2. Un exhibicionista, un encontronazo y mucho cortisol
2. UN EXHIBICIONISTA, UN ENCONTRONAZO Y MUCHO CORTISOL
CHELSEA
Siento cómo me cosquillean los dedos de las manos por la rabia que le tengo, pero, aun así, tardo más de lo debido en devolverle la atención a mi novio porque me quedo mirándole el trasero.
Siempre he pensado que está sobrevalorado, que las mujeres le dan más atención de la que merece y que lo adoran porque no lo conocen, solo conocen a el "Fiera", ese jodido personaje ficticio que le dio la fama que tiene ahora. Yo, en cambio, le tengo calado desde hace mucho, y no soporto que Boston pase tanto tiempo con él ni con todas las chicas que babean por sus huesos. Que sí, que Colton está muy bueno, tengo ojos en la cara, pero es un creído y un niñato caprichoso que consigue todo lo que quiere gracias a tu fama.
—¿Tanto te cuesta llevarte bien con él?
—¿Eh? —Me giro para mirar a Boston, no he escuchado lo que me ha dicho.
—Que si tanto te cuesta llevarte bien con él.
—Sí, más de lo que imaginas.
—¿Por qué? —Alza las cejas interrogante, sé que esto es importante para él, pero es superior a mis fuerzas—. Si no te ha hecho nada, Chels.
—No lo sé, igual el hecho de que me haya quedado semi desnuda en la puerta de mi dormitorio esperando que terminase de echar un polvo con mi compañera para dejarme entrar, tiene algo que ver —digo frunciendo el ceño.
—Eso ha sido hoy.
—Y más días, lo sabes de sobra. De una forma u otra, lo que hace termina por perjudicarme.
—Bueno, pues intenta hacer como que no existe y él hará lo mismo.
—Eso es imposible. —Suspiro y él pasa un brazo por detrás de mis hombros para instarme a caminar.
—La semana que viene hay reparto de habitaciones, con un poco de suerte, te tocará con una chica que a Colton no le guste, así no volverás a quedarte fuera. —Sé que trata de bromear, pero a mí no me hace ninguna gracia, aunque sonrío igualmente porque él no tiene la culpa de que su mejor amigo y yo no podamos ni vernos.
—O podría tocarnos juntos —comento deteniéndome para darle un beso y un abrazo.
—También es una posibilidad —sonríe mientras hace un gesto con los labios—. Es lo bueno de que la residencia sea mixta.
—No creo que tengamos tanta suerte, antes me toca con Colton que contigo. —Pongo los ojos en blanco y él niega con una sonrisa mientras proseguimos nuestro camino hasta la cafetería.
Antes de llegar, se unen a nosotros Blake, Emilia, Ember y John, tres amigos más de Colton y de mi novio, de modo que digamos que yo también tengo relación con ellos, a pesar de que mi círculo de amigos sea más bien pequeño y ajeno a ellos. Bueno, de hecho, lo conforman Olivia y Peter, mis mejores amigos.
—¿Tú no tenías clase ahora? —inquiere la presencia femenina después de dedicarme una sonrisa, es una chica bastante agradable.
—Sí, pero nos han echado a Colton y a mí —explica, ante lo que ella alza una ceja y mi novio ríe—. Vale, pues lo han echado a él y yo a mí no me apetecía quedarme.
—Eso ya me cuadra más.
—Tiene huevos para ponerse así en todo el medio del campus. —Ember ríe y señala con la cabeza un punto al otro lado del campus, donde varias chicas se arremolinas unos metros más allá.
—Dios, cómo le gusta llamar la atención —suelto al ver que se trata de Colton tomando el sol sin camiseta sobre la hierba—. Me voy a buscar a Olivia y a Peter, luego te veo. —Beso a mi novio y entro en la cafetería, con la necesidad de despejar mi mundo de ese gilipollas.
Cojo un plato para ponerme un par de tostadas con mermelada y un café de la máquina, y paso entre las mesas hasta llegar donde suelo desayunar con ellos, cada mañana.
