Capítulo 41

El choque de las gotas de agua contra su piel eran como un masaje que necesitaba continuamente, tan calmante. Hubiese disfrutado mucha más una tina, pero eso lo relajaba en exceso y necesitaba mantenerse activo, apenas se despedía la mañana. Por alguna razón, Taehyung intentaba alejar de su mente las palabras de Jaehyun, despertó con ellas en su cabeza, esperaba que el sueño fuera regenerador, borrando todo de su mente, pero eso parecía ser imposible.

Interés, un interesado...

Amor, interés...

Conocía lo que era amar, entregar todo a cambio de aparentemente nada. No es que nunca experimentara un sentimiento así, pero también supo que eso de nada valía. Vio a persona entrar y salir de su vida, esas que revolucionaban todo, a la que contaba las horas para ver, cuando una sonrisa era suficiente para que el día fuera perfecto. Un mensaje que se leía diez mil veces y seguía apretando su estómago haciéndole sonreír. Pensar en planes futuros, verse al lado de alguien a largo plazo aunque quisiera pensar con claridad y apegarse a la realidad, terminaba fantaseando.

Él conocía las noches en velas, veía cuando todo se iba desgastando hasta quedar en cero o el hecho de notar que el amor nunca fue recíproco, insuficiente. Conocía el amor romántico hacia una pareja, el amor filial por su madre. Ese amor que muchas veces hasta los padres condicionaban y que también revelaban un interés. Porque para no generalizar, muchos hijos son la inversión a largo plazo que sus progenitores necesitan. Ellos son la compañía futura que garantizaban por miedo a quedarse solos, aquellos que podían cumplir los sueños que los padres no cumplieron.

Los hijos son aquellos que podrían ayudarlos financieramente, los que cuando sus mayores están viejos, tienen que hacerse cargo de su persona. Sí, podría existir un amor incondicional, pero no desinteresado. Incluso este amor estaba empañado por un interés real que maquillaban con el afecto brindado. Cuando todo esto no se cumple, llegan las decepciones. Las personas o hijos en este caso se sienten eternamente en deuda por una vida de mierda que le brindaron sin pedirlo, porque ellos no fueron los que decidieron o pidieron llegar al mundo.

Eso siempre era una decisión propia y egoísta que hicieron en su momento los padres solo pensando en ellos. Porque eran ellos quienes querían ser padres, ellos ya nacían siendo hijos.

"Porque yo te di la vida..."

Taehyung escuchó tanto eso en sus cortos años antes de que su madre muriera. Una gran frase que escuchaba mucho en otras personas, normalizada, aceptada, continuamente dicha y que sin querer se tornaba una manipulación. Porque los hijos veían a sus padres pasando en ocasiones tantos trabajos y necesidades que solamente despertaba el deseo de brindarles lo mejor en un paso inconsciente por todo lo que hicieron, por el amor que existía entre padre e hijo.

Por ahí, entraba la ansiedad al ver que mientras uno no logra armar el muñeco de su propia vida, ya existían otros que lo han logrado, que les brindaban a sus padres todo aquello que otros no podían por mucho que se intentase. Eso que hacía pensar que uno estaba haciendo todo mal aunque supiéramos que cada persona tiene un tiempo propio para lograr sus objetivos. Porque unos lo lograban y otros simplemente no. Los hijos iban tras las metas ajenas, detrás de eso que otros tienen, quieren y desean anteponiéndolos sin querer a sus propios deseos y al final, no vivían, sobrevivían en un destino trazado que era diferente.

Incluso Seokjin y Jungkook continuaban viviendo un camino que sus padres trazaron. La acción de Jeon Kookjin al quitarse la vida condenó sin querer los pasos de su hijo mayor, la de ellos tres, guiaron a Jungkook. Podía amar su trabajo y lo que hacía, pero eso podría no ser lo que quería muy en el fondo de su corazón. Uno puede nacer en cuna de oro, pero eso no garantizaba la felicidad, no era idiota, Taehyung estaba al tanto de esto. No obstante, los problemas durante toda la vida de personas como los Jeon disminuían considerablemente en muchos aspectos.

