Capítulo Veintitrés
Hades, un poco aturdido y con los sentimientos hechos polvo decidió hacer lo único que podía hacer en ese momento: Poner a salvo a sus seres queridos. Con extrema agilidad busco un carro o algo que le sirviera de transporte para aquellas dos chicas. No tardó en encontrar a uno de los extremos del muro un Jeep militar que por más impactos de bala que tuvo aún serbia.
Con sumo cuidado aparco el coche cerca de los desfallecidos cuerpos. Pese al silencio que había en el lugar Hades no tuvo más opción que mirar a los lados con sospecha. Si era cierto que durante la pérdida de control de Raven y el ataque de los Saitzans había muerto muchas personas incluyendo a una muy grande cantidad de soldados, militares y superiores. Sin embargo algo ahí no cuadraba, podía ser paranoia se repetía así mismo Hades concentrándose en el único ruido ahí presente: El motor del Jeep. Pero el pensamiento de que todo estaba muy en calma resultaba extraño y sospechoso.
Sin perder más el tiempo subió al Jeep el cuerpo de Raven y de la misteriosa niña llamada Leanne. Se montó al vehículo y antes de partir un pensamiento lo invadió:
¿Dónde estará Benjamín?
Se preguntó mientras que con la mirada recorriendo aquel campo de batalla buscaba un cuerpo en sí: El de Benjamín. Al no verlo por ninguna parte pensó que en algún momento de la batalla huyó, pero se recordó aquella herida que su lobo había ocasionado y temió lo peor. Pese a los nervios que recorrían su ser, pisó el acelerador y salió disparado de aquel lugar atestado de muerte. Sin ver hacia atrás pensó en todas las personas inocentes que murieron por actos tan egoístas de los que ellos llamaban superiores, pensó en todos los niños que no podrán crecer gracias a una bala perdida o los colmillos de su especie. Pensó en toda la sangre derramada ese día y en las pesadillas que tendría al caer la noche. Pensó en los muros y el olor a muerte que inundaba ese lugar, sin duda alguna nadie volvería a pisar la costa donde los muros se hallaban, nadie volvería a morir por las injustas razones de los mortales. Sin saberlo, una promesa se había forjado en el interior de Hades.
Una promesa que tarde o temprano el haría cumplir.
La noche cayó justo cuando Hades llevaba por la mitad del camino hacia su destino. El Jeep protestaba con cada piedra que las desgastadas llantas pisaban y los ojos, dorados y relucientes de Hades empezaban a cerrarse de agotamiento. No hacía más de siete horas que había abandonado los muros y no más de 3 que había anochecido. Calculo que el lugar al que quería llegar no estaba tan lejos y se obligó a sí mismo a no detenerse. Pero hace tantas horas que llevaba en marcha y lo único que le preocupaba era la duración de la gasolina que contenía el Jeep.
Acostumbrado ya al silencio y de vez en cuando los cánticos de algún animal se introdujo aún más en el bosque esquivando algunos árboles que le impedían el paso. Para su suerte el carro había resultado ser un todo-terreno y pasar sobre la maleza y ramas que el bosque tenía era pan comido. Estiró su cuerpo sin soltar el volante, los hombros hace rato que le dolían y sus párpados reclamaban con fuerza un descanso.
— ¿Necesitas ayuda? — Se sobresaltó ante la presencia de la aniñada voz, la pequeña cuyo rostro se contrajo en una mueca de diversión.
—Eres una niña, no puedes conducir— bufo Hades calmando los acelerados latidos de su corazón. La pequeña en un gesto infantil le jalo la oreja con lo que parecía reproche.
—No soy una niña— murmuró cruzando sus pequeños bracitos. Hades no tardó en esbozar una pequeña sonrisa ante la ternura que desborda aquel ser. Divertido ante la pequeña masa que bufaba y de vez en cuando le sacaba la lengua decidió seguirle el juego.
—Es verdad no eres una niña— la pequeña lo miró con desconfianza mientras asentía. — ¿Cuantos años dices que tienes? — siguió preguntando Hades mientras la pequeña ante tal interés relajo su expresión y se concentró en el.
—Cinco, siete, ¿diez? — siguió hablando mientras la pequeña lo volvía a fulminar con sus expresivos ojitos color cielo.
—Tengo 11 y para tu información cumplo 12 la próxima semana— la pequeña sacó pecho orgullosa. Hades no resistió, y en pocos segundos explotó en carcajadas que resonaron por el bosque. —Eh?, de qué te ríes zoquete, acaso tengo un moco en la cara? — lo encaro la pequeña mientras el lobo seguía retorciéndose de risa. Las tiernas mejillas de Leanne se incendiaron en un rojo tan fuerte y sus ojos pasaron de ser azules a aquellos Agua marina. De pronto, Hades se quedo embobado en aquellos ojos cuyos zafiros resplandecían. Pasaron dos segundos hasta que la pequeña volvió en sí con una sonrisa de suficiencia marcada en su rostro, Hades, desconfiado cada vez que podía la miraba de reojo con sospecha encontrándose a la pequeña riéndose en silencio o tapándose la boca. De pronto el chiste de la edad de la pequeña quedó en segundo plano.
