Capítulo 12
Después de perderse en Park Seojoon, el peligris se permitió volver a sentir esa otra parte del sexo que no experimentaba con su esposo. Una sola vez Dongun intentó entrar en él, pero después de que Taehyung le explicara que no le gustaba jugar esa posición, el señor Jeon lo respetó y no lo intentó nuevamente. Una sola vez tuvieron sexo de ese modo. No era algo que hacía con todos, prefería asumir el rol activo, pero con Seojoon era diferente, con Jungkook fue diferente, había cosas o más bien personas que simplemente llegaban más cerca que otras.
Desde esa posición, sentado a horcajadas y moviendo sus caderas mientras bañaban sus miradas de lujurias, Taehyung estaba dividido, perdido entre el disfrute y sus pensamientos. Se trataba de sexo, un acto de necesidad mental y física para la mayoría de los seres vivos, incluyendo las plantas.
Se le agregaba que con ese hombre se sentía cómodo, físicamente no existía una sola cosa que le desagradara, su personalidad también era genial. No era como esas aventuras pasadas en donde tenía sexo ya fuera por cumplir porque no le gustaba echarse para atrás, donde el sujeto terminaba decepcionándolo y sin poder disfrutar como lo esperaba. Ese tipo de casos estaban descartados, le encantaban esas manos en su cuerpo, cuando el mayor se perdía en él o viceversa.
Sin embargo, carecía de ese factor sorpresa, ese complemento estrella que llevara la experiencia entre dos conocidos más allá. Un delicioso ramen tradicional, pero sin la yema de huevo que realmente le daba ese punto explosivo. Era tan buena persona, que por eso no quiso decirle a Seojoon que terminaban porque había conseguido asegurar al millonario de sus sueños. Fue más piadoso decirle que se iba a estudiar, aunque fue una mentira que se tornó realidad.
El recuerdo de algo que alguna vez leyó y que no venía al caso de cierta forma, se implantó en su cerebro. La diferencia entre el amor de la vida de una persona y su alma gemela. Una se escogía, la otra simplemente estaba ahí, presente, no se podía hacer mucho contra ella.
¿Un amor? Se podía negar, pero cada ser nacía con la semilla del amor en su interior. No siempre se regaba, crecía y se desarrollaba por igual, unas podían ser una maleza molesta, una hermosa flor o el más frondoso árbol. No es que el peligris no lo quisiera del todo, no tenía anda en contra de este sentimiento a pesar de todo, mas no lo buscaba. Era un hombre que claramente quería pasión, compañía y aunque sonara hipócrita, honestidad porque esta nunca sería absoluta.
Disfrutaba en demasía cuando tenía un sexo que lo volvía loco y conversaciones que lo volvían cuerdo. Algo parecido a eso experimentado meses atrás en un fin de semana que ocultó en un lugar recóndito de su cerebro. Apagó la llama de la emoción despierta en su pecho y borró toda huella de su piel ya fuera visible o no. Había tenido más sexo del esperado con su esposo, también ahora, donde llevaba una semana acostándose con Seojoon desde que se vieron, eso fue suficiente para borrar cualquier evidencia física de aquel momento.
Pero los recuerdos son traicioneros, se desvanecen sin avisar y reaparecen del mismo modo aunque tarden años en llegar. La mente del ser humano siempre sería un eterno misterio que ni los mejores profesionales pueden descifrar por completo porque aunque existieran patrones similares, conductas, cada ser humano era único. Ahora que volvía a tener al único chico que por años le despertó el deseo de una relación, el único que movió cosas extrañas, su cuestionamiento interno, no cesaba.
— ¿Todo bien? — Preguntó el castaño que acostado al lado del peligris acariciaba su rostro, viéndolo asentir. — ¿Estabas cansado al final? Debiste haberme dejado terminar a mí.
