Día 06-. ¡Random!

Tema: Escolar.

Pareja: MonoKen (Monoma Neito e Itsuka Kendo).

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Ebrio en sobriedad.

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Las cosas habían sido tan radicales, que a los alumnos de la clase B les costaba creer lo que pasaba.

Kendo y Monoma habían discutido, otra vez. Estaban sumidos en una especie de ley del hielo, otra vez. Pero había algo nuevo. Por lo general, ella se sentaba frente a él para poder charlar cómodamente y él atrás de ella. Así eran las cosas. Incluso cuando discutían, pasaban las primeras horas sin hablarse y más tarde se reconciliaban por arte de magia.

Lo que cambió ese día fue que Monoma ya no se sentó en su lugar. Mientras Kendo estaba en el primer pupitre de la fila junto a la ventana, Monoma había ocupado el último pupitre de la pared contraria, en la esquina, justo al otro lado del salón. Nadie sabía la razón por la que había surgido esa pelea, pero seguramente debió de haber sido muy grande como para que el rubio se separara de Itsuka.

—¿Ocurrió algo con Monoma, Kendo? —preguntó Awase a la presidenta de la clase.

Ella, miró de soslayo a Monoma con un semblante serio, después se giró hacia su compañero y le sonrió.

—No ha pasado nada.

—¿Crees que se demore mucho en regresar a su pupitre? Es que... No me deja sentarme en mi sitio

Ella guardó silencio un momento, estaba actuando demasiado raro. Después levantó la mirada y le hizo un gesto con la mano apuntando al pupitre de atrás.

—Puedes tomar su lugar, seguro que para mañana todo volverá a la normalidad.

Awase dudó un momento, pero accedió a la sugerencia de la presidenta y se sentó, tratando de ignorar la penetrante mirada que Monoma plantaba en ambos.

[…]

Se alcanzaba a escuchar bastante bullicio en la cafetería de la escuela. El atestado lugar dificultaba la movilidad de los alumnos, e incluso de los maestros. Kendo charlaba amenamente con sus compañeros, habían corrido con la suerte de encontrar rápido una mesa para tomar su almuerzo. La presidenta de la clase era tan simpática como habitualmente actuaba. Sin embargo, se mostraba extrañamente reservada cuando trataban de tocar el tema de Monoma. Era claro que nadie iba a tratar de insistir. La reconocían a ella y la postura que tenía en la clase, y la respetaban.

Sorpresivamente, unos brazos se cruzaron por encima de sus hombros y cerraron su agarre entrelazando las manos, como un abrazo. Aquella singular fragancia, la de una colonia que sólo conocía a una persona que la usaba, alcanzó su nariz. Abrió los ojos más de lo habitual y después, casi de inmediato, se convenció de que no estaba pasando lo que ella creía. Rió y devolvió la vista al plato, a la espera de que la persona de aquella muestra de cariño revelara su identidad.

—¿Te alegra verme?

La piel se le había erizado, confirmando así sus sospechas. Podría escuchar esa voz en cualquier lugar y jamás, jamás, podría confundirla. Pasó saliva sin entender la razón de sus nervios y entonces, aquel chico apoyó el mentón en su hombro de forma afectuosa, se atrevería a decir cariñosa.

Kendo giró la cabeza y entonces miró como una melena rubia impedía vislumbrar los ojos de su propietario. Se giró hacia sus compañeros, quienes al igual que ella tenían la boca desencajada y la estupefacción tallada en sus rostros. Todos miraron al chico, luego a la presidenta, nuevamente al chico y otra vez a la presidenta, con la diferencia que ahí depositaron su atención y con la mirada solicitaron una reacción por su parte. Ella, aclaró su garganta, tratando de recoger la cordura perdida, y habló.

—¿Ocurre algo, Monoma?

—Nada, todo está bien —cantareó para después erguir la espalda y zarandear a la chica suavemente de un lado a otro—. ¡Todo está perfectamente bien!

Una risilla estridente salió de sus labios, y poco a poco su volumen aumentó. Awase y Tetsutetsu le preguntaron en un susurro si estaba ebrio, si había ingerido algo. Pero Kendo, quién mantenía el contacto más cercano y activo a él, no detectó ningún olor ni otro anormal factor que confirmara sus sospechas. Se puso de pie, un poco preocupada por su compañero, y posó su mano en su hombro.

—¿Ya no estás enojado?

El chico le miró directo a los ojos, con una sonrisa demasiado tranquila, como si en verdad le hiciera inmensamente feliz verla. Todos se asustaron por esa reacción. Monoma, como si sus brazos fueran de papel, tomó las manos de Kendo y la atrajo hacia él para abrazarla, haciendo que ocultara el rostro en su pecho.

—No estaba enojado, estaba celoso —y soltó una minúscula risilla.

