Capítulo 64

Hay evidentes cambios en sus rutinas, en esos juegos donde ambos solían desempeñarse tan bien. No estaban distantes, Seokjin le preguntaba a Yoongi si quería arreglarse solo o no, algo muy diferente a la dinámica que tuvieron años atrás en donde él tomaba todas las decisiones y Min las acataba sin rechistar demasiado. El rostro de Jeon Seokjin no se mostraba gélido, ahora incluso se ríe, su pecho cálido con un cariño casi abrumador que exclusivamente Jungkook, Yoongi y su hija despertaron.

Después de largas jornadas de trabajo en los últimos días o mejor dicho, semanas, sus encuentros íntimos se vieron considerablemente reducidos a una masturbación rápida en la oficina, una mamada antes de dormir tres noches atrás y varios besos al despertarse cada mañana. Esa noche, como sugerencia del propio Yoongi desearon revivir algunas prácticas un tanto olvidadas, ya que ambos se habían estado esforzando por darle un nuevo rumbo a su relación. Sin embargo, ese juego, esa adrenalina que traía lo mal hecho consigo y el deseo contenido fueron factores determinantes para la decisión tomada por Min.

Esa tarde, después de una conversación al culminar sus obligaciones en la oficina, que Seokjin se reuniera con su investigador y se enterara de que su padre había mandado a seguir a Taehyung. Luego de que Seokjin contra todo lo que verdaderamente deseaba interviniera buscando salvaguardar el bienestar de su hermano menor, conociendo que este regresaba ese día a la ciudad y que lo más probable fuera que pronto se vieran nuevamente, dos ellos decidieron que necesitaban un descanso. De hecho, fue Yoongi quien le sugirió una vía para canalizar todo el estrés experimentado durante esos días, para que dejara de pensar en todo y en todos.

Seokjin todavía necesitaba organizar bien todo porque su padre era un viejo astuto y un paso en falso los pondría a todos en la guillotina. Todavía confiaba y se apoyaba en el modo en que su padre, pese a todo, siempre los defendió de todos aquellos que le hicieron daño, de la manera en la cual sus regaños aunque severos, dejaban una ventana de piedad abierta a través de los años cuando ellos hacían algo considerado incorrecto. Sin embargo, tampoco quería tentar al diablo irrumpiendo en su infierno e intentando dañarlo a propósito.

Porque quizás Jungkook no lo hacía con esa intención, pero el hecho de que fornicara con su padrastro bajo el mismo techo sabiendo los sentimientos de su padre, la manera en la que el propio Seokjin solapaba todo para cuidarlo, todo eran daños directos hacia Jeon Dongun. El menor de ellos no había visto sus peores facetas, pero Jin no podía decir lo mismo y fue capaz de controlar todo ese odio acumulado durante los años porque muy en el fondo había algo más que respeto por su padre. Aunque no lo admitiese, le tenía miedo. El problema era que sus temores le hacían crecerse ante las adversidades y jamás se dejó amedrentar por nadie desde que su madre murió.

Él tenía que ser tan inteligente y despiadado como su padre, tan directo y letal como una cobra agresiva a la cual le pisaban la cola. Él tenía que mantenerse erguido porque de él, dependía la seguridad de su hermanito, tenía que velar por Jungkook y lo haría hasta el día en que alguno de los dos dejara ese mundo. No creía que Dongun llegara a hacer algo mortal para Jungkook, pero su progenitor tenía muchas formas de hacerle la vida infeliz a alguien en la tierra al punto de desear morirse, aunque nunca lo hiciera con sus seres queridos. Quizás por eso en el pasado se le hizo tan difícil creer en su inocencia con respecto a su madre porque sabía de lo que el mayor de los Jeon era capaz frente a sus enemigos o aquellos que lo dañaban.

— Hyung... — Yoongi llamó viendo como este se había quedado mirando a un punto perdido sobre la cama. — Mírame... — Musitó acariciando su rostro para llamar la atención del más alto.

Una vez que tuvo esos expectantes ojos sobre él, sonrió quitándose la bata de baño que lo cubría para quedar completamente desnudo ante su pareja. Su pelo negro y brillante caía algo húmedo aún sobre su rostro. Con sus dedos decidió peinarlo frente a Seokjin, creando una imagen digna de ver. En su brazo resaltaban todos los tatuajes adquiridos años atrás que tan bien contrastaban con su palidez. No eran idénticos a los de Jungkook, mas si tenían cierta similitud en algunos puntos, diseños similares, pero que significaban algo para Yoongi. A pesar de acceder a tatuarse, quería que la tinta en su cuerpo reflejara algo real. Era fiel creyente de que aquello plasmado en el cuerpo debía tener un significado personal e íntimo por muy superficial que fuera. Los tatuajes de Jungkook contaban su historia, guardaban sus secretos, eso fue lo único que jamás aceptó copiar. Cada gramo de tinta en su cuerpo albergaba sus propios pensamientos.

Las cosas que necesitan ya estaban dispuestas al final de la cama que ambos se dedicaron a observar una vez que la mirada de Jin se concentró en algo más allá que el cuerpo delgado, pero bien mantenido que Yoongi tenía. Se decidieron por mantener las cosas bastante sencillas debido al tiempo sin relaciones sexuales que ya llevaban entre el trabajo y la infante que consumía gran parte del tiempo libre de Seokjin. Un collar y un tapón en el cual resaltaba una cola bastante esponjosa hizo que Yoongi realmente le prestara atención a los juguetes que adornaban su sábana.

— No quiero ponerme eso. — Se quejaba Yoongi observando las orejas que el mayor deseaba ponerle, carcajeándose por su reacción. — No te rías y no me lo pienso poner, esto no entraba en mis planes.

