Capítulo 37

El morocho se encuentra igual que confundido que el resto de su infantería, debido al miedo, corre por los pasillos en busca de ayuda o algún adulto. Ángelo se detiene cuando necesita recuperar energía y alcanza a ver a alguien correr también, por lo que lo sigue, sin embargo ambos terminan ante una pared.

—¡¿Dónde está la salida?! —El sujeto gira y lo mira con el ceño fruncido.

—¿La salida?

—Si no me lo dices voy a lastimarte —murmura mientras da unos pasos hacia adelante. Ángelo comprende de inmediato que ese tipo es el intruso, por lo que comienza a retroceder.

—No hace f-falta, es p-por a-a-allá —responde rápidamente al mismo tiempo que siente el sudor frío bajar por su espalda.

—¿Me vas a dejar ir? Pero estabas persiguiéndome —cuestiona al ver el sospechoso comportamiento del joven soldado—. ¿Es una trampa?

—¡¿En serio Barba?! Primero un pibe loco nos ataca de la nada y ahora esto —habla en voz alta, entonces se pega a la pared cuando el hombre se le acerca más.

—Estás temblando, ¿qué clase de soldado eres? —escupe el mayor mientras Ángelo aprieta los labios y baja la mirada—. Infantería 1-C... con razón, formas parte de los inútiles —comenta la ver la insignia de su uniforme.

—Ya lo sé, no sirvo para nada —responde de forma brusca—. Quiero ser más fuerte pero nada, ¡nada me sale bien!

El hombre ladea la cabeza mientras sonríe, pues le recuerda al chico del 1-A, quien también estaba desesperado por incrementar sus poderes. Entonces revuelve la bolsa que lleva consigo y toma una muestra, sabe que son muy valiosas, pero valdrá la pena tener otro aliado al cual manipular.

—En ese caso puedo ayudarte —murmura cuando le enseña la pequeña botella de vidrio en su mano. El contenido de la misma es una sustancia de un color oscuro, parecido a la sangre—. ¿Te interesa tener más poder?

—Si, ¿qué es eso? —contesta mientras indica la muestra—. ¿Veneno?

—No pelotudo, esto incrementa mil veces los poderes de cualquiera que lo utilice.

—Eso es lo que le inyectaron a Delfina y a Kevin —se dice en sus pensamientos, entonces sonríe hacia el hombre—. Al fin... estuve toda la noche buscando información sobre esa cosa.

—¿En serio? Bueno, acá la tienes. Pero a cambio deberás servirnos o te asesinaremos —le dice el mayor. Este juega con la botellita mientras Ángelo se arma de valor y se acerca.

—La quiero —acepta cuando extiende su mano hacia él.

—¿Seguro? Dejarás tod-

—Ya dije que si, dámela —insiste el morocho, mientras en sus pensamientos imagina todo lo que podrá hacer con sus nuevos poderes. Pero, en eso, el hombre levanta ambas cejas en una expresión de asombro y se aleja de él rápidamente—. ¿Que?

—Diego Vega... por eso me parecías muy conocido. ¡Era una trampa! —Ángelo hace una mueca ante sus palabras y recibe un doloroso golpe en el estómago que lo deja sin aliento. Cae al suelo mientras se retuerce, entonces levanta la mirada como puede—. Una vez que tuvieras esto te hubieras revelado y serías imparable, suerte para la próxima —comenta el hombre para luego marcharse.

Ángelo niega una y otra vez mientras intenta ponerse de pie, el dolor late en su estómago y quema, además se le dificulta respirar. Pero nada de eso se compara a su frustración, estaba tan cerca que no puede creer que ese sujeto se hubiera arrepentido al último momento. Gruñe cuando tropieza y golpea el piso con sus puños, repitiéndose; tan cerca, tan cerca, hasta que escucha a alguien acercarse.

