3-Caminos cruzados
El recibimiento en el hotel fue una muestra clara de la personalidad y trabajo que se hacia allí, enseguida comprobamos la profesionalidad de los trabajadores. Nos quedaríamos en el hotel a dormir, comer y cenar, tendríamos nuestra propia habitación. Si bien no era tan lujosa como la de los clientes, era lo suficiente para poder tener nuestras pertenencias.
—Bien, ya he colocado todo—dije mientras me quitaba todo el sudor.
Después de un día para conocer todo el lugar, los horarios, tener el traje y con todas las dudas resueltas, tuvimos toda la noche para descansar pues al día siguiente empezaba el trabajo.
Dicho y hecho, a la mañana siguiente a nuestra hora estaba ya presente en recepción preparado para atender todo. Al ser tan grande, eramos cuatro personas; una descolgaba el teléfono, otros dos atendían al personal y el último, en este caso yo, acudía a las habitaciones con el pedido ya fuera comida o algún utensilio de higiene personal. Para ello llevaba un walkie en todo momento. Algunos actores secundarios estaban allí alojados. Sin embargo, el resto de personas por nombre eran personas con mucho dinero y empresarios.
—Tn, ¿estás bien?—preguntó mi compañero.
—Si, es el primer día y cuesta coger un poco el ritmo, pero no te preocupes—contesté sacando el pulgar.
—Cualquier cosa me dices, prefiero evitar sustos
—Por supuesto.
Al regresar de entregar unas toallas, el compañero, Mark, me pidió ayuda. Al bajar, me encontré con quien menos me esperaba. Era nada menos que Jenna Ortega, iba con los cascos y las gafas de sol. Afuera del recinto estaban los paparazzi haciendo fotos. Yo me acerque para tomar las maletas mientras los guardaespaldas estaban cerca suyo.
—¿Tn?—preguntó mientras bajaba un poco sus gafas.
—Hola—saludé tímidamente.
—¿Cómo es que trabajas aquí?
—Pues salió está oferta y mi amigo y yo hemos venido. Necesitamos dinero—reí un poco nervioso.
—Ya veo, bueno, ¿vamos?—señaló las maletas.
Asentí y junto a su personal subimos por el ascensor no sin antes recoger la tarjeta. Era en el quinto piso. Accedimos a la habitación y dejé todo donde ella me dijo. Luego se sentó en la cama para respirar un poco, se la veía agotada del viaje y seguramente de los fotógrafos.
—Bien, ya está todo en su sitio—dije—¿necesitas que te traiga algo?.
—No, de momento es todo, muchas gracias.
Me retiré de la habitación para que pudiera descansar y continué con mi faena. Tenía que atender cuatro habitaciones más en ese piso. Sentía celos de mi amigo pues él se encargaba de la parte de recursos humanos y según me contaba, no tenía demasiada faena salvo algún que otro papeleo.
Por fin llegaría la hora del descanso, estaba agotado de tanto subir y bajar pisos. El ascensor en muchas ocasiones estaba ocupado por lo que me tocaba utilizar las escaleras. La comida era sin duda lo mejor del lugar y desde nuestra posición en el comedor podíamos ver al resto de famosos comer alegremente. Aunque la mesa del personal estaba situada lejos de los clientes.
—¿Qué tal está siendo tu primer día?—preguntó uno de mis nuevos compañeros.
—Bien, aunque la peor parte son las escaleras—contesté mientras comía un poco más, necesitaba recuperar fuerzas.
Mientras terminaba el postre, vi entrar a Jenna acompañada y sentarse en una de las mesas. Me resultó gracioso el poder verla de nuevo porque mi prima me dijo que tal vez la vería de nuevo, y justo se hospeda allí.
Pero todo lo bueno acaba y tuve que regresar a hacer la faena.
Esa misma noche comenzó a llover fuertemente en el lugar así que iba con el mocho para ayudar al personal de limpieza ya que todos los clientes que se habían marchado a visitar el lugar regresaron de inmediato. Lo bueno es que fueron amables y trataron de mojar el suelo lo menos posible. Su colaboración fue muy buena y eso permitió agilizar todo. Sin embargo, apenas daba abasto de subir y bajar a por toallas secas.
