Capítulo 15
Por ahora el entrenamiento de Ángelo se basa en ejercicios simples que pueda realizar con piezas de metal pequeñas y también teoría sobre la historia de las habilidades. Hoy debe presentar información sobre su árbol genealógico ante Romeo, quién es el mediador entre la familia Vega y su superior.
—Buenos días. —El joven le sonríe a todos los presentes y luego se dirige a Ángelo—. Yo veré la presentación y después le enviaré la calificación a Rey.
—Bueno —responde, dudando de sus propias palabras. Los dueños de casa proponen pasar a la sala para estar más cómodos, además Romeo tuvo que aceptar una taza de café.
—Puedes empezar —le indica al morocho, quien está de pie frente a ellos. Sus padres lo alientan desde el sillón en silencio.
—Okey... la familia Vega proviene de una mezcla de españoles y nativos. Creemos que los primeros integrantes no tenían poderes hasta que, en algún momento, las habilidades aparecieron. El poder que nos caracteriza es la fuerza, mi bisabuela Ignacia fue apodada como la mujer más fuerte del mundo. Hay otras habilidades, pero la fuerza predomina por sobre éstas.
—Viene la mejor parte —comenta la abuela de Ángelo y él lucha contra la vergüenza.
—Mis abuelos, que están presente, son Adriano y Luna. Están casados hace 30 años, él es fuerte y ella puede hablar con los animales.
—Ya no tan fuerte —comenta el hombre haciendo reír a su esposa.
—Ambos tuvieron un hijo, mi papá. Él es conocido por su habilidad, aunque pocos saben que también puede entenderse con los animales. No al nivel que mi abuela pero lo hace —Ángelo continúa con la explicación—. Mi mamá es Milagros, tiene la habilidad elemental de tierra y también controla el metal. Por último estoy yo, no soy fuerte ya que heredé parte del poder de ella. —Él acaba con la explicación y mira a Romeo, quien termina de escribir algo en su libreta de mano.
—¿Es todo? Olvidaste a tus abuelos maternos —indica el castaño.
—No los olvidó —responde Milagros—. No los conocí.
—Oh, no lo sabía. Disculpen. —Romeo aclara su garganta y luego se pone de pie—. El objetivo del trabajo es que aprendas el cambio que los poderes sufren con el paso de generación. En tu familia no es muy marcado, pero seguramente notaste como la habilidad elemental de tierra se transfirió contigo —le explica mientras Ángelo sólo asiente una y otra vez.
—¿Aprobó? —preguntan los abuelos del morocho.
—Si, el examen en sí no lleva nota. Pero él pudo alcanzar el objetivo, bien hecho —responde para luego despedirse de la familia Vega. Una vez en su auto, conduce hacia la base para entregar las observaciones que hizo a la presentación de Ángelo.
Al llegar encuentra a Rey en plena clase, mientras un muchacho pasa al frente para exponer. Se trata de Francisco, él que pega unas fotos directamente en la pizarra y luego escribe los nombres de los antepasados de su madre, ya que no conoce a mucho de su padre. Sólo sabe algunas cosas de él y tiene su foto.
—Ammm, desde el comienzo habían poderes en la familia. El control de agua era limitado y lo usaban exclusivamente para el cultivo de la tierra. A excepción de mi padre, él-
—A nadie le importa —lo interrumpe Simón. Ahora siendo el centro de atención.
—Vamos a escuchar. —Ella le pide a Francisco continuar.
—Mi padre tiene la habilidad de crear hielo tomando el agua del aire. Los poderes de mis padres se combinaron y dieron resultado en los míos. —Lo que todos creían que sería una larga y aburrida exposición, termina siendo una muy breve explicación.
—Bien, ¿quién sigue?
Delfina se pone de pie con un afiche en su mano derecha. Ella camina hasta la pizarra y coloca el papel en esta. Dejando a la vista unos dibujos muy realistas de su familia, son retratos hechos a lápiz.
—Ammm, Y-Yo...
Isabella ahoga un grito al ver que un gigantesco animal ingresa al salón, Romeo tuvo que hacerse aun lado para dejarlo pasar . Todos se notan un poco nerviosos y asustados, pero permanecen en sus asientos. Kevin, por su parte los ignora y sólo golpea a Delfina suavemente con su cola para alejarla del afiche. Luego rasga una parte, dejando solamente el retrato de ambos. Luego se marcha tan rápido como llegó, dejando un silencio incómodo en el lugar.
—Él e-es mi hermano —murmura manteniendo una sonrisa nerviosa.
