la fuerte respiración que salió de su nariz, y mis ojos se desviaron hacia su brazo tenso sujetándose de la roca. Las venas se la marcaban por todo su antebrazo, parecía que se iban a salir de su piel— Namjoon...— mi susurro trató de ser una amenaza cuando vi como se movía para agarrarme.
— Te doy dos segundos, o te agarras tú o te cojo yo. Uno...— un bufido escapó de mis labios, y cerrándo los ojos de nuevo por otra nueva punzada murmuré.
— Vete...— era una súplica.
Mi loba gruñó enfadada en mi dirección.
— Y dos— mi cabeza bailaba cuando la mano con la que no se sujetaba serpenteó tras mi cintura, empujándome lo suficiente como para que mi cuerpo chocara con el suyo, obligándo a mis brazos a quedarse inertes sobre sus hombros.
Cerré mis ojos fuertemente. Sentía el sudor frío bajar tras mi nuca, y las punzadas en mi cabeza eran mayores y más dolorosas.
Volví a abrirlos cuando el sonido de cadenas se reprodujo en mi cabeza.
— ¿Ves? No era tan difícil —sus brazos todavían estaban enredados en mi cintura, y el tacto de mi torso pegado al suyo no había desaparecido.— Ahora puedes gritarme lo que quieras.
Tomé una respiración cuando sus brazos se separaron de mí, dejándo que me sostuviera sola.
No podía sostenerme sola.
— Yo...— mis ojos se cerraron involuntarios cuando otra punzada pasó de lado a lado de mi cabeza.
Suelo. Ahora.
El gruñido de mi loba alertó al moreno cuando mis piernas cedieron y se doblaron dejándome caer al suelo. El jadeo que salió de su boca y el gruñido de su lobo sacaron un suspiro de alivio a mi loba, sabiendo que ellos la habían escuchado y habían reaccionado a tiempo sosteniéndome para no caer.
— Mierda, Nimri, ¿qué te pasa?— su voz ya no sonaba relajada, ya no sonaba como siempre.— Dios, estás ardiendo en fiebre, ¿qué mierdas hacías aquí si estabas tan mal?
Mis brazos se flexionaron hasta sujetarse en los suyos. Un jadeo de dolor escapó de mis labios y el dolor de mi cabeza volvió a obligarme a cerrar los ojos.
Los volví a abrir con fuerza. No quería cerrarlos.
— Celo — es lo único que pude pronunciar.— Acabo de entrar en celo.
El moreno se tensó, y mi loba pudo notar como su lobo había elevado la cabeza en nuestra dirección. Un gruñido de confusión provino de él.
— No desprendes hormonas, ¿por qué?— mi loba gruñó de nuevo, incómoda ante la pregunta, y aguantando el dolor que comenzaba a expandirse por todo mi cuerpo me agarré más fuerte a sus brazos.
— Porque sé que no es bueno, porque atraes a alfas, no quiero atraer a alfas.— no sabía que salía por mi boca. Mi cabeza dolía y solo quería estar segura.
Quería huir del lobo feroz.
El moreno se quedó unos segundos abrazando mi cintura. Parecía que su cabeza estaba trabajando mi incoherente respuesta, pero si tenía algo que decir al respecto calló. Uno de sus brazos pasó por debajo de mis piernas para cogerme en volandas, y obligó a que apoyara mi cabeza en el hueco de su cuello.
— Te voy a llevar a la enfermería, ahí podrán tratarte.— sentí como empezó a moverse— Trata de cerrar los ojos y descansar lo que puedas mientras llegamos.
Mi loba pareció hacerle caso. Cerré los ojos por su orden, pero curvando mis dedos sobre mi abdomen, casi clavando mis uñas sobre mi piel, volví a abrirlos con pesadez.
No iba a cerrar los ojos. No quería más calor, no quería ahogarme.
— No...— me sentía fatal, apenas podía hablar.
— Dios Nimri, no me contradigas ahora.— un bufido salió de sus labios— Hasta enferma tienes ganas de discutir.— sabía que su tono trataba de quitar peso de mis hombros, él me quería hacer sonreir.
El sudor perlaba mi frente, mi abdomen se contraía dolorosamente y mi cabeza estaba siendo taladrada por un punzón que parecía liquidarme a cada momento.
— Nimri...soy Nimri...— no era consciente de que estaba murmurando cerca de su oído.
— Sí, tu nombre es Nimri.— la voz de Namjoon era suave. Su respiración se había acelerado por la rapidez de sus pasos, y sus manos se sentían muy firmes sosteniendo mi cuerpo.— Ese es tu nombre.
— No...— mis ojos se cerraban con más facilidad, apenas podía mantener mi cabeza firme.— Vero...— no terminé la palabra.
Mi cabeza colapsó sobre su hombro, mis ojos se habían cerrado, el calor de mi cuerpo había aumentado y los tirones de mi abdomen parecían no doler ahora.
Seguía siendo Nimri.
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holoooooooooooooo,
¿Cómo estáis? Espero que muy bien y muy sanos todos y todas. Aquí os traigo otro capítulo, y como os dije antes de empezar esta historia, me iba a meter mucho más en el pasado de Verónica a.k.a Nimri, y aquí tenéis una pequeña escena. Lo voy a hacer de esta manera, va a haber capítulos que comenzarán así, dando una vuelta al pasado, trayendo escenas que describan un poco lo que ha tenido que pasar nuestra protagonista.
Y bueno, ahora ella acaba de entrar en celo, un celo bastante particular, y que más adelante traeré aquí sus experiencias con él (but not yet). Así que, os voy a adelantar, que con este capítulo, se abre el primer drama de la historia. Espero que os guste 😋
Bueno, os leo en comentarios que os ha parecido este capítulo, en el que Nam ya ha aparecido, ¿cómo creéis que se va a llevar acabo su relación? ¿Idas y venidas? ¿O irán más rápido? (Quiero leer lo que vosotros pensáis)
Hasta aquí me comunico con vosotras y vosotros por hoy, nos vemos ya dentro de dos semanitas💜
Nos leemos chikis;)
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