— ¿Qué es tan chistoso ah? —exploto el lobo disminuyendo la velocidad. La pequeña lo miro y apenas lo hizo volvió a estallar en carcajadas. Hades ya no sabía lo que estaba pasando hasta que la pequeña hablo:
—Te quejas de mi cuando aquí el niño eres tú ¿lo sabías? Mira que tener que usar pañales hasta los diez porque cada noche mojabas la cama es...vergonzosa.
El rostro de Hades hirvió de tal forma que sintió toda la sangre concentrarse en esa zona, de repente entendió las risas de aquel ser y quiso asesinarla.
—Tu...pequeña metiche, ¡Como te atreves a ver en mi mente!
— ¿Qué dices? ¿Qué te meas en los pantalones y que quieres que te cante una nana? — se burló la pequeña con aquellos ojos esmeralda brillar. Hades no tardo en pisar el freno para saltar sobre el cuerpo demoniaco de la pequeña que con agilidad se escapó de las garras del lobo.
—Soy muy grande para jugar a Caperucita y el Lobo— siguió burlándose la pequeña que con agilidad se escapaba de las manos de un avergonzado Hades. En un mal movimiento en que la pequeña se descuido fue atrapada por Hades que jadeaba con los ojos más dorados que nunca.
—Te atrape...
Su voz sonó profunda y peligrosa, impactando a la pequeña que dejó de retorcerse para mirarlo con los ojos muy abiertos, de repente sintió que la broma había llegado demasiado lejos. —Ahora no te ríes eh? — amenazó con el entrecejo fruncido y aquella mueca de enojo que le ponía los pelos en punta a cualquiera. —Calma lobito, no quería llegar tan lejos, por favor perdóname— suplicó la pequeña con sus tiernos ojitos llenos de lágrimas. Hades interiormente disfruto del pánico de la pequeña.
—Te lo advertí pequeña, deberías saber que con los Saitzans no se juega.
—Por favor Hades no me mates, me retracto ¿sí? ¡Perdóname por favor!
—Tarde pequeña, ahora te comeré— pronunció el lobo mientras mostraba los largos colmillos listos para perforar la piel de la pequeña. —No no no no— gritaba la pequeña mientras las lágrimas bañaban su rostro.
—No quiero morir, no me mates, Por favor...no lo volveré a hacer pero no me mates... ¡Seré una buena niña lo juro!— De repente el cuerpo de la pequeña cayó de lleno contra el asiento del auto mientras el carro volvía su marcha atravesando el bosque. Parpadeo confusa sintiendo algunas lágrimas bajar por su rostro, miró con cuidado a Hades que tranquilo y como si no pasara nada, conducía con calma.
— ¿No me vas a...?— La temblorosa voz de la pequeña sonó más como un susurro al viento, sin embargo Hades logro escucharla respondiendo con una sonrisa que no tardó en volverse una carcajada. La pequeña desubicada lo miró con desconfianza secándose con el dorso de su mano el camino húmedo que habían dejado las lágrimas.
—Tenias que ver tu cara Leanne...jajaja
—¿Estabas bromeando? —pregunto sorprendida la pequeña.
—Por favor no me mates, seré una niña buena...jajaja— siguió burlándose Hades mientras la pequeña lo comprendía todo. Sin controlarlo dejo ir lágrimas y algunos hipidos llenos de miedo, Hades no tardó en callar sus burlas y prestarle atención a la pequeña que lloriqueaba a su lado. Con cuidado la atrajo a un costado de su cuerpo dándole algunos mimos de consuelo.
—Ya pasó, pequeña, ya pasó— intentó tranquilizar el mayor pasando repetidamente su mano por la espalda de la pequeña que no tardó en aferrarse a su camisa en gesto totalmente vulnerable.
—Lo siento Leanne, a veces olvido que soy un adulto— la pequeña negó sin despegar el rostro de su camisa. En un gesto totalmente paternal, Hades inclinó su rostro depositando un pequeño beso en la coronilla de la pequeña. Inmediatamente la pequeña le sonrió y un recuerdo ajeno vino a él:
Una niña de no más siete años siendo víctima de miles de experimentos, obligada a enfrentarse a enormes bestias, manchandose las manos de sangre de sus adversarios. Una niña que veía morir a sus padres frente suyo y que sin embargo seguía con una sonrisa en el rostro.
Apretó a la pequeña más cerca de su cuerpo dándole ese apoyo que necesitaba.
—No eres tan malo como creí que eras, ahora sé porque Raven se enamoro de ti— expresó intercambiado miradas con Hades. —No te sientas mal, supongo que me lo merecía. Pensé que al estar sola sería libre, pero me di cuenta de que si no me controlo término hiriendo a las personas, y eso...no es para nada lo que quiero.
Eso llamó la atención del oji dorado.
— ¿Y qué es lo que quieres? — la pequeña sonrió con nostalgia mirando el resplandor de los dorados ojos.
—Quiero ser una persona normal, tener de vuelta una familia y...— dejó de hablar mientras de sus ojos se apagaba ese brillo.
