01

— Aquí tiene señora, muchas gracias por su compra— mi sonrisa se extendió por mis labios mientras tendía la bolsa llena de telas— Y no se olvide de decirme como le quedaron esas cortinas.

La mujer me devolvió la sonrisa a la vez que sus manos atrapaban el asa de la bolsa.

— Ay Nimri, por supuesto que vendré a decirte como me han quedado— la señora me sonrió pícara, y con sus ojos felinos entrecerrados me hizo un gesto para que me acercara a ella. Me incliné sobre el mostrador— ¿Sabes si vais a recibir más de esa lencería?

Abrí mis ojos sorprendida.

— Todavía no lo sé, Betany es quien se encarga de los pedidos— ella mordió su labio inferior mirando a su alrededor— Pero si se pasa por aquí en un par de días le puedo hacer un encargo especial.

Ella tapó la sonrisa que asomó en sus labios con su mano y dejó que una carcajada limpia escapara de su garganta.

— Ay mi niña, tú si que sabes— una sonrisa divertida bailó en mis labios— A mi marido le encantó aquello que me recomendaste, ¿cómo se llamaba?

— Ligueros señora, eran ligueros— ella sonrió entrecerrando sus ojos— Si quiere, puedo encargarle un color más atrevido esta vez— la guiñé un ojo.

Ella volvió a reir.

— Ay, Nimri— sus ojos bailaban alrededor, como si tratara que nadie se percatara de nuestra conversación— Por favor, encargame unos diez de esos, los colores que tú quieras, tienes un gusto exquisito.

Sonreí complacida y asentí.

— Cuando los tenga la avisaré, señora— ella me sonrió y cuchicheó.

— Ay niña, llámame por mi nombre, creo que ya tenemos esa confianza— su mano derecha atusó el moño que exhibía en lo alto de su cabeza.

— Claro, como quieras Dalia— ella me sonrió encantada.

— Así si, bueno, me marcho que tengo que hacer la cena, que mi marido estará a punto de volver del trabajo— sonreí despidiéndola.

— Adiós Dalia— la mujer me sonrió, y en cuanto cruzó la puerta me permití soltar un suspiro.

Por fin.

Salí del mostrador de cristal, y cerré las puertas de la tienda echando el pestillo por dentro. Ahora me tocaría contar el dinero, y cerrar la tienda por completo.

— Nimri hija, ¿ya cerraste?— giré mi cuerpo sobresaltada, viendo como Betany salía de la trastienda con una sonrisa implantada en sus labios de tono carmesí.

— Si, ya voy a cerrar— ella sonrió y se dirigió hacia el mostrador.

— Anda, vete ya a casa, termino de cerrar yo— mis cejas se elevaron incrédulas.

— ¿En serio?— ella me miró tras sus largas pestañas y asintió.

— Por supuesto que si, anda vete ya— asentí algo sorprendida y me dirigí hacia la trastienda— Por cierto, escuché a la señora Dalia pedirte más ligueros— sentí la sonrisa en sus labios mientras me ponía la chaqueta— Parece que doña estrecha se está soltando el moño...

Mi ceño se frunció, y abrochando los botones de mi chaqueta de lana miré a Betany tras la puerta de la trastienda.

— ¿Perdón?— mi voz salía algo confundida, pero parece que a ella solo le causaba diversión.

— Tú no lo sabes, pero esa bruja se ha pasado toda su vida señalando y criticando a toda omega que le gustaba la actividad sexual más allá de lo tradicional— una de mis cejas se elevó, y me cercioré que el asa de mi bolso se ajustara bien a mi hombro.

— Bueno, cada quién puede hacer lo que quiera— crucé el umbral de la puerta y me dirigí hacia las puertas de cristal.— ¿Vas a salir por la trastienda?

Los ojos de Betany dieron con los míos.

— Si hija, hazme el favor de bajarme la reja— yo sonreí y asentí.

— Nos vemos mañana, ten buena noche Bet— ella me sonrió y me despidió mientras sus manos sostenían un fajo de billetes.