Terminamos al cabo de casi una hora y por fin pude respirar. Ahora los clientes se darían una ducha para entrar en calor. Afuera la tormenta era fuerte, acompañada de un viente horrible que parecía que iba a arrancar los árboles cercanos.
—Menudo inconveniente—dijo mi compañero bebiendo un poco de agua—estoy agotado. Pero por fin hemos acabado.
—Sí—me senté en la silla, parecía que llevaba una semana sin haberme sentado.
Este me habló de que casi todos los clientes venían en taxis y demás, salvo algunos que acudían en sus propios coches los cuales tenían a su disposición un garaje para ellos. Aunque era cierto que quienes más lo usaban eran los trabajadores del hotel.
Escuchamos abrirse la puerta y vi a Jenna entrar con todo la ropa empapada seguido de sus escoltas que estaban igual.
—¡Enseguida voy!—no quería levantarme, se estaba muy bien, pero era trabajo.
Acudí con unas cuantas toallas y se las fui dando a todos.
—Las botas están mojando demasiado—comentó mientras miraba el pequeño charco que se iba formando.
—No te preocupes, lo limpiaré enseguida—dije mientras acudía a por el mocho.
Se secaron lo mejor posible mientras en una silla que en unas bolsas que les llevó mi compañero metieron el abrigo y algunas prendas más mojadas.
—Tn, acompaña a la señorita Ortega a su habitación, yo me hago cargo de esto—dijo este.
—Claro.
Cargué con las bolsas que pesaban mucho más al estar empapadas de agua y tomamos el ascensor. Jenna se iba secando mientras el cabello para evitar que siguiera escurriendo un poco de agua. Y se dio el momento incómodo del ascensor, como cuando subes con un vecino que apenas ves y solamente te quedas esperando a que llegue al destino para despedirte.
—Menuda tormenta eh—dijo mientras suspiraba aliviada.
—Si, ¿te ha pillado muy lejos?—ella asintió—bueno, aquí no te pasará nada.
Activé el gafe y de pronto el ascensor se paró. Ella me miró con una cara extraña y se echó a reír un poco, supongo que mezcla de los nervios con la situación.
—Lo siento—fue lo único que pude decir.
Al cabo de un minuto regresó la luz y el ascensor volvió a funcionar llegando al piso. Salimos antes de que volviera a ocurrir, entramos a su habitación y dejé las cosas donde tocaba. Una de las encargadas pasaría a por la ropa mojada para llevarla a la lavandería.
—Pues ya estaría, cualquier cosa me avisas. Eso si, estamos hasta los topes ahora mismo así que puede que tardemos un poco en traer lo que pides—comenté.
—Entendido, voy a ducharme para quitarme el frío del cuerpo. Gracias de nuevo—dijo.
Asentí y fui hasta la puerta. Al acercar la mano para poder abrirla está se abrió de golpe y la madera de esta me dio en toda la cara haciendo que cayera de espaldas al suelo. Sentí un fuerte dolor en la cabeza y en mi nariz, me sentía mareado. Pero no pude sentir más pues perdí el conocimiento.
Desperté al cabo de un par de horas, mi cabeza me dolía a horrores. Y sentí la nariz algo taponada, al tocarme noté que habían puesto algo. Seguramente el golpe me había provocado una pequeña hemorragia nasal.
—Veo que has despertado—dijo una voz.
Uno de mis amigos estaba sentado en una de las sillas cercanas.
—Ya hemos terminado el turno así que he venido a ver como te encontrabas.
Me acomodé en la cama. Estaba en la enfermería.
—¿Qué ha pasado?—pregunté tratando de recordar.
—Despacio, te han dado un buen golpe en la nariz y al caer te lo has dado en la cabeza—dijo—al irte de la habitación, uno de los escoltas ha abierto la puerta y te ha golpeado.
—Ya veo.
El médico vino al ser llamado y me revisó, no tenía nada. Pero le hizo un poco de gracia que mi primer día fuera tan atareado. Yo me lo tenía que tomar con humor.