—Buenos días, reina —saludo a Peter y señalo su larga melena—. ¿Tocaba el azul? Pensé que era el rojo. Por cierto, ¿dónde está Livi?
—Es que se me acabó el tinte, tía, he tenido que cambiar los planes —explica y saca la lengua para enseñarme el piercing que se ha puesto del mismo color que el pelo, es como una especie de TOC el que tiene, de tener que ir siempre conjuntado—. Livi ha ido a cambiarse la ropa, se ha tirado el café por encima —ríe mientras parte su sándwich de bacon y queso con un cuchillo.
—No jodas, eso no se quita. Va a estar contenta el resto del día —comento antes de dar un bocado.
—¿Has visto esto? —Coloca la pantalla de su teléfono frente a mi cara, casi dándome con él en la nariz.
Trago y sujeto su muñeca para que lo aleje, y pongo los ojos en blanco al ver la imagen de Colton tumbado en el césped. Peter está que babea por él, y no es algo de ahora, ya se enamoró platónicamente cuando lo vio en la serie, pero cuando después descubrió que compartiría universidad con él, casi le da un síncope.
—Por favor, ¿podemos dejar el tema Colton por una mañana? No puedo más con él.
—¿Qué te pasa, amor? Estás más gruñona que de costumbre.
—Zorra —digo tirándole una cáscara de la mandarina que estoy pelando.
—Es broma, si tú eres la alegría de la huerta. —Su risa detona la mía y no puedo evitar dejarme llevar por su incansable personalidad vitamina.
Peter es mi persona refugio, esa a la que siempre acudo cuando necesito sentirme mejor, cuando no me aguanto ni a mí misma o estoy tan saturada de todo que necesito desconectar. Bueno, aunque si se trata de Colton Matthews, mejor pedir el apoyo de Liv porque Peter está bajo el embrujo de ese imbécil desde antes de conocerme.
—En serio, ¿qué te pasa? ¿Has discutido con Boston? —insiste cuando terminamos de reír.
—No. Me pasa que esta mañana, cuando he vuelto a mi habitación después de ducharme, me he encontrado con la puerta bloqueada y Lena no me abría. ¿Adivinas por qué?
—No te creo. —Sonríe y se cubre la boca con una mano, sus uñas de dos centímetros con una perfecta manicura francesa me hacen recordar que ya es hora de que arregle las mías.
—Pues créetelo. Colton se ha debido de colar cuando ha visto que me iba al baño, y me han tenido más de quince minutos aporreando la puerta, con la toalla alrededor de mi cuerpo y el pelo chorreando, mientras escuchaba los aullidos de Lena dentro.
—Lo siento —dice cuando rompe a reír y yo la fulmino con la mirada—. Perdona, tía, es que te imagino y no puedo. —Continúa desternillándose hasta el punto que los de la mesa de al lado le miran. Yo ya estoy acostumbrada a su escandalosa risa, de modo que lo único que me molesta es que lo esté haciendo a mi costa.
—Estoy harta de él, ojalá lo expulsaran o se fuese a vivir fuera del campus. ¿No tiene tanto dinero? ¡Pues que se compre una mansión y se largue! —exclamo más alto de lo que pretendía.
—Si me voy tan lejos, ¿quién iba a disparar tu cortisol? —Su inconfundible voz me hace cerrar los ojos y apretar el vaso de cartón, menos mal que ya no quedaba café dentro—. Era el cortisol, ¿no? La hormona del estrés —pregunta mientras se sienta a mi lado, Peter solo asiente con una sonrisa bobalicona.
Yo me limito a girar mi rostro hacia él y mirarlo fijamente. Trato de que mis ojos le transmitan todo lo malo que provoca en mí, cómo, efectivamente, dispara mi cortisol y provoca que me vuelva una persona gruñona, malhumorada y mal hablada, algo que juro que no me define como persona. Sin embargo, es lo que él provoca.
