Seis
•Aprendiendo a ser padre Pt. 2•
Jeon aveces pensaba que la vida le sonreía mucho. Demasiado puesto que casi todo le salía absolutamente bien.
Ese momento no era la excepción.
Su esposo estaba de espaldas dándole el mejor espectáculo que pudiera tener en su vida.
Normalmente, a la hora de tener relaciones TaeHyung solía ser muy dominante, no le gustaba simplemente estar abajo esperando a que algo suceda, le encantaba mantener el control de la situación y de ser posible darle placer a ambos.
Así que en ese instante estaba saltando con insistencia sobre la poderosa erección de su alfa y le daba una perfecta visión de cada vez que aquel miembro desaparecía en su interior completamente y sin problema alguno.
-Oh Kookie... Siempre tan grande. -Jadeó sintiéndose bastante cerca de terminar. Puso sus manos contra las piernas musculosas del menor y se sostuvo echando atrás su cabeza extasiado- ¡Si, si, oh joder!
Unas cuantas embestidas profundas más bastaron para hacer que el mayor se corriera, lo que sacudió todo su cuerpo y lo hizo ronronear de gusto. Pero no podía detenerse porque no había sentido ningún nudo en su interior así que su esposo aún no llegaba al clímax.
-Mnhg... -Se dio la vuelta, quedando de frente al pálido, quien lo tomó de la cintura para motivarlo y vaya que lo hizo, el de piel acanelada se movió en círculos sonriendo con suficiencia y volviendo a montarlo con tanta energía como si su vida dependiera de ello.
Y estaba tan cerca, se moría por terminar dentro de ese hermoso hombre que lo estaba engullendo tan bien, claro hubiese terminado, de no ser porque sus hermosos cachorros despertaron justo en ese momento y TaeHyung salió de la habitación rápido, llevándose con él todo indicio de excitación.
Se quedó en esa misma pose, mirando al techo y reflexionando si debería hacerles lo mismo a esos dos pequeños demonios cuando crezcan, si, quizás dejarlos sin pareja hasta que se graduén dos veces.
Porque amaba a sus hijos, eran su felicidad al igual que TaeHyung, pero mierda ¿No había otro momento para despertar?
Sabiendo que su querido esposo se haría fácilmente cargo de los dos, el alfa se levantó dispuesto a ir al baño a tomar una ducha fría. Pues si bien su libido había estado por las nubes antes, ahora de lo único que tenía ganas es de tirarse a la cama y reírse de si mismo sabiendo que aún faltaba mucho de eso por delante.
Debió creerle a YoonGi cuando le dijo que la vida sexual activa se vuelve un recuerdo casi lejano, pero hey, Min solo tenía al pequeño MinGi y ese cachorro era una piedra delante de sus dos revoltosos que siempre estaban queriendo atención.
Sin duda era complicado ser él, lo supo cuando duró unos minutos viendo su erección bajar de la manera más ineficiente posible y no como quería hacerlo. Pero había que tomar lo que se tenga a mano y justo en ese momento no tenía demasiado.
Luego del refrescante baño, bajó por algo de beber, necesitaba mantenerse hidratado y sabe que TaeHyung igual. Por lo que optó por una leche de plátano y un jugo de manzanas para su esposo.
Quizás y si tenía suerte, esos dos pequeños engendros lo dejarían al menos pasar tiempo de calidad y mimos con el hermoso Omega de ojos azules.
Actualmente habían pasado casi siete meses desde el nacimiento de los bebés y había descubierto muchas cosas. Primero, que DaeHyun sería relativamente más tranquilo que Beomgyu. Segundo, que a ambos los podías calmar con cualquier cosa brillante que les llame la atención y tercero pero no menos importante, que evidentemente, sus amados y hermosos hijos tenían una pequeña competencia de atención por el Omega mayor. Y es que no podían verlo junto a Tae o ambos le daban pequeños pero ofensivos golpes con sus regordetas manos.
Le parece una falta de respeto en todo el sentido de la palabra.
-¿Qué tanto piensas? -El mayor lo abrazó por la espalda con una sonrisa y le robó el jugo de manzanas para luego separarse y llevarlo a sus labios bebiendo un poco- Los bebés ya duermen, me sorprende que se despertaran a esa hora, pensé que habían dejado ese hábito.
El menor suspira abriendo la botella que contenía su adorada leche de plátano, en serio era su bebida favorita aunque digan que parece un niño con la nevera llena de algo así.