—Con razón el parecido —comenta Brayan y una sonrisa aparece en su rostro.
—Tu bromita no es graciosa —le responde Simón.
—B-Bueno, ahora creo que sólo somos nosotros. —Delfina toma el afiche y arroja la otra mitad a la basura antes de regresar a su asiento.
—Entiendo linda. —murmura Rey. Entonces nota el ambiente incómodo que se forma a causa de las miradas que Francisco y Simón comparten—. Por favor, lleva estos papeles a Torres —le pide al castaño, él asiente y se pone de pie para salir. Le da una última mirada al rubio antes de dejar el salón.
—Traje los resultados de Vega —Romeo llama la atención de la mujer y se acerca para explicarle los detalles sobre el trabajo de Vega, para luego retirarse una vez que cumplió. Unos minutos después Francisco levanta su mano antes de que alguien más exponga.
—Necesito ir al baño.
—Tienes cinco minutos —responde, no cree que haya problemas ya que le envió una nota a Torres para que retenga a Simón con él. Sin embargo no previno que el mismísimo Francisco buscaría su compañero ni tampoco que Simón la desobedeciera, esperando al rubio fuera de las instalaciones.
Ambos se encuentran frente a frente, Simón mirando de pies a cabeza al otro. Desde el primer día que lo vio sabía que había algo que los conectaba.
—¿Es cierto? —pregunta, haciendo lo posible por controlar su ira creciente.
—Estoy aquí, ¿no?
—¿Y ya lo sabías?
—Lo suponía, ambos se parecen mucho —responde con tranquilidad, lo opuesto a Simón, quien es golpeado por una infinidad de emociones y sentimientos encontrados. Además le molesta demasiado que Francisco tome esto con tanta calma. Esas emociones que lo hacen soltar un grito de rabia y lanzar un ataque hacia el otro. El césped y tierra a su alrededor se congelan en un instante y unos picos de hielo se dirigen rápidamente hacia Francisco.
Este mantiene la calma y levanta su mano derecha, convirtiendo el hielo en agua que empapa sus zapatillas y parte del uniforme.
—No voy a pelear contigo.
—¡Cállate! ¡Te crees tan centrado y superior como él! —Simón vuelve a atacar, los picos con de un tamaño mucho más grande que los anteriores. Esta vez Francisco debe esquivarlos y el hielo golpea contra una pared de la base. La estructura se estremece, lo que alerta a los demás jóvenes y los superiores. Mas nadie puede acercarse a ambos porque una gran cordillera de hielo los rodea en segundos.
Francisco mira a Simón, quien tiene las venas del cuello a reventar. La temperatura del ambiente baja de forma radical y el castaño suspira cuando acaba de liberar una pizca de su frustración.
—Basta, van a expulsarte —le dice el rubio mientras el otro camina hacia él.
—No me importa. —Continúa avanzando hasta estar lo suficientemente cerca como para golpear a Francisco con su puño. Quien retrocede y siente su piel quemarse en la zona del golpe.
—No voy a pelear —repite sosteniendo su mejilla lastimada. Intenta darle un poco de calor a su piel helada, pero incluso siente frías las puntas de sus dedos. De repente debe correr para esquivar otro feroz ataque de Simón, las peligrosas puntas desgarran parte de su uniforme en la zona de su hombro derecho.
—Entonces aguanta mis golpes. —Simón ve como el otro intenta escapar derritiendo lo muro de hielo, sin embargo apenas consigue deshacer la mitad y una nueva pared se forma, con picos sobresaliente que rasguñan el rostro del rubio. Francisco cae de espaldas y recibe una patada en el estómago que lo deja sin aliento.
—De seguro que esa perra ya había seducido a muchos hombres ante-
No puede terminar la frase porque un látigo de agua golpea su pecho con tanta fuerza que lo lanza a unos metros de distancia. Francisco tose un poco mientras vuelve a estar de pie, su sangre hierve y rechina los dientes.
—Nadie insulta a mi mamá —responde y mira a Simón, éste intenta contestar pero el látigo de agua lo golpea repetidas veces una vez que está de pie. Su piel se vuelve roja rápidamente en los lugares golpeados y su propia ropa comienza a desgarrarse. El ataque dura unos segundos, suficiente tiempo para dejar a Simón tendido sobre el suelo repleto de escarchas.
La adrenalina se acaba y deja el cuerpo de Francisco deshecho, comienza a temblar, muy pálido, sus labios morados, el frío carcome hasta sus huesos y termina cayendo en el suelo, inconsciente.
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