Para él no fue fácil, pero Kim se liberó de todas esas cadenas que lo anclaban al pensar o deseo de otras personas. Podría ser que estuviera siendo egoísta, que muchas personas actuaran diferente, lo comprendía, pero este era él. Ese que ahora limpiaba la humedad en el espejo después de un baño, era el reflejo físico del hombre que era.

— Buenos días. — Taehyung llegó al comedor en donde Jungkook y su padre se encontraban hablando de trabajo mientras esperaban por el desayuno que debería ser almuerzo. — Amanecieron temprano, hombres trabajadores. — Sonrió ampliamente acercándose a su esposo para besarlo, inclinando la cabeza para saludar a su hijastro. — ¿Pudiste descansar algo, Jungkook?

— Sí, creo que descansamos algo los dos. También lucías agotado.

— No hay nada que un buen sueño reparador no arregle. — Mencionó dejando a un lado unos papeles que había estado leyendo. — ¿Ya han pedido la comida?

— Una mezcla de desayuno con almuerzo. — Rio el señor Jeon acariciando la mano de su esposo por reflejo.

Los tres comieron juntos, Jungkook todavía no sabía cómo o por qué, pero terminaron juntos sentados en la sala. Taehyung decretó que estaba nervioso sobre las palabras a decir en la rueda de prensa, las grabaciones y demás. Por ende, comenzó leyéndole el mini discurso. Luego, fue en busca de los guiones que les entregó para que lo ayudasen a ensayar. Eso trajo algunos recuerdos de la vez que se encontraron en el apartamento de Seokjin, hubo un momento en donde Jungkook ayudó al peligris en la lectura de un guion. Fue interesante verlo desdoblarse, su actuación fue realmente buena y ahora volvía a confirmarlo.

Risas, ellos no tenían la menor idea de lo que estaban haciendo, leían solamente los textos sobre el papel, pero se ponían nerviosos. Se reían de las equivocaciones del otro, una actividad que nunca realizaron o esperaron hacer, una que se encontraron disfrutando. Así fueron pasando las horas.

— ¡Reverse! — Gritó Taehyung feliz de poder impedir a Jungkook colocar su última carta, dándole un guiño a su esposo.

— ¿Se están uniendo en mi contra?

— Hijo, en mi defensa, es difícil ganarte en este tipo de juegos, es normal que Taehyung y yo nos uniéramos para destronarte. ¡Uno! — Exclamó haciendo maldecir al pelinegro que le tocaba tomar cuatro cartas sin poder ganar.

Juegos de mesa, Dongun no recordaba la última vez que hicieron algo así. Tal vez fue cuando su hijo estaba en la adolescencia, cuando era un niño los juegos fueron más recurrentes. Lamentablemente, según pasaron los años, estas actividades disminuyeron al punto de desaparecer. Ahora, gracias a su esposo, se encontraba sentado en el suelo junto a dos personas que amaba, divirtiéndose con ambos y por eso se sentía tan rebosante de dicha.

— ¡Maldición! — gritaba Taehyung lanzando todas las cartas sobre la mesa con un Jungkook carcajeándose a la par de su esposo. — Se unieron para hacerme trampa.

— No tenemos culpa de que seas pésimo jugando y un mal perdedor. — La vista de Taehyung buscó rápidamente la del pelinegro, haciendo una mueca que los hizo sonreír, pero decidió ignorar sus palabras. — Perderás nuevamente. — Avisó cuando se percató de los planes de su padrastro de volver a jugar.

— Si algo tengo yo, es que nunca me rindo.

— Puedo dar fe de ello. — Sonrió su esposo inclinándose para besar su sien. — Yo tampoco me rindo, pero para este juego, ya no estaré. Lo siento, me reuniré con ustedes nuevamente en un rato cuando sirvan la mesa para la cena.

Los menores asintieron, como simples amigos continuaron jugando, luego conversaron de temas sin mucha importancia hasta que les tocó cenar. La copa de vino tinto servida para acompañamiento de la carne se convirtió en dos y luego esta cifra se duplicó. El señor Jeon una vez más los abandonó temprano, él debía despertarse temprano y Jungkook aunque también lo haría, permaneció un poco más despierto. Desde su separación con Jaehyun meses atrás, no había podido disfrutar de momentos tan divertidos, pero tranquilos, familiares, acogedores incluso.