— ¿Por qué no? Te verás bonito.

— ¿Desde cuándo te gusta ver algo bonito? ¿Desde cuándo a mí me gusta lucir bonito? Sabes que ese no es mi estilo.

— Desde que te vi espantar a todos en clase cuando asistíamos a la escuela y sonrojarte frente a mí. Te veías muy lindo ese día. — Ahí estaba un rubor que no parecía provenir del hosco Min Yoongi.

Había un vértigo en prepararse para eso del que ambos eran culpables; para Jin, era el calor que ya se agitaba en su vientre, la anticipación de lo que harían. Para Yoongi, ahora era una sonrisa que no parecía abandonar su rostro, ni siquiera cuando Seokjin se acercó para apoderarse de su nuca, ni siquiera cuando intercambiaron besos mientras Yoongi todavía estaba en un estado mental en el cual podía devolverle el beso con habilidad y fervor.

Otra cosa rara que diferenciaba sus encuentros anteriores era ver como Seokjin también era capaz de comenzar a sonreír amoroso ante los besos cuando antes siempre trazaba una línea con frialdad. Rodeando la cintura de Yoongi, acarició su nariz contra la contraria solo para escuchar otra risa suave de él.

— Finges que no quieres, pero es imposible adivinar quién de nosotros está más emocionado. — Murmuró Seokjin atrayéndolo más hacia él mientras caminaba en dirección al lubricante sin soltarlo.

— No importa, no es una competencia. — Respondió con la tranquilidad que ahora se permitía tener junto a quien por años fue su amante y jefe. — Pero si lo fuera... — Seokjin lo besó con vehemencia interrumpiendo sus palabras.

Estaba reacio a comenzar porque le encantaba tener a Yoongi así, cálido y desnudo entre sus brazos, suyo para besarlo, tocarlo y adorarlo. Se alejó para contemplarlo, su cabello negro, su piel nívea que hacían resaltar aún más los tatuajes que cubrían su brazo derecho desde los dedos hasta el hombro como Jungkook. Era claro cuál sería el concepto de esa noche y el motivo por el cual Yoongi volvía a parecerse tanto a su hermano menor.

Evidentemente, no fue posible evitar su mirada y una nueva avalancha de besos candentes.

— ¿Sigues siendo un chico bueno que recuerda su palabra de seguridad habitual, cierto? — Yoongi asintió en respuesta.

Siempre usaban el sistema de semáforos porque fue lo más sencillo de aprenderse cuando entró a ese mundo, pero para momentos en donde ninguno podía hablar, los chasquidos de sus dedos remplazaban las palabras. A pesar de los años que llevaban realizando ese tipo de actividades, Yoongi solo ha dicho la palabra de seguridad unas pocas veces, máximo tres, porque se sentía abrumado por su propio espacio mental.

A Seokjin le encantaba que el menor confiase en él para que lo cuidara en esos casos. Siempre le gustó saber que podían jugar, sumergiéndose hasta lo más profundo sin problemas porque ninguno de ellos juzgaría o presionaría al otro, conociendo bien sus límites. Confiaban en el otro para disfrutar algo con lo que se sentían cómodos cuando el desconcierto de las prácticas iniciales quedaron relegadas en el pasado.

— ¿Quieres ponerte el collar ahora? — Yoongi miró el accesorio con una mueca, pero asintió, ocultando el brillo en su mirar ante la mención de ello.

¿Yoongi siempre fue tan hermoso?

En el rostro de Seokjin se dibujó una sonrisa, dándole un último beso en los labios al menor. El collar de cuero negro con un anillo en la parte delantera era bastante básico, ya que no querían lanzarse completamente al vacío después de tantos días en abstinencia autoimpuesta sin querer.

Seokjin no se burló de él jamás porque eventualmente pudo colocarle una etiqueta en ese collar en donde lo nombraba Suga, la misma que declaraba a Seokjin como su dueño en ese juego de roles y mascotas. Le gustaba cuando veía esas cuatro letras y recordaba que fue él quien se las dio, que llevaba ese nombre por él. Yoongi gimió y mordió el hombro del mayor en respuesta cuando este volvió acercarlo para acariciarle el cuello.

La banda para la cabeza tenía orejas cortas y dobladas, de un tono muy similar al cabello desgreñado de Yoongi. Fue un proceso tranquilo en el cual Jin lo ayudó a colocar clips para que no se resbalara, incluso si negaba con la cabeza o hacían movimientos bruscos. El tapón de la cola fue fácil de colocar una vez que estuvo lubricado, mas el mayor se tomó su tiempo para ello observando las redondas y algo pequeñas nalgas de Yoongi siendo adornadas por ese juguete y el tenue color rosa que les llegó tras dos nalgadas — una en cada lado. La parte de la cola en sí era de silicona negra y curva que se movía al compás de los movimientos del menor. Observando detenidamente a Yoongi, Jin tiró del extremo solo para escuchar un pequeño jadeo.

— ¿Todo cómodo?— Preguntó.

— Define cómodo. —Respondió Yoongi con los brazos alrededor de la cintura del mayor una vez fue volteado para volverse a mirar.

Su barbilla sobre el hombro contrario mientras se elevaban poco de puntillas. Sus caderas sacudiéndose hacia adelante y Jin tarareando cuando se rozaban sutilmente. Seokjin todavía llevaba unos pantalones cortos y una camiseta, pero podía sentir el calor del endurecido miembro de Yoongi, la forma de este presionado contra su cadera. Él sabía que si lo dejaba, Min simplemente se quedaría ahí y se correría frotándose contra su cuerpo. Ese simple pensamiento hizo que el calor corriera por el cuerpo del más alto.

