Capítulo 36

Ángelo suelta un largo bostezo mientras recuesta su cabeza sobre su mesa, está muy cansado e intenta mantenerse despierto al tiempo que escucha a sus compañeros dar su opinión del rescate que presenciaron. Julián hizo dibujos de esas personas al estilo de un cómic con la ayuda de Francisco y ambos explicaron lo genial que fue ver a esos héroes en acción, además les colocaron nombres de superhéroes. Un trabajo similar fue realizado por Mía, aunque ella le dio más importancia a la participación de la policía al igual que Isabella, después de todo ellos planearon el rescate y le indicaron a los civiles qué hacer.

Brayan, por su parte, explicó que ya había visto algo parecido antes en su barrio. Pero las personas se ayudaban para construir casas, mantener las calles de tierra libre de pozos y también habló del caso de una señora mayor que abrió un comedor en su casa. Como esta señora tiene el poder de multiplicar cosas, le da de comer a los chicos de la zona todos los días sin falta.

—¿Multiplica comida? —pregunta Rey con curiosidad.

—Si, un ejemplo: de un litro de chocolatada puede hacer cinco o diez —le explica, sacándole una sonrisa a la mujer.

—Muy bien, es muy interesante lo que hicieron. ¿Me falta alguien? —Ella mira a la clase rápidamente y de inmediato nota al morocho dormido—. Vega.

—Te hablan —murmura Julián mientras lo sacude un poco, luego se aleja para no darle una descarga accidental.

—¿Eh? ¿Qué p-pasa? —balbucea en respuesta al levantar el rostro de la mesa, la cual dejó su mejilla muy roja.

—¿Escribiste algo de lo que viste?

—No... Me olvidé. —Niega con pereza para luego bostezar.

—Quiero que lo hagas ahora y me lo enseñes al terminar, ¿okey? —Rey se cruza de brazos y Ángelo sólo asiente mientras abre su cuadernillo.

En eso ella comienza a explicarles sobre la formación del ejército, de las tareas que realiza una infantería, el número de personas que la conforman y también el sentido de pertenencia. Comienza diciendo que el ejército está estructurado por medios. Los cuales son: Armas, Servicios, Tropas técnicas y operaciones especiales. Las infanterías forma parte de las Armas, los primeros en acudir cuando hay alguna emergencia que, por lo general, son desastres naturales. Aunque también suelen lidiar con delincuentes de todo tipo que la policía o las otras fuerzas no puedan manejar.

—Para buscar el inicio de las primeras infanterías deben remontarse al siglo dieciséis, al momento de la colonización, las primeras infanterías españolas tocaron tierra —explica y hace una pausa para mirar la puerta. Los demás copian su acción, esperando que Torres llegue ya que siempre la interrumpe para llevárselos a entrenar, incluso Valentina ya se está levantando de la silla. Sin embargo nada parece ocurrir.

—Que raro, papá es muy puntual —comenta la rubia mientras regresa a su lugar.

En ese momento Romeo es quien abre la puerta con demasiada energía, tanta que azota la puerta contra la pared. Todos dan un pequeño salto por el susto, entonces Rey se cruza de brazos.

—¿Qué tienes? ¿Por qué...?

—Dijeron que hay un intruso, hay una alerta —Romeo se tropieza con sus propias palabras mientras se hace a un lado, ya que Rey, al oír la palabra "intruso", sale rápidamente del salón. Los jóvenes soldados quedan sorprendidos, pero también curiosos al respecto de lo que está pasando.

—Es el Pombero —dice Julián al levantarse.

—¡¿Qué?! —exclama Romeo.

—Es una leyenda, no existe —comenta Simón despreocupado, aunque nota que tanto Francisco y Delfina se encuentran temblando.

—Yo peleé contra él, además dijo que nos mantendría vigilados. Seguro regresó —les explica el rizado.

—No, eh... dijeron que hay un intruso porque la persona encargada de registros notó que alguien entró en el lugar y revolvió todos los archivos —les explica con calma.