Incluso para Taehyung, sentía bien estar junto a al contrario riendo, sin segundas intenciones fondo. Pasar tiempo con Jungkook siempre fue agradable, divertido. Desde aquel primer encuentro, a pesar de que luego de esa vez, nunca volvieron a experimentar algo así entre ambos. Solo en el evento donde Jae los descubrió, pudo ver un atisbo del pelinegro que le seguía la corriente, provocándolo, seduciéndolo. Este que lo acompañaba se asemejaba más al primero que conoció, no en el club, pero una vez que estuvieron en su apartamento o las salidas del día siguiente, pudo interactuar con un Jungkook como ese.

No se imaginó que ese chico que llevaba un atuendo tan seductor, juvenil y moderno. Ese que lo sedujo desde la primera mirada, fuese a ser el hijo de su esposo. Un Jungkook que llevaba trajes la mayoría del tiempo, ocultando sus tatuajes, sus piercings...

Sin premeditarlo, sus ojos viajaron a su cuello, de ahí al torso cubierto por un fino suéter negro que por su anchura ocultaba cada uno de sus músculos. De ahí, continuó hasta las piernas cruzadas y desvió la imagen, pasando a servirse lo que quedaba da la botella. Para cuando sus ojos volvieron a encontrarse con los de Jungkook, este también lo estaba mirando, se había percatado del nada recatado estudio que la mirada del peligris le daba. Permanecieron así, solo mirándose, el mayor dio una amplia y cuadrada sonrisa mientras se levantaba para ir en busca de otra botella. El contrario se limitó a ladear su sonrisa y negar.

Una vez más sus miradas buscaron el camino para encontrarse cuando Taehyung se sentó. El menor relamió sin notar sus propios labios cuando las clavículas ajenas quedaron expuestas en el momento en que Taehyung se inclinó para tomar su copa y servirle. La aceptó llena, sus manos rozándose, ninguno escapando del tacto o sus miradas hasta que el sonido de unos pasos le hicieron separarse rápidamente.

Para sorpresa de los dos, no se trataba de Dongun, ni siquiera de Hwa, era un Kim Seokjin casi impecable que hacía acto de presencia. Mientras él se encontrara en Corea del Sur, estaba al igual que su hermano menor obligado a pasar cierta cantidad de días con su padre, pero encontraba forma de librarse de esto entre viajes y compromisos laborales. Después de todo, bajo su ala tenía más de un negocio que consumían gran parte de su tiempo, mucho más de lo que Jungkook alguna vez había experimentado con la empresa que dirigía.

De no ser por la forma en que los tres primeros botones de su camisa estaban abiertos y el hecho de que su corbata estaba guardada en el bolsillo de su saco, el mayor de los hermanos Jeon hubiese lucido tan impoluto y perfecto como siempre lo hacía frente a su hermanito o más bien todas las personas, pero el primero principalmente. Ese fue su motor impulsor desde aquella noche en donde en ese mismo lugar en el que había encontrado los menores jugando, terminó viendo a su madre por última vez.

— Llegó mi segundo hijo. — Bromeó Taehyung a sabiendas de que esto incomodaría el Jeon que menos lo resistía. Jungkook estudiaba a su hermano, él sí notaba el aspecto del mayor, algo no parecía estar bien, su aspecto y el hecho de que se encontrara a esa ahora ahí en vez de su casa u oficina, afianzaba sus sospechas.

— No estoy seguro de si soy tu segundo hijo, porque por lo que sé, podrías ser tanto mi padrastro como mi cuñado. ¿Con cuál de las dos opciones debería quedarme? — Simultáneamente, los menores miraron en dirección de la escalera y el resto de la casa al escuchar sus palabras, temiendo que hubiese sido escuchado por alguien. Taehyung estaba paralizado y el pelinegro regañaba a su hermano con la mirada. — Mientras Jungkook no sufra, su secreto muere conmigo.

— ¡Hyung! — Seokjin desvió la mirada seria que le daba a Taehyung hacia su hermano, sonrió y sin mucho cuidado se sentó en el suelo junto a ellos. — ¿Deseas un trago? — Su pregunta quedó en el aire por un segundo, Jungkook observando a su hermano con detenimiento. — Creo que mejor no.

