CAPÍTULO 8


La voz chillona de Joset se hace presente sacándome del trance. Veo la placa que dice en letras cursivas "Lois Aymerick" y vuelvo la vista a él que sigue anonadado.

«Debes mantenerlo profesional» me repito.

Tiene que haber sido un hada importante, que justo él sea el abogado de Joset es tener pésima suerte.

Benjamín se presenta y le entrego el cheque que firmo mientras él revisa los papeles que debo firmar. No presto mucha atención, pero capto las miradas de reojo que Luc, o mejor dicho, Lois, me lanza. Firmo donde me indican e inicio la lucha de miradas. Mi verde se encuentra con su azul y ambos perdemos cuando las sonrisas se dibujan en nuestros rostros.

—¿Me perdí de algo? —susurra Lexie en mi oído.

No sé si vaya a entenderme, pero escribo letra por letra en su pierna. Sus ojos abiertos y su sonrisa ladeada me informan que si ha comprendido.

No es una reunión larga, pero Joset se empecina en joder y seguir jodiendo a pesar de que Lois le dice que los documentos son suficientes.

—He firmado el maldito papel —gruño—, ¿qué otra mierda quieres? Sabes que no revelé nada adrede, ¿o acaso crees que me gusta ir malgastando mi dinero? No volveré a ensuciar mi lengua hablando de ti, pierde cuidado.

Alza la barbilla y masculla un «Más te vale» que enciende ese disgusto que siento por él.

—No me amenaces. —Me acerco dejando una distancia prudente—. No te atrevas a amenazarme otra vez, pedazo de mierda.

Lexie me da un jalón en el brazo, deteniendo la adrenalina que corre por mis venas al querer golpearlo.

—Ya me has jodido lo suficiente —espeto—, comparto culpa por habértelo permitido, pero eso se terminó. Hasta nunca, imbécil.

Me volteo decidida a salir del lugar, olvidando por completo que Lois está ahí.

—Be...Señorita —me detengo y su perfume invade mi espacio personal.

Lexie sigue caminando dejándome sola y giro encontrándome con su pecho, alzo la vista y esos orbes divinos me envuelven dejándome tonta por un segundo.

—Se le cayó esto —me entrega una hoja y un atisbo de sonrisa se dibuja en sus labios.

Agradezco sin entender pero recibo el papel que guardo en mi mochilita. Salgo colgándome esta vez de Lexie que me guía al ascensor. Benjamin nos acompaña hasta mi departamento y mi amiga se queda en el sofá mientras nosotros conversamos en el pequeño estudio que tengo.

—Voy a contratarte —le informo—, la oferta fue tuya así que estoy asumiendo que estás libre.

—Lo estoy ahora —me sonríe contento—, gracias por confiar en mí, te admiro mucho y no voy a dejar que sigas nadando en esta mierda.

Le sonrío en agradecimiento.

Debatimos el sueldo y quedamos en una cifra que es bien vista por ambos. Es más de lo que cobraba Rosalie, pero, según lo que leí en el currículo, lo vale, no voy a pagarle menos de lo que merece.

Lexie toca la puerta y ambos giramos el rostro hacia ella.

—El portero trajo esto —me entrega un archivero—, dice que lo dejó la loca de Rosalie, el pobre hombre lucía asustado. También dejó este USB.

—Tendré que leer todo esto para ponerme al día. —Revisa el archivero—. ¿Puedo llevármelo?

—Todo tuyo —le indico.

Lexie se retira otra vez y continuamos la reunión.

—¿Has pensado qué hacer con todo lo que sucede? —inquiere curioso por saber mi respuesta y admito que se siente bien que consulten.

—No quiero más mentiras.

—Con todo el respeto que te mereces, serías estúpida si vuelves a mentir, ya vimos que no es una buena estrategia.

Sonrío.

—No creo que salir a dar declaraciones ahora sea una buena idea.

—Eso depende de con quien es que las darás. Es difícil que un varón comprenda por la situación que has pasado. En cualquier industria suelen juzgar y apuntar más a las mujeres. —Clava los codos en la mesa y me mira con fijeza—. Debes ser inteligente incluso para elegir con quién vas a "desnudarte".

»Ahora mismo son muchos los que quieren la primicia, estás en boca de todos, pero el único que ha conseguido declaraciones es Connan, ¿por qué? Porque es el único interesado en hundirte y está pagando por ello, es obvio que los actores irán con él.