— Estoy bien, solo me dolían un poco los muslos por la posición utilizada. — Con la vista, seguía las manos de Seojoon, sonriendo con él, pero cambiando por completo el semblante cuando este comenzó a acariciar sus clavículas. — ¿Qué hora es? Creo que ya deberías irte a tu apartamento. — Musitó levantándose.
— Sí, tienes razón, mañana lunes tengo que estar a primera hora en la universidad. — Asintió poniéndose de pie, acercándose al menor para abrazarlo por detrás. — Tae, he estado pensando, ahora que ya no nos separa la distancia y tus estudios, la razón de nuestra ruptura, podríamos retomar nuestra relación. Ambos estaremos aquí por dos años y, aunque viajemos o tengamos diferentes...
— Seojoonie... — Lo interrumpió alejándose de su tacto, ignorando el fruncido ceño que se dibujaba en el rostro contrario. — No. Lo siento si no aclaré desde el comienzo esto, pero ahora mismo, a pesar de que me gustas, lo bien que la pasamos y todas esas cosas, no estoy procurando una relación contigo.
— ¿Qué? — Su confusión fue notable.
— Esto que tenemos, es todo hasta el momento, no puedo decir que deseo una relación ahora. No es nuestro momento. Joon, yo no... — la mano del mayor se levantó en el aire para indicarle que se callara, lo más educadamente posible pese a lo que estaba sintiendo. Llevó una mano a su tabique y asintió.
Taehyung lo veía suspirar, como por varios segundos se quedó mirando con las manos en la cintura hacia a la cama en donde habían pasado la mayor parte del fin de semana por segunda vez desde su encuentro. Sin hablar más, sin siquiera pasar por el baño, Park comenzó a vestirse bajo la atenta mirada del peligris que se recostó a la pared para no interceder.
— Hablamos en otro momento, por hoy, necesito irme. — Musitó dejando un beso en su mejilla. — Ten una buena semana, otro día conversaremos.
Taehyung asintió, regalándole una sonrisa para acompañarlo hacia la puerta. Solo, se dedicó a recoger y limpiar todo, airando la casa para que se fuera ese latente olor a sexo. Una buena decisión, porque dos horas más tarde, Jeon Dongun entraba por la puerta, sorprendiéndolo porque no tenía ni idea que tan solo una semana después, regresaría a Inglaterra.
— ¿Cómo estuvo la boda de Jin? — Preguntaba el peligris uniéndose a él en el sofá mientras le entregaba una copa de vino.
— Como cualquier otra, supongo. Solo que un poco más pública, toda Corea del Sur ha revolucionado con esto. Es entretenido estar al pendiente de la vida de otros y por eso, nosotros cobramos. Ha sido un buen negocio que desde el comienzo nos está beneficiando. — Acarició sus muslos y lo besó. — Vine porque no podré visitarte durante varios meses ahora cuando regrese.
— Supongo que todo ha salido como quieres. — Hablaba acariciándole su brazo con una mano, bebiendo con la otra. — Felicidades, mi amor, porque siempre logras todo lo que te propones.
— Gracias. — Se inclinó para besarlo una vez más, separándose de su esposo cuando su teléfono vibró. — ¿Por qué no puede hacer nada bien?
— ¿Qué sucede?
— Jungkook y la relación que tiene con Jaehyun, se está descuidando. Mi gerente de relaciones públicas me acaba de avisar que tuvo que frenar una publicación porque le tomaron fotos andando con un artista de su propia compañía de forma romántica y en público. ¿No piensa?
— ¿Una relación? — Indagó Taehyung acomodándose en su asiento. — Tu hijo no tiene cara de ser alguien de relaciones.
— Nunca las ha tenido, pero algo le debe gustar este chico, algo o mucho, porque es la primera vez que le conozco una relación aunque no me haya dicho nada.