Era muy difícil o casi imposible notar algo así en Seokjin, si este no fuera tan perfeccionista y cuadrado en ocasiones, el propio Jungkook no hubiese notado esa mínima diferencia que lo rodeaba. Era obvio que ya su hermano mayor había bebido más de la cuenta, todavía lo suficientemente sobrio como para ocultar la borrachera, pero sus descuidados comentarios y actuar así se lo dejaban saber. Entonces, notó la leve hinchazón de sus ojos sutilmente enrojecidos. ¿Su hyung había llorado? ¿Por qué? Jungkook no tenía recuerdos de su hermano llorando si lo pensaba bien, una que otra lágrima perdida cuando se despedía o de felicidad, pero llorar, no recordaba ver a Jin de ese modo. Tal vez estaba exagerando y su preocupación era infundada, pero no podía evitarlo cuando todo lo que percibía del mayor era algo muy cercano a la perfección desde sus emociones hasta su actuar o vestir.

— Sí, quiero otra copa. — Rebatió el recién llegado.

— Me parece que has tomado lo suficiente. ¿Yoongi hyung te trajo? — El mayor negó descendiendo su mirada hasta el móvil que había sacado de su pantalón.

Yoongi después de aquella conversación con Chungha se mantuvo alejado, no hablaba de ello aunque le preguntase, limitando su trato una vez más al de jefe y empleado. Esa misma noche en que tanto lo necesitaba, Min no lo acompañó, conocía su estado, conocía a Jin mejor que nadie, pero aun así, lo dejó solo en el bar luego de negarse a acompañarlo. En días como ese, él ni siquiera podía pisar su casa.

— ¿Piensas ir a la cripta mañana?

— ¿Cripta? — Los ojos de Jungkook se ensancharon al darse cuenta de lo que podría haber puesto a su hermano así. Sinceramente, se había olvidado y esto lo hacía sentir mal. — El aniversario luctuoso de mamá.

— ¿Al igual que él lo olvidaste? Nosotros somos sus hijos, Jungkook, que él lo olvide está bien, pero nosotros... — Jin negó en silencio, no quería hablar o pensar en ello. Ojalá él pudiese olvidarlo también, olvidarse hasta de su propia existencia. — Haces bien, no recuerdes cosas tristes.

— Lo siento, hyung, realmente se me había olvidado la fecha y...

— ¡Salud! — Levantó Seokjin la copa que se sirvió interrumpiendo a su hermano, frente a la fija mirada del peligris que no se atrevía a abrir la boca y miraba aquella escena desde su lugar.

Aunque en un principio quiso detenerlo, Jungkook dejó a su hermano beber. De hecho, para acompañarlo y animarlo, los tres continuaron bebiendo hasta que Jin se carcajeó sin motivo alguno sorprendiéndolos.

— ¿No es gracioso lo perfecto que luzco y lo mierda que soy? — Preguntó buscando incorporarse, cayendo casi de bruces en el primer intento, tocando el suelo al segundo. — ¡Mierda! — Exclamó sorprendiendo una vez más a los contrarios que no tenían recuerdo de él así. La única persona que había alguna vez ha sido testigo de esa faceta de Seokjin era Dongun y Yoongi.

— Te acompaño, hyung. — Jungkook se levantó rápidamente, notando entonces de que él tampoco estaba ya muy sobrio que digamos. — Te llevo a tu habitación. — Decretó firme cuando se acercó a su hermano para levantarlo, dirigiéndose ambos hacia la escalera.

Algunos escalones eran mágicos para Seokjin, desaparecían y reaparecían cuando menos lo esperaba, motivo por el cual se tropezaba con ellos. Fue en el diminuto descanso en donde su tropiezo se le quedó mirando al menor que le devolvió su mirar.

— Luciendo así, hoy serías un buen amo. — Las palabras pronunciadas por Jin no tenían sentido para Jungkook, es más, él solo comenzó a reírse mientras lo instaba a continuar subiendo la escalera.

Ya en el cuarto del mayor lo sentó en la cama para ayudarlo a deshacerse de sus zapatos. Queriendo quitarse la ropa por su cuenta, Jin se levantó, tambaleándose y siendo sostenido por un Jungkook que perdió el equilibrio junto a él. Jungkook simplemente se rió de esta torpeza, pero su risa disminuyó de forma considerable cuando unos dedos se afianzaron en su cabello para tirar de él, dejándolo a escasos centímetros del rostro de su hermano. Tiempo para quejarse o reaccionar no hubo, lo próximo que supo fue que los labios del hermano de conducta intachable se estaban restregando a los suyos.