»Sé que todo parece estar yendo de mal en peor, pero lo que dijo Lexie hoy a despertado la curiosidad de muchos y ya no están tan empecinados en hundirte, sino en saber quién es la verdadera Adara Harmony, quieren conocer a la chica que Lex salió a defender hoy. Lexie es impulsiva, pero la industria y el público saben que por más traviesa que sea su personalidad, nunca se queda callada frente a injusticias, se las toma en serio y eso le ha otorgado un grado más de credibilidad a lo que dijo. Disculpa que te lo mencione, entiendo que es algo privado y por eso te digo que no hay necesidad de que hables sobre el aborto, es tu cuerpo, tú decides lo que haces con él, cuando quieras dar declaraciones voy a encargarme que dejen ese tema de lado.

—Gracias.

—Soy quien te representa, Ada y daré la cara por ti siempre que sea requerido, puedo darte el tiempo que necesites, pero debes saber que en algún momento deberás volver y, cariño —toma mi mano—, quiero que llegues más alto que nunca. Nunca nadie más va a pisotearte e intentar rebajar tu talento al punto de hacerte fingir ser alguien que no eres.

—He perdido muchos roles —le informo.

—Lo suponía, pero te conseguiré mejores, pierde cuidado. —Sonríe—. No te haré brillar, eso lo haces por tu cuenta, solo voy a encargarme de que tu brillo sea visto por todos.

—Jamás pensé que tendría una charla así con mi manager —confieso.

—Necesito ser tu amigo también, debes confiar en mí, Ada. Esto no funcionará si no confiamos el uno en el otro. Yo confío en ti y en tu talento, por eso es que estoy aquí.

Está dándome la sinceridad y la voz que Rosalie nunca me dio, así que no dudo al responder.

—Confío en ti.

—Genial, vamos a dejarlos ciegos con tu luz. —Me guiña un ojo—. Voy a encargarme de salvar los roles que aún quedan y buscaré nuevos proyectos para ti, te mantendré al tanto. ¿Estás de acuerdo con que le envíe un aviso a Connan para que detenga sus ataques? Por muy figura pública que seas, el tema del aborto no podía tocarlo, subieron fotos tuyas que son de contexto privado; te vieron débil y no lo estás, no le tengo miedo a esa bazofia.

—Haz lo que tengas que hacer.

—Listo, ¿te parece si vengo mañana para firmar el contrato? —indaga—, o no lo sé, tu dime.

—Mañana está perfecto.

Se levanta llevando el archivador y mete la USB en su bolsillo.

Lexie está cómodamente recostada en el sofá cuando salimos.

—¿Irás con Alex? —inquiere.

—Lo dejé en el apartamento antes de salir, estaba exhausto por el desmadre que hiciste en lo de Connan —mi amiga sonríe satisfecha—, exhausto pero orgulloso de ti.

—Como siempre, tu novio me adora.

—Todos lo hacemos, lindura.

Lexie le manda besos y él hace amago de tomarlos. Benjamin se despide de ambas y se retira.

—Ahora que estamos solas... —Me lanza una mirada pícara—. ¡Joder! ¡Ese hombre no es un diez punto cinco casi once! ¡Es un mil elevado al infinito!

Rio.

—¿¡Es que viste esos ojitos azules!? —Se deja caer en el sofá—. ¡Por supuesto que los viste, si parecía que se estaba desatando la tercera guerra mundial con la pelea que tuvieron!

—Es bastante guapo, no lo voy a negar.

Resopla.

—Voy a dejarte para que reflexiones. Bastante guapo le queda corto, ese hombre parece haber sido hecho y enviado por Zeus en persona para causar infartos en los mortales. —Se levanta—. No olvides el papel que te entregó.

Sonrío ante su drama.

—No estoy interesada de esa manera, Lex —le recuerdo—, quiero que sea mi amigo, y si está dispuesto a lidiar con lo molesto de la fama, entonces está bien.

—Vale —me besa la mejilla—, como digas, cariño. Te veo luego.

La veo salir y esta vez soy yo quien se deja caer en el sofá. Fue un día agotador teniendo en cuenta que hace un mes no salgo. Mi productividad hoy estuvo muy alta.

