CAPÍTULO 9


9 de noviembre, 2021

Me muevo entre las calles de mi amado Miami siguiendo al hombre que camina delante de mí, me prohibo perderlo de vista. Su espalda ancha es lo único que veo, pero no necesito más para saber quién es. Voltea y me sonríe por encima de su hombro pidiéndome con la mano que lo acompañe. Acelero el paso acercándome cada vez más hasta lograr divisar la casa donde crecí, algo dentro de mí se hace pequeño.

—Papá —lo llamo.

Me sonríe nuevamente antes de adentrarse en nuestro hogar. Tiene un brillo distinto, me siento como una niña y los recuerdos de nosotros corriendo vienen a mí.

«Está muerto» me recuerda mi inconsciente; sin embargo, echo afuera el pensamiento, no es una idea que sea de mi agrado justo ahora. Quiero alcanzarlo, quiero tocarlo, pero cada vez que me acerco él se aleja. Subo las escaleras sin querer detenerme, tengo en claro que estoy soñando y no me apetece despertar, podría quedarme aquí toda la vida si aquello me asegura que podré verlo sonreír así para mí.

—Papi, mírame —le ruego—, abrázame, por favor.

Continúa avanzando y, aún con los ojos nublados por las lágrimas, voy tras él. Llegamos al ático, se acuclilla junto a un armario por un instante y, de inmediato, vuelve a ponerse de pie; voltea, me mira de pies a cabeza y sonríe con nostalgia antes de señalar la caja que se encuentra debajo del mueble.

—Ven aquí, princesa guerrera —dice abriendo sus brazos para mí.

Corro hacia él, ansío sentirlo, pero el abrazo no llega porque la maldita realidad me golpea. Mis lágrimas caen sin que pueda detenerlas y me abrazo a mi misma con la intención de consolarme. Aprendí a sobrevivir sin él, pero el sueño fue tan real y estuve tan cerca de sentir sus brazos rodeándome otra vez que la aflicción me invade. Cierro los ojos con fuerza, desearía que mi imaginación fuese así de buena como para al menos plasmarlo en mi mente, pero no funciona.

Quiero a mi papá.

Quince años, quince jodidos años sin ver su rostro al despertar, sin que me cobije en su pecho cuando tenga miedo, sin que me sonría y me repita lo orgulloso que está de mí. Mierda, lo extraño tanto.

La pantalla de mi teléfono se ilumina con el nombre de Lois, a quien le pedí que me despertara temprano. Lanzo una orden directa a mis cuerdas vocales, no tienen permitido romperse ahora.

—Hola —hablo—, gracias por despertarme.

Mi voz denota el estado en el que me encuentro; no hace falta esforzarse para darse cuenta de que he fallado en mi intento de aparentar que estoy bien.

—¿Qué pasó? ¿Ada? —Inquiere y rompo a llorar otra vez—. Mierda, ¿Qué sucede?

Escucho como se mueve en la que debe ser su habitación y por más que intento hablar, lo único que consigo es sollozar. Las palabras se atascan y mis argumentos se hacen nada antes de que los haya dicho siquiera.

—Vale, estoy yendo, espérame ¿sí? —Entre balbuceos le aseguro que no es urgente, pero él insiste—. No estás bien, caray, no dejaré a mi amiga llorando sola cuando puedo ir y sostenerla.

Me hago bolita en la cama y dejo que mis lágrimas mojen mi almohada. «Tan cerca» no quiero olvidarlo, no quiero que el sonido de su voz se borre nuevamente, me prohíbo hacerlo. Mi pecho se estruja soltando un quejido lastimero.

—Papi, te extraño —suelto bajito. Si es verdad que existe un cielo, espero y lo haya oído.

No pasa mucho hasta que abren la puerta de mi habitación, es Lois quien camina hacia mí y se sienta en la orilla de mi cama. Me atrae a su pecho y sus dedos esparcen suaves caricias a lo largo de mi espalda.