Fue un acto de reflejo el rodar sus ojos. Dudaba mucho que existiera entre ellos ese gran gusto. Lo más probable era que, infantilmente, haya querido darle celos, eso fue lo que Taehyung notó cuando los vio en el apartamento de Jungkook, también el día de su boda. No creía que el pelinegro sintiera algo por ese tal Jaehyun más allá de una atracción física. Tal vez ni siquiera se amoldaban bien en la cama. Dio un sorbo a su bebida, poniendo mayor atención a las palabras de su esposo.
— Solo que él es el dirigente de una de nuestras empresas y encima, está saliendo con uno de sus artistas. Todo se puede malinterpretar, más si se sabe que es homosexual. Nosotros nos casamos ahora que mi vida está correctamente establecida y fue bajo una estricta confidencialidad, nadie más que los presentes en la boda, saben de nuestro matrimonio. Mis hijos deberían saber cómo manejar mejor las cosas.
— Son hombres adultos, mi amor, no puedes decidir por ellos.
— Si ponen en riesgo mi patrimonio y nuestras vidas, sí lo haré, no me importa que sean ancianos. Se tendrían que desligar de los negocios y la familia en su totalidad, cambiándose incluso el apellido para que yo les permita hacer lo que quieran, ignorando cualquier acto que podría perjudicarnos. — Los ojos de Taehyung se achicaron ante esta respuesta, la iba a rebatir, pero el timbre de la puerta sonó rompiendo el momento. — Descansa, yo me encargaré
— No, iré yo. — Se apresuró a decir el peligris, mas la mirada que recibió le hizo decidir que lo mejor era quedarse en su sitio, asintiendo. — De acuerdo, mi amor, gracias.
Jeon Dongun acarició sutilmente la pierna junto a él antes de levantarse e ir hacia la puerta. Taehyung tamborileaba sus dedos libres sobre sus muslos, los otros giraban la copa algo ansioso. No es que lo ocultara realmente, pero sus conocidos en Inglaterra desconocía de la existencia de su esposo. La única persona a la que deliberadamente se lo ocultaba, era Park Seojoon.
— ¿Era otro vecino, mi amor? Aquí suele suceder mucho esto en los edificios, algunas personas tocan el timbre de otra para que le abran la puerta principal. — Comentaba aliviado escuchando que su marido regresaba rápidamente. — Yo estaba pensando que... — Sus palabras se interrumpieron al divisar quien venía detrás de Dongun.
— Hyung... — Musitó viendo la confusión del castaño que miraba a su alrededor. — Mi amor, te presento a Park Seojoon, es un amigo que conozco desde Corea, incluso trabaja en tu hotel y hace una semana nos reencontramos aquí por pura casualidad. Hyung, te presento a mi pareja. — Viendo como el menor le hablaba con confianza, suponía que también él podría hacerlo.
— Mucho gusto, soy Jeon Dongun, el esposo de Taehyung. — Los ojos de Seojoon solo se abrían más a cada segundo.
No podía hablar correctamente, su mano se mantenía empuñada mientras volvía a mirar a su alrededor, a esos dos hombres que se llamaban esposos. Estaba frente al presidente de la corporación Jeon, todo comenzaba a encajarle mejor de lo esperado. Mordiendo sus labios asintió mirando a Taehyung, luego a su jefe aunque no fuese directo.
— Es un placer conocerlo, presidente. No sabía que estaría aquí, perdón por interrumpir. Yo he venido a regresarle a Taehyung un libro que me prestó, me ha dicho que lo necesita. — Musitaba mientras abría su maletín.
Era cierto que tomó prestado unos libros de inglés el peligris amablemente le ofreció para que no tuviera que comprarlos. Iba a ir a estudiar a la biblioteca nocturna que no cerraba, pero simplemente sintió que debía hablar con su expareja luego de como quedaron las cosas horas antes. Simplemente no esperó encontrarse con esa escena.
— Muchas gracias, Tae. — Le estiró dos libros que el mencionado se paró a tomar. — Que tengan una buena noche. Nuevamente, perdone las molestias, presidente Jeon.
