Capítulo 25

—Empezaré por el principio —Alan rompió el silencio con voz ronca—. Después de esto, entenderé si no quieres nada conmigo.

Keily tragó saliva por lo serio que hablaba, pero asintió para que continuara. Alan la observó, sus ojos verdes reflejaban angustia mientras buscaba en su mente las palabras correctas que lo ayudarían a expresarse como quería.

—Nuestros males iniciaron cuando Gian tuvo que dedicarse a trabajar a temprana edad para mantenernos a mamá y a mí. Frecuentaba lugares peligrosos y se veía con personas cuestionables, luego me llevaba con él. Nuestra labor era hacer recados. Debíamos transportar paquetes y no sabía de qué se trataba, te juro que no tenía idea del peligro que corríamos. Un día descubrí que lo que llevábamos eran drogas y armas.

Keily abrió la boca para decir algo, pero Alan no se lo permitió porque colocó un dedo sobre sus labios.

—Déjame seguir, por favor.

Ella asintió y él suspiró con profundidad antes de continuar con el relato.

—Tuve una pelea con Gian, le dije que no estaba dispuesto a seguir con el negocio. Después todo empeoró porque nuestra madre desapareció. Te lo había dicho, Kei, ella se desvaneció como por arte de magia. Al poco tiempo, algunos hombres empezaron a perseguirnos y tuvimos que salir de Italia para salvar nuestras vidas. La realidad es que Gian traicionó a su jefe inmediato y lo descubrieron. Por eso John Lee nos acogió, nos dio vivienda y trabajo. El acuerdo con él consistía en que mi hermano seguiría moviendo su mercancía y a cambio nos iba a proteger.

»Anna es la niña consentida de Lee y se obsesionó conmigo. No te lo voy a negar, me gustaba y teníamos cierto derecho el uno del otro. Así que cuando todo acabó, se quejó con su padre y ahora me quieren obligar a estar con ella.

Keily se quedó paralizada y abrió la boca debido a la sorpresa por todo lo que confesó. Había demasiada información que procesar.

—Alan, no sé qué decir.

—Te comprendo. Déjame continuar, por favor —pidió con tristeza—. Cuando Joshua y Justin me golpearon, Gian quería hacerles lo mismo. Me opuse rotundamente y se le ocurrió la idea de enamorar a Charlotte para luego dejarla.

—¿Gian quiere seducir a Charlotte por una venganza? Lo sabías y no me lo advertiste para ponerla al tanto de la situación.

Ella se levantó de la silla, irritada. No era justo que el hermano se saliera con la suya con algo tan vil.

—Escucha, Kei, hablé con tu hermana y no me creyó. Dijo que yo estaba celoso y por eso le decía esas cosas —explicó deprisa, parándose frente a ella.

—Esto es demasiado, Alan.

Él levantó su mentón para que lo mirara directo a los ojos. 

—Lee quiere que vuelva con Anna; Gian está insistiendo para que me una a sus negocios sucios. Teme que lo meta en problemas y por eso intenta arruinar nuestra relación. Ellos creen que pueden obligarme porque estaba a su merced, pero ya no es así. Vengo a vivir a mi propio espacio y pienso dejar de trabajar en la bodega. Lo que más anhelo es que esto funcione, preciosa.

Keily no se sentía capaz de responder, pues era muy difícil asimilar todo lo que él había contado. Su vida era mucho más complicada de lo que pensaba.

—Di algo, por favor. Te amo y quiero que me des la oportunidad de demostrarte que estoy dispuesto a luchar por ti —prosiguió ante su silencio.

—Ellos podrían dañarte, Alan.

Sus palabras salieron incontrolables a la vez que su cuerpo empezó a temblar. El miedo y la incertidumbre colmaron su sistema.

Él la abrazó y ella se aferró a su pecho con fuerza. Le dolía el simple pensamiento de que saliera lastimado.

—Tranquila, cariño. Me voy a desligar de ellos por completo.

La soltó para mirarla directo a los ojos. Alan estaba decidido y ella no sabía qué decisión tomar en torno a ellos.

Quería creer en sus palabras, decirle que lo amaba y que estaba dispuesta a todo por él. Pero tenía miedo, el señor Lee lucía como un hombre despiadado y el mal presentimiento no la abandonaba.

—La mayoría me juzga por las acciones de Gian —continuó—. En cierto modo soy culpable, Kei, reconozco que hice cosas que no debí. Sin embargo, nunca quise verme envuelto en toda esta mierda.

El pecho se le encogió al presenciar lo vulnerable y triste que se encontraba. Estaba conmovida y lo abrazó de nuevo con fuerza.

—No quiero perderte, Kei —susurró con la voz entrecortada.

—Eso no va a suceder, estoy aquí contigo. Te amo.

Los ojos de Alan brillaron por la emoción que le causaron sus palabras. Atrapó su rostro y juntó sus labios con los de ella. El beso era apasionado, ardiente. La levantó un poco y Keily lo abrazó por el cuello.

Caminaron hasta la habitación entre caricias y besos. Ahí también había cajas en el piso y una cama grande llena de ropa. Alan tiró todo y la tumbó despacio sin dejar de saborear sus labios. Las manos inquietas recorrieron el cuerpo de Keily, lo que provocó que ella jadeara por el placer.

Ti amo, Kei.

—Yo también te amo.

Él atrapó sus labios con vehemencia, el beso se profundizó y la ropa de cada uno terminó por algún lugar del cuarto. Se entregaron a sus deseos entre gemidos y promesas de amor.

Keily sintió tanto placer que tenía la sensación de que se iba a desmayar en cualquier momento. Sus jadeos y cuerpos chocando eran los únicos sonidos en la habitación. Alan pegó la frente con la de ella, sus sudores se mezclaban mientras la respiración de cada uno se normalizaba.

—Quiero que nos demos la oportunidad —susurró al fin.

Alan sonrió al escucharla, sus ojos verdes brillaron por la alegría y la plenitud que sentía al estar en esa posición con ella.

—No te vas a arrepentir.  

***

Holis, amores. Esta historia está completa, pero la estoy corrigiendo. Subiré los capítulos con más frecuencia ahora, ya quedan pocos para el final.

Muchas gracias por seguir leyendo, los quiero. 💋

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