—Llora, Ada, llora —me anima—, saca aquello que te hiere, bonita.

Apretuja mi cuerpo recordándome que me sostiene, que puedo soltarlo, que puedo caer.

—Estaba cerca —murmuro aunque él no sabe de qué hablo—, casi lo alcanzo.

Apoya su mejilla en mi frente y continúa acariciando entre mis omoplatos.

—Lo extraño. —Su rostro viene a mi mente de nuevo—. Extraño a mi papá, la vida es una mierda por habérmelo quitado. Yo no estaba lista... no estaba lista para perderlo.

Mi cuerpo se sacude y cada vez siento los ojos más hinchados, las lágrimas no cesan su caída llevándose consigo la cadena de púas que tengo aferrada al corazón en este momento.

—Quiero a mi papá de vuelta, Lois. —Me aferro a él y él a mí—. Quiero que me cante, que me haga reír.

Asiente.

Me reconforta que no intente minimizar lo que siento, que me escuche y con su silencio me otorgue la confianza de seguir desfogando. No sé cuánto tiempo transcurre, pero las gotitas saladas dejan de caer y mis sollozos poco a poco van cesando.

Lois desliza sus pulgares a lo largo de mis mejillas secando los rastros del llanto y besa cariñosamente mi frente.

—Eres fuerte —susurra.

La puerta se abre otra vez y una Lexie despeinada se adentra en la habitación.

—Vine tan pronto me llamó Finn —dice sentándose junto a Lois, acerca su mano a mi rostro y retira el cabello que tengo pegado en la frente.

Lex mira a mi amigo y él parece entenderla porque me recuesta sobre la cama y le permite ser quien ahora me sostenga.

—Iré a preparar algo para que desayunes —informa antes de salir.

Asiento y una sonrisa tenue se dibuja en mi rostro a modo de agradecimiento. He de verme desastrosa. Lexie me abraza y besa numerosas veces mi coronilla; no pregunta, solo me acurruca contra su pecho y me da bandera verde para decir lo que me apetezca liberar.

—Mi papá falleció cuando tenía siete —empiezo—, diabetes que se complicó con insuficiencia renal. Hoy soñé con él y recordé lo jodido que es extrañarlo. Es una mierda no poder abrazarlo más, no poder escuchar su voz.

Ella tampoco agrega algo e interpreto su silencio como: nada de lo que diga va a hacer que duela menos, pero aquí me tienes para sostenerte, porque para eso están los amigos.

Lois vuelve con una fuente que tiene de todo en ella, incluyendo el pastel de chocolate que, según mencionó anoche, su mamá preparó. Advierte que he notado la presencia de la delicia y me sonríe.

—Hazel no te conoce, pero le agradas por sacarme de casa, envió esto para ti.

Le pido que espere y me apresuro al baño para asearme. Lavo mis dientes y mi rostro antes de sonreírle a mi reflejo, debo activar el recordatorio que me repite una y otra vez la importancia de seguir.

La pérdida aflige y te frena de realizar metas que tenías fijadas; sin embargo, llega un punto en el que comprendes que dejando de vivir no le darás vida a esa persona que ya no está. El tiempo no se detiene, lo entendí años después de su muerte y fue entonces cuando decidí vivir por él; no deprimirme, ni estancarme, elegí vivir, porque eso es lo que él merece que haga en su nombre. Robert Harmony es digno de que viva por él.

Mi sonrisa no llega a mis ojos, pero me esfuerzo por que mi semblante mejore. Respiro profundo antes de dejar mi escondite y volver con mis amigos que esperan pacientes en mi habitación.

—Creo que mi mañana no ha sido muy productiva que digamos —suelto.

—Despertar y asumir la realidad es bastante productivo, si me lo preguntas —responde Lois con otra sonrisa sincera.

Me acomodo en la cama recibiendo la fuente. Lexie estira el dedo para picarle a mi pastel y me sonríe traviesa antes de meterse el trozo a la boca. La sonrisa automática se dibuja en mi rostro y aquello sirve de incentivo para que ella me envíe un beso.