—¿Revolvió? —repite Ángelo una vez despabilado.

—La conozco, la señora es muy metódica y perfeccionista —comenta Valentina—. Si tocas algo, por más que lo coloques en su lugar, ella sabe que alguien revisó sus cosas. Por eso es la encargada de algo tan importante.

Ángelo se remueve en su asiento, no se topó con nadie al regresar a la habitación, además si supieran que fue él, porqué no vinieron a buscarlo. Un poco más calmado, suelta un pequeño bostezo mientras se ordena no levantar ninguna sospecha. No se arrepiente de haber entrado en Registros, porque incluso supo muchas más cosas sobre su padre allí que hablando con él todos estos años. Pero, después de todo, no encontró lo que buscaba.

—¿Por qué tan cansado? —Simón casi hace que caiga de su silla, aunque el morocho se ordena mantener la calma.

—Por nada.

—¿Seguro? Parece que estuviste despierto toda la noche. —Como siempre Simón sabe perfectamente dónde atacar, obligando a Ángelo mirar a un lado en busca de alguna respuesta, entonces él se topa con los ojos de Catalina.

—¿De qué hablan? —interfiere Julián y mueve su silla hacia los otros dos. Tal vez estaba aburrido porque Romeo les dijo que se quedarían en el salón hasta que la alerta termine.

—Angelito está haciendo algo raro, ¿no te parece?

—Si... tiene ojeras —indica el rizado.

—Me estaba haciendo la paja toda la noche —susurra en su defensa, yendo directo con la verdad, al menos parte de ella. Julián hace una mueca para luego estallar en una risa ruidosa, por otro lado Simón hace una mueca y sonríe.

—No te creo. Habla —insiste el castaño, dándole una mirada fija y autoritaria.

—E-Es... ah —Ángelo divaga a propósito, ya ve que ni diciendo la verdad convencerá a Simón.

—La rojita —murmura Julián mientras codea a Simón. Entonces ambos miran a su amigo en silencio por un momento, quién mantiene el contacto visual. Pero termina volteando cuando la pelirroja le toca el hombro. Ángelo parpadea rápidamente y ladea la cabeza mientras le pregunta; necesitas algo, en un tono de voz muy bajo.

—Isabella y yo vamos a hacer el nuevo trabajo en grupo, ¿ya tienes grupo?

—No —responde sin siquiera saber de qué trabajo está hablando.

—¡¿Y nosotros qué?! —exclama Simón.

—¿Ustedes que? —pregunta inclinándose hacia atrás, alejándose un poco de los gritos de este—. Si, puedo hacer el trabajo con ustedes —ahora se dirige a Catalina.

—Bueno —ella chilla para luego regresar con las chicas a un paso veloz, además casi tropieza con una silla.

—¿Qué? Este tiene todo servido —se queja Simón mientras levanta los brazos. El castaño frunce el ceño al cruzarse de brazos y entonces ríe—. Ya, hablando en serio, si te gusta debes tener cuidado. Puede que se acerque por interés.

—¿Interés? —cuestiona Julián.

—Tenía una novia, la primera. Pero resultó que fue contratada por mi papá, él quería que tengamos hijos y todo para ver el resultado de nuestros poderes combinados, ella quería plata y aceptó —les explica en voz baja—. Si, así de enfermo está.

—Que turbio —murmura el rizado y siente un escalofrío recorrer su espalda.

—No tenemos dólares como tu familia —comenta Ángelo al recostarse por el respaldo de su silla.

—Pero eres un Vega. —Simón juega con su regla, doblándola una y otra vez hasta golpea al morocho en la frente—. Hay que investigarla.

—Poner a prueba nuestras habilidades de infiltración y recolección de información —agrega Julián—. Yo sí me prendo.

—Hagan lo que quieran. —Ángelo sube y baja los hombros para luego mirar a la puerta. Ya han pasado varios minutos desde la alerta y piensa que tal vez debería hablar de lo que hizo, de lo contrario estarán allí durante horas.

