❃Capítulo 14

El impacto del rayo hizo retroceder a Laufey, dejando tras su desliz la marca rasgada de sus garras en el hielo. No había perdido postura, y apenas logró frenar, su vista volvió con furia hacia el responsable. El rey de Jotunheim no había salido indemne: un azul marino impregnaba la mitad de su rostro, aquella que aún humeaba. Y aún así, sus ojos encendidos seguían sin perder determinación.

— Hijo de Odín. Te estaba esperando —el gigante se enderezó, volviendo a mostrar su figura imponente.

— Esperar es una cualidad de aquellos que ya perdieron antes de actuar —fue la contestación de Thor, sosteniendo su martillo en acción de ataque. Si tenía que iniciar una guerra allí mismo, lo haría. Todo fuera por mantener a salvo a Loki.

— Los más fuertes son aquellos cuya derrota los motiva. Crees ser merecedor de un trono cuando no sabes lo que es sufrir. Me alegra hayas venido, que este día yo te concederé un nuevo escalón para que vivas en carne propia lo que es perder. De nada —sonrió con soberbia.

— Loki no será tuyo —hizo caso omiso a sus palabras. Lo único que Thor deseaba era poder terminar con todo sin obtener perdidas mayores. En cuanto más parecía confiado Laufey las ganas de restregarle una derrota en la cara aumentaban, no obstante, hacía todo lo mejor por no ser impulsivo. La vida de Loki estaba en juego según su perspectiva y por nada del mundo tendría que jugar por ello.

— No lo quiero a él. A tu hijo es el que necesito —el rostro herido de Laufey se alzó con altivez. Todo lo que él deseaba estaba frente a sus ojos; todo en sus tierras y con la pinta de un triunfo que debió consumarse hace años.

Thor dejó de cuadrar sus pensamientos. Aquello para nada tenía sentido, ni siquiera tenía un hijo. Estuvo a punto de bramar palabras grotescas a Laufey. Sentía que todo se trataba de una muy mala broma.

— ¡¿Y qué ganas con un bebé?! —exclamó Loki antes de que a Thor se le ocurriera abrir su bocota. Si Thor se defendía, entonces aquella visita podría resultar un suicidio.

— Le haces la pregunta al rey equivocado —fue la fría respuesta de Laufey. Y yo ello daba a entender que la hora de charla había terminado.

— Loki —Thor volteó a ver al azabache, tratando de no mostrarse desorientado. Quería atacar, pero ahora no sabía por qué causa estaba peleando.

— Thor, protege a este bebé —la determinación en la de Loki voz dejó a Thor sin lugar de aclarar sus dudas.

Loki sacó sus dagas, y tras orden de Thor, el pequeño clan de guerreros fue a tomar cabeza, leales a las decisiones del futuro rey de Asgard. 

Fandral volvió su mirada hacia Loki. Su gesto demostraba temor. Creía entender que pasaba y aún así toda calma le faltaba. Si eran derrocados, perdería dos cosas en una.

— No están solos —dijo Hogun, siendo el grupo de los Tres Guerreros y Lady Sif completado en la línea del rubio.

Un asentimiento fue la respuesta por parte de Fandral. Trataba de confiar, confiar en que todo estaba bien y en que Loki se sabría cuidar. Volvió la vista atrás una vez más. ¿Cómo no podría confiar en aquella mente audaz que se convertía en fiera ante el peligro? Tal vez no fueran los mismos ojos esmeralda que le embelesaban sus sentidos, pero no había duda alguna de que aquel brillo pertenecía al mismísimo Loki. El Loki del que se había enamorado.

El dios del engaño había temido terminar en el uso de puño y lanza, pero los refuerzos de Thor brindaron el apoyo que ameritaba la situación. No era prudente de su parte pensar en no agradecer a su hermano mientras que se defendía ágilmente con sus dagas. Primero el orgullo antes que reconocer que en verdad necesitaba la ayuda de Thor. Y una vez más, había tirado al suelo a uno de esos jóvenes gigantes de hielo que asemejaban su tamaño. Ya notaba que el objetivo no era lastimarlo, sino un gigante de poco más de dos metros ya se encontraría enfrentándolo; si lo que Laufey quería era aquello que se encontraba en su vientre entonces no debía preocuparse por ser herido, más bien la preocupación debía residir en no dejarse atrapar, pero parte de ello cabía  en la posibilidad de su plan.

Los guerreros que Thor había traído no habían sido suficientes al parecer del dios del trueno. Se mantenían en pie, claro, pero sabía que no tardarían demasiado en que los primeros empezaran a caer. Los gigantes de hielo se encontraban en un hábitat familiar y tenían ventaja, y mientras Thor peleaba y hacía alejar a cuanto gigante se le acercara con la fuerza de su martillo, no dejaba de pensar en cuándo su padre aparecería con los refuerzos.