Como bajo la mirada de ambos que se aseguran de que termine todo y me alimente bien. Lleno mi estómago para luego proceder a limpiar las comisuras de mis labios.

—Gracias —digo bajito y ambos asienten—. Vale, estoy poniéndome nerviosa, dejen de mirarme tan fijo.

El primero en reír es Lois que es seguido por Lex y finalmente por mí. Es agradable estar así con amigos, hace mucho no lo había experimentado de esta manera. Mi amiga extiende su mano hacia Lois que enarca una ceja mirándola curioso.

—No me mires así, guapo —lo regaña con tono divertido—. Soy Lexie Jones, mejor amiga de la lindura que tenías en brazos cuando llegué, un placer.

—Lois Aymerick —le devuelve el apretón y finalmente le sonríe—, el placer es mío.

—Por supuesto que lo es.

Rio ante la pequeña formalidad y ambos giran el rostro para verme enternecidos. Pongo la fuente en la mesita de noche y me dirijo a ellos. Paseo la mirada de los ojos azul cielo a los café energético; tan opuestos pero compartiendo esa confianza que me anima a liberar lo que se cruza por mi mente.

—¿Puedo pedir un abrazo grupal? Me gusta mucho tenerlos aquí —mis labios forman un ligero puchero.

Se miran entre sí y extienden sus brazos hacia mí. Soy estrujada por ellos con fuerza y la sensación me recuerda que el tiempo vale mierda cuando la conexión es así de firme. En un mes me han ayudado más que Kary en años.

Los acompaño a tomar el desayuno que preparó Lois y los veo compartir como si fueran amigos de toda la vida, al parecer la chispa no solo la siento yo.

El teléfono de Lexie suena y ella se disculpa para ir a contestar, pero casi de inmediato vuelve informando que es mamá.

—¿Mami?

—Ada, te intenté llamar pero el teléfono me dio apagado.

—Qué raro, tiene batería y funciona normal —respondo—. ¿Qué sucede? ¿Está todo bien?

Guarda silencio, su silencio es tan inquietante que puedo percibir cómo el miedo se instala en mi pecho.

—Mamá —llamo—. Joder, ¿Qué mierda sucede?

—No es nada malo, cariño —me serena—, tranquila.

Suspiro.

—¿Qué ha sucedido, entonces? Ya basta de rodeos, sabes que no me gustan.

Vuelve a callarse e insisto pidiéndole que hable.

—He encontrado algo en el desván —me informa, el recuerdo de mi sueño se hace presente—, una caja.

Escucho su voz romperse. No sé de dónde, pero me obligo a sacar la fortaleza que requiero para manejar esto, ya tuve mi momento de debilidad, debo ser su pilar ahora.

—Yo... no sabía que había dejado algo para nosotras. —Respira profundo, exhala—. Robert nunca me lo dijo, quizá no le dio el tiempo.

—¿Qué dejó? —indago.

—Hay casetes —responde—, son quince, hay cinco para cada una, tienen nuestros nombres... No sé cómo decírselo a tu hermana.

Aquello último consigue que mi mente divague a los días con papá, a las escapadas a hurtadillas para ver a Kiara dormir, a las melodías susurradas y las risas silenciosas que escondíamos de mamá.

—Kiara amará escucharlo —sonrío imaginando a mi hermanita—, ella no tiene ningún recuerdo de él hablándole. Va a ser el mejor regalo, tranquila.

—Iré a conseguir un reproductor, el que tenemos se ha averiado.

—Vale —concedo—, y mamá... te amo, él nos cuida desde arriba, no lo olvides.

—Te llevaré tu parte cuando nos encontremos en Nueva York, ¿te parece?

Accedo y cuelga recordándome lo mucho que me ama.

—¿Todo bien?

—Papá dejó algo para nosotras —respondo—, quince años después mamá lo ha encontrado.