— Hasta mañana niña— sus ojos descendieron rápido para continuar contando el dinero.

Salí por la puerta de cristal destrabando el pestillo que había echado minutos atrás, y dando un par de golpes al cristal, para llamar la atención de Betany, le señalé las manijas para que no se olvidara de poner el pestillo antes de marcharse. Ella asintió en mi dirección, y me despidió de nuevo con la cabeza volviendo a lo que estaba haciendo.

Un suspiro salió de mis labios, y estirándome hacia arriba alcancé la pequeña tira que destrababa la reja. Mis dedos se aferraron al borde, y cerrando los ojos fuertemente la bajé haciendo que el ruido sordo se filtrara por mis oídos provocando un escalofrío en mi columna.

Uno...dos...tres...el lobo feroz te ha encontrado.

Abrí mis ojos de sopetón. La reja ya estaba abajo, y con mis dedos algo temblorosos ajusté la tira para afianzarla y que no se destrabara. Me incorporé y volví a ajustar el asa de mi bolso a mi hombro. Tomé una respiración profunda y comencé a caminar.

Mis pasos sonaban secos en la quietud del mercado. Solo pequeños sonidos de los pocos mercantes que quedaban aquí se escuchaban en la extensión, pero eso no hacia que la seguridad recorriera mi ser, de ninguna manera lo hacía. Asi que, como estaba acostumbrada, mis pies se movían ligeros por los pasillos del mercado, y no paraban hasta salir por los grandes arcos de madera de la entrada.

El frío de la noche me estremeció, y tratando de guardar el calor me abracé a mi misma en lo que empezaba mi caminata hasta casa. La oscuridad bañaba toda la zona de los omegas, y las farolas alumbraban tenuemente las calles, lo suficiente para ver por donde caminaba.

Mis pies dando en las losas del suelo, las farolas iluminando las calles, los edificios elevándose formando más callejuelas y el silencio era lo que me acompañaba en esta tétrica caminata. Mis brazos se aferraron a mi abdomen, buscando más calor, y aceleré mis pasos aún más.

¿Quién quiere ser la primera?

Me abracé más fuerte, casi estaba corriendo hasta mi casa.

Tú serás la primera.

Ruido, mucho ruido a mi alrededor. Mis dedos aferrándose a algo duro, mi mano casi dolía. Tiré muy fuerte, empujando hacia dentro.

— ¡Ya he llegado!— mi voz sonaba más calmada que mis pensamientos— ¿Maggie?

Colgué el bolso en el perchero de la entrada, y quitándome con parsimonia los botones de la chaqueta miré a mi alrededor.

El olor a miel llegó a mi nariz.

— Hola Nimri— una sonriente Arianne me recibió en la entrada de casa— ¿Cómo te ha ido hoy?

Colgué la chaqueta en el perchero.

— Hola Ari, ¿qué haces aquí?— volví a sonreir de nuevo dejando que mis brazos rodearan su cuerpo.

Escondí el temblor muy bien, siempre lo hacía muy bien.

— Sabes de sobra que me aburro como una ostra en la casa grande— su sonrisa hizo que sus ojos se achicaran— Asi que he conseguido escaparme para cenar con vosotras.

— ¿Y Jungkook se lo ha tomado bien?— ella expandió más su sonrisa y negó.

— Él nunca se toma nada bien— una risa escapó de sus labios— Le he prometido que volvería pronto, pero como le conozco, estará esperándome en la entrada de los omegas a media noche.

Yo sonreí. Mi madre siempre volvía a media noche, ella me sacaba del armario a media noche.

— Tienes suerte amiga— ambas emprendimos camino hacia la cocina, donde Maggie estaba dando vueltas a algo con una cuchara de madera.— ¿Qué es eso tan rico que cocinas?

Me aproximé tras su espalda y sentí como sonreía.

— Lávate las manos primero, y luego puedes tocar lo que quieras— escuché a Arianne reirse mientras se sentaba en un taburete.

— A sus órdenes mi sargento— vi como Maggie viraba sus ojos expandiendo una sonrisa en su arrugado rostro— Vuelvo enseguida.

