『Capítulo 23』
Los llevo a donde está Max para que hable con ellos, me sorprende porque creí que ellos venían más tarde.
Cuando estamos en frente de Max él los saluda a todos con un apretón de mano y una sonrisa.
—Hola, yo soy Max Denovan, y ella es mi esposa la señorita Denovan, Emma —habla cuando termina de saludar a todos los presentes, yo les sonrió. Al notar la presencia de mi amiga también la presenta. —Y su amiga Ámbar.
—Hola yo soy Marisa, seré su encargada de cocina —saluda sonriendo una mujer de pelo negro y piel un tanto oscura, se le nota sus años.
—Hola, yo soy Mía, su encargada de limpieza —saluda una chica de pelo café que parece ser más mayor que yo.
—Yo soy Victor, y seré su chofer —comenta un hombre de traje de aspecto prolijo, incluida su barba.
—Saludos, mi nombre es Fernando, y yo soy el jardinero —comenta otro hombre posiblemente veinteañero porque parece joven tiene ojos azules y pelo oscuro.
—Yo soy Virginia, la ayudante de Marisa —comenta una mujer joven posiblemente en sus mismos veinte años.
—Buen día, yo soy Edgar y soy su otro chofer, para servirles —informa un chico que parece de la edad de Max.
—Hola, yo soy María y seré encargada de la lavandería —informa una mujer adulta con una sonrisa.
—Mi nombre es Betania, también seré parte del personal de limpieza junto a mi hermana Sami —comenta una muchacha de piel y pelo oscura apuntando hacía otra chica con características similares a las suyas.
—Encantada —respondo con una sonrisa.
—Bueno... ¿Y cuándo empezamos? —pregunta la mujer antes presentada como Marisa.
—Hoy mismo, si quieren —contesta Max y todos asienten.
—Entonces será hoy mismo —confirma Marisa.
—Les enseñaré sus habitaciones y toda la casa —informa Max caminando fuera de la cocina y todos los siguen.
—Amiga, no sabía que iban a poner sirvientes
—comenta mi amiga cuando la multitud está a una distancia prudente.
—Pues sí, pero mejor diles trabajadores —la corrijo, y ella asiente.
—Ven, acompáñame —ordeno caminando.
Me fui a mi habitación junto a la rubia, cuando llegamos busqué mi celular y mis zapatos para ponermelos.
—¿A dónde vamos? —cuestiona Ámbar.
—Al instituto, vamos a tomar el examen final —le respondo, y ella asiente.
—Ok, ¿Y no le dirás a Max? —pregunta la de ojos azules, y yo asiento.
—Le enviaré un mensaje —respondo con los cordones atados levantándome para salir de mi habitación.
Desbloqueo mi celular para enviar un mensaje a Max mientras camino con cuidado.
[Chat entrante]
Emma: Iré a coger el examen, vengo en una hora.
Max: Está bien.
[Final de chat]
Salimos de la casa y me subo al auto de Ámbar, ella acelera mientras que yo encendí la radio buscando una buena emisora.
Encuentro una música buenísima, se llama Taki taki de Ozuna y otros artistas con los que colaboró, comienzo a cantar y bailar junto a mi amiga.
•••
Llegamos al instituto, cuando Ámbar estaciona su vehículo nos bajamos inmediatamente para ir a la dirección. Cuando estamos en la puerta, la toco antes de entregar, después ingreso. Saludo al director educadamente, y él me da el examen.
Mientras me examinaba habían algunas preguntas que no me las sabía, pero después de dejarlo a lo último recordé, eso sí... Cada examen duraba unos treinta minutos.
Eran demasiados exámenes, cuando termino el director me informa que yo podría haber hecho un trabajo de investigación al respecto de todas esas materias en vez de tomar varios exámenes.
No le di importancia y salí rápido de la secundaria, y volví a mi casa, pero sin Ámbar ya que ella tenía cosas que hacer así que no la retuve.
Toqué el timbre porque se me habían olvidado mis llaves y unas de las empleadas me abrió la puerta. Entro directo y voy buscando a Max, pero no lo encuentro «Tal vez ha salido y no me avisó». Pienso caminando hacía mi habitación.
Enciendo la televisión, y pongo el primer canal que apareció interesante. Oigo el toque de la puerta, así que permito el acceso.
—Señorita, la comida está lista —informa una chica de tez clara y ojos verdes, la cual no recuerdo su nombre.
—Gracias, voy en camino —respondo apagando la televisión.