—¿Viajarás a Miami? —inquiere Lexie.

—No, me lo llevará a Nueva York. —Les sonrío para que relajen su postura—. Estoy bien, chicos. Desperté extrañando a mi papá, eso es todo.

Extiendo mis manos hasta las suyas y les doy un apretón.

—Aprecio mucho que hayan venido, en serio, gracias.

Ambos sonríen y se concentran en sus platos. Pasan el resto del día conmigo, Lois cocina con ayuda de Lexie, luego reímos por cosas tontas, conversamos de otros temas serios y nos deleitamos con lo deliciosa que quedó la comida.

—Esto definitivamente es obra tuya —señala mi amiga—, ni el huevo frito me sale así de rico.

Lois se sonroja ligeramente y agradece.

Terminamos y lavo los platos que ensuciamos, es lo mínimo que puedo hacer después de que ellos me alimentaran. Lexie nos cuenta que pronto inician las grabaciones de Wondrous y la vemos ensayar algunas de sus escenas.

Vemos una película en la tarde y me divierto con mi amiga explicando cómo son las cosas detrás de escenas. Lois luce aterrado, pero conforme exponemos los secretos detrás se relaja.

Me resulta curioso que él siendo tan grande y luciendo tan indestructible pueda sentir miedo por ello. Un claro ejemplo de que por más rudo que puedas verte por fuera, puedes ser un malvavisco por dentro. Sí, Lois es un malvavisco con apariencia de acero... un bombón.

Nos tiene a cada una a su lado, señalándole que efectos especiales se usan, y cómo es que es realmente el aterrador sujeto creado para generar miedo.

—Entonces, ¿no es más que un absurdo traje?

—Solo un absurdo traje, guapo. —Lexie le palmea el hombro—. Te prometo que no aparecerá en tu habitación en la noche.

—Voy a confiar en ambas.

Hacemos saludo militar y él ríe quitándole tensión a su cuerpo.

—¿Y si mejor vemos una de comedia? —sugiero—, ya saben, todos dormimos solos, no creo que nos apetezca tener aunque sea la idea de que esa bestia aparecerá.

Lois me mira esperanzado y Lex lo nota, por lo que accede casi de inmediato.

El ambiente se relaja y ahora todos disfrutamos del filme. Peco de curiosa perdiéndome en el perfil sonriente de mi amigo que gracias al cielo no nota mi mirada.

La piel próxima a sus ojos forma pequeñas arruguitas que me hacen pensar estupideces y sus labios curvados me tienen ansiando tocarlos.

¿En qué maldito momento la dirección de mis pensamientos se desvió?

Amistad, amistad, amistad.

Amigo, compañero, hermano.

Vamos, conciencia, repite conmigo.

Amistad, amistad, amistad.

Amigo, compañero, hermano.

Que necia.

Vuelvo la vista a la pantalla y destierro cualquier intención de volver a mirarlo como lo hice.

¿Podría gustarme un poquito?

Fuera.

Ay dale no seas inmadura, ya estás grandecita para esas actitudes.

Joder, déjame ver la película tranquila.

Tengo la lucha interna dentro de mi mente, recordándome que dejé entrar a Lois con la intención de que fuera mi amigo. Algo tonto cuando tiene lo que suele atraerme en los chicos, al menos en los que leo o veo en la ficción.

¿Hace cuánto no me gusta alguien?

¿Tres años?

Diecinueve, sí.

Un par de besuqueos calientes y otro par de acostones, fue más que nada atracción sexual, nada que dejara una huella indeleble. Esto se siente distinto, raro pero distinto.

Su mirada azul se encuentra con la mía y me sonríe.

Chau, estoy muerta.

Se acerca a mi oído y deja caer la frase.

—Vas a desgastarme, Ada —bromea.

Una broma que hace que mi cuerpo reaccione por el calor de su aliento en mi piel. Soy lo suficientemente rápida para cambiar mi cara anonadada por la sarcástica.

