Capítulo Veintiuno
Hades despertaba con un profundo dolor en su cuerpo, ¿y como no? Si todo el estaba cubierto de su propia sangre y heridas de balas que poco a poco ya empezaban a sanar. ¡Joder! si por un momento no se asusto de ver su vida pasar antes sus ojos. Jadeo cuando la primera gota salada no tardo en caer impactando contra su morena piel que, para ese momento parecía estar hirviendo. Un toque helado y sutil que hizo su cuerpo estremecer y volver a la vida.
¿Dónde estaba? Se preguntaba mientras observaba a su alrededor. El cielo se había oscurecido y la lluvia no hacia mas que empapar su piel, sus pensamientos seguían confundidos, dificultándole recordar. Pasos, el sonido de armas siendo cargadas y una escalofriante sonrisa a sus espaldas lo hizo reaccionar. Se levanto tan rápido que al hacerlo su vista y cuerpo tardaron en reaccionar proporcionándole un pequeño mareo. A lo lejos vio el cuerpo de Raven, pero había algo extraño en ella, algo oscuro y siniestro que la rodeaba. Y no hablaba de su amplia sonrisa o los ojos tan morados como faroles, sino de los extraños rayos que caían a su alrededor rozando peligrosamente su pálida piel. Raven no era la misma, y eso lo supo desde el primer momento en el que ella lanzo un alarido que resonó por las murallas erizando la piel de todos los presentes. Saitzans, Niños malditos e incluso humanos se espantaron retrocediendo un par de pasos.
sin conformarse ante aquel estridente ruido volvió a gritar opacado los pensamientos de un aturdido Alpha. Sin pensarlo Hades intento acercarse pero una oscura y morada pared trasparente lo detuvo de llegar a su amada. Raven chillo cuando la oscura pared la aprisiono en una esfera que tan pronto envolvió su cuerpo empezó a brillar. Hades cerro los ojos protegiéndolos de la cegadora luz que era Raven. La esfera empezó a temblar hasta que exploto mandando a Hades y todo objeto a su alrededor lejos. Todo en el tardo en recuperarse ante el impacto y cuando lo hizo busco a Raven con desespero, no se imaginaba que ese agil y atrevido cuerpo de melena blanca y rostro pálido ya no era la Raven de siempre. Su pelo ahora era de un azul y estaba atado con dos colas que caían hasta mas debajo de su cadera y que se desteñía hasta un miel grisáceo en las puntas. Sus ojos violetas se volvieron azules, su piel se torno de un violeta muy claro y su cuerpo, aquel cubierto por ropajes oscuros ahora era adornado por un vestido del mismo azul profundo que su pelo que, al mismo tiempo caía libre hasta sus descalzos pies. Toda ella era diferente, ya no era la misma. Ya...No era Raven
Su cuerpo se elevo cuando un violáceo rayo con toques de azul atravesó su pecho, pareció no afectarle porque no hubo gritos, solo la misma y cínica sonrisa. Sus ojos se iluminaron hasta llenarse de luz al igual que todo su cuerpo.
Raven estaba siendo consumida por su poder, algo la estaba atormentando, había perdido el control. Y eso solo lo confirmo cuando su cuerpo se enderezo y miles de rayos fueron disparados en todas las direcciones atacando a todo ser vivo. Los Saitzans no tardaron en huir con la cola entre las patas con miedo de enfrentarse a aquél ser. Pero los humanos no tuvieron la misma suerte, todos y cada uno de los guardias fueron quemados y consumidos por los feroces rayos que consumieron sus cuerpos dejando polvo a su paso. Raven poco a poco se consumía, su cuerpo no resistiría más. Sus ojos, opacos y carentes de vida se abrieron por unos segundos enfocándolos con pesar en una sola persona.
—Perdóname, quise protegerte y termine haciendo lo contrario— Espeto con pocas fuerzas el ser de distorsionada voz y desvanecido cuerpo.
Hades se negaba a perder a esa persona que en pocas semanas se incrusto en su piel y entrego su corazón. Porque si el perdía a su único rayo de luz, el túnel volvería a ser oscuro. Porque si el perdía a su única razón el también se perdería, porque desde que la vio supo que ella seria su eterna compañera y porque fue en ese momento al cruzar sus miradas que el le entrego su corazón sin darse cuenta.
Corriendo entre los arbustos la Loba de pelaje rubio y ojos mieles llevaba lejos a su amado al único lugar donde estarían a salvo: Su manada. Para ella, era extraño comprender el por que de su destino, de su mala suerte. Bajo de nuevo la vista al cuerpo inerte y pálido sintiendo aquel fuego quemar su garganta ante las protestas de una muy cabreada loba interior. Aliviada de haber llegado a aquel refugio arrastro el cuerpo de benjamín hasta su cabaña y una vez allí se dedico a observar curiosa aquel pálido y hermoso rostro.