— No te preocupes, no pasa nada. — Acarició la cintura de su esposo, tomó su teléfono del sofá y se encaminó a la habitación.
— Joonie... — Llamó bajo el peligris cuando este se volteó yendo hacia la puerta. — Perdón por no decirte, no quería que te sintieras mal.
— Muchas gracias por la consideración, fue un gesto muy amable de tu parte. — Justo en la puerta, se volteó, mirando por encima de los hombros del más bajo para asegurarse de que el pasillo estuviese despejado, manteniendo el bajo volumen de su voz. — Y tranquilo, no debes explicarme nada, creo que ahora todo es más claro, supongo que esta era la verdadera razón detrás de... — Calló para no decirlo en voz alta, no quería causarle problemas. — Da igual, mucha suerte, supongo. Espero que seas feliz.
Se fue dejando a Taehyung con un mal sabor de boca que no desapareció rápidamente. Permanecer detrás de la puerta por varios segundos fue el primer indicio de que ver esa mirada en los ojos de Seojoon, fue más incómoda de lo esperado. Volver a su esposo esta noche, también. Si bien no hicieron nada porque sus deseos quedaron en el piso, se refugió entre los brazos de ese hombre que ahora llamaba esposo.
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— ¿No me vas a decir? — Indagaba Jungkook riendo, recostado en su silla mientras miraba a Namjoon rodar los ojos. — ¿Quién es ese novio misterioso que lleva seis meses raptándote?
— No somos novios, todavía no, Él no quiere para no perjudicar mi trabajo o mezclarse demasiado. Así que no debes preocuparte, somos discretos. — Le aseguró calmado.
— ¿Novio? — La voz de Jimin los sorprendió, el castaño evitó mirarlo y Jungkook calló relamiendo sus labios. — ¿Piensas formalizar una relación con alguien?
— Estamos en el trabajo, en la oficina de nuestro jefe. Que seamos amigos no significa que se haga lo que nos dé la gana. — Murmuró Namjoon tranquilo. — No es lugar para hablar de temas personales.
— Eran ustedes los que estaban hablando de sus cosas personales sin siquiera cerrar una puerta. — Jungkook prefirió no decir nada, simplemente calló buscando su teléfono para escribirle a su hermano.
Necesitaba saber si Seokjin haría algo para su segundo aniversario de casado. No es que él y Chungha fuera los más amorosos, habían pasado dos largos años desde que se casaron, pero ellos parecían más socios de negocios que cualquier otra cosa. Aun cuando ella estaba embarazada en ese momento, no había muchos intercambios afectivos, al menos no públicamente.
Al principio Jungkook no podía evitar preocuparse, no era la idea de matrimonio preconcebida en su cabeza. ¿Firmar un papel, procrear y ya estaba? No le veía mucho sentido a eso al no ser que ambos tuvieran sus propios intereses.
— ¿Nos vemos mañana? — Preguntó Namjoon levantándose. — Jade seguramente llegará cansado después de su gira y llevan tres meses sin verse, han de querer estar solos hoy.
Jungkook sonrió ante la mención de su novio porque en verdad lo había extrañado. No podían viajar juntos, él seguía teniendo una empresa que dirigir. Las giras eran agotadoras, no podría trabajar como correspondía si lo acompañaba, mas lo echaba de menos.
Imposible no hacerlo cuando habían congeniado tan bien, adquiriendo un compromiso a corto plazo que los sorprendió al extenderse. Existían parejas de personas que no estaban enamoradas, pero que se llevaban bien; comparten algunas cosas de su vida, forman un equipo frente al mundo.
