Capítulo 38
Él es el centro de atención luego de hacer revelado su verdadera identidad, por lo que, tanto como Ángelo y Julián, reconocen al hombre como aquel que los había atacado y desaparecido de la nada.
—Saludos, señor del rayo y los electrodomésticos —dice al dirigirse al rizado. Este mantiene la boca entreabierta mientras intenta procesar lo que está pasando.
—¿Lo conoces? —lo cuestiona Torres al mirar al muchacho. Julián continúa en shock, por eso Ángelo responde; diciéndoles que él fue el que había atacado a su padre hace unas semanas.
—Si, p-pero no peleen con él —agrega el rizado tras tragar saliva. Sin embargo, al acabar de decir esto, el verdadero Romeo se lanza hacia el imitador. Primero ataca lanzando puntiagudos trozos de metal hacia su objetivo, aunque el otro responde con una fuerte ráfaga de viento que obliga a cambiar la dirección de los mismos. Romeo patea con todas sus fuerzas cuando elimina la distancia entre ambos, por un momento piensa que lo ha golpeado con éxito. Pero nota que lo detuvo sólo con una mano.
—Violento de mierda —murmura el moreno y aprieta su agarre, produciéndole un insoportable dolor. Romeo pierde el equilibrio y acaba tendido en el suelo, completamente desecho.
—¡No! —exclama Julián, llamando la atención del hombros de la capa.
—¿Opama? Pero si no le hice nada —dice al ver a su atacante sin conciencia en el suelo. Entonces gira hacia los demás presentes, notando que está rodeado por personas armadas—. Me disculpo. Él ya estaba herido, necesita atención médica —indica mientras levanta las manos.
—No te muevas —le ordenan. Poco a poco comienzan a acercarse a él, por lo que baja los brazos lentamente.
—Nos volveremos a encontrar, en algún momento —se despide. El hombre baja sus manos lentamente mientras sonríe para sus adentros. Entonces una fuerte ventisca levanta la tierra del suelo, creando una cortina de humo en instantes. Para finalmente detenerse unos minutos después, y el hombre de la capa nuevamente desaparece.
Todos quedan atónitos, incluso comienzan a sospechar de sus propios compañeros. Pero Torres les ordena que se calmen y que los heridos son prioridad. Además le pide a los jóvenes que vuelvan con el resto de su infantería. Julián asiente y toma de la ropa a los demás para llevarlos de regreso a la enfermería, sin embargo se topan con Brayan en los pasillos.
—Como necesitan las camillas nos mandaron a nuestras habitaciones, por eso los buscaba —comenta el castaño—. ¿Y esas caras?
—Vimos un muerto —responde Ángelo, ya que los demás no se atreven a hablar.
—¿Q-Quién murió?
—No importa, era un asesino —agrega para luego ir hacia la habitación, sin embargo los demás lo siguen impulsados por la curiosidad y la necesidad de entender lo que vieron. Acabando persiguiendo al morocho hasta la habitación y rodeándolo como si te tratara de un interrogatorio.
—¿Qué pasó allá? ¿Cómo sabes tanto? —cuestiona Brayan mientras ve a Ángelo sentarse en su cama como si nada pasara.
—Romeo apareció con un cuerpo, el de un asesino que mató a casi toda su infantería hace tiempo.
—Por eso estaba en el salón de honor —comenta Simón pensativo—. ¿Quién te dijo sobre el asesino?
—Nadie —murmura, pero el castaño niega mientras se cruza de brazos.
—Fue tu papá.
—No, Romeo me lo dijo. Además revisé Registros y todo estaba ahí —responde, alzando un poco la voz.
—Pero-
—Quería saber por qué mi viejo está tan ocupado últimamente —interrumpe a Brayan para luego arrojarse sobre la cama, si antes estaba cansado, ahora lo está mucho más luego del golpe que recibió.