Catalina lo ve en el suelo, por lo que se acerca para revisarlo. Ella tiene pequeños rasguños, uniforme roto, el cabello revuelto y lleno de tierra, aun así se toma el tiempo de ayudarlo en lugar de ir a la enfermería. Él se maldice en pensamientos antes de ponerse de pie, ella se apresura a sostenerlo de la cintura, pero toca su vientre.

—Ahh, no toques —le pide al sostenerle la mano—. P-Puedo caminar solo.

—Debes tener hemorragias internas o-

—Fue un golpe, nada más —la interrumpe—. Me topé con uno de los intrusos y bueno... tú te ves más lastimada. Vamos a la enfermería —propone mientras la toma de la mano nuevamente para llevársela. Él respira hondo disimuladamente para ignorar el dolor de su estómago, ya que Catalina también está lastimada y no se está quejando por nada.

Al llegar ven a una gran cantidad de heridos siendo atendidos por las enfermeras y enfermeros, quieres corren de un lado al otro para asistir a todos. Allí encuentran a los demás, acompañando a Isabella y a Simón. Julián no para de decir lo fantástico que fue, ellos tres contraatacando el poderoso Sol de Guerra. Incluso le puso un nombre al ataque que sus compañeros hicieron, nombrándolo como Eco de los Andes.

—Tengo que hacer un dibujo ya, fue muy zarpado, la formación que tomaron y-

—¡No es el momento! —Brayan alza la voz, dejando inmóvil al rizado—. Francisco casi muere... Isabella y Simón todavía no despiertan. Pará un poco.

Luego de que la alerta se detuviera, dando el aviso que el peligro ya pasó, muchos de los soldados dejan la enfermería para reencontrarse con sus compañeros y superiores. Esta era la primera vez que el enemigo había dado un ataque sorpresivo de tal magnitud. Ahora Daniel es el centro de atención, pero mantiene su mirada seria y una actitud distante.

—D-Despacio —susurra el morocho mientras limpian con algodón y alcohol la herida de su cabeza. Al menos la pastilla que tomó para el dolor hizo efecto rápidamente.

—¿Qué pasó allá? —cuestiona Romeo cuando se cruza de brazos ante Daniel. Él continúa en silencio, por lo que el mayor lo sujeta de su ropa y lo fija a la cama—. Esto es muy serio y no tengo mucha paciencia.

Daniel se agita por el susto y trata de aflojar el agarre de Romeo, el resto mira la escena entre asustados y sorprendidos. El muchacho le dice que dirá todo lo que sabe, entonces el otro lo suelta lentamente.

—Luciano estaba raro los últimos días y luego apareció con esas personas. Dijeron que eran una asociación formada para servir a originales y que los estaban buscando por todo el país. Resulta que Alicia es una de los Originales, una de las primeras personas que tuvieron poderes gracias a los experimentos.

—Es imposible, entonces tendría cientos de años de edad —cuestiona el castaño. Pero el joven niega y continúa.

—Su poder le da invulnerabilidad a todo, Alicia... prácticamente es inmortal. —Daniel baja la mirada mientras Romeo y la infantería se miran entre sí, algo como esto no sucede todos los días—. Estoy seguro que querrán hacer más experimentos con ella, sino esa organización nunca la habría secuestrado. Tampoco sé que le hicieron a Luciano, su habilidad ahora me asusta. Pero yo debo recuperar a ambos o nunca me lo perdonaría.

—¿Puedo ir? —pregunta Julián mientras sus ojos brillan.

—Ustedes son demasiado débiles, estorbarían.

—Perdón, ¿dijiste recuperar al pelotudo que nos atacó? ¡¿Qué te fumaste?! —exclama Simón quien volvió en sí hace unos minutos—. Si no hubiéramos respondido, toda la base hubiera sido destruida por él.

—Ya sé, pero... debe estar siendo controlado. Lo conozco —murmura al bajar la mirada a sus manos.

—No puedes hacer nada, esto parecer ser más grande de lo que piensas —comenta Romeo—. Los superiores sabrán que hacer, tiempos oscuros se acercan, lo presiento.

