Capítulo Veinte
En medio de todo el caos una joven de cabellera blanca y ojos violeta observaba todo con su mirada perdida. No entendía porque los guardias atacaban a todo ser viviente ¿Qué no les dolía? Al parecer ellos eran los causantes de su propia extinción y así todo cuadro para Raven. El virus, los muros, los Saitzans, el desprecio hacia ellos, todo fue mentira. Y ese pensamiento solo se hizo más fuerte cuando en medio de todo el caos vio a una loba de pelaje rubio arrastrar con cariño el cuerpo de Benjamín.
Tan pérdida en sus pensamientos se encontraba que no se dio cuenta de que miles de balas se dirigían a su cuerpo. El destello de la plata en diferentes lugares la hizo reaccionar, su cuerpo se movió ágilmente esquivando los proyectiles. A lo lejos vio el pelaje de Hades que saltaba los muros con rabia intentando alcanzar a los guardias. Una bala impacto contra el lobo negro haciendo enfadar más a aquel animal, que tras el impacto salto con más fuerza alcanzando el cuerpo de uno de los guardias que no tardo en ser devorado por sus fauces.
Y Hades no era el único furioso, repentinamente a Raven le hirvió la sangre de pensar en las monstruosidades que los humanos eran capaces de hacer ¿Hasta dónde llegaría su sed de poder? ¿Cuántas vidas se debían perder por una mentira?
Pero eso no duraría mucho, Raven estaba más que dispuesta en detener todo este caos. Se recordó aquella vez en la cuidad abandonada y el extraño libro que encontró, pese a los intentos de Benjamín por ocultarlo ella lo había encontrado y leído. Recordó en especial la última parte donde advertía de sus poderes. "El uso excesivo de estos poderes puede llegar a tomar la vida de su poseedor" pero hizo caso omiso a ese pensamiento que fue interrumpido por mas disparos.
Cuando el ser al que quieres es herido, el mundo para; el tiempo se detiene y todos los pensamientos buenos y malos dejan de existir. Solo estas en una constante burbuja que solo flota y flota, mientras que tu...te pierdes en ti mismo y olvidas quien eres.
Así pues, en el momento en que sus violetas ojos se enfocaron en el lobo de oscuro pelaje perteneciente a su amado, este era derribado. Su negruzco cuerpo impactaba contra el suelo levantando un poco de arena que no tardo en rodear el inmóvil cuerpo. Raven espero atónita, con las palabras hechas gritos que ansiosos esperaban salir, ella espero con la desesperación enmarcada en su rostro pero Hades nunca se levanto, nunca se movió.
Un aullido a su espalda y miles seguidos después de silencio. Raven volteo a ver a Benjamín pero este tampoco se movía, es más, la loba a su lado parecía llorar su perdida. Los lobos aullaron por la pérdida de su líder, al final, el también había caído como la mayoría de su especie. —¡¡Esto no puede estar pasando!!— pensó con miles de dagas en su corazón negándose a creer aquella ilusión hecha realidad.
Pero el hilo de la cordura ya se había roto hace mucho tiempo junto con la cadena que mantenía su razón y el tempestuoso cajón que guardaba su mas oscuro ser.
Poco a poco su cordura se perdió. Benjamín, Hades, y todas aquellas personas inocentes se hallaban muertas estrujando su corazón y dando rienda suelta a aquel poder prohibido. Oscuros pensamientos la embargos hasta que algo en ella se rompió. un pensamiento oscuro que atacaba sin piedad su blando corazón. De pronto su sangre burbujeó y sus pensamientos se reprodujeron de forma dolorosa en su mente.
— ¿A qué se debe ese suspiro? —Inquirió Benjamín dejando de lado su libro y mostrándome una sonrisa de blancos dientes. Sus colmillos resaltaban de entre tan perfecta dentadura dándole un toque más sombrío a su aniñada cara. — ¿Algún enamorado del que no me he enterado? — Se burlo enarcando una de sus cejas. Reí negando de su mala broma, separe mis ojos del cielo enfocándolos en su atento rostro. Reí fascinada viendo la extraña condición de sus ojos de dos colores: Uno azul y otro verde que parecían volverse más claros de día.