—¿Cómo? No entiendo... ¿Romeo mató a alguien? —cuestiona Isabella—. Está prohibido hacer eso, además no puedo creerlo. Romeo es una buena persona.
—No estoy muy seguro ahora, resulta que el Romeo que estuvo con nosotros era un imitador —agrega Ángelo desde su lugar.
—El señor de las aves, estuvo con nosotros todo este tiempo —dice Julián luego de salir del shock. Él necesitaba un momento para entender lo que había pasado. Todo fue muy rápido.
—¿Quién? —pregunta Mía inocentemente.
—El maldito Pombero, es él... Aunque no se parezca al de la leyenda.
—A ver, tiempo, dicen que hay dos Romeos. ¿Uno mató a alguien y el otro es el Pombero? —dice Simón, frenando la discusión sobre la identidad del hombre de la capa.
—Si, el verdadero es el que mató al asesino —indica Valentina—. Nos mostró la cicatriz de su cuello, la que se hizo en nuestro bautismo de fuego.
—El imitador no tenía ninguna cicatriz —agrega Julián, preguntándose cómo pudo ser tan ciego y no haber notado eso mucho antes.
—¿Qué van a hacer los grandes? —Brayan no puede ocultar sus nervios y comienza a caminar de un lado al otro de la habitación.
—Están buscando al imitador y supongo que ayudarán a Romeo —murmura Valentina—. Pero nunca había visto tan asustado a papá —agrega para sus adentros.
—El Pombero es peligroso según la leyenda, todos la conocen y má siempre la contaba, digo, mamá nos la contaba —habla Francisco, quien había guardado silencio hasta ahora—. ¿Ya lo habías visto antes? —le pregunta a Julián.
—Ja, peleamos con él. De milagro seguimos vivos, ¿no Ángelo? —comenta Delfina mientras sonríe nerviosa, en su momento tuvo miedo pero no dudó en regresar para ayudar a Julián, aunque ella y su hermano no hicieron mucho—. ¿Ángelo?
El morocho no responde ya que está profundamente dormido, haciendo reír a Catalina, sin embargo hace una mueca al notar algo.
—¿Cómo fue a Registros? De noche todo está cerrado —murmura pensativa—. ¿Sus padres le dan llaves? —cuestiona mirando a Valentina. La rubia niega rápidamente, diciendo que su padre nunca le confiaría algo tan importante, no por desconfianza, sino por seguridad. Además duda que Ángelo tenga tal acceso a esa información de manera legal.
—La oveja negra, y yo que pensaba que era Simón —comenta Brayan soltando una risa al ver la expresión del nombrado—. Eres mala influencia.
—Habló el Brayan, jaja, seguro le contagiaste lo delincuente —responde el de ojos azules en un tono hostil.
—¡¿Que yo qué?!
—A ver si paran ustedes dos —dice Valentina al ponerse de pie—. Parece que todo se calmó, voy a hablar con papá ahora.
—Te acompaño —dice Brayan mientras sigue a la rubia a los pasillos.
—¿Por qué tan agresivo? Lo decía en broma. —Isabella regaña a Simón, pero él sólo responde que Brayan empezó, esto hace que quiera tocarlo y provocarle un fuerte escalofrío, sin embargo sabe que él es inmune al frío. Por esto no le molesta estar muy cerca de ella.
—¡Che, estás tocando mi calzón! —exclama Simón al notar que la rubia estaba apoyada sobre su mesa de noche, donde dejó su ropa interior en la mañana. Isabella se espanta y se aleja de la mesita haciendo una mueca, además dejó toda la ropa cubierta de escarchas.
—Oh, no quise... m-mejor me voy al cuarto de chicas —dice mientras camina a la salida, además toma a Mía de su ropa para llevársela consigo.
—Ah si, no deberíamos estar en la habitación de chicos —dice Delfina y es quien toma a Catalina de los brazos—. Contrólate un poco mujer —murmura en voz baja una vez que salen de la habitación.
—Trato —responde la pelirroja soltando un suspiro.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top