—Okey... ¿Desde cuándo eres tan... espiritual? —le pregunta Valentina, quien lo había conocido mucho antes que los demás por su padre. Él simplemente le dice que no se preocupe, además sonríe al ver a Torres entran rápidamente al lugar. El hombre mira a su alrededor agitado y lo primero que hace es acercarse a la rubia y darle un abrazo. Cosa que incomoda bastante a Valentina, entonces se aparta dándole una sonrisa nerviosa.

—Estás bien, todos ustedes —habla al mirar a cada uno. Luego se acerca a Francisco, quien ya ha recobrado un poco el color de sus labios y mejillas—. ¿Cómo te sientes Bravo?

—Mejor, ya puedo sentir mis brazos y piernas —responde mientras mueve los dedos.

—Más te vale. Pensé que ibas a atajar el frío con agua caliente, no sé. Pero casi te hacemos mierda —comenta Simón al mismo tiempo que se encarga de colocar muchas mantas sobre el rubio.

Mientras los chicos discuten, Torres se acerca a Romeo para decirle que la cosa fue bastante seria, cuando supieron que había intrusos ya era demasiado tarde. Causaron muchos destrozos, aunque eso no se compara con los cientos de heridos y la chica que fue secuestrada. Incluso él sufre un insoportable dolor en su pierna lesionada, debido a que usó su habilidad para ayudar a sus colegas. Cuando el dolor y el agotamiento lo vencen, se deja caer a la cama más cercana y frota sus músculos para relajarse. Romeo ve todo esto en silencio, entonces le toca el hombro para llamar su atención y decirle que es una maravillosa persona.

Por supuesto toma por sorpresa al mayor, quien hace una mueca, pero de todos modos acepta el cumplido.

—¡Torres, Ruidíaz está...! —Rey entra corriendo a la enfermería, sólo para detenerse y mirar atónita al castaño.

—¿Qué pasa conmigo? —pregunta en un tono curioso. La mujer traga saliva para luego mirar a su par, él se sorprende por la expresión de terror de ella, por lo que se pone de pie y la acompaña junto con Romeo. Los curiosos de la infantería 1-C también los siguen, siendo liderados por Ángelo y Valentina.

Todos ellos caminan a paso veloz hacia la salida, la cual se encuentra en ruinas y llamas. Pero nada más aterrador que la imagen ente sus ojos, pues Romeo se encuentra sosteniendo un cadáver semi destrozado sobre su espalda.

—Lo logré señor Torres, es lo que queda de El caníbal —dice mientras una sonrisa aparece en su rostro, por fin puede dejar el pesado cuerpo en el suelo, aunque ya toda la sangre oscura haya empapado su uniforme—. Lo hice, estuve tras él las últimas semanas y... —él se corta cuando sus ojos hacen contacto con los del otro castaño. Al principio cree que se trata de una ilusión por el enorme esfuerzo que ha hecho para capturar a dicho asesino. Pero la figura idéntica a él no desaparece.

—No se alteren, por favor —dice el que los acompañaba mientras se aleja unos pasos del grupo.

—¡¿Me cambiaron por otro Romeo?! —exclama el que está cubierto de sangre. Torres no sabe qué pensar, es una gran mezcla de emociones y sentimientos—. No entiendo... ¿Cómo pudieron confundirse? —murmura al ponerse de pie, entonces baja un poco el cuello de su uniforme deshecho para enseñarles a todos los presentes la cicatriz que recibió en el bautismo de fuego de la infantería.

Todas las miradas se dirigen al otro en ese momento, este se mantiene en silencio hasta que por fin lo acepta. No soy quien creen, dice en voz alta. De repente debe esquivar un trozo de metal puntiagudo que voló hacia él. Lo hace con facilidad y el mismo termina enterrado en la pared a sus espaldas.

—Es una lástima, comenzaban a agradarme —confiesa para luego cerrar los ojos. En ese instante su apariencia cambia, su cabello se vuelve negro al igual que el tono de sus ojos, una cicatriz aparece en su ceja derecha y una capa de plumas le cubre ahora los hombros.

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