Subí las escaleras hacia el piso de arriba y me encerré en el baño. Mi mano en la manija del lavabo no hacia más que temblar, y tratando de ignorarlo, dejé que el agua comenzara a correr. Mis manos se precipitaron hacia el chorro, y el frío caló en mis huesos. Mis ojos chocaron con mi reflejo en el espejo, olvidándome por completo de mis manos heladas bajo el chorro. Ojos pardos llenos de miedo, mis pómulos temblando y tez muy blanca.

Tienes que esconderte del lobo feroz Verónica, no dejes que te encuentre, nunca.

Cerré el grifo, y sin despegar mis ojos del espejo sequé mis manos en una toalla. Mi mirada dura conmigo misma, fuerte como un tigre.

Si te preguntan, ¿cómo te llamas?

— Nimri, mi nombre es Nimri— vi mis labios moverse en el espejo, pero mis oídos no captaron nada.

Nimri, Nimri, Nimri.

Mi nombre es Nimri, me llamo Nimri.

¿Cuál es tu animal preferido?

El tigre mami.

Dejé la toalla en el colgador, y casi como si fuera automático me dirgí hacia mi habitación para cambiarme de ropa. Unos pantalones holgados de algodón y un jersey de lana verde que me diera calor.

En el piso de abajo se escuchaba la tenue risa de Arianne, junto a la rasgada voz de Maggie. Bajé las escaleras a pasos lentos, y justo antes de ser visible, mi sonrisa volvió a aparecer.

— Asi que, ¿qué es lo que cenamos hoy?— los ojos oscuros de Arianne dieron con mi figura, y sonriendo me acerqué hacia los platos humeantes que descansaban en la mesa.

— Carne con tomate— Maggie se estaba sentando mientras dejaba un último plato sobre la mesa— A petición de la mujer del líder.

Observé como Arianne viraba los ojos llevándose a la boca el primer bocado. Me senté a su lado.

— Como echaba de menos tu toque en la cocina, mamá— mis dedos se aferraron entorno al tenedor, una sonrisa se extendió en mis labios.

Te quiero mucho, mami.

Mastiqué con lentitud el pedazo que me había llevado a la boca. Tragué sintiendo el calor recorrerme la garganta. Volví a sonreir.

— Ari tiene razón, tal vez deberías cocinar tú más que yo— Maggie me miró sonriendo y negó.

— Eso si que no, el toque de especias le tienes tu Nimri, no yo— una risa escapó de mi garganta.

Las tres continuamos comiendo entre cotilleos y confidencias, y cuando llegó el postre me animé a preguntar.

— Entonces...— mis ojos chocaron con los de Arianne, quien se encogió ante mi mirada— ¿Qué es lo que te ha traído aquí hoy?

Dejé un par de mandarinas frente a ella. Me senté pelando una de las mías, mientras Maggie comía de su yogur para tomar su medicación.

Arianne se sonrojó.

— Bueno...yo...— sus manos trataban de distraerla pelando la mandarina, pero era un fracaso en ello. La dejó sobre la mesa— No sé como decirlo.

— ¿Estás embarazada?— la voz de Maggie me sorprendió, y abriendo mucho los ojos la miré.

— ¿Es eso?— la cara de Arianne estaba del mismo color que la salsa de tomate de la carne.

Rápidamente negó con la cabeza.

— No, no es eso— mis cejas se elevaron y escuché como Maggie suspiró.

— Vaya, ya me había hecho ilusiones— una sonrisa se extendió por mis labios y salteé la mirada entre la cara de derrota de Maggie y el tomate que era Arianne.

Mordí mi labio inferior.

— Entonces, ¿qué ocurre?— mi voz trató de dar fuerzas a Arianne para que contara lo que fuera que iba a contar.

La pelinegra suspiró.

— Bueno yo...creo que me va a llegar el celo— mis cejas se volvieron a elevar sorprendidas, sentí a Maggie sonreir—Sabéis que hace poco más de año y medio que dejé de ocultar mi olor y di rienda suelta a mi loba. Los médicos de la manada me dijeron que por eso mi celo tardaría en aparecer, ya que nunca permití que apareciera de forma normal, y creo....creo que ya va a ocurrir— su voz sonaba emocionada.