Eso ya no era divertido, en verdad estaba preocupando a la chica. Sus compañeros les veían desde sus asientos con la boca tan abierta, que si intentaban abrirla más, la parte inferior de la mandíbula se saldría de su sitio y caería en la mesa.

—E-eh, ¿Por qué estabas celoso? —preguntó con un rubor que se había extendido hasta sus orejas.

El chico rió por milésima vez y tomando con cariño las mejillas de la chica, la hizo levantar la mirada. Tuvo que doblar un poco la espalda por la diferencia de alturas para unir sus frentes, posteriormente le dió un muy pequeño beso en la cúspide de su nariz.

—¿No es obvio? Estoy enamorado de tí.

Fue entonces cuando el contador de los nervios que la chica podía soportar explotó. La sangre comenzó a subir sin medida hasta la cara, cambiando casi uniformemente su color, juraría que sus oídos se habían transformado en una vía de escape para humo y sus ojos se desorbitaron. Logró devolverlos a la normalidad cuando comenzó a sentir que poco a poco el chico acababa con la distancia entre ambos. Su corazón se había vuelto loco. Se movía con violencia, como si quisiera escapar. La mirada fugaz que le dedicó a sus amigos empeoró su estado, debía irse, pero sus piernas no se movían. Antes de que se diera cuenta, sus manos habían tomado cartas en el asunto y golpearon la coronilla de la cabeza del chico. Este cayó inconsciente en su hombro, devolviendo por fin, el aliento a todos los presentes, sobretodo a Kendo.

[...]

—¿Un accidente? —inquirieron Awase, Tetsutetsu y Kendo al oír la información recibida.

—En efecto —suspiró Recovery Girl en un genuino gesto de cansancio emocional—, al parecer la profesora Midnight, sufrió un accidente en los pasillos que rompió su traje exhibiendo la parte superior de su cuerpo de forma comprometedora. Este muchacho estaba cerca, y corrió inmediatamente a ofrecerle su mochila para que se cubriera. La profesora estaba tan alterada que accidentalmente liberó una mínima parte de su Quirk, haciendo que el joven lo inhalara.

—Pero, ¿No se supone de debería haberse dormido? —preguntó Tetsutetsu.

—Como dije, fue una minúscula parte la que inhaló, por lo que sus neuronas sólo se entorpecieron —explicó la heroína—. Podemos comparar esta reacción con el estado de ebriedad. Precisamente mientras hablaba de esto con la maestra, el niño salió de aquí sin decir nada, no nos percatamos de su ausencia.

—Bueno, dicen por ahí que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad —comentó Awase llevando una mano a su mentón en el momento justo que el timbre que finalizaba el receso sonó. No se percató de que la presidenta de su clase le había volteado a verle al decir eso.

—Bien, el muchacho sólo está inconsciente —habló la heroína—. Cuando despierte, el efecto de ebriedad se habrá desaparecido, tal vez tenga jaqueca, pero nada grave. Pueden regresar a sus clases con confianza.

—Uhm, Recovery Girl... —murmuró la muchacha antes de que la heroína continuara hablando.

—Me suponía que la delegada de la clase querría esperar a que el muchacho despertara. Hay una silla extra por ahí, puedes esperar —al concluir con su oración, se giró a los dos muchachos y los hizo regresar a sus clases. Entre algunos Mohines ambos le obedecieron y salieron de la enfermería.

Kendo, se dedicó a llevar la silla que la profesional le indicó hasta un lado de la camilla donde Monoma dormía. Percibió un poco de culpa al verlo así, y después se preguntó en su mente, si acaso lo que había hecho en el comedor entraría en el grupo de las cosas que se hacen en una noche de borrachera y luego se arrepienten al día siguiente, cuando el efecto de las sustancias ingeridas se ha diluido. Aún recordaba la manera en que le había sonreído, la manera en que la había abrazado e incluso, la mirada tan tranquila que le había dedicado.

En verdad desearía que el chico fuera así con ella más a menudo. Aunque siendo realista, eso era demasiado pedir. Ese tipo de cariños los podía encontrar con Tetsutetsu o cualquiera de sus amigas, pero Monoma simplemente no.

—¿Este muchacho es importante para tí? —la rasposa voz de Recovery Girl la había tomado por sorpresa.

Meneó la cabeza de un lado a otro y después encaró a la heroína con una sonrisa, otra de las tantas que tenía.

—Tenemos nuestra historia juntos —explicó—. Le tengo cariño como a un hermano menor.

—Él parece tenerte un cariño un poco más grande.

—¿Por qué dice eso?

—Creeme, querida, que cuando alcanzas una edad como la mía, te das cuenta de cosas que los otros no —entonces ensanchó su arrugada sonrisa y le giñó un ojo con un deje de orgullo.

Tan sólo bastaba recordar la insistencia con la que Monoma exigía saber en dónde estaba Kendo cuando Midnight lo llevó a la enfermería. Ella le había prometido que lo llevaría con la chica cuando terminara de realizarle unos estudios. No obstante, había tomado la iniciativa de encontrarla por su cuenta antes de ello.