Se sienten cómodos mutuamente, tienen recuerdos bonitos que crearon juntos y disfrutando de esa compañía, la seguridad, esa estabilidad que una relación fielmente estructurada brinda. Esos no eran casos solo para parejas que llevaban muchos años juntas, con hijos y ligaduras que acompañadas de la costumbre eran difíciles de romper. Ya no amaban, quizás lo hicieron, pero con el tiempo ese amor podía extinguirse, quedando solo un cariño muy puro y bonito entre ellos que hace agradable la convivencia.
Eso era algo que también ocurría en jóvenes como ellos, aunque muchas veces no sabían diferenciar el cariño y enamoramiento del amor. Porque no existe una fórmula fija que demuestre cómo y cuánto una persona debe amar. No importaba lo mucho que se hablara de ello, lo mucho que se simulara el supuesto amor perfecto en el arte y el entretenimiento; ningún amor era igual porque no existían individuos idénticos emocionalmente, tampoco los momentos eran exactos.
Los ritmos eran diferentes, también la intensidad, por eso era normal que muchas veces, solo una persona fuera la que llegara amar con mayor intensidad a otra mientras su pareja iba a medio camino. Es fácil que quien ame proteste cuando no se siente cuidado o querido, cuando no se siente importante para su pareja, pero es que muchos esperan que todo surja y marche al mismo ritmo de ellos.
Es ahí cuando quien está poniendo todo de su parte a su ritmo, podía llegar a sentirse agobiado y presionado, entrando en una renuencia, haciendo rechazo a algo. Tal cual como ocurrían con los trabajos u obligaciones, el amor cuando se presionaba, terminaba atosigando. No es que carecieran de sentimientos, sino que no amaban del mismo modo e intensidad como era esperado.
Sin embargo, ellos dos tenían claro sus sentimientos y emociones, su relación. Era como si estuvieran en la misma barca, pero cada cual tuviese su ritmo, coincidiendo esta vez en la velocidad de su remo. Avanzaban porque estaban remando parejo en este caso, no se quedaron varados en el medio del mar o lago, dando vueltas sobre ellos mismos sin poder escapar y por eso Jungkook se sentía tan bien en su relación. Juntos iban construyendo algo muy bonito a su propio tiempo sin abrumar al otro, buscando ponerse siempre de acuerdo.
Cuando Jimin y Namjoon abandonaron su oficina, terminó de ponerse de acuerdo con su novio y Jin, recogió sus cosas y se fue a su apartamento sin utilizar su chofer. Cuando no tenía a Min para él, prefería ir por su cuenta.
De manera sencilla, se encargó de preparar una cena para su pareja. Como era costumbre, al salir del aeropuerto, Jaehyung iría directamente a su propio apartamento para evitar que estuvieran al pendiente de sus pasos. ¿Lo mejor? Era que desde hacía un año se había mudado para el mismo edificio de Jungkook y Jimin, unos pisos más abajo. Por eso el Jungkook sabía que el otro pelinegro no tardaría en llegar.
Apareció con una bolsa de presentes para él que después de ser desempacada quedó en el olvido, sus besos y abrazos eran más urgente. De hecho, incluso la cena quedó relegada a un último plano porque primero decidieron calmar esa loca necesidad de sentirse después de tres largos meses. Solo después de liberarse en el sofá y quedar uno encima del otro, optaron por una ducha. Tuvieron que recalentar la comida, pero aquello no les importó en lo más mínimo.
— Jin y su esposa organizarán una comida por su segundo aniversario. — Comentaba Jungkook con las piernas sobre su pareja mientras jugaban en el sofá frente al televisor. — Esa arma es mejor. — Musitó cuando el otro pelinegro en el juego armaba a su avatar. — ¿Quieres venir conmigo?
— Si no te es molestia, preferiría quedarme a descansar. Estoy agotado después de la gira. Solo tengo cuatro días libres antes de retomar todas mis actividades. Ve tú, luego me cuentas qué hay de nuevo. — Sonrió poniéndole pausa al juego por el contrario, inclinándose para besarlo, disfrutando de los labios de Jungkook.