Sonreí abiertamente.

— ¿Sabes lo que eso significa?— ella asintió y pude notar como Maggie dejaba la cuchara de su yogur sobre la mesa.

— Podrás quedar embaraza...— mis ojos se desviaron hasta Maggie, quien observaba a Arianne mostrando su sonrisa falta de dientes— ¿Jungkook sabe?— ella negó.

— No, no sabe nada todavía— hizo un breve silencio llevando su mano derecha hacia la marca de su clavícula— Ni si quiera sé yo misma si lo que siento tiene algo que ver con el celo, por eso he venido, necesitaba preguntaros, no quiero hacerme ilusiones de nada.

Llevé un gajo de mandarina a mi boca y lo mastiqué con parsimonia. Los ojos de Arianne estaban puestos en mí.

— Nimri, sé que tú has pasado un celo, estabas en la casa cuando te llegó— sus dientes atraparon su labio inferior nerviosa— ¿Qué sentiste?

Un suspiro salió de mis labios antes de contestar.

— Creo que será mejor que le pregutes a Diane o a Soora sobre esto, sabes que a mí me llegó de sopetón— su mirada decayó sobre la mesa.

No pude evitar sentirme mal. En toda mi vida había tenido un total de cuatro celos, siendo los dos primeros demasiados adelantados para mi edad. Normalmente, las omegas tienen su celo una vez cada tres o cuatro meses, siendo el primero el mismo año en el que te determinan rango, sobre los 15 o 16 años.

Mi caso fue distinto.

Mi primer celo tuvo lugar cuando tenía 10 años. La habitación llena de hormonas de omegas más mayores había provocado que mi loba apareciera antes de tiempo, y aunque intenté ocultarlo como buenamente pude, fue inútil. Mi olor fue rebelado, la frescura de la lavanda salía por mis poros en cantidades industriales, y eso fue suficiente para atraer a alfas. A alfas mayores, mucho más mayores que yo.

Uno, dos y tres...el lobo feroz no me ha encontrado.

— Pero...no sé...tuvo que haber algo que notases— Arianne seguía insistiendo, ella era obstinada.

Y eso lo sabía. Sabía que no iba a parar hasta obtener al menos algo, asi que cedí.

— Dolor, mucho dolor— observé como su rostro se contrajo. Maggie me dio un golpe en el brazo.

— No le digas eso, tampoco es para tanto— mis cejas se elevaron y miré a Maggie.

— ¿Qué no es para tanto?— apreté mis labios y los extendí por mi rostro— Hay veces que prefieres arrancarte los ovarios de cuajo.

El jadeo proviniente de la boca de Arianne me hizo mirarla. Su ceño fruncido y su mano jugando incesantemente con su dije en forma de luna.

— ¿Tanto es?— su expresión era de horror pura.

— Que no, no dejes que Nimri te meta miedo— podía notar la mirada etrecerrada de Maggie hacia mi— Con Jungkook al lado no va a ser doloroso, será placentero, creéme.

— Eso es cierto, teniendo a tu pareja al lado no va a ser tanto— una sonrisa tranquila se extendió por su rostro. El alivio la había invadido— Aunque bueno, vas a tener ganas de sexo todo el día, pero en lobas de tu raza no sé como será.

Y eso era cierto. Siendo de la raza que es Arianne no tenía ni idea de como podría ser su celo, ni cuanto podría durar.

— Oye,— mi voz llamó su atención de las mandarinas que había vuelto a pelar— ¿Sabes cuanto le dura a Jungkook el celo?

Ella se puso colorada.

— Casi dos semanas, pero él lo controla bastante bien. Los peores son del quinto al décimo día, es cuando su lobo lo controla casi por completo— pude ver como su vista volvía a bajar a las mandarinas— Se tiene que encerrar en el cuarto anexo de su despacho, ahí si que no se escucha nada— una sonrisa se extendió en mis labios cuando su mirada entrecerrada dio con la mía.