—Te has manchado, tonto —le señalo la mancha inexistente que quito de su mejilla con mi pulgar.

Lo veo y hago como que lo limpio en el sofá. Asiente dibujando la sonrisa de suficiencia en su rostro otra vez.

—También te has manchado —dice, acerca su pulgar al borde de mis labios—. Es la baba que se te cayó cuando me mirabas.

Un bombón, sí, eso es Lois Aymerick.

Desvío la mirada con hastío y noto como goza mi gesto. Agradezco que Lexie no haya soltado ningún comentario listillo, porque sé que lo ha notado pero simplemente no ha dicho nada.

La película termina y desecho mis nervios a la hora de despedirlo, se disculpa por no acompañarnos en la cena.

—Ya estuviste aquí todo el día, podremos tolerar la cena sin ti —le digo con sorna dibujando una sonrisa en mi rostro.

Lexie desde la cocina le dice que extrañará su buena sazón y que espera verlo pronto. Él le hace un gesto con la mano despidiéndose para volver la mirada a mí.

—Saluda a tu mamá de mi parte —le pido—¸ y agradécele por el pastel, por favor.

Asiente.

—Y... gracias por venir hoy —agrego, esta vez más bajito—, suelo asumir el dolor sola, lo de papá lo tragué para que mamá no cargara con ese peso.

Pone su mano en mi hombro y me atrae a su cuerpo, rodeo su cintura con mis brazos y recuesto mi mejilla en su pecho.

—Ya no estás sola, Ada —me recuerda—, nos tienes a Lexie y a mí, además de tu familia, sino quieres cargarlas a ellas, puedes apoyarte en nosotros.

Suspiro inhalando su fragancia y su pecho se sacude cuando ríe.

—Ahora también vas a desgastar mi perfume.

—Es tu culpa por oler rico.

Acaricia mi cabello antes de soltarme.

—Tengan buena noche —se despide.

—Conduce con cuidado.

Me hace adiós con la mano y me quedo en el pasillo hasta que su rostro se pierde tras las puertas del ascensor.

—¡Te gusta! —exclama Lexie a mi lado sobresaltándome.

—¡Carajo! Mujer, vas a matarme de un infarto.

Se carcajea y me adentra en el departamento.

—Te gusta, tú le gustas —canturrea—, se nota a leguas.

No lo niego pero tampoco lo admito y ella sigue tarareando canciones inexistentes.

—Nueva York verá nacer su amor —dramatiza recordándome que ya hemos tomado la decisión de mudarnos—, puedo ser la madrina de la boda.

La dejo parlotear y fantasear sin molestarme en contradecirla. No se cansa de su canción hasta que nos vamos a dormir.

Se remueve entre las sábanas y me mira. No es más la chica parlanchina que estuvo revoloteando a mi alrededor hace unos minutos.

—Gracias por invitarme a pasar las fiestas contigo —dice.

—Si quieres pasarlas con tu familia no voy a molestarme, Lex —le indico, para que no se sienta forzada.

—No, no —suspira y me siento frente a ella cuando noto las lágrimas en sus ojos—, yo... pasó la navidad sola —traga—, no tengo contacto con ellos.

Sonríe dejando caer las lágrimas.

—Me echaron de casa cuando obtuve mi primer papel —me cuenta apretando sus labios—. ¡Joder! Se supone que lo he superado.

Sus lágrimas caen en silencio y hago lo que ella hizo en la mañana conmigo: la sostengo.

Ahora entiendo su miedo a que me moleste con ella por el papel en Wondrous

—No tengo familia, Ada —solloza—, ellos no me quieren.

¿Saben lo jodido que es ver a alguien, así de chispeante como Lexie, sollozar como si rasgaran una parte de su corazón? Es muy jodido, en serio que sí.

—Me tienes a mí, mi familia es la tuya, Lex —le recuerdo—, quizá no vamos a llenar el vacío, pero te prometo que haremos nuestro mejor intento. Te queremos, yo te quiero.