— ¿y...?— insistió Hades volviendo la marcha sintiéndose más cerca de su objetivo.
— Quiero dejar de ser un monstruo— Esas palabras hicieron eco en la memoria de Hades, el cuento se repetía pero el ya estaba listo para enfrentarlo. —No eres un monstruo, ser diferente y peculiar no te hace uno— a lo lejos se vio un camino de piedra y sin evitarlo Hades acelero.
—Pero la sangre que mancha mis manos lo afirma, Hades, eso no cambiará ese hecho: soy una asesina, un experimento, una mezcla, un monstruo...
—No tenías opción, nadie la tenía. No mataste porque querías, lo hiciste porque la vida de tus familiares estaba en juego. Mataste porque te obligaron, te manchaste las manos por culpa de ellos, y es a solo a ellos que les debes tu rencor. — La pequeña sonrió cálidamente y algo en ella se removió, un pequeño impulso, un pequeño sueño, una cálida ilusión pasó por su mente. Como si leyeran sus pensamientos el carro paró ante una cabaña que no parecía del todo descuidada, con cuidado Hades se bajó y con él se llevó el inerte cuerpo de Raven. Detrás de ellos, muy cerca los seguía la pequeña con sus cristalinos ojitos llenos de curiosidad. Antes de entrar Hades se detuvo viéndola fijamente y con una cálida sonrisa dijo lo que hace pocos minutos ella se imaginaba.
—No puedo prometerte que tu familia volverá a la vida y estará contigo, porque eso no pasa y mentir no está en mis planes. Pero si te puedo prometer que a mientras estés a mi lado nada te faltara, Raven y yo te cuidaremos como nuestra hija. Con esto no quiero decir que seremos el reemplazo de tus verdaderos padres ya que ellos no tienen reemplazo ni comparación alguna, pero si te pido que me des una oportunidad— sus ojos se centraron repentinamente en Raven — No...Quiero que nos des una oportunidad de encargarnos de ti, de verte crecer, de criarte y sobre todo, de amarle Leanne.
—Quiero que seas mi hija...
La pequeña sonrió, pequeñas lágrimas de felicidad rondaban por su rostro. Asintió repetitivamente y con entusiasmo hacia Hades. —Y yo quiero que tú seas mi padre, que ambos lo sean.
—Entonces Leanne, ¿Qué tal si llevamos a tu madre a descansar?
De vuelta en la manada, Benjamín no dejaba de pensar en lo rápido en que su vida había dado un giro de 180 grados. Cambio que no le disgustaba, es más, podría decirse que le encantaba estar en ese momento abrazado a la chica que sin pensarlo se había convertido en su mate y su alma gemela.
Sin pensarlo la acercó más a su cuerpo sintiéndose a gusto y experimentando ese calor corporal que emanaba de ella y que él nunca tendría. Lejos de sentirse molesto por su naturaleza observo con detalle el angelical rostro, observo cómo sus espesas pestañas se batían levemente entre sueños, como su blanca piel tenía pequeñas manchas marrones por su nariz y pómulos, cómo su frágil cuerpo se aferraba al de él con posesión y cariño, como sus delicadas manos apretaban su torso y su mejilla se pegaba a su pectoral muy cerca de donde debería ir un corazón, pero en su lugar había un hueco vacío y muerto. También observó cómo sus labios carmines murmuraba en sueños su nombre una y otra vez, como si...temiera perderlo. La observó mientras dormía y se juró a sí mismo nunca apartarse de ella, nunca lastimarla y siempre hacerla feliz. Porque ahora ella era su mundo, su todo y por tan malvado que el destino resultase ser el nunca dejaría de quererla, el nunca...podría olvidarla.
Benjamín...
Murmuró la loba apegándose más al cuerpo del oji cromático.
Por un momento, Benjamín sonrió, por un momento, todo lo malo había desaparecido, por un momento, por más pequeño que fuera, decidió ser feliz. Por un momento, sus pensamientos fantasearon con una familia y una vida feliz, por un momento, Benjamín se vio así mismo como un humano y no como un monstruo, por un momento, todo aquello parecía ser posible.
Hasta que la burbuja se rompió.
Sin previo aviso un golpe en la nuca lo sacó de juego, todo quedó a oscuras y dejo de sentir. Lo último que vio fue cómo era llevado lejos de la cabaña, lejos de la chica que él amaba y lejos de su felicidad. En la neblina del shock no tardó en pensar, en lo cruel que resultaba ser el destino y la sucia jugada que le habían hecho. La felicidad era algo que en sus planes no estaba escrito, ¿y si nunca podía serlo?, ¿Cuándo sería ese momento?
Y aquí lo tienen, como dije...este es el último capítulo y wow nunca creí que me doleria tanto escribir este capítulo. No me maten, aun queda el Epílogo y bueno ya podríamos dar por finalizada esta historia. ¿La verdad? me enorgullece haber llegado hasta aquí, pero dejemos ese sentimentalismo para despues XD nos vemos para la próxima!!!
PD: Este es mi capítulo favorito, no me digan que Hades no es tierno. ¡Y Leanne!, ¡¡Dios esa niña es puro amor!!
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