— Oye, al menos la manada no sufre auditivamente con sus celos, que considerado tu marido— mi broma me costó otro golpe de parte de Maggie.

— ¡Nimri!— blanqueé los ojos y los volví a enfocar en Arianne.

— Ahora en serio, creo que deberías hablar con Soora o Diane, te podrán ayudar mejor. Yo nunca tuve unos síntomas muy marcados, simplemente llegaba y ya— el tono de mi voz fue descendiendo a medida que terminaba la frase.

Simplemente mi celo llegaba y me jodía más de lo que estaba. Mi olor se intensificaba, lo que eran malas noticias para mí. Lo que fueron malas noticias para mi yo de 10 años.

— Si, intentaré hablar con ellas, aunque ahora sea algo difícil— sus labios se fruncieron en un puchero— Le preguntaré a Merlín mañana si quiere ir a la manada Kim, él puede ser mi salvaconducto.

Maggie y yo reimos.

— Suerte en que Jungkook te deje ir a la manada Kim sola— Arianne me sonrió divertida y me guiñó un ojo.

— Ya verás que sí, afina tus oidos esta noche— mi expresión cambió a una de horror a lo que ella rió con ganas.

— Por favor, dame un respiro— ambas reimos, y me llevé otro gajo de mandarina a la boca.

Se sentía bien, casi familiar. Casi.

— Bueno niñas, yo me voy a dormir ya, que mañana he quedado con Yungsan para dar un paseo matinal— elevé mis cejas y la sonreí pícara llevándome un otro trozo a la boca.

— Mucho estás saliendo tú con Yungsan, ¿no es eso muy sospechoso, Ari?— contagié mi sonrisa divertida a la pelinegra, quien se levantó del taburete para ayudar a Maggie a levantarse.

— Demasiado— un risa escapó de su garganta.

Maggie entrecerró su mirada.

— No digas tonterías Nimri, además, te recuerdo que Yungsan es omega— su tono de voz sonaba ofendido— Y para vuestra información, a mí me gustan más jóvenes.

Una risa escapó de mi garganta.

— ¡Maggie!— Arianne la observó escandalizada mientras yo me deshacía en risas.

Muy familiar, demasiado familiar.

— Ay niña, ni que no supieras lo que se disfruta con un buen alfa al lado— Arianne le pasó sus bastones, los cuales cogió con una actitud algo soberbia— Si quieres, me prestas a Jungkook un rato y le enseño yo lo que es mover bien el cuerpo.

Casi me atraganto con la mandarina.

— ¡Maggie!— la voz de Ari y mía sonaron a la vez, dejando que el ambiente se llenara con la risa de la anciana.

— Tranquila mi niña— la sonrisa de Maggie se había extendido mucho en su rostro— Jungkook conmigo no tiene nada que hacer, además, ya estoy cogida.

Arianne y yo nos miramos estupefactas. ¿Qué ella estaba qué?

— ¿Maggie?— mi tono de voz resonó en su espalda.

Ella ya se dirigía a su habitación.

— Me voy a dormir niñas, no os acostéis muy tarde— su voz sonaba igual de tranquila, como siempre, como si no hubiera dejado caer una bomba.

— Pero, ¿con quién te ves tú?—la voz de Arianne quedó totalmente opacada por el sonido de la puerta cerrándose. La pelinegra me miró con ojos abiertos. Mi mano a medio camino de mi boca con otro gajo entre mis dedos— ¿Tú sabes algo de esto?

Negué con la cabeza.

— Primera noticia que tengo, esa bribona...— metí el gajo en mi boca y mastiqué rápidamente— No me lo puedo creer...

Una sonrisa se formó en los labios de Arianne, y sentándose otra vez en la banqueta elevó una de sus cejas.

— Bueno, ahora que ya se ha ido cuéntame, ¿cómo vas con Namjoon?— el gajo de mandarina que me iba a llevar a la boca se precipitó hacia la mesa.

Un bufido salió de mi boca.