5 de noviembre, 2021

«Ya sé quién eres y ya sabes quién soy, no creo que esto lo haga complicado. Llámame cuando lo proceses. Pd: No luces tan loca cuando te arreglas. »

Vuelvo a leer la nota y decido que ya lo he procesado. Anoto el número en mi teléfono y le doy a llamar. Da dos timbradas y contestan.

—¿Hola? —Los nervios me invaden y la lengua se me congela—. ¿Hola?

¡Carajo, contrólate!

—¿Adara? —indaga, no sé si las sonrisas se escuchan pero juro que escucho como se dibuja en su rostro—. ¿Eres tú, pequeña loca?

—Se está convirtiendo en tu adjetivo preferido, ¿no lo crees?

Esta vez ríe y... ¡Estamos yendo por una amistad, no lo olvides!

—Podría llegar a serlo, no voy a mentirte —responde—, si estás llamando es porque ya lo procesaste, ¿eh?

—Ya lo hice —le doy la razón—, pero ¿lo has hecho tú?

—Nunca tuve nada que procesar, Adara —afirma—, no eres una asesina, mujer, ser actriz no tiene nada de malo.

—Ser mi amigo podría traerte consecuencias —le informo.

—Creo que puedo lidiar con ello.

—Conste que te lo advertí —lo escucho reír nuevamente.

—Me atendré a las consecuencias, madame.

Nos quedamos en silencio.

—Asumo que por todo lo que sucede no puedes salir de casa —teoriza.

—Puedo, pero los paparazzi están en todos lados y no tengo ganas de chocarme con ellos.

—¿Ese día huías de ellos?

—Sí, digamos que te usé un poquito para sacarme de ese apuro, lo siento.

Vuelve a quedarse callado y temo que pueda haberse molestado por lo último que dije.

—¿Estás libre?

—¿Lo estoy? —dudo.

—¿Recibirías a este amigo en tu departamento? Ahora que no hay necesidad de mentir, quiero conocerte de verdad.

Me toma desprevenida y de pronto recuerdo que es el abogado de Joset.

—¿Es eso profesional?

—No soy más el abogado de Joset —me informa—, solo fue por ese día, la paga fue buena pero mis oídos no podrían lidiar más tiempo con su voz chillona.

Sonrío, aunque él no me ve.

»Además, seguir siéndolo me impediría de alguna manera ser tu amigo, no puedo ser abogado de la persona que mi amiga tiene ganas de golpear —se burla—, eres pequeña pero ese día en serio parecía que ibas a romperle la nariz.

—Voy a tomarlo como un cumplido —bromeo, si él supiera...

—Tómalo —accede—, pero, ¿vas a recibirme?

—Intentaré preparar palomitas o algo decente para comer.

—Mejor llevaré algo, no es que no tenga fe en ti, pero no quiero agonizar por el hambre.

—Muy gracioso, Lois —ironizo—, te espero.

—Espérame.

Cuelga la llamada

Pasan diez, quince, veinte minutos.

Mi teléfono suena y lo tomo con desconfianza al ver el número privado. No digo nada y espero a que hablen, pero no lo hacen, solo escucho una respiración que cesa después de un par de segundos.

¿Qué carajos?

Vuelve a sonar y esta vez es Nick.

—Ada, está el chico que te acompañaba ese día allá arriba —me informa—, dice que lo citaste, ¿lo dejo entrar?

—Sí, no hay problema.

—Vale, ahí sube.

Decido no minimizar la llamada y hacer algo.

—¿Nick?

—Dime.

—Me llamaron de un número privado, contesté pero nadie habló.

—Pásame el número para investigarlo, subiré con el tipo para hablarlo en persona.

«Tipo» río bajito, pero accedo. No tardan mucho.

Los ojos azules de Lois son lo primero que veo y sonrío al ver el balde con pollo frito que trae en los brazos.

—Pasa, adelante, ponte cómodo —le indico y me devuelve la sonrisa pasando por mi lado.

Nicky cruza los brazos viéndose más grande de lo que es.

—¿Cómo fue?

—Llamaron y contesté, pero solo escuché la respiración del otro lado de la línea, no duró más que unos segundos —explico—. No pidas más detalles porque no los tengo.

Pide mi teléfono y se lo entrego.

—Investigaré el número, te avisaré que encuentro.

Asiento y se retira.

Cierro la puerta, dispuesta a ir al sofá, pero me sobresalto cuando veo al ojiazul detrás.

—Estúpido, vas a infartarme.

Ríe y extiende su mano.

