Capítulo 29

La tensión en la casa de los Brown se intensificó al pasar de los días. Josh se había ido, Charlotte estaba recibiendo ayuda por su adicción y Keily no supo nada más de Alan desde la noche que abandonó su hogar junto a Jack.

Cuando regresó, Carol la abofeteó y soltó un mantra de maldiciones en su contra. Según ella, Josh decidió vivir en su departamento por culpa de Keily. Eso le causó alegría en medio de todo el dolor, porque no lo tendría bajo el mismo techo. Él fue inteligente.

Jack discutió con su esposa por sus acciones y estaban durmiendo en camas separadas. Eso lo llevó a tomar mucho alcohol desde ese día.

Todo había ido de mal en peor, incluso Keily pensaba que nunca tendría un respiro. Se sumergió en un estado depresivo y trataba de no salir de la habitación. Como siempre, se escudaba en esas cuatro paredes como una cobarde.

Zoe asomó la cabeza por la puerta a medio abrir, después entró despacio seguida por Willy.

—Quiero estar sola —les dijo, desviando la mirada. No quería ver la lástima en los ojos de ellos.

—Hablé con Alan —alegó Willy, sentándose en la cama a su lado.

—No lo hagas, Will —intervino Zoe, nerviosa.

Keily los miró con intensidad, puso toda su atención en ellos.

—¿Decirme qué?

—N-no es nada, Kei —Zoe titubeó, mirando a otro lado.

—Merece saberlo, de todos modos se va a enterar —replicó su hermano.

Keily se puso nerviosa ante el pensamiento de que algo malo le había pasado a Alan.

—Cuéntame, Willy.

Se sentó frente a él sin dejar de mirarlo directo a los ojos.

Zoe resopló y se acomodó en el pequeño sofá mientras se cubría el rostro con las manos.

—No va a dejar de trabajar en la bodega, Kei —dijo despacio.

Ella se encogió de hombros.

—Eso no es tan grave —respondió, pensando que quizás él había resuelto sus problemas con Lee.

—Déjame terminar. —Hizo una pausa de unos segundos—. Volvió con Anna.

Esas palabras le cayeron como balde de agua fría, dejándola paralizada. Parpadeó varias veces en un intento de no llorar, pero fue en vano porque las lágrimas empezaron a brotar con libertad. Zoe se acercó y la abrazó.

—No llores, Kei, no vale la pena.

Asintió y se limpió el rostro con las manos.

Lo que había dicho Willy siguió haciendo eco en su mente y no dejaba de recordar las cosas que él le prometió y que todo fue una mentira.

«Alan Ricci está muerto para mí», pensó.

***

«Es increíble cómo puede cambiar la vida de un momento a otro. La felicidad no existe, solo hay momentos agradables. Cuando estos desaparecen, se abren paso el dolor y la tristeza, y se convierten en recuerdos lejanos que te hacen cuestionar si de verdad sucedieron o no».

Keily pensaba que el tiempo en que estuvo en brazos del italiano fue efímero como un parpadeo. Que la relación estaba destinada al fracaso, había demasiadas contradicciones y problemas en torno a ellos.

—¿Me estás escuchando? —Jack preguntó, mirándola con curiosidad y ella tragó saliva.

Se encontraban en la cocina, ya que él había pedido que conversaran ahí.

Hacía más de un mes desde que Keily se enteró de que Alan estaba con Anna y había coincidido con él varias veces en algunos lugares, pero lo evitó cuando quiso acercarse para hablarle.

Pese al derrumbe emocional, no todo estaba tan mal a su alrededor; Jack y Carol volvieron a dormir juntos y casi no discutían. Josh, por su parte, asumió la responsabilidad del bebé y vivía con Amber en su departamento. Eso le dio alivio a Keily, así él hacía su vida y se olvidaba de ella.

—Siento que estoy hablando con una pared —dijo Jack con frustración al mismo tiempo que se cruzaba de brazos.

—Lo siento, papá.

Agachó la cabeza, avergonzada.

—Descuida, pequeña, te tengo una sorpresa— expresó sonriente—. Espera aquí.

Salió de la cocina, dejándola confundida. Keily se miró las uñas y siguió con las meditaciones hasta que Jack volvió a ella entusiasmado.

—Cierra los ojos.

—Papá...

No dejó que ella siguiera porque le colocó un dedo sobre los labios.

—Cierra los ojos —repitió sin dejar de mostrarse alegre por lo que le tenía preparado.

Keily bufó, pero hizo lo que le pidió. Escuchó pasos en la cocina, eso provocó que la curiosidad aumentara.

—Ya, pequeña.

Abrió los ojos y no podía creer lo que veía: su amiga Marian estaba frente a ella. Se cubrió la boca con una mano mientras lloraba de felicidad y Marian la abrazó con fuerza en un movimiento rápido.

—Kei, te extrañé muchísimo —dijo entre lágrimas.

Marian tenía el pelo rizado más largo y su rostro había abandonado la redondez aniñada que Keily recordaba antes de que se fuera a vivir con su padre.

—Me puse en contacto con tu tía Liz y me dio el número de Marian. La llamé y arreglé todo para que venga a verte —explicó Jack, mirándolas con ternura—. Has estado muy triste y quise hacer algo para alegrarte un poco la vida.

Keily se abalanzó sobre él y lo abrazó mientras le daba besos en las mejillas.

—Gracias, papá. No sabes lo que esto significa para mí.

—Las dejo solas, chicas.

Jack se retiró y Keily guio a su amiga hacia las escaleras rumbo a la habitación.

Luego de unas horas, Marian la puso al tanto de lo que había ocurrido en todo ese tiempo desde que se separaron. Le dijo que no había iniciado la universidad porque tuvo que trabajar, además de que conoció a un chico, pero descubrió que era casado.

—Ahora tú, Kei —dijo a la par que daba saltitos en la cama.

Keily le habló sobre su padre y los estudios, también de cada uno de sus familiares. Comentó lo difícil que fue para ella adaptarse a ese lugar al principio.

—¿Qué tal los chicos? ¿Conociste a alguien en especial?

Ella agachó la mirada al pensar en Alan y lo que había sucedido. A pesar de eso, le contó cómo se conocieron y la manera en que terminaron. Las facciones de su amiga cambiaban mientras relataba con lujos y detalles su fallida relación.

—Dios mío, Kei, lo siento mucho. —Ella desvió la mirada—. Quizás haya una oportunidad para ustedes, no te rindas.

Keily negó varias veces con la cabeza.

—Ya no importa, me he resignado.

Marian la abrazó para darle consuelo y apoyo moral, después siguió compartiendo sus vivencias, pero esa vez las más alegres para hacerla sentir mejor.  

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