— Me refiero a los accesorios, no a tu erección. — Habló Jin con una risa corta que pronto cambió a un tono más neutro, frotando su mano sobre la espalda ajena y luego poniendo los ojos en blanco cuando las caderas de este se sacudieron hacia adelante nuevamente.

— ¿Quieres pasar a nuestro lugar de juegos para no ensuciar la cama en donde dormiremos después?

— Sí, eso suena bien.— La garganta de Yoongi se movía con cada trago de saliva, su mirada oscilaba entre los ojos de Jin y sus labios antes de agregar con voz más suave el resto de sus pensamientos. — ¿Puedes ponerme la correa ahora? — La respiración de Jin se entrecortó al escuchar al contrario pedirle esto.

— Por supuesto.

La correa media un metro y medio, también de color negro liso, con un lazo en el extremo para que el mayor la deslizara sobre su muñeca si deseaba. Se enganchaba directamente en el anillo del collar en el cuello de Suga. Seokjin casi nunca tiraba de él con fuerza al no ser que realmente ambos lo quisieran, tenía cuidado de nunca estrangularlo durante este tipo de juego sin importar sus propios instintos o deseos desencadenados por su humor, pero a Yoongi parecía que realmente le encantaba que lo guiara porque disfrutaba ver al mayor aferrándose a él, con su mirada sobre su cuerpo luchando por controlarse.

Ese era un Seokjin muy distinto al siempre impecable jefe o empresario que todos veían y le gustaba ser el único testigo de esa faceta. Seokjin tampoco pudo quejarse cuando tenía la posibilidad de mantener cerca a ese pelinegro de suave piel, cuando implicaba que Min Yoongi era suyo.

En silencio y caminando unidos por una correa, ambos caminaron hacia la habitación continua en donde Seokjin se detuvo en un amplio sofá que quedaba frente a las cortinas que ocultaban el cristal y la vista a la terraza principal. Yoongi esperó a que su amo tomara asiento, cerrando fugazmente sus ojos cuando este tomó su cadera desnuda y le dio una mirada severa impidiéndole acompañarlo en el sofá.

— No se permiten cachorros en el sofá, Suga.

Por un momento Yoongi se quejó, pero obedientemente se sentó en el suelo justo en frente del sofá, donde ya había una manta suave extendida para él. Apoyó la barbilla en la rodilla de Jin para mirarlo fijamente y el mayor se derritió, solo un poco, por la forma en que sus ojos se ensancharon más allá de lo aparentemente posible.

— Eres mi buen chico, ¿no es así? — Jin preguntó, agachándose para acariciar el cabello negro, lacio y suave, viendo cómo sus ojos se cerraban y sus pestañas se abrían en abanico sobre sus mejillas. Le rascó detrás de las orejas ficticias, deslizando su mano hacia abajo para acariciar también la nuca, escuchando a Yoongi suspirar.

No le sorprendía que el pene del menor se ablandase un poco, simplemente relajándose así. Jin estaba consciente que justamente esa noche, en el juego de roles, más que ser Suga, el menor quería interpretar el papel de Jungkook, pero a Seokjin no le apetecía.

Desde hacía mucho, precisamente desde que se separaron por su boda, ellos no habían vuelto a utilizar la imagen de Jungkook dentro de su intimidad. No porque no le hubiera costado trabajo dejarlo de lado, o porque sus sentimientos por su hermano de la noche a la mañana mermaran o desaparecieran, simplemente deseaba que aquello se guardara en el fondo de su memoria y pecho.

Lo había intentado muchas veces antes fracasando cada vez, porque era la única forma de mantenerse sano sin reprimir absolutamente todo de su persona fingiendo incluso en soledad o en su intimidad. Cuando se reprime algo con tanta intensidad todo queda bajo una válvula a presión que al explotar liberaba con mayor fuerza todo lo guardado. Definitivamente, no quiso jamás que este suceso lo hiciera cometer algún acto estúpido, por eso vio en sus actividades una salida, dejando con el falso Jungkook todo aquello que con el verdadero no podía o quería realmente tener debido a sus propios pensamientos y reproches internos. No obstante, cada vez que le daba rienda suelta a todo, se sintió bien, pero le hacía perderse una buena parte de lo que ese otro pelinegro le brindaba.

Con un suspiro calmo, encendió el televisor en donde algún documental sobre la naturaleza quedó reproduciéndose como un ruido blanco al que terminó sin prestarle atención. Era difícil saber exactamente cuándo se hundía el menor en aquel espacio mental tan sumiso y diferente de la personalidad real de Yoongi. Aunque el menor ha tratado de explicárselo antes, el modo como sus pensamientos se vuelven confusos y se desvanece cualquier vergüenza persistente. Todo se reducía a su afán por complacer y la simplicidad de actuar como Jungkook, un gato, un perro o cualquier otro rol asignado ya fuera como amo o mascota, ese espacio de cabeza en sí mismo era una especie de liberación para él.

No era realmente difícil de comprender si se pensaba a cabalidad. Eran dos personas con vidas y caracteres tan esquematizados para hacerle frente al mundo en su propio modo, que al dejarse ir por completo junto al otro sin cosas ocultas, se sentían sanar y en libertad. Porque aunque no tan seguido, Seokjin también podía volverse así, después de intensas y largas rondas de sexo o cuando se rendía con su realidad. Yoongi siempre estaba ahí cuando resurgía con afecto y cuidado, con dulces palabras y su dulce sonrisa que pocos veían. Que pudiesen confiar el uno en el otro tan completamente a pesar de todos sus problemas era algo que ya ninguno daba por sentado e intentaba mantenerlo vigente a cada momento.