Me levanto de la cama rápido, y bajo las escaleras para ir hacía el comedor, me siento en una silla, sola... Porque al parecer Max no ha llegado.
Una de las empleadas me sirve una comida riquísima... lasaña, muy buena por cierto, cuando termino de comer agarro el plato sucio para llevarlo a la cocina.
—No se preocupe, yo se lo llevo —informa la misma chica que me llamó a comer, creo que se llamaba Virginia.
•••
El día transcurrió y no vi a Max en toda la tarde, de todos modos me lo pasé encerrada en mi habitación porque no tenía ganas de salir. Como es cerca de la medianoche me acuesto en la cama para dormir.
•••
Después de unos meses se acerca el fin de año y con eso, el ingreso a la universidad.
Un día, Max y yo estuvimos hablando sobre nuestra futura profesión, y nuestro siguiente paso siendo graduados. Claramente ese día no le dije a dónde iría a estudiar.
A la hora de comentar nuestra elección de carrera de grado confesé que quiero ser pediatra mientras que Max dijo que quería ser abogado.
No asistí a mi graduación pese a la persistencia de Ámbar, no quise ir porque me daba pereza y encima tenía el periodo. Estaba decidida a no ir, pues... Me llevaba bastante bien con los trabajadores de la casa.
Había momentos en donde Max salía de casa y no me lo decía, aunque no me importaba en lo absoluto.
Pensaba despreocupada: «Si no estaba haciendo algo malo, está bien que salga».
Me levanto de la cama completamente decidida a darle la noticia antes de que se haga más tarde. Se podría decir que lo decidí sola porque compré mi boleto aún teniendo la culpa de haberlo hecho sin comentarle a mi esposo.
La universidad a la que ingresé mi madre ya había cubierto la mitad de mi carrera desde hace años cuando se lo comenté para que no me preocupara por el pago apenas iniciando. Cuando esté en Londres me hospedaré en la residencia universitaria, ya que no tengo familiares o conocidos allá.
Entré al baño para empezar a despedirme de cada objeto que he visto durante estos meses en lo que se convirtió en mi hogar, decido culminar e ingresó en la tina para bañarme.
«Creo que será mejor decirlo de una vez, ir directo al grano sin titubeos». Trato de encontrar una solución en mi estancia en el baño para hundir mi cuerpo durante unos segundos callando mis pensamientos.
•••
Salgo de la tina para ir directo a mi armario donde me pongo lo primero que encuentro y salgo de la habitación. Bajo las escaleras corriendo con destino a la cocina donde encuentro mi desayuno.
—Hola Marisa —saludo regalándole una sonrisa.
—Hola señorita —habla mientras está revolviendo en un caldero.
Durante estas semanas, Marisa y yo nos volvimos más cercanas, diría que mucho más que con otros empleados.
—¿Sabes en dónde está Max? —le pregunto.
—Él tiene que estar en la terraza —responde Marisa apagando la estufa.
Salgo a la terraza donde observo a Max y a Virginia muy juntos en el sofá de madera.
—Max tengo que hablarte algo —informo acercándome a ellos por lo que Virginia se asusta separándose de Max, decido obviar la escena previa.
—Dime —habla poniéndose de pie.
—A solas, puedes irte —ordeno mirando a Virginia.
Virginia es una mujer atractiva, su aspecto consiste en un cabello de largo estilo ondulado color negro, es de tez clara con un rostro fino y para completar tiene ojos verdes. Ella suele usar minifaldas y aunque use una camisa sabe ingeniárselas para mostrar un escote bastante provocativo para los hombres pese a ser una simple ayudante de cocina.
Ella se va siguiendo mi orden, pero antes esta se acomoda la falda, yo observo cada uno de sus pasos.
—Puedes hablar —comenta el azabache, yo lo miro.
—¿Qué ustedes estaban haciendo antes? —interrogo acercándome aún más a él.
—Nada importante, solo me estaba explicando un problema que tiene —responde con simplicidad, sin titubeos.
Lo observo minuciosamente en busca de alguna reacción nerviosa, pero sabe ocultarlo. Decido no seguir interrogándolo, aún sabiendo que algo sucedió entre ellos.
—Entiendo... —hablo incrédula mostrándome indiferente.
—¿No me ibas a decir algo? —cuestiona cambiando de tema.
—Uhh... sí, solo te lo diré una vez, así que presta mucha atención —advierto mirándolo fijamente.