— No pienses que no me he dado cuenta... — Susurró Jungkook contra sus labios, alejándose para mirarlo. — Creo que estás cansado, sería imposible no estarlo después de tu gira, pero cada vez que te invito a ver a mi familia, tienes una excusa para rechazarme. ¿Pasó algo que yo no sé? ¿Te incomodan? ¿Alguien te dijo algo?
— Nadie me ha dicho nada.— Se apresuró a responder, reanudando un juego que Jeon volvió a pausar. — Jung...
— Dime qué sucede, me gustaría saberlo.
Jaehyun dejó el mando a un lado, echó su cabeza hacia atrás y suspiró acariciando su tatuado cuello. No quería que Jungkook fuera a tener problemas con su hermano, se querían y era familia después de todo, no quería ser él la nota discordante. No quería dar margen para que las cosas se malinterpretaran y revirtieran quedando él en la peor posición. Porque con los Jeon, nunca se sabía, menos con Seokjin.
— No me siento del todo cómodo cuando están en ese ambiente. Incluso me alejé de mi familia por lo mismo, no soporto estar rodeado de hipocresía. Sonreírle a todos constantemente, pretendiendo lo que no es incluso en mi tiempo libre. No quiero perder la cordura o caer en depresión como otros artistas y personas del medio porque dejan simplemente de ser ellos para interpretar una eterna actuación para todos. Porque nunca, por muy real que uno sea frente a los seguidores, nunca se muestra todo. Pasé meses con la cámara pegada a mí, levantándome, comiendo, yendo a la cama siendo monitoreado. Ahora quiero descansar, eso es todo. Ir a una cena con tu familia, es volver a pretender cuando no hay necesidad de ello.
Tras escuchar sus palabras, Jungkook simplemente calló y asintió, lo comprendía. Era lógico lo que le decía, no quería presionarlo, así que asintió. No obstante, le hubiese gustado ir con él.
— ¿Terminamos la partida? — Preguntó volviendo a tomar el mando, entregándole el otro a su acompañante. Sin poderlo evitar, Jaehyun exhaló mirándolo. Podía ver que Jungkook deseaba ir juntos y le agradaba ver eso, quería complacerlo, pero solo pensar que tenía que verse con Jin le hacía replantearse todo mil veces. — ¿Quieres tomar algo?
— ¿Una cerveza? — Jungkook asintió, levantándose del sofá.
— Buscaré dos y luego terminamos la partida.
+++
Jaehyun no se equivocó, estar sentado en la misma mesa que Seokjin no era para nada agradable. Al final había accedido a acompañar a su pareja a esa comida, pero desde que puso un pie en la mansión Jeon, se comenzó a arrepentir. Jungkook no lo dejaba solo y eso le agradecía, pero el ambiente en general era pesado. Era una comida por su aniversario, ¿por qué no la tenían solo ellos dos sin molestar a los demás? Quizás era un poco malo de su parte pensar esto, pero simplemente no soportaba estar cerca de Jin.
— ¿Viene alguien más? — Preguntó Jungkook cuando se sentó en la mesa junto a su pareja, viendo que había otros dos platos. — Supongo que Kim Minjong y mi padre estarán presentes.
— No, mi padre no viene. — Espetó Chanmi, pero antes de poder decir algo más, la respuesta a la pregunta de Jungkook llegó de forma física.
Tomados de las manos, después de dos años y medio de no pisar el país, Taehyung entró junto a su esposo. El personal de la casa llevaba sus maletas hacia las habitaciones cuando el peligris llamó a uno para lanzarle su chaqueta y gorro. Con elegancia, pero también mayor arrogancia de la recordada por el pelinegro, avanzó hasta la mesa en donde todos aguardaban. Por detrás de las gafas que aún llevaba, recorrió toda la mesa inconscientemente en busca de Jungkook, viéndolo acompañado.