Pasaron algunos segundos no muy cortos antes de que Jungkook reaccionara eliminando a la mano que lo sostenía y así, poderse alejar de aquel beso. Su ceño estaba grandemente fruncido, su mirada se encontró con la de Jin, pero este parecía por alguna razón no ser él.

— Extrañaba esto, te extrañé y al final sabía que un día como hoy no me dejarías solo. — Sonreía con nuevas lágrimas recorriendo sus ojos, acercándose para un nuevo beso, agradecido de que Yoongi estuviese ahí, luciendo tan parecido a su Jungkookie a pesar de que desde hacía tiempo no lo veía así, arreglándose como su hermano menor. Era como tener a Jungkook, pero a su vez, tenerlo a él, a Yoongi.

— ¿Qué mierda, hyung? — Preguntó algo confundido Jungkook cuando volvió a liberarse, soltando una risa nerviosa y confusa. — ¿A quién andas imaginándote ahora? A ver, córrete. — Terminó por decir volteando a un Jin despreocupado que se giró sin más.

— Está bien, te dejaré ser el amo hoy, Jungkook. — El menor volvió a reír frente al estado de embriaguez de su hermano, desvistiéndolo e ignorando las quejas cuando se alejó para ir en busca de un pijama y vestirlo.

De algún modo, el alcohol que había en su sistema continuaba allí, pero no parecía estar afectándolo de igual forma. Como si hubiese recobrado gran parte de su sobriedad. Para el momento en que terminó de cubrir a su hyung, este se había quedado profundamente dormido.

— ¿Sucede algo? — La voz de Taehyung al regresar al salón sacó a Jungkook de sus pensamientos. Todavía en trance y confundido, el pelinegro negó en una búsqueda por decir que todo estaba bien. Sabía que su hermano estaba borracho, probablemente lo confundió con alguien más y eso era todo, pero no dejaba de ser raro, la forma en que lo miró cuando lo acercó fue extraña. — Jungkook...

— ¿Qué? — Preguntó sorprendido, elevando la mirada para encontrarse con el peligris que terminaba de recoger todo por su propia cuenta. — Oh, perdona, supongo que ya vas a dormir.

— Pensé que te habías ido a dormir junto a Jin. ¿Todo bien? — El menor asintió.

— ¿Te apetece una última copa? — Taehyung entrecerró sus ojos, mas asintió yendo hacia la cocina junto con el menor. — Gracias.

Los sucesos de aquella noche, fueron relegados hacia algún lugar de la memoria en los hermanos Jeon, uno porque no lo recordaba y el otro porque no encontraba sentido en recordar un tonto accidente. El acercamiento entre Taehyung y Jungkook como amigos, fue algo más a lo que ese fin de semana le abrió paso. Sus encuentros, cenas, risas, encuentros ya fuera que estuvieran solos o no simplemente fueron fluyendo.

— ¿Estás listo? — Preguntaba Jungkook desde el asiento trasero del auto en el que se trasladaba con Taehyung, habían salido juntos desde la compañía después de ser arreglados por los estilistas. Era finalmente el estreno de la película en donde Taehyung formaba parte del elenco y ahora que estaban a minutos de descender, veía los nervios del mayor comenzar a descontrolarse. — ¿Tae? — Algo sorprendido, pero también relajado, el nombrado miró a la mano que sostenía la suya brindándole soporte y ánimo, luego al dueño de esta para asentir.

— Sí, estoy listo.

— Entonces no te pongas nervioso, sé que es tu primer evento de esta magnitud y tu debut en la pantalla grande, pero lo harás genial y yo estaré aquí, junto a ti.

Hola por aquí, ¿han estado bien? Yo no tanto, pero los he extrañado mucho🥺. Espero que el capítulo fuera de su agrado.

Por cierto, Infamous ha ganado su segundo premio, primero, los SBA Taekook Awards y ahora los Taekook Awards 2021🎉🎉🎉 Gracias por continuar aquí leyendo esta historia de desarrollo lento, pero que disfruto tanto escribir.

LORED

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