—Dilo —Responde asintiendo.
Respiro profundo. —Me iré a estudiar a Londres —menciono al fin, los ojos del azabache se exaltan casi parecidos a los de un perro pug.
—¿Cómo que te vas? —enerva cubriéndose los labios con sus manos tratando de disimular su disgusto.
—Sí, me iré a Londres —destaco firme.
—Tú no te vas —manda mientras niega.
—¿Como que no me voy? —respondo mostrando una risa incrédula mientras elevo una ceja.
—No te vas y punto —decreta cruzándose de brazos totalmente decidido.
—Solo te lo quería informar porque de todos modos, ya está decidido —alego dándole la espalda.
—Si te vas... terminamos esto aquí —advierte causando un dolor punzante dentro en mi pecho.
—P...por...que me vaya tenemos que terminar nuestra relación —argumento esperando no haber mostrado debilidad, y él asiente.
—Sí, pero ¿Cómo sabré que no me engañaras? — cuestiona el azabache.
—¿Estás bromeando? —comento mientras me río
Niega. —No estoy bromeando Emma, decide bien: ¿Si te quedas o te irás? — objeta mirándome fijamente.
Esta vez yo niego.
—Mejor ni te hubieras casado conmigo, caíste muy bajo, ¡Pero muy bajo, cabrón! —replica saliendo corriendo de la terraza dejándolo con las palabras en la boca.
•••
Corro hacía mi habitación donde cierro la puerta con pestillo, varias lágrimas invasoras se apoderan de mis mejillas sin más las reprimo y me las limpio.
Me volteo viendo la puerta de mi armario abierta... Me acerco sigilosamente y noto que es Virginia quién está ahí, «Qué extraño... Porque ella no se encarga de la lavandería» Pienso bastante confundida, pero aún la confronto.
—¿Qué haces hurgando en mi ropa? —cuestiono usando mi tono autoritario, veo como ella se sobreexalta.
— Lo siento, estaba buscando algo —responde de inmediato tratando de mostrarse segura. Pero para mí eso suena inverosímil.
—No revises lo que no te mandan, ¡¡¡Sal de mi habitación!!! —le grito totalmente exaltada mientras le abrí la puerta.
Ella sale sin decir nada.
Me siento sobre mi cama y pienso molesta «¡Qué idiota es! ¿Cómo puede pensar que le sería infiel después de demostrarle que lo quiero?».
—Si cree que renunciaré a mi carrera, lo siento mucho por él porque me he esforzado mucho durante estos años para poder ser admitida —murmuro irritada.
Me levanto de la cama y llamo a alguna de las encargadas de limpieza. Una de ellas aparece rápidamente frente a mi puerta.
—Dígame señorita —habla estando enfrente de mí.
—Hazme un favor: Llévate toda la ropa de Max y ponla en otro cuarto, por favor —ordeno y ella asiente sin cuestionar.
Luego salgo del cuarto, bajo las escaleras y salgo de casa hacía la parte de la marquesina donde encuentro a los dos chóferes, Edgar, mi chófer y el de Max, Victor.
—Hola —saludo a mi chófer quién está limpiando el auto mientras usa audífonos, así que le toco el hombro sutilmente.
Él se quita los audífonos y me mira.
—Hola señorita Denovan, ¿Qué desea? —saluda con amabilidad.
—Quiero que me lleves a donde Ámbar, ¿Estás disponible? —le pregunto.
—Claro, estoy a sus órdenes, señorita —responde abriéndome la puerta trasera del carro.
•••
Llegamos a la casa de Ámbar y salgo del auto sola, camino hacia la ventana de la parte delantera del auto mirando a Edgar.
—Por favor, no le diga a Max a dónde fui —le pido mirándolo con ojos suplicantes.
—¿Por qué? —pregunta mirándome extrañado.
Suspiro. —No le digas y ya, si te pregunta dile que fuiste a dar una vuelta y cuando habías llegado yo no estaba, ¿ok? —exijo usando una mirada autoritaria.
Asiente. —Está bien —responde, volviendo su vista al frente para empezar a conducir.
Me acerco hacía la puerta blanca y toco el timbre una vez, pero no me contesta «Tal vez esté durmiendo...» reflexiono tocando de nuevo el timbre, esta vez escucho unos pasos en el interior de la casa.
—Hola —saluda una rubia con aspecto cansado.
—Duermes demasiado... —comento entrando en la casa.