Benjamín, pensó Raven con dolor. Su amigo, su hermano, su todo. Recordó aquella promesa que le hizo, sus coloridos ojos en ella y su típica sonrisa.
—Yo voy a donde sea contigo Raven, así que no me olvides.
Asentí mirando sus orbes que brillaban de una manera extraña. Sonreí sujetando su mano con fuerza.
—Nunca Ben...Nunca.
Recordó aquella charla intensa que tuvieron a lo largo de la noche, donde tras varias palabras y sonrisas tristes se despidieron.
—Buenas noches copito
—Que descanses Ben.
Recordó la primera vez que se encontró con Hades, la emoción y el extraño aceleramiento de su corazón.
Poco a poco el extraño se despego de mi cuerpo con sus orbes dorados brillando, una extraña idea se le había ocurrido a aquel ser que, de inmediato se arrodillo mirándome a los ojos. Una pequeña sonrisa de dientes cerrados me cegó por completo, ahí, arrodillado mirándome como si fuese la única persona en el planeta y sujetando una de mis manos entre las suyas dejo que por primera vez su corazón hablara y me dijera aquellas palabras que no fueron más que gloria ante mis oídos:
—Un gusto conocerla señorita, mi nombre es Hades Walkade y desde ahora estoy a tus servicios.
Recordó aquella noche en la cabaña, donde las palabras escapaban sin siquiera pensarlo.
—Nunca podría arrepentirme de haberte conocido Raven— murmuro con su ronca voz llamándome por primera vez por mi nombre. —Yo también siento una extraña conexión hacia ti pero tengo miedo...Tengo miedo de que en cualquier momento te vayas, pero también tengo miedo de quererte.
—Entonces estamos jodidos —Balbucee aceptando con mi rostro sonrosado. Hades se volteo y yo hice lo mismo mirando sus preciosos ojos. Sonrió de medio lado depositando un cálido beso en mi frente.
—Definitivamente Raven, estamos jodidos.
Recordó aquella vez en la cascada, sus gemidos y las mariposas que Hades ocasionaba en su vientre, recordó las pocas palabras que se profesaron y entre tantas de ellas, unas muy valiosas.
—Te Amo Hades
—Hasta el infinito y más allá Raven, yo también te amo.
Raven recordó hasta perderse en su dolor, nada importaba, ya era tarde para ella. El cielo ocultó su verdadero color ante las repentinas nubes grises que lo tapaban, una tormenta se acercaba con peligro a los muros y en este caso a una desamparada Raven. Sus rodillas cayeron de lleno contra el suelo cuando la primera gota de lluvia cayó seguida de otras miles más. La tormenta había empezado y no faltaba mucho para que el caos también lo hiciera.
Raven llevo las manos a su pecho, justo donde su corazón emitía sus últimos latidos. El aire le faltaba sin embrago seguía viviendo, no le importaba, nada le importaba, ella ya no sentía nada, no podía sentir nada.
Y cuando el primer rayo de luz salió dirigido a la tierra donde impacto con fuerza haciendo resonar su presencia. Otro, y otro, y otro, le seguían cayendo sobre la mojada tierra, peligrosamente cerca del cuerpo de Raven. Todos los soldados en los muros se cubrieron de la lluvia y de sus amigos los rayos para no morir, observando como en toda la oscuridad que los rodeaba unos violetas ojos destellaban con furia. Temieron cuando esos ojos fueron acompañados de una escalofriante sonrisa que dejaba ver sus afilados colmillos, Raven rió presa de su dolor, una risa seca y algo ronca que arranco uno que otro erizamiento de piel. Los soldados alzaron sus armas ante la nueva amenaza dispuestos a acabar con la joven de violáceos ojos. Qué pena por ellos, se lamentaba con falsa tristeza Raven antes de lanzar un grito que dejo a todos con la piel de gallina.
Todo a su alrededor se detuvo, solo era ella y su dolor. Solo era ella y el nuevo ser que se apoderaba de su cuerpo.
La tormenta había empezado, y el caos poco a poco consumía su ser, de no ser por el brillo que perdieron sus ojos al iniciar la tormenta...
la sangre nunca se hubiese derramado y el alma de Raven nunca se habría perdido.
Y ahora en cuando vamos preparando los pañuelos...
PD: Esto dolerá pero... ¿Pueden creer que ya estamos cerca del final?
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