-Francamente creo que me odian. Nunca pensé que mi disputa más grande por tu atención sería contra mis propios hijos, debí hacerle caso a YoonGi.
El Omega giró los ojos pensando seriamente que debía decirle a JiMin sobre los temas de conversación que mantenían los dos estúpidos alfas.
Oh sí, le encantaba ver a un JiMin enojado con YoonGi. Eran una pareja bastante unida, Pero ambos eran orgullosos así que solían llamarse por sus apellidos e ignorarse cuando pasaban al lado de otro, pero lo más gracioso de todo es cuando Min le recordaba a su querido Omega que oficialmente también era Min en vez de Park y es ahí donde los problemas realmente empezaban.
Posteriormente también terminaban fácil los problemas, con ambos en la cama y una marca renovada. Pero al menos había diversión en el transcurso.
-Tú y YoonGi parecen perder cada una de sus neuronas al estar juntos y hablan de bebés. -Señala y sonríe dejando eso de lado- He conseguido un casting para una empresa de modelaje. Habrán varias marcas ahí y si logro pasar entonces una de ellas me enseñará en la próxima temporada con alguno de sus diseñadores.
Claro, en ese tiempo el de piel bronceada no se había rendido, resulta que el trabajo de modelo le gustaba y era menos pesado que estar todo el día pegado a una computadora. Además, la paga era buena y solo lo vestían con algunas prendas. Cosa de un día y una buena ganancia lo cual era muy bueno y factible ahora que tenía hijos.
Se ha mantenido con una buena figura, no tanto como antes del parto según él, pero sí bastante saludable y curvilínea. Perfecta para algunas marcas que buscaban esas características aunque la mayoría eran de ropa escasa y JungKook solía odiar esa idea.
-¿En serio? Me gusta, pareces muy feliz con la idea, mi príncipe de hielo. -Cortó la distancia entre ambos sonriendo de igual manera, uniendo sus frentes y claro, inclinándose un poco en el intento- Pero me encantará más cuando te acepten.
El mayor enarca una ceja y pasa sus brazos por el cuello de su esposo dejando de lado la existencia del jugo que bebía antes.
-¿Porqué tan seguro de que me darán el puesto? Oh, se me olvida que eres artista.
Ronronea como un felino como solía llamarlo su conejito y se acerca aún más, uniendo sus labios y saboreando de inmediato la leche de plátano que tanto amaba el menor. Unas manos se posaron en su cintura haciéndolo subir una de sus largas piernas a la cadera ajena. ¿Cuando su relación se había hecho tan caliente? Quizás se debía a la marca en su hombro, la cual hacía que ambos compartan la mayoría se los sentires, por lo que pueden saber cuando el otro quiere algo y bueno, aveces las cosas llevan a otras.
-Lo sé, porque eres arte, cariño. Todo el que te ve piensa que eres un modelo profesional, ni siquiera parece que haz dado a luz a dos pequeños. Así que tranquilo. Conseguirás el trabajo.
Dijo aquello una vez que los labios dejaron de estar juntos.
Estaba francamente perdido en el brillo de esos ojos oceánicos, porque lo sabe, a Tae le encantan los cumplidos, quizás no lo demuestre mucho, pero le gustaba saber que era hermoso o que no parecía haber estado en gestación. Simplemente le agradaba sentirse bonito.
-Eres tan dulce, Conejito... -Sus dedos se enterraron en la cabellera oscura y le robó otro beso- Pero ni siquiera así vas a salvarte, te toca cambiarlos y esta vez, por favor no dejes los pañales a un lado de la cuna.
Bueno, la sonrisa se fue y una mueca de espanto invadió su rostro. Si hay algo que odiaba era la hora de cambiar el pañal a esas dos pequeñas fieras. No habían sido ni una ni dos veces que DaeHyun le orinó las manos cuando ya lo había limpiado y puesto el talco y por si fuese poco cambiar a su pequeño Beomgyu era una travesía pues no bien terminaba ya estaba el pañal lleno.
Pero bueno, para cuando reaccionó, su Omega estaba muy bien acostado jugando alguno de esos juegos en línea en los que solía pasar su tiempo.
Así que rendido, humillado y derrotado, el alfa Jeon se olvida de una posible noche de pasión y camina a la habitación de sus hijos hacía lo que será una batalla memorable.
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