Se queda dormida en mis brazos y la acomodo antes de apagar la luz.

Lexie es de esas personitas mágicas que ves brillar y genera una chispa tan bonita que causa indignación ver cuando alguien intenta apagarla. No dejaré que apaguen su luz, no lo haré

12 de noviembre, 2021

Recibo a Benjamin y quiero abrazarlo cuando veo las donas que trae en las manos. Creo que ya se corrió la voz de que soy un cero a la izquierda en la cocina.

Lleva consigo un maletín y una sonrisa en el rostro.

—Lexie me contó que están planeando mudarse a Nueva York —dice y suena emocionado—, es una ciudad muy bonita.

—Lo es —concedo—, y quiero disfrutarla, Benja.

Se sienta en el escritorio frente a mí y enciende su laptop.

—Te he conseguido tres audiciones, dos para películas y una para el protagónico de una serie que tiene contrato por tres temporadas.

Abro los ojos con sorpresa.

—Eres lo que están buscando, y me dejaron en claro que no les importa el escándalo. Tengo la sinopsis y la descripción de tu personaje, tú me dices a cual le entras y a cual no. Es todo decisión tuya.

Me muestra las tres sinopsis y quedo encantada. Las películas, una de fantasía y otra de acción. Y la serie es de drama, con romance de época que resulta bastante atractivo y desafiante pues nunca he trabajado en un proyecto de ese tipo.

Le doy el visto bueno a todo y Benjamin luce complacido.

—Como te dije, quiero mudarme a Nueva York —asiente—. Todos los proyectos inician grabaciones a partir de noviembre del otro año, ¿es factible que me tome un descanso? Quiero solo unos tres meses.

—Si es lo que necesitas haré que funcione, Ada —me responde—, ¿tomaste una decisión con respecto a las declaraciones?

—¿Qué opciones tienes para mí? —indago.

Se acomoda en su asiento antes de empezar a hablar.

—Milena Ashlyne, veintiún años, acabó la universidad a temprana edad y es conductora de un pequeño programa farandulero. He visto sus entrevistas y es respetuosa al momento de preguntar, si nota que te incomoda, cambia el tema y lo deja ir. Envió un correo pidiendo una entrevista, dijo que podíamos pactar una reunión para acordar qué temas puede tocar y cuáles no. Es mi mejor opción.

»Luego tenemos a Helen Parker, asumo que has visto su sección, tengo que pedir la entrevista, pero no van a negárnosla, todos quieren tu primicia. Mi última opción es Tania Salt, mismo canal que Connan pero distinto horario, no es mala, pero al ser del mismo canal ellos podrían negociar a nuestras espaldas para tomar la noticia juntos.

Parece pensar algo más y decido no intervenir para que él continúe.

—¿Estás segura de que quieres ser entrevistada? —inquiere y no sé a dónde quiere ir—, si te abres a otras opciones, podrías solo postear un comunicado en tus redes. Nada muy extenso, solo una breve explicación de lo que sucedió y pedir que, por favor, cese el acoso de los paparazzi. Yo creo que es la mejor opción, pero es tu decisión.

¿Por qué no lo pensé antes? Estoy tan acostumbrada a las entrevistas porque eran la manera en la cual Rosalie solucionaba todo que no se me ocurrió nada más.

—¿Puedo ser yo quien lo escriba? —pregunto.

—Por supuesto, son tus redes, Ada. Solo debo leerlo antes de que lo subas para asegurarme que todo esté conforme, si hay algo que corregir te lo diré y juntos lo arreglaremos.

—Vale, creo que voy a inclinarme por esta opción —concluyo—, quizá después podría aceptar la propuesta de Milena, es la que más me agradó.

Asiente y me entrega el material que necesito para ensayar para las audiciones.

—Tengo que enviar los videos en la quincena de diciembre, tienes tiempo para practicar. Ya has trabajado en películas de acción, tienes la técnica de lucha y combate cuerpo a cuerpo así que no hay que preocuparnos mucho por eso.