—Lois Aymerick, un placer. —Veo la diversión en sus ojos, resoplo.

—Adara Brontë Harmony. —Dejo caer mi mano sobre la suya y él da un ligero apretón.

Tarda en soltarla volviendo a cruzar su mirada con la mía.

—Amigos, ¿entonces?

—Amigos.

La libera y nos encaminamos al sofá.

—¿Sabes? —habla haciéndome mirarlo—, he estado pensando y debe haber sido una ofensa para ti que no te reconociera ese día.

Sonrío.

—Realmente fue un halago, es la primera vez que me sucede y se siente lindo que te traten como una persona normal —respondo sentándome.

—Eres una persona normal —se acomoda a mi lado.

—Lo soy, pero no siempre me tratan como tal —le aclaro—. Viste a los paparazzi afuera, ¿verdad? —asiente—. Vale, eso no sucedería con una chica no famosa y pasa siempre.

Decido abrirme porque él ya me demostró que es de confianza. De haber querido ya habría divulgado mi estado cuando se supo quién era.

»Solía justificar todo y aprendí a vivir con ello. Pero ahora solo me gustaría salir a caminar, ver los autos pasar y sentir la lluvia caer. Sin guardaespaldas, sin cámaras, actuar como si no fuese Adara Harmony.

—Puedes ser Betty —me anima—, ¿qué dices? Leí en el pronóstico del tiempo que hay probabilidad de lluvia hoy, aprovéchalo que eso es bastante raro aquí.

Frunzo el ceño.

—Nick no aprobará que salga sin ellos —le indico.

—Nick no tiene que saberlo —me sonríe travieso—. Te estoy ofreciendo un par de horas siendo tú, sin que los demás lo sepan.

Me lo pienso y él espera paciente.

Caminar sin necesidad de mantener la postura, reír libremente mientras converso con un amigo, andar sin miedo de que me saquen una foto desfavorable.

Suena bien.

—Vale, vámonos —accedo antes de arrepentirme.

Puedo defenderme si algo sale mal, en ese sentido no hay de qué preocuparse. Camino dispuesta a salir pero su mano me detiene.

—Estamos a catorce grados, Ada —me informa señalando mi camiseta sin mangas y la delgada pantaloneta que envuelve mis piernas—, ahí afuera no hay calefacción y no queremos que te enfermes, ¿verdad?

Sonrío apenada y le pido que me espere, la emoción me ganó.

Me adentro en el closet para elegir la ropa que uso con menos frecuencia, definitivamente no es un outfit que puedan reconocer. Me visto y me calzo un par de zapatillas. Meto mi ID en el bolsillo del hoodie y tomo un par de pelucas.

—¿Pelirroja o pelinegra? —voltea a mirarme y sonríe.

—No creo que sea necesario —le resta importancia—, el rubio te queda mejor, eres una rubia bonita.

—Cuidado babees mi sofá, Lois —bromeo, creo notar un ligero sonrojo en sus mejillas.

Desisto de la peluca y abro la puerta, puede parecer estúpido, pero siento un ligero cosquilleo en la panza de solo imaginar que podré ser una chica más.

Es irónico, cuando eres una persona común y corriente ansías la fama, pero cuando sientes el peso que viene con ella, deseas volver a ser solo una persona más andando sin prisa por las calles de la ciudad.

Salimos por la puerta trasera y Lois tenía razón, el clima está frío.

—Amo los días fríos —confieso.

—Vives en una ciudad que tiene días calurosos la mayor parte del año .

—Lo sé —rio—, pero creo que por eso mismo es que los adoro tanto, no suelen darse, y cuando sucede, los disfruto, o al menos lo hacía cuando era adolescente.

—Pues lo harás hoy —me recuerda.

Caminamos alejándonos cada vez más del edificio y nos hace parar junto a un auto.

—¿Por qué lo dejaste aquí?

—Digamos que tienes un poquito congestionado el tráfico por la puerta del estacionamiento.

Ingreso al vehículo y él lo pone en marcha.

—¿Sabes que es gracioso? —pregunta.

—¿Qué?

—Mi hermano se la ha pasado hablando de ti y de las noticias —me dice—, es seguidor tuyo, pero nunca me había mostrado una foto, supongo que por eso no te reconocí.

Sabe todo, sabe todo y sigue aquí.

—¿No me juzgaste al saberlo? —indago.