¡¡MARCALO, MARCALO!!
Gritaba la dueña de aquel cuerpo lobuno, sin embargo sus pensamientos fueron frenados cuando sintió su cuerpo re-acomodarse y cada hueso volviendo a su sitio. La chica que emergió tras aquella transformacion yacía agitada y muy cansada ante el repentino esfuerzo que sobre ponia ante los impulsos de su loba interior.
—Cállate Lisethz, no voy a sucumbir ante tus impulsos de loba rastrera— formuló aliviada la chica tras caer sin fuerzas al lado del cuerpo vampirico. Sonrió tras oír las suplicas y gruñidos de su loba interior aun así cumpliendo su palabra nunca cedió. Tal vez por el eminente agotamiento o el dolor de sus huesos tras haberse desecho de su loba interior.
Mate...
Gimio Lisethz tras entender que su dueña y portadora de su cuerpo no cedería tan fácil. Aun así no se rindió negándose a abandonar la mente de una muy terca chica. —Lisethz...— advirtió sin fuerzas la dueña de aquel cuerpo que yacía a escasos centímetros del pálido vampiro. Sin embargo, la molesta loba nunca paro con sus reclamos. La chica abrió sus ojos perdiendo de apoco su paciencia, intento contar hasta diez para calmar su ira pero nada resulto. No tardo en comprender el objetivo que su molesta amiga quería lograr. Enfadarla y apoderarse de su cuerpo.
Los rasgados y coloridos ojos mieles de la chica se apretaron contra el control que de a poco empezaba a perder. llevo sus manos a su melena color chocolate y apretó su cabeza intentando mantener a la obstinada loba en su interior. Gimio cuando sus huesos tronaron y sus ojos brillaron en un dorado encantador, poco a poco la loba iba ganando ventaja sobre el debilitado cuerpo de la chica. Negándose a perder el control intento controlar a su loba la cual luchaba sin pararse a pensar que si seguía por ese camino y se adueñaba del cuerpo de su amiga transformandoce en el intento ella al estar tan débil podría perder la vida.
—Lisethz, por favor para ya, ¡vas a matarme!
Su cuerpo se sacudió y el dolor de su post-transformacion paro. Pero no fue ante sus suplicas que su transformacion se deshizo y la cansada chica volvió a tomar el control sobre su cuerpo.
—¿Estas bien?— fueron las palabras de aquel ángel de ojos coloridos y pelo azabache que habían cesado su malestar. No supo que contestar ni mucho menos supo que hacer. Sintió sus mejillas arder en un sonrojo y la voz de una emocionada Lisethz estallar contra sus tímpanos. Asintió perdida en aquella mirada de dos colores y tragandoce su orgullo decidió saltar sobre el regazo de un embobado Benjamín. Su cuerpo quedo a horcadas y su nariz muy cerca del rostro del oji cromático que, sin mediar palabra sentía una extraña conexión ante la hermosa chica. Por unos segundos los ojos del oji cromático brillaron deseosos de beber el dulce aroma que desprendía aquella princesa de hermoso rostro y infernal cuerpo.
Por unos momentos sus deseos fueron escuchados, los ojos mieles de la chica brillaron en un intenso dorado hipnotizador. La loba había obtenido pase libre al cuerpo de la humana.
—Mucho gusto...—clavo sus dorados orbes en los coloridos de benjamín.
—Para mi es un honor presentarme ante ti como soy en verdad— susurro la chica rozando provocativamente sus labios contra la oreja de un encantado Ben.
—Déjame presentarme como es debido...—susurro entre divertida y ansiosa cuando las manos inquietas de benjamín la acercaron mas a el dejando su cuello a la vista de un muy deseoso y hambriento Ben.
—Eso puede esperar— susurro devolviendo el golpe con astucia el peli negro.
La chica rió con sus dorados ojos brillando como dos faroles.
—Entonces dejémonos de charla...— se inclino contra los ansiosos labios de Benjamín que deseaban probar su sangre. —Y se completamente mio.
Profeso la chica antes de que dos largos colmillos se enterraran en la blanca piel del vampiro que no se quedo atrás e hizo lo mismo con la desconocida cuyo destino había marcado sin darse cuenta. Ahora el lazo estaba hecho, los dos se pertenecían como los amantes que eran. Aun sin conocerse ya habían entregado sus corazones que sin darse cuenta se habían encontrado y formado uno solo.
Su otra mitad, un vampiro.
—Bienvenido a la manada Benjamín.
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