Sin embargo, había algo en la mirada inocente en los ojos de Yoongi cuando los abrió de nuevo después de largos minutos, la forma en que empujaba la mano del mayor con la nariz cuando este dejó de acariciarlo. Algo que le decía a Jin que ya estaba completamente sumergido y en verdad era su cachorro en ese instante.

— Suga, no puedo sentarme aquí y acariciarte todo el día. —
El nombrado se quejó y luego su boca se abrió para darle un pequeño lametón a los dedos de largos y elegantes de Jin. — ¿Se supone que eso debe convencerme? ¿Qué tal si... si te doy masajes en la barriga, te comportarás?

Los ojos de Yoongi se iluminaron, asintió ya saliendo del sofá, dándole espacio al contrario para que se moviese al suelo con él. Su cola se movía detrás de él, Seokjin encontraba indescriptiblemente caliente como solo la idea de que le acaricien la barriga hacía que el hombre que le rehuía al afecto físico apretara el tapón lo suficiente fuerte como para mover la cola de esa manera.

Yoongi yacía boca arriba sobre la manta, los brazos doblados a la altura del codo a los costados y las muñecas también dobladas para que sus manos parezcan más patas. Su expresión se mostraba ansiosa, su pene grande inclinado sobre su cadera, ya engrosándose de nuevo. Jin le sonrió irguiendo sus hombros anchos, para con cuidado apartar la correa a un lado, evitando que se interpusiera en su camino.

— ¿Vas a ser un buen chico para mí, Suga?

El menor asintió de nuevo, incluso dejó caer la boca y permitió que su lengua se asomara cuando comenzó a jadear. La polla de Seokjin se contrajo al verlo, preguntándose cómo debía verse su mirada para Min, definitivamente no tan inocente o indiferente, eso era seguro.

Jin comenzó a frotar círculos sobre el abdomen ajeno sintiendo la suavidad alrededor de su ombligo, con cuidado de no frotar demasiado bajo todavía. Lo veía retorcerse y suspirar, por lo que permitió que sus deseos ascendieran hasta alcanzar su pecho, pellizcando suavemente sus lindos pezones, probablemente rígidos por la emoción. Yoongi jadeó un poco más fuerte en respuesta.

— Creo que estás disfrutando demasiado de esto, cachorro. — Le dijo en voz baja, divertido. Permitió que sus uñas se arrastraran sobre la piel suave cuando su mano volvió a bajar, pequeños rasguños quedando evidenciados en su piel, extasiado con la rapidez con la cual la erección de Min regresaba, ahora más sonrojada y larga, la cabeza rosada apenas asomándose por el prepucio. — ¿Quieres que te toque aquí también?

Seokjin frotaba de arriba abajo la longitud del contrario, sintiendo su calor, la forma en que se contraía con la respiración entrecortada como si quisiera coordinarse con sus toques. Sin querer o poderlo evitar, Yoongi inclinó la cabeza hacia atrás y gimió, un sonido alto y necesitado, las caderas girando con impaciencia.

— Creo que el cachorro está siendo un poco travieso en este momento. — Espetó notando ese nostálgico y triste mirar como si incluso le estuviera haciendo un puchero con solo mirarlo así mientras negaba con la cabeza. — ¿No? ¿No es travieso? ¿Entonces no te moverás si dejo de tocarte?— Ante esto, Suga bajó la mirada y resopló un poco. Claramente reacio a responder a esa pregunta. — ¿Qué tal... — continuaba inclinándose sobre él para acercar sus rostros — si el cachorro me muestra lo bueno que es preparándome para su polla?

Las pupilas de Yoongi se dilataron al escuchar esto porque supuso que sería Jin quien lo tomase esa noche y no al revés. Pero no había espacio para dudar o tardar, así que asintió lamiéndose los labios.

— ¿Puedes usar tus palabras, cachorro? ¿Ladrarme si es un sí?

Yoongi miró tímidamente hacia un lado porque su papel era el de una mascota que, aunque sumisa, pasaría a tomar el rol activo; luego se encontró con los ojos del mayor nuevamente, dejando escapar un feliz gruñido seguido por un ladrido que parecía más un ronroneo de gato que de un cachorro canino. Jin realmente se preguntaba si no debió haber cambiado la cola y las orejas por los de algún felino. A pesar de eso, lucía tan tierno y jodidamente caliente que, por alguna razón, quería besarlo. Y lo hizo, besando la mejilla de Yoongi, riéndose cuando este se lanzó hacia arriba y lamió una raya húmeda en su mejilla a cambio.

Jin se sentó mientras pensaba en la lengua del menor en otros lugares, el calor se retorció bruscamente en su estómago.

Sabiendo que por un momento rompería una regla, Yoongi relamió sus labios y lo miró, debatiéndose por la mejor forma de plantear lo que esa noche por alguna razón deseaba.

— ¿Puedes cambiar Suga por Kookie? — El ceño de Jin se frunció en un comienzo, negó, mas la suave caricia y el mirar tranquilo de Yoongi le hicieron cerrar los ojos y suspirar profundamente. — Yo hago lo que mi amo quiera, pero quiero que sepa que me haría muy feliz si esta noche me convirtiera en Kookie y mi amo se dejase ir como hace tanto tiempo no lo hace.

— Yoon... — Jin salió momentáneamente de su papel sintiendo su pecho oprimirse y Lugo casi brincar por lo rápido que había comenzado a latir su corazón. Quiso negarse una vez más, su cabeza incluso evidenció sus pensamientos moviéndose de un lado al otro en negación, mas terminó acariciando la negra cabellera. — Como mi Kookie quiera.

