Capítulo Nueve: Una Noche De Decisiones
La brisa nocturna acariciaba la aldea de Konoha, arrastrando consigo el aroma de los cerezos y el murmullo de las hojas. Hinata caminaba de regreso a su habitación, con la maceta del adenium en sus manos. La flor parecía más viva bajo la pálida luz de la luna, sus pétalos rosados reflejando un brillo que no lograba calmar el torbellino en su pecho.
La imagen de Shukaku, sus palabras llenas de un anhelo inesperado, y el beso que había compartido con Gaara seguían frescas en su mente. “Si hay otra vida… quiero que el deseo de Shukaku se haga realidad”, había deseado en silencio. Ahora, ese pensamiento resonaba como un eco interminable.
Se detuvo frente a la puerta de su habitación, el corazón latiendo con fuerza. Dejó la maceta sobre una pequeña mesa y se sentó junto a la ventana, dejando que el aire fresco enfriara sus mejillas encendidas. Su mirada vagó por el cielo estrellado mientras sus pensamientos se entrelazaban.
— ¿Qué estoy haciendo? — murmuró para sí misma, apretando las manos sobre su regazo. Recordó a Itachi, su prometido, el hombre que había conquistado su corazón con su calma y profundidad. Pero ahora, la ternura de Gaara, su vulnerabilidad oculta y ese beso lleno de emociones reprimidas la hacían dudar. — Esto no está bien…
***
En otro rincón de la aldea, Gaara estaba sentado en el borde de la cama en su habitación de huésped, mirando fijamente el suelo. Shukaku no había vuelto a manifestarse, pero sus palabras aún resonaban en su mente. “Te aseguro que de alguna manera conseguiré encontrarte…”. Era tan típico de él, siempre diciendo cosas absurdas, pero esta vez… esta vez había algo diferente.
Llevó una mano a sus labios, recordando la calidez del beso. No podía culpar completamente a Shukaku; él también había permitido que sucediera. “¿Por qué siempre me duermo junto a ella?”, pensó. Su mirada se volvió hacia la ventana, donde la luna brillaba con una claridad inquietante.
— Hinata… — murmuró su nombre, con una mezcla de culpa y anhelo en la voz. Sabía que ella estaba comprometida. Sabía que no debía pensar en ella de esa manera. Y aun así, no podía ignorar lo que sentía.
Por primera vez en mucho tiempo, Gaara deseaba hablar con alguien. Quizá con Temari o Kankuro. Pero ellos no estaban aquí, estaban en sus respectivas habitaciones, y ese vacío le hizo darse cuenta de cuán solitario se sentía, incluso en ese momento.
***
Mientras tanto, Itachi estaba de pie en la azotea de uno de los edificios más altos de Konoha, observando las luces titilantes de las casas. La conversación en el parque seguía girando en su cabeza, cada palabra como un aguijón que profundizaba su desasosiego.
— Mis emociones son un misterio difícil de resolver, ¿eh? — murmuró, con una sonrisa amarga. Cerró los ojos, dejando que el aire nocturno enfriara el ardor en su pecho. Recordó las palabras de Sasuke durante la boda de Shisui: “Si no te apresuras, el Kazekage te robará a Hinata”. En ese momento había descartado el comentario como una broma. Ahora, no podía evitar sentir que había algo de verdad en ello.
Itachi apretó los puños. La idea de perder a Hinata era insoportable. “¿Cuándo comenzó esto?”, se preguntó. Tal vez fue el día que ella lo llamó “bolita de dango” o cuando la vio emborracharse y, aún en ese estado, mostrarse tan auténtica y cálida. Tal vez siempre había estado ahí, creciendo silenciosamente, como una semilla esperando el momento adecuado para florecer.
Sin pensarlo demasiado, Itachi descendió de la azotea. Necesitaba respuestas, y solo una persona podía dárselas.
Hinata estaba sumida en sus pensamientos cuando escuchó un golpe suave en su ventana. Se levantó rápidamente, alisándose la falda que llevaba, y abrió. Itachi estaba allí, su rostro tan sereno como siempre, pero sus ojos brillaban con una intensidad que la hizo retroceder ligeramente.
— ¿Puedo pasar? — preguntó él, su voz baja pero firme.
Hinata asintió, abriendo la ventana por completo. Itachi entró en la habitación, sus pasos medidos, y se detuvo en el centro, girándose para mirarla directamente.
— Escuché parte de tu conversación con el Kazekage — comenzó, sin rodeos. Hinata sintió que el aire se volvía más pesado. — ¿En verdad? ¿Sientes algo por él?
La pregunta la golpeó como un relámpago. Hinata apartó la mirada, sus manos temblando ligeramente.
— Itachi… yo… — comenzó, pero las palabras se le atoraron en la garganta. ¿Cómo podía responderle cuando ni siquiera ella entendía completamente lo que sentía?
Itachi dio un paso hacia ella, su expresión suavizándose un poco.
— No estoy aquí para reprocharte nada, Hinata. Solo quiero saber la verdad y si podríamos continuar con el compromiso. — Su voz era calmada, pero había un leve temblor en ella, una vulnerabilidad que rara vez mostraba.
Hinata respiró hondo, reuniendo valor para hablar.
— Gaara… es especial para mí. Pero no es lo mismo que siento por ti. — Levantó la mirada, encontrándose con sus ojos. — No quiero que malinterpretes lo que pasó esta noche. Fue… confuso, pero no cambia nuestro compromiso, yo siento atracción por ti.
Itachi la observó en silencio durante unos segundos que parecieron eternos. Finalmente, asintió, aunque su expresión seguía siendo difícil de leer.
— Confío en ti, Hinata. Pero espero que tú también lo hagas. Si alguna vez necesitas decirme algo, lo que sea, no lo guardes para ti misma. — Dio un paso atrás, como si estuviera a punto de irse, pero se detuvo. — Gaara es un hombre honorable, pero no voy a quedarme de brazos cruzados si intenta otra vez algo contigo.
Hinata no supo qué responder. Cuando Itachi salió de la habitación, se quedó mirando la puerta cerrada, con el corazón latiendo con fuerza.
***
Al día siguiente, el Kazekage y el Uchiha se encontraron en una reunión organizada por Tsunade. La tensión en el ambiente era palpable. Sus miradas se cruzaron, y aunque ninguno dijo una palabra, ambos sabían que lo que estaba en juego era mucho más que una misión diplomática.
Gaara fue el primero en hablar, inclinando ligeramente la cabeza.
— Cuidaré de Hinata mientras esté conmigo siendo mi guardaespaldas. Eso te lo puedo asegurar. — Su voz era tranquila, pero había un subtexto desafiante en sus palabras.
Itachi lo observó con atención antes de responder.— Espero que así sea. Porque si no lo haces, tendrás que responderme.
Tsunade y Minato se vieron entre sí, tal vez reunirlos de esa manera no era oportuno, sin embargo, serviría para que itachi no dejase ir a Hinata así como así.
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Volví luego de cuatro años pensando como seguir la historia, pero ya tenemos final... Unos cuantos capítulos más. Lamento la casi eterna espera, pensé que nunca podría terminarla.
La siguiente historia será entre Gaara y Hinata.
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