—¿Por qué lo haría? —pregunta de regreso—. No soy quien para juzgar las decisiones que tomaste en su debido momento. Nadie tendría por qué criticar algo que no conoce.

»Quiero conocerte por ti, no por lo que los medios amarillistas puedan decirme.

Logra dibujar una sonrisa en mi rostro.

Sí, él me agrada y se siente bien estar aquí.

—Cuéntame algo sobre ti —pido desviando el tema—. ¿Por qué abogado?

Una pequeña arruga se forma en su mejilla cuando sus labios se curvan en lo que parece el inicio de una sonrisa.

—Mentiría si te digo que siempre supe que la abogacía era mi pasión —responde y me mira por un segundo antes de volver la vista al frente—. No sabía que estudiar cuando pasé al último año de secundaria. Mis notas eran buenas y cumplía con todos los requisitos para aplicar a las mejores universidades del país, la mayoría de mis compañeros tenía una meta fijada incluso desde tiempo atrás y yo era el único que no tenía idea de cuál era la dirección que tomaría.

»La presión fue incrementándose, empezaron los ataques de ansiedad y los episodios se repetían cada vez con más frecuencia. Solían suceder cuando estaba solo y yo no quería decírselo a mamá, pero... ella definitivamente notó que algo no andaba bien. —lo escucho atenta y él voltea a mirarme cuando nos detenemos en un semáforo—. Me preguntó si quería ayuda, porque no era algo que pudiera hacerse si yo no tomaba la decisión de buscar a un profesional.

Habla de ello con tanta naturalidad y soltura... como si no temiera ser juzgado por mí, como si confiara plenamente.

»Todo mejoró a partir de ese día, me ayudó ir con el psicólogo. A veces no notamos que algo va mal y le restamos importancia, con el tiempo ese algo va haciéndose más grande y afecta más que cinco minutos de nuestro día. —El semáforo vuelve a cambiar y deja de mirarme—. Elegí derecho porque era una profesión rentable y porque en ese momento fue la que más llamó mi atención. Pasé meses revisando opciones con mi psicólogo, repasamos pros y contras y finalmente me quedé con la que ahora considero mi pasión. El trabajo es pesado, a veces debo leer muchos expedientes, pero lo disfruto y soy feliz.

Proceso su respuesta, él pudo haberme dado una respuesta seca, pero se ha abierto conmigo soltándome información que parece ser privada.

Detiene el auto nuevamente y parece que hemos llegado a donde sea que nos estábamos dirigiendo.

—No creo que los paparazzi nos encuentren aquí —me dice.

—He vivido años aquí y no conocía esta zona —bajo del auto y él llega a mi lado tras un instante—, sí que conoces la ciudad.

—Solo vengo un par de meses al año. —Volteo a verlo—. Mi mamá vive aquí, yo no.

—Mira tú —rio—, parece que tendremos nuestra amistad a la distancia.

—Aún me quedan algunas semanas —me informa—, puedo dividir mi tiempo entre mamá y tú sin problemas. De igual manera, esa señora es bastante independiente y le molesta que esté pegada a ella todo el rato.

Enarco las cejas hacia él en un gesto de incredulidad.

»Es cierto, soy un hijo cariñoso y a ella le molesta que me quiera acurrucar a su lado durante el día, fue mamá quien me mandó a trabajar en el buffet de mi tío, solo tomé la oferta de Joset, se supone que estoy de vacaciones.

—¿Dónde vives el resto del año?

—Nueva York —responde mientras avanzamos—, cuando me vaya la llevaré conmigo, pasaremos la navidad allá.

—¿En serio? —inquiero sorprendida—, yo tengo un departamento ahí que solo uso en diciembre. Mamá y mi hermana viajan para pasar navidad juntas, amo la nieve y aquí eso es un mito.

—¿No consideraste mudarte? —me pregunta.

Claro que lo hice, esa fue mi intención cuando lo compré, pero obviamente a Rosalie no le pareció buena idea. Y por supuesto que Adara tonta, cedió para no discutir. Pero en mis días productivos también pensé en mudarme, Nueva York estuvo entre mis opciones, incluso pensé en decirle a Lex que podría venir conmigo a hacer algunas locuras por allá.

—Lo estoy haciendo, aún no he tomado la decisión, quiero arreglar todo este asunto antes —respondo—, pero si me mudo, quién más que un neoyorquino para mostrarme la ciudad de extremo a extremo.

