12. Pesadillas nocturnas, una sonrisa pervertida y algo inesperado

COLTON

Me froto los ojos en mitad de la oscuridad al escuchar cómo balbucea, cojo mi móvil de la mesilla y pulso en la pantalla para ver qué hora es. Las cinco y diez de la madrugada. Me siento y alargo el brazo para encender la lámpara, frunzo el ceño al ver que está dormida y me quedo observándola unos segundos hasta que empieza a alzar el tono de voz, a gemir de un modo doloroso y a revolverse.

—Ey, Chelsea. —Voy hasta ella y me siento a su lado, pero no despierta, así que la sostengo por las manos—. Shh, es una pesadilla. —Intento cambiarle el sueño como hacía mi madre conmigo cuando era un niño, aunque no funciona ya que se despierta de forma brusca y parece desorientada. Sin embargo, cuando repara en mí, rodea mi cuello con sus brazos con fuerza y yo me quedo paralizado—. Solo ha sido una pesadilla, pequeña —susurro mientras acaricio su cabeza con una mano y su espalda con la otra.

—¿Me das un poco de agua? —balbucea con la respiración entrecortada y la frente cubierta por una fina capa de sudor.

—Claro, ten. —Cojo la botella de cristal que tiene en la mesilla y se la paso, bebe un buen trago y la dejo de nuevo en su sitio cuando me la devuelve—. ¿Estás bien? ¿Quieres contarme lo que has soñado? —inquiero con un poco de duda.

No sé si esto es tomarme demasiadas confianza, aunque teniendo en cuenta que nos hemos corrido el uno delante del otro, que me cuente una pesadilla no es tan grave. Sin embargo, niega con la cabeza al mismo tiempo que trata de respirar con más tranquilidad.

—Vale, pues intenta descansar, buenas noches. —Hago el amago de levantarme, pero me sujeta por la mano con rapidez y evita que me mueva.

—¿Te importa... quedarte aquí conmigo? Necesito... —Aprieta los labios y veo cómo juguetea con mis dedos entre los suyos, supongo que aún sigue asustada y quiere sentir que no está sola. ¿Tal vez debería llamar a su novio?

—Claro, hazme un sitio —contesto sin pensármelo demasiado.

Se mueve hacia la pared y se gira dándome la espalda, yo paso un brazo por detrás de mi cabeza para apoyarme, y con el otro rodeo su cuerpo de forma que pego mi pecho a ella. No dice nada, tan solo se hace un pequeño ovillo a mi lado y no suelta mi mano.

Me quedo dormido enseguida. No me suelo sentir cómodo durmiendo con las chicas con las que salgo de forma esporádica, uno de los grandes problemas que tiene la fama es que es muy complicado saber cuándo una chica está conmigo por mí mismo, por Colton, y cuándo lo hacen porque fantasean con acostarse con el Fiera. Debido a esto, nunca he tenido una relación seria y siempre estoy algo alerta cuando me enrollo con una tia; como esta noche. Dios, he perdido la cuenta de las veces que Emily me ha pedido que nos hiciésemos una foto. A esto es a lo que me refiero. Sin embargo, ahora aquí estoy, durmiendo con la novia de mi mejor amigo sin haber tenido nada más que... Bueno, no es necesario que repita las incesantes cagadas que he cometido el último mes. Total, por una más no pasa nada.

CHELSEA

Entreabro los ojos y me quedo completamente paralizada al ver un brazo musculado rodeándome por la cintura, al igual que algo duro presionando mi trasero. Noto cómo mi estómago empieza a agitarse por los nervios y recuerdo la pesadilla que tuve anoche donde Bóxer me perseguía por una carretera que no tenía fin, gritaba algo que no conseguía entender y cada vez estaba más cerca de mí; entonces Colton me despertó. Verle delante de mí con el semblante preocupado y sentir cómo sus manos me tocaban, me hizo sentir una especie de paz y protección instantánea, pero cuando hizo amago de levantarse para regresar a su cama, impulsivamente lo sujeté para que se quedase conmigo. Necesitaba sentirlo, que me abrazase y, de alguna forma, me ayudase a no sentirme tan sola.

Esto no es fácil para mí. Desde muy pequeña he tenido que buscarme la vida, mi hermana siempre fue muy independiente y sabía que, en cuanto pudiese, se largaría de casa; y mi madre... Bueno, siempre ha hecho lo que ha podido, pero no puedo decir que haya sido lo que yo considero que es una buena madre. Creo que simplemente no sabe, no tiene ese instinto maternal del que se habla por ahí. Ella intentaba cuidar de nosotras, de mí; pero no era su prioridad ni mucho menos, de modo que, entre eso y que mi hermana pasaba de todo, aprendí a cuidarme sola.

A los catorce empecé a trabajar para un restaurante chino que había cerca de casa, me pagaban poco, pero al menos todas las noches podía llevar la cena caliente a casa. Por aquel entonces mi madre trabajaba en una peluquería desde por la mañana hasta la noche, pero no duró mucho porque un día, debido a los efectos de la oxicodona mezclada con vino, le quemó el pelo a una señora y la despidieron. Y esa solo fue una vez de muchas hasta que la incapacitaron y no volvieron a contratarla en ningún sitio. Ahí fue cuando empecé a traficar.

—Colton —murmuro sin moverme, pero sigue dormido—. Colton, despierta.

—Mmm —su voz vibra en mi nuca y me pone la piel de gallina—. Duérmete —dice al mismo tiempo que me aprieta más contra él.

—Tengo que ir al baño.

Exhala un suspiro y me suelta colocándose boca arriba, me giro sobre mí misma y paso una pierna por encima de él mientras intento no tocarle y llegar al suelo, pero cuando estoy a punto de conseguirlo, veo cómo dibuja una sonrisa y entreabre los ojos al mismo tiempo que me sostiene firmemente por la cintura y hace que me siente encima de él.

—Buenos días. —Pasa la lengua por sus labios a la vez que recorre mi cuerpo, deteniendo la mirada en el punto que ahora une su incipiente erección con mi entrepierna.

Se muerde el labio inferior y yo reprimo un jadeo cuando noto cómo clava los dedos en mi cintura y mi clítoris se estremece.

—Quita esa sonrisa de pervertido y deja que me levante.

—Esta sonrisa de pervertido es lo que más te gusta de mí, Campanilla.

—Qué más quisieras —digo mientras rodeo sus muñecas para que me suelte y, así, poder levantarme. Tengo que hacer un gran esfuerzo por disimular lo nerviosa que me ha puesto.

Me encierro en el cuarto de baño y hago pis intentando que no se escuche mucho, me muero de vergüenza. Al terminar, me lavo los dientes rápidamente, me paso los dedos por el pelo para intentar alisarlo un poco y trato de recomponerme antes de salir.

Aún sigue tumbado en mi cama, con una pierna por dentro de las sábanas y la otra por fuera, dejando a la vista un bulto aún demasiado notable debajo de unos Diesel grises. Su torso desnudo con una perfecta "V" justo encima de su pubis y por debajo de unos abdominales que indudablemente se podrían dibujar, hacen que tenga que tragar saliva antes de hablar.

—¿Aún sigues en mi cama?

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—Anoche me suplicaste que me quedase. —Se incorpora apoyándose en sus codos y me mira.

—Ya, bueno, perdona por eso, pero ya puedes levantarte. Voy a darme una ducha —informo a la vez que cojo la toalla y mi neceser.

—Chelsea, espera. —Me detiene cuando estoy a punto de abrir la puerta, giro y él se levanta para caminar unos pasos hacia mí—. Sé que no vas a reconocer que conocías al tío de anoche, pero si estás en problemas y no quieres contárselo a tu novio, puedes contármelo a mí.

—Gracias, pero no hay nada que contar —miento antes de salir y dirigirme a los servicios comunes.

Claro que estoy problemas, joder, pero él es la última persona a la que pediría ayuda. No he podido parar de pensar en el puto examen y en si habré aprobado, necesito que cuelguen la nota ya porque, como sea así, tendré dos suspensos y eso significará la retirada de mi beca y, por ende, mi necesidad de conseguir dinero como sea. Mucho dinero, puesto que esta jodida universidad no es barata.

COLTON

Me contengo de masturbarme en su cama y, en lugar de eso, decido darme yo también una ducha bien fría.

Dormir con Chelsea ha sido... increíble. No recuerdo la última vez que una mujer me transmitió tanta tranquilidad, de hecho, creo que no ha habido ninguna. Sin embargo, tranquilidad no es lo único que he sentido al dormir pegado a ella, envuelto por el olor de su cama y de su piel, con la mano en su vientre, tan cerca del único punto que no debería desear tocar. El día que durmió en mi cama en el ático, estaba tan borracho que ni me enteré hasta la mañana siguiente, pero lo de hoy ha sido... Estoy más jodido de lo que pensaba.

—Vaya cara, colega —vacilo a Ember cuando me lo encuentro de camino a la cafetería junto a John.

—Bua, menuda resaca tengo —contesta y saca el móvil de su bolsillo—. Supongo que ya lo has visto, ¿no?

—¿El qué? —Cojo su teléfono y tenso la mandíbula cuando veo reflejado en un video todo lo sucedido anoche con aquel perro—. La madre que me parió.

—A ver, ¿te sorprendes? —John alza una ceja y voy a responderle cuando escuchamos una discusión a un lado del edifico, avanzamos unos pasos y vemos a Boston y a Chelsea.

—Problemas en el paraíso —comenta Ember chasqueando la lengua.

Ambos se gritan y ella gesticula, le dice que no entiende nada y que la deje en paz, él la sujeta por la muñeca y le pide explicaciones, pero Chelsea se suelta y se aleja en dirección contraria a donde estamos nosotros. Entonces Boston mira hacia el cielo mientras se rasca la cabeza, camina hasta la pared del edificio y se apoya en ella.

—Vamos —les digo a mis colegas.

—Tío, ¿qué ha pasado? —John le hace un gesto con la cabeza y Boston niega cuando nos ve llegar, su expresión es de cansancio.

—Está muy estresada, ha suspendido el examen y van a quitarle la beca.

—No tenía ni idea de que fuese becada —contesta Ember, y lo cierto es que yo tampoco lo sabía, pero ahora empieza a cuadrarme todo y no puedo sentirme peor.

—Pues lo es. Su madre no trabaja desde hace años y es ella la que se encarga de todo.

—¿Y su hermana?

—Se fue cuando se casó y pasa de ellas —explica mientras se enciende un cigarro.

—¿Tan jodida está de pasta, tio? —inquiero realmente preocupado, esto me ha pillado totalmente por sorpresa.

—Sí, siempre lo ha estado, solo que es demasiado orgullosa para reconocerlo. Yo intento ayudarla cuando me deja, pero no suele hacerlo, la verdad.

—¿Pero y su madre no hace nada? No sé, es raro. —John se encoge de hombros, yo no sé ni qué decir, ahora mismo solo quiero ver a Chelsea y darle un abrazo, pedirle perdón, decirle que cuente conmigo para lo que necesite y que... ¿Pero qué hostias estoy diciendo?

Te lo advertí.
Cállate.

—Su madre está enganchada a la oxicodona, los antidepresivos y el vino de supermercado. —Chasquea la lengua y apoya la cabeza en la pared con los ojos cerrados—. Pasa de todo, Chelsea está sola.

—No está sola —espeto y los tres me miran—, te tiene a ti —especifico con rapidez. Joder.

—Ya, pero a veces creo que eso no es suficiente. Últimamente está muy rara, más de lo normal, me rehúye y cada vez que me insinúo o estamos a solas, se inventa alguna excusa para no tener sexo.

—Vaya... —Ember forma una línea con los labios y nos mira a John y a mí.

—No me digas que me está engañando con otro porque ya lo he pensado yo mil veces. Es lo único en lo que pienso últimamente, joder. —Comienza a caminar hacia la cafetería, que es a dónde íbamos nosotros cuando les hemos visto discutir, así que le seguimos.

—Siempre has fardado de lo que a tu novia le mola el sexo —comenta Ember—, así que reconoce que es muy raro que ahora no quiera follar nunca, ¿verdad? —Me mira y yo trago saliva.

Actúa, joder, que para eso eres actor.

—Bueno, nunca se sabe, igual está agobiada por la beca y lo de su madre.

—¿Desde cuándo la defiendes? —Boston me mira extrañado—. Si tú has sido siempre el que me ha dicho que me pone los cuernos.

—¡Yo que sé! —Hago un gesto con la mano y fuerzo una sonrisa—. Tengo mucha hambre, no puedo pensar.

Me adelanto a ellos y dejo escapar una bocanada de aire cuando no pueden verme, cojo una bandeja y comienzo a llenar el plato. Lo cierto es que tengo un nudo en la boca del estómago por lo mal que me siento, pero he dicho que me muero de hambre, así que no es plan de cogerme una puta manzana.

—Tengo una idea. —Escucho que dice John cuando llegan a la mesa en la que he cogido asientos—. ¿Qué os parece si nos vamos a mi casa de Sausalito? Hoy es sábado y el lunes no hay clase. Montamos una fiesta, nos relajamos... Seguro que a Chelsea le viene bien y, ¿quién sabe? Igual... —Saca la lengua con tono divertido mirando a Boston, el cual ríe y le lanza un pedazo de pan.

—Pues no es mala idea —asiente Ember—, pillamos unas botellas y compramos comida. ¿Qué dices, Colton?

—Me parece bien, el finde siguiente tengo la premire, así que voy a necesitar estar relajado —bromeo y le guiño un ojo a las chicas cuando se acercan y se sientan a nuestro lado.

—Buenos días, bombones —saluda Blake—. A esta ni la habléis porque la he tenido que sacar de la cama a rastras, menuda llevaba anoche.

—Que te jodan —balbucea Emi mientras aparto un brazo para dejar que se recueste en mi pecho.

—Nos vamos a la casa de John en Sausalito —informo con una sonrisa traviesa.

—Ah, ¿sí? —Emi se quita las gafas de sol y sus ojos brillas de emoción.

—Mira qué rápido se le ha pasado la resaca —comenta Blake poniendo los ojos en blanco.

—¿Vamos todos? Dile a tu primo —pide Emi mirándome—, que este finde no se me escapa. —Reímos con ella y asiento.

—Ese no se pierde ni una barbacoa. ¿Os parece bien si le digo también a Cass?

—No es que me parezca bien, es que debes hacerlo —dice John señalándome.

—Pervertido —bromeo con la misma diversión.

—Aunque... ayer le vi muy cariñosa con Boston —dice Emi alzando las cejas—, bueno y a él con ella.

—Calla, anda. —El susodicho frunce el ceño y niega con la cabeza, pero la verdad es que yo también pude hacer esa observación mientras jugaban a la conga—. ¿Dónde está, por cierto? —pregunta mirándome—. Se ha levantado temprano y se ha marchado de la habitación.

—Mírala, ahí la tienes. —Blake la señala con la cabeza, el resto seguimos la dirección de su mirada y vemos a Cass entrar en la cafetería. Se quita los auriculares y se ajusta la coleta que se ha debido de hacer esta mañana antes de salir a hacer ejercicio—. Tendrá ganas de salir a correr, madre mía.

—Así es ella. —Sonrío cuando se acerca a nuestra mesa con una sonrisa, se quita la chaqueta del chándal de la cintura y se la pone, supongo que para no quedarse fría—. Hola, canija, veo que a ti el alcohol sigue sin joderte las mañanas.

—Que va, lo que pasa es que vosotros sois ya unos abuelos —bromea sentándose entre Boston y Emi.

—Es que tú no bebiste ni la mitad que los demás. —Mi mejor amigo alza las cejas hacia ella e intercambian una mirada.

—Eso lo dices tú, cuando quieras te reto a beber.

—Cuidado con esta que tiene mucho aguante —advierto.

—Shh, tú calla —dice dándome un pisotón por debajo de la mesa.

—Bueno, decidido entonces, esta noche fiesta en Sausalito —decreta el anfitrión.

•••

¡Holaa! Capítulo largo, estaréis contentas😂 Aunque sé que sois insaciables y siempre queréis más, pero yo tambieeeen jajajaja, así que hoy os voy a pedir 120 comentarios para subiros el siguiente! Y os ASEGURO que Sausalito va a dar para mucho, ¡no estáis preparadas para nada!
Por cierto, también he subido escena a Instagram🤭
nerea_vara
Graciaaaas🩷

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