— Ni voy, ni vengo Ari— ella relamió sus labios cogiendo el gajo que se me había caído a mí y se lo llevó a su boca— Él y yo nunca vamos a ser nada, métetelo en la cabeza. Estoy muy bien sola.

Estando sola el lobo feroz no me iba a hacer daño. Si me quedaba sola, podría vivir bien, podría estar libre.

El lobo feroz no me iba a tocar nunca más.

— Ya, sigue mintiéndote a ti misma— ella terminó de pelar su mandarina y me observó con sus ojos marrones brillantes— Yo también lo hice no hace tanto, y mírame, casada que estoy— ella elevó su mano izquierda enseñándome el anillo de acero brillante con el sello de la manada Jeon grabado en la cara interna.

— Bueno, yo no soy tú— ella elevó sus cejas mientras se llevaba un gajo a la boca— Además, Namjoon se la pasa suspirando por Soora todavía, de ninguna manera habría de poner sus ojos en mí.

— Nimri...— su voz me llamó como si fuera a regañarme— Sabes de sobra que Namjoon ya asumió hace tiempo que Soora está con Jin, al igual que sabes, que no hace más que seguirte allá donde vas—otro bufido salió de mis labios.

— Eso es mentira— ella rió.

— Vale, sí, es mentira— ella elevó sus manos con sus palmas hacia arriba— Es mentira cuando en la boda de Soora, hace un par de meses, Namjoon no hacía más que babear por donde pasabas. También es mentira cuando hace un mes salimos a dar una vuelta por el bosque, y Namjoon se ofreció muy voluntario para acompañarnos a las dos, sólo por si "nos" pasaba algo— carraspeé interrumpiéndola.

— Sabes muy bien que alguien nos tenía que acompañar, desde lo de Jimin tu marido toma muchos cuidados en lo que respecta tu seguridad.— Arianne bufó.

— Si bueno, tengo muy claro que si algo nos hubiera pasado, yo no estaba entre las prioridades de Namjoon— dejó la mandarina en la mesa y se limpió con la servilleta de papel— No te quitó ojo en todo el día, además, no me hables de la seguridad— su ceño se frunció.

— ¿Te tiene muy ahogada?— ella bufó poniendo sus ojos en blanco.

— Es muy exagerado, puedo defenderme perfectamente sola. Tengo muy en claro que mis capacidades son mayores que las de un alfa promedio— su lengua remojó sus labios dejando la servilleta en la mesa— A parte, él sabe siempre donde estoy, su lobo me tiene localizada las 24 horas, creéme.

— No es eso...¿intenso?— mi ceño se frunció.

— En parte le entiendo— su expresión se suavizó— Y sé que poco a poco está cediendo en muchas cosas, solo sé que todavía el asunto de lo que pasó con Jimin le tiene de cabeza. Tiene miedo de que se descuelgue un poco y me pierda, como pasó cuando él me secuestró.

— Parece que Jimin da más guerra muerto que vivo— Arianne sonrió con amargura.

— Y tanto...he logrado que varias omegas acudan a terapia a la ciudad— sus dedos se entrelazaron sobre la mesa. Mi vista se fijó en la alianza en su dedo— He convencido a Jungkook de conseguir traer un psicólogo o algo que ayude a todo aquel que ha sido sometido a maltrato. Vendrá una vez a la semana y se quedará un par de días.

— Vaya, no sabía nada de eso— una de sus manos escondió un mechón negro tras su oreja.

— Nadie sabe todavía, estoy organizándolo todo para todo aquel que lo necesite. Tengo que cuadrar horarios y todo— un suspiro cansado escapó de sus labios antes de mirarme fijamente— Creo que deberías acudir también, estuviste en la casa, no te vendrá mal desahogarte.

Sonreí por fuera. Temblé por dentro.

— Claro, ya me dirás cuando viene— mentira, eso era mentira.

No iría, no podía ir.

Mi nombre es Nimri, yo me llamo Nimri.

— Bueno, creo que debería irme ya, alguien me está esperando ya en la entrada— una sonrisa asomó en sus labios.

Arianne se bajó del taburete y se acercó a mí para envolverme en un abrazo.