Se mantuvo en silencio cortos segundos, apartando la mirada de esos dos. Treinta meses desde que él salió de Corea del Sur, pero los que él creyó que no llegarían al año, se mostraban juntos, más formales de lo que debía admitir le agradaba. Retirando sus lentes de sol, dibujó una sonrisa en su rostro mientras se giraba lentamente para abrazar a su esposo por la cintura.
— Buenas tardes. — Saludó con cordialidad, una que la mirada de Jin no le devolvía. Jungkook, por el contrario, sí lo miraba tranquilo, como si su presencia ya no fuera un motivo para tensarse e incomodarse, como si no le importara en lo absoluto. Estaba bien, tenía que estarlo, mas era molesto para Taehyung verlo tan tranquilo junto a ese tipo que tenía por novio. — Felicitaciones, lamento no haber estado en su boda, pero les he traído un presente.
— No tenías que molestarte, es tan amable de tu parte. — Se levantó Chanmi para alcanzar las bolsas que su suegro traía, las únicas que no le dieron al personal. — Es bueno tenerte por aquí, bienvenido a casa. Será bueno tener a alguien con quien platicar. — Sonreía viendo las cosas del bebé y otros regalos. — Has acertado, amo que todo sea blanco y gris para nuestro bebé. De hecho, hoy teníamos pensado revelarles el sexo de nuestro bebé, otro motivo para esta comida.
— Sin importar qué sea, su abuelo espera verlo pronto. — Sonrió Dongun estirando su mano para acariciarle el vientre a Chungha. — Aunque no creo que Taehyung te haga mucha compañía ahora que comenzará a trabajar en Jeon Entertainment.
Los ojos de Jungkook al escuchar el nombre de su empresa viajaron de su novio a su padre, negando frente a esto. Hasta el momento, él no había tenido conocimiento de que el esposo de su padre se fuera a unir a su compañía. No es que todavía se sintiera incómodo con Taehyung, de hecho, ahora que lo veía frente a él, nada se removía en su interior. Sin molestia o esa furia que albergó, no había resentimientos o segundos pensamientos, desde hacía poco más de un año el peligris ni siquiera llegaba a su mente.
No fue fácil al comienzo, pero en ese entonces, ya habían pasado dos años desde que ellos estuvieron, ahora serían casi tres, suficiente tiempo como para aceptar los hechos sin aferrarse a ellos. Sin embargo, el que su padre simplemente lo dijera sin más, sin haberlo discutido con él siquiera, no le gustaba. Era su empresa, pertenecía a la Corporación Jeon, pero no a su padre, este no la dirigía y odiaba que se metieran con su trabajo, interfiriendo en este.
— Ahora que mi esposo está oficialmente graduado, podrá ser un artista más de Jeon Entertainment. — Agregó Dongun.
— Será un placer trabajar contigo, Jungkook.
— No trabajarías conmigo, sino en mi empresa, son dos cosas diferentes. Sin embargo, eso es algo que aún no se ha hablado. Nadie conversó de esto conmigo, por ende, sería mejor dejar ese tema para cuando sea conversado. Porque, — miró a su padre ahora — podrá ser tu esposo, pero sabes que mi empresa no funciona así. Además, ahora estamos en una comida familiar, no me apetece hablar de negocios. Si les parece a los dos, el lunes en la tarde les abriré un hueco en mi agenda.
Con una sonrisa, Taehyung avanzó hasta uno de los asientos vacíos, justo al lado del pelinegro que había estado hablando. Posicionando su mano sobre el hombro del menor de los Jeon, se ganó su total atención, viendo como Jungkook primero miraba su mano, esa que apretaba su hombro con sutileza, luego buscó sus ojos. El menor se tensó. Y frente a esto, el peligris sonrió complacido.
— Muchas gracias, Jungkook. Estaremos allí el lunes sin falta.
Hola por aquí... ¿Cómo están? Espero que les haya gustado el capítulo, nuestro Tae está de regreso.
LORED
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