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15 años antes...

Mis brazos rodeaban con fuerza mis piernas mientras trataba de mitigar el dolor de mi abdomen. Mi cabeza escondida entre mis rodillas y el brazo protector de mi madre rodeándome me trasmitían un pizca de seguridad, haciendo que el miedo que me recorría quedara en un segundo plano.

— Mami, ¿vamos a estar mejor?— los dedos de mi madre se curvaron en mi espalda, y fijando sus ojos llenos de lágrimas en mí, asintió.

— Claro que sí pequeña, todo va a estar bien.— su labio inferior temblaba con cada palabra que salía de sus labios.

El traqueteo del camión en el que nos habían subido paró de un momento a otro. Todas las lobas que teníamos al rededor comenzaron a desprender muchas feromonas que se agaloparon en mi nariz haciendo que la arrugara con gracia. Muchas otras niñas que venían con nosotros se apegaron a sus madres, y el ruido sordo de varios motores desapareció dejando un estremecedor silencio expandirse por todo el ambiente.

— Mi niña.— la voz de mi madre hizo que me levantara mi vista hacia ella. Su cabello rubio desaliñado y sus ojos verdes enrojecidos se filtraron por mis retinas, haciendo que una fuerte sensación de angustia se esparciera por mi pequeña anatomía.— Ahora vamos a jugar un juego, a ese que tanto te gusta.

Se me hacía raro que escogiera este momento para querer jugar, aunque siempre era así. Cuando algo malo sucedía, mi mamá siempre decidía que era buen momento para jugar.

— Está bien mami.— sus brazos me rodearon rápidamente para subirme a su regazo.

Me abrazó fuertemente. Solté una pequeña risa.

— Mami.— reí inocentemente— Me haces cosquillas con tu pelo.— eché la cabeza hacia atrás, y con mis pequeños ojos brillosos observé el rostro contraído de mi mamá.

— Verónica.—mi nombre salió de sus labios haciendo que callara mi risa— ¿Cual es tu animal preferido?

Yo sonreí mostrando mis pequeños dientes de leche.

— El tigre mami— ella achicó sus ojos sonriendo con sus labios sellados.

— Entonces, ¿cómo te llamas ahora?— mis pequeñas manos se posaron en su pecho mientras mis ojos se empequeñecían divertidos.

— Nimri mamá, porque los tigres son fuertes y representan energía y pasión, mucha pasión.— la mano de mi madre subió hasta mi mejilla y me dio una suave caricia que recibí encantada.

— Si los alfas te preguntan, ¿cual es tu nombre?— mis manitas acariciaron la muñeca de mi madre.

— Nimri, mami.— ella sonrió.

— ¿Por qué?— mis ojos se clavaron en los de ella.

— Porque de ese modo ningún alfa puede jugar a papás y a mamás conmigo, si no saben mi nombre, no pueden casarse conmigo.— vi como su garganta se esforzaba en tragar saliva, y sorbiendo su nariz acarició mis pequeñas mejillas con ambas manos.

— Esa es mi niña, eres muy inteligente pequeña.— yo sonreí encantada por el cumplido.

Las lobas a mi alrededor lloraban cada vez más fuerte.

— Mami...— mi susurro hizo que sus ojos subieran hasta los míos— ¿Por qué todos lloran?

Mi pequeño ceño se frunció, y paseé mi mirada entre todas las lobas que acunaban sus cachorros con mucha fuerza.

— Nimri, mi pequeña tigresa.— mis ojos se achicaron de nuevo, completamente ignorante de lo que sucedería a continuación.— Me tienes que prometer que vas a ser muy fuerte.

— Yo ya soy una niña grande mami, soy super fuerte.— una sonrisa se extendió en sus labios, y noté como sus brazos se volvían más fuertes a mi alrededor.

— Pues tienes que serlo más. Puede que no nos veamos en un tiempo.— mis cejas se elevaron, pero pronto fruncí el ceño.

— Pero vas a volver a media noche, ¿no?— mis pequeñas manos subieron a sus mejillas— Como siempre mami, yo te esperaré muy calladita dentro del armario mientras juego a las escondidas.— una sonrisa divertida asomó en mis labios.— He mejorado mucho, el lobo feroz ya no me encuentra.

El ruido de fuera pareció volver a resurgir de entre sus cenizas, y con él, el traqueteo del coche. Los rugidos de varios motores volvieron a la vida, y el movimiento de la tierra me hizo temblar.

Mi madre tembló más.

— Escúchame muy bien Verónica.— la voz de mi madre parecía ahogada, como si no la quedara tiempo antes de que el juego empezara.— Vamos a jugar al juego hasta que nos volvamos a ver, si me entero que has desvelado tu nombre y no nos hemos visto todavía significará que habrás perdido, ¿quieres perder?

Negué con la cabeza horrorizada.

— No mami, yo voy a ganar.— ella sonrió.

— Eso es cariño, hasta que nos volvamos a ver tendrás que seguir jugando, ¿estás preparada?— yo asentí sonriendo.

— Si, mami.— ella mordió su labio inferior.

El camión paró de nuevo.

— Nimri, ahora nos van a separar muchos lobos feroces— yo abrí mis ojos con horror.

— ¿Tengo que esconderme?— ella negó con la cabeza.

— No mi niña, esta vez no.— varias lágrimas descendía por sus mejillas, enrojeciendo todavía más sus ojos verdes.— Lo que tienes que hacer ahora, es hacer caso de todo lo que te digan, cuando te pregunten tu nombre, ¿cómo te llamas?