Voy por los pasillos para subir las escaleras hasta su habitación donde la abro la puerta con total confianza y me acuesto en su cama tapándome con una sabana.
—¿Que pasó? —pregunta tumbándose a mi lado por encima del cobertor.
—Fue un desastre —comento descubriendome con la sabana.
—¿Que pasó? —me pregunta nuevamente y yo suspiro.
Yo suspiré pesadamente y procedí a explicarle todo con lujos y detalles, la de pelo dorado estuvo en silencio en ese momento.
—¿Y qué vas a hacer? —cuestiona Ámbar mientras se acomoda en la cama por quinta vez.
—Pues... voy a llamar a admisiones para saber si me puedo ir lo antes posible —respondo.
—Te vas, eso es definitivo —completa mi idea, y yo asiento.
•••
Han pasado varias semanas desde que me estoy quedando con Ámbar y no he hablado con Max. Mañana es mi día de partida hacía Londres, me mantuve en contacto con la universidad y me he informado que podría empezar pronto, ya que las clases estaban a la vuelta de la esquina.
Hoy iré junto a mi amiga a recoger mis cosas para poder irme. Durante estos días me he estado bastante deprimida causandome malestares, esas son las consecuencias de estar enamorada y no poder estar con mi amado por su maldito capricho.
Salgo de la habitación de Ámbar bajo, las escaleras y voy hacía la cocina.
—El desayuno ya está listo —informa mi amiga volteándose hacia donde mí para darme una tostada y un jugo.
—Gracias —hablo para sentarme en el taburete y morder mi tostada.
—¿Y qué vas hacer con él? —curiosea la de ojos azules discretamente, pero aún así sabía perfectamente de quién estaba hablando.
—No sé —respondo encogiéndome de hombros.
—¿Hoy es que vamos a ir a recoger tus cosas? — pregunta sentándose en el otro taburete a mi lado.
—Sí —respondo cortante.
•••
Terminamos de comer por lo que yo me fui a la piscina que hay en el patio trasero, este sitio me ayudaba a pensar.
Mi cabeza estaba llena de dudas sobre mi posible reencuentro en las cuales rondaban «¿Qué le diré? ¿Sería bueno despedirme? ¿Y si... me pide que me quede o me pide disculpas?»
Lo único que sabía era que tenía que sacar mis cosas de su casa cuanto antes. Siento la presencia de alguien más a mi lado, miro en la dirección y es un chico de piel canela que no había visto en mi vida.
—Hola, ¿Cómo te llamas? —pregunta con una sonrisa.
—Hola, me llamo Emma, ¿Y tú?—devuelvo la pregunra mirándolo.
—Me llamo Joan, mucho gusto y soy el novio de tu amiga —comenta causando sorpresa en mí.
—No... ¿Estás bromeando? —cuestiono todavía sorprendida.
—No lo estoy —contesta el chico de ojos mieles.
Me quedo en silencio... «Tal vez sea por eso que Ámbar sale demasiado, ya entiendo todo». Reflexiono observando las ondas en el agua provocadas por el movimiento de mis pies.
•••
Nos quedamos hablando un rato y me ha agradado bastante «Ya veo con quien Ámbar se quedará cuando me vaya» Pienso mientras me percato del atardecer que presencio ante mis ojos y recuerdo que tenía que ir a mi antiguo hogar.
Me disculpo ante Joan para irme, y él me comentó que tenía un compromiso también por lo que se fue.
Voy hacía donde mi amiga para que nos fuéramos, ella buscó sus llaves y tomó una chaqueta para irnos hacía su auto. Ella encendió el vehículo y trazó ruta hacía nuestro destino el cual llegamos luego de una hora debido al tráfico tan congestionado de la ciudad.
Estamos en frente de la propiedad de dos plantas decorada con mosaicos color blanco y unas pocas plantas alrededor y en la famosa terraza donde pasaba mayor parte del día. Ámbar detiene el auto para que pueda bajarme mientras ella busca donde estacionarlo.
Me aproximo a la entrada principal, cuando estoy frente a la puerta dudo en hacerlo porque es posible que me encuentre con esa persona que tanto he querido evitar... Decido armarme de valor y toco el timbre mientras espero escucho unos pasos de alguien con tacones.
«Que extraño...» Pienso mientras mis dudas son resueltas cuando me abren la puerta, es aquella ayudante de cocina con quien me engaña mi esposo, Virginia, quien vino con una sonrisa que se esfumó cuando al verme.
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