—Soy londinense —ríe.

—¡Dios! asumo que eres californiano, luego neoyorquino, cuando te conocí se me cruzó por un instante que eras francés y ahora me sales con Londres.

—Digamos que me gusta viajar —sonríe—. He hecho lo posible por estudiar más y ampliar mis conocimientos en derecho internacional, por si es que en algún momento decido mudarme a otro país.

—Vaya que eres interesante.

Siento la primera gota caer en mi frente y parece que el pronóstico del clima va a cumplirse.

—¿De dónde eres tú? —inquiere.

—Miami —respondo—, ahí es donde vive mi familia. ¿Por qué no usas el acento?

—¿El británico? —Asiento—. He vivido más tiempo aquí que allá, así que no se me marca mucho.

—Rosalie quería que lo usara —le cuento—, ya sabes, la realeza es de allá. Fue lo único que no obedecí, me encanta el acento británico pero siento que es muy sofisticado para mí.

—¿Adara querida, es que acaso deseas una botella de agua? —se mofa haciéndome reír.

Está tan ocupado riendo conmigo que no ve la cáscara de plátano que tiene al frente, mis reflejos son lo suficientemente buenos como para tomarlo de la polera y sostenerlo antes de que se vaya de culo, pero no tengo en cuenta que su peso es superior al mío por lo que caigo en el jardín de una casa con él sobre mí.

—Dije que no tocarías el suelo y técnicamente no lo estás haciendo —murmuro antes de romper a reír más fuerte que antes.

Se sienta junto a mí y me ayuda a levantarme.

—¿Te lastimaste? —Inquiere preocupado pero yo sigo riendo—. Adara, respóndeme, ¿te duele algo?

Niego con la sonrisa aún en mi rostro.

—Tranquilo, grandulón, pesas, pero estoy bien, el terreno no es duro.

—Repito, estás loca.

—Tienes a una amiga loca, ahora —le informo—. Quita el ceño fruncido, vas a arrugarte.

Presiono mi dedo en su frente haciendo que sonría. Se levanta ayudándome a ponerme de pie también. Sacudo mi ropa y seguimos caminando por lo que parecen cinco minutos, pero el cielo me informa que definitivamente ha pasado más tiempo. Es tan fácil conversar con él que el paseo se nos hace corto.

—Me ilusioné con la gotita que me cayó temprano —confieso—, de igual manera he disfrutado mucho salir a caminar contigo.

—No perdamos la fe, quizá al volver podamos gozar al menos un poquito de la lluvia.

Subimos al auto y conduce en silencio.

—¿Siempre quisiste ser actriz? —inquiere rompiendo el hielo.

—No —sonrío ante el recuerdo—, solía meterme en muchos talleres cuando estaba en la escuela, entre ellos teatro. Nunca salía a escena, prefería ser quien organizaba todo tras bambalinas. Me encargaba del guion, los vestuarios y la dirección, creía que la actuación no era lo mío.

No me observa, pero sé que está prestándome atención.

»En el musical de invierno mi protagonista se enfermó de varicela, no podía actuar. Me volví loca, no había preparado a ninguna suplente y sin ella el musical iba a fracasar. No podíamos cancelarlo, los padres y profesores ya estaban en el anfiteatro, la única que se sabía el guion de memoria además de ella era yo, así que como buena directora me "sacrifiqué" poniéndome en el escenario. —La nostalgia me invade haciendo que mis ojos se enlagunen, hace mucho no recordaba esta anécdota—. Fue una sensación maravillosa, ser capaz de transmitir tantas emociones y que el público las percibiera. Sus sonrisas y muecas me hacían sentir un cosquilleo en la panza que no había experimentado antes. Ahí supe que eso era lo que quería, que por buena que fuera detrás de escena, mi lugar estaba delante del telón.

—Es un bonito recuerdo, ¿también cantas?

Asiento.

—No soy Ariana Grande, pero mi voz no es mala —respondo.

—Canta un poco.

—Tú me intimidas —respondo negándome.

Ríe, me complace con una bonita imagen de su perfil.

—Si empiezo yo, ¿me seguirás?

Me encojo de hombros.

—Quizá.

Aun con la mirada al frente enciende la radio y la canción que suena hace cambiar mi "quizá" por un sí definitivo. Le subo el volumen y canto con la pasión que la melodía exige, él no se hace rollos y me sigue la corriente cuando le paso el micrófono que hago con mi mano.