Para mi desgracia, lo que más me cabrea es ver cómo permanece igual de quieto que yo, con la diferencia de que él mantiene una perfecta sonrisa en su rostro. Con unos labios ligeramente gruesos, aunque sin llegar a ser exagerado, y de un color rojizo como cuando los pintan en los sets de rodaje. Él siempre ha dicho que es su color natural y, o se los pinta cada mañana antes de salir de su habitación, o es cierto. Sus ojos son castaños claritos y tiene las pestañas igual de pobladas que su padre, Josh Matthews, a quién sí que admiro como modelo que es. No soy hipócrita, y mis dos años en la carrera de psicología me han enseñado que engañarse a uno mismo es lo peor que puedes hacer, de modo que debo reconocer que es un chico igual de guapo y atractivo que su padre. Bueno, y su madre no se queda atrás.
—¿Por qué siempre estás de mal humor? —pregunta entonces, y yo pestañeo un par de veces para disimular el modo en el que le estaba mirando.
—No estoy siempre de mal humor, solo lo estoy contigo, tú me haces estar así —espeto mientras me levanto y me echo el bolso al hombro.
COLTON
Decido seguirla sin saber muy bien por qué, Boston y los demás están cogiendo el desayuno, así que, ¿por qué no molestar a Chelsea un poquito más? Dobla la esquina que da a la salida trasera de la cafetería, donde la gente suele ir a fumar, y se detiene cuando ve que la sigo.
—Vamos, enséñame algo de ti que me haga entender por qué mi mejor amigo no te ha dejado todavía. —La arrincono sutilmente aprovechando que ella solita se ha ido hacia una esquina. Finge indiferencia y coloca una mano en mi pecho para que no me acerque tanto.
—Déjame en paz, no quiero salir en tus redes sociales y que tus fans adolescentes inventen rumores sobre nosotros.
—¿Adolescentes? —río y chasqueo la lengua—. No sé si tu hermana entra dentro de esa categoría, pero te recuerdo que hace no mucho quiso hacerse una foto conmigo y tiene como ocho años más que tú.
—Vete a tomar por el culo, Colton —dice acercando su rostro un poco más.
—Supongo que es porque eres guapa. —Asiento y doy un paso atrás para observarla de modo descarado—. Estás buena, la verdad. Estás muy buena —repito para mí mismo mientras mis ojos recorren su cuerpo.
Es cierto que siempre he sabido que Chelsea es una chica atractiva, pero no me había parado a observarla con detenimiento hasta hoy. Tal vez sea porque es la primera vez que hablamos estando a solas, siempre ha sido con Boston ya que, a ver, no ha habido motivo alguno para tener una conversación más allá de los reclamos del uno hacia el otro. Decido ponerla a prueba un poco y ver qué tan ciertos son los rumores de que le ha puesto los cuerpos a mi colega.
—Ya lo sé —contesta con suficiencia, a lo que yo sonrío y paso la lengua por mis labios. Su mirada se desvía a ellos tan solo un segundo.
—No sé por qué tú y yo nos llevamos tan mal, podríamos ser amigos, ¿qué me dices?
—¡Já! —ríe en mi cara y trata de marcharse, pero doy un paso a un lado para que choque conmigo.
—Si tanto quieres a Boston, deberías saber que estos enfrentamientos constantes entre nosotros le hacen daño. Así que tenemos dos opciones: que empecemos a tolerarnos mutuamente, o que no estéis juntos. —Va a hablar, así que la interrumpo—. Aunque, bueno, no sé hasta qué punto te importa que te deje si tú ya tienes otros amigos... especiales, ¿no?
—Cierra la puta boca —dice dando un paso hacia mí.
—Oblígame.
***
Pues ya habéis conocido un poco más a Chelsea y su relación con Boston. ¿Qué os parece lo poquito que habéis leído? ¿Y sobre Peter? Recodad su nombre porque va a ser un personaje importante...
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