—Descansa el resto del día y mañana podrás regresar a trabajar—dijo mirando los papeles—no tienes nada grave, solamente ten cuidado.
Esa noche cene en la cama tranquilamente, viendo la tele y disfrutando del silencio que había en la sala. Aún tenía ciertos dolores de cabeza, pero ya no era como al principio, también gracias a la medicación que me dio el médico.
—¿Se puede?—preguntó una voz.
Al mirar en la puerta, vi a Jenna con cara de preocupación. Llevaba el pelo recogido, los cascos negros de siempre y una ropa elegante, seguramente venían de cenar.
—Adelante.
Entonces entraron también los escoltas, uno de ellos, el responsable del incidente enseguida me pidió perdón por ello y le dije que no pasaba nada. Al fin y al cabo había sido sin querer, y le podía pasar a cualquiera.
—Pueden dejarnos un momento—dijo ella. Estos se miraron durante unos segundos, asintieron y se quedaron esperando afuera.
—Lamento que haya sucedido esto
—Ya ha pasado, además no es como si me fuera a morir.
Ella suspiró, parecía buscar las palabras para decirme algo.
—Me gustaría pedirte un favor—dijo para mi sorpresa.
—¿Qué es?
—¿Podrías no publicar nada sobre este incidente?—estaba aguardando mi respuesta.
—Claro—su gesto cambió.
—Te lo agradezco, la gente en redes podría echarse encima de mí mintiendo de forma descarada.
Yo asentí sabiendo que podía pasar lo que ella decía.
—Eso si, me gustaría pedirte algo—dije con una sonrisa.
—¿Dinero?—negué con la cabeza—¿qué es?.
Al cabo de poco, estaba con mi teléfono hablando por videollamada con mi prima. Me puse un gorro para tapar los vendajes de la cabeza, con la nariz no podía hacer nada.
—¡Primo!—dijo al otro lado del teléfono ella.
—Ey, tengo una sorpresa para ti
—¿Qué te ha pasado en la nariz?—puso cara de preocupación.
—Oh, no es nada, lo importante es...—giré el teléfono y dio un chillido de emoción al ver a Jenna quien tomó el aparato para hablar un poco con ella.
Pude escuchar la emoción de mi prima al hablar con ella al igual que sus nervios. Tras un rato, tuvieron que despedirse pues los escoltas dijeron a Jenna que tenía que regresar a atender unas llamadas de trabajo.
—Hablamos otro día—dijo Jenna despidiéndose de mi prima—después de colgar, ambos nos despedimos y de nuevo me dio las gracias por no decir nada del incidente.
Tras este suceso, me recosté sobre mi cama y pronto me quedaría dormido por todo el agotamiento del día.
A la mañana siguiente ya estaba mejor. Llevaría un pequeño gorro aprovechando que hacia mucho frío en el lugar y de paso tapar el vendaje. Podía trabajar y tras unas horas de ducharme, vestirme y revisión, me fui a recepción donde mis compañeros se sorprendieron de verme allí.
—Estoy bien para trabajar—dije.
No tardaron en sucederse las llamadas por teléfono y enseguida empecé a llevar las cosas a las habitaciones. Aunque ese día no llovía tanto, si que hacia frío por lo cual los pasillos estaban helados mientras que las habitaciones a las que entraba se sentía muy bien.
En uno de las bajadas a recepción me crucé con Jenna quien me preguntó en tono bajo si estaba mejor. Yo le dije que sí, que podía trabajar y ella se alegró un poco.
—Señorita, tenemos que ir a esa entrevista—dijo uno de ellos dando un abrigo para tapar la ropa que llevaría. Tenía entendido que la ocultaban para luego dar la sorpresa y hablar un poco del diseñador y así darle publicidad.
—Adiós Tn—se despidió.
Como siempre, se ajustó sus cascos y acompañada se marchó afuera donde los fotógrafos le esperaban al igual que el coche que la llevaría.
Yo volví a mi puesto.
Y así comenzó mi segundo día en el hotel, solamente esperaba no tener otro incidente igual.
Continuará...
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