—Te doy mi aprobación —le digo algo agitada tras terminar.

—Tienes la mía también, por más que hayas estado chillando, sonó bastante angelical.

Sonrío dándole un suave empujón en el brazo.

Estaciona a un par de cuadras del edificio y asegura el vehículo antes de volver conmigo. Siento las gotitas caer y mi sonrisa se instala de inmediato. Elevo mi rostro al cielo y dejo que la lluvia moje mi piel.

Joder, que sensación divina.

La intensidad de la precipitación aumenta y tomo su mano llevándolo conmigo a través de las calles. No quiero regresar aún. Siento que algo dentro de mí hace clic mientras corro por las calles con el aire alborotándome el cabello y mi mano aferrada a la suya.

Lo que pensé que sería un corto episodio de lluvia, se convierte en algo duradero. El universo está de mi lado hoy. Me detengo sin poder borrar mi sonrisa, abro los ojos y me encuentro con una mirada que me estremece de pies a cabeza.

—¿Lo estás disfrutando? —cuestiona y no puedo mentir, porque sí que lo estoy haciendo.

Tiene el cabello mojado y el agua escurre a lo largo de su piel clara, pero su sonrisa no se borra, al igual que la mía.

—Lo estoy disfrutando. —Tiro de él y rodeo su cintura con mis brazos, tarda un par de segundos, pero finalmente me corresponde el abrazo—. Gracias por esto.

Acaricia mi espalda con suavidad antes de soltarme. Escucho voces acercarse y echo la capucha sobre mi cabello a tiempo.

—Creo que ya debemos volver, ¿verdad?

—Por desgracia, sí.

Caminamos de regreso y subimos a resguardarnos del frío en mi apartamento. Le presto una toalla para que se seque el cabello, pongo una olla con chocolate y nos sentamos a comer el pollo que trajo cuando vino.

—Creo que el chocolate si me salió bien —acerco la taza humeante a su mano, él la toma y da un sorbo.

—Está pasable, se valora el esfuerzo —me dice haciéndome formar un puchero involuntario, se ríe al verme y me da un suave empujón—. Solo bromeo, está bueno, en serio, ven y bebe tú también, vas a enfermarte.

El estómago me ruge y me concentro más en comer que en beber chocolate.

—Este ha sido mi menú diario en los últimos días —me relamo los labios disfrutando el sabor—. Es una delicia y como hay un puesto cerca no tardan mucho en traérmelo.

—¿Qué más te gusta comer? —inquiere.

—Amo las pastas, pero suelo comer cualquier comida, no discrimino —respondo picándole a las papas fritas—, ¿tú mamá es originaria de aquí?

Niega y bebe un poco más de chocolate antes de responderme.

—Ella es de Nashville, conoció a mi papá en un viaje que hizo a Londres, se enamoraron y bueno, pasó lo que tuvo que pasar para que naciéramos Elián y yo. Años después el amor se acabó y se separaron. —Come un papa y continúa—: Nos vinimos con ella a la casa de los abuelos y vivimos ahí hasta que tanto mi hermano como yo "volamos del nido". Ella es muy independiente, como te dije, su sueño de la adolescencia siempre había sido vivir aquí, así que decidió mudarse para cumplirlo.

Me gustan las historias en donde las personas cumplen sus sueños así hayan pasado años desde que los desearon.

—Creo que soy fan de tu mamá, se oye asombrosa.

—Lo es, mi mujer maravilla.

Le sonrío, sé lo que se siente admirar a la mujer que te trajo al mundo.

Terminamos de comer y se despide de mí alegando que para la próxima traerá pasta. Le hago adiós con la mano como la última vez y lo veo desaparecer tras las puertas del ascensor. Vuelvo al interior del departamento y me despojo de la ropa antes de apagar las luces.

Fue un día bonito, pero extenuante, así que no tardo en quedarme dormida cuando me dejo caer en la cama. No hay pensamientos feos, ni culpas que tensen mis hombros; solo el deseo de conocer más a la persona que ha logrado hacer de una tarde normal una maravillosa. 

El último de hoy, y en multimedia tenemos a ¡Lois! o Luc como lo conocían ustedes (Mafer acertó).

Está algo largo, pero en fin. 

¡Mañana vengo con más! (más tarde, ya es de madrugada aquí)

Que tengan felices lecturas <3

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top