Con una sonrisa, el menor sonrió interpretando de la mejor manera su papel después de que Jin accedió, con la polla todavía dura sobre su vientre e incluso palpitando por la emoción. Se podía decir que de alguna manera él también era un infame por sugerir tal cosa, pero ahora tenía algo más que en el pasado no tuvo, la seguridad de que no solo era una vía desahogo o un juguete para Seokjin. Sabía que a su manera, el mayor lo quería, lo amaba, lo veía ahora cada día y por eso ya no tenía el menor inconveniente en darle todo lo que quería.

Con calma en su sitio, observaba casi con demasiada atención cómo Seokjin se desvestía, quitándose la camisa y los pantalones cortos para luego ponerse de rodillas y codos sobre la manta de la habitación frente al menor.

Seokjin no creía que fuera intencional, pero la mirada oscura y enfocada de Jungkook tiró de algo bajo en sus entrañas. Hizo que se sintiera como una presa de repente y no pudo evitar que lo golpeara una nueva ola de calor al pensarlo. Luchaba contra eso, pero lo quería. No podía negar que esas eran algunas de sus fantasías más culpables y sucias que ha sido lo suficientemente valiente como para compartir con el pelinegro que ahora lo miraba, sobre Jungkook usándolo sin reflexionar, sin importar cuándo o dónde estaban, sobreponiendo su reclamo sobre él sin tener en cuenta su placer. Ese era un escenario que en la realidad jamás existiría, pero ahí, entre ellos dos, todo era válido y en momentos como ese no podía evitar pensar en ello, desearlo.

Permitiendo que sus rodillas se deslizaran en el suelo y Jungkook se acerca vacilante arrastrando la correa, cerró sus ojos y se alejó de la realidad. El menor lamió la mejilla de Jin e inclinó la cabeza para recibir una aprobación.

— Adelante, ¿no quieres hacerme sentir bien? Mi dulce niño, sé que sabes qué hacer.

Jungkook asintió con entusiasmo colocándose detrás de él. Jin sintió bocanadas de cálido aliento sobre su piel desnuda, su cadera, su trasero y su muslo hasta deslizarse por sus piernas un poco más, hundiéndose más en sus poros. Asegurándose de estar abierto para Jungkook, abrió un poco más sus piernas, ya que era poco probable que usara sus manos. Cuando sintió la nariz del menor arrastrarse desde su espalda baja hasta sus testículos, no pudo evitar el rubor que embargó su rostro al darse cuenta de que el contrario solo lo estaba olfateando. Sin embargo, no permaneció así por mucho tiempo, sus dientes se hundieron en su labio inferior con el primer toque de la lengua del pelinegro sobre su agujero, los curiosos y amplios lametones haciéndolo temblar en su lugar.

La lengua de Jungkook era desordenada, concentrada e incluso un poco áspera, casi como si estuviera persiguiendo el sabor del lubricante de fresa en el agujero de Jin de cuando se estiró antes sin que él lo supiera. Seokjin gimió suavemente enroscando los dedos en la manta, la excitación acumulada por la estimulación implacable donde era tan sensible, la presión húmeda y resbaladiza, los ruidos que hacía Jungkook. Se imaginaba la polla de este colgando debajo de su vientre y se apretó ante esto, escuchando el gruñido bajo del pelinegro. Se relajó reglándose mentalmente por dejarse ir tan fácilmente, conteniéndose un poco para que Jungkook pudiese lamer su interior.

Era intenso, realmente lo era, no lo suficiente para hacer que Seokjin se corriera, pero suficiente para que tuviese fugas de pre semen de su miembro, para que anhelar que lo llenaran desesperadamente.

— Eso es, cachorro. — Logró decir agachando la cabeza con una sonrisa ante el gemido inmediato del menor, la forma en que el sonido se amortiguaba con su lengua, esa que lo penetraba superficialmente. — Qué buen cachorro, ese es mi buen chico. Haciéndome sentir tan... ah, tan bien, tan mojado. — Se quedó sin aliento cuando el contrario giró la cabeza y le ardió uno de los cachetes. No duro, pero lo suficiente como para arder. — ¿Qué quieres, Kookie? ¿Crees que ya mereces un regalo? — El pelinegro dejó escapar un ruido como un aullido en su emoción, acariciando el trasero de Jin, incluso agachando la cabeza hasta que su lengua lamió la parte trasera de las bolas del mayor.— Está bien, está bien, espera...

La emoción ardía en el vientre de Seokjin al experimentar eso que desde hacía tanto tiempo no sentía, la excitación tan tensa por la anticipación de lo que iban a hacer, lo que se había acumulado. Alcanzó el lubricante donde lo había dejado en el sofá antes y vertió un poco en sus dedos, deslizándolos dentro de su agujero sin mucha resistencia. No pudo evitar sonreí cuando el cachorro gimió y con su rostro cubierto por el negro cabello se acercó para lamer su mano detrás de él.

— Espera, cariño, casi listo. — Una vez que estuvo seguro de estar lo suficientemente mojado, se limpió la mano con la manta y volvió a caer sobre sus manos y rodillas, con su miembro palpitando debajo de él.
Agarró el extremo de la correa del menor y, como si se le hubiera ocurrido recién, le dio un ligero tirón hasta que sintió resistencia de su propio trasero. Quería que fuera un pequeño recordatorio para el contrario de que él seguía a cargo siendo el amo, pero no esperó escuchar un jadeo agudo y menos esperaba oír el gemido que le sucedió.

Giró la cabeza para verlo, encontrándolo sonrojado, con los ojos pesados y oscuros, su boca húmeda. Los dos pelinegros eran hermosos así, sumisos, pero todavía ávido de su propio placer, obedientes, pero sin rehuir sus propios instintos, sus propios deseos. Seokjin sabía lo afortunado que era de tener a uno de ella así y ahí con él.
— Vamos, cachorro. — Le animó soltando la correa, pero aún sintiendo una pequeña emoción caliente al verla cerca de su mano, el recuerdo de su novio con un collar y una correa detrás de él. — Puedo ver tu pequeña cola moviéndose, sé que estás emocionado por esto. Vas a ser bueno para mí, ¿verdad? ¿Mi buen chico?