— Nimri mami, yo soy Nimri.— ella sonrió complacida.

— Muy bien mi niña, lo estás haciendo bien.— su labio inferior temblaba mucho.

— Mami, ¿tienes miedo?— sus ojos enrojecidos me miraron con un brillo perdido.

— No cariño, no olvides que mami es muy fuerte.— yo asentí envolviendo mis brazos alrededor de su cuello.

— Te quiero mucho, mami— sus brazos rodearon mi pequeño cuerpo con mucha fuerza.

El ruido de alrededor se intensificó, y en un fuerte estruendo la puerta del camión se abrió, dejando que las luces de varios focos apuntaran dentro, cegándonos a todas las lobas del interior.

— Empieza el juego cariño.— el susurro de mi mamá en mi oído hizo que me estremeciera.— No olvides que tu madre te ama mucho, mi niña. No me olvides jamás.

Mis bracitos se apretaron más en su cuello, no quería soltarla.

— Sacad a los niños primero, las omegas ya sabéis a donde llevarlas.— la voz ronca de un alfa se filtró por mis oidos.

El miedo comenzó a invadir todo mi ser, eliminando la poca seguridad que mi madre me había brindado.

— Dámela omega— mis brazos seguían fijos al cuello de mi madre.

— Cariño, tienes que irte con este señor— sentí las manos de mi madre en mis costillas tratando de separarme de ella. Su voz era tranquila, pero algo dentro de mi se había partido a la mitad.

— ¡No! ¡Me quiero quedar contigo!— me aferré más fuerte a su cuello.

— ¡Vamos!— otras manos ásperas se posicionaron a mi espalda, tirándo fuerte de mí, haciendo que mis brazos dolieran al separarse del cuello de mi madre.— ¡Puta cría!

— ¡Mami!— las lágrimas ya bajaban por mis mejillas, y pronto sentí como el aire frío daba en mi pequeño cuerpo.— ¡Mami!

El alfa me tenía agarrada de la espalda, y mis pequeñas piernas y brazos revoloteaban al rededor tratando de soltarse del fuerte amarre de sus garras.

Era imposible para una niña de apenas 5 años.

— ¡Nimri!— paré todos mis movimientos en seco cuando vi a un alfa golpear a mi madre contra la puerta del camión.

Ella había salido a buscarme, había querido ir a por mí, me había querido salvar del lobo feroz.

Por mi culpa la habían pegado, por mi culpa su cuerpo había quedado inherte, ahí en el suelo, dejando que la sangre de su cabeza saliera como un riachuelo hacia su desembocadura. Mis pequeños orbes no se habían despegado de aquella escena. Muchos lobos feroces sobre mí mamá, rasguñándola, sacando gritos de su garganta. Un golpe en su cabeza la sumió en el silencio. Un golpe en su cabeza provocó mi llanto.

Mi pequeño cuerpo fue golpeado contra una superficie dura. Rodé unos cuantos metros antes de encogerme, haciéndome una bolita, tratándo de protegerme, intentando esconderme del lobo feroz.

Más llanto a mi alrededor, muchas niñas conmigo.

Temblando como una hoja elevé mi cabeza del suelo. La tierra había manchado mi ropa, y las lágrimas habían causado un desastre en mi rostro, pero no las podía parar. Tenía mucho miedo.

El sonido del metal sonó muy fuerte en mis oídos, y me estremecí de nuevo, dejando que más lágrimas descendieran libres, haciendo que los jadeos por el llanto sonaran más fuerte de lo que verdaderamente pretendía.

Un alfa nos miraba tras la reja que acababa de trancar con una sonrisa calculadora. El arañazo profundamente marcado en su pómulo derecho hizo que temblara más, y el llanto se hizo casi ensordecedor cuando una sonrisa hambrienta se extendió por sus labios.

— Bienvenidas al infierno, pequeñas.— sus ojos nos observaron encantados, como si estuviera preparándose mentalmente para su festín personal.

Sólo tenía miedo de los lobos feroces.

En ese entonces no supe que había algo peor que eso.

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Holooooooooooooooooo,

¿Qué tal estáis? Espero que todos muy bien, y sobretodo sanos. ❤️❤️❤️

Buenos, parece ser que vuelvo a las andadas con el omegaverse, con una historia que sabía que quería hacer pero que no estaba segura de cómo enfocarla, o que tema tratar, pero, con el personaje tan enigmático que es Nimri ( más bien es otro nombre, pero dejo que os recuperéis del shock) para todos, he descubierto que puedo jugar de muchas formas con ella. Y así va a ser.

Además, tengo que avisar, y ya lo voy a hacer desde el comienzo, que he querido probar otro estilo para narrar la historia. Sí, seguirá siendo en primera persona, pero lo voy a hacer de un modo que os permita conocer con más profundidad el recorrido de V, ya que en Nightmare no profundicé demasiado en el pasado de Ari ni de JK (con pasado me refiero a la historia tediosa por la que tuvieron que pasar).

Os leo en comentarios, y cualquier duda que tengáis no dudéis en dejármela tambien😊

Pd: esta es una historia paralela a Nightmare, en la que saldrán personajes del primer libro y que para su mejor comprensión recomiendo altamente leerse Nightmare antes de Inferno.

Nos leemos chikis;)

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