Él levanta la mano para hablar, sin embargo un fuerte estruendo ensordece a todos los presentes, Ángelo se levanta del suelo como puede y ve una extraña bola de fuego que destrozó el escritorio de Rey. Aunque las pequeñas llamas se apagan rápidamente y todos ven a Daniel, un soldado del 1-A, desenvolver las telas de su alrededor que lo protegieron. Él maldice mientras sostiene su brazo y mira el destrozo que provocó en el techo.

—¡Que palo se dio! —exclama Brayan cuando se acerca a ayudarlo junto con Valentina.

—Luciano nos traicionó —murmura Daniel—. Quiere llevarse a Alicia.

—¿Qué?

—¡Estamos bajo ataque! —Desesperado sacude a Brayan y oyen unas explosiones cercanas—. Tengo que salvarla.

—Estás herido, no. —Romeo lo detiene al tomar su brazo. Pero el joven se libera de un brusco movimiento y casi pierde el equilibrio.

—Soy el líder de la infantería 1-A, es mi deber protegerlos. No perdonaré a Luciano por lo que hizo —dice entre dientes al abrir la puerta. Sin embargo Romeo toma esta vez una de las telas de su espalda y lo envuelve con esta, dejando al muchacho completamente inmóvil—. ¡Suéltame! Debo ir.

—Todos los de este salón están bajo mi cuidado, incluyéndote ahora —responde el mayor.

—¿Qué está pasando? Podemos ayudar —habla Julián al ver la desesperación de Daniel. Entonces la pared es destrozada por otra explosión, donde Ángelo es golpeado por los pequeños escombros que provocan sangrados en su mejilla y brazos.

Desde el derrumbe ven como un joven se asoma, pisando los trozos de pared mientras unas llamas flamean sobre sus hombros y frente. Este ríe al ver a Daniel maniatado por sus propias armas y luego mira al resto.

—¿Le pides ayuda a 1-C? Que bajo caíste —comenta en un tono burlón.

—¡Esto es entre tú y yo! —responde el otro, dando movimientos bruscos para intentar liberarse.

—Alicia se irá con nosotros, no pertenecemos a este lugar y lo sabes —murmura el de fuego mientras comienza a elevarse un poco del suelo. Las llamas comenzaron a crecer y se concentran en una gran esfera frente a él.

—¿E-Es... es un...? —Julián queda sin aliento. Al mismo tiempo que el miedo se apodera de los presentes, también la sorpresa lo hace, haciendo que su cuerpo tiemble al ver que la gran esfera ya estaban completamente formada.

—¡Sol de guerra! —grita Luciano antes de lanzar el poderoso ataque. Romeo reacciona y les ordena a todos huir, sin embargo Simón se detiene y, dándole un grito a Francisco y a Isabella, hace que ambos se acerquen a él.

El castaño apoya una rodilla en el suelo y los otros dos colocan una mano en cada uno de sus hombros, entonces una gran cantidad de hielo se crea. Un gigantesco témpano puntiagudo que va al encuentro de era bola de fuego. Todo alrededor de los soldados comienza a congelarse rápidamente, por lo que los demás salen del salón para evitar ser afectados.

Cuando ambos poderes chocan se produce otra explosión, una mucho más grande que dispersa trozos de hielo por los alrededores. El ambiente sufre cambios entre cálido y frío, además una sorpresiva lluvia tibia también se hace presente.

—¡Francisco! ¡Va a morir congelado, hay que...! —Los presentes quedan sorprendidos al ver que el rubio se encuentra sobre el hombro de Romeo. Francisco tiembla, su cuerpo está helado y no puede moverse.

—Denle calor —ordena el mayor al dejar al muchacho con sus compañeros, quienes lo abrazaron de inmediato. Él regresa al lugar del impacto, encontrando a Simón y a Isabella inconscientes entre todo ese frío cristal. Entonces algo llamó su atención en ese momento y ve a Luciano alejarse, llevándose a una chica dormida en sus brazos. 

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