La respuesta de Jungkook fue un gruñido que Jin esperaba que fuera tanto un sí como un no. Esta era la parte que le excitaba tanto; el pelinegro se dio cuenta de que tenía a Seokjin donde lo quería, como lo quería, mostrando un agujero húmedo que era suyo para follar, un dueño que estaba desesperado por él.

El menor gruñó de nuevo y luego se levanta para arrodillarse detrás de Jin, la correa rozando el costado del mayor, el pene del menor acariciando el trasero ajeno. Se inclina ligeramente y comenzó a... a follar, no hay otra palabra para eso, las caderas se sacudían hacia adelante para frotar su dura polla contra el trasero de Seokjin, la parte posterior de su muslo, entre sus mejillas abiertas. Todavía no había penetraciones reales, pero se sentía como si ya estuviera en el fondo de su interior. Un rubor calentó el rostro de Seokjin quien se estiró hacia atrás para detenerlo.

— Espera, cachorro, espera... — Obtuvo otro sonido bajo e impaciente como respuesta.

Seokjin cerró los ojos y se mordió el labio mientras agarraba la erección de Jungkook y la alineaba en su agujero. Las caderas del menor continuaban moviéndose hacia adelante, tal vez más emocionado ahora que Jin lo estaba tocando. Era excitante ver al todopoderoso Jeon Seokjin en cuatro mientras se autopenetraba con su miembro. Cuando finalmente se hundió dentro con un fuerte empujón, todo lo que el mayor pudo hacer fue agarrar la manta y jadear, sintiendo como si le hubieran sacado el aire de un puñetazo.

El pelinegro no era gigante, pero se sentía enorme, muy largo y grueso por dentro, estirándolo de una manera que nunca se volvía menos intensa. Sin embargo, así, no había momento para adaptarse, no hay dulces besos ni embestidas lentas. Una vez que la erección del menor había encontrado la entrada y fue abrazado por sus tibias paredes húmedas por el lubricante, sus caderas comenzaron a moverse hacia adelante sin detenerse, su cuerpo inclinándose pesadamente sobre el contrario. El jadeo de Jungkook y el tintineo de su cuello eran fuertes, pero los sonidos húmedos y chasquidos que producían sus embestidas eran aún más ruidosos.

No dolía, Jin se había estirado lo suficiente como para que no lo hiciera, pero lo físico y mental se volvía demasiado para soportar. Eran los brazos de Jungkook enjaulándolo, su aliento caliente en la parte posterior de los hombros, su pene entrando y saliendo salvajemente. El placer calentaba y escalaba, lo apretaba y no se detenía, como si estuviera al borde de una estimulación implacable, su entrada ya sensible y su pene goteando debajo de él.

— Ah, ¡ah! — Gritó Seokjin con los brazos extendidos hasta que solo puede sostenerse por los codos, vagamente consciente de que el menor estaba empujando con tanta fuerza que estaba incrustándolo contra al suelo. — Oh, Kookie... — Gimió alto cuando sintió unos dedos aferrarse a su cabellera y tirar de ella con fuerza. Por momentos lo alejaba del suelo y luego lo volvía a pegar a él.

Los gruñidos y jadeos del pelinegro se convierten en gemidos, sonidos humanos de placer, pero una forma casi inhumana de perseguirlo, follando a Seokjin tan fuerte como sabía que le gustaba. Cuando una nalgada se estampó contra su piel resonando en la habitación, Seokjin agachó la cabeza y gimió ante la oleada de vergüenza, pensando en ser atrapado así, lo que debe parecerle a otra persona verlo a él atrapado debajo de su mascota, siendo usado y amándolo, clamando por más.

Las caderas del menor se ralentizaron un poco, empujes más cortos pero más fuertes, y Seokjin asumió que se estaba cansando, lo cual está bien, no esperaba que el contrario tuviese la resistencia de una máquina cuando hacía tanto tiempo no hacían nada. Esto fue hasta que la boca del pelinegro rozó su oreja para murmurar algo sin aliento.

— ¿Quieres mi nudo, hyung? ¿Sí? Toma mi nudo, es todo tuyo. —Oh...

Oh mierda

¿Qué clase de enfermo era él, esas palabras no pertenecientes a su realidad lo excitaron tanto al punto de cerrar sus ojos fuertemente y temblar? Jadeó y se tensó sin poder hacer nada alrededor de la erección de Jungkook. Ambos sabían que el pelinegro en verdad no tenía un nudo, por supuesto, el tamaño de su pene no cambiaba, pero a Seokjin de repente le dolió pensar en eso, se dio cuenta de que el menor notó como cambió y disminuía los movimientos creyendo que diría una palabra de seguridad.

— Por favor... — Suplica Jin, tratando de empujar hacia atrás sobre el pene del menor, el remolino formándose salvajemente en su vientre cuando el contrario lo agarró bruscamente por las caderas. — Por favor, anúdame, te lo pido, Jungkookie, lléname.

El nombrado sonrió y cerró los ojos gimiendo mientras sus caderas se oscilaban fuertemente con esas embestidas rápidas y profundas, sin alejarse demasiado, manteniendo al mayor ocupado con todo su falo frotando cada punto correcto de su interior. Seokjin también jadeaba y cerraba los ojos con insistencia ante el calor que aumentaba velozmente, la presión tan profunda y las manos que tan contundentemente lo mantenían en el sitio que el contrario quería. Entonces... Comenzó a eyacular con fuerza sin necesidad de tocarse.