—¡Oh, parece que el chiquillo fiestero ha despertado! —dijo al ver que el chico se removía en su lugar.

—Qué bueno que despiertas —le dijo Kendo sonriendo gentilmente. A lo que Monoma respondió con un simple alzar y bajar de cejas. Permanecía con una mirada indiferente, tal vez displiscente sería la manera correcta para describirle—. ¿Te sientes bien?, ¿te duele algo?

—¿Por qué debería? —Kendo suspiró con alivio al recibir una respuesta que el verdadero Monoma podía dar.

—Parece que has vuelto a la normalidad —comentó Recovery Girl levantándose de su lugar—. Iré a llevar el reporte a dirección para que te autoricen retomar tus estudios. Te lo encargo —le dijo a la delegada antes de cruzar la puerta y desaparecer.

La chica suspiró, se mesó unos cabellos de la frente y volteó a ver a su compañero. Este simplemente le miró en silencio, tratando de fingir que tener sobre él los brillantes ojos de ella no le ponía los pelos de punta.

—Me alegra de que te encuentres bien. Estaba preocupada, aunque te veías bastante alegre, eh —bromeó un poco.

—Realmente no recuerdo casi nada de lo que hice.

—No deberías pensar demasiado en eso. Ya pasó.

—¿Qué hice mientras estaba en aquel estado? —preguntó de repente tomando por sorpresa a Itsuka.

—Eso no es demasiado importante.

—Kendo, estaba ebrio. Si hay algo por lo que deba disculparme, dilo de una vez.

Ella suspiró de nueva cuenta, ya no le ofendía lo directo que podía llegar a ser.

—No hiciste nada. Sólo fuiste un poco más cariñoso.

—¿Cariñoso en qué sentido?

La chica miró a los lados para asegurarse de que nadie los oía y después, comenzó a susurrar, como si de ese modo lograra aminorar el impacto de la respuesta.

—En el sentido un poco romántico. Dijis... —se interrumpió de inmediato mordiendo su lengua. Estaba a punto de hablar de más.

—¿Qué fue lo que dije? —preguntó el rubio al ver esa reacción—. Kendo, no me vayas a mentir. ¿Qué te dije?

Sus propios labios habían iniciado a temblar un poco, su semblante también. No pudo luchar contra el peculiar sentimiento de culpa que la invadió, aunque conocía perfectamente que ella no tenía la culpa de nada. Quizás era el hecho de que gracias a ella, su amigo había actuado de manera diferente.

—Dijiste que... Que estabas enamorado de mí.

El impacto que nació en Monoma justo al recibir el peso de esa oración pareció pasar desapercibido por la chica, puesto que decidió ignorar su repentino semblante despejado y la palidez de su piel y continuó hablando, llevando una de sus manos tras la nuca y con la otra hacía ademanes tratando de restarle importancia al asunto. Sonreía de manera nerviosa, como si a ella también le incomodara la situación.

—P-pero está bien, no tienes que decirme nada. Todos dicen cosas que realmente no sienten cuando están ebrios, ¿No? No debes preocuparte por un accidente, sólo vamos a olvidarlo y...

—Kendo, a veces de verdad puedes ser realmente estúpida.

La chica dejó de hablar automáticamente al recibir el insulto. Miró con expectación cómo el chico ocultaba sus grisáceos ojos debajo de su antebrazo derecho. Nunca antes le había visto tan cohibido como lo estaba en ese momento, tampoco había escuchado jamás ese timbre de voz tan tímido en él.

—¿No te puedes dar cuenta? Sí estoy enamorado de tí.

El ruido del segundero del reloj que colgaba de la pared, fue lo único que se escuchó. El rostro de la delegada de la clase B había perdido todo rastro de expresión alguna mientras miraba al chico que era tan incapaz de sostener su mirada. Logró captar que su mano temblaba, juraría que alcanzaba a atisbar un ligero toque de rosa en sus mejillas. En la cabeza de Kendo, sólo había lugar para una pregunta: ¿Por qué? ¿Por qué su amigo se le confesaba en ese momento? ¿Por qué justo cuando sabía que no podía corresponderle?

—Parece que todo está en orden —la voz de la enfermera profesional se hizo presente junto al chirrido de la puerta abriéndose—. La señorita Itsuka puede regresar a su clase. Necesito que el caballero permanezca aquí para que firme la carta de salida y revisar unas cosas más. Pero en lo que cabe, todo está en orden.

—Muchas gracias —la joven se puso de pie e hizo una reverencia como muestra de respeto a la heroína—. Espero que todo salga bien —le dijo a Monoma tratando de dibujar una sonrisa y dando media vuelta, salió de ahí, sin comentar nada respecto a lo que acababa de ocurrir entre ellos.

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N/A

Perdón Monoma, soy débil :(

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