»¿Para cuándo harás el comunicado?

Me encojo de hombros, quiero que sea cuanto antes.

—Intentaré hacerlo en estos días, te escribo cuando lo tenga listo —le informo.

—Vale. —Se pone de pie—. ¿Vamos a desayunar? Traje donuts.

—Y te adoro por eso —río prendiéndome de su brazo.

Sirvo café y desayunamos juntos, me cuenta más sobre las películas en las que actuaré y parece realmente emocionado por la serie.

—Sé que obtendrás el papel —asegura—, vas a cegarlos, Ada.

Sonrío.

—Y quizá podrías ir despertando esas redes sociales, ¿no crees?

Lo pienso y llego a una rápida conclusión.

—Quiero borrar mi feed, ¿puedo?

Arruga el entrecejo confundido.

—Todo lo que hay ahí es falso, no quiero tenerlo más —explico—, necesito un nuevo inicio, una página en blanco.

Asiente.

—Borremos el feed, entonces —sonríe.

Me agrada que tome en cuenta lo que pienso o lo que quiero hacer, que no lo descarte cuando apenas sale de mi boca. Lo despido y pongo música para estirar y bailar un par de horas.

A las diez de la mañana tengo el cuerpo adolorido y la piel sudada, es ese tipo de dolor placentero que te hace sentir viva. Tomo otra ducha y una vez limpia profundizo más con respecto a los proyectos. Me siento durante otro par de horas leyendo todo lo que me dejó Benjamín.

Reitero: me gustan mucho, me encantan.

Llamo a Lexie para preguntarle qué está haciendo y su respuesta hace que me sonroje un poco.

—Estoy en una sex-shop, cariño —suelta despreocupada—, vi en internet que había salido un juguete nuevo y decidí venir a verlo con mis propios ojos.

—Vale y ¿cuál es ese? —inquiero divertida.

—Dice llamarse "Lucas" no sé por qué siempre les ponen nombres de chicos, no solo habemos heterosexuales en este lindo mundo —responde—, deberían usar nombres unisex en todo caso.

La escucho hablar con la encargada.

—Este "Lucas" se ve como un buen dador de orgasmos —comenta emocionada—, te llevaré uno para que te diviertas un poco y le des uso a esas paredes insonorizadas.

—Eternamente agradecida —bromeo—, recibiré a Lucas encantada.

Me cuelga diciendo que vendrá trayendo comida, porque como amiga "alimentarme es su deber".

Agrego "ir a una sex-shop" a la lista mental de cosas que quiero hacer ahora que no tengo a Rosalie sobre mí.

Recuerdo cuando mencioné que sería interesante ir y no solo ver los creativos juguetes por internet, casi me arma la tercera y cuarta guerra mundial. ¡Joder! Qué de malo hay en que una se dé un poquito de amor y placer. Pero no, "eso no es de señoritas", "debes mantener tu imagen".

Uf.

Tomo las hojas y leo las líneas que necesito memorizar para las audiciones, siempre me ha enorgullecido mi buena memoria lo que me ayuda tremendamente cuando tengo poco tiempo para aprender los guiones.

Media hora después llega mi amiga muy emocionada cargada con bolsas.

—Hoy toca pizza —señala dejando la caja en la mesa.

Me entrega una de las bolsas.

—Ahí están tu "Lucas" y un par de cosillas que conseguí para ti —me sonríe traviesa.

¿Existe el amor a primera vista? Porque la apariencia de "Lucas" y la descripción de la caja me indica que podría ser el mío.

Sí, creo que voy a divertirme un poco en la noche.

Con ustedes... ¡Lexie Jones!  Yo la adoro.

Como les dije, es lo más parecido a la idea que tengo de ellos en mi imaginación, pero cada quien es libre de fantasear con distintas personas. 

Nada de esto es oficial. 

Sin más que decir, me despido.

Besitos, los quiero <3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top