— Ven a verme a la casa grande, me paso la mayor parte del tiempo sola— yo elevé una de mis cejas divertida.

— ¿En serio? Todas las mañanas te escapas al mercado con Yungsan— ella me guiñó un ojo y se dirigió hacia la puerta para ponerse su chaqueta negra de lana.

— Si bueno, Jungkook no me puede retener siempre— observé como se ataba los botones.

— No lo sabe, ¿cierto?— ella me miró entrecerrando sus ojos.

— Claro que lo sabe, pero no por mí— colgó su bolsa de su hombro y suspiró— ¿Sabes quién fue el chivato?— negué viendo la sonrisa que nacía de sus comisuras— Namjoon.

Una mueca cruzó mi rostro y ella rió.

— Así que, además de niñera también es una portera— reí sin gracia viendo como Arianne me observaba fijamente.

— Bueno, suplicó a Jungkook encargarse de vigilar la mercancía que llegaba de la ciudad. Ya sabes, así tenía una perfecta excusa para verte trabajar— ella me guiñó un ojo y me envolvió en sus brazos dandome un beso en la mejilla— No seas tan dura con él, se que también te interesa, puede que no quiera esperar siempre.

Un bufido escapó de mis labios de nuevo. Arianne sonrió con sus labios sellados.

— Anda, vete ya que tu marido va a echar raices de tanto esperar— una risa escapó de sus labios.

— Cuanto te apuestas, a que si me tardo un minuto más aquí le tenemos en la puerta— yo sonreí divertida.

— No puede entrar aquí, se saltaría sus normas— ella elevó sus cejas y relamió sus labios.

— Esperemos entonces— cruzó sus brazos sobre su pecho y yo posicioné mis manos sobre mis caderas.

— Oye, no creo que él...— unos sonidos en la puerta hicieron callarme la boca de sopetón. Arianne sonrió mirando hacia la puerta, y yo, medio incrédula me aproximé rápida para abrir.— No puede ser...

El olor a cacao y nueces se filtró por toda la casa.

— Hola, Nimri— la voz ronca de Jungkook se filtró en mis oídos como si fuera una ensoñación— ¿Todo bien mi vida?—sus ojos habían ido a parar a Arianne, quien soltó un suspiro de suficiencia, uno de esos en los que van implícitos un "te lo dije" bien grande.

— Toda esta bien cariño— Arianne se aproximó a mí y me dio un último abrazo— Nos vemos mañana Nimri, y piensa en lo que te dije. Piénsalo en serio— pude notar la fuerza de su mirada haciendo presión en mi.

— No te preocupes, lo haré— ella entrecerró sus ojos y se giró para ir a los brazos de su marido— Adiós Jungkook, y deja de saltarte las normas así porque sí.

Él entrecerró los ojos al igual que hacía Arianne.

— Lo haré cuando dejes de dar calabazas a mi amigo— un bufido salió de mis labios. Vi su sonrisa asomar, una mueca de fastidio se extendió en mi rostro.

— Lo que digas, pasad buena noche— Arianne me sonrió y Jungkook me hizo un gesto con la cabeza mientras rodeaba con un brazo a su mujer.

Cerré la puerta soltando un suspiro. Miré el reloj.

Eran pasadas las doce y mi madre no había vuelto todavía.

Todavía me llamaba Nimri.

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Holoooooooooooo,

Primer capítulo de esta historia que comienza a arrancar, y voy a decir que este es casi que introductorio (por lo que tranquilito) a lo que es la mente de Nimri, un verdadero caos. También ya ha aparecido la buena de Arianne y Jungkook, una pareja que también aparecerá en la historia (pero que nunca van a narrar, no son protagonistas esta vez).

Y bueno, pobre Namjoon y las calabazas, solo es el primer capítulo pero, ¿cuanto pensáis que va tardar Nimri en ceder?

Bueno, espero que os haya gustado, y os aseguro que ya en los siguientes vais a ver más del pasado de Nimri, así que ya con esto me despido😋

Nos vemos en dos semanas chikis;)

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