Siempre era tan intenso, que muchas veces no necesitaba masturbarse para llegar a su orgasmo. El de cabellos negros se aferró más a un Seokjin gimiendo y temblando mientras alargaba ese momento de goce y perseguía su propia liberación, trabajando con avidez para superar las olas de su orgasmo. Sus dientes se hundieron en el hombro de Jin con un gemido. Le hacía el amor brutalmente a través de las réplicas, la hipersensibilidad cuando todo está demasiado caliente, demasiado nítido y demasiado brillante, usándolo como un agujero para liberarse, aunque en el fondo ambos sabían que no era solo eso.

— Buen cachorro, buen chico... — Lo aduló con voz ronca, y casi se ríe cuando eso es lo que hace que el pelinegro se corra, su miembro palpitando ardientemente dentro, derramándose mientras todo su rostro se desfiguraba. Los dientes abandonaron su hombro, pero había una lengua lamiendo la piel punzante. El rostro sudoroso del pelinegro acariciando la espalda de Jin, su respiración agitada. — Kookie... — Lo llamó con una voz dulce, llena de cariño por el cachorro tembloroso encima de él. — Bebé, ¿puedes dejarme levantar?

— Anudado. — Murmuró el pelinegro haciendo al mayor sonreír ampliamente sin ninguna pose.

Si Yoongi todavía estuviera lo suficientemente ensimismado como para no estar listo para regresar a la realidad, no estaría hablando, pero Seokjin se aseguró de ello por si acaso.

— ¿Puedo cuidarte ahora, cariño? ¿Quieres acurrucarte en nuestra habitación y limpiarte? Usa tus palabras si puedes.

— Dame un momento, todavía no quiero cerrar el momento. — Respondió, apartándose preocupado de que el mayor volviera a tener uno de esos momentos en donde cortaban muy precipitadamente el juego de roles y caía en un precipicio de culpa.

Los dedos de Seokjin se enroscaron en la manta brevemente una última vez cuando la gran extensión de Yoongi se retiró, dejándolo vacío y húmedo, tal vez ya un poco dolorido. Lo cual estaba esperando, después de que su novio lo golpeara así tras tanto tiempo de abstinencia. Min rodó sobre su espalda en el suelo y el mayor gateó hacia él, besando sus mejillas sonrojadas. Le dio una mirada inquisitiva y tocó la diadema viendo al pelinegro asentir, permitiendo que se la retirara con cuidado.

— ¿Cómo te sientes? ¿Estás bien?

— Mmm, sí. Más bien quería asegurarme de que tú lo estuvieras ¿Estás bien...?

— Por supuesto, Yoonie me cuidó muy bien. — Le respondió entre sonrisas, dejándole claro que volvían a ser ellos dos, cediendo finalmente al impulso de tomar su rostro entre sus manos y besarlo lentamente en los labios. El leve sabor del lubricante de fresa no era muy bueno, pero la sonrisa gradual y somnolienta del menor sí lo era. — Dime que quieres.

— Ah, tal vez... ¿Podemos acurrucarnos un poco en nuestra cama? Hueles muy bien. Solo quiero abrazarte. — El corazón de Jin se encogió un poco ante esto, no parecía el mismo Yoongi que casi le folla los sesos minutos antes.

— Sí, por supuesto. ¿Ya quieres desconectar el enchufe? — Yoongi negó con la cabeza, mordiéndose un poco el labio.

— Todavía no, pero la correa es un poco... ¿Incómoda en este punto? — Jin se rio e inmediatamente lo soltó, colocando la correa a un lado.

— Ven aquí.

Yoongi exhaló algo así como un pequeño y suave suspiro de alivio en el cabello del mayor cuando se acurrucó detrás de él en el mismo suelo, un brazo deslizándose alrededor de su cintura. Seokjin tocó la mano del menor y luego entrelazó sus dedos.

— Fuiste tan bueno conmigo, Yoonie. Hiciste todo lo que te pedí e incluso me sorprendiste al final, mmm...

— ¿Una buena sorpresa? —Preguntó, pero por la presunción en su voz, ya sabía la respuesta. A Jin no le importaba, estaba contento de que el pelinegro ya se sintiera tan seguro a su lado que se mostraba incluso presumido, debería estarlo porque después de todo siempre lo hacía sentir genial sin importar los roles o posiciones que estuviesen jugando.

— Muy bien, tanto que te pediría que me volvieras a follar ahora mismo. — Yoongi se rio también alegre al ver al mayor tan relajado junto a él, enterrando su rostro en el cuello de quien era mucho más que su jefe o amante.

— Hyung, estoy cansado ahora, pero eso fue realmente bueno. Suenas tan bonito cuando te corres y no te contienes, cuando te vuelves sumiso o te entregas por completo a mí. — Aunque algo ridículo, Seokjin sintió que se sonrojaba.

— No puedo evitar cómo sueno, fue realmente intenso.

— No es algo malo, — se apresuró a aclarar — también fue intenso para mí. Pero siempre me haces sentir tan seguro cuando nos compenetramos de esta manera. Me fascinas... Lo sabes, ¿verdad?

— Yoon, — con el pecho lleno de todo el amor que podía sentir por su novio, su compañero para probar cosas nuevas, sonrió. Apretó los dedos de Yoongi y dejó caer la cabeza hacia atrás, vislumbrando la mirada cálida y somnolienta del contrario. — Por supuesto que lo sé. Tú también me haces sentir así.

— Bien. — Asintió con una voz agradablemente profunda, labios cálidos cuando inclinaba la cabeza para besar a Jin. Un poco incómodo, pero los hace sonreír a ambos. — Ahora, vamos para nuestra habitación antes de que nos quedemos dormidos en el suelo.

Los dos se pusieron de pie y, para no llenar nada más de semen, se enrollaron ambos en la manta en la que habían estado haciendo el amor hasta minutos atrás. Estaban ensimismados en esa agradable y tranquila sensación post sexo que desapareció cuando abrieron la puerta y se encontraron con una Chunga que los observaba confundida, molesta e incluso evidenciando cierto disgusto en su mirar cuando terminó por elevar la mirada.

— ¿Qué haces aquí? — Indagó Seokjin estudiando cuidadosamente a su esposa. Kim Chanmi solo agrandó su mueca de desprecio y se alejó cuando Yoongi se acercó para tomar su hombro. — ¿Estuviste viendo lo que hacíamos sin nuestra autorización, Chanmi?

— ¿Era esta la retorcida razón por la que dijiste que no sería agradable para mí verlos? ¿Porque usas a Yoongi como un juguete para follártelo mientras liberas el retorcido, cochino e incestuoso deseo que tienes por Jungkook?

— Chung, espera, las cosas no son así. — Intentó intervenir Yoongi cuando notó la manera en la cual Seokjin se tensó detrás de él, la temperatura de su cuerpo bajando precipitadamente mientras endurecía su mirada como una máscara para esconder sus emociones. — Lo que sea que hayas escuchado fue...

— No lo defiendas. — Lo interrumpió la mujer. — Mierda, es que yo te apoyo en todo, pero esto, Jin, esto es... — Tapó sus labios y negó porque ahora muchas cosas tenían sentido para ellas. — ¿Por esto siempre protegías a Jungkook? Ponías la excusa de que era tu hermano, interviniste en su relación y nunca nadie te parece lo suficientemente bueno para él porque ninguno eres tú. Le azorabas a las personas por tu enfermo y retorcido deseo. ¿Dongun sabe de esto? ¿Lo sabe Jungkook? ¿Le has hecho algo alguna vez?

— ¡No se te ocurra! — Exclamó el mayor alejándose definitivamente de Yoongi sin importarle que al hacerlo exponía su desnudez, ya que ambos habían estado envueltos en la misma manta. — ¡No se te ocurra insinuar algo así! Jamás en mi vida he intervenido con malas intenciones en la vida de Jungkook. Él siempre ha estado con quien ha querido, intervengo solamente cuando alguien lo daña, cuando juegan con él, cuando necesito defenderlo. Yo nunca...

Su voz se quebró completamente porque sabía que por mucho que se explicara, todo sonaría como excusas frente a los oídos de alguien más. ¿Quién entendería todo lo que ha experimentado desde que era un adolescente? Jamás se ha aprovechado de su persona como su esposa casi insinuó y, por mucho que él conociera la situación, también volvía a sentir asco de su persona. Intentando sin éxito controlar las lágrimas que enmasillaban sus mejillas, sin tomarse el tiempo de explicarse, simplemente se alejó de ambo dando grandes zancadas para ir a su habitación, mientras Yoongi casi arrastraba a Chanmi hasta su propia habitación para intentar controlar la situación.

Desconocía cuántos detalles podía darle, pero comenzando por aquello que lo inmiscuía a él, le fue explicando algunas cosas a la mujer que no lograba procesar nada. Para que el padre de su hija tuviese esos sentimientos por su cuñado era algo inaceptable, mas según avanzó la conversación, aunque no lo aceptó del todo, pudo calmarse un poco. Con la promesa de una conversación más serena entre los tres, Min le pidió que se tranquilizara y descansara. Sin embargo, cuando regresó a su habitación en busca de Seokjin, se encontró con que el mayor no estaba. Avanzó por toda la casa hasta el estacionamiento, ahí notó que uno de los vehículos faltaba y que, lo más probable, era que su pareja haya salido solo.

Seokjin fue recibido en el club que él le había regalado a su hermano años atrás, pasó por la zona más llena y rápidamente se apartó hacia un rincón desde el cual podía ver la ciudad. Un primer vaso de whisky bajó con prisa por su garganta, al segundo, no supo que llegó primero, el trago o sus lágrimas. Intentaba retenerlas, no quería sentirse así, mas le fue imposible controlarlas.

— ¿Podrías dejarle un poco de ese alcohol a tu hermanito, hyung? — La mirada de Seokjin se elevó a gran velocidad hacia el dueño de esa voz, encontrándose con un Jungkook que también traía los ojos rojos.

¿Había llorado?

Supuestamente, había llegado hace pocas horas al país, ¿qué hacía ahí y por qué lo estaba abrazando con ese fervor? Entre sus brazos volvió a tener a un Jungkook que le recordaba a ese que lo abrazó luego de la muerte de su madre y, tal cual aquella vez, Jin ignoró todo su dolor y problemas para tragarse el de su hermano.

— ¿Qué pasó? — Preguntó cuando el pelinegro se sentó a su lado y pidió para él un trago de whisky. — Jungkook...

— Tenías razón, hyung. — Fue todo lo que dijo mientras fruncía el ceño y bebía de golpe su primer trago. — Como siempre, tuviste razón y yo ignoré tus advertencias.

¿Cómo han estado? Ha pasado más de un mes desde que actualicé por última vez, parece que ha pasado todo un año. Espero actualizar de manera más regular hasta el final de esta historia. Creo que le quedan unos ¿15 capítulos? No sé, veremos porque depende del desarrollo y la extensión de cada capítulo Este tuvo más de 7.3k de palabras. Ya me dijeron que lo preferían largos, así que espero que no se les hiciera muy tediso a pesar de que el Taekook en esta parte fue casi nula.

Para que no se me confundan, el final del capítulo anterior continua en el próximo porque son dos situaciones que ocurrer simultáneamente. Espero que estén bien.

LORED

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