— ¡Sea cuál sea tu plan, estás en un error al creer que ganaras! —sentenció Thor, cuando finalmente le tocó encarar en pelea al rey.

— El único error fue el que cometieron ustedes al meterse en la boca del lobo —azotó un golpe contra Thor.

Éste último no cedió, llevando sus mano a su mandíbula como si se encargara de dejar todo en su lugar. Un gruñido de pugna se liberó desde su garganta, tratando de arremeter rápido contra el contrario. Lo hizo retroceder, y con el impulso de su martillo planeó dejarlo plantado contra el suelo, pero antes, su mano helada se disparó hacia él, deteniéndolo por el cuello. El toque frío empezaba a quemar, mas se resistió, ya que daño no causaba en su piel.

Las intenciones de no matarlo eran claras para Laufey, tan sólo lo torturaba un poco.

— No vas a matarme. Quieres que vea como resultan tus maliciosos planes —se forzó a decir Thor en conclusión. La fuerza que aún empleaba Laufey llegaba a asfixiarle un poco.

— Uno tiene que aprender del sufrimiento. Agradéceme que gracias a mi serás un rey mucho más duro y fuerte en el futuro —Laufey entornó sus ojos, con media sonrisa triunfante, disfrutando de ver al hijo de su opositor en sus manos.

— Al único que le deberé mis facultades como rey será a mi propio padre, a Odín, Padre de Todo —sus palabras salían como gruñidos. Su rostro ya empezaba a enrojecer por la presión, tanto que incluso una pequeña vena resaltaba en un costado de su frente. Sus manos rasgaban la mano del contrario, más ocupado en zafarse que en llamar a Mjolnir a regresar a su palma.

Loki se mantenía lo más separado del corazón de la pelea. Los guerreros le respaldaban, y él mismo se defendía de quienes trataban de acercársele. Tenía ventaja con su forma jotun, se sentía ligero. Eso le ayudó a combatir, pero el cansancio de poseer aquel abdomen abultado podía más con su resistencia. No sabía cuando su cuerpo tendría lo suficiente.

Sin darse cuenta, ya se encontraba al borde de una pronunciada grieta en el hielo. Su pie casi desliza al no percatar la cercanía. Un gigante de hielo hizo ademán de tomarlo con tal de no dejarlo caer a una muerte segura, no obstante, Loki supo recuperar su estabilidad y continuar amenazando a los contrarios con sus dagas. Estaba rodeando, y ninguno de aquellos gigantes se atrevía a acercarse. Seguro temían a que un intento brusco por atraparlo lo llevara a caer.

— ¡Loki! —Sif se deshizo de aquel gigante de hielo, pendiente de lo que pasaba con el príncipe.

Fandral, alerta a todo, no tardó en voltear, viendo a su amante en tan pacífica y tensa situación. Puso más empeño en librarse de aquel gigante para poder acudir a Loki.

— Parece que por fin tengo a mi presa —Laufey soltó a Thor, asegurándole una caída hasta el suelo.

Un servidor llegó al instante, trayendo una especie de instrumento color mármol a las manos de Laufey.

Mientras Thor se incorporaba tomando aire y recuperando su martillo, Laufey ya se encontraba soplando de aquel objeto, haciendo resonar un silbido seco que se extendió por la tierra helada. Era momento de sacar a las bestias de Jotunheim.

Loki lo veía, veía a lo lejos como aquellos perros salvajes de hielo salían de sus madrigueras. Uno de aquellos animales venía directo hacia él, los otros se veían a kilómetros dirigirse a atacar al campo de batalla donde todos los guerreros estaban.

Aquel silbido en el aire seguía llenando sus oídos, su abdomen punzó en una pizca de dolor, sacándole un jadeo. El escape estaba frente a él, y si no era ahora, entonces perdería la oportunidad de que todo saliera con el menor daño posible.

— ¡Loki! —Fandral iba corriendo directo a él, dispuesto a enfrentar a esos gigantes de hielo para deshacer la prisión de su pareja.

Loki entonces volvió a sentir aquel dolor, llevando su mano al vientre. Ya no le quedaba otra opción. Permitió su cuerpo colapsar hacia atrás, dejándose absorber por el vacío que esperaba debajo.

— ¡No! —fue un grito desgarrador, pero la tempestad no le inundó cuando un rápido animal bajó en picada al mismo punto en el cual Loki había caído. La bestia helada salió de un salto, con un Loki sano y salvo en su lomo.

El animal corrió hacia el castillo medio destruido. Loki ya estaba en manos de Laufey, y éste último también hacia su retirada.

El susto de que Loki cayera por la grieta tomó a todos con angustia. Tratar de procesar lo ocurrido sólo les regalo una desventaja: los gigantes de